UNIVERSIDAD DEL VALLE VICERRECTORÍA ACADÉMICA DIRECCIÓN DE AUTOEVALUACIÓN Y CALIDAD ACADÉMICA ESTRATEGIA RECREAR Y ACTUALIZAR LA POLÍTICA CURRICULAR SEMINARIO PERMANENTE SOBRE FORMACIÓN UNIVERSITARIA MEMORIAS TOMO I SANTIAGO DE CALI, FEBRERO DE 2016 1 SEMINARIO PERMANENTE SOBRE FORMACIÓN UNIVERSITARIA 1. SEMINARIO TEMÁTICO I 4 La formación básica en el contexto del Proyecto Formativo de Univalle 4 1.1 Apertura. Profesoras: Ana María Sanabria, Directora de Autoevaluación y Calidad Académica; Stella Valencia, Instituto de Educación y Pedagogía 5 1.2 Formación humanística o formación por competencias: Dilemas de la educación en el contexto actual. Profesor Julián Fernando Trujillo Amaya. Departamento de Filosofía, Facultad de Humanidades 2. SEMINARIO TEMÁTICO II 32 La lectura y escritura en la Universidad del Valle 2.1 Apertura. Profesoras: Ana María Sanabria, Directora de Autoevaluación y Calidad Académica; y Stella Valencia, Instituto de Educación y Pedagogía 2.2 Apropiación de la cultura escrita: Descubrir el disfrute en los textos. Experiencias del equipo de Universidad y Culturas. Profesores María Cristina Tenorio y Mauricio Valdés, Instituto de Psicología 2.3 Jóvenes universitarios, cultura escrita y tecnocultura. Análisis de los resultados arrojados por la encuesta en una investigación sobre lectura, escritura, conocimiento y tecnocultura en la Universidad. Profesores Alejandro Ulloa y Giovanna Carvajal Barrios. Escuela de Comunicación Social, Facultad de Artes Integradas 2.4 La lectura y la escritura como herramientas de aprendizaje en la formación universitaria, desde una perspectiva metacognitiva. Profesoras Gladys Stella López J. y Esperanza Arciniegas L., Escuela de Ciencias del Lenguaje, Facultad de Humanidades 32 33 46 105 2 2.5 Las prácticas de lectura y escritura académicas en la Universidad del Valle: Tendencias. Profesores Gloria Rincón y John Saúl Gil. Escuela de Ciencias del Lenguaje, Facultad de Humanidades 2.6 Sobre una política del español para la Universidad. Profesora Esperanza Arciniegas. Escuela de Ciencias del Lenguaje, Facultad de Humanidades 121 146 3 1. SEMINARIO TEMÁTICO I La formación básica en el contexto del Proyecto Formativo de Univalle 1.1. Apertura. Profesoras Ana María Sanabria, Directora de Autoevaluación y Calidad Académica; y Stella Valencia, Instituto de Educación y Pedagogía Bajo el enunciado “actualizar y recrear la experiencia”, el 24 de junio del año en curso realizamos el Foro El Sentido Formativo de la Universidad en el Mundo Contemporáneo; como lo dijimos en aquella ocasión, uno de los propósitos centrales era darle continuidad a una serie de estrategias y acciones que han venido adelantando conjuntamente la Vicerrectoría Académica, el Comité de Currículo y la Dirección de Autoevaluación y Calidad Académica de la Universidad. Por fortuna el evento se llevó a cabo tal como estaba previsto; todas las actividades académicas y lúdicas expresivas fueron acogidas por los asistentes, quienes nos honraron con su presencia durante la jornada de trabajo que se prolongó hasta más allá de las 7 de la noche. Consideramos que el balance fue positivo en la medida en que mostró que si es posible juntarnos a esta altura del semestre (24 de junio) para hablar de la formación, del sentido formativo de la universidad, desde otros lugares teóricos y prácticos; más aún, que si es posible juntarnos, en cualquier momento del año, para construir pensamiento desde la complejidad, diversidad y riqueza de su praxis. De modo que el evento mencionado y otros que emprendamos en esta misma dirección se inscriben en el marco de la estrategia general de actualización y recreación de la Política Curricular de la Universidad del Valle; razón por la cual, seguiremos intentando responder al triple desafío arrojado por la investigación sobre la Política Curricular en Univalle: 1. Procurar la unidad en la orientación de la formación universitaria reconociendo su expresión particular en la diversidad de saberes y enfoques que se profesan en la Universidad, 2. Preservar el principio de que la formación, para que lo sea, en sentido estricto, ha de estar acompañada de una estrategia de flexibilidad en todos los órdenes: curricular, académica, pedagógica y administrativa, y 3. Que desde la autonomía universitaria, comprometerse con un currículo por competencias en Univalle supone construir su sentido y significado desde el proyecto formativo y no al contrario. Obviamente, nada de lo anterior es posible a menos que la dirección universitaria, cualquiera que ella sea, ponga todo su empeño para avanzar en los propósitos mencionados; así que, más que un resultado de una investigación que se traduce en una expectativa importante para la academia, de lo que se trata es de convertirlo en una experiencia real; es decir, de hacer que 4 esta iniciativa tenga condiciones de posibilidad desde una política y una estrategia institucional orientada a favorecer la reflexión y la acción, individual y colectiva, alrededor del proyecto formativo de la universidad. Y no obstante desde afuera se siga tratando de desdibujar la naturaleza y el sentido de la universidad para sociedades como las nuestras, tan urgidas de su acompañamiento, nosotros seguiremos empeñados en privilegiar su sentido formativo, su misión educadora, desde lineamientos y acciones que siguen siendo pertinentes y, ante todo, consecuentes con una historia y una memoria institucional que ha revelado rasgos importantes y significativos de un pensamiento educativo y pedagógico propio. Un pensamiento y una acción que necesita recrearse a partir de la reflexión permanente sobre la formación y sobre las prácticas que tienen lugar en la docencia, la investigación, la extensión y en otras actividades inherentes a la vida universitaria. Recordemos que el debate que reiniciamos en junio nos dejó profundas inquietudes sobre la globalización y la sociedad del conocimiento, al preguntarnos por el sentido formativo de la universidad en el mundo contemporáneo; es decir, por su compromiso y responsabilidad con el ser humano, la sociedad y la ciencia. El debate en torno a estas inquietudes, sin lugar a dudas, a la vez que cualifica el quehacer universitario, nos permite avanzar autónoma y auténticamente en procesos de autoevaluación, reconocimiento y construcción de identidad, los cuales pueden ser aprovechados para atender compromisos relacionados con los procesos de acreditación de calidad y otras exigencias y necesidades como la formulación del próximo Plan de Desarrollo. De este modo es posible responder institucionalmente a las exigencias de la sociedad y del Estado, sin perder el horizonte; ese que podemos refigurar permanentemente desde nuestra autonomía; desde la libertad de enseñanza e investigación que caracteriza nuestro quehacer. Esperamos que los planteamientos y memorias del Foro de junio nos sirvan de punto de partida para este nuevo emprendimiento alrededor de la política curricular y del proyecto formativo de nuestra universidad. 1.2 Formación humanística, educación básica, artes liberales y comunidades científicas. Profesor Julián Fernando Trujillo, Universidad del Valle. El origen de las humanidades y la génesis histórica de la educación humanística. Históricamente podemos decir que las humanidades tienen su origen en el marco de la Grecia Antigua y su concepción de transmisión de cultura (Paideia). En principio el asombro que propicia el deseo de saber estaba referido únicamente a la naturaleza (Physis). El ser humano se 5 concebía a sí mismo como inmerso en la naturaleza misma y parte integrante de ella. La transformación radical que saca a los seres humanos de la inmediatez de la naturaleza y los coloca en el lugar de la pregunta antropológica ¿Qué es ser humano? constituye el origen de las humanidades como tarea del pensamiento y campo específico del saber. (Betancourt, 1982 Cfr. Trujillo, 2008). En Grecia encontramos formulada con claridad la problemática de la naturaleza humana, y desde entonces su praxis y los productos de su actuar se convirtieron en objeto de reflexión permanente. La historia de las Humanidades se remonta a esta tradición occidental y su primer intento de implementación configura la base de una educación amplia e integral para ciudadanos en el marco de la ciudad-Estado griega (Polis). Según Jaeger, fueron los sofistas y filósofos griegos-tal vez los primeros científicos y humanistas del mundo occidental-, quienes consolidaron un sistema formal de educación, con ciclos de conferencias, charlas, clases y lecciones, que no consistía solamente en una estructuración del conocimiento y el lenguaje, sino que apuntaban al desarrollo integral del ser humano como totalidad. La Academia de Platón, el Jardín de Epicuro, la Escuela de Retórica de Isócrates y el Liceo de Aristóteles fueron algunos de las instituciones educativas que ofrecieron una formación humana sistemática con base en modelos pedagógicos específicos y currículos con un ciclo básico de enseñanzas para jóvenes y adultos. La educación en la Grecia clásica “llega a comprender en si el conjunto de todas las exigencias ideales, corporales y espirituales que constituyen la kalokagathia en el sentido de una formación espiritual plenamente consciente” Durante la época romana el concepto de humanidades incluía la gramática, la retórica y la dialéctica (el trivium), que junto con aritmética, geometría, astronomía y música (el cuadrivium) constituían un programa educativo con base en ciclos de formación, cuya prolongación a través de las escuelas medievales pasa a servir de base curricular a las Universidades en los Siglo XII y XIII. Se trataba de una serie de caminos o sendas que deben seguirse para obtener una formación universitaria básica o baccalaureum (BACHILLER). Aunque esto tiene sus antecedentes en el diálogo La República de Platón, puesto que se creía que se debía iniciar con la gimnasia y la música, para después, a través de las matemáticas, llegar al orden superior de la Filosofía y la Teología, fue desarrollándose hasta constituir todo un sistema educativo. La máxima latina Gram. loquitur, dia vera docet, Rhet. verba colorat resumíalos contenidos y enseñanzas del trívium "tres vías o caminos" (Jeager, 1978:263). 1. Gramática, la ciencia del uso correcto de la lengua, ayuda a hablar apropiadamente; 2. Dialéctica, comprende el arte de discutir y la ciencia del pensamiento correcto que luego se llamó lógica, ayuda a buscar la verdad; 6 3. Retórica, el arte de persuadir y argumentar mediante el discurso, enseña a comunicarnos bellamente. El quadrivium ("cuatro caminos"), agrupó las disciplinas científicas relacionadas con las matemáticas. La máxima que lo sintetizaba era Ar. numerat, Geo ponderat, As. colit astra Mus. canit: (Blanshard, 1973; Blaich, Bost, Chan y Lynch, 2004; Da Costa, 2006). 1. La aritmética, enseña a hacer números; 2. La geometría, enseña a calcular; 3. La astronomía, enseña a cultivar el estudio de los astros; 4. La música, enseña a producir notas o sonidos perfectos. Estas áreas formaron la mayoría de la educación medieval, con un énfasis propedéutico y en la formación del carácter. Mientras para los griegos la “Paideia” tenía más el sentido de formación del ciudadano, en Roma, con Cicerón, es cuando aparece por primera vez el término “humanitas” para hacer referencia a un ideal de ser humano, es decir, a una concepción de hombre y mujer cuya búsqueda es posible mediante un proceso de formación que implica método y prácticas específicas en el marco de disciplinas de estudio claramente definidas. Para Cicerón, la educación debía basarse en las artes que nos hacen humanos. Las disciplinas humanizadoras son, desde esta perspectiva romana, la gramática, la retórica, el derecho, la legislación, la historia, la religión y la astronomía. Posteriormente, las sociedades y escuelas medievales desarrollaron un proyecto humanístico estudiando la dimensión sagrada o trascendental del hombre a partir del cristianismo, cuyas doctrinas lograron consolidarse como un modelo “único” de cultivo de las virtudes morales e intelectuales en la época. Ya en las universidades de la edad media no se plantea el lugar de las humanidades en su actividad académica puesto que la enseñanza toda la constituyen lo que hoy denominamos “carreras humanísticas”: Teología, Derecho y Artes; el mundo universitario medieval definió básicamente dos horizontes epistémicos básicos: el teológico y el jurídico, con las artes como basamento. (Gómez, 1998). Los humanistas del renacimiento retomaron la tradición grecorromana clásica y a partir de ella diseñaron los ideales del mundo moderno con base en los llamados Estudios Clásicos. La “humanitas” era un modo de ser, una forma de comportarse y una concepción de la naturaleza humana. La humanitas hace referencia, desde entonces, al desarrollo de las virtudes humanas, en todas sus diferentes formas, hasta su máxima expresión. Los “studia humanitates” del renacimiento, a saber, la historia, la gramática, la poesía y la filosofía moral, constituían el proyecto de una educación liberal y literaria que va a dar origen a la figura del humanista y 7 luego a las llamadas artes liberales. Es también durante el Renacimiento que las humanidades empezaron a ser consideradas como tema a ser estudiado antes que practicado, con un cambio correspondiente en los campos tradicionales y en áreas tales como la literatura y la historia, que pasaron a convertirse en ámbitos especializados para una élite de eruditos. (Ibídem). En el siglo XX se procuró redefinir las humanidades como algo más igualitario y conveniente para una sociedad democrática. La pregunta central fue entonces ¿Cómo pueden ser útiles las Humanidades? Esta cuestión llevó a la elaboración de sistemas importantes, políticos y religiosos, a proyectos de cambio social e histórico, especialmente en las artes y las ciencias sociales. Con todo, la ciencia a través de la tecnología le impone al pensamiento moderno la exigencia utilitarista o de aplicación práctica que conduce a un menosprecio de las humanidades. El pensamiento humanista a veces no conduce a nada, creando sólo sus propios círculos interminables de críticos y pensadores que pueden discutir para siempre sin llegar a ninguna conclusión o aplicación práctica. Adicionalmente la mayor parte de las personas en cualquiera de las humanidades se sienten cómodas hablando acerca de las otras disciplinas en un movimiento interdisciplinario y transdisciplinario que preocupa a las comunidades científicas más rígidas y ortodoxas. Las humanidades no son sólo teorías o doctrinas, sino un diálogo vivo e inacabado sobre el siempre abierto proyecto de construcción del ser humano a través de todas las formas simbólicas y los diferentes modos de comprensión que posibilitan los diferentes campos del saber. Muchos científicos como (Kuhn, 2005; Popper, 1997; Schrödinger, 1996; Einstein, 2007) consideraron que, a fin de cuentas, todas las ciencias son productos humanos y, por tanto, motivos de reflexión humanística, objeto de estudio para entender al ser humano, ámbito de cuestiones humanísticas. Las ciencias, las artes y las humanidades dependen las unas de las otras y todas ellas manifiestan las diferentes formas de comprensión humana. Para los griegos no es posible diferenciar entre filósofos y científicos, entre humanistas y científicos. Fue en la modernidad donde se convirtió a las ciencias exactas y a las empíricas en el ideal epistémico; este acontecimiento irradiará en la historia contemporánea de las humanidades en una forma peculiar de adaptación de las disciplinas clásicas a las exigencias estructurales de las nuevas maneras de conocer. Sobre el modelo científico-cultural de las llamadas ciencias empíricas (biología, economía y filología) nacen, según M. Foucault, en el siglo XIX, las ciencias humanas. Las consecuencias de esta reorganización, de las humanidades bajo el modelo de una racionalidad científica, se hacen sentir con enorme fuerza aún en nuestros días. Las ciencias humanas aparecen como consecuencia de la redelimitación positiva que del ser humano hacen las ciencias empíricas como un ser que vive, trabaja y habla. Con 8 base en lo anterior, las ciencias humanas quedan definidas así: la psicología, la sociología y el análisis de la literatura y los mitos, en el nivel de las representaciones conscientes; y el psicoanálisis, la etnología y la lingüística en el nivel de los sistemas inconscientes. Lo que tienen en común unas y otras es el proyecto de una racionalización de las humanidades en términos de ciencia estricta en el sentido positivista del término. A lo largo del Siglo XX las humanidades se han transformado o mimetizado o bajo la forma de ciencias humanas y ciencias sociales. Entre ellas más que cercanía epistemológica, hay profundas diferencias; podría decirse que forman un engranaje de universos distantes entre ellos y similares tan sólo en sus devenires culturales, particularmente en sus usos académicos y, no pocas veces, de regulación social. Historia, filosofía, arte, psicología, sociología, lingüística, antropología, ciencias de la educación y ciencias religiosas, son algunas de las ciencias humanas y sociales reconocidas como humanidades en el Siglo XXI. De este recorrido histórico de las humanidades se deriva que la tarea ineludible de las humanidades es proporcionar los escenarios y contextos que requiere la realización del hombre y de la mujer y el desarrollo de sus capacidades. El desafío de las humanidades consiste en proponer un programa o un conjunto de estrategias que garanticen la propagación e incorporación de un sistema autorreflexivo de construcción y orientación de sí mismo hacia determinados valores que se suponen dignos de alcanzar por todo ser humano y que permiten alcanzar el pleno desarrollo de las potencialidades humanas. Al lado de la comprensión, la sensibilidad y la acción prudente, los humanistas han tomado históricamente en sus manos la tarea de conducir el hombre hacia ideales como la paz, la compasión, la benevolencia, la fortaleza, la elocuencia, el honor, la civilidad, la convivencia, el amor por la sabiduría, el respeto y la cooperación. El poseedor de la humanitas era un hombre íntegro y completo, que lograba un balance entre la acción y la contemplación. La acción sin propósito era considerada inhumana, la contemplación teórica sin la acción era rechazada como estéril e imperfecta. El hombre y la mujer se realizan completamente en el seno de la vida activa, socialmente organizada; sólo se logra un desarrollo pleno de la humanidad en el encuentro con los otros seres humanos en el marco de una comunidad. De aquí que la finalidad de la formación del ser humano culto fuera, para los humanistas, eminentemente política. Se guía al adulto y se educa a los jóvenes para el dominio y cuidado de sí, la autonomía y la autarquía del individuo, pero también para la convivencia y la organización social. El hombre es un proyecto de humanidad que se realiza en el seno de la comunidad y de cara a los valores que la posibilitan. 9 Las humanidades comprenden por ello una serie de conocimientos y enseñanzas sacadas de las obras poéticas, retóricas, históricas, psicológicas, filosóficas, jurídicas, pedagógicas y artísticas que se consideraban necesarias para lograr el alcance de los ideales y virtudes que nos hacen propiamente humanos. Cuando hablamos de humanidades, nos referimos entonces a las disciplinas que estudian cualquier actividad o producto humano desde esta perspectiva. Algunas de ellas inician su emancipación o se consolidan como disciplinas científicas al instaurarse como ciencias humanas con métodos y objetos de estudio específicos a partir de discusiones filosóficas. De aquí que se hable de la filosofía como madre de todas las ciencias y disciplina humanística por excelencia. Michel Foucault definió las prácticas intelectuales, científicas y políticas como "discursos" a fin de negar su estatus meramente empírico, inductivo. De esta manera propone que las actividades prácticas son producto de procesos históricos y están configuradas por ideas metafísicas que definen una época entera. Sin embargo, para Foucault, la pregunta por el lugar de estas disciplinas en el contexto del conocimiento en general y las bases epistemológicas de las llamadas ciencias humanas, configuran una problemática aún no resuelta. Con el dominio de las ciencias empíricas y el imperio de los modelos extrapolados desde la física, la biología, la economía y las ciencias del lenguaje, las humanidades se desdibujan y experimentan una suerte de enajenación, pérdida de valor y falta de identidad. Las humanidades aparecen “a la vez como peligrosas y en peligro”. Peligrosas puesto que recuerdan a todos los demás saberes que, en últimas, son productos y actividades humanas y, por tanto, falibles, contingentes y sujetas a cambio y reorientación; en peligro, porque todos los demás campos del saber intentan, por todos los medios, aniquilar sus alcances o desvirtuar su importancia. La deshumanización de las ciencias y los comportamientos en nuestras sociedades contemporáneas hace cada vez más necesario y urgente encontrar los ideales y valores, nuevos o heredados de la tradición clásica o moderna, que permitan la realización plena de lo humano en la vida individual y colectiva. No hay humanidades sin una concepción clara de lo humano, la sociedad y la cultura en la que la existencia del hombre y de la mujer se sitúa y cobra sentido. En este orden de ideas, cuando se habla de humanismo nos inclinamos a considerar diversas dimensiones de reflexión indisolublemente ligadas: el concepto de hombre y mujer, sus valores y su comportamiento individual y colectivo; las relaciones históricas y socio culturales que determinan su existencia; la relación lenguaje-pensamiento-realidad; la relación y complementariedad entre cienciatecnología–sociedad, la responsabilidad y el compromiso ético–político; todo ello en el marco de una permanente interpretación crítica de las ciencias, las artes y las tecnologías, como 10 cuatro dimensiones culturales y humanas. En síntesis, las humanidades comprenden al ser humano, sus entornos y sus interacciones. La herencia de las artes liberales señalan un horizonte para el ser humano en donde la adquisición del lenguaje (gramática), el uso de la razón (dialéctica), la capacidad de comunicarnos (retórica), la habilidad para calcular, operar con números y utilizar símbolos matemáticos (aritmética, geometría), el conocimiento del universo (astronomía) y el desarrollo de las habilidades para el canto y la sensibilidad estética (música, danza, artes visuales), configuran