Zamorano: Memorias del Sur en el Valle Por Manuel Sevilla, PhD Pontificia Universidad Javeriana Cali Documento de trabajo Junio de 2010 PRESENTACIÓN El presente texto resulta de un proceso de documentación de prácticas culturales y memoria histórica adelantado a lo largo de ochos meses de manera conjunta entre la Universidad Javeriana Cali, Manuelita S.A., y la comunidad del sector de Zamorano en la ciudad vallecaucana de Palmira. La primera parte presenta un panorama de la actividad cultural y comunitaria en el sector de Zamorano, así como una aproximación al papel que juegan esas actividades en la configuración de una identidad colectiva en el sector. La segunda parte, más corta, sugiere unos lineamientos para el desarrollo de un plan de trabajo conjunto en torno al tema cultural en el sector. ACTIVIDAD CULTURAL EN ZAMORANO De “identidad nariñense” a “identidad Zamorano” Una circunstancia habitual de los estudios en ciencias sociales y sobre artes es que el panorama que se considera al principio del proceso suele cambiar, lo que termina enfrentando a los analistas a una realidad diferente. El caso de Zamorano no fue la excepción, aunque cabe aclarar que el nuevo panorama trajo consigo muchas más sorpresas positivas que negativas (algo que no siempre ocurre en la investigación social). Desde este punto de vista cabe mencionar brevemente los hallazgos que contrastan con la idea de partida. Primero, el equipo de trabajo de la Universidad Javeriana (en adelante sólo hablaremos del equipo de trabajo) encontró en el sector mucha más actividad cultural de la que se había anticipado, no sólo en términos de grupos dedicados a la música (cuatro participaron de manera constante en el estudio, y se identificaron además otras iniciativas en la misma línea) sino en general de personas involucradas en distintas áreas como la danza, el teatro, la lírica (declamación), la narración historia y las manualidades. Un segundo hallazgo tiene que ver con la composición social del barrio, donde un importante sector (mayoritario, por demás) de ancestros u origen nariñense, convive con personas llegadas de diferentes puntos del Valle del Cauca, del Cauca, y de otros sectores de Palmira. Al respecto, referimos aquí tres testimonios de vecinos de Zamorano, FR, JEG y EP respectivamente: Yo soy de un municipio que se llama Samaniego y se conoce como la ciudad paisaje de Nariño, en la cordillera occidental. Me vine al Valle en búsqueda de nuevos horizontes, de dinero, porque tal vez en esa época no había en Nariño trabajo, si podía haber comida pero no dinero. El 11 de febrero de 1978 me vine para el Valle, comencé a trabajar, y termine cortando caña en Manuela. Me llamo JEG y tengo 56 años. Me inicié en la guitarra por una cartilla y he ido avanzando poco a poco en la música. Soy de acá, de Palmira, y me dedico al trabajo de la madera, las artesanías y la reparación de instrumentos. Vivo en Zamorano hace 20 años. Mi nombre es EP. Toco la guitarra y canto, aunque aprendí ya viejito, a los 50 años y esta guitarra se la compré a un sobrino. Soy originario de Timbío (Cauca). Viví en Cali 10 años, luego en Palmira 5 años y ahora en Zamorano hace 10. Me dedico al negocio de la chatarra y aquí en el barrio me ha ido muy bien, conozco a mucha gente y me siento como en mi pueblo. Una consecuencia de esto (el hallazgo, propiamente hablando) es que si bien se hace mucho énfasis en la condición de ser nariñense o de ancestros nariñenses (lo que en términos expertos se conoce como identidad colectiva asociada a la región de origen), ocupa igual importancia en la dinámica social local el énfasis que se hace en la condición de ser del barrio Zamorano (identidad colectiva asociada a lugar de vivienda). Ahora bien, dado que es muy complicado separar la historia del barrio de la presencia de inmigrantes nariñenses, muchos de los símbolos de identificación colectiva son comunes. Al respecto un elocuente testimonio de AH, uno de los músicos participantes, originario de Pradera1: Yo toda la vida tuve mi inclinación por la música andina, música del Perú. Nosotros somos de Pradera y allí tenía un grupo con mis hermanos; tocaba al principio el charango, luego pasé al bajo, y luego a la guitarra, y me vinculé en este grupo [Andino Son] hace seis meses como 1 A menos que se especifique otra fuente, todos los testimonios provienen de entrevistas realizadas en el marco del presente estudio. bajista. Yo estuve tocando salsa, tocando congas, pero en realidad me ha gustado mucho la música del sur. En mi barrio me dicen “El pastuso” porque soy el único al que le gusta esta música y porque por los ensayos me la paso aquí metido en Zamorano. A mí no me molesta, yo me siento como de acá. Ante lo anterior, decidimos ampliar el espectro y hablar conjuntamente de identidad nariñense e identidad Zamorano. Finalmente, el equipo de trabajo encontró que la actividad cultural va estrechamente ligada a procesos y estructuras de organización comunitaria, lo cual es reflejo de una larga historia de trabajo solidario que ha permitido alcanzar diferentes objetivos de los que se sienten muy orgullosos los habitantes del sector. En términos metodológicos esto implicó ampliar la mirada de las actividades estrictamente musicales para incluir las actividades comunitarias. Ante esto, hablaremos en lo sucesivo de prácticas culturales y comunitarias. La siguiente sección presenta los detalles de estas prácticas. Una tipología de prácticas culturales y comunitarias en Zamorano Con estas consideraciones, pasamos entonces a una relación del tipo de actividades culturales y comunitarias que se llevan a cabo en el barrio. Sus implicaciones para el fortalecimiento de la identidad colectiva en la comunidad y para la formación en valores que son relevantes para los habitantes del barrio se discuten en la sección siguiente. Prácticas en torno a las artes Este fue el punto de partida del estudio y es del que hay la mayor cantidad de material documental recopilado. El barrio Zamorano presenta en este aspecto una intensa actividad en las áreas de música, danza/teatro y otras áreas menores. Música Pueden apreciarse diferentes categorías de actividad musical en Zamorano. Existe, en primera instancia, la categoría de grupos semi-profesionales, donde encontramos agrupaciones que ensayan de manera regular, tienen instrumentos propios, derivan algún tipo de ingreso a través de su práctica, tienen composiciones propias, manejan un concepto básico en términos de vestuario e imagen corporativa, y han grabado su material en CD y/o DVD. En este nivel figuran el grupo Hermanos Jurado y su Proyecto Omega y Andino Son, ambos participantes en el presente estudio. Una segunda categoría es la de grupos aficionados, integrado por agrupaciones que ensayan de manera esporádica, tienen algunos instrumentos propios, derivan ocasionalmente algún tipo de un ingreso a través de su práctica y no han grabado su material en CD. En este nivel figuran el grupo Son Latino de los Hermanos Cuarán y los Alegres de Zamorano, ambos participantes en el presente estudio. Una tercera categoría es la de