Controla la televisión

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CONTROLA LA TELEVISIÓN
(Selecciones del Reader´s Digest: “El dia en que desconectamos la tele”)
Fue una gran experiencia inusitada y un gran descubrimiento.
Los POWER RANGERS fueron la gota de agua que colmó la
medida. Hace un par de años, cuando este programa estaba en
su momento de mayor popularidad, mis hijos gemelos, entonces
de seis años, no se perdían ni una sola aventura de los
protagonistas. Mi mujer y yo dejábamos verlas porque nos
parecían tan inofensivas, por fantasiosas como los viejos
episodios de Batman.
Hay que reconocer que al final de cada capítulo de su violento programa, los Power
Rangers dedicaban unos minutos a inculcar en los niños el espítitu pacifista y las
buenas cualidades que todo padre quisiera arraigar en sus hijos. Para ello les dirigían
mensajes como “No te des por vencido”, “El mundo tiene esperanza si todos hacemos
algo para mejorarlo”, y “No hay mayor logro que hacer de un enemigo un amigo”. Sin
embargo, lo que mis hijos en realidad aprendieron fue a darse puntapiés hasta que
uno de los dos terminaba llorando.
Incapaces de impedir con las advertencias y
amenazas de rigor que imitaran a sus héroes, los
castigamos guardándo la televisión en el sótano
durante una semana.
La primera reacción de los gemelos, al igual que la de su hermana menor, fue de
perplejidad; luego vino el arrepentimiento, seguido de dos días de súplicas y lloriqueos
para que los dejáramos ver algo ? lo que fuera- en la televisión.
Los primeros días los chicos anduvieron rondando en las inmediaciones de la escalera
del sótano, y a veces bajaban a contemplar el aparato, que habíamos desconectado y
cubierto por un trozo de tapete. Pero no sólo sufrían ellos y su hermanita: al
desaparecer la televisión, desapareció para toda la familia, pues era la única que
teníamos.
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Debo confesar que mi esposa y yo en ocasiones vemos algún programa o alquilamos
una película para verla cuando los niños están durmiendo. Sin ambargo, las ganas de
ver televisión pueden desvanecerse cuando hay que subir una escalera con el aparato
a cuestas.
De hecho, derrumbar la televisión ha sido un gran
acierto: hemos comprobado que la distancia hace
crecer el cariño, pero no el cariño por la tele, sino
por disfrutar de la vida sin ella. Tal vez no el primer
día, y quizá tampoco el segundo, pero al llegar el
tercero se da uno cuenta con asombro de que le
apetece leer un libro, conversar con sus seres queridos, llamar por teléfono a los
vecinos o salir a volar una cometa.
Sin la tele hemos vuelto a descubrir que nuestro jardín nos depara muchas
diversiones. Los chicos saltan felices en la cama elástica, y su hermana se entretiene
en la casita del árbol con sus muñecas o se sienta a
almolzar en el césped.
Cuando hace frío o llueve a cántaros, la niña se
queda dentro de la casa a dibujar, armar
rompecabezas o componer canciones, y los mellizos
se divierten con sus juegos de naipes y de mesa.
En cierta ocación improvisaron una obra de teatro.
Sin que nosotros les ayudáramo, escribieron el
guión, confeccionaron el vestuario, actuaron delante de nosotros y se inclinaron a
recibir los aplausos al final de la presentación. Fue una idea que no se les habria
ocurrido si hubieran estado viendo la tele.
La televisión se ha vuelto tan omnipresente, que muchas personas la encienden como
un acto reflejo al llegar a casa, como quien corre las cortinas, enciende las luces o
revisa la correspondencia.
Los estudios revelan que la gente se pasa buena parte
del día viendo la televisión, pero muchas personas
alegan que en realidad no la ven, sino que la tienen
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encendida únicamente como ruido de fondo. Semejante tontería equivale a la de dos
fumadores que dicen: “En realidad no me fumo tres cajetillas al día. Lo que hago es
dejar que los cigarrillos se consuman lentamente en el cenicero”. !Vaya!. Así no se
envenenan inhalando el humo, sino echándolo al aire y respirandolo después.
¿En qué momento ver la televisión deja de ser una costumbre y
se vuelve una
adicción? Hay una manera de averiguarlo: no la encienda durante una semana y vea
qué ocurre. Si no puede usted vivir sin sus programas predilectos, grábelos para
verlos en otra ocasión.
Ya verá que cuando la caja estupefaciente no esté pensando por usted, su cerebro
volverá a entrar en acción.
EJERCICIO
¿En qué aspectos tú estas de
¿Por qué?
acuerdo con el autor del artículo?
3
¿En qué aspectos tú no estas de
¿Por qué?
acuerdo con el autor del artículo?
Hasta ahora, ¿crees que haz utilizado con mucha sabiduría el televisor ?
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Señala algunos beneficios del televisor:
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Añade y señala algunas desventajas más del televisor:
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