el ideal de ser humano formado integralmente. Por supuesto, esta concepción debe ser aterrizada en currículos divergentes que respondan a las necesidades actuales y los avances tecno-científicos y pedagógicos, pero, fundamentalmente, trazan el derrotero de la formación básica y los estudios generales. Actualmente se habla también de competencias básicas y se entienden como actuaciones integrales para identificar, interpretar, argumentar y resolver problemas del contexto con idoneidad y ética, integrando el saber ser, el saber hacer y el saber aprender. (Tobón, Pimienta, y García Fraile, 2010).La llamada formación por competencias introduce mediante las competencias básicas o genéricas, una concepción de ser humano susceptible de desarrollar unas potencialidades y ejercer unas capacidades que le son inherentes en tanto ser humano independientemente de su campo de acción o su preferencia profesional. Estas competencias nos capacitan para interactuar con el entorno social y resolver problemas vitales. La competencia hace referencia al conjunto de capacidades que se consiguen mediante el agenciamiento y articulación de conocimientos, habilidades, actitudes, valores, motivaciones y destrezas, ligados a ciertas disposiciones para ser, actuar, aprender y saber. Hay quienes encuentran en las competencias un renacimiento de la formación humanística en tanto formación básica general e integral del ser humano, pero otros consideran que la noción de competencias obedece a una concepción pragmatista del conocimiento en el marco de un mundo altamente especializado que privilegia lo técnico (Trujillo, 2009). Sea como fuere, competencias básicas como la comunicativa, que implica los procesos de lectoescritura, el aprendizaje de los idiomas y la habilidad para participar de los diversos juegos de lenguaje, recuerdan el trívium. La competencia matemática (Aritmética, Geometría, Algebra, Lógica) y el conocimiento e interacción con el mundo real, que presupone los saberes aportados por las ciencias empíricas (Física, Química, Biología) y las Ciencias Sociales (Psicología, Antropología, Sociología, Geografía, Lingüística e Historia), evocan el quadrivium. Hay también otras competencias básicas como la social o ciudadana, que implica una formación política y un compromiso con la emancipación, donde la filosofía práctica y la llamada Ciencia Política pueden aportar mucho; o la competencia cultural y artística, también llamada creativa o 11 estética, en donde la música, la escultura, la pintura, el teatro, la literatura, la danza y la arquitectura tienen mucho que enseñar. A todo lo anterior debemos sumar la competencia en el procesamiento de la información y la alfabetización digital, aspecto completamente nuevo que las universidades medievales no lograron incorporar en su curriculum de estudios generales pero que nosotros ahora estamos obligados a reconocer, fortalecer y optimizar. No es posible, quizá, alcanzar una definición generalmente aceptada de las humanidades, pero si es posible señalar algunos rasgos que las humanidades parece presentar a través de la Historia en Occidente y que bien pueden permitirnos redefinir el horizonte de posibilidades para las humanidades en el nuevo siglo: Respeto a la tradición, pero no sometimiento a los paradigmas tradicionales: No somos los primeros ni seremos los últimos en formularnos lo humano como problema. Griegos, romanos, medievales, renacentistas y modernos tienen mucho que decirnos sobre el hombre y la mujer y su realización plena. Pensamiento crítico, pero no duda escéptica: Nadie puede definir y establecer concluyentemente nada en el terreno de lo humano, el hombre y la mujer son proyectos inacabados y sujetos a transformaciones, falibles, sometidos al azar y la contingencia de su propia voluntad. Dignidad y responsabilidad del hombre y la mujer: Aunque hoy resulta insostenible la idea del hombre o mujer como “un ser o criatura superior”, sigue siendo clave reconocer el lugar del hombre y la mujer en el contexto de la naturaleza y su gran responsabilidad en los cambios y desarrollos del mundo. Racionalidad práctica: Las grandes cuestiones no esperan a ser resueltas completamente, es necesario trabajar, desde el presente, sobre la base de consensos y con soluciones tentativas frente a las necesidades y tareas más urgentes de la vida humana. Sensibilidad e imaginación: las artes y la creatividad requieren de la imaginación, la anticipación y la recursividad humana que no se restringe al terreno de la racionalidad instrumental y el enfoque de las ciencias. Espiritualidad: Más allá de la materialidad y facticidad de nuestra condición humana se encuentra el sentido ecológico de trascendencia, el valor de la utopía y el papel fundamental de los grandes conceptos e ilusiones que impulsan a ir más allá de lo que nos ofrece la realidad inmediata y la experiencia. Formación integral: La complementariedad y la integralidad de los saberes en un proyecto de ser humano que posibilite su realización y trascendencia histórica, obliga a una multidisciplinariedad e interdisciplinariedad activa con propósitos y valores claros. 12 Alfabetización y brecha digital: Reducir la brecha cultural que produce el analfabetismo digital, ofrecer herramientas para la apropiación y el uso adecuado de las TIC, son una tarea insoslayable. (Trujillo, 2006). La formación humanística y la formación integral La educación humanística en nuestras sociedades actuales aparece como un asunto irrelevante. Su impertinencia radica sobre todo en que no encaja dentro de la concepción de mercado, no obedece a la racionalidad costo-beneficio y su valor no depende de la rentabilidad capitalista. Según la filósofa Martha Nussbaum, (2010) una sociedad democrática y dinámica debe cuidar el avance tecnológico y la investigación científica para encaminarse con éxito hacia las múltiples formas de adquisición de riqueza. Perola consecución de este objetivo no significa descuidar la educación humana de sus ciudadanos. Las humanidades constituyen el humusdel pensamiento. La filosofía, la historia, la literatura y las artes en general son disciplinas que en apariencia no sirven para nada y, sin embargo, fundamentan una vida buena y plena de sentido. Las humanidades propenden por una educación revolucionaria encaminada hacia la instrucción integral de los niños con el objeto de convertirlos en personas pensantes y con sentimientos morales. La educación humanística constituye la base de la democracia. Es necesario aprender desde pequeños a pensar con independencia y, sobre todo, hay que ejercitarse en conjeturar y plantear con rigor lógico los problemas para hallar soluciones, en una disposición hacia la crítica intersubjetiva y la búsqueda de una verdad consensualmente reconocible y perceptivamente corroborable. En una sociedad pluralista y multicultural es fundamental formar individuos con capacidad de razonamiento crítico, a fin de que no se sometan a directrices irracionales de un gobierno injusto, como cuando un Estado ordena repudiar y hasta exterminar a miembros de otra clase social, etnia o religión. Para Nussbaum resulta preocupante la tendencia generalizada de las sociedades avanzadas de cifrar sus índices de crecimiento en las ganancias materiales mientras eluden las bases humanas y humanitarias que constituyen una vigorosa educación democrática. Un Estado verdaderamente democrático es como una familia amante de la cultura; unidos habrán de educar en independencia, imaginación y sensibilidad humana a sus miembros. Nussbaum piensa que estamos en medio de una profunda crisis de la educación, una crisis de alcance global y que no se debe confundir con la crisis económica que se hace evidente desde el año 2008. La educación muestra una tendencia hacia el individualismo, la especialización y la deshumanización. Hoy prima la idea de una educación rentable, capaz de dotar al estudiante de habilidades técnicas, una educación atenta y solícita frente a las demandas del mercado global. 13 Con esa visión mercantilista del mundo de la vida y sin estimular el estudio de las humanidades, las sociedades perderán su pensamiento crítico y la capacidad para comprender la injusticia. Por esto Nussbaum nos alerta sobre lo peligroso que resulta arrinconar por inútiles las Humanidades, Literatura, Filosofía, Arte, Historia, Teología..., esta tendencia entraña un peligro para la sociedad libre y democrática. La falta de aprecio por las humanidades conduce a proponer aprendizajes más directamente vinculados con las actividades útiles o económicamente provechosas y olvidar la importancia existencial de las artes liberales. La distinción entre artes liberales, aquellas que sirven al hombre libre para encontrar la ciencia y el conocimiento per se, y artes mecánicas y serviles, aquellas que sirven al hombre para ganar su sustento y que tienen una finalidad puramente económica, proviene de la Antigüedad, aparece ya en el programa educativo de la Academia platónica y el Liceo aristotélico, la encontramos también en Cicerón y Quintiliano, aunque está expresada muy claramente en Varrón. (Simploké, 2011). El concepto de arte liberal, heredado de la antigüedad clásica, hace referencia a su cultivo por "hombres libres" en oposición a las "artes serviles". El término artes liberales designaba los estudios que tenían como propósito ofrecer conocimientos generales y destrezas intelectuales, antes que destrezas profesionales u ocupacionales especializadas llamadas Artes Manuales, o Artes Menores. El término fue empleado sobre todo en la escolástica medieval para designar a las diferentes ramas del conocimiento que fueron enseñadas en las escuelas primero y que pasaron luego a través de Triviumy el Quadriviuma la Universidad medieval, hasta llegar al mundo moderno. En el siglo XVIII los enciclopedistas introdujeron una nueva categoría de artes que se sumaba a las artes liberales y a las mecánicas: las artes científicas. Al llegar a esta concepción las artes liberales ya habían sido identificadas con las bellas artes (arquitectura, escultura, pintura).Posteriormente, esta distinción entre triviumy quadrivium, entre humanidades y ciencias, siguió ejerciendo mucha influencia. Tanto, que se pueden rastrear en ella las semillas positivistas que postulan la distinción entre dos culturas, una de las ciencias y otra de las letras, dicotomía obsoleta que todavía hoy manejan muchos científicos, filósofos, pedagogos y profesores universitarios. Ideas y concepciones obsoletas y excluyentes de las humanidades han conducido a un menosprecio de la formación humanística. Filósofas como Hanna Arendt (De Asís César, 2007) y Martha Nussbaum coinciden en denunciar el declive de las humanidades en nuestra sociedad y, en particular, en el ámbito universitario. Martha Nussbaum nos recuerda que "cultivar la capacidad de reflexión y pensamiento crítico es fundamental para mantener a la democracia 14 viva y en estado de alerta", (Nussbaum, 2010: 29) la comprensión de la historia del mundo y cultivo de nuestra capacidad imaginativa son un aporte de las humanidades. Estas no sólo son necesarias porque brindan un saber sobre las inquietudes y logros del género humano a lo largo de su historia, sino también como herramientas cuyo dominio nos asegura la forja de un buen juicio basado en criterios razonables, complemento fundamental del cálculo racional. La muestra de que estamos fallando en la formación humana se evidencia en que nuestros jóvenes y niños se entreguen a la violencia, las adicciones, el suicidio y muchos otros mecanismos de evasión, como si con su conducta quisieran decirnos que “un mundo en el que la ganancia y lucro son los únicos objetivos es un mundo que no merece la pena vivir en él”. La devaluación social de la formación humanística se da en diversos países. Esto se explica también debido la concepción capitalista que genera una mercantilización de la vida humana y una supravaloración de la ciencia y la tecnología modernas cuyo desarrollo ha derivado en una jerarquía epistémica en la que la tecnología y la innovación son puestas por encima de la tradición humanística y la formación del carácter. El actual clima económico de crisis profunda contribuye a la depreciación e infra-valoración de la formación humanística: "Concebidas como ornamentos inútiles por quienes definen las políticas estatales en un momento en el que las naciones deben eliminar todo lo que no tenga ninguna utilidad para ser competitivas en el mercado global, estas carreras y materias pierden terreno a gran velocidad tanto en los programas curriculares como en la mente y el corazón de padres e hijos" (Ibídem, 20). Uno de los argumentos que sustentan la idea de hacer programas universitarios aplicados y profesionalmente orientados es que los estudiantes necesitan herramientas prácticas para hacerse valer en un entorno cada vez más competitivo. En este argumento, la educación en Humanidades es un tema del pasado ¿Qué hacer contra la evidencia de que las compañías buscan cada vez más profesionales específicamente preparados, especialistas o tecnólogos, o contra la idea de que la educación es una inversión muy onerosa? ¿Cómo formar seres humanos cuando se nos exige educar para las demandas del mercado y las necesidades de las empresas? Los estudiantes debieran tener una educación general y una particular. Una preparación humanística y una sólida capacitación en áreas específicas. Hay materias que los preparan para ser ciudadanos y para la vida, y otras materias que los preparan para su carrera o profesión. Nussbaum cree que con un programa de cuatro años ambos propósitos pueden ser cumplidos, pero el problema viene cuando se imponen los programas académicos de tres años o se exige productividad y rentabilidad en el corto plazo. China y Singapur, por ejemplo, dos países conocidos por estar enfocados en la educación orientada hacia los negocios, han reestructurado la educación escolar pero poniendo más humanidades para promover la 15 innovación. En el mundo anglosajón, las universidades que ocupan el ranking de las 50 mejores proveen a su juventud de un ciclo básico o propedéutico, el College donde el estudiante de secundaria es recibido, preparado e iniciado para la vida en una comunidad universitaria. Después de un año de formación, un estudiante ha logrado claridad sobre su preferencia profesional, ha desarrollado habilidades para asumir los retos de una formación universitaria y tiene claridad sobre las capacidades que requiere para ser un ciudadano y un ser humano integral. Un ciclo de fundamentación humanística constituye un antídoto contra la violencia, la intolerancia y el dogmatismo, eternos enemigos de la democracia y la vida pacífica. Perder las humanidades significa, según Nussbaum, devaluar la democracia, exponer a las nuevas generaciones a los riesgos de caer en un pensamiento único perfectamente capaz de hacer resucitar las peores pesadillas totalitarias. Si bien la lucha no está del todo perdida todo apunta a que efectivamente la capacidad crítica de nuestros alumnos es cada vez menor. Una formación humanística permite recuperar algunos de los valores pedagógicos que han permitido conseguir las cuotas de libertad y de igualdad de las que ahora gozamos. Olvidar las humanidades significa olvidarnos de lo que somos como humanos y ya hemos visto qué terribles consecuencias puede conllevar este hecho: "Se están produciendo cambios drásticos en aquello que las sociedades democráticas enseñan a sus jóvenes. Sedientos de dinero, los estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando sin advertirlo ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva la democracia" (Ibídem). Nussbaum se muestra temerosa de que aparezcan "generaciones enteras de máquinas utilitarias, en lugar de ciudadanos cabales capaces de pensar por sí mismos" (Ibídem). La erradicación de las asignaturas relacionadas con las Artes y las Humanidades vistas como ornamentos inútiles cuando de lo que se trata es de maximizar a toda costa el rendimiento económico, o la falta de inversión en investigación humanística y artística es inversamente proporcional a la violencia, la pobreza y la miseria espiritual. En este sentido Nussbaum afirma que hay dos clases de educación: la educación para el crecimiento económico, una educación para la renta, y la educación para el desarrollo humano, una educación para la democracia. En el fondo de esta división habita una idea que viene ganado fuerza desde hace mucho tiempo en nuestra sociedad capitalista: la substitución de la racionalidad integral por la racionalidad instrumental, se trata de una transvaloración que reemplaza la formación por la instrucción, la educación por la reproducción. Las humanidades responderían a una clase de racionalidad que no se mide por su rentabilidad en términos económicos, sino por su "capacidad de desarrollar un pensamiento crítico; la capacidad de trascender las lealtades nacionales y de afrontar los problemas internacionales 16 como "ciudadanos del mundo"; y por último, la capacidad de imaginar con compasión las dificultades del prójimo" (Ibídem: 26 Cfr. Nussbaum, 2005). Las humanidades en este sentido apelan, como la misma palabra indica, a la humanitas, un concepto que puede remontarse hasta Sócrates, quien enseñó que la libertad de expresión, la discusión crítica y el pensamiento filosófico no son una disciplina o un campo de saber sino una forma de vida que nos concierne a todos los seres humanos libres, razonables y autónomos. La tesis de Nussbaum es que los partidarios de la educación como crecimiento económico tienen miedo de las humanidades pues éstas promueven el cultivo y desarrollo de un tipo de comprensión, la comprensión crítica y reflexiva, que no puede pasar por alto las desigualdades y las diferencias, fenómenos que chocan frontalmente con la tendencia homogeneizadora del mercado y su racionalidad instrumental. La vida, la salud, la integridad, la libertad política, la participación, la dignidad inalienable, son todos ellos aspectos de la educación humanista, una educación que apuesta por forjar ciudadanos informados, capaces de pensar más allá del consumismo y del status quo. La educación humanística implica también una formación integral. La educación integral, en relación con la formación humanística, puede ser entendida en tres sentidos: 1. Como pleno desarrollo de todas las potencialidades del educando; 2. Como integración del trabajo intelectual y el trabajo manual, y 3. Como una formación interdisciplinaria con énfasis en el ser humano, sus entornos e interacciones. En el sentido 1. Se ha pronunciado la tradición humanista desde Grecia Antigua hasta el mundo moderno cuando defiende la necesidad de crear las condiciones necesarias y suficientes que permiten que toda la riqueza interior de los seres humanos alcancen su plenitud y se expresen en la construcción de un carácter virtuoso. En el sentido 2. Significa la vinculación y complementariedad entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, tanto porque así lo exige un desarrollo armónico de todas las facultades humanas, tanto porque es una manera eficaz de suprimir la diferencia entre teoría y práctica, reconfigurar la jerarquía epistémica entre saberes útiles o aplicados y saberes especulativos e inútiles. En el sentido 3. Se subsumen los dos sentidos anteriores en el debate actual. Aunque el valor de la formación integral puede ser interpretado también como el esfuerzo por crear las condiciones para el desarrollo de la interdisciplinariedad y la transdiciplinariedad. Humanidades, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad. Conviene entonces aclarar en este punto la distinción entre la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad, como posibles perspectivas metodológicas que facilitan la sinergia e intercomunicación para trabajar alrededor de problemas concretos de la realidad humana, social y cultural. Para Georges Gusdorf (1983): 17 La primera implica, en efecto, el encuentro y la cooperación entre dos o más disciplinas, aportando cada una de ellas (en el plano de la teoría o de la investigación empírica) sus propios esquemas conceptuales, su forma de definir los problemas y sus métodos de investigación. La segunda, o transdisciplinariedad, por el contrario, implica que el contacto y la cooperación entre las diversas disciplinas tienen lugar, sobre todo, cuando estas disciplinas han terminado de adoptar un mismo método de investigación, para hablar de forma más general, el mismo paradigma. (p11). La interdisciplinariedad constituye un factor clave en el desarrollo del conocimiento. Por un lado, responde a una ambición de la especie humana por establecer un modo orgánico y exhaustivo de representación de todos los saberes, una taxonomía que ordene y clasifique asignando un lugar específico a cada disciplina, indicando con claridad las relaciones entre ellas (Ibídem: 12). Esta ambición estuvo presente en la forma de concebir la universidad en la Edad Media, en el proyecto enciclopedista de los siglos XVII y XVIII, en Augusto Comte y recientemente, entre nosotros, en la propuesta del profesor Carlos Eduardo Vasco (1990). Por otro lado, las disciplinas se ven enfrentadas permanentemente con problemas que requieren la cooperación de otras disciplinas. Este tipo de cooperación entre las ciencias naturales y las ciencias sociales y las humanidades conduce, a veces, a la elaboración de nuevas matrices disciplinares con una perspectiva multidisciplinaria (Nicolaevitch, 1983). El reto de una Facultad de Humanidades consiste en responder a estas necesidades de orden científico, investigativo, humanístico e intelectual, con la creación de espacios y estructuras institucionales que favorecen la cooperación interdisciplinaria y abran el campo para la construcción de perspectivas transdisciplinarias. “Tenemos que dejar de ser la parte fea, la cara sucia que da vergüenza mostrar esa maraña académica difusa donde se reúnen o más bien se amontonan aquello que todavía lucha por definirse como Humanidades o Ciencias Sociales o Ciencias Humanas. Un montón de disciplinas desperdigadas en varios edificios (…) desahuciados y sin brújula, desperdigados en la Facultad de Artes Integradas, en la Facultad de Humanidades y en el Instituto de Educación y Pedagogía (Loaiza, 2011). El desafío es construir un programa de investigación con líneas estratégicas claras y amplias donde los diferentes grupos de investigación de la Facultad de Humanidades confluyan y se reconozcan. 