intérpretes aficionados, integrado por individuos que no forman parte de ninguna agrupación establecida pero que tienen un nivel básico de interpretación de algún instrumento (generalmente la guitarra o percusión menor), cantan y han desarrollado algunas composiciones o arreglos sobre canciones existentes. En esta categoría es muy popular el uso de pistas (karaoke) y la vinculación a eventos barriales donde pueden presentarse los números. Varios representantes de esta categoría participaron en el presente estudio. En cuanto a repertorios, las dos primeras categorías dan preponderancia a lo que se conoce como “música nariñense” y que agrupa géneros como el son sureño, el sanjuanito, el bambuco fiestero, los pasacalles y los pasajes. Respecto a esta combinación de géneros, el requintista y cantante CJ, de ancestros provenientes de La Unión (Nariño), comenta: Indudablemente Nariño tiene muchos ritmos muy conocidos, pero hay uno que es del Ecuador, el Sanjuanito, que es el que más ha influenciado la música de los nariñenses y uno se encuentra por todo el departamento este ritmo que lo acompañan con flautas, quenas y acordeón. La gente, la tradición, le han dado tanta amalgama al ritmo que uno dice hoy por hoy que hay una mezcla y que uno no encuentra un ritmo puro. Ahora, que si eso es de Ecuador o de Nariño, yo pienso que después de que un ritmo ha sido creado, si a la gente le gusta el ritmo, pues se vuelve propio de allí, de donde se toca y donde gusta. Además de este repertorio que podríamos llamar “tradicional”, estos grupos incluyen en su repertorio música festiva, lo que los vuelve mucho más versátiles en la escena comercial local en la que se mueven. Aun así, se trata en muchos casos de un repertorio comercial muy particular (cumbia y tecnocumbia peruana, canciones chilenas con acompañamiento de acordeón de piano), con fuerte influencia de lo que se escucha en Perú y Ecuador, y que tiene gran acogida entre su principal público: las comunidades nariñenses asentadas en otros puntos del Valle del Cauca como Amaime, Mulaló, Yumbo y Candelaria. Hay sin embargo apertura hacia otros géneros, como vemos en el testimonio del guitarrista y cantante JOC: El repertorio de nosotros es música vieja, la música de Guillermo Buitrago es como de los años 40 y a mí me encanta la música de él porque es muy alegre. Yo aprendo con videos y escuchando sus canciones en las épocas de diciembre, cuando se aproximan los parrandones me gusta revivir la música, que no muera, que nunca se acabe. Por eso el nombre de nosotros es Los Alegres, nos gusta diciembre y tomar guarito, la natilla y el buñuelo. Pero tomamos después de que ya hayamos tocado, porque aquí no se puede tomar licor mientras estemos interpretando música. La tercera categoría es mucho más variada en términos de repertorio, dado que incluye intérpretes de diferentes edades y preferencias de consumo cultural. Así, encontramos personas orientadas hacia la música popular (rancheras, música guasca, tangos), baladas e incluso rock entre los miembros más jóvenes de la comunidad. Esta categoría puede considerarse, de alguna manera, la cantera de las otras dos. El testimonio de VM, versátil percusionista, es elocuente al respecto: Yo nací acá en Zamorano y empecé en la música desde que tenía 18 años. Estuve en grupos de música antillana tocando congas, bongo, güiro, maracas y de ahí fui pasando a otras orquestas. Después me retiré un tiempo de la música pero el señor CJ me contactó y aquí estoy de nuevo, tocando música nariñense. Yo soy el encargado de ponerle el sabor a estos pastusos [risas]. En cuanto a instrumentación (lo que se conoce en el lenguaje experto como organología), la variedad en el repertorio va ligada a la variedad de instrumentos presentes en la mayoría de los conjuntos y a los instrumentos más populares en el sector. Existe sin embargo una estructura organológica básica que incluye guitarra, requinto y un instrumento de percusión friccionada (güiro o charrasca), y que coincide con lo que se conoce como el conjunto típico. El siguiente testimonio del requintista y cantante FR combina la descripción de este conjunto con alusiones a la inventiva y recursividad de los músicos antiguos (las implicaciones de estos elementos en términos de la exaltación de un origen campesino compartido se discuten más adelante): El conjunto típico de músicos lo componen un requinto, una guitarra y un güiro. Percusión casi no se usaba antes sólo el güiro. El nombre típico del güiro que se le daba en Nariño era “Carrasca”, en esa época era de carrizo o un pedazo de guadua o unos mates de color oscuro. Las carrascas las hacíamos nosotros porque no era complicado. Lo tocábamos con una peineta, lo importante era sacarle sonido. Para transportar la guitarra a tonos más altos también nos dábamos las mañas porque en esa época no había transportadores como ahora. Lo que utilizábamos era un lápiz o un pedazo de madera y se amarraba con un cordón del zapato de la alpargata. A ese transportador inventado, hechizo, se le decía en esa época “mono”. Se guardaba para utilizarlo cuando fuera necesario. En los grupos más organizados esta composición instrumental se amplía e incluye bajo eléctrico, guitarra eléctrica, requinto con amplificación interna y sistema de equalización, batería, timbales, y congas. Finalmente, en términos de género, la mayoría de integrantes de las agrupaciones son hombres. Según testimonios no es habitual que haya mujeres vinculadas a la actividad musical, quizás como resultado de una idea bastante arraigada en el pasado donde se relacionaba la música de cuerda y de fiesta con ambientes nocturnos poco apropiados para la presencia femenina. Sobre el consumo de música y este tipo de ambientes en los primeros años del barrio habla el requintista y cantante FR: A mi llegada al Valle yo escuchaba mucho la música de tríos, uno escuchaba la música en Zamorano en una cantina que tenía una paisana, la finada Lola Vallejo. Ese era el punto de encuentro. La cantina se llamaba Rinconcito Ecuatoriano y quedaba en una esquina cerca al CAI de la policía. Era una caseta y tenía un salón grande, la atendía la señora Lola, una señora gorda ella de Sandoná o Córdoba (Nariño) y ponían mucha música nariñense. Los clientes éramos todos nariñenses. Allí no entraban mujeres, era sólo hombres, porque había música en vivo y mucha cerveza. Tomábamos cerveza pero no de a una sino que comprábamos el guacal. Sin embargo, esta restricción tácita para la participación de mujeres en la actividad musical debe ser matizada. Vimos cómo dos de los grupos participantes en este estudio incluían una mujer dentro de los integrantes (en ambos casos mujeres de menos de 20 años), encargada de percusión menor y voz ocasional, sin que esto causara sorpresa o comentarios entre el público o entre miembros de otras agrupaciones. Igualmente, las mujeres de la comunidad no tienen restricción alguna para el disfrute de la música en vivo, y son por el contrario entusiastas miembros de la audiencia que bailan en las presentaciones y conocen las letras. Danza y teatro La danza también figura