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y el Proyecto PAPIIT IN30952
La UE y el TLCAN: una perspectiva comparada
¿Regionalismos convergentes o divergentes?
¿CRISIS EN OCCIDENTE?
José María Lavín de la Cavada
€-Working Papers, Vol.1, No.1, Julio, 2003
y el Proyecto PAPIIT IN30952
La UE y el TLCAN: una perspectiva comparada
¿Regionalismos convergentes o divergentes?
Directorio
Dr. Juan Ramón de la Fuente
Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México
Dr. Fernando Pérez Correa
Director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Dr. Alejandro Chanona Burguete
Coordinador del Centro de Estudios Europeos
Mtro. Dámaso Morales Ramírez
Secretario Académico
MISIÓN
La misión del Centro de Estudios Europeos (CEE) de la UNAM, adscrito a la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales (FCPyS), es la realización de investigaciones multi e interdisciplinarias sobre
Europa y sus relaciones con otros actores internacionales, así como sobre el proceso de
integración regional de la Unión Europea (UE). Para lograr este objetivo, el CEE incorpora
proyectos de investigación que por su naturaleza tengan relación con el cumplimiento de la misión
del Centro. Complementariamente, apoya las labores de docencia y extensión universitaria sobre
Estudios Europeos de la licenciatura y el posgrado de la FCPyS, y de la UNAM en su conjunto;
finalmente, fomenta la difusión del conocimiento sobre esta materia en la sociedad.
El contenido que se incluye en cada € working paper es responsabilidad exclusiva del autor
y no representa necesariamente la opinión del Centro de Estudios Europeos.
*Para contactar al CEE favor de comunicarse a los teléfonos: 56 22 29 70 al 74
o vía electrónica: centrodeestudioseuropeos@mail.politicas.unam.mx
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La UE y el TLCAN: una perspectiva comparada
¿Regionalismos convergentes o divergentes?
¿CRISIS EN OCCIDENTE?
José María Lavín de la Cavada*
La pasada intervención angloestaunidense en Irak y los acontecimientos que le
precedieron con la oposición de Francia y Alemania han mostrado señales de la
existencia de dos posibles crisis en Occidente: por un lado, un distanciamiento de Estados
Unidos (y sus aliados, entre los que destacaría el Reino Unido y en menor medida
España, Portugal e Italia) y Francia, Alemania y sus seguidores, Bélgica y Holanda. La
segunda posible crisis se produce dentro de la Unión Europea, en vísperas de su
ampliación entre la llamada “Europa europea” y la “Europa americana”,1 es decir, los dos
grupos de países europeos antes mencionados.
Este artículo pretende mostrar que ambas crisis pasan por un momento delicado
pero en ningún caso terminal. Tanto la alianza transoceánica como la Unión Europea
pasan por momentos de catarsis pero no finales. Para ello, se discutirán las tesis del
norteamericano Robert Kagan acerca de la ruptura entre Estados Unidos y Europa y más
tarde, se contemplarán los escenarios que la crisis de Irak ha dejado en el interior de la
Unión.
La Crisis Transatlántica
En cuanto a la primera crisis, el politólogo Robert Kagan escribió en este año 2003
un ya famoso ensayo titulado “Poder y debilidad”2 en que comentaba las diferencias de
*
Maestro en Cooperación Internacional por el Instituto Mora (México) y la Universidad Rey Juan Carlos
(España). Investigador Asociado al Centro de Estudios Europeos de la FCPyS de la UNAM.
1
Esta barbaridad de definición ya es ampliamente aceptada, aunque me niego a admitirla. ¿Es posible creer
que España, Reino Unido, Italia, Hungría o Polonia, por mencionar a algunos solamente, son más americanos
que europeos? ¿Desde cuando Francia o Alemania ofrecen patentes de europeidad? Y más cuando han sido
estos dos países y sus rencillas quienes bañaron de sangre al continente desde 1870 hasta 1945.
2
Robert Kagan. “Poder y Debilidad. Europa y Estados Unidos en el nuevo Orden Mundial”. Ediciones
Taurus. Madrid, 2003.