18 Existen muchos ejemplos de transdisciplinariedad fundados en la filosofía de la mente, de la ciencia y del lenguaje, que intentan definir de forma específica los objetos y métodos de investigación, proporcionando un método o teoría unificadora, una concepción global de la acción social, la mente humana o una cierta concepción del mundo. El marxismo, por ejemplo, intentó construir un marco común que buscaba guiar la investigación conjunta de disciplinas como la sociología, la antropología, la historia y la economía. A veces ha sucedido que se adopta una metodología o teoría específicas de trabajo, sea el estructuralismo, la fenomenología, la teoría de los juegos, la teoría del caos, entre otras. Estrategias y enfoques hay muchos. Dichas opciones han sido consideradas como precedentes aleccionadores y, en este sentido, sería más adecuado diseñar un esquema más amplio, dinámico, abierto a la crítica y sujeto a transformación. Nuestra propuesta no puede basarse en las teorías, las disciplinas, los paradigmas, ni los enfoques de las diferentes escuelas, sino más bien en los problemas. Partimos de reconocer un problema y en torno a él podemos construir nuestro horizonte de investigación, docencia y extensión. No se trata de una suerte de nueva redistribución de espacios burocráticos o una nueva asignación de parcelas de saber para beneficio de los sabios o propietarios de un determinado campo del conocimiento. Por el contrario, se trata de buscar una solución tentativa a la necesidad de encontrar un criterio de unidad y organización que permita agenciar las relaciones y la recíproca interacción e interpenetración entre distintas ramas del saber científico y humanístico. Nuestro reto es lograr diseñar un horizonte estratégico de investigación en un mundo donde “Las ciencias humanas no poseen todavía un lugar bien definido; al principio sirvieron de ornamento, luego parecen ser un mal necesario y según los lemas mercantiles en la educación comienzan a ser un estorbo, un gasto superfluo (Loaiza, 2011). El conocimiento interdisciplinario presupone una apertura, una comunicación y una fecunda cooperación entre campos disímiles del conocimiento, La pluralidad de las disciplinas del conocimiento implica una diversidad de aproximaciones, ninguna de las cuales puede pretender absorber a las demás. El tema de la interdisciplinariedad no designa la búsqueda de un mínimo común múltiplo o de un máximo común divisor; evoca el espacio epistemológico global, en cuyo seno se despliegan los saberes particulares, como otros tantos caminos hacia lo desconocido (...) un grado mínimo de interdisciplinariedad es indispensable; todas las disciplinas se reúnen materialmente en el territorio de saber; todas, a pesar de sus formatos 19 especializados, se inscriben a fin de cuentas en la unidad de un mismo lenguaje humano. En este nivel elemental, la conciencia interdisciplinaria es, en primer lugar, una exigencia de comunicación; la ignorancia mutua y el régimen de neutralidad armada que reinan en la universidad tienen también unos límites. Los especialistas de cada uno de los órdenes del conocimiento, a pesar de su estrechez de miras, deben admitir que su disciplina, si es que existe en primer lugar, en sí y por si misma, existe también en la comunidad de las demás. (Gusdorf, 1983: 50). Frente a la idea de una inteligibilidad aislada y focalizada, propia de los saberes expertos y especializados, la interdisciplinariedad opone una inteligibilidad humana sobre determinada por la comunicación y el saber universal. Esto es, el compromiso con la socialización del saber, el debate permanente al interior de comunidades de conocimiento y el trabajo crítico en equipos multidisciplinarios. Las Humanidades y las Ciencias Sociales, cuando intentan comprenderse a sí mismas y lo humano desde una perspectiva interdisciplinaria, asumen el reto de consolidar un espacio múltiple, plural y polifacético. Antoni Doménech (1998), llama la atención sobre el fracaso de las ciencias sociales, distanciadas de las humanidades, en un coqueteo nefasto con las ciencias naturales, sus métodos y procedimientos, y enfatiza la urgente necesidad de volver a situar al hombre como eje aglutinador de una nueva concepción social que permita la convivencia armónica y el equilibrio ecológico. Debemos superar una concepción epistemológica insostenible, aquella que defendió una generación de economistas, sociólogos, politólogos, antropólogos e historiadores, quienes pensaban que las ciencias sociales eran “ciencias inmaduras” o en “vía de desarrollo”, y que de la aplicación de métodos e instrumentos analíticos y conceptuales semejantes a los de las ciencias naturales se llegaría a resultados parecidos en rigor teórico conceptual, capacidad predictiva y explicativa al que estas ciencias naturales aportan. Hoy por hoy es claro que las Ciencias Sociales no pueden cumplir con un proyecto cientificista semejante, para muchos científicos sociales lo único que hemos obtenido es un tremendo fracaso: Peter Berger sostiene que la sociología ha existido, pero está ahora agotada; para Wolfgang Lepenies, la sociología no ha producido jamás saber; para Daniel Bell la sociología no es una ciencia, sino un arte “imperfecto”; de acuerdo con Harrison White , la sociología será tal vez una ciencia en el porvenir, pero tiene que ser refundada; para S. Turner y J. Turner, a pesar de sus esfuerzos, tampoco la sociología norteamericana ha podido darse un programa de investigación estable (Ibídem: 9). 20 Este escepticismo de los científicos sociales aparece aún entre los antropólogos más reconocidos actualmente. Así, para Clifford Geertz (2002, p.66) “todas las ciencias humanas son promiscuas, inconstantes y están mal definidas, pero la antropología cultural abusa de su privilegio”. Frente a los discursos posmodernos, derrotistas, relativistas o deconstructivistas, el enfoque interdisciplinar enfocado hacia una nueva concepción ecológica, sistémica, humanista y crítica del conocimiento se constituye en la alternativa posible, pertinente y afortunada en cuanto potencia opciones de trabajo caracterizadas por la integralidad y coherencia entre el saber qué, el saber cómo, el saber por qué y el saber para qué. Se trata de un saber incorporado, un conocimiento práctico y vivencial, que se evidencia en prácticas académicas y pedagógicas encaminadas a preservar y fortalecer los conocimientos específicos de cada área, a partir del diálogo permanente entre disciplinas diversas que enfrentan núcleos problemáticos específicos y ejercen la aplicación orientada y responsable del saber que se aprende o construye en virtud del proceso de discusión crítica permanente. Esto implica reconocer una nueva racionalidad discursiva, dialógica, mediada por la intención de comprender y reconstruir los múltiples sentidos implícitos en los modos de vida de las comunidades humanas, (Habermas, 1989). En este sentido, la Universidad del Valle a través de la Facultad de Humanidades debe fomentar una actitud de complementariedad y articulación entre racionalidad comunicativa y racionalidad sistemática (Habermas, 1989: 261), entre Humanidades, Ciencias Sociales, Ciencias Naturales y Ciencias Básicas, entre especificidad disciplinar y diálogo interdisciplinario, permitiendo así dar todo el valor a las diversas formas de investigación cualitativas y cuantitativas que facilitan el diagnóstico, la evaluación crítica y la posibilidad de proponer soluciones a los conflictos del contexto colombiano desde tres escenarios básicos: la investigación, el servicio social y la formación de profesionales comprometidos con la transformación de la sociedad hacia la pluralidad, la equidad, la participación y la democracia. Los filósofos sociales fueron los primeros en señalar este horizonte que articula formación humanísitica y formación integral: “El aprendizaje deberá más tarde ser estructurado de forma tal que no se produzcan especialistas aridos, esclavos durante su existencia de una determinada actividad parcelaria inevitablemnte mecánica, sino seres inteligentes capaces de una visión completa lo más completa posible de la realidad y dispuestos a participar como miembros activos en la vida comunitaria”. Humanidades, comunidad e interdisciplinariedad. Históricamente las Humanidades y las Ciencias Sociales se han ocupado del ser humano y de sus creaciones socioculturales. Sin embargo, hay quienes consideran que es necesario y posible 21 realizar una distinción tajante entre Ciencias Sociales y Humanidades; otros consideran que dicha distinción es tanto imposible como irrelevante, y, finalmente, hay algunos que defienden una nueva concepción de ciencias humanas en donde tales diferenciaciones y fusiones no se plantean, puesto que son desbordadas por una reflexión semiótica y hermenéutica acerca de los modos de interpretación y representación que caracterizan el lenguaje y las formas de vida, históricamente determinadas, (Foucault, 1985 y Gadamer, 1994). En este sentido se entiende la propuesta de que las Humanidades tienen como horizonte de investigación al ser humano, sus entornos y sus interacciones. No obstante, el problema continúa abierto y corresponde a la comunidad académica emprender una discusión que permita ampliar la comprensión. La situación actual de la Facultad de Humanidades demanda el reconocimiento y la participación activa en los debates actuales sobre las Ciencias Sociales, las Ciencias Humanas y las Humanidades en el marco de la Cybersociedad y el Siglo XXI. Los humanistas tenemos que reconocer tanto los puntos de encuentro como las divergencias entre los diferentes enfoques. De esta manera, en el marco de la reflexión sobre los nuevos retos de la Educación Superior, algunos docentes y directivos han adelantado interesantes y productivos debates al respecto, los cuales han puesto de manifiesto las tensiones y enfoques sobre la convergencia y divergencia de las Ciencias Sociales y las Humanidades, sus métodos y campos de investigación. Las discusiones permean el ejercicio académico permanente y, por tanto, las reconocemos como importantes para depurar y propender por una unidad académica cada vez más coherente, rigurosa, clara y consolidada. Dichos debates se remontan a diferencias en su concepción y origen. De un lado las Ciencias Sociales son consideradas modernas dentro del mundo de la ciencia y el conocimiento. Datan del siglo XVIII hasta nuestros días y nacen en un contexto donde las Ciencias Naturales, llamadas “ciencias duras o exactas”, no dan cuenta de fenómenos sociales y humanos desde contextos históricos y culturales, sino desde perspectivas meramente biológicas o físicas. Por su parte las Humanidades son consideradas clásicas o que encarnan saberes de tradición clásica por remontarse a tiempos antiguos, Defender enérgicamente la centralidad de los clásicos supone mantener que existe una relación inextricable entre los intereses teóricos contemporáneos y las investigaciones sobre el significado de los textos históricos (...) han sido las disciplinas humanísticas quienes tradicionalmente han defendido el carácter único y la importancia permanente de las contribuciones de los clásicos. Las humanidades están más relacionadas con la interpretación que con la explicación. (Alezander, 1998: 66-67) 22 A las Humanidades no les preocupa solamente un enfoque científico del mundo social y humano, sino hermenéutico, reflexivo y crítico; son las Ciencias sociales las que no sólo se han atribuido la cientificidad sino que han continuado buscando la manera de instaurarse como ciencias en sentido positivo y empírico analítico. Las investigaciones sociales se consideran “ciencias”, porque han construido y desarrollado métodos de investigación científica, con técnicas de medición rigurosas que minimizan los riesgos de la especulación; argumentando que lo social también es objeto de observación, formulación de hipótesis y aporte de pruebas empíricas precisas. Argumento que desde las Humanidades puede ser y ha sido cuestionado por considerar que las Ciencias Sociales no han creado un método, sino que han copiado un método basado en las ciencias naturales, en una suerte de actitud vergonzante frente a su imposibilidad para definir un objeto de estudio y un método de investigación, en contraste con el pretendido rigor y precisión de las ciencias naturales en cuanto a objeto y metodología. Por su parte las Humanidades mantienen su lugar de aproximación al mundo desde la teoría crítica, esto es, desde la reflexión comprensiva, profunda y permanente sobre la condición humana, véase (Giddens y Turner, 1990). Desde las Humanidades se diría que no es tan importante controlar, explicar, predecir y calcular los fenómenos sociales, como comprenderlos, interpretarlos y procurarse mejores formas de humanización. Desde las Ciencias Sociales se encuentra que justamente la medición de fenómenos sociales permite comprenderlos o explicarlos para profundizar la mirada sobre el ser humano. Los intentos por la convergencia no son nuevos en el mundo de las ciencias y no son ajenos al campo de las ciencias sociales y las humanidades, es por el contrario un asunto perentorio que nutre la integralidad en la formación que se quiere proponer a las nuevas generaciones, entendiendo por integralidad el desarrollo armónico de facultades en su conjunto como la sensibilidad, la razón teórica y práctica, y la trascendencia. Para lograr ese propósito, los distintos saberes tienen que, necesariamente, establecer diálogos que les permitan acercarse al conocimiento de manera compleja y comprensiva, no fragmentada, tal como se puede correr el riesgo desde un enfoque demasiado restringido y especializado. La propuesta de Wallerstein (1999) es fundir todas las Ciencias Sociales en una sola: Las tres presuntas áreas de actividad humana colectiva -la económica, la política y la social o socio cultural-no son áreas autónomas de actividad social. No tienen lógicas separadas. Y lo más importante, es tal el entrelazamiento de limitaciones, opciones, decisiones, normas y racionalidades, que ningún modelo de investigación útil puede aislar factores conforme a una categoría económica, política y social, y considerar un 23 solo tipo de variable indicando así de manera implícita que las demás son constantes. Afirmamos que existe un solo conjunto de reglas o un solo conjunto de limitaciones dentro del cual funcionan diversas estructura. (p. 262). La propuesta de Foucault en los setenta fue definir las prácticas intelectuales, científicas y políticas como "discursos" a fin de negar su status meramente empírico-inductivo. De esta manera propone que las actividades prácticas se han constituido históricamente y están configuradas por ideas metafísicas que definen una época entera. La Sociología constituye un contraejemplo a la propuesta foucaultiana, puesto que aunque diseña un campo discursivo, carece de la homogeneidad que Foucault atribuye a tales ámbitos. No todos los discursos se reducen a mecanismos de legitimación del poder, sino que más bien se trata de actividades humanas con pretensiones de verdad. Para Habermas los discursos de las ciencias sociales están sujetos a condicionamientos racionales acerca de cómo llegar a la verdad y en qué consiste ésta. Habermas ofrece una forma de conceptualizar las aspiraciones y acciones racionales de los sujetos discursivos y sociales. Sus repetidos intentos sistemáticos por identificar tipos de argumentos y criterios para alcanzar una justificación mediante la persuasión, ponen de presente una forma posible en que pueden combinarse los compromisos racionales y el reconocimiento de argumentos supraempíricos. Esta tensión entre el discurso racionalizante de Habermas y la arbitrariedad arqueológica de Foucault, es desbordado por el historicismo cientificista de T. S. Kuhn. La actividad científica implica unos acuerdos mínimos por parte de una comunidad de seres humanos dedicados a la ciencia sobre los problemas pertinentes, los métodos apropiados, los temas claves y los hechos reveladores. De la cohesión y acuerdo de las comunidades dedicadas a las ciencias naturales es que los científicos sacan las pautas para poder dedicarse a investigar los problemas específicos propios de su gremio, por ello su atención explícita se centra generalmente en cuestiones de tipo empírico. Tanto Habermas como Kuhn consideran que lo que caracteriza a la ciencia normal es precisamente la calidad y coherencia de sus acuerdos. El consenso es lo que diferencia a la actividad científica de la no científica, "la ciencia moderna se distingue de las categorías tradicionales de conocimiento por un método para llegar a un consenso espontáneo y permanente acerca de nuestros puntos de vista", (Habermas, 1982: 91). Sólo si existe desacuerdo sobre los supuestos de fondo de una ciencia se discutirán de forma explícita de estas cuestiones no empíricas. Kuhn llama a esto crisis de paradigma. Y afirma que es en tales crisis cuando se "recurre a la filosofía y al debate de los fundamentos". (Kuhn, 1977). 24 En este sentido, la crisis permanente de las ciencias naturales y sociales durante el Siglo XX les ha conducido a unos y a otros al terreno de la filosofía de las ciencias y la epistemología. Y puesto que la filosofía es, por excelencia, la representante de las humanidades, y un producto de la actividad simbólica y cultural del ser humano en occidente, todas las ciencias regresan al terreno de la filosofía y la reflexión hermenéutica que caracteriza la tradición clásica de las humanidades. Las ciencias son productos humanos, y hoy por hoy, devienen reflexión filosófica sobre las condiciones de posibilidad del conocimiento y la interpretación alrededor del ser humano. Hoy, desde las Ciencias Sociales y las Humanidades, se reconoce que las distancias que las separan son límites difusos y no infranqueables barreras. Si se estudia la psiquis de un ser humano, debe reconocerse que ésta se encuentra atravesada por una cultura, por una sociedad, por un sistema social, político y económico donde el individuo se sitúa. De igual manera el estudio de las sociedades requiere aproximarse a las realidades individuales e históricas de los individuos que la componen, la propuesta de humanidad que el individuo encarne dará cuenta del momento histórico de esa sociedad, lo cual pone permanentemente de manifiesto que la comprensión de esta compleja realidad social, requiere de competencias, habilidades y destrezas que no se agotan en una ciencia o en una sola disciplina, sino que requiere del concurso de varios saberes que tiendan puentes entre sí, no que demarquen límites insondables entre sus respectivos campos de saber. Cuando el ser humano se vuelve sobre sí mismo, analiza y disfruta de sus propias creaciones, siente la necesidad de reflexionar e investigar para comprender aspectos de su ser, de su pensamiento, de su obrar y de su sensibilidad. La conveniencia de la sistematización para comprender mejor a través de una actividad analítica, ha llevado a la elaborar sistemas de apropiación de la realidad y modelos cognitivos alrededor de objetos formales precisos construidos a partir de los fenómenos humanos y sociales. Las Ciencias sociales y las Humanidades, en tanto disciplinas, presuponen paradigmas y programas de investigación para ser identificadas como tales, aunque esto no significa que en el caso de las Ciencias Sociales estas constituyan diversas disciplinas que son agrupaciones intelectualmente coherentes con un objeto de estudio determinado y diferente entre sí. Incluso para Wallerstein, quien critica la noción de paradigma, todas las Ciencias Sociales son una sola cosa, aún cuando no realicen trabajos idénticos, véase (Lakatos y Musgrave, 1975; Wallerstein, 1999). No se entiende por disciplinas a campos claramente definidos con objetos de estudio específicos; se comprenden las disciplinas como sistemas cohesionados de creencias y saberes, modos de ver e interpretar lo real, compromisos claros en términos axiológicos, ontológicos, metodológicos e instrumentales, en fin, formas de vida y lenguajes compartidos (Lakatos y 25 Musgrave, 1975). Las diversas matrices disciplinares de las Humanidades y las Ciencias Sociales permiten una mayor comprensión, discusión y comunicación de las teorías, los problemas y argumentos que se ofrecen como solución o hipótesis tentativas frente a los diferentes cuestiones y puntos de vista desde los cuales se puede considerar la actividad humana, pero difícilmente es posible trazar un distinción clara entre ciencias sociales y humanidades o pretender dar cuenta de la cultura, el hombre y la sociedad desde uno de los dos enfoques: “todos los presuntos criterios –nivel de análisis objeto de estudio, métodos, supuestos teóricos –ya no son verdaderos en la práctica o, si se mantienen, son barreras para un conocimiento mayor en vez de un estímulo para su generación”, en últimas “las diferencias entre temas, métodos, teorías o teorizaciones permisibles, dentro de cualquiera de las llamadas “disciplinas” son mucho mayores que las diferencias entre ellas. En la práctica esto significa que el traslape es considerable y, en términos de la evolución histórica de todos estos campos, que aumenta todo el tiempo, ha llegado la hora de atravesar tal confusión intelectual” (Wallerstein, 1999: 261-262). A la luz del presupuesto epistemológico aquí trazado, se antepone intencionalmente la alternativa de trabajar articulando lo especifico (saber disciplinar) con lo plural (saber interdisciplinar y multidisciplinar), ello para permitir hacia el futuro, el surgimiento, la consolidación y el desarrollo de un ciclo básico preuniversitario con claridad en sus horizontes de trabajo, atento a la necesidad de democratizar la educación superior, con paradigmas o programas de investigación reconocidos por los propios miembros de sus comunidades; se trata de propender por un auténtico plan de nivelación académica y social, no sometido a la voluntad política del alcalde o el rector de turno, con recursos específicos e infraestructura; se trata de dejar una puerta abierta para ampliar la cobertura con responsabilidad y excelencia, en donde los bachilleres encuentren un campo de formación integral que los prepare para su inserción en la universidad y su integración a las comunidades científicas. Estoy pensando en un ciclo propedéutico donde las Escuelas de Literatura, Comunicación y Ciencias del Lenguaje generen en los y las estudiantes el desarrollo de sus habilidades para la lectoescritura, propicien escenarios para el goce de las letras (la novela, el cuento, la poesía)y generen aprecio por los lenguajes (hablado o escrito), y capacidad de análisis y producción de cine, documental, comic, publicidad y nuevas tecnologías. Pienso en un Colegio