dentro de la actividad artística en Zamorano. A diferencia de la música, que como vimos se mueve entre los repertorios tradicionales y comerciales, la actividad en este campo está casi totalmente circunscrita a las danzas tradicionales colombianas y su ejecución va asociada a actividades organizadas por colonias regionales. Cabe diferenciar aquí entre los montajes basados en el repertorio del folklor nacional (cumbias y bambucos) y aquellos basados en música de Nariño o de la región de frontera (Ecuador y Perú). En el segundo caso se presenta una interesante combinación entre la ejecución de la danza del sanjuanito o el son sureño y pequeñas representaciones a cargo de los miembros del grupo, donde se retoman elementos del teatro como el uso de indumentaria, generación de personajes, y parlamentos de interacción con el público. La línea argumental de estas representaciones varía, aunque en su gran mayoría se trata de escenas costumbristas acerca de la vida en los campos de Nariño, del proceso de inmigración y llegada de los nariñenses al Valle del Cauca, o de situaciones cotidianas problemáticas (consumo exagerado del licor, falta de ganas para trabajar, desobediencia de hijos a sus padres) que son abordadas con humor y con un tono moralizante. Sobre el segundo tema dice FG, líder comunitario originario del municipio nariñense de Ancuya y coordinador de uno de los grupos de danzas del sector: En medio del baile nosotros paramos y contamos cómo era que llegaba el nariñense al Valle. Uno muestra que llegábamos con una caja de cartón donde traíamos la ropa, nuestras esposas venían con el guagua o el niño en la espalda y al otro lo iban halando con la otra mano. El esposo venia con su ruana y su sombrero y traía el tetero y los pañales en un maletica. Con zapatos chirriosito de caucho y con ruana, en mitad de este calor. A la gente le gusta eso y para que recordar las costumbres yo me he inventado varias coplas que recito en la presentación. Una de ellas dice: “Adiós Zamorano viejo, con tus calles empolvadas, hoy con el esfuerzo de todos, se encuentran pavimentadas”. Y ahí todos aplauden y seguimos bailando. A diferencia de la actividad musical, mujeres y hombres participan por igual en las actividades de danza y teatro. Se aprecia también un alto nivel de participación intergeneracional, donde en muchas ocasiones son los miembros más jóvenes quienes organizan las coreografías. Otras áreas de actividad de producción cultural En menor cantidad pero digna de mención está la participación de miembros de la comunidad en otras actividades asociadas a las artes o a la producción cultural. Resaltamos acá las manualidades, en particular la elaboración de adornos y muñecos en papel para la decoración de carrozas durante las festividades de Negros y Blancos y en el Cumpleaños de Zamorano (ver más adelante). También hay un gran nivel de recursividad e ingenio en la elaboración de disfraces y accesorios para complementar el vestuario de las danzas y los montajes de teatro. Está igualmente la gastronomía, entendida como la preparación artesanal de platos autóctonos del departamento de Nariño y la zona sur del país como cuyes, empanadas de arroz azucaradas y cerdo horneado. Cabe anotar que no se trata de una actividad permanente sino que va asociada a festividades y celebraciones en el barrio. Mucho menos extendida pero de gran relevancia para futuros trabajos en torno a la identidad cultural del sector está la elaboración de relatos históricos sobre el barrio. Se trata de una actividad a cargo de un reducido grupo de profesionales oriundos de Zamorano, quienes por iniciativa propia han redactado pequeños manuscritos acerca del proceso de poblamiento del barrio, la adecuación de servicios públicos, la llegada de nuevos habitantes y la relación con el resto de la ciudad, incluyendo el Ingenio Manuelita. Aquellos que no han escrito han logrado elaborar relatos muy precisos en detalles y fechas que permitirían construir un pormenorizado recuento del desarrollo del sector. Un ejemplo de esto es la narración de WJ acerca del primer teléfono en Zamorano: Tengo 45 años de edad, trabajo con el Ingenio Manuelita hace 26 años y tengo mucha historia de Zamorano. Hubo un viejo nariñense, mi papá, muy interesado por el desarrollo del barrio. En esa época hubo la necesidad de traer las líneas telefónicas, pero la empresa de telefonía decía que no instalaba teléfonos porque no había nomenclatura y no había forma de hacer llegar los recibos. Entonces mi viejo dijo “Instálelos que yo los reparto”, pero no era él sino el hijo el que los repartía. Mi papá volvió el teléfono de la casa un teléfono público, y entonces llamaban a las tres de la mañana de Arboleda (Nariño) y la gente gritaba al otro lado, así como hablamos nosotros: “Pasárame al señor tal…” y mi papá le decía a uno: “Vea mijo, levántese y vaya llame a Ismael Campaña”. Y resulta que la persona vivía a las tres o cuatro cuadras y había que salir corriendo a llamarlo, de noche o lloviendo. Así, de esa manera, surgió la comunicación de Zamorano. Prácticas de conmemoración colectiva Existen actividades extraordinarias de gran importancia para los habitantes de Zamorano, que generalmente implican un alto grado de preparación, convocan la vinculación de distintos sectores del barrio y son el espacio de articulación para las actividades artísticas que hemos descrito anteriormente. Podemos diferenciar aquí dos grandes categorías: conmemoraciones religiosas y carnavales. Conmemoraciones religiosas Estas son ceremonias con gran afluencia de público que se organizan a lo largo del año en honor de diferentes vírgenes y santos de la tradición católica. Las conmemoraciones religiosas tienen varias características que las convierten en un complejo escenario de confluencia cultural. Por un lado, coinciden en ellas la fe católica con la reafirmación del vínculo regional, pues cada imagen venerada corresponde a un municipio en Nariño. Así, los originarios de Ancuya conmemoran la celebración de la Virgen de Visitación en julio, los de Samaniego a San Martín de Porres en agosto, y la comunidad nariñense en general conmemora la fiesta de la Virgen de las Lajas en septiembre. El testimonio del líder comunitario FR al respecto: Hay algo muy particular entre todos los nariñenses y es que por tradición somos católicos y creemos en todos los santos y tenemos santos para todo. Los de Samaniego tenemos un pueblo vecino que tiene su propio santo, San Sebastián, y se le hacen belenes a él. El patrono de Samaniego se llama San Nicolás de Bari pero nadie le hace belenes porque no es conocido. Caso contrario ocurre con San Martín de Porres que es “negrito” no tiene nada que ver con Samaniego pero los feligreses y seguidores le hacen fiestas con todo los bombos y platillos en el mes de agosto. Y aquí en Zamorano también se la hacemos a nuestra manera. Una segunda característica de las conmemoraciones religiosas en Zamorano es que al tiempo que expresan un vínculo regional, son una forma de mostrar el éxito del proceso migratorio, en tanto que la comunidad no se ve obligada a