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¿Regionalismos convergentes o divergentes?
pensamiento entre Estados Unidos y Europa (en conjunto, solamente librando al Reino
Unido) sobre la política internacional.3 En este ensayo, Kagan hacía una somera revisión
acerca de la historia de ambas geografías y cuál ha sido su posición en la política
internacional a lo largo de la historia hasta la actualidad, en que los europeos débiles
militarmente serían habitantes de Venus y los estadounidenses, poderosos, vendrían de
Marte.4 Es decir, los estadounidenses se moverían en términos hobbesianos, dentro del
estado de naturaleza y sin autoridad superior que mantenga el orden, y los europeos en
términos kantianos, apegándose al derecho internacional y a las instituciones
multilaterales. Ciertamente ambas visiones exageradas pueden parecer caricaturescas:
Estados Unidos actuando como Leviatán en el mundo sin control alguno y una débil
Europa apoyándose en foros más o menos bienintencionados pero sin peso como
Naciones Unidas. Habría que preguntarse si una Unión Europea en otro momento
histórico o un presidente demócrata en Estados Unidos no variarían el cuadro. Pero en el
escenario actual, para Kagan se habían roto los lazos entre Estados Unidos y los
europeos. Como tras la caída soviética, ya no había un enemigo inmediato para Europa,
argumenta Kagan, la Unión había abandonado sus responsabilidades hacia EEUU,
dejándolo solo para imponer la paz en el mundo, y lo que es peor, siendo criticado por sus
antiguos aliados.
Así, Europa utilizaría para las relaciones internacionales las armas de la debilidad,
es decir, el comercio, la cooperación y la persuasión, lo que el novelista Ramón Valle
Inclán llamaba las “balas de plata” desechando la intervención directa. Mientras tanto el
poderío de Estados Unidos se mantendría desde la perspectiva económica – militar. Si
3
Este punto es importante: la referencia explícita al Reino Unido se hace porque este país se resiste a
integrarse plenamente a la Unión Económica y Monetaria (UEM). El resto de los aliados no son tan fiables,
en especial los del este, ya que todos entran a la UEM y su implicación con el resto de la Unión,
principalmente con Alemania, harán que olviden su apoyo a Estados Unidos. Esta es a mi juicio, la tesis más
certera de Kagan. Para más información sobre este punto, ver Robert Kagan “Furor Napoleónico”.
Publicado en “El País” el día 2 de marzo de 2003.
4
Aunque Madeleine Allbright y Henry Kissinger, dos de las figuras más importantes de ese poder marciano,
sean nacidos en la República Checa y Alemania, respectivamente.
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ambas posturas se diesen en común serían complementarias, como abogaba Margaret
Thatcher a finales de los ochenta,5 pero la diferencia de pensamiento hace que ambas
regiones consideren predominantes fines muy distintos. Por tanto, el pacto está roto. Así,
Kagan aventuraba que en pocas décadas, incluso en pocos años, para Estados Unidos
sería más importante ASEAN o el Pacto Andino que la Unión Europea.
Las tesis del autor se basan, en mi opinión, en tres aspectos:
•
El poderío militar estadounidense y la debilidad europea
•
La incuestionable posición de liderazgo mundial de Estados Unidos
•
La ruptura de una visión común desde la caída del Muro de Berlín
Desde luego hay que advertir que Kagan es un funcionario del Departamento de
Estado de Estados Unidos y que su artículo intentaba justificar la postura estadounidense
ante el conflicto de Irak. Su insistencia en el poderío militar de Estados Unidos parece
advertir que no está muy seguro en el mantenimiento de la hegemonía norteamericana,
que empieza a mostrar más puntos débiles de los notados durante el siglo XX. Este
convencimiento de que nadie puede hacerle sombra a Estados Unidos no se sostiene tan
fácilmente, como ya veremos más adelante.
Otra de las apreciaciones de Kagan acerca del poder político militar de la Unión
resulta contradictoria: después de abogar por el rearme europeo para acompañar a
Estados Unidos en el papel de alguacil mundial, señala que a Estados Unidos no le han
gustado los esfuerzos de crear un ejército europeo y lo ha bombardeado desde la OTAN,
como ya hizo en su tiempo con la extinta Unión Europea Occidental. Entonces, ¿no será
que lo buscado es que el status quo permanezca pero con el beneplácito y
5
Thatcher expuso que el reino Unido y EEUU debían ser los guardianes militares y la Unión quien proveyese
el trabajo social de posguerra (democratización y fortalecimiento de la sociedad civil. Veáse en Ester Barbé.