Universitario donde los estudiantes aprendan de la Facultad de Artes música, danza, canto, teatro, pintura y escultura; imagino un programa de formación preuniversitaria donde la Facultad de ciencias brinde a los jóvenes las bases de la Lógica, las Matemáticas, la Física, la Química y la Biología; sueño con un ciclo de fundamentación donde los jóvenes practiquen deportes, gocen de la recreación, aprendan sus derechos y deberes como ciudadanos, se cuestionen sobre su compromiso político desde la ciencia política y la pedagogía, fortalezcan su racionalismo crítico 26 con las discusiones y argumentos filosóficos, amplíen su horizonte de comprensión con la antropología, la sociología, la geografía y la historia, y participen activamente de la proyección y el trabajo social en proyectos concretos y actividades de voluntariado en sectores vulnerables y de escasos recursos. Miles de jóvenes arrancados de la mano de las drogas, la violencia y la miseria en un proyecto revolucionario de transformación social liderado y agenciado desde la Universidad del Valle. Una propuesta que pretenda fomentar la praxis vital comunitaria en el seno de la vida social requiere agenciar la comunicación y la formación humanística mediante el cultivo de todas las formas simbólicas mediante las cuales el ser humano comprende el mundo, a los otros y a sí mismo. Dicha comunicación está basada en la interacción y la intersubjetividad; es esto lo que permite avanzar en la comprensión mediante el consenso que está fundamentado en el acuerdo previo de la comunidad ilimitada e ideal de comunicación. El consenso es el garante de la objetividad del conocimiento y funciona como principio regulativo, como principio ético de compromiso y esperanza (Apel, 1985). La comunicación entendida como un proceso dialógico, intersubjetivo supone la precomprensión del acuerdo de la comunidad ilimitada de comunicación y permite el desarrollo del hombre en la historia mediante el proceso de construcción que se va generando “in the Long run”.Solo 'en el largo plazo' el hombre podrá ir alcanzando en el consenso, ese acuerdo que le precede como pre-comprensión de todo conocimiento (Apel, 1987). La noción de comunidad toma su importancia de su relación estrecha con el concepto de verdad que puede ser alcanzada en un futuro lejano. Ch. S. Peirce resaltó con fuerza y pasión la importancia de la comunidad no sólo en relación a ese futuro sino en conexión con toda la actividad científica y filosófica. Esto quiere decir que el concepto de comunidad tiene importancia siempre en un ahora, pues es en el presente que investigamos y vivimos. Uno de los textos paradigmáticos de Peirce en relación a este tema es "La naturaleza de la ciencia" de 1905, que bien vale la pena convocar amanera de conclusión: No llamo ciencia a los estudios solitarios de un hombre aislado. Sólo cuando un grupo de hombres, más o menos en intercomunicación, se ayudan y se estimulan unos a otros al comprender un conjunto particular de estudios como ningún extraño puede comprenderlos, llamo a su vida ciencia. No es necesario que todos trabajen sobre el mismo problema, o que todos estén completamente familiarizados con todo lo que otro de ellos tiene necesidad de saber; pero sus estudios deben estar tan estrechamente ligados que cualquiera de ellos pudiera hacerse cargo del problema de cualquier otro después de algunos meses de preparación especial y que cada uno entendiera bastante 27 minuciosamente en qué consiste cada uno de los trabajos de los otros; de modo que al juntarse dos de ellos, estarían completamente informados uno de las ideas del otro y del lenguaje que éste hablara y se sentirían como hermanos, (Peirce, 1996: 1437). Referencias Alezander, J. (1998) La centralidad de los clásicos en: La Teoría Social Hoy. Madrid, España: Alianza Editorial, 66-67. Apel, K.O. (1985) La transformación de la filosofía. Madrid, España: Taurus. Apel, K.O. (1987), "La semiotique trascendentale et les paradigmes de la prima philosophia " en Revue de metaphysique et de morale, Año 92(2). Arendt, H. 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Límites de los paradigmas decimonónicos. Madrid, España: Siglo XXI Editores. 31 2. SEMINARIO TEMÁTICO II La lectura y escritura en la Universidad del Valle 2.1. Apertura. Profesoras Ana María Sanabria, Directora de Autoevaluación y Calidad Académica; y Stella Valencia, Instituto de Educación y Pedagogía Lo primero que haremos desde la Coordinación Académica y Administrativa de este Seminario, es agradecer a todas las personas presentes en este recinto por haber atendido la invitación a encontrarnos de nuevo para abordar la Formación Básica General, Específica y Complementaria de nuestros estudiantes, desde el campo de la lectura y la escritura. Una discusión que va a ser posible gracias a la disposición de un grupo importante de profesores y profesoras de distintas unidades académicas de la universidad, que aceptaron compartir sus investigaciones y/o experiencias en la segunda jornada del Seminario Permanente. Reiteramos que estas actividades hacen parte de la Estrategia general de actualización y recreación de la Política Curricular de la Universidad del Valle; con la que nos hemos propuesto -desde la Vicerrectoría Académica; el Comité de Currículo y la Dirección de Autoevaluación y Calidad Académica - DACA, con el acompañamiento del Instituto de Educación y Pedagogíaavanzar en un asunto que ha estado presente en la agenda institucional durante esta última década, en la que si algo queda claro es la existencia de trabajos, diagnósticos e investigaciones sobre la lectura y la escritura en la universidad; de igual manera, en esta revisión también ha sido evidente la necesidad de propiciar un diálogo fructífero entre la cultura institucional y la cultura académica en nuestra institución. La mayoría de estos resultados mencionados fueron revisados en la investigación sobre la política curricular y discutidos por el Comité de Currículo de la Universidad y por sus homólogos en las facultades, institutos y programas académicos. Recordemos que en varias oportunidades este Comité ha discutido la problemática de la enseñanza del español; la forma como se ha venido resolviendo institucionalmente a través del examen de clasificación, la obligatoriedad de la ley y la electividad; examinando incluso, las distintas maneras como las unidades académicas han tratado de salirle al paso a este asunto, desde lo que cada una de ellas considera que ha de ser la solución. El cuadro que sirve de soporte a la actividad del día de hoy, es tan solo una síntesis de los múltiples documentos producidos desde las facultades e institutos en distintos momentos, y de las discusiones en las que la mayoría de los investigadores (as) que nos acompañan hoy han estado presentes. De lo que se trata entonces en este momento, es de darle curso a una estrategia que procure de nuevo el encuentro para avanzar, desde esas miradas y afortunadas experiencias de las que 32 nuestros expositores (as) forman parte, hacia acuerdos fundamentales que contribuyan a resolver la problemática de la enseñanza del español en la universidad; a cualificar la inserción de nuestros estudiantes en la vida universitaria y su tránsito por la cultura académica; éste es un clamor que resuena desde todos los ángulos incluso, desde el pensamiento y la reflexión cotidiana de muchas de las personas aquí presentes. El propósito explícito de esta jornada es recoger aportes que nos permitan afinar, complementar y profundizar esa síntesis que da cuenta de los avances en los diagnósticos institucionales, las experiencias significativas e investigaciones, realizados hasta ahora, para dar un paso adelante en esa política institucional, de cuya carencia también dan cuenta los documentos revisados hasta ahora. Invitamos a expositoras y expositores a que hagan un esfuerzo grande por compartir sus experiencias e investigaciones en el tiempo asignado; de antemano, sabemos que una síntesis de esta naturaleza no es fácil; sin embargo, esperamos que esta agenda que resultó finalmente tan sugestiva genere un ambiente de participación, que nos invite a programar una nueva actividad para continuar la discusión. Esta jornada nos augura algo bueno. Hasta el viernes teníamos configurada la agenda de una manera; pero luego, a medida que nos fueron enviando los títulos de sus ponencias, fue emergiendo un orden que resultó muy creativo sin proponérnoslo. Un orden que nos invita a un viaje por la lectura y la escritura que parte de la pregunta ¿Para qué se lee y escribe en la universidad?; revisa esta maravillosa caja de herramientas tan necesaria para el aprendizaje en la formación universitaria; hace su tránsito por los procesos internos y externos que tienen lugar en este viaje, en lo que deriva de él: la comprensión y producción de los textos académicos; se detiene en las relaciones que establece el estudiante con la cultura escrita y la tecnocultura hoy; en el goce de este sujeto con los textos escritos que se topa en ese recorrido; en fin, y llegamos así al final de este corto periplo sobre la lectura y la escritura en la universidad, con una hoja de ruta que nos dice, institucionalmente, desde el departamento de lingüística como pasar a bordo a partir de unos lineamientos de política en este campo. Pienso que este momento es mágico, cubre un espectro bien importante y significativo desde el cual parece anunciarnos un horizonte de sentido bastante esperanzador para la universidad en lectura y escritura. ¡Creo que estamos listos para zarpar, buen viento y buena mar! 2.2. Apropiación de la cultura escrita: Descubrir el disfrute en los textos. Experiencias del equipo de Universidad y Culturas. Profesores María Cristina Tenorio y Mauricio Valdés, Instituto de Psicologia El proyecto Universidad y Cultura fue creado para hacer acompañamiento a estudiantes admitidos a la Universidad que no habían desarrollado las competencias necesarias para tener éxito en sus estudios. Desde el inicio el equipo del proyecto asumió esta labor como una 33 oportunidad para explorar las causas de sus dificultades, al tiempo que hacíamos la intervención de las mismas; lo que nos permitió progresar gradualmente en el diagnóstico y diseñar acciones más ajustadas a sus necesidades. Pronto encontramos que las dificultades académicas no sólo se debían al desconocimiento de los saberes básicos que el bachillerato debía darles como referentes de sus cursos universitarios, sino que tampoco habían desarrollado habilidades académicas indispensables para aprender en la Universidad, que dependen del dominio de la lectura y la escritura. Esto nos llevó a incluir en el Plan Piloto Nivelatorio, que ofrecimos en 2006-2007 a los estudiantes indígenas y afrodescendientes que ingresaban con menor puntaje al de sus compañeros de cohorte, un componente de Español en dos niveles. El primer nivel se proponía: 1. fortalecer su formación en producción de textos, mediante talleres de escritura a cargo de un equipo interdisciplinario de profesores, auxiliares y practicantes, formados en maestría de lingüística, psicología cultural y fonoaudiología; y 2. mejorar sus competencias de enunciación, en talleres de “lectura en voz alta”, a cargo de practicantes de arte dramático. Los resultados de estos cursos piloto nos mostraron situaciones contradictorias: examen de Español que se aplica al ingreso a todos los admitidos. No obstante, reclamaron que ese examen lo perdían muchísimos primíparos y no por eso los obligaban a tomar un curso especial de español; además se quejaban de que el curso tuviera una dedicación mayor al curso ordinario: 5 horas semanales, en lugar de 3. nos confirmó que efectivamente, en promedio, el 70% de los estudiantes admitidos a primer semestre pierde el examen; sin embargo, no están obligados a matricular Español de inmediato, por lo que buena parte de ellos sólo lo toma como requisito de grado. Es decir que cursan la carrera con un español deficiente en lectura, y seguramente más pobre aún en escritura, ya que en Bachillerato no se escribe, y la prueba de Español solo evalúa lectura. aprendido en la práctica que la reescritura es parte fundamental de la escritura académica y que debían mejorar y transformar sus textos, enriqueciéndolos y precisándolos), así como sus muy buenos logros en lectura de textos y discurso oral, no matricularon el nivel II aduciendo que este curso no era obligatorio y “los atrasaba”, porque “debían” matricular cursos de su carrera. Lo que indica que los estudiantes no matriculan lo que requieren para que sus aprendizajes sean de mejor calidad y evitar el rezago, sino lo que “deben cursar y aprobar” para graduarse. 34 A partir de 2009 la acción de acompañamiento de Universidad y Culturas ya no estuvo centrada solamente en indígenas y afrodescendientes. A solicitud de Comité de Currículo se amplió el alcance de nuestra intervención a los estudiantes en general, con el fin de diseñar e implementar nuevas estrategias que permitieran mejorar las habilidades académicas de quienes ingresan a la universidad sin estar preparados para sus exigencias de aprendizaje. Se creaba así la base para un programa amplio que buscaría disminuir la deserción. De allí que tales estrategias no se hayan ofrecido masivamente, sino a grupos de estudiantes, donde analizamos tanto su producción como sus actitudes y reacciones. Se logra así ponerlas a prueba e irlas mejorando para que puedan ser parte de los planes de prevención del fracaso académico. Una de estas estrategias es el Curso Vida Universitaria II, electiva complementaria dedicada al problema de vencer las resistencias de muchos estudiantes frente a la cultura escrita. Parece increíble que un alto número de universitarios rehúya o rechace abiertamente lo que constituye la condición de existencia de la academia: la transmisión de las ideas a través de la escritura. No obstante, esta condición es el resultado de una escolaridad de pésima calidad, que el mismo Estado empieza a reconocer1. Pasamos así a darle un lugar preponderante al dominio y disfrute de la cultura escrita, lo cual significó un cambio fundamental respecto a nuestro enfoque inicial en el curso Piloto: habíamos comprendido que no se trataba solamente de mejorar sus habilidades de lectura y escritura, sino que debíamos transformar su actitud frente a la cultura escrita, pues sin ese cambio los jóvenes admitidos no pueden lograr un aprendizaje académico con la profundidad exigida a un profesional. Dos elementos son fundamentales en este cambio de énfasis de nuestro trabajo con los estudiantes: 1. el reconocimiento de que no se trata de ignorar cómo leer y cómo escribir, sino de ausencia de modelos encarnados, de personas amadas y admiradas con quienes ellos hubieran podido aprender a disfrutar de la lectura, a querer leer luego por su cuenta, a ir sobrepasando los obstáculos de una lectura exigente porque el interés por el conocimiento los animaba a seguir. De la misma manera, escribir expresando ideas propias en lugar de copiar las ajenas, no se 1 Según el análisis de los resultados de las Pruebas Saber Pro 2011, “En comprensión de lectura solo el 6,5 por ciento de los estudiantes evaluados obtuvo un puntaje satisfactorio (en este caso es de once puntos, donde se revela un nivel de desarrollo apropiado de habilidades profesionales) en su capacidad de entender los textos a nivel inferencia, crítico e intertextual…La debilidad también es clara en comunicación escrita: solo un 15,2 por ciento de los estudiantes logra un resultado satisfactorio” El Tiempo, feb.23 2012 http://www.eltiempo.com/vidade-hoy/educacion/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-11203162.html 35 aprende sino porque se logra construir una voz propia, que quiere narrar, que busca interrogar, que quiere escribiendo inscribirse, dejar sus ideas para que otros las conozcan. 2. Tomar en cuenta que los afectos nos bloquean o nos inhiben cuando la actividad que se nos exige ejecutar no nos genera placer sino angustia, inseguridad, o sentimiento de impotencia. Muchos de los jóvenes que llegan hoy en día a las universidades no tienen interés en el conocimiento ni gusto por buscarlo; si para cumplir las exigencias de los aprendizajes universitarios deben leer lo que nadie les hizo vivir como interesante, lo que no se les enseñó a disfrutar, y que además no entienden y viven como una tarea que los derrota, es seguro que acrecentará su rechazo por la lectura y escritura. Resulta muy diciente un hecho que hemos comprobado con estudiantes de muy diversas carreras: quienes eligen carreras de Humanidades, Artes o Ciencias Humanas y Sociales, generalmente recalcan que no querían carreras “con números”: “No me gustan los números”, “No soy bueno para los números”. Y quienes eligen carreras de Ciencias o Ingenierías enuncian su elección a la inversa: “No quiero una carrera donde me toque leer”. “No me gusta leer; me va mejor con los números”. Es decir, que en ningún caso se enuncia la pasión por un tipo de conocimiento, ni el disfrute por el aprendizaje de una disciplina en particular, sino ante todo se pone de manifiesto lo que no se soporta, lo que aburre porque no se entiende (los libros), lo que asusta porque no se entiende y es fácil perder (el lenguaje matemático). Nuestros adolescentes que quieren un diploma se inscriben en la carrera que esperan les cause menos sentimientos de derrota; no se inscriben para leer, para pensar, para aprender, para acceder al conocimiento. Por ello, señalamos, de entrada, que nuestro principal interés es transformar la mala relación que la mayoría de los estudiantes que llegan a nuestros cursos de Vida Universitaria tiene con la lectura, para que pueda interesarse realmente en los libros (impresos o virtuales), disfrutar diversos tipos de lecturas e introducirse en el conocimiento letrado, exigido por el aprendizaje universitario. Esta posición nos demanda explorar cómo el contexto familiar, escolar, generacional y barrial ha incidido en los tipos de relación (favorable o desfavorable) con el disfrute en la apropiación de la cultura escrita, por parte de los estudiantes que llegan a nuestros salones de clase. Tomaremos cuatro preguntas como guía de nuestra presentación: - ¿Cómo es la relación de nuestros estudiantes con la cultura escrita? - ¿Qué relaciones tienen los estudiantes con los textos escritos en general y con los del mundo académico? - Nuestro modelo de trabajo ¿en qué se basa y en qué consiste? 36 - ¿Cómo son los estudiantes que sí logran construir una identidad académica positiva? ¿Y qué ha favorecido esta actitud? Partimos de nuestras observaciones, así como de numerosas entrevistas y conversaciones con estudiantes y profesionales de diversas áreas, para afirmar que quien no ama la lengua para expresarse con precisión, oralmente y por escrito, quien no disfruta la lectura, ni la reflexión que ésta permite, aprenderá técnicas para mejorar la lectura literal, pero no desarrollará un pensamiento académico. Un joven que nunca haya experimentado placer al leer, que no disfrute los imaginarios de los mundos posibles donde la lectura lo introduce, que no sepa apreciar en algún grado el goce estético de un texto bien escrito, tendrá inmensas dificultades para dominar la cultura letrada y desarrollar el pensamiento regido por la escritura, característico de la cultura académica. Por tanto, no se trata simplemente de ejercitar una competencia, o de aprender técnicas de lectura, sino de crear una modalidad de pensamiento y un modo de relación con las ideas, que requiere transformar los anteriores modos de pensamiento y de aprendizaje. Nuestra labor formativa en la universidad, por lo tanto, no puede centrarse en enseñar cómo leer y escribir correctamente. Es necesario reconocer que las habilidades académicas son en sí mismas fruto del aprendizaje a través de la práctica compartida, guiada, y sostenida en el tiempo, de diversas maneras de leer y escribir para comprender algo nuevo, para sorprenderse y apropiarse de los conocimientos; práctica que la escolaridad debe promover desde los primeros años. Y complementariamente, las habilidades académicas son producto de haber establecido relaciones positivas con el conocimiento – curiosidad, interés, disfrute al comprender, anhelo por profundizar -, a lo largo de la escolaridad; y de haber sentido el deseo de dominar algún campo del conocimiento. No obstante, lo que ocurre cotidianamente en la Universidad es muy distinto: lo habitual es encontrar en los jóvenes - tanto los que recién ingresan como quienes ya llevan varios semestres de cursos - una relación negativa con la lectura, y por tanto una negación a usarla para aprender. Lo que da cuenta de que en la enseñanza básica y media hicieron un uso mínimo de la lectura, y que ésta estuvo enfocada en el reconocimiento de saberes expresados de manera simple (básicamente como texto informativo), útil solamente para obtener buenos resultados en las pruebas de selección múltiple. A la mayoría de los bachilleres que recibimos no se le ha enseñado, ni exigido, usar la lectura para aprender a pensar; menos aún ha tenido la experiencia de ver a alguien escribiendo para pensar con mayor claridad. Llegan a la universidad ajenos a comprender y disfrutar el contenido y el estilo de los textos; menos pueden entonces disfrutar del saber y su búsqueda. Por esta razón consideramos que nuestra primera tarea es hacerles disfrutar con textos que de entrada calificarían de aburridores: “antiguos”, desconectados de sus intereses, lentos (no pasa nada), densos (impenetrables para quien tiene un vocabulario limitado y 37 referentes culturales escasos). Si logramos que lean con nosotros, que rían y se interesen, que discutan espontáneamente sobre lo leído, podrán encontrar poco a poco un goce propio de la vida académica. Pensamos entonces que se trata de hacer experimentar a los estudiantes la lectura como pasaporte de ingreso al maravilloso mundo de la cultura escrita. Podrán así vivir maneras nuevas de leer los textos escritos, y comprenderán que estos nos transmiten el legado maravilloso de autores y culturas que ya no viven, pero que perduran; nos ofrecen ventanas mágicas para ingresar a mundos lejanos donde aún dominan mentalidades, sensibilidades y valores diferentes a los del mundo occidental contemporáneo y del mercado global; nos permiten dialogar con sabios de otros tiempos y con investigadores y pensadores actuales, a quienes nunca conoceremos, pero que nos revelan su pensamiento, sus teorías, su pasión por el conocimiento, por el arte, por el descubrimiento de nuevas maneras de interpretar la vida humana y