viajar hasta Nariño para la celebración sino que “se trae” la imagen y la aloja en el nuevo sitio de vivienda. Este acto de traer la imagen tiene enorme significación y se considera un hito en la historia del barrio, como vemos en el testimonio del líder comunitario FG: Cuando yo llegué ya existía la capilla del barrio y el padre nos decía que nos esperaba el domingo para repellar la iglesia; pero nosotros no sentíamos amor por la iglesia, como que no se veía en ese entonces la unión de hoy, y nadie iba y se perdían los materiales. Entonces el finado Enrique Melo trae la imagen de la Virgen de las Lajas y ahí sí empezamos a hacer las actividades religiosas porque ya teníamos la motivación. Con la traída de la virgen ya no nos tocaba irnos hasta los municipios sino que hacíamos la celebración aquí en Zamorano. Así empieza lo religioso y la iglesia se empezó a llenar. Vemos entonces que las conmemoraciones religiosas son un espacio social donde confluyen la identidad regional con la identidad católica, la condición de nariñense y la condición de inmigrante. Adicionalmente, se trata de espacios que reciben sin problema alguno la participación de los demás habitantes del barrio que no son nariñenses y, crecientemente, de habitantes de la ciudad de Palmira. El formato de las celebraciones es muy similar entre sí e incluye generalmente una serie de misas en la semana de la conmemoración, y una procesión nocturna con la imagen, presentaciones musicales, danzas, oferta gastronómica nariñense, venta de licor y quema de un castillo de pólvora en el día del santo o la virgen. Carnavales Muy similares a las conmemoraciones religiosas, con la diferencia de que no tienen como epicentro una imagen religiosa sino la reafirmación de la identidad regional (el Carnaval de Negros y Blancos en enero) o la identidad barrial (el Cumpleaños de Zamorano en marzo). Al igual que ocurre con la celebración de vírgenes y santos, los carnavales (en particular el de Negros y Blancos) tienen gran importancia simbólica para demostrar el éxito del proceso de migración, pues se hace gran énfasis en que son una recreación de los tradicionales festivales que se celebran en Nariño. La programación generalmente incluye una caravana diurna con carrozas decoradas, reinado de belleza popular, tarima con presentaciones de música y danzas, oferta gastronómica nariñense y venta de licor. Tanto las conmemoraciones religiosas como los carnavales son un espacio de trabajo colectivo y un ejemplo de gestión de recursos. Los diferentes líderes locales (presidentes de colonias, presidentes de junta de acción comunal, directores de agrupaciones artísticas, etc.) articulan sus esfuerzos y buscan diferentes maneras de lograr reunir el dinero y los materiales necesarios para llevar a cabo cada celebración. Existe sin embargo una sutil diferencia, pues mientras las gestiones para las conmemoraciones de santos y vírgenes tienden a hacerse hacia el interior de las comunidades (incluyendo los puntos de origen en Nariño), las gestiones para los carnavales son más abiertas y van dirigidas a la empresa privada, el sector comercial y el sector estatal. Al respecto vemos dos testimonios, el primero del líder comunitario FG, oriundo de Ancuya, y el segundo de la presidenta de la junta comunal del sector Los Mangos, oriunda del Valle del Cauca: Nosotros los de Ancuya somos devotos de la Virgen de Visitación y cada julio en el que se hacen las fiestas nos trasladábamos al municipio. Pero en 1982 el señor Erlindo Díaz, trabajador del Ingenio Manuelita, trajo la virgen para que no nos desplazáramos tanto. Cuando se trae la imagen la comunidad empezó a asistir a la iglesia y ya faltaron bancas para esa celebración. Ahora se realizan festividades para la virgen y la fe aumenta año tras año. Hoy en día se hacen castillos y pólvora, y música. Cada quien pone lo que puede y hasta los alcaldes de Nariño apoyan las fiestas. Aquí en el barrio hacemos un gran esfuerzo para celebrarle el cumpleaños a Zamorano. En realidad es la celebración de cuando nos dieron la personería jurídica, de eso hace ya más de 50 años. Todo mundo participa y es una fiesta muy bonita con carrozas y con desfile. La alcaldía de Palmira nos da alguna cosita para la música, o nos pone la tarima, y Manuelita nos da la degustación del algodón de azúcar para los niños. También hablamos con las emisoras para que hagan promoción y el barrio siempre se llena porque ningún otro barrio de Palmira hace una fiesta así. Estamos muy orgullosos. Prácticas en torno a la educación y el deporte Como se dijo arriba, además de las prácticas en torno a las artes y las conmemoraciones colectivas (religiosas y laicas), existen en Zamorano otra serie de actividades que involucran la acción de distintos actores y que, aunque no están ligadas con la producción cultural, sí ponen en juego importantes valores como el trabajo solidario y la acción colectiva. Resaltamos aquí la existencia de sedes comunitarias, como la del sector de La Carbonera o Los Mangos, que son el resultado de arduo trabajo colectivo por parte de las colonias y las juntas de acción comunal, en asocio con el sector empresarial y oficial local. Estas sedes son espaciosas casas adecuadas y equipadas para la realización de distintas actividades como reuniones, muestras culturales y, quizás lo más importante, procesos educativos. En una de ellas, la sede comunitaria de Los Mangos, funciona un jardín infantil para niños de la comunidad que es atendido por madres del sector. Una juiciosa administración y una detallada programación permiten que también funcione allí una escuela de Tawekondo para jóvenes y el grupo de adultos mayores. Finalmente, la organización comunitaria hace posible que se mantengan en el sector de Zamorano actividades deportivas poco usuales en otras partes de la región, como el tradicional juego de la chaza, característico de la comunidad nariñense. Al respecto dice LEM, reconocido comunicador, empresario de espectáculos oriundo de Samaniego y líder del barrio: Otra cosa de la que estamos muy orgullosos acá en Zamorano, un tema que es muy representativo y que encierra varios tópicos de lo que es la cultura nariñense, es la chaza, el juego de la chaza que es un juego típico nariñense. Claro, también se juega chaza en Bolivia, Perú y Ecuador. Incluso hoy en día hay gente que juega chaza en Europa, algún pastuso que se la llevó en la maleta [risas]. Algunos lo llaman el deporte del tenis gigante. Aquí hemos logrado mantenerlo y tenemos nuestro campo para jugar, y hacemos los torneos con premios pequeños, pero premios al fin y al cabo. Es otra manera de conservar la tradición y los jóvenes aunque medio se ríen, pues terminan jugando también. Hasta este punto hemos visto una relación de algunas de las prácticas culturales y comunitarias más representativas y sobresalientes del sector de Zamorano. El papel que juegan ellas en la configuración de una identidad colectiva, y su potencial como referentes para un plan de acción concertada hacia el mejoramiento de la vida en el barrio es lo que se explora en la sección siguiente. Prácticas