“La Vieja Europa en un mundo nuevo”. Foreign Affairs en Español. Vol. 3. Número 2. ITAM, México. Abril
– junio de 2003.
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¿Regionalismos convergentes o divergentes?
agradecimiento europeo? El mantenimiento de Estados Unidos como líder, asegurado y
justificado desde la Unión es el escenario ideal para Kagan.
Pero el punto central del artículo, es desde mi punto de vista, la ruptura de la visión
común de Estados Unidos y Europa. Los problemas antes mencionados se podrían
subsanar de existir unos fines comunes pero Kagan niega que estos existan ya. Las
opiniones de líderes, politólogos de ambos lados del océano e incluso del secretario
general de la OTAN en este sentido carecen ya de fundamento según el ensayista. Con
todo eso, se da por disuelto el pacto transoceánico. Y no solamente lo da por muerto, sino
que vaticina un futuro de indiferencia.
No cabe duda de que hay una crisis entre las concepciones de Europa y Estados
Unidos sobre las relaciones internacionales. Esta confusión se debe a que ambos lados
tienen un punto de vista sobre el poder, quizás a la debilidad militar de Europa, como
arguye Kagan. Esta crisis se ha visto ejemplificada en la II Guerra de Irak y las visiones de
un continente acerca del otro se han radicalizado hasta llegar a la parodia. Los medios
periodísticos de ambos lados del Atlántico se han centrado en las personificaciones de los
tópicos de Estados Unidos y Europa (en especial Francia) y en las dobles intenciones de
sus políticas (hay un dato significativo: las ciudadanías de ambos países señalaban que la
causa profunda de las políticas estadounidense y francesa acerca de Irak era el deseo de
obtener su petróleo).6
Sin embargo, esta coyuntura no tiene que ser tan dramática como Kagan
pretende. La primera crítica que Kagan presenta es que la UE no se fortalece
militarmente, aunque advierte que la postura ante este reforzamiento militar no sería bien
vista por Estados Unidos. La postura de los gobiernos europeos es sencilla: “Nuestras
6
Richard Johnson. “Dos que no se entienden”. Foreign Affairs en Español. Vol. 3. Número 2. ITAM,
México. Abril – junio de 2003.
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arcas públicas no están para eso y además, ¿ de que nos sirve? ¿No hemos conseguido
mayores avances en nuestra área mediante la cooperación económica, aún contando el
desastre de Yugoslavia?”. No parece que en este momento el gasto militar en Europa
vaya a aumentar. Y más cuando el principal productor de armamento tecnológico es
Estados Unidos. Es decir, aumentar el gasto militar en Europa ayudaría económicamente
a Estados Unidos.
La mayoría de los países de la UE están dentro de la OTAN y esa es la principal
opción militar de la UE, aunque dependa en gran parte de Estados Unidos. También están
ya en marcha las Fuerzas Especiales de Reacción Rápida, herederos de la Unión
Europea Occidental, pero aún se encuentran en embrión. Por tanto, a la Unión Europea le
interesa mantener la OTAN, un lugar donde pueden opinar y marcar ciertos límites al
militarismo americano. Esa es la principal razón por la que no se pasó el conflicto al
consejo de esta asociación, ya que la reticencia en este foro hubiese sido aún más
deslegitimadora para EEUU. Si la asociación militar estadounidense-europea hubiese
mostrado signos de crisis al interior, el peso de la oposición hubiera sido mayor que la
simple polémica entre países. Pudiese entonces parecer que dentro de esta lógica,
Estados Unidos renunciaría a este pacto, pero sería demasiado peligroso para ellos
mismos. Por otra parte, el secretario general de la OTAN, George Robertson, comentó el
pasado 27 de marzo que hay muchos más elementos de unión que de distanciamiento
entre las dos áreas geográficas.