sus conflictos. Los saberes y las representaciones del mundo han sido compartidos con las nuevas generaciones a lo largo de la prehistoria y la historia humana mediante el lenguaje oral, a través de comunidades de práctica, o de agrupaciones de iniciados que guardan celosamente un saber. Con la invención de la escritura, se potenció la posibilidad de conservar el saber, los diversos conocimientos que la humanidad ha forjado, y de transmitirlos a otros de generaciones posteriores que podían así profundizar y mejorar lo que inicialmente había sido pensado y escrito. La escritura ha sido el artefacto cultural más potente en la evolución histórica de la especie humana. Las universidades fueron, en los siglos XI a XIV, los foros de la trasmisión de los saberes canónicos del mundo occidental. El ideal humanista de compartir el conocimiento ha formado tradiciones, en las cuales la transmisión del conocimiento se da a través de modalidades de interacción y formatos de comunicación específicos al mundo académico. Este mundo se pretende ligado a la vida de las personas y de hecho lo está. Lo que rara vez se reconoce es que -como tantas cosas que hacen parte del día a día-, puede ser investido de manera positiva, explotado y disfrutado, o puede ser negativamente asociado; con lo cual se lo evita, se lo niega, a la vez que se lo tolera. Las sociedades letradas transmiten su legado usando la exposición oral y gráfica, la lectura y la escritura. Y los estudiantes tienen dos opciones, o aprenden a amar estos medios, o, con ayuda de una mala escolaridad, aprenden a evitarlos exitosamente. La apropiación de la escritura se da entonces porque estos modos de transmisión funcionan por la interiorización y apropiación que los nuevos miembros de la cultura hacen de ellos. No son “formatos” ni “medios externos”, sino una nueva organización del pensamiento, que forja 38 modos de pensar y de sentir. Ya que el mundo universitario se funda, comunica, y produce a través de la cultura escrita. Las universidades configuran y ponen a disposición de muchos - a través de sus regulaciones (oficiales y no oficiales) -, prácticas (académicas y sociales) y tradiciones (institucionales y comunitarias): un mundo simbólico que exige el dominio de la escritura. Aprender lo que las sociedades letradas consideran su legado de sabiduría exige que los niños y jóvenes desarrollen habilidades para aprender a partir de la palabra escrita, y ya no de la actividad. La palabra escrita les permite aprender de maestros lejanos en el espacio y en el tiempo. Leer las obras de los grandes pensadores, de los científicos – vivos y muertos – formarse en su pensamiento, es posible para quien domina la lectura como actividad reflexiva, como actividad que transforma el pensamiento. Relacionarse “a fondo” con los textos es, entonces, ingresar a una cultura en la cual el sentido y el valor se transmiten por escrito, y se enuncian con la precisión de lo escrito. ¿Están listos nuestros estudiantes para esta maravillosa experiencia? Lo que nuestro trabajo nos ha mostrado es que en su gran mayoría no lo están. En primer lugar, porque no han tenido adultos cercanos – familiares o educadores – que compartieran con ellos actividades de lectura que crearan mundos fantásticos, emocionantes, divertidos, novedosos; en segundo lugar porque las lecturas escolares los aburrieron, en lugar de cautivarlos; en tercer lugar porque fueron presentadas y vividas como lecturas utilitarias, para responder “talleres”, tareas, o formatos escritos. Por ejemplo, Carmen, una de nuestras tutoreadas durante su último año escolar, estaba familiarizada con el libro El Mundo de Sofía El año anterior, cuando cursaba 10º, debió leer los apartados que se referían directamente a las teorías filosóficas; es decir, el profesor no esperaba, ni promovía que sus alumnas leyeran el libro - donde lo fundamental son las preguntas que una joven adolescente empieza a plantearse y la manera como la filosofía le ayuda a tomarlas en serio y a tratar de pensar autónomamente apoyada en las elaboraciones de los filósofos. No, el profesor solo quería aprovechar la exposición sencilla de dichas ideas; debían entonces ubicar las referencias precisas que él les solicitaba – es decir el número de la página -, y copiar el fragmento. Toda la narrativa, que ponía en escena las preocupaciones de la chica y que hubiera permitido la identificación de sus lectoras con sus múltiples inquietudes, conduciéndolas a una verdadera reflexión filosófica- había sido eliminada de la lectura que el colegio pedía. El interés del aprendizaje escolar se reducía a buscar datos (la página, el nombre) para responder escuetamente un taller. No parecía necesario que siguieran la argumentación y adquirieran un modelo de reflexión a partir del diálogo en un texto escrito. Sin embargo, al leerlo con nosotros, Carmen descubrió que la parte 39 narrativa del texto le posibilitaba identificarse con las situaciones que llevaban a Sofía a poder significar lo que esos filósofos que leía le descubrían sobre ella misma y su relación con el mundo. Pero en la lectura escolar, solamente habían aprendido – ella y sus compañeras de clase – a buscar la respuesta a cada pregunta del taller escolar, sin leer lo que la teoría enunciaba ni a qué preguntas filosóficas - que Sofía empezaba a plantearse -, respondía. Es a esto a lo que nos referimos como la carencia fundamental de contacto positivo con lo académico: en el contacto con los textos no reconocen sino otra tarea rutinaria que deben evitar. Los numerosos juegos y estrategias que continuamente se usan en los salones de clase, no son sino la expresión de que estos adolescentes no pertenecen al mundo académico. Sin embargo, los profesores que los reciben en la universidad, no reconocen los cambios y por tanto no buscan estrategias para ayudarles a interesarse en la cultura académica. En lugar de analizar la situación y tomar acciones al respecto, la comunidad académica no reconoce que los jóvenes que nos llegan actualmente tienen una relación inadecuada con los textos: muchos no están interesados en leer y otros solamente quieren lecturas recreativas, pero rechazan aquellas que les exigen esfuerzo, que demandan un trabajo intelectual. Sólo que a nivel universitario los textos propuestos requieren de un lector formado, disciplinado, que no solamente busque entretenerse. Como decía Estanislao Zuleta “Leer no es recibir, consumir, adquirir; leer es trabajar.” Por lo que si estos jóvenes no aprenden cómo se lee para pensar, no podrán hacer aprendizajes significativos, transformadores. Al no diagnosticar la dificultad, ni reconocer su responsabilidad en enfrentarla, tanto el currículo como los profesores fracasan, pues se limitan a exigir semanalmente lecturas arduas y muy extensas, dejando a sus estudiantes solos para vencer su dificultad. No hay interés en acompañarlos para seducirlos con una lectura apasionante y apasionada, comentada, ampliada, que les demuestre que el esfuerzo de conquistarla vale la pena. Los abocan a una lectura en solitario, sin acompañantes para descifrar los textos, y con la responsabilidad de escribir reseñas sobre lo que no han comprendido. Estos adolescentes cursaron todo su bachillerato sin hacer mayores esfuerzos, pues son producto del decreto 230 de 2002 o “promoción automática”, además de estar acostumbrados al facilismo e inmediatez de los productos comerciales para el entretenimiento y el ocio. Para ellos la exigencia de la lectura ardua se convierte en “un trabajo forzado”, en lugar de ser el medio a través de cual aprenden a pensar, a conocer lo que muchos pensadores y científicos han producido, a fundamentar sus ideas para aprender cómo se piensa en su disciplina, y cómo se plantean y analizan los problemas. Pero la enseñanza universitaria ha asumido – implícitamente - que ese no es su problema; algunos profesores se limitan a quejarse del pésimo nivel de lectura de sus alumnos; otros, les ponen lecturas excesivamente complejas, considerando que “a las malas” – bajo coacción, aprenderán. Al parecer, responsabilizan a los 40 alumnos de no saber leer y de no disfrutar con el reto de leer a los autores. No se preguntan qué ocasionó este problema ni cómo podrían contribuir a su solución. ¿De dónde toman nuestros estudiantes sus referentes culturales? Pocos piensan en que el bachillerato ya no ofrece los referentes básicos de la civilización occidental, y ni siquiera de la historia y sociedad locales. Los adolescentes toman sus referentes de lo que está de moda en su cultura de pares: películas y programas de TV, videos de youtube, trinos de tweeter. Pero los medios masivos simplifican y despojan las actividades humanas de su riquísima complejidad y reducen los matices de los personajes y situaciones reales. Ahora bien, es asombroso que esto se pueda hacer con relatos ricos que conectan poderosamente con los afectos de los jóvenes. Quienes usan activamente estos medios, de hecho tienen una gran riqueza en saberes y referentes; así no sepan de dónde salen ni a qué clásico están siguiendo. Adquieren datos, pero totalmente descontextualizados. ¿Qué experiencias de lectura grata han tenido? Ninguna. La regla general son lecturas forzadas en la educación básica y de resúmenes bajados de internet en secundaria, tan pronto como se puede manejar google. ¿Qué es para algunos estudiantes elaborar un trabajo? - ¿Para qué se va a poner uno a escribir más? Si ¡todo lo que a uno le piden lo puede encontrar ya hecho! - “No me parece justo que me anule el trabajo sólo porque es bajado... Igual lo entregué y ¡eso es lo que importa! ¿No?” Los escolares aprendieron que el colegio es para pasar buenos ratos con los amigos y que las exigencias de los profesores se pueden burlar. Porque, en últimas, las enseñanzas escolares no son valoradas, y el bachillerato ya no es vivido como un período de formación en los saberes de nuestra cultura y en incorporar los valores culturales que rigen la vida social. Es por esto por lo que quienes se gradúan en colegios de estratos medios y populares han interiorizado prácticas y principios que no implican aprecio por el trabajo intelectual, ni interés por el legado cultural que se transmite mediante la escritura. De allí que nuestra labor en los cursos de Vida Universitaria busque ante todo romper la actitud de indiferencia o rechazo hacia la lectura, así como la falta de interés de los nuevos estudiantes en el conocimiento en sí mismo. Pero igualmente debemos incidir en el conformismo de algunos profesores, quienes, al parecer, creen que un candidato a grado no requiere escribir un informe claro y bien sustentado que explique lo que hizo como trabajo. Es lo que expresa un estudiante en 8° semestre de ingeniería, matriculado en Vida Universitaria II: -¡Uff, si no paso por este curso, mi director de 41 trabajo de grado me hubiera podido graduar; ¡sin yo hacer nada! ¡Es que él ya me lo tenía aprobado! Comentaremos algunas experiencias que nos demuestran que, si se llevan las conversaciones en clase por los caminos apropiados, se les puede convencer de probar de vez en cuando algo nuevo –es decir algo muy viejo o difícil o extraño- y que corran el riesgo de disfrutarlo. Algunas de nuestras experiencias nos han mostrado cómo acercamientos creativos pueden gestar verdadera curiosidad y gusto por temas y textos que son vedados en la vida de los estudiantes “normales”. Leer con ellos unos cuantos diálogos del Don Juan, de Molière, basta para mostrarles a algunos que la letra escrita puede ser cómica, ligera y exigente a la vez, hasta el punto de hacerles pronunciar palabras graves, inusitadas tales como “Profe, ¿esto lo encontramos en la biblioteca?” Pregunta que solo surge cuando se habla de textos con ejercicios obligatorios. El trabajo con el Don Juan, en particular, consistió en acompañarlos a leerlo, pero no como lectura individual y solitaria sino en función de lo que es: una obra de teatro. La premisa era, por tanto, leerlo interpretando a los personajes. Los estudiantes entonces procedieron a leer y rápidamente se dieron cuenta de que necesitaban más información para entender los diálogos, y empezaron a preguntar por una u otra palabra. Después de responder con ayuda del profesor y del diccionario las preguntas acerca del vocabulario, empezaron a surgir otras.. “Y si Esganarel es un criado, ¿por qué es tan miedoso? ¿No se puede ir?” Lo que permite comentar las diferencias entre los tipos de servidumbre de la época... y así hasta que finalmente el fragmento se puso en escena y causó sonrisas y carcajadas. La lectura no se conforma entonces como un ejercicio de comprensión, sino de creación de sentido, de acercarse al texto no como contenido, sino de contacto con el sentido o los sentidos que el texto produce. El resultado puede ser inesperado en términos de la riqueza de las conexiones que se pueden hacer con ellos, conexiones en donde se puede sacar a relucir, con permiso académico, ese saber amplísimo y despreciado que es la cultura popular de los estudiantes. Tal vez, si se aborda, se les pueda permitir a ellos descubrir que las novias de los “traquetos” existen en la narrativa occidental al menos desde Las preciosas ridículas; una analogía a la que llegaron ellos mismos después de penetrar tras el velo del lenguaje arcaico, y pensar fugazmente en que otras cosas que ellos creen son modernas, en realidad son antiguas tradiciones narrativas que se han abstenido de conocer, porque nadie se los ha presentado ni enseñado a disfrutar. Como ejemplo, retomemos dos experiencias más que transformaron sus expectativas frente a la cultura escrita. Al centrarnos tan solo en los aspectos formales de la lectura y la escritura de textos académicos, les cerramos la puerta al disfrute de crear con las palabras mundos imaginados. Muchos jóvenes no han tenido esta experiencia. ¡Pero sí cuentan con un mundo 42 inmenso de referentes que explotar! En esta búsqueda, se decidió en alguno de los cursos a nuestro cargo, explorar lo que ellos son capaces de hacer si se retira la presión de hacer uso de sus habilidades solo en el terreno académico. Se les pidió re-narrar un cuento clásico infantil en un formato de televisión o cine, tarea de la cual una de las más hermosas producciones fue “Caperucita roja, un cuento de terror.” Pero no fue hermosa por su valor estético o su ejecución, ambas difíciles y con una buena dosis de errores, sino por la búsqueda de la estudiante que la compuso. Ella se dio cuenta, gradualmente, de sus diversas fallas y de las exigencias de la tarea; y lo hizo de tal manera, que disfrutó cada paso, porque su ignorancia nunca se le presentó como un fallo, sino como un reto. A través de varias lecturas, primero en grupos y luego frente a todo el grupo, en un ejercicio de crítica colectiva, se hizo evidente primero, que hay que leer la famosa caperucita, que todos hemos escuchado nombrar - pero que ellos nunca habían leído -, luego hay que ver cómo se asusta a alguien con palabras escritas -para lo cual hay que leer cuentos de miedo- y finalmente hay que pulir eso hasta que sea legible y comprensible para otros. Es decir hay que pensar en los implícitos del texto de manera explícita. ¿qué quiero hacer, a quién se lo quiero hacer, cómo lo puedo lograr? Y de acuerdo con esto, formarse, buscar referentes en los autores así sea como modelo o por el estilo. Efectivamente, el conde Drácula de Bram Stoker ya no les produce tanto miedo, pero algo causa... Poco a poco, el contenido, la forma y la ejecución fueron pulidos y transformados hasta llegar a un texto muchísimo mejor de lo que ella se había creído capaz de producir hasta entonces; un texto que se convirtió en un orgullo personal y grupal hasta el punto de que el grupo voluntariamente lo convirtió en una obra de teatro en cuyo montaje participaron todos. Forzar la lectura no acompañada de textos académicos - por otra parte, escritos en mala prosa, sólo conduce a detestar la lectura. Esto lo comprobamos al leer “La memoria” texto de Psicología Cognitiva de Allan Badeley, que los estudiantes de Psicología leen en el curso Procesos Psicológicos Básicos, de 2º semestre. Esta es la otra experiencia de lectura con estudiantes que queremos compartir con ustedes. Se trata sencillamente de los esfuerzos de los estudiantes por acercarse a un tema, pasando a través de un texto que les resultaba aterrador. Con ese adjetivo no juzgamos aquí la calidad de la escritura del gran estudioso de la memoria humana, sino la reacción de sus lectores más inexpertos. El texto es una hermosa radiografía de la construcción del conocimiento según los parámetros de las ciencias duras occidentales. Badeley se interesa en algo, formula una pregunta, intenta responderla con un experimento; el experimento le muestra que el problema es más complejo de lo que él pensaba; replantea la pregunta, hace otro experimento y así durante años y años de investigaciones resumidas en 60 páginas, de las cuales nuestros aprendices - mal entrenados por los manuales y los textos escolares -, no logran sacar sino un asomo de verdad, ya que no saben leer un texto en el que el autor no defiende una sola idea, sino que compara varias y cambia de opinión; ellos, recordemos, no aprendieron en el colegio y en el Pre-Icfes a leer, sino 43 a buscar información. Por lo tanto, prefieren leer las conclusiones para saber a qué idea llega, ignorando con tedio la búsqueda de toda una vida de pensamiento activo. El trabajo que hicimos en clase con este texto nos permitió mostrarles cómo el escrito no era malo, como a ellos les parecía, y que de hecho contenía información mucho más rica de lo que a primera vista dejaba traslucir. Logramos leerlo buscando al autor, tratando de averiguar quién era, qué claves nos daba para saber qué quería de sus lectores; y se produjeron largas y complejas discusiones acerca del sentido y doble sentido de las palabras. El trabajo pasó por varias fases, la primera de las cuales fue definir un vocabulario básico que les permitiera leer de corrido; esto tomó varias sesiones. Luego se empezó a buscar la estructura de cada párrafo en torno a su lugar dentro del texto mayor; hasta poder definir, desde la manera como estaban escritos, los textos que tenían información concreta de los otras modalidades de subtexto encontradas y cómo los enlaces entre las partes generaban relaciones, ciclos, secciones y estos revelaban intenciones. Finalmente se logró empezar a enseñarles qué indicadores se podían encontrar en el texto que mostraban relaciones entre las ideas expresadas y aquellas cosas que no se dicen, pero que están ahí. Pudieron entonces entender quién era Alan Badeley a través de lo que esperaba de sí mismo como investigador, de la manera como hablaba de sí mismo y del tema que estudiaba, de cómo veía el mundo cuando escribió ese texto y por tanto, darles el justo y merecido lugar que debían tener -autor y producto intelectual- en su formación. Lamentablemente poco después de este trabajo se hicieron en privado cálidas reconvenciones en contra de continuarlo… después de todo, la clase en la que finalmente ellos trabajaron el texto con el profesor del otro curso había expuesto la fragilidad de los conocimientos de quien lo había puesto como tarea y el resultado amistosamente fue calificado de “estar creando monstruos” – es decir, lectores analíticos, y eventualmente ¡críticos! Que podían y de hecho sentían como su deber, buscar en su profesor respuestas a preguntas que en el texto no estaban pero que su lectura había despertado. En Universidad y Culturas ¿qué hacemos al respecto? Nuestro modelo de trabajo busca retomar lo que los estudiantes traen como actitud y relación con los textos escritos, para a partir de allí reconstruir o transformar su relación con la cultura escrita. Si nos centráramos en lo que deberían traer, correríamos el riesgo de reforzar su mala relación, de aumentar sus resistencias. Creamos situaciones y talleres en los que puedan abordar la lectura y la escritura de la manera más positiva, siempre en comunidad de práctica, que acompañamos; donde ellos se exponen sin temor a la burla. Exploramos su saber y sus dificultades para conocer cómo invitarlos a participar de esa experiencia privilegiada que es el disfrute de un buen texto. Por ejemplo, un curso de Comprensión y producción de textos se 44 centró en los afectos que se pueden despertar en los estudiantes usando lecturas de autores que ellos desconocen, pero que les pueden ayudar a verse a sí mismos, a su generación, o su mundo, de otra manera. Leer no es una tarea, una obligación, es un requisito para la mente del estudiante y revela mucho, del lector y de los autores, pero solo si se hace un compromiso de dejarse tocar por la palabra del otro. Es necesario que los cursos en general permitan a los jóvenes comprender que leer y escribir en la universidad se relaciona más con la curiosidad que con el método. Que para apropiarse del sentido de leer y escribir en el mundo académico, hay que disfrutarlo con quienes piensan, conversan y se expresan como académicos. La lectura y la escritura posibilitan acceder al conocimiento, si y sólo si en ello hay goce, y no sólo deber, obligación, aburrimiento. Debido a que, como lo hemos dicho, los profesores con frecuencia perdemos de vista los afectos que subyacen al gusto de dominar la lectura y de escribir bien. Si ignoramos tales aspectos afectivos, se producirán o se reforzarán los rechazos y bloqueos. Y entonces, ¿qué tipo de profesionales estaremos formando, si no saben escribir un proyecto o un informe, ni les gusta leer para actualizarse en su profesión? Referencias Calidad de la educación superior en Colombia también tiene estrato. (Febrero 23 de 2012). El Tiempo. Disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-11203162 45 2.3 Jóvenes universitarios, cultura escrita y tecnocultura: Análisis de los resultados arrojados por la encuesta en una investigación sobre lectura, escritura, conocimiento y tecnocultura en la universidad2. Profesores Alejandro Ulloa Sanmiguel, Investigador principal; Giovanna Carvajal Barrios, Coinvestigadora, Escuela de Comunicación Social, Facultad de Artes Integrdas Introducción Durante los últimos 20 años en Colombia se han realizado una serie de estudios sobre la lectura y la escritura, derivados de los desarrollos conceptuales de la lingüística textual, la semiótica discursiva y la sicología cognitiva. En tales investigaciones se han abordado tanto los procesos de producción y recepción textual como los procesos pedagógicos en la institución escolar. Así mismo, se ha dado mayor énfasis a la lectura que a la escritura. Sin embargo, poco se han considerado la lectura y la escritura en tanto prácticas sociales diferenciadas como expresiones de la cultura escrita, concepto ampliamente debatido en el ámbito internacional (Goody y Wat, 1962; Havelock 1963, 1991, 1996; Ong, 1994; Olson, 1991, 1994, 1995; Ferreiro, 1999; Chartier, 1999, Percival Leme Britto, 2003) pero cuya resonancia e incidencia en nuestro medio académico ha sido más bien limitada, por no decir nula. Así lo indica la revisión de la bibliografía disponible en nuestro país, que nos indica también la poca importancia que se le concede, desde un punto de vista teórico y metodológico, a los medios de comunicación social y a las nuevas tecnologías informáticas en tanto mediaciones culturales del conocimiento y el aprendizaje. En su lugar, los medios y las nuevas tecnologías han sido reducidos a meros instrumentos didácticos o a referentes temáticos en el currículo escolar. Así mismo, se les atribuye, particularmente a la televisión y a los juegos electrónicos, buena parte de la responsabilidad del fracaso académico de los estudiantes. Es sólo desde esta perspectiva instrumental que las tecnologías de información y comunicación –TICS- (viejas y nuevas) han sido incorporadas como objeto de análisis en algunos estudios y en muchas propuestas pedagógicas. En un afán por encontrar soluciones inmediatas y eficaces, dicha perspectiva ha ignorado trama de relaciones sociales en las que transcurren los usos y las prácticas reales donde las tecnologías adquieren sentido para los usuarios, generan nuevos saberes y modifican hábitos y comportamientos, todo ello como expresión del cambio cultural propiciado por el desarrollo tecnológico de la sociedad pos-industrial a finales del siglo XX y en la transición al siglo XXI. 2 Investigación realizada por el grupo Escritura, Tecnología y Cultura, integrado por los profesores Giovanna Carvajal Barrios, Griselda Gómez Friez, Carlos Patiño Millán y Alejandro Ulloa Sanmiguel, de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Valle. Esta investigación, realizada entre los años 2003 y 2004, fue financiada por COLCIENCIAS y la Universidad del Valle y contó con la asesoría estadística del sociólogo Alberto Carvajal, profesor de la misma institución. 