culturales y comunitarias en la “identidad Zamorano” Como puede verse, el proyecto pasó de ser un inventario de música nariñense (la idea original) a una aproximación a diferentes espacios de actividad cultural y comunitaria donde se recrea y fortalece la identidad cultural del barrio Zamorano, y donde confluyen elementos de identidad regional (ser de diferentes puntos de Nariño), identidad religiosa (manifestada en la devoción por determinadas vírgenes y santos), identidad barrial (como habitantes de Zamorano) e incluso identidad de clase (en tanto que la comunidad se reconoce como de clase trabajadora). Conviene en este punto acudir brevemente a la teoría antropológica para comprender mejor la relación entre prácticas culturales y creación de comunidad. En general, la antropología reconoce a las prácticas de creación artística e intelectual (lo que aquí hemos llamado en términos genéricos “prácticas culturales”) como espacios claves para la transformación y reafirmación de la cultura, entendida esta última en el sentido propuesto por Geertz (2000): una red de significados en la que estamos inmersos los miembros de una comunidad. Una revisión más a fondo de la literatura específica sobre las artes permite identificar dos tipos de dinámicas sociales en las que las prácticas culturales artísticas se relacionan con procesos de transformación y reafirmación de identidades culturales dentro de una comunidad. Están por un lado aquellas dinámicas donde estos procesos ocurren de forma colateral respecto a otros hechos sociales; es decir, no se derivan –o por lo menos no en forma evidente- de una iniciativa ideológica o estética que se proponga forjar o reafirmar ciertas concepciones. Son más bien procesos que resultan de la participación y vinculación de las personas a ciertas actividades sociales donde está presente la música o la danza, pero sin que esta sea el epicentro (e.g. fiestas religiosas, conmemoraciones comunitarias, velorios, etc). En Zamorano encontramos diferentes ejemplos de este tipo de dinámica. Uno de ellos es la celebración de “Belenes”, fiestas domésticas para agasajar o agradecer a un santo. GN, originario de Ancuya y vocalista de uno de los grupos participantes describe esta ceremonia: A los santos y a las imágenes se acostumbra cantarles Belenes. Una persona pide un favor o un milagro a los santos y en contribución al favor que recibe le organiza en su casa un homenaje. La Virgen de la Visitación [de Ancuya] es la patrona de todos los pobladores del barrio Zamorano en Palmira, nosotros le pedimos a ella. La persona lleva la imagen a la casa y le organiza un Belén, se lleva un grupo de música, hay comida, licor (chicha o guarapo). Los rezanderos llegan en medio del Belén se canta, se toca y se reza. Es como pagar una promesa. Se hace en cualquier momento del año, regularmente los sábados porque se descansa el domingo. Originarios de la zona rural nariñense, los Belenes también se celebran en el barrio Zamorano, aunque la costumbre ha ido desapareciendo y los esfuerzos se concentran en las festividades oficiales de cada santo y virgen. En este caso (y en el de las conmemoraciones religiosas ya descritas) la música de cuerda contribuye de forma indirecta (colateral) al fortalecimiento de una identidad colectiva que tiene como epicentro la devoción religiosa pero que no entra en conflicto con una identidad más amplia (la “identidad Zamorano”). Otro ejemplo lo vemos en el siguiente fragmento donde NT, guitarra marcante del grupo Andino Son y oriundo de Tangua (Nariño), describe el proceso de elaboración artesanal de plectros o plumillas, accesorios utilizados para tocar las cuerdas de un instrumento de cuerda: No se veían estos aparaticos de ahora [plectros en plástico], porque primero no había y luego eran muy caros. Nosotros mismos los hacíamos con un cacho de vaca. La cosa era así: quebrábamos una botella de vidrio, partíamos el cacho, le sacábamos una astilla y la pulíamos con el vidrio hasta que quedara la plumilla. Cuando ya tenía forma y se podía coger bien la usábamos para tocar tiple o guitarra. La plumilla de cacho era esencial para interpretar la guitarra antes y da un sonido muy bueno. Hoy en día el sonido cambió porque el plástico da un sonido opaco, la pluma de cacho da un sonido lírico, brillante. Eso es muy importante en la guitarra puntera, que tenga buen brillo, y el cacho la hacía especial. La descripción de la elaboración de plectros con cuernos de vaca, y la insistencia en la diferencia entre el sonido brillante de antaño y el sonido opaco del presente, son dos elementos que contribuyen de forma indirecta al fortalecimiento de una identidad colectiva que se precia de su recursividad ante la escasez, del ingenio y del empuje para lograr el objetivo propuesto. Esto también se evidencia en los procesos de gestión en carnavales y festividades religiosas. En contraste con lo anterior, existe una segunda dinámica social en la que se observa un uso instrumentalista de formas expresivas artísticas para fortalecer de forma explícita la identidad colectiva (y, en no pocos casos, para criticar y tratar de subvertir el orden social predominante). Aquí los procesos de reafirmación de identidad colectiva a través de las artes dejan de darse de forma colateral como en la primera dinámica, y pasan a ser un importante –cuando no el más importante- elemento de transmisión e instancia de escenificación de mensajes que, por lo general, responden a agendas políticas y estéticas: Los productores culturales emplean, de forma consciente, recursos artísticos –música, cine, video, artes visuales- para satisfacer los propósitos de la expresión creativa y también para […] atacar estereotipos y prejuicios, y para construir, reconfigurar y comunicar mensajes relacionados con identidades raciales, étnicas, de género, sexuales y nacionales. [Ginsburg 1991:96] Esta innegable dimensión política que cobran las prácticas artísticas al formar parte de procesos más amplios de activismo ha motivado numerosos estudios desde la antropología y la sociología (Conklin 1997; Blau 1998; Rasmussen 1995; Hesmondhalgh y Pratt 2005; Sevilla 2008), que tipifican las distintas formas de debates simbólicos que allí se dan. En Zamorano también hay numerosos ejemplos de este uso instrumental de las artes para fortalecer la identidad colectiva. Los más significativos quizás son los Carnavales de Negros y Blancos que se celebran en el mes de enero y que refuerzan la identidad regional, y la conmemoración del Cumpleaños de Zamorano en el mes de marzo, que refuerza la identidad barrial. En ambos casos hay una interesante conjunción de música, danza, teatro, gastronomía y manualidades que se ponen en escena para reforzar de forma explícita una idea de identidad colectiva. Otro ejemplo se aprecia en los repertorios de los grupos que formaron parte del proyecto, donde hay una permanente alusión explícita a referentes geográficos, terminología local, y formas de ser propias de Nariño y de Zamorano. Tomemos como referencia un fragmento de la canción “Rima Waicosa”, del grupo Hermanos Jurado y