Resulta curioso que, durante la crisis, numerosas voces de izquierda y derecha
hayan pedido un reforzamiento militar y político de la UE. Digo curioso, porque estas
fuerzas suelen ser de carácter reaccionario, situadas en los extremos del extremo
ideológico, y durante años muy refractarios a la profundización de las políticas
comunitarias. En este caso a Kagan le acompañan en sus tesis desde radicales
nacionalistas a gente de la extrema izquierda.
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También hay que destacar que en gran parte de América Latina la reacción ha
sido similar, debido a las peculiares relaciones del subcontinente con EEUU. Así se
quiere presentar a la UE como el nuevo contrapeso político militar de Estados Unidos, en
extraña añoranza de la Unión Soviética, lo que es imposible.
Solo hay un escenario de separación militar entre Europa y Estados Unidos: El
acercamiento de las fronteras de la UE a Rusia podría establecer bases de entendimiento
en el aspecto militar, lo que reafirmaría la tesis de Kagan, pero para esto aún faltarían
muchas décadas de conversaciones y de quitar recelos a los ex países comunistas de la
Unión, por lo que no es plausible esta nueva alianza.
En cuanto al segundo punto mencionado, la insistencia sobre la hegemonía
estadounidense y la defensa de la unilateralidad frente a la debilidad de la UE, no parece
tal a la vista de los datos económicos internacionales que da la Organización Mundial de
Comercio (OMC). Estos datos muestran la cada vez mayor preponderancia y poder de la
Unión dentro de la OMC, en perjuicio de Estados Unidos. La regionalización del mundo es
tal que los países que estrechan sus vínculos en una de estas organizaciones controlan
entre el 50% y el 60% del comercio a nivel mundial.7 Y de esas regiones económicas, la
más próspera es la Unión Europea.
En el seno de la OMC, los conflictos entre la UE, Estados Unidos y Japón son más
que frecuentes, sobre todo a partir de 1992, con la disputa de Boeing y Airbus. Desde
entonces, hasta el momento la Unión Americana ha cosechado un número de varapalos
en el comercio mayor del que estaba acostumbrado. Además, disputas aparte, la Unión
Europea es el primer socio comercial de EEUU, lo que le convierte en algo más que el
extraño que Kagan quiere ver.
7
María Cristina Rosas. “Seattle, la OMC y la convocatoria a la nueva Ronda del Milenio: Desafíos y
oportunidades”. Relaciones Internacionales. Número 86. CRI/FCPyS. UNAM, México, mayo – agosto de
2001.
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¿Regionalismos convergentes o divergentes?
Por tanto, el poderío militar estadounidense queda mediatizado por su propia
economía, interdependiente en grado sumo de la europea y de las instituciones de la
Unión. Kagan considera esta cuestión pero al intentar responder de manera favorable
para Estados Unidos no aporta datos concluyentes, sino que se basa en la demografía
económica para demostrar que para el 2050, la población europea será más anciana que
la estadounidense y requerirá de mayores recursos estatales. En este punto, o Kagan se
equivoca o miente a sabiendas: las corrientes vegetativas dentro de la Unión son
preocupantes sí, pero las políticas de recepción de emigrantes de Europa se están
enfocando sobre este problema con resultados más que favorables. Así un país
tradicionalmente expulsor como España, tiene ya un 4% de población extranjera
inmigrante, por no citar países históricamente receptores como Alemania, Bélgica o
Francia cuyas cifras de trabajadores extranjeros son muy superiores.
También habría que señalar que Kagan nunca menciona cuáles son los éxitos
actuales de ambas políticas en el exterior, ya que el recuento es francamente favorable a
Europa. Tomando como ejemplo la promoción de la democracia, se puede ver que la
política de apoyo a las nuevas democracias en América Latina desde Estados Unidos ha
sido bastante defectuosa, creando regímenes un tanto inestables y empobrecidos. Sin
embargo, la Unión ha dotado de fondos, las “balas de plata”, a las nuevas democracias
europeas y ha conseguido gobiernos democráticos más estables y con signos de
crecimiento económico notables.
Por tanto, vemos que el unilateralismo americano y sus resultados pueden ser
mediatizados con los medios no militares. El filósofo y sociólogo Jurgen Habermas insiste
en el equilibrio de poder existente dentro de foros como la OMC, la ONU, Banco Mundial y
el Fondo Monetario Internacional y cuál debe ser el papel de la UE como fiel de la balanza
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en ellos.8 Por tanto y respecto al poderío de Estados Unidos, se le respondería
afirmativamente a Kagan pero habría muchas matizaciones sobre si este es el único
poder que importa en las RRII.
En tercer lugar, y como eje central del artículo se nos menciona la ruptura de
visiones comunes, ilustrándola en las muchas polémicas y caricaturas a un lado y otro del
Atlántico. Las continuas referencias despectivas sobre las intenciones, ética y capacidad
de unos y otros se han convertido en referencia cotidiana. Pero lo que demuestra este
comportamiento no sería la barrera profunda de pensamiento que manifiesta Kagan, sino
el desconocimiento de ambos lados acerca del otro. La UE no es tema para los medios
estadounidenses; el Post de Washington ni siquiera tiene corresponsales en
Bruselas.9Las referencias para los ciudadanos de Estados Unidos sobre Europa es la II
Guerra Mundial, ya que en una encuesta reciente sobre los políticos europeos actuales el
nombre que más veces apareció es Adolf Hitler.10 Y Washington es más que nunca para
los europeos que la capital de un país provinciano e inculto con mucho dinero.
Pero los think tankers de ambos continentes están alejados de este
desconocimiento y a pesar de las circunstancias iraquíes, tienen aún materias pendientes
para la discusión conjunta. Sin ir más lejos, en el pasado mes de mayo de 2003, la
reunión del G8 en Evian (Francia) ha puesto de manifiesto que existe un grueso volumen
de objetivos comunes para ambas áreas y que la crisis entre Marte y Venus puede
reconducirse.
Por otra parte, pesos pesados del pensamiento político estadounidense han
mostrado su desacuerdo y temor ante la separación de ambos continentes: las tesis de
8
Jurgen Habermas y Jacques Derrida. “Europa: en defensa de una política exterior común”. El País, 4 de
junio de 2003.
9
Richard Johnson. Op. Cit.
10
Richard Johnson. Ibidem.
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Samuel P. Huntington sobre el choque de las civilizaciones aún son poderosas para la
clase intelectual americana y en este aspecto se manifestó el politólogo Joseph Nye, que
manifestó que Estados Unidos necesita a Europa para vencer al terrorismo. Además
planteó tres escenarios para medir la fuerza americana. Así presentó un escenario militar
en el que Estados Unidos es dominador absoluto; uno comercial que se disputan ambas
regiones y por fin, uno trasnacional en que ambas eran imprescindibles la una para la
otra.11
La implicación de las economías estadounidense y europea es demasiado fuerte
como para que se vaya derrumbar de improvisto: una crisis económica en Berlín afectaría
profundamente a Washington y viceversa. Ambas regiones son el mejor socio la una para
la otra, y anécdotas como el lanzamiento de quesos camembert en las cloacas de New
York no pueden imponerse a décadas de comercio. Y aún si siguieran los
comportamientos antifranceses hay que tomar en cuenta la afirmación de Condolezza
Rice al acabar la II Guerra de Irak: “Perdonar a Rusia, ignorar a Alemania y castigar a
Francia”.12 Lo que eliminando la prepotencia de la Sra. Rice significaría “cuidado con
Rusia (la otra superpotencia militar), mimemos a Alemania (motor de la economía
europea) y centremos el problema en Francia, encontrando un rival sin castigar la
economía mundial excesivamente”.
Y esta coincidencia solamente abarca el aspecto económico: en lo religioso y en lo
cultural hay más similitudes para ambas áreas que para cualquier otra que pudiera
parecer como alternativa. Los fundamentos políticos, religiosos y culturales son iguales:
democracia liberal representativa, con más tintes o menos sociales; concepción de la vida
basada en las bases del judeocristianismo y por último una serie de fundamentos
humanísticos y científicos comunes basados en la herencia de Atenas y Roma.
11
12
Joseph Nye. Entrevista en el diario El País. 27 de marzo de 2003.
Recogido en el diario El País. 12 de junio de 2003.