46 Así como se desconoce el concepto de cultura escrita, los estudios realizados suelen trabajar con una noción implícita de la escritura, en su acepción común, sin preocuparse por elaborar una categoría para el análisis de los problemas implicados. Desde nuestra perspectiva, concebimos la escritura como una tecnología de comunicación e información 3 (la más antigua de todas), que hoy en día se relaciona con los más media y con las nuevas tecnologías, en diferentes contextos, grados y niveles de articulación. Los diagnósticos hechos sobre los problemas de lectura y escritura en los estudiantes colombianos (orientación predominante también en otros países de América Latina) reducen la complejidad de los fenómenos a su dimensión lingüística y pedagógica, subvalorando la densidad de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías en cuanto escenarios de transformación cultural, e instancias de socialización, de educación informal y desescolarizada. De otro lado, se ha subestimado también la importancia del origen social de los estudiantes y de su capital cultural, como variables que generan modos desiguales de relacionarse con la cultura escrita y con las TICS. De tales diagnósticos se ha derivado la idea según la cual basta con mejorar los métodos didácticos e implementar nuevas estrategias mediante el uso de la lingüística textual para superar los problemas de lectura y escritura. Sin menospreciar los esfuerzos pedagógicos por mejorar la calidad de la docencia y de los procesos de enseñanza aprendizaje, consideramos indispensable lograr una comprensión más global de las transformaciones culturales que inciden en las prácticas de lectura y escritura y en los procesos educativos en general. De igual forma, es necesario comprender las múltiples maneras como se 3 Le debemos a W. Ong (1994) el haber desarrollado una idea de la escritura como tecnología de comunicación, que no se limita a explicarla como una mera herramienta o como un artefacto externo al ser humano. Desde un punto de vista externo, la escritura es un artefacto inventado por el hombre que reduce el sonido, invisible y efímero, a una forma visual y duradera en el espacio. El alfabeto representa el sonido asociado a un sentido, y requiere de instrumentos con qué escribir y sobre los cuales escribir, desde el uso de la arcilla y el papiro hasta el manuscrito, el texto impreso y la pantalla electrónica con sus implementos: el cincel, la pluma, el lápiz, el mouse y el teclado. Desde un punto de vista interno, la escritura implica una lógica con reglas, operaciones y procedimientos necesarios para ser utilizada a partir de una gramática común para distintos usuarios. Esta lógica debe ser interiorizada mentalmente en un proceso de enseñanza-aprendizaje pues la escritura no se aprende de manera “natural”, (como se aprende a hablar o caminar, aunque estos también son resultados de interacciones sociales), sino mediante una pedagogía mucho más compleja y prolongada. Para W. Ong, “las tecnologías no son sólo recursos externos, sino también transformaciones interiores de la conciencia, y mucho más cuando afectan la palabra…” (pág85). La adopción y uso apropiado de un artefacto supone la interiorización, por parte del sujeto, de la lógica de funcionamiento que hace posible el uso y la eficacia de la herramienta como tal. Esa lógica (que en realidad es una “gramática”) constituida por operaciones y procedimientos cognitivos debe ser aprehendida subjetivamente, es decir comprendida para poder ser utilizada eficazmente. Aunque, a nuestro juicio, no es el mero alfabeto, ni la escritura en general, sino la escritura producida en sus múltiples interrelaciones, la que constituye la dimensión subjetiva de la escritura como tecnología. En la medida en que las personas -y en un sentido más amplio la sociedad- interiorizan o incorporan dicha gramática a la subjetividad (que para el caso de la escritura literaria o de la canónica expositiva-argumentativa, corresponde a una gramática discursiva y una competencia comunicativa propias de la cultura escrita alfabética) la conciencia individual y colectiva se transforma o se reestructura. Hoy podríamos decir que se “reconfigura”. 47 articulan el desarrollo tecnológico y las prácticas de lectura y escritura, con la producción, conservación y transformación del conocimiento, campo de problemas en el que se inscribe nuestra investigación. En otras palabras, consideramos que la preocupación por encontrar soluciones pedagógicas no puede sustituir la necesidad de investigar más a fondo las determinaciones estructurales que afectan sensiblemente la educación y particularmente los modos de leer y escribir (sus relaciones con el conocimiento) dentro y fuera de los contextos educativos. El diseño de estrategias e innovaciones pedagógicas debe surgir de investigaciones consistentes en áreas específicas que contribuyan al logro de una visión integradora de los fenómenos analizados. Si bien compartimos el interés por los desarrollos teóricos de las ciencias del lenguaje y su implementación didáctica, también nos interesa, desde una perspectiva socio-antropológica, investigar las transformaciones en las prácticas de lectura y escritura vinculadas con el uso de las tecnologías de información y comunicación, en el contexto del cambio cultural contemporáneo, así como las formas desiguales de acceso y apropiación de la cultura escrita y de dichas tecnologías. En concordancia con lo anterior, la investigación “Escritura, conocimiento y tecnocultura en la Universidad” se propuso como un estudio exploratorio sobre las transformaciones en los modos de leer y de escribir de los jóvenes universitarios, la relación de tales cambios con el uso de tecnologías audiovisuales e informáticas, en tanto mediaciones de los conocimientos científicos, tecnológicos y humanísticos, con los cuales se desarrolla la formación profesional universitaria. Se realizó en la Universidad del Valle, con un grupo de 259 estudiantes de todos los programas académicos (jornada diurna y nocturna), y tuvo los siguientes objetivos: - Describir las prácticas de lectura y escritura que realizaban los estudiantes de segundo semestre en la Universidad del Valle, sujetos de la investigación, antes y después de su ingreso a la misma. - Analizar la relación de los estudiantes de segundo semestre de la Universidad del Valle con la televisión, y el computador, como dispositivos tecnológicos para el procesamiento y apropiación de conocimientos especializados. - Analizar el desempeño de los estudiantes de segundo semestre de la Universidad del Valle, en la lectura y escritura de textos expositivos-argumentativos, mediante la aplicación de una prueba de lectura y escritura. Para el logro del tercer objetivo diseñamos y aplicamos una prueba de lectura y escritura, cuyos resultados y análisis se exponen en el informe final de investigación presentado a COLCIENCIAS 48 y la Universidad del Valle4. Una primera versión fue publicada en la Revista Lenguaje de la Universidad del Valle4. Para el logro de los dos primeros objetivos diseñamos una encuesta compuesta por 53 preguntas, divididas en cinco capítulos: Datos sociodemográficos; Prácticas escolares de lectura y escritura; Lectura, escritura y formas de sociabilidad; Apropiación de conocimientos; Tecnocultura y conocimientos (computador y televisión). El presente artículo está dedicado, de manera exclusiva, al análisis de los datos derivados de la encuesta. 2. Cultura escrita Nos interesa, en primer lugar, diferenciar nuestro concepto de cultura escrita, de la noción tradicional de cultura letrada o “enciclopédica”. Para quienes se adscriben a ella, la cultura escrita alfabética supone, de un lado, una intensa relación con la escritura y la lectura, y por otro la inserción en una tradición donde leer y escribir constituyen prácticas fundamentales en la vida cotidiana de sectores de la sociedad para los cuales la presencia del texto (manuscrito, impreso o electrónico) y sus usos intelectuales, tienen un alto valor práctico y simbólico. Esta idea de cultura escrita alfabética tiene un carácter etnocentrista (por analogía a lo que Chartier llama el “etnocentrismo de la lectura” esto es, “la universalización de una forma de lectura que regularmente se corresponde con aquella que domina en los círculos intelectuales”), pues no todos los agentes sociales tienen las mismas competencias ni requieren de la lectura y la escritura para su desempeño social. Desde un punto de vista sicolingüístico, leer y escribir involucran complejos procesos mentales mediante la disponibilidad y el uso de los recursos (técnicos, informativos, lingüísticos, discursivos, cognitivos) y su aprovechamiento para pensar, interpretar y cuestionar los textos existentes y para crear nuevos textos. En otras palabras, no podemos reducir la cultura escrita alfabética a la idea tradicional de pensamiento ilustrado que supone la acumulación de contenidos informativos “universales” o “enciclopédicos” y que corresponderían a un saber declarativo (un saber qué acerca de algo). A diferencia de ello, entendemos la cultura escrita alfabética como un sistema de generación y transformación de conocimientos modales (un saber cómo) relacionados con el leer y escribir, como saberes específicos cuya práctica ejercida por grupos y comunidades, ha incidido significativamente en los cambios socioculturales operados en el mundo occidental. Para nosotros la cultura escrita alfabética occidental está conformada por los siguientes componentes: 4 La lectura y la escritura de los estudiantes universitarios: una investigación exploratoria, Revista Lenguaje, N°32, Escuela de Ciencias del Lenguaje, Universidad del Valle, noviembre de 2004, págs. 111 a 158. 49 1- Los inventos técnicos y sus usos (el alfabeto y la escritura -con sus cánones correspondienteslos manuscritos, libros y otros impresos, las bibliotecas, los archivos); 2-Las prácticas de lectura y escritura históricamente determinadas; y 3- Los conocimientos en tanto contenidos informativos (“saber qué) y en cuanto saberes procedimentales5 (“saber cómo”) para poder leer y escribir. La cultura escrita alfabética, aunque en un sentido amplio se remonta a la sociedad griega, se consolidó con la modernidad, gracias, entre otras cosas, a las transformaciones ocurridas a partir de la imprenta que propició el desarrollo de los textos impresos; pero también por las transformaciones en los modos de concebir la naturaleza, de “leerla” y describirla “objetivamente” por medio de la escritura, particularmente del texto descriptivo, que se inaugura con el empirismo y el racionalismo del siglo XVII (OLSON, 1994); y mediante el texto expositivo-argumentativo de la “prosa moderna”, característico del pensamiento filosófico y la ilustración. La cultura escrita alfabética, consolidada con la modernidad, y sobre la cual se erigió la escuela y el sistema educativo en occidente, configuró un canon6 como una singular manera de escribir, en tanto organización del texto, por parte de un autor, con propósitos comunicativos para un lector imaginado. A esa manera de escribir le corresponde un modo de leer determinado por la estructuración del texto dada por un autor y las marcas verbales que éste le ofrece al lector para orientarlo en la comprensión, en el modo como debe tomar los enunciados (si en su sentido literal o metafórico; si como afirmación o como ironía; si como real o como posible; si como pregunta o como duda). Así mismo, tales marcas le facilitan al lector reconocer las unidades de sentido comprendidas en los signos de puntuación; diferenciar el discurso directo del discurso indirecto y del indirecto libre como modos de ser la paráfrasis; entender sus implicaciones semánticas y pragmáticas en la interpretación de lo escrito; reconocer el uso y el 5 Para la definición de conocimientos semánticos y modales, categoriales y procedimentales, ver A, J, GREIMAS, J, COURTÉS, Semiótica, diccionario razonado de la teoría del lenguaje, Editorial Gredos, Madrid, 1982. 6 Definimos el canon en la cultura escrita alfabética occidental, como una instancia de control social y simbólico para la producción, circulación y recepción de los textos escritos. El canon de escritura está determinado por las instituciones que legislan y reglamentan los modos como los textos deben ser producidos en su dimensión lingüística: las academias de la lengua, las gramáticas y los diccionarios que regulan la norma gramatical y la ortografía en lo que llamamos la dimensión lingüística de la escritura. Así mismo, los editores y jefes de redacción, los comités editoriales y los manuales de estilo que funcionan como agencias de vigilancia y control para legitimar las formas como se debe escribir en una época, para un público, por un medio o en un soporte determinado, tal como sucede en los medios de comunicación y en eventos de carácter académico (periódicos, revistas, concursos, congresos, etc). De igual manera, el canon está determinado por la naturaleza misma de la enunciación escrita, que a diferencia de la enunciación oral se fundamenta en lo que proponemos llamar la hipótesis de la doble ausencia: la del lector cuando el autor escribe y la del autor cuando el lector lee. Con el surgimiento y el predominio de las tecnologías de información y comunicación, el canon se ha ido modificando, pues se han incorporado nuevos elementos establecidos por la racionalidad del computador y del internet. Si muchos de los elementos del canon fueron introducidos durante los cinco siglos de dominio del soporte impreso, en la actualidad el soporte electrónico está dando lugar a nuevas propiedades del canon. En la red se puede observar, por ejemplo, la confluencia de textos escritos según el canon, con textos que lo niegan o lo desconocen. 50 valor de los deícticos en la identificación de la referencia, en las formas de asegurar la cohesión léxica y la cohesión gramatical para propiciar la inferencia a la hora de leer aprovechando los saberes que el lector pone en juego; reconocer los marcadores de la fuerza ilocutiva y la delocutividad (la orientación argumentativa) de los enunciados; distinguir los enunciadores que integran la polifonía de un texto, para no atribuir a uno los enunciados de otro; comprender las referencias intertextuales y su función semántica en la creación de un contexto al interior del texto; diferenciar las formas de organización superestructural del texto y familiarizarse con el léxico propio de la escritura especializada. Todos estos son recursos lingüísticos, discursivos y cognitivos constitutivos de los cánones construidos históricamente por la cultura escrita alfabética y a su vez, corresponden a procesos de pensamiento que se fueron perfilando, definiendo y consolidando, durante los últimos cinco siglos, dando lugar a un modo de leer específico, canónico y etnocentrista. En otras palabras, esos modos de leer y de escribir, corresponden a saberes procedimentales que junto con los saberes enciclopédicos configuran nuestra noción de cultura escrita,-como la hemos definido-diferente a la noción tradicional de "cultura letrada" o "enciclopédica". Para quienes se adscriben a ella, la cultura escrita alfabética entraña una transformación cognitiva, no tanto por la suma de contenidos informativos más o menos universales que se acumulan, sino por el sistema de conocimientos prácticos que se requieren para poder leer y escribir canónicamente. Pues bien, esa cultura escrita alfabética que en nuestro país sólo fue privilegio de las “élites cultas e ilustradas", en determinados periodos de nuestra historia, y cuyos intentos de expansión fueron siempre limitados, es la que está actualmente en crisis, no sólo en Colombia sino en el mundo donde ella ha reinado. 3. Tecnologías y tecnocultura En lugar de ver las tecnologías como aparatos o como herramientas externas al cuerpo o como un sistema aislado, nos interesa verlas en su dimensión subjetiva, es decir, en relación con los cambios cognitivos que se producen individual y socialmente, y las maneras como esos cambios intervienen en la transformación de las prácticas sociales, sin olvidar que las prácticas sociales a su vez participan en la generación de las transformaciones del conocimiento. Llamaremos tecnocultura a la racionalidad propia del funcionamiento y el uso eficaz de todo dispositivo técnico, racionalidad que se incorpora a la subjetividad así como los aparatos se incorporan a la vida cotidiana, en tanto extensiones del cuerpo. Así entendida, de modo muy general, la tecnocultura designa lo aprendido (los conjuntos de saberes qué y saberes cómo), los usos, y el proceso de transformación cognitiva, o sea la interiorización de los diversos sistemas de saberes necesarios para la puesta en funcionamiento y empleo de las herramientas o de los inventos técnicos, cosa que en el último siglo alcanzó grados inimaginables de funcionalidad, sofisticación y eficacia. 51 Ahora bien, con respecto a las tecnologías de la palabra y la comunicación que son las que nos interesan, la tecnocultura en un sentido amplio se remonta entonces a la invención del alfabeto y el desarrollo consecuente de la escritura y la lectura. Y en un sentido más restringido, comprende la lógica o la racionalidad tecnocientífica -y política- que durante los últimos siglos, con la consolidación de la escritura canónica en occidente, llega a ser constitutiva de la subjetividad moderna, y más recientemente con el advenimiento de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías cuando se configura la tecnocultura contemporánea. La tecnocultura, al igual que la cultura escrita, comprende los artefactos en tanto herramientas, los conocimientos para crearlos y para utilizarlos, las prácticas y los usos de las herramientas y de los conocimientos asociados a ellas. Planteamos, entonces, la existencia de las nuevas tecnologías y la cultura tecnológica que les es propia, al lado de la escritura alfabética como una tecnología y una institución que coexiste en el tiempo y en el espacio con aquellas, en el marco de otras instituciones sociales. Asumimos de entrada que esa coexistencia es, en las actuales condiciones históricas, conflictivas y complejas aunque podamos identificar diferentes tipos de relaciones y articulaciones entre ellas. Así mismo, es posible considerar que la tecnocultura contemporánea corresponde a una nueva mediación cognitiva distinta de la cultura escrita y hasta cierto punto independiente de ella pero, igualmente, poderosa y transformadora. En cuanto estructura cognitiva, se expresa en la capacidad para usar técnicamente los equipos, operar los distintos software, las aplicaciones y toda clase de herramientas informáticas; aunque también se manifiesta en los discursos y representaciones sociales de las tecnologías, en las nuevos formas de percepción de lo real y en las nuevas modos de sociabilidad que mediatiza. Al igual que en la cultura escrita, en la tecnocultura, debemos considerar grados diferenciados de conocimientos, desde los más simples, puramente operativos, hasta los más complejos. En otras palabras, la tecnocultura contemporánea designa el sistema de conocimientos semánticos y procedimentales para utilizar creativa o funcionalmente las herramientas puestas a disposición en sus respectivos ambientes y mediante determinadas prácticas. Los nuevos saberes desplegados por la tecnocultura en el ámbito familiar, escolar o laboral, constituyen sin duda una nueva forma de conocimiento inédita en la historia de la especie humana. Hoy sabemos que buena parte de la tecnocultura contemporánea se ha aprendido informalmente por fuera de la escuela: en los juegos de video, ubicados en lugares públicos o domésticos; en los usos de las tecnologías informáticas para diversos fines; en el empleo de cámaras y equipos de sonido; en la telefonía celular, en el cajero automático, etc. De igual modo, reconocemos que las nuevas tecnologías favorecen el desarrollo de algunas destrezas y habilidades procedimentales, difíciles de lograr con los medios tradicionales, diferentes a las 52 que exige y promueve la cultura escrita alfabética. También que están relacionadas de manera directa con la distribución del conocimiento en una sociedad cada vez más globalizada y que por lo tanto su relación con los procesos de formación escolar es innegable. En síntesis, aunque en muchos casos la formación de los jóvenes en la tecnocultura puede estar asociada a la recreación y el entretenimiento, en interacciones informales y más o menos espontáneas, antes que vinculada a la apropiación de saberes académicos, de tales interacciones se derivan saberes procedimentales básicos y conocimientos semánticos que pueden ser aprovechados en los procesos pedagógicos escolarizados. Por ello, consideramos fundamental pensar la tecnocultura contemporánea al lado de la cultura escrita (como mediaciones cognitivas que son) y analizar sus tensiones y sus posibles articulaciones al interior de los proyectos educativos. Así mismo, al abordar la relación entre cultura escrita y tecnocultura, es importante asumir la contradicción entre el potencial uso democratizador de las Tics -que tanto se pregona- y las condiciones económicas y sociales que en países como el nuestro impiden dicha democratización. 