su Proyecto Omega, donde se describe la vida de los habitantes de la zona cálida del Nariño Andino (conocida en la jerga sureña como “El Waico”): Para encontrarlos allá es muy fácil En la molienda de las cañas No les come la vida la panela De tanto andar en las parcelas Y con la fuerza de la arracacha Familia numerosa en la casa Caña, pan y panela Cada uno tiene su parcela En síntesis, el proyecto refuerza la idea expresada por la antropóloga Maureen Mahon (2000:469) quien señala que “las personas utilizan los productos culturales para construir, articular y diseminar ideologías acerca de [la vida social]… y su impacto sobre las relaciones sociales, las formaciones sociales y los significados sociales”. Vemos entonces que en el caso de Zamorano, las prácticas culturales (la música, la danza, el teatro y las puestas en escena de carnavales y procesiones) y las prácticas comunitarias (creación de estructuras organizativas, sedes comunitarias, iniciativas de educación y deporte) son escenarios privilegiados para la elaboración de sentidos y significados colectivos, donde la comunidades se define, se discute y reafirma a sí misma. A través de estas prácticas se ponen en común, de forma colateral o instrumental, mensajes claros acerca de las creencias religiosas, el apego y el orgullo por la región de origen (Nariño, para la gran mayoría), el aprecio por la región de llegada (el Valle del Cauca), la capacidad de emprendimiento, el ingenio y la tenacidad. Todos estos son elementos que conforman lo que podría llamarse la “identidad Zamorano”. Un lugar aparte ocupa la acción solidaria. La preponderancia de este principio de comportamiento colectivo hace que se trate de forma separada. Las prácticas culturales y comunitarias como espacios de acción solidaria El proyecto mostró que en los diferentes contextos descritos las prácticas culturales y comunitarias son instancias para la puesta en común y reafirmación de distintos valores colectivos de gran importancia para la comunidad del barrio Zamorano, y que esta instancia se hace posible gracias a un profundo sentido de solidaridad. Solidaridad se entiende en el sentido propuesto por Durkheim (1984) de adhesión y compromiso a una causa de otros, motivada por una elevada conciencia colectiva y la adhesión a valores promulgados por el grupo (la idea de solidaridad mecánica, expuesta en su texto clásico La División del Trabajo Social). Cabe aclarar, antes de proseguir, que no nos referimos con esto a que las prácticas culturales y comunitarias sean espacios sociales para “aprender a ser solidario”; más bien son espacios en los cuales se reafirman valores y creencias colectivas a través de una práctica musical que implica la participación solidaria de los miembros del grupo.2 2 De hecho, el concepto de solidaridad mecánica que plantea Durkheim está fundado en la existencia de valores colectivos muy fuertes y de una estructura social que favorece la integración del individuo a la sociedad a partir del establecimiento de similitudes (Müller 1994:81-82). En Zamorano esta participación solidaria se manifiesta de distintas formas. Una de ellas se aprecia en la manera como la comunidad atiende las exigencias de recursos físicos y de trabajo humano que impone cada práctica cultural (el adorno de una carroza, la vinculación con el grupo musical a la celebración de la Virgen de las Lajas) o comunitaria (el mantenimiento de la sede comunal, la participación en una chocolatada para recoger fondos destinados a un hogar de ancianos). En una práctica que se mantiene hasta la actualidad, estas exigencias han sido resueltas a través de trabajo voluntario, donaciones en especie y en efectivo, y participación en actividades de gestión de ingresos adicionales ante terceros. Ahora bien, esta lógica de trabajo solidario se remonta a los primeros días del barrio, donde se estableció el procedimiento de acción colectiva como medio para lograr beneficios. El líder comunitario LEM habla al respecto: Yo soy de Samaniego y estoy aquí en el Valle del Cauca desde 1984. Recuerdo que las calles en Zamorano no estaban pavimentadas, digamos que un 1% solamente, pero las personas de Nariño son líderes y tenían sentido de pertenencia donde llegaban. El trabajo de alcantarillado se realizó por cuadras. Siempre se aplicaba la fórmula de la minga para ir mejorando el entorno. En Zamorano el teléfono en la casa era un privilegio porque eran contados. El primer vendedor de minutos de minutos en Zamorano fue el padre de CJ, porque él con influencia de unos amigos sacó dos líneas y todas las personas del barrio llamaban o las llamaban a este teléfono. A las dos o tres de la mañana llamaban de Nariño a dar noticias como por ejemplo la muerte de un familiar y ellos pasaban. Aquí tradicionalmente ha habido mucha fuerza de trabajo, unión, ayuda para beneficiarse. Este trabajo ha sido de años y hoy en día se ven los resultados, porque la unión hace la fuerza. Una segunda forma de manifestación de la participación solidaria se observa en la estructura de las prácticas artísticas propiamente hablando, ya que todas tienen una clara connotación de colectividad. Vemos entonces que se hace música en grupos y se organizan danzas en grupos. Procesiones y caravanas son, por definición, actividades comunitarias, así como las obras de teatro y los deportes. Es interesante notar que aunque existen claras jerarquías al interior de estos colectivos, se trata en general de prácticas que son incluyentes y que permiten alternancia en el liderazgo de las actividades. Esta alternancia se observa en el hecho de que una persona puede pasar de ser miembro anónimo de la procesión de una virgen o un santo, a ser protagonista como percusionista o pareja principal en una danza. Cerraremos esta segunda parte del informe con la reflexión del líder LEM acerca del papel de los jóvenes en este panorama: El potencial que hay es impresionante. La generación de nosotros, los mayores, hace las cosas porque nos gusta y porque somos un equipo de trabajo sólido. Con respecto a la juventud estamos liderando procesos, se ha cambiado la forma de ver del nariñense en el Valle del Cauca, yo destaco siempre mi cultura porque antes éramos discriminados por el color, el dialecto, el vestuario, había rechazo por los profesores y las personas. Nosotros siempre sacábamos a relucir siempre nuestra cultura. Ahora les toca a las nuevas generaciones, pero insisto, el potencial es enorme. El sentido de relevo generacional que va implícito en el fragmento anterior es el punto de partida para la formulación de las recomendaciones con miras al desarrollo de un plan de trabajo conjunto en torno a las prácticas culturales y comunitarias del sector de Zamorano y, en un sentido más amplio, en torno a la exploración de nuevas formas de trabajo concertado en torno a la cultura. De esto se ocupa la tercera parte de este informe. LINEAMIENTOS PARA UN PLAN DE TRABAJO CONJUNTO EN TORNO A LA CULTURA EN EL SECTOR DE ZAMORANO A partir de los elementos contextuales y conceptuales que se han discutido en las páginas anteriores, la presente sección busca