Sarayacu: una victoria ganada a pulso (PRODH) El 24 de julio pasado, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) impuso al Estado ecuatoriano 7 medidas de restitución, y estableció con claridad los criterios y las formas de la consulta previa, libre e informada que se deberán emplear en la ejecución de cualquier proyecto en el territorio del pueblo Kichwa de Sarayaku. La sentencia señala que se atentó contra los derechos a la vida, la circulación y residencia, la integridad personal, la protección y garantías judiciales y la propiedad de los indígenas de Sarayaku. Esta sentencia constituye una victoria para la comunidad indígena de la provincia de Pastaza, integrada por 1200 habitantes, que han llevado adelante el litigio ante la CIDH durante casi una década. En 1992, el Estado ecuatoriano adjudicó, a través del desaparecido IERAC, 264.625 hectáreas a las comunidades del Bobonaza, entre las que se cuenta el pueblo Kichwa de Sarayaku, territorios ancestralmente habitados por este pueblo. Sin embargo, al cabo de un año, el Estado otorgó el permiso a la empresa petrolera argentina CGC para realizar actividades de exploración y explotación petrolera en el territorio de Sarayaku, sin haber consultado a la comunidad ni haber solicitado su consentimiento. Durante su permanencia, la empresa CGC realizó tareas de exploración que incluyeron el uso de explosivos de alto poder, poniendo en riesgo a la población, limitando su derecho a la circulación y afectando gravemente el acceso a los medios de subsistencia de sus habitantes, es decir la caza, la pesca y la agricultura. Ante esta situación, el pueblo de Sarayaku presentó una demanda ante la CIDH contra el Estado ecuatoriano. Los gobiernos de turno defendieron en todo momento las actividades de la empresa CGC y, por medio de militares que se asentaron en este territorio, amedrentaron, hostigaron y agredieron continuamente a los indígenas de Sarayaku. Hace un par de años, el gobierno de Rafael Correa decidió dar por terminadas las actividades de la empresa CGC en la zona y su consecuente salida. El presidente de Sarayaku, José Gualinga indicó que esta sentencia marca un precedente histórico en la vida de los pueblos y nacionalidades constantemente amenazados por políticas extractivistas a nombre del desarrollo, y que nada tienen que ver con la cosmovisión indígena de defensa de la selva y de la Pachamama. Es la victoria de un modo de vida no capitalista enfrentado a la lógica del crecimiento económico y al concepto capitalista de desarrollo. Esta sentencia adquiere aún mayor significación en momentos en que el gobierno de Correa decidió dar luz verde a la minería a gran escala en el suroriente del país dentro de otros territorios indígenas, sin que tampoco se haya consultado ni pedido consentimiento a sus habitantes.