4. Los estudiantes universitarios y su relación con la cultura escrita y la tecnocultura (Hipótesis) En el contexto de la modernidad, que da origen a la institución escolar, la cultura escrita alfabética constituye una mediación cognitiva indispensable en los procesos de apropiación, transformación y producción de los conocimientos escolarizados. Se trata de asumir como hipótesis de trabajo, que actualmente, bajo el predominio de los medios de comunicación y de las TICS, la cultura escrita está siendo “erosionada” en sus distintas manifestaciones, aunque ello no signifique su desaparición. Así mismo, consideramos que, si bien, históricamente la educación se erigió bajo la égida de la cultura escrita, los estudiantes que hoy ingresan a la universidad, en su gran mayoría, han tenido un vínculo muy precario con la cultura escrita y con sus cánones, mientras por otro lado están viviendo una intensa relación con las tecnologías audiovisuales y con las TICS, especialmente en el caso de los sectores privilegiados. Los problemas de lectura y escritura de los estudiantes universitarios7 -identificados, recolectados y clasificados a partir de una observación empírica- serían los indicios más evidentes de esa precaria relación con la cultura escrita. Se trata de problemas manifestados en el desempeño de los estudiantes al leer y producir, entre otros, discursos de carácter expositivo-argumentativo. Este hecho es significativo, pues a través de esta clase de textos la cultura escrita ha materializado, reproducido y conservado los conocimientos, para su 7 Nos referimos, por un lado, a un corpus construido durante aproximadamente diez años de trabajo docente en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Valle y que sirvió como punto de partida para nuestra investigación; y por otro lado, a los resultados arrojados por las pruebas diseñadas y aplicadas para el estudio. 53 recreación y transformación (sin detrimento de los textos narrativos y de los lenguajes no verbales que también han contribuido a la creación y conservación del conocimiento). Diversos estudios en países de América Latina (Percival Britto, 1983; Pécora, 1984; Parodi y Núñez, 2002, Silvestri 2001, Ramírez, 2002) han encontrado tipos de problemas semejantes a los identificados en nuestra investigación. Por ello, podemos afirmar que las dificultades que presentan los estudiantes de distintos niveles de secundaria y universidad para la producción y comprensión de textos, no constituye un fenómeno aislado ni exclusivo de nuestro país. Incluso, aquello que nosotros denominamos la crisis de la cultura escrita se relaciona de algún modo con lo que H. Bloom (2000) y A. Petrucci (2001), han llamado la crisis del canon de occidente, aludiendo a Norteamérica y Europa Occidental. Ahora bien, la situación de la cultura escrita en Colombia estaría relacionada con, por lo menos, dos factores diferenciados pero interrelacionados: el primero de ellos es, la tardía expansión social de la cultura escrita alfabética promovida fundamentalmente por la institución escolar, realmente masificada sólo después de 1930. Este hecho es concomitante con el déficit en la cobertura educativa y consecuentemente con las altas tasas de analfabetismo que registra nuestro país. El segundo factor es el desarrollo de los medios de comunicación, particularmente de la radio y la televisión (que privilegian la imagen, la oralidad y el sonido) cuyo impacto socio cultural posiblemente sea mayor en contextos de limitada apropiación de la cultura escrita, como creemos que es nuestro caso. Estos fenómenos que, como ya se dijo, no se pueden explicar sólo a partir de las deficiencias en los métodos de enseñanza del lenguaje, ni desligar de su relación con las formas desiguales de acceso y apropiación de la cultura escrita, se relacionan con lo que hemos denominado el cambio cultural propiciado por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Dicho cambio (que reconocemos como una nueva fase de la tecnocultura) se expresa en modos diferentes de acceder al conocimiento y formas novedosas de interacción con lo escrito y con dispositivos diferentes al libro y otros impresos. El modelo de cultura escrita que hemos conocido se halla ahora sumido en un proceso de transformación cuyas fases de transición apenas podemos identificar. Así lo evidencian múltiples estudios en diversas partes del mundo donde se habla de la “crisis de la lectura”, del “fin del libro” y otras denominaciones afines que a manera de síntomas nos indican la complejidad del problema. El debate actual sobre la “crisis del libro y/o el declive de la lectura” es un tema que goza de amplia repercusión internacional, como anota el lingüista italiano Raffaele Simone: “se ha 54 llegado incluso a hablar de ‘desalfabetización’, es decir, de una pérdida gradual de la capacidad de leer” “Raffaele Simone, 2001, pág.88). Este autor se ha preocupado por llamar la atención sobre lo que, caracteriza como “una profunda transformación del estilo cognoscitivo”. De allí que en su libro intente mostrar “que lo que ha tomado el relevo en la formación de conocimientos no ha sido la televisión, sino algo más radical, es decir una modalidad perceptiva que he llamado visión no alfabética, la cual se aplica, entre otras cosas, al hecho de mirar la televisión y en general todo aquello que emite el vídeo.” (Raffaele Simone, 2001, pág.88) Sostiene, además, “que la lectura está ligada a una determinada forma de inteligencia, y que, por tanto, si la lectura está en declive, también lo estará su inteligencia específica”. De forma más global, se propone defender esta tesis: el declive internacional, no solo de la lectura, sino también de la capacidad de leer marca el paso de un medio de adquisición de conocimientos a otro. Por lo tanto, no se trataría de un accidente ocasional, de un mero cambio en los hábitos o en las costumbres intelectuales, sino de una de esas transformaciones profundas que solemos caracterizar como un proceso de cambio cultural. Como todo proceso de cambio cultural, el distinguido por Simone como “cambio en el estilo cognoscitivo” implica transformaciones en el orden de las representaciones, los discursos y los modos de realizar las practicas ligadas a lo que provisionalmente podemos llamar el “viejo orden cultural centrado en el libro”, puesto en una situación de crisis que se manifiesta, entre otras cosas, por la emergencia de nuevas representaciones que devalúan saberes tradicionales; de nuevos discursos que valorizan las nuevas tecnologías; y, sobre todo, de nuevos modos de llevar a cabo determinadas prácticas, entre ellas, la lectura y la escritura. Así por ejemplo, en el caso que nos ocupa, la producción, el procesamiento y la transmisión de conocimiento ya no se realizan de manera exclusiva a partir de las prácticas de la lectura y la escritura en el soporte impreso, pues desde finales del siglo XX la conjunción de medios audiovisuales con tecnologías informáticas dio lugar a lo que Simone considera la entrada en la “Tercera Fase” de la historia de los modos de conocer.”8, bajo el predominio de la imagen en esas mediaciones. En síntesis, la cultura escrita estaría siendo desplazada por esta nueva fase de la tecnocultura. 8 “La primera Fase coincidió con el invento de la escritura, que permitió fijar con signos escritos las informaciones en un soporte estable, liberando a la memoria individual y colectiva del peso de una enorme cantidad de datos, que, hasta entonces tenían que ser registrados en la mente. La conciencia de la importancia de este cambio debió de ser dramática, pues el origen de esa fase estimuló hasta los análisis de Platón, que en el Fedro dedicó detalladas reflexiones sobre las ventajas y desventajas de la escritura”. (Para más detalles, ver el cap., 5 del libro La Tercera Fase, del mencionado autor.). La Segunda Fase comenzó veinte siglos después con el invento de la imprenta, “la revolución inadvertida” (...), la cual hizo del libro, hasta entonces carísimo e irreproducible, un bien de bajo precio y casi popular, que permitía a un público vastísimo el acercamiento a textos que hasta entonces sólo podía oír contar oralmente. Este descubrimiento modificó profundamente diferentes aspectos de la vida cultural y social, como lo demostró Eisenstein (1979) detalladamente. Dada la importancia revolucionaria que adquirió, el libro ha sido durante muchos siglos una especie de símbolo del conocimiento y de la cultura”. “A pesar de sus aparentes diferencias, estas dos Grandes Fases tiene un aspecto en común. Las transformaciones que conllevaron influyeron en las dos caras de una misma operación: escribir y leer. Esta operación, que hoy nos parece obvia y natural, no les 55 Además de lo relativo al cambio cultural por el que estamos atravesando, consideramos importante el papel del grupo familiar (especialmente como escenario de sociabilidades que involucran o no la lectura y la escritura de textos); de las industrias culturales ligadas de manera directa a medios de comunicación masiva (radio y televisión, especialmente) y el rol de las nuevas tecnologías en cuanto redes de circulación de toda clase de saberes que, por lo mismo, cumplen una función educativa no escolarizada. Acogemos la tesis de Simone, en el sentido de que estamos asistiendo a una transformación del sistema cultural, con hondas repercusiones en las relaciones con el conocimiento; con impactos en el sistema escolar y en otras formas de sociabilidad que en la cultura escrita favorecieron las prácticas de la lectura, la escritura y el intercambio de conocimientos. Esto afecta de manera más directa a las nuevas generaciones inmersas, desde su nacimiento, en un entorno mediático y tecnológico –sobre todo en sectores privilegiados- caracterizado por el predominio de lo que Simone llama la “cultura de la escucha” y de “la visión no alfabética”. Además de las dificultades de lectura y escritura de los estudiantes de educación media y universitaria -evidenciada por diferentes estudios-, existe otro indicio de la crisis de la cultura escrita. Nos referimos al desplazamiento y la pérdida de importancia en los colegios, de espacios y actividades extracurriculares asociados con la lectura y la escritura (centros literarios, clubes de lectura, concursos de oratoria y declamación, etc.), en contraste con el auge, en la vida de los jóvenes, de otras prácticas vinculadas con los medios de comunicación y las TICS (participación en emisoras escolares, chats, empleo de imágenes y sonidos), donde predominan formas de comunicación oral y audiovisual sobre la expresión escrita. Para indagar empíricamente sobre los modos de relación y apropiación de la cultura escrita y de las TICS (dentro y fuera del espacio escolar), en tanto mediaciones para la asimilación de conocimientos, fue necesario el diseño de la encuesta como uno de los componentes de la metodología implementada. A continuación presentamos aspectos generales sobre su aplicación, para luego iniciar la exposición de los resultados derivados del análisis. 5. Sobre la composición de la muestra La selección de la muestra poblacional se hizo con base en los datos suministrados por la oficina de Registro Académico de la Universidad del Valle, para identificar a los estudiantes de segundo semestre, hombres y mujeres entre 16 y 20 años de edad, que ingresaron en el año 2002. Resultaron 1757 estudiantes de segundo semestre, de los cuales se seleccionó una muestra pareció tal a los filósofos clásicos: ellos se daban cuenta mucho mejor que nosotros de que, para la formación y conservación de los conocimientos, escribir y leer eran capitales.” R. Simone, op. cit., págs. 10 y 11. 56 aleatoria, estadísticamente representativa de los 54 programas académicos de pregrado existentes en la Universidad del Valle. El perfil definido obedeció a dos razones fundamentales: en primer lugar, se buscaba que los estudiantes seleccionados tuvieran un nivel común de escolaridad (segundo semestre de estudios universitarios), lo cual implicaba, a su vez, una reciente culminación de su bachillerato, pero también un primer contacto con la vida universitaria, con los conocimientos propios de su formación profesional, con los textos que deben leer y escribir como parte de sus labores académicas, así como con el uso –regular o esporádico- de las tecnologías de información y comunicación presentes dentro o fuera de la universidad. Así mismo, considerando que uno de los objetivos de la investigación fue conocer las prácticas de lectura y escritura de los estudiantes antes y después de su ingreso a la educación superior, así como el papel jugado por sus amigos, familiares y profesores en sus modos de leer y escribir, era importante que no hubiese transcurrido mucho tiempo entre su salida del colegio y su entrada a la universidad. En segundo lugar, era necesario que los miembros de la muestra tuvieran edades similares, y a partir de ello, compartieran ciertos referentes culturales, particularmente en lo que respecta a su cercanía con la televisión y a las nuevas tecnologías de información y comunicación (video juegos, computador e internet), teniendo en cuenta su pertenencia a diferentes estratos socioeconómicos. Finalmente, se seleccionaron 292 alumnos, previendo un margen de error del 10% por dificultades en la aplicación de la encuesta y las pruebas, inasistencia, deserción de los estudiantes o negativas a ser parte de la muestra. En definitiva, se aplicaron la encuesta y las pruebas, a un total de 259 estudiantes, con un nivel de confiabilidad asumido del 95%. 6. Los sujetos de la investigación: datos sociodemográficos 6.1 Edad, género, procedencia y nivel educativo de los padres La mayoría de los estudiantes seleccionados (el 67,5%) tenían, al momento de realizarse la encuesta, entre 17 y 18 de años de edad. El 30.3% tenían entre 19 y 20 años y sólo el 2.3% contaban con 16 años. En cuanto al estrato socioeconómico, según información aportada por la oficia de Registro Académico y Matrícula Financiera de la Universidad, los estratos 1 y 2 suman el 38.2%, los estratos tres y cuatro el 56.2% y los estratos cinco y seis el 5.6%. Agrupados de otra manera, el 82% de la muestra corresponde a los estratos dos y tres9. 9 La distribución por estrato socioeconómico de la muestra es bastante aproximada a la composición de la población estudiantil de la Universidad del Valle en el año 2000, presentada por el profesor Jaime Escobar en su estudio sobre la caracterización socioeconómica de los estudiantes de esta universidad. En el año 2000, el 45% de 57 Con respecto a la composición por género, el 54.8% son hombres y el 45.2% mujeres. Del total, el 71.7% son de Cali, el 28.3% proviene de otras ciudades y sólo el 1% del exterior. Por departamento, el 85.7% de los estudiantes son del Valle del Cauca y el resto de otros departamentos. En síntesis, los resultados obtenidos en la investigación aluden fundamentalmente a estudiantes provenientes de este departamento, con edades que oscilan entre los 16 y los 20 años de edad, y que fueron admitidos a la Universidad del Valle en el año 2002. Con relación al nivel educativo de los padres, encontramos que el 34% de los padres-hombres de los estudiantes encuestados culminaron el bachillerato y un 30% del total han hecho estudios universitarios. Con respecto a las madres, el 32.6% han culminado la secundaria y el 27.1% tiene estudios universitarios. En conjunto, el nivel educativo de las madres de los estudiantes es ligeramente inferior al de sus progenitores. los estudiantes admitidos pertenecían al estrato tres, el 32% al estrato dos y el 8.7% al estrato uno. “El agregado de los tres estratos equivale al 85.7%, cifra muy similar a la observada en 1999 que era el 84%”. En nuestra investigación ese agregado, para e l año 2002, corresponde al 89.1%. Aunque en el estudio de Escobar no hay datos sobre los estratos cuatro y cinco del año 2000, sí los hay para 1999, cuando el 10% correspondía al estrato cuatro y el 5.4% al estrato cinco. Ver: Escobar, J. (2003) Los estudiantes de la Universidad del Valle. Reflexiones para un Plan de Desarrollo, serie Pensamiento Universitario, Cali: Universidad del Valle, p 254. 58 En lo que respecta a la composición por facultades, el 33.6% de la muestra pertenecía a Ingenierías, el 13.9% a Salud, el 13.1% a Humanidades, el 12% a Ciencias, el 10.4% era de Administración, el 9.3% de Artes Integradas, el 3.9% de Ciencias Sociales y Economía, y el 3.8% restante estaba dividido entre los estudiantes de Psicología y de Educación y Pedagogía. 6.2. Información sobre el colegio donde cursaron el bachillerato 6.2.1 Tipo de colegio Considerando el papel de la institución escolar en el desarrollo de las habilidades de los niños y adolescentes para la lectura y la escritura10, era muy importante tener información sobre los 10 En el caso particular colombiano, el artículo 22 de la Ley 115 de 1994 (Ley General de Educación), menciona como primer objetivo de la educación básica en el ciclo de secundaria “el desarrollo de la capacidad para 59 colegios de los que egresaron los estudiantes sujetos de la investigación: Si se trata de colegios públicos o privados; cuál es su clasificación según su rendimiento en las pruebas de Estado; cuál su dotación en términos de infraestructura tecnocultural (desde los recursos con que cuenta la biblioteca, hasta el acceso a tecnologías informáticas, pasando por la existencia de medios de comunicación impresos, sonoros y audiovisuales); qué importancia tenían la lectura y la escritura en las diferentes asignaturas; qué tipo de actividades relacionadas con la interpretación y producción de textos se fomentaban por fuera de las clases, etc. todas estas variables se consideraron en el capítulo II de la encuesta (Prácticas escolares de lectura y escritura)11. El 56.8% de los estudiantes encuestados egresaron de colegios privados (no oficiales) y el 42.9% de colegios públicos (oficiales). Estos porcentajes coinciden con la composición estudiantil de la Universidad del Valle, en cuanto al tipo de colegio de procedencia12. El 45.9% de los estudiantes proviene de colegios con énfasis en bachillerato académico13, les siguen los que se graduaron de colegios comerciales (24.3%) y los de colegios técnico- industriales (19.3%). Hay muy baja presencia de estudiantes graduados de colegios con énfasis pedagógico (3.1%). comprender textos y expresar correctamente mensajes completos, orales y escritos en lengua castellana, así como para entender, mediante un estudio sistemático los diferentes constitutivos de la lengua”. Como segundo objetivo menciona “La valoración y la utilización de la lengua castellana como medio de expresión literaria y el estudio de la creación literaria en el país y en el mundo”. 11 14La mayor parte de esta información se obtuvo de la encuesta; otros datos como el puntaje obtenido por los estudiantes en las pruebas de Estado -particularmente en lenguaje- y la clasificación de los colegios según el Instituto Colombiano de Fomento para la Educación Superior (ICFES) en el año 2003 se obtuvieron por medio de la oficina de Admisiones de la Universidad y en la página web del Ministerio de Educación Nacional, respectivamente. Aunque los estudiantes encuestados no presentaron las pruebas de estado en el 2003, sino en el 2002 o antes, tomamos esta información como punto de referencia, considerando que de todos modos el puntaje obtenido por los distintos colegios nos da una idea aproximada de su nivel académico en el pasado reciente, por lo menos en lo que concierne a los exámenes del ICFES. 12 El 56.8% de los estudiantes encuestados egresaron de colegios privados (no oficiales) y el 42.9% de colegios públicos (oficiales). Estos porcentajes coinciden con la composición estudiantil de la Universidad del Valle, en cuanto al tipo de colegio de procedencia. El 45.9% de los estudiantes Según la caracterización socioeconómica de los estudiantes de la Universidad del Valle de Escobar, en el año 1999 el 43.5% de los admitidos provenía de colegios oficiales y el 56.5% de colegios no oficiales, datos que se asemejan a los de 1994, según el mismo estudio. J, Escobar, op cit, pág 272. 13 Según la Ley General de Educación, la educación media en Colombia tiene el carácter de académica o técnica. La educación media académica “profundiza en un campo específico de las ciencias, las artes o las humanidades”. La educación media técnica “prepara a los estudiantes para el desempeño laboral en uno de los sectores de la producción y de los servicios”; está dirigida “a la formación calificada en especialidades, tales como: agropecuaria, comercio, finanzas, administración, ecología, medio ambiente, industria, informática, minería, salud, recreación, turismo, deporte y las demás que requiera el sector productivo y de servicios”. (Ley 115 de 1994). Además de la división entre bachillerato técnico y académico, consideramos el bachillerato en idiomas (colegios bilingües). En cuanto a los planteles educativos antes denominados Normales se consideran para efectos de esta investigación como bachillerato con énfasis en pedagogía, aunque actualmente estas instituciones funcionan como un bachillerato académico y para ejercer como docentes de la básica primaria sus estudiantes deben cursar dos años adicionales en una universidad o en una institución donde existan programas en ciencias de la educación. 60 En lo relativo a la clasificación de los colegios (ICFES 2003), encontramos que hay una concentración de estudiantes provenientes de colegios de los niveles medio y alto (en conjunto se trata del 50.6% de los estudiantes encuestados). También es significativa la presencia de egresados de colegios con rendimiento superior. Hay una baja frecuencia de colegios de nivel inferior y muy superior14. Dentro de los sujetos de la investigación no hubo ningún estudiante de colegios catalogados como muy inferiores. 