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La crisis en la Unión Europea
El núcleo central de la polémica sobre la crisis al seno de la Unión Europea dentro
del contexto internacional es la postura proamericana de varios países, sobre todo el
Reino Unido, que lleva a la conclusión de que la Unión solamente puede fortalecerse
económicamente y nunca políticamente. La aparición de dos bandos respecto a la
posición tomada sobre Irak llevó a plantear un posible callejón sin salida político para la
UE.
La segunda parte de este trabajo pretende demostrar que si hemos visto que
claramente hay más puntos de vista comunes que diferencias entre EEUU y Europa, el
número de similitudes es aún más poderoso al interior de la Unión y que una crisis puntual
en materia de política exterior no es suficientemente grave para estancar el proceso de
construcción europeo, ni siquiera para detenerlo.
Antes de seguir habría que considerar que es exactamente la Política Exterior y de
Seguridad Común (PESC). En primer lugar, la PESC no es una política comunitaria, es
decir diseñada desde la Unión Europea, sino que se dibuja a partir de los acuerdos
alcanzados entre los gobiernos de los 15 países que conforman la UE. Ni siquiera en la
propuesta de Constitución Europea realizada por la Convención diseñada a tal efecto, se
estipula que se convierta en una política comunitaria en estos momentos aunque sí en un
futuro.13 Por tanto y de momento, no obliga ni prohíbe a ningún país el tomar o no tomar
posturas que ellos no deseen. Así tenemos que al no ser común, la política exterior no
establece crisis irreparables dentro del proceso de construcción europea.
13
La propuesta de la Convención avanza en la formación de una política exterior común que incluye a la
Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD), la creación de una Agencia de Armamento, Investigación y
Capacidades Militares y el nombramiento de un ministro europeo de asuntos exteriores pero con funciones
limitadas. Pero aún se ceñirán a los acuerdos suscritos dentro de la OTAN.
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La política exterior común se ha convertido de un tiempo a esta parte en una
necesidad que se debe satisfacer. Pero nunca ha sido el spillover de la UE, la columna
central a partir de la cuál el Tratado de Roma desembocó en el Acta Única, el Tratado de
Maastricht, el Tratado de Ámsterdam y por último en el de Niza. Ese papel le ha
correspondido a la política económica que evolucionó desde un acuerdo mínimo sobre el
carbón y el acero a una integración económica casi completa, redondeada por la Unión
Monetaria y su joya de la corona: el Euro.
Aunque este proceso de construcción europea haya sido caricaturizado y
denominado despectivamente como la “Europa de los Mercaderes”, tenemos que se han
creado instituciones políticas como el Parlamento o judiciales como el Tribunal, que
escapan a este ámbito puramente económico y que han avanzado velozmente en la
defensa de los Derechos Humanos, Políticos y Sociales de los ciudadanos de la Unión.
Todo este acervo es producto de la integración económica, auténtico spillover de la Unión.
Además hay que tener en cuenta que ha sido difícil el conciliar las posturas de
quince países en el aspecto exterior, ya que cada uno tiene prioridades históricas: la
Commonwealth para el Reino Unido, el África subsahariana para Francia (en pugna
continua con la creciente influencia estadounidense), Iberoamérica para España, la
Europa Central para Alemania…por solamente mencionar los más relevantes. A partir de
2004, el problema aumentará ya que se sumarán diez países más y con problemas
propios (en especial la dificultad de que cedan soberanía política después de tenerla
perdida por cuarenta años) por lo que conciliar veinticinco ideas será aún más laborioso y
lento, pero también más seguro y firme.