ofrecer algunos lineamientos que permitan elaborar un plan de trabajo conjunto entre la comunidad de Zamorano y otros actores pertinentes, en torno a la idea de que el fortalecimiento de las identidades culturales tiene enorme impacto en el desarrollo de las comunidades involucradas y redunda además en la generación de nuevos escenarios para la comunicación y acción conjunta. Las recomendaciones aquí plasmadas se enmarcan dentro de la concepción de que las prácticas culturales en torno a las artes son dinámicas sociales muy complejas, con aspectos formales y sociales que deben ser abordados en forma conjunta. Cabe anotar que este enfoque coincide con el asumido por el Ministerio de Cultura de Colombia, que en distintos documentos insiste en que los sistemas musicales (y podríamos ampliar la noción a los sistemas de creación y disfrute de las artes) deben ser concebidos “como una totalidad, como una simbiosis que integra sociedades y productos [expresivos] específicos en territorios y tiempos determinados” (Mincultura 2003:28). En síntesis, y luego de analizar la información recopilada a lo largo de ocho meses de trabajo conjunto con la comunidad de Zamorano, el equipo de la Universidad Javeriana sugiere avanzar hacia la creación de programas de formación en artes que aprovechen los recursos humanos y físicos ya existentes, y que se integren en un mediano plazo en una figura similar a la de las Escuelas de Música Tradicional del Ministerio de Cultura, sólo que con una serie de modificaciones y ajustes. Para efectos prácticos llamaremos temporalmente a esta figura la Escuela de Cultura Zamorano (de aquí en adelante ECZ), aunque dejamos en claro que la denominación misma debería ser parte del trabajo a desarrollar entre las partes. Antes de proseguir, conviene hacer dos precisiones. La primera es que, dadas las condiciones físicas del sector y los recursos disponibles, la ECZ sugerida sería una institución descentralizada. La segunda precisión es que lo que hemos denominado los principios rectores y, en general, los diferentes contenidos del plan de trabajo conjunto hacia la ECZ marchan en sintonía con el programa Músicas del Río que ha venido siendo promovido por la Universidad Javeriana Cali y al cuál Manuelita S.A. y la comunidad de Zamorano están vinculados a través del proyecto en curso.3 Conceptos rectores de un plan de trabajo conjunto hacia la ECZ Se proponen como conceptos rectores del plan de trabajo conjunto hacia la ECZ tres ideas derivadas de juiciosas elaboraciones de diferentes autores en las áreas de los derechos humanos, la economía y los estudios para el desarrollo4: • Todas las comunidades tienen el derecho a expresarse y a vivir de acuerdo con sus particularidades culturales, y a adelantar procesos de fortalecimiento y preservación de la 3 Músicas del Río es un programa diseñado y promovido desde la Universidad Javeriana Cali, cuyo objetivo central es la promoción y el fortalecimiento de las músicas tradicionales del valle geográfico del río Cauca y áreas aledañas como referente de identidad regional y como vehículo de desarrollo integral. El programa contempla tres áreas de trabajo (investigación, divulgación y proyección social); el presente estudio cabe dentro de las acciones de investigación, mientras que la ECZ estaría dentro de las acciones de proyección social. 4 Con el fin de agilizar la lectura de este informe no se incluyeron aquí las discusiones en extenso. Sin embargo, tanto las referencias bibliográficas como los textos teóricos que las sustentan están a disposición de los lectores para su estudio posterior. memoria colectiva que sustenta esas particularidades y que permite, a su vez, transformarlas. Estos son sus derechos culturales. • El nivel de desarrollo de una sociedad se establece en términos de la libertad relativa que tienen sus miembros para poder tomar decisiones con respecto a su propia vida. El libre ejercicio de los derechos culturales es uno de los índices del desarrollo de una sociedad. • En circunstancias donde haya subdesarrollo (es decir, restricciones a la libertad de opción de los miembros de una sociedad) y este afecte el ejercicio de los derechos culturales de una comunidad, deben explorarse alternativas de acción concertada y sostenible entre la comunidad y los demás actores de su entorno con miras a la transformación efectiva de esas circunstancias. Desde esta perspectiva, la ECZ se proyecta como un objetivo común, como un proyecto que sólo se logrará sacar adelante siempre y cuando los diferentes actores involucrados tengan roles claros y aporten en la medida de sus capacidades y posibilidades. Al formularlo en términos de proyecto conjunto se apunta a la apropiación por parte de todos los actores (en contraste con las perspectivas asistencialistas), y a la noción de proceso y sostenibilidad (en contraste con las acciones centradas en eventos episódicos e inconexos). Objetivos comunes en un plan de trabajo conjunto hacia la ECZ Los anteriores principios rectores pueden precisarse en tres objetivos comunes, presentados a continuación en un nivel de abstracción descendente: • Objetivo 1: Garantizar a través del trabajo conjunto el libre ejercicio de los derechos culturales de los miembros de la comunidad de Zamorano • Objetivo 2: Generar y adelantar procesos que contribuyan a la preservación de la memoria colectiva de la comunidad de Zamorano, y al surgimiento y el fortalecimiento de nuevas formas de identidad cultural en el sector • Objetivo 3: Crear y consolidar alternativas de esparcimiento, formación y aprovechamiento del tiempo libre en torno a las artes y las prácticas culturales, orientadas a los diferentes grupos poblacionales del sector de Zamorano Grupos poblacionales a considerar dentro del trabajo conjunto hacia la ECZ Todo trabajo que se adelante en Zamorano debería considerar como paso inicial la comunicación con las diferentes organizaciones presentes en el sector, específicamente las colonias, las Juntas de Acción Comunal, las Asociaciones de Padres de Familia y los colectivos de profesores de las instituciones educativas allí asentadas. Una divulgación clara ante estas organizaciones de las iniciativas propuestas y de los posibles intereses en juego, con suficiente flexibilidad para explorar alternativas de vinculación y siguiendo la idea del trabajo concertado, permitirían tener una idea aterrizada del clima social local, de las posibilidades reales de trabajo, y de nuevas dimensiones de desarrollo desde perspectivas no consideradas previamente. Se recomienda además elaborar planes de trabajo diferenciados para niños, jóvenes, adultos y adultos mayores. Esto no quiere decir, sin embargo, que no puedan existir áreas de interacción. Por el contrario, la claridad de los objetivos por cada sector poblacional permitirá identificar potenciales áreas de conjunción que tienen enorme potencial en el campo de la pedagogía de las artes y la preservación de la memoria colectiva (en el esquema que se presenta al final de esta sección esto se materializa en lo que hemos denominado componentes transversales y espacios