6.2.2 Dotación tecnológica e infraestructura tecnocultural: tecnologías informáticas, medios de comunicación y bibliotecas Tecnologías informáticas y medios de comunicación internos Con el fin de obtener información sobre el acceso a tecnologías informáticas y la existencia de medios de comunicación sonoros y/o audiovisuales en los colegios, se incluyó en la encuesta una pregunta relacionada con dispositivos como la sala de cómputo, la emisora y el canal interno de televisión. Prácticamente 9 de cada 10 colegios tienen sala de cómputo15, es decir que éste es un recurso tecnológico cuya presencia tiende a generalizarse en las instituciones educativas, tanto oficiales 14 La información aportada por la encuesta coincide, también en este aspecto, con lo anotado por Jaime Escobar, quien señala que en el año 1999 el 20% de los estudiantes pertenecían a colegios de rendimiento superior y muy superior. La tendencia parece conservarse, aunque como Escobar aclara, la distribución de estudiantes por facultad varía. Por ejemplo, según dicha investigación, en la facultad de Ingenierías el 67.1% de los estudiantes provenían de colegios de rendimiento superior y muy superior y en la de Salud el 50%, mientras en la de Humanidades el 3.4% correspondía a estudiantes de este tipo de colegios. Escobar, Jaime, op cit. 15 Con respecto a este primer dispositivo, la encuesta arroja datos en cuanto al porcentaje de colegios en los que se contaba con sala de cómputo, pero no sobre sus usos (cursos de sistemas, realización de tareas escolares en 61 como no oficiales16. Resulta llamativo el alto porcentaje de colegios donde se cuenta con emisora, el cual supera considerablemente el de colegios que tienen canal interno de televisión. En cuanto a la emisora y al canal interno de televisión, la encuesta no preguntó sobre la participación de los estudiantes encuestados en su programación. La biblioteca: dotación y usos Hoy en día, las bibliotecas, además de ser aquellos lugares destinados al almacenamiento y conservación de los libros y a la lectura de materiales impresos (libros, enciclopedias, periódicos y revistas especializadas), se están convirtiendo, cuando las condiciones lo permiten, en sitios de encuentro de distintos productos comunicativos impresos, sonoros o audiovisuales. A la colección de libros, se le suman las películas argumentales y documentales, las discotecas, las colecciones de fotografía y pintura, las enciclopedias multimedia, así como el acceso a publicaciones virtuales de otras bibliotecas del mundo a través de internet17. Este conjunto distintas asignaturas, producción y procesamiento de textos e imágenes para publicaciones internas del colegio, etc.). Tampoco proporciona información sobre la dotación de estas salas en términos de hardware y de software. 16 Según un estudio del Dane y del Ministerio de Comunicaciones de Colombia que tuvo una cobertura del 87%, en el año 2001 el total de computadores en instituciones educativas a nivel nacional era de 145.455, el 57% de los cuales se concentra en el sector oficial y el 43% en el no oficial (aunque en el caso del Valle del Cauca y Bolívar hay una mayor concentración en el sector no oficial debido a que en las capitales hay más establecimientos privados). Por departamentos, Bogotá D.C, Antioquia, Cundinamarca, Boyacá, Santander y Valle tienen el mayor número de computadores (el 60% de los que hay en el país), pues en estos departamentos se encuentran el 50% de alumnos matriculados en todos los niveles de enseñanza y el 40% de los establecimientos educativos. Ahora bien, el estudio muestra que hay un incremento del 75% considerando el total de computadores que había en 1999 en los establecimientos de educación formal regular del país (35.959) y los reportados en junio de 2001 (140.456), lo cual indica, según el estudio, “un impacto positivo de la política de sistematización y modernización”. Otro dato pertinente para nuestra investigación es que en Colombia por cada 1000 alumnos había (en el año 2000) 28 computadores. Por departamentos, en Quindío había 23, en Cauca y Chocó 24, en Risaralda 26, en Valle 28 y en Nariño 30. Los departamentos con más cantidad de computadores por cada 1000 estudiantes eran Casanare y Boyacá, con 40 y 41, respectivamente. Datos de Computadores en Colombia, Dane y Mincomunicaciones, 2001. 17 En el caso particular de la Universidad del Valle, la institución cuenta con una biblioteca donde los estudiantes y profesores pueden acceder a material bibliográfico, publicaciones seriadas, tesis, CD Room, disquetes, afiches, negativos, fotografías, diapositivas, películas, discos en acetato, casetes, discos compactos, videograbaciones, DVD 62 diversificado de ofertas se pone a disposición de un público que gracias a ello puede acceder a una gran variedad de conocimientos. No obstante, la situación de las bibliotecas en Colombia es muy precaria con relación a la de otros países –incluso si se considera solamente la cantidad de volúmenes con que cuentan las bibliotecas públicas- como lo muestran las cifras citadas por Jorge Orlando Melo a propósito de los resultados de una investigación sobre hábitos de lectura y consumo de libros en Colombia: mientras en España, un país con 39.7 millones de habitantes, el número de volúmenes en bibliotecas públicas es 58.4 millones (1.5 volúmenes por habitante), en Colombia, donde el número de habitantes supera los 40 millones, el número de volúmenes es apenas 4.2 millones (0.1 volúmenes por habitante) (MELO, 2001 ). Y si se comparan las cifras de nuestro país con las de otros como Finlandia, Alemania, Estados Unidos e Inglaterra, las diferencias son mayores. Con respecto a las instituciones escolares la realidad es aún más dramática; por lo general las bibliotecas de los colegios no reúnen una oferta variada y sus funciones se limitan al acopio de un reducido material de consulta, en ciertos casos por la falta de recursos, y en otros, por la ausencia de una visión más amplia acerca de las posibilidades que se pueden ofrecer. En algunos planteles es común, por ejemplo, programar la asistencia semanal a la biblioteca, sin ningún tipo de criterio y de orientación sobre su uso, de tal manera que para los alumnos estas jornadas se tornan en una penosa obligación, en una actividad sin sentido que por voluntad propia no se estaría dispuesto a repetir18. Partiendo del interés de esta investigación por conocer las actividades de lectura promovidas y exigidas por la institución escolar media, la encuesta preguntaba por el tipo de materiales de consulta -además de los libros- con los que contaban las bibliotecas de los colegios de donde egresaron los estudiantes. Prácticamente en todos los colegios existía biblioteca (apenas en dos de ellos no había). En la mayor parte de las bibliotecas predominaban los materiales impresos (libros, periódicos y revistas), aunque también había una presencia considerable de material audiovisual. Sólo un bajo porcentaje de instituciones educativas tenía dentro de su dotación productos multimedia, como se puede apreciar en la tabla N° 6. video, mapas, maquetas y planos. Además, la biblioteca cuenta con una página Web, tiene contactos con otras bibliotecas, acceso a diferentes colecciones y promueve actividades culturales diversas (audiciones, conferencias, exhibición de películas, sesiones de lectura pública, conciertos, exposiciones, entre otras. Universidad del Valle, Vicerrectoría Académica, Dirección de Bibliotecas, Informe de Gestión 2002-2003. 18 De ello da cuenta la investigación: CARVAJAL, G. (1999) Lecturas y Escrituras Juveniles: entre el placer, el conformismo y la desobediencia (Tesis de Grado, Maestría en Comunicación y Diseño Cultural). Universidad del Valle, Cali. 63 Tabla N° 6 En muy pocos de los colegios los estudiantes tenían acceso a textos en soporte electrónico, como enciclopedias multimedia y revistas electrónicas (un poco menos de la quinta parte de las bibliotecas contaban con textos en soportes distintos al impreso). En comparación con las posibilidades con que se cuenta en la actualidad, estas bibliotecas se encuentran dotadas de manera muy precaria y en ellas se privilegian prácticas lectura ligadas al soporte impreso. Con respecto a las motivaciones de los estudiantes para usar los recursos bibliográficos, encontramos lo siguiente: El 71.5% de estudiantes no necesitaban una exigencia institucional para asistir a la biblioteca de su colegio. Aunque esta cifra resulta altamente significativa, es importante tener en cuenta que no necesariamente estos estudiantes acudían a la biblioteca con regularidad, comparados con aquellos que asistían una o dos veces a la semana porque así estaba estipulado en su horario de actividades escolares. Si bien es cierto que el asistir a ella motivado por intereses personales constituye uno de los indicadores de una relación cercana con la lectura y con el espacio particular de la biblioteca (un lugar en el que se puede acceder a materiales con los que probablemente no se cuenta en el espacio doméstico, un ambiente que -por lo menos idealmente- resulta propicio para la concentración y permite un grado mínimo de comodidad para las actividades de la lectura y la escritura, etc.), no en todos los casos lo es. De todos 64 modos, a partir de los datos derivados de la encuesta no es posible concluir si los estudiantes que asistían a la biblioteca por su propia iniciativa lo hacían de manera más o menos frecuente, y si los que lo hacían por obligación tenían o no una relación más regular e intensa con la lectura de materiales de consulta. 6.2.3 Prácticas extracurriculares de lectura y escritura en el espacio escolar: publicaciones impresas, centros literarios y clubes de lectura. El mural, el periódico, el anuario, la revista, los centros o clubes de lectura y escritura se definieron en la investigación como actividades extracurriculares, realizadas por estudiantes, con o sin la orientación de algún profesor. Se trata de actividades que promueven un acercamiento de los estudiantes a la lectura y a la producción de textos de distinta naturaleza; representan, además, la posibilidad de cualificar las competencias lectoras y escritoras, cuando hay un trabajo de orientación riguroso por parte de docentes o estudiantes que posean los conocimientos necesarios para asumir este rol. La encuesta aporta datos relacionados con la existencia de publicaciones impresas (mural o cartelera, periódico o revista y anuario), de otras actividades extracurriculares tales como centros literarios y clubes de lectura y escritura, así como información sobre el tipo de participación que los estudiantes tuvieron en ellas. Los medios impresos más comunes en los colegios de los estudiantes encuestados son el mural o cartelera -que no ha de confundirse con la cartelera de información institucional-, y en menor grado el periódico o la revista. El medio menos común es el anuario. La presencia frecuente del mural era un dato predecible, si se considera que la publicación de un periódico, de una revista o de un anuario requiere de un mayor grado de organización institucional, así como de una inversión económica más cuantiosa. No obstante, de la presencia del mural, la cartelera escolar, el periódico o la revista, no se deriva necesariamente una participación significativa de los estudiantes encuestados. Los clubes de lectura y escritura o centros literarios, entendidos como grupos conformados por estudiantes -en ocasiones de distintos cursos-, cuyo objetivo es analizar escritos propios o de autores reconocidos en el ámbito de la literatura, el periodismo, la política, etc., eran 65 actividades poco promovidas en los colegios: apenas un 27% tenía centros literarios o clubes de lectura y escritura y únicamente el 6.3% de los estudiantes participaban en ellos. Si comparamos el porcentaje de centros literarios o de clubes de lectura existentes en los planteles con el de las emisoras internas (58.7%), se hace aún más evidente la poca importancia que se le asigna hoy a actividades en las que el análisis, la discusión y la producción e intercambio de textos (literarios, poéticos, argumentativos o expositivos) son el objetivo primordial. Este dato confirma lo expuesto en el numeral 4 donde se expuso la hipótesis de nuestra investigación con relación al desplazamiento de cierto tipo de actividades extracurriculares asociadas a la lectura y la escritura, en tanto indicio de la crisis de la cultura escrita y de la relación precaria de los estudiantes con ella. Los datos señalan que en los colegios parece haber una mayor preferencia por estimular actividades extracurriculares que permitan una mayor difusión -interna y externa- de las actividades realizadas en el colegio, las producciones académicas de los estudiantes o sus consideraciones sobre ciertos temas de actualidad. Este sería el caso de medios internos como el mural, el periódico, la revista y la emisora, cuya proyección a la comunidad educativa puede ser mayor comparada con la que tendrían actividades como los centros literarios o los clubes de lectura. En lo que concierne a la emisora interna, su existencia se ha convertido prácticamente en un imperativo para muchos colegios, por lo que representa, en el contexto de las instituciones educativas participar, por ejemplo, en eventos organizados por las emisoras comerciales de la ciudad y contar con la presencia de reconocidos locutores y programadores de farándula en las instalaciones educativas. Asimismo, al interior del centro educativo adquieren mucha popularidad quienes hacen la programación, seleccionan la música, manejan los equipos o animan encuentros o actividades institucionales. Este hecho es significativo para nuestra investigación, pues la emisora es un espacio que privilegia la expresión oral, por encima de la lectura y la escritura, y otorga el prestigio que en otras épocas podría haber dado el destacarse como buen lector o buen escritor en el contexto de la institución escolar. En el caso de las emisoras locales que escuchan los jóvenes, la conversación espontánea, el relato de anécdotas, el intercambio de mensajes entre los oyentes, constituyen prácticas mucho más próximas a la oralidad que a los modos de expresión propios de la cultura escrita, con sus correspondientes cánones. 66 A pesar de que el mural es el medio de comunicación más común en los colegios, sólo un 34.8% de los estudiantes de esta investigación participaban en su elaboración; el periódico o revista, contaba sólo con un 16% de participación. No tenemos información sobre las razones por las cuales la mayor parte de los estudiantes no participaban de las publicaciones internas de sus colegios, pero podemos sugerir algunas explicaciones tentativas al respecto. En primer lugar, la falta de motivación de los estudiantes para tomar parte en un tipo de actividad relacionada de manera directa con la lectura y la escritura. Algunos de ellos, incluso, por considerar que no tienen las competencias necesarias para aportar a una publicación institucional o para participar en formas de intercambio centradas en el texto escrito. En segundo lugar, la forma de organización de los grupos de trabajo, definida en muchas ocasiones de manera unilateral por parte de profesores o directivos. En algunas instituciones, la selección de los estudiantes para participar en el periódico, en la revista, e incluso en el mural, es una réplica de la distinción que se hace entre los “buenos” y los “malos” estudiantes, la cual no permite reconocer las potencialidades de aquellos que sin ser los “mejores” poseen habilidades que se podrían desarrollar si contaran con espacios propicios y oportunidades para hacerlo. De cualquier modo, estos datos relacionados con las actividades extracurriculares de lectura y escritura nos están hablando de una transformación -y quizás de la tendencia a la desapariciónde aquellos espacios que tradicionalmente promovían una relación con estas prácticas, como lo fueron en tiempos pasados los centros literarios, las tertulias, los grupos de estudio sobre temas políticos, artísticos o económicos. En su lugar, se abren paso otras formas de interacción y nuevos modos de relacionarse con la lectura y la escritura, ligados al auge de las nuevas tecnologías de comunicación e información: la escritura por correo electrónico, los sitios de conversación a través de internet (chat), y el hipertexto, entre otros, allí donde existen las condiciones para ello. Con respecto al tipo de participación que tuvieron los estudiantes en las publicaciones impresas y demás actividades extracurriculares ligadas a la lectura y la escritura, se observa una tendencia a desempeñarse en labores relacionadas con formas de comunicación no verbal, en contraste con una baja participación en tareas propias de la comunicación verbal escrita: el 54.3% de los que participaban en murales, periódicos, revistas o anuarios realizaban tareas que implicaban el diseño, la creación o la manipulación de imágenes (ilustración o diseño el 41.9%, 67 y fotografía el 12.4%); el 27.9% se desempeñaban en labores relacionadas con la escritura y el 15.5% se encargaban de varias labores. De hecho, esta información es coherente con la baja frecuencia de centros literarios y clubes de lectura y escritura (donde no habría lugar para actividades como el diseño y la ilustración) y con la escasa participación de los estudiantes en ellos. 6.2.4 Enseñanza formal de la lectura y la escritura El capítulo de la encuesta dedicado a las prácticas escolares de lectura y escritura aportó información sobre las áreas de formación en las que se daba importancia a la lectura y a la escritura en los colegios donde estudiaron los sujetos de la investigación. En esta parte de la encuesta, los estudiantes debían mencionar tres materias en las que se daba importancia a la lectura y tres en las cuales se hacía énfasis en la escritura19. 19 Para proceder a la codificación de estas respuestas se conformaron cinco grupos asignaturas: Español y Literatura, en el que se incluyeron materias como ortografía, lenguaje, creación literaria, español, lectoescritura, literatura, taller de lectura, comunicación; Humanidades, conformado por historia del arte, historia, ética, filosofía, música, apreciación del arte, constitución política, democracia, religión; Ciencias Sociales, donde se incluyeron ciencias políticas, sociología, sociales, geografía, economía, psicología, antropología, pedagogía, metodología de la investigación; Ciencias Naturales, integrada por biología, química, física, ciencias naturales, matemáticas, agropecuarias; Comercio y otros, en el que se incluyeron contabilidad, legislación comercial, vocacionales, tecnología, inglés, contabilidad, sexología y mecanografía. Aunque se trata de una clasificación hasta cierto punto arbitraria, nos permite tener un conocimiento aproximado sobre lo que sucede con la formación en lectura y escritura en las diferentes materias de la formación escolar media de los estudiantes encuestados. 68 Tabla Nº 11 Según lo muestran los datos de la encuesta, la lectura era importante en las asignaturas ubicadas en el área que aquí hemos denominado Español y Literatura. Se le daba una menor relevancia en las Humanidades y muchísimo menos en las Ciencias Sociales y en las Ciencias Naturales. Este era un resultado previsible, considerando que es en los cursos de Lengua Materna (Español, Lengua Castellana, Ortografía, Gramática, Literatura, entre otros) donde se concentran los esfuerzos necesarios para desarrollar las competencias lectoras de los estudiantes. Según los Lineamientos Curriculares del Ministerio de Educación, los estándares de Lenguaje se organizan en cinco aspectos básicos: (a) producción de textos (orales y escritos), (b) comprensión e interpretación, (c) literatura, (d) otros sistemas de símbolos (lenguajes no verbales) y (e) procesos, funciones y ética de la comunicación (MEN, 2003). Aunque la formación lectora aparece expresada en uno de estos cinco aspectos básicos, bajo la denominación “comprensión e interpretación”, es importante tener en cuenta que comprender e interpretar (leer) son prácticas inherentes a muchas otras de las asignaturas del currículo y forman parte de los procesos de pedagógicos en su conjunto. Los libros de texto, las guías de trabajo, los cuestionarios para los exámenes, entre otros, son textos particulares que exigen de parte de los estudiantes la comprensión e interpretación textual, razón por la cual resulta paradójico que -según lo manifestaron los estudiantes- en áreas distintas a Español y Literatura no se le diera mucha importancia a la lectura. Ahora bien, ¿Qué se leía en las materias donde se daba importancia a la lectura? La encuesta muestra que, en su gran mayoría, los materiales de lectura correspondían a los textos guía y a obras literarias, lo que es comprensible, si se tiene en cuenta que se trata en mayor medida de los cursos de español y literatura. Los resúmenes -fundamentalmente de obras literarias69 fueron otro tipo de material frecuente. Así mismo, los datos sugieren la presencia de textos periodísticos y de divulgación, articulados a temas vistos dentro de las materias cursadas: en el 57.1% de los colegios se trabajaba con periódicos y revistas, tendencia que correspondería a los Lineamientos Curriculares en el área de Lenguaje, los cuales consideran como parte fundamental del ítem (b) -“Comprender e interpretar”- el estudio de los mensajes de los medios masivos de comunicación, orientado hacia la comprensión, el análisis, la interpretación y la confrontación crítica de diversos mensajes por parte de los estudiantes (MEN, 2003). No obstante, al no contar con información sobre las prácticas específicas desarrolladas a partir de tales lecturas, no podemos hacer observaciones más precisas. La presencia de cómics y de fascículos fue muy escasa, como se deriva de la tabla Nº 12 aunque en lo que respecta a los primeros, se trata de un porcentaje significativo. En lo concerniente a las materias en las cuales se daba importancia a la escritura, también se observa una correspondencia entre los datos de la encuesta y los Lineamientos Curriculares del Ministerio de Educación, en los que se le atribuye al área de lenguaje la responsabilidad en el aprendizaje para la producción de textos. La gran mayoría de los estudiantes encuestados mencionó en primer lugar materias del grupo de Español y Literatura, en tanto que muy pocos mencionaron en primer orden las del grupo de las Humanidades y un escaso porcentaje nombraