“Cuando en noviembre de 1998 el Gobierno de Aragón compró el Teatro Fleta de Zaragoza, el edificio parecía destinado a ser el buque insignia de la política cultural aragonesa. No ha sido así. Casi diez años después, la indecisión y la mala gestión han convertido el Fleta –o a lo que queda de él- en un náufrago a la deriva. Y suma y sigue, su futuro sigue sin estar claro” Heraldo de Aragón, enero de 2008 Con este titular parte mi interés por el Teatro Fleta, por su historia en un tiempo dorada, ahora abandonada y olvidada. Es para mi un honor tomar como reto el intento de una propuesta -aún a tiempo- de la rehabilitación de este proyecto, a sabiendas de las muchas dificultades con las que me voy a topar, pero con la certeza de que esta lucha es necesaria. No puedo cerrar los ojos, ni mucho menos el corazón, a este abandono cultural, arquitectónico e histórico que está teniendo lugar en mi ciudad natal, y que es tan sumamente necesario para el enriquecimiento de la misma. Como ex -bailarina, futura arquitecta, y zaragozana, abordo este problema con el único fin de intentar llegar a una solución adecuada, no sólo a las necesidades y requerimientos del programa, sino también al máximo respeto por la obra de Yarza. I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS El Teatro Fleta fue proyectado en el año 1.953 por José de Yarza García para un aforo de 1.750 espectadores, abriéndose al público el 24 de febrero de 1955. Tiene interés como teatro construido para un incipiente “capitalismo de servicios culturales” (teatro a “la americana”) frente a su comparación con los edificios de los teatros de los siglos XVIII y XIX, más ligados a la burguesía ilustrada (teatros a “la italiana”). Su tipología está caracterizada en gran medida por el protagonismo del anfiteatro, volado en este caso sobre el plano inclinado de la platea. El edificio constituye una de las primeras manifestaciones de la posguerra ligadas a la arquitectura internacional en Zaragoza. En su expresión formal, diseño de sus detalles, materiales y soluciones técnicas empleadas, se sitúa en un claro estilo racionalista con referencias nórdicas y centroeuropeas. Por su valor arquitectónico, es uno de los tres edificios de Zaragoza que se encuentran en el registro del DOCOMOMO IBÉRICO 1925-1965. II. DESCRIPCIÓN DEL EDIFICIO EN SU ESTADO ACTUAL El teatro Fleta es un edificio con sus estructuras básicas realizadas en hormigón armado. Son elementos singulares el anfiteatro en ménsula y los arcos atirantados que cubren la sala trapezoidal. La fachada principal del teatro mira a la Avenida César Augusto, lugar por donde históricamente se realizaba la entrada tanto de público como de material. Por su concepción se trata de un cerramiento abstracto, realizado en ladrillo a cara vista. Destacan la cristalera de la misma y la cerrajería de barandillas interiores de ingeniosa forma tridimensional. En su tratamiento interior, una de las peculiaridades más interesantes es la disposición de la sala y el escenario elevados sobre la rasante de la calle 4 metros, con el fin de conseguir una mayor amplitud para los accesos en planta baja. Desde el vestíbulo se produce una circulación ascendente hacia la sala a través de diferentes tramos de escaleras, que convergen en un mismo espacio ordenado en altura en dos niveles conectados visualmente, lugar donde históricamente se alojaban cafetería y aseos para público. III. PROGRAMA DE NECESIDADES El programa del nuevo equipamiento necesita aumentar considerablemente su superficie útil para poder acoger los nuevos usos a los que va a estar destinado, y precisamente en este hecho radica la principal dificultad del proyecto. ¿Hacia dónde debe crecer el edificio? Empezamos por analizar las dos variables de trabajo: el programa y el entorno. A nivel de programa éste se agrupa en dos grandes temas, el programa público; y el programa no público o “privado”, un espacio con un uso mucho más intensivo, y que por lo tanto merece de una especial atención. En cuanto al entorno, observamos su vocación de ejercer una unión con el centro de la ciudad, esto es, mediante el histórico pasaje que desemboca en la calle Azoque a la altura de la Plaza del Carmen, que tiene una clara continuidad de traza con la Calle Cádiz (calle peatonal, destinada al ocio y la restauración), y que finaliza en el céntrico Paseo de la Independencia. La potencialidad del contexto urbano existe precisamente en el Mercado Azoque, actualmente en desuso. El complejo ocupa la parte interior del patio hasta una cota de - 8 metros, cualidad que nos lleva a pensar en la relativa facilidad con que el teatro podría servirse de este espacio construido. Por aquí podríamos realizar la entrada de carga y descarga de decorados, y resolver a la vez el programa de talleres y almacenes de que tan urgentemente precisa el teatro. Las otras dos grandes carencias de este complejo operístico son un espacio de recepción o espera del público, y una serie de salas de ensayo que servirían tanto al teatro como a otras asociaciones culturales zaragozanas que llevan años demandándolas. Estas necesidades, en principio más complejas de resolver, tendrían salida si entendemos la manzana urbana como una unidad con vocación de acoger en su seno las dependencias del teatro Fleta, siempre presente y determinante en la misma. IV. INTERVENCIÓN QUE SE PROYECTA El proyecto parte de dos intenciones principales: consolidar la manzana actual; y generar una serie de espacios públicos necesarios para la ciudad en el enclave del casco histórico. De cara al público, el edificio funcionará del mismo modo en que lo hacía antiguamente, pues se reconstruirán los espacios catalogados de Yarza. Es decir, recuperar el gran vestíbulo del que arrancan las escaleras de acceso a la platea y anfiteatro, abriéndolo también al patio interior de manzana; así como la sala principal en sí, y los espacios de circulación y acceso a la misma. Sólo añadiremos dos nuevos usos: una sala polivalente, colocada en la planta sótano 2, a la que se accede directamente desde la cota de calle mediante la prolongación del sistema de escaleras diseñado por Yarza; y la cafetería, ubicada en el patio interior de manzana a cota de calle, y que constituye una pieza clave en el trayecto que se abrirá entre la Av. Cesaraugusto y la calle Azoque. Además, se actualizará la normativa de evacuación de incendios colocando dos nuevos núcleos de evacuación a ambos lados del escenario, y se corregirá a su vez el aislamiento y acondicionamiento acústico de la sala. En cuanto a las zonas no públicas, se rediseña el peine, que se amplía tanto en altura como en dimensión, adelantándose unos metros sobre el patio de butacas, y permitiendo así la dotación de unas plataformas escénicas para el cambio de decorados. Estas plataformas en el sótano se desdoblan en dos direcciones, sirviendo al mismo tiempo a la sala polivalente y conectando todo este sistema con el taller de carpintería y decorados, y a su vez, con la plataforma de carga y descarga que da a la calle Azoque. Las áreas de trabajo más independientes del espectáculo se sitúan en la pieza añadida, beneficiándose de la luz natural y el acceso directo desde el centro de la ciudad; mientras que almacenes, talleres y camerinos, buscan más la adherencia a los muros existentes en las plantas sótano. Los dos apéndices a norte y sur del solar se consolidan como núcleos verticales de comunicación, que acogen las escaleras de uso privado, ascensor, y núcleos de aseos en las plantas sucesivas, así como el paso de instalaciones las cuales se dotan de accesibilidad y una gran superficie útil. Por último, la planta baja se trabaja con especial atención potenciando los recorridos peatonales por el interior de la manzana. En ésta descubrimos el teatro abierto al patio interior, generando su atrio o foyer, a la vez que la cafetería y la sala de orquesta generan igualmente sus respectivos espacios de uso, enriqueciendo enormemente el uso público de este nuevo espacio en el interior de la manzana urbana. V. CONCLUSIÓN Podemos abordar cuestiones derivadas de la dialéctica entre el abandono y el rescate, pero ante todo debemos dar respuestas, actuar en pro a la continuidad de la arquitectura, y sobretodo, dar soluciones a problemas reales y urgentes como es el caso del Teatro Fleta. En este caso se apuesta por la diferenciación clara entre lo antiguo catalogado, y la ampliación, de concepto mucho más simple, estableciendo la búsqueda de un diálogo entre ambas. El diálogo se establece mediante las entradas de luz que siempre coinciden con espacios de circulación; y la relación visual entre los distintos espacios de espera o acceso a las distintas salas, condiciones comunes a la arquitectura de Yarza y a la propuesta, y que consiguen dotar al conjunto de la armonía que se buscaba.