de interacción entre grupos poblacionales). Recursos disponibles para el trabajo conjunto hacia la ECZ Como se dijo anteriormente, existen valiosos recursos físicos y humanos que permitirían dar inicio en un corto plazo a algunos programas de formación en artes. Esto sería la base de la futura Escuela de Cultura Zamorano, que podría ofrecer sus servicios en diferentes sedes y de acuerdo con las necesidades de los diferentes sectores poblacionales. A continuación se relacionan algunos de estos recursos: Físicos • • • Sedes de las organizaciones comunitarias Sedes de la Institución Educativa Harold Eder Material bibliográfico en formato digital y físico sobre la historia del Valle del Cauca* • • • Grabaciones en audio de repertorios musicales tradicionales de Nariño y el sur de Colombia* Grabaciones en video de prácticas musicales y de danza tradicionales de Nariño y de Colombia* Registro fotográfico de prácticas culturales y comunitarias del sector de Zamorano* *: Total o parcialmente generados en el marco del presente proyecto Humanos • • • • • Colonias de inmigrantes de diferentes municipios nariñenses Juntas de Acción Comunal de diferentes sectores del barrio Asociaciones de Padres de Familia de las instituciones educativas locales Colectivos de profesores de las instituciones educativas locales Agrupaciones musicales, de danza, teatro, artesanía y gastronomía originarias del sector Cabe anotar dentro de esta última categoría una serie de aliados potenciales que, convocados de manera apropiada, posiblemente tomarían parte en el proceso. Dentro de estos están las universidades regionales, las secretarías municipales y departamentales de cultura, y las Direcciones de Artes, Poblaciones, Patrimonio y Fomento del Ministerio de Cultura. Estructura de la ECZ La siguiente estructura se plantea considerando que la ECZ irá desarrollando sus programas de manera gradual. Los contenidos y pertinencia de esos programas, el orden en su desarrollo, y la disponibilidad de los recursos humanos y físicos en todos deberán ser el resultado de consultas y elaboración conjunta con los representantes de la comunidad. Esquema para la formación en artes Temáticas contemporáneas Temáticas tradicionales (aplican para diferentes grupos poblacionales) (aplican para diferentes grupos poblacionales) Música Música Teatro Teatro Danza Danza Componente transversal: • Elementos de contextualización histórica • Origen de la población del sector • Desarrollo del sector • Pobladores actuales Espacios de intercambio entre grupos poblacionales: Presentaciones articuladas a calendario local de conmemoraciones Áreas de formación en artes Distribución de áreas de trabajo (para organizar de acuerdo a sedes disponibles) Áreas de divulgación y Centro de reunión (conferencias, documentación, sala de presentaciones, lectura, video y audioteca exposiciones) Áreas de trabajo manual y corporal El logro de estos objetivos, tanto en sus etapas previas como en la final de consolidación de la ECZ requiere la realización de una serie de acciones secuenciadas que, por propósitos metodológicos han sido agrupadas en “fases”, cada una de las cuales tiene un énfasis particular y específico. Sensibilización Esta es una fase de aprestamiento en la que se da a conocer a la población el sentido y alcance de la propuesta, y se exploran las formas de trabajo conjunto. Es una fase durante la cual se establecería un diálogo abierto con músicos, compositores, gestores culturales y líderes comunitarios, pero también con entes oficiales, academia y empresas que puedan sumarse al objetivo. La anuencia y colaboración de los dirigentes locales y de los actores relevantes en las artes en el sector son cruciales para el desarrollo del proyecto. Selección y capacitación Esta fase tiene un componente de diagnóstico en el que se revisan y evalúan la pertinencia y calidad de los métodos y materiales que se van a emplear, de los recursos locativos con los que se cuenta, y de los programas que se implementarán. Es el momento en el que se definen los roles y las responsabilidades, y sería el punto de partida ideal para emprender la formación de formadores con base en materiales y metodologías apropiadas y eficaces, tanto existentes como otras que incorporen innovaciones para la enseñanza de las artes y la apropiación de elementos representativos de la historia colectiva. Implementación y monitoreo Durante esta fase se da inicio a los programas según el orden acordado. Es muy importante haber definido ya estrategias de monitoreo del proceso, indicadores de avance en la formación, actividades de divulgación que permitan una mayor familiarización del resto de la comunidad con el proceso, y momentos de cierre de cada fase. Igualmente, es necesario considerar espacios de discusión del proceso una vez hayan concluido los primeros programas para hacer los ajustes necesarios y garantizar la apropiación por parte de la comunidad. BIBLIOGRAFÍA Blau, Judith R. 1988. Music as Social Circumstance. Social Forces, Vol. 66, No. 4. (Jun., 1988), pp. 883-902. Conklin, Beth A.. 1997. Body paint, feathers, and VCRs: Aesthetics and authenticity in Amazonian activism. American Ethnologist, Vol. 24, No. 4. (Nov., 1997):711-737. Durkheim, Emile. 1984. The Division of Labor in Society, 2nd. ed. (1902') W. D. Halls, tr., con introducción de Lewis A. Coser. New York: The Free Press. Geertz, Clifford. 2000. La interpretación de las culturas. Barcelona, Gedisa. Ginsburg F. 1991. Indigenous media: Faustian contract or global village? Cultural Anthropology, 6:92-112 Hesmondhalgh, David y Andy C. Pratt. 2005. Cultural industries and cultural policy. International Journal of Cultural Policy, Vol. 11, (No. 1), 2:13 Mahon, Maureen.2000. The Visible Evidence of Cultural Producers. Annual Review of Anthropology, Vol. 29. (2000), pp. 467-492. Mincultura. 2007a. Plan Nacional de Música, presentación. Documento electrónico disponible en http://www.mincultura.gov.co/eContent/newsdetail.asp?id=105&idcompany=3. Consultado en 10/12/2007. ________. 2003. Plan Nacional de Músicas para la Convivencia: Escuelas de Música Tradicional. Bogotá, Ministerio de Cultura. Documento electrónico disponible en http://www.mincultura.gov.co/eContent/newsdetail. =4. Consultado en 10/12/2007. Müller, Hans-Peter. 1994. Social Differentiation and Organic Solidarity: The "Division of Labor" Revisited. Sociological Forum, Vol. 9, No. 1, Special Issue: The 100th Anniversary of Sociology's First Classic: Durkheim's "Division of Labor in Society." (Mar., 1994), pp. 73-86. Rasmussen, Ljerka. 1995. From Source to Commodity: Newly-Composed Folk Music of Yugoslavia. Popular Music, Vol. 14, No. 2. (May, 1995), pp. 241-256. Sevilla, Manuel. 2008. “La música del país vallenato: Acuerdos y divergencias en torno a los símbolos musicales de identidad” en José Miguel Pereira González, Mirla Villadiego Prins, Luis Ignacio Sierra Gutiérrez (editores). Industrias culturales, músicas e identidades. Una mirada a las interdependencias entre medios de comunicación, sociedad, cultura. Bogotá, Editorial Pontificia Universidad Javeriana.