Pero todas estas dificultades, como vemos no afectan de manera sustancial al
spillover económico ni a las concepciones políticas europeas. Un punto de común en
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Europa que puede ayudar al reforzamiento comunitario, dentro del aspecto político, es en
un primer momento, la historia común europea y en un segundo y más cercano, el
recuerdo de las dos guerras mundiales, o como las define Huntington, “las dos guerras
civiles occidentales”.14
Las relaciones entre las naciones europeas están marcadas por el intento de
unificación bajo un solo poder, cosa que no había ocurrido desde el imperio romano. Así,
Carlomagno, Carlos I de España, Richelieu, Bonaparte y Bismarck, entre otros, intentan la
concentración de todo el poder europeo en unas manos únicamente. Dos circunstancias
impiden que estas ambiciones: la política exterior inglesa como dotadora de equilibrio en
el continente hasta 1918 y la II Guerra Mundial. Pero la idea queda en el imaginario
europeo. Y es pues, esta historia común compartida y el espantoso trauma que supuso la
II Guerra Mundial quienes vuelven a animar la construcción de una identidad europea,
paso a paso; y no solamente esto, sino que han redefinido el papel del uso de la fuerza en
el continente. Europa es hoy por hoy, aún con las excepciones que se quieran mencionar,
una comunidad pacifista, sobre todo desde la ciudadanía. Un aumento en el gasto militar
en cualquiera de los Quince acarrearía grandes costes políticos, sobre todo en momentos
de crisis de servicios sociales básicos. Este punto es especialmente importante a la hora
de concebir Europa: un continente de raíces liberales y pacifista.
Otro aspecto estructural en el que se centra la estabilidad de la Unión es también
compatible (y ya mencionado) con Estados Unidos y se trata de la herencia liberal. En
“Poder y debilidad” Kagan lo menciona pero en seguida marca las diferencias entre las
tradiciones de la Ilustración y el Liberalismo que EEUU y Europa toman. En realidad, las
diferencias que Kagan propone no son tan radicales y bastante subsanables como ha
demostrado el último siglo. Además, su proposición de una tradición única para Europa
reafirmaría aún más la idea de un espíritu político común europeo.
14
Samuel P. Huntington. “El Choque de las civilizaciones”.
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¿Regionalismos convergentes o divergentes?
Incluso un país como el Reino Unido, centro de la polémica y considerado cabeza
de puente de EEUU en Europa, se plantea ya seriamente la entrada en la Zona Euro en
dos años. La integración económica ya casi total ha empujado al gobierno laborista de
Anthony Blair a poner a discusión en el mes de junio de 2003 la entrada del país en esta
área monetaria, aún sabiendo que lo iba a perder, como ha sucedido. La estrategia es
clara: aunque se pierda ahora, la sustitución de la libra esterlina por el euro ya está
encima de la mesa, algo impensable hace dos años.
La resistencia de los conservadores y de dos tercios de la población es aún
suficiente para impedir el cambio de moneda, pero los principales agentes económicos del
país ya han advertido de las consecuencias de no hacerlo: la falta de precios competitivos
de los productos ingleses en la Zona Euro puede hacer que la balanza comercial exterior
británica se debilite considerablemente frente a los países de la UEM.
Por tanto y revalidando la tesis de Kagan sobre la incertidumbre de los aliados
estadounidenses, el Reino Unido podría ser tampoco un aliado muy factible (aunque en
un plazo de tiempo mucho más alargado). Su mayor integración en las políticas
comunitarias revalorizaría aún más el poderío económico de la UE y matizaría esa
“incuestionable” hegemonía de EEUU en el mundo, reforzando el papel exterior de la UE.
Así, recapitulando, podemos observar que ambas crisis dentro de Occidente
responden más a un momento coyuntural que a un conflicto estructural. Los lazos entre
EEUU y la UE se fortalecerán (ya lo están haciendo) en cuanto el conflicto se solucione.
Ya podemos ver los objetivos comunes marcados desde el G8, el ligero acercamiento de
Estados Unidos a las tesis europeas en cuanto al proceso de paz en Palestina, el apoyo
de Francia a las ideas expuestas por Estados Unidos en la situación post conflicto en
Irak…es decir, que el alejamiento indiferente de ambas regiones pronosticado por Kagan
está muy lejos de cumplirse.
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La UE y el TLCAN: una perspectiva comparada
¿Regionalismos convergentes o divergentes?
Por tanto, tenemos que la existencia de una crisis dentro de la UE en materia de
política exterior no es aún lo suficientemente importante como para detener el proceso de
construcción europea. Ni siquiera lo es una disensión en aspectos económicos, como ocurre
con la Política Agraria Común (PAC), motivo de fricción durante décadas entre Francia y
Alemania. Más importante que la Guerra de Irak para la construcción europea es el paso
dado en el Reino Unido a favor del euro. Una eurozona que incluya a Inglaterra es el mejor
spillover en la actualidad para la identidad europea. Y estamos a punto de verlo.
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