Lectio Divina martes 25 de junio, décima segunda semana Tiempo Ordinario Ciclo –C- Génesis 13, 2. 5-18; Salmo 14; Mateo 7, 6. 12-14 PALABRA QUE DA VIDA -Reflexionemos- «Traten a los demás como ustedes quieren que ellos los traten» 1. Hagamos las LECTURAS Dijo Jesús a sus discípulos: “No den lo santo a los perros, ni les echen sus perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozarlos. Traten a los demás como quieren que ellos los traten; en esto consiste la ley y los profetas. Entren por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.” 2. MEDITEMOS la lectura a. ¿Qué dice el texto? El evangelio de hoy introduce un dicho que a primera vista resulta extraño: “No tiren las cosas santas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos”. En tiempos de Jesús, la palabra “perro” tiene dos significados: uno se refiere al animal semi-salvaje y callejero que no gozaba de aprecio; y otro se usa para señalar a los paganos o gentiles. Los cerdos eran animales impuros y por tanto rechazados. Las cosas santas y las perlas son lo más precioso; por tanto, la advertencia apunta a desarrollar para todo tiempo y lugar metodologías de evangelización que respondan a la realidad, la historia y la cultura de cada pueblo. El objetivo de Lucas es animar a la comunidad para que no pierda la fe en medio de las dificultades que comporta la misión. b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? Hay muchas puertas que poseen diversos tamaños, formas y accesibilidad. Hay puertas que llevan a la desmemoria, al olvido de nuestro origen primero, al olvido del hermano. Puertas de ostentosa apariencia, enormes, para que ingresen por ellas masas de individuos en marcha hacia su disolución, al falso dios del mercado y el dinero, hacia el cielo torpe de la comodidad y el desentendimiento de todo lo que no sea el ego. Puertas de acceso a suntuosos templos en donde se cumple con estricta puntillosidad un culto vacío de alma, una liturgia carente de corazón en donde sólo hay asistentes y no hermanos. Puertas que son de ingreso pero jamás de salida, puertas amplias para llegar a la falacia del éxito, a un dios inaccesible, a un cielo postrero a la muerte. Sin embargo, a pesar de todas estas puertas pomposas y anchas, hay otra puerta, estrecha y firme. Es la puerta de la cruz de Jesús de Nazareth, un Dios que ha querido acampar entre nosotros, en el campo yerto de nuestras miserias, un Dios que se hace hombre y hombre pobre y humilde. Por esa puerta estrecha se accede a la vida plena que es solidaridad, compasión, misericordia, socorro y justicia, es la puerta de los pobres, la puerta de los oprimidos, la puerta de los pequeños, la puerta de nuestro hermano y Señor. 3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón En el camino de la vida, la puerta ancha es siempre más atractiva, pero al mismo tiempo llena de tentaciones y espejismos. La puerta estrecha, a pesar de las dificultades, es más segura para vivir la experiencia de Dios. 4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? Clementísimo Señor Jesucristo, hazme entrar por la puerta de la salvación y en la vida de la gloria después de haber recorrido el camino estrecho de la justicia y haber entrado por la estrecha puerta de la penitencia. Enséñame a evitar las sugerencias de los engañadores y concédeme imitar la sencillez y la inocencia de los hombres espirituales. Concédeme cumplir la voluntad del Padre celestial y traducir en obras las palabras que escucho de ti, de suerte que, arraigado en ti, no haya tentación que me separe de ti. Amén. 5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? Motivación: Mucho más estrecha es la puerta de la Salvación, esa misma que es preciso atravesar para vivir plenos, asumiendo la cruz desde el amor y la esperanza, sabiendo que el dolor no es definitivo y que la muerte no tiene la última palabra. LAS DOS OSTRAS Dijo una ostra a otra, que estaba junto a ella: "Siento un gran dolor dentro de mí. Es algo pesado y redondo y me lastima". Y la otra le replicó con arrogancia: "¡Alabados sean los cielos y el mar! Yo no siento ningún dolor dentro de mí. Me siento bien e intacta por dentro y por fuera". En ese momento un cangrejo que pasaba por allí escuchó a las dos ostras conversando, y dijo a la que estaba sana por dentro y por fuera: "Sí, tú te sientes bien e intacta por dentro y por fuera, pero estás vacía. El dolor que soporta tu vecina es una perla de inigualable valor. Más bien deberías lamentarte. Así no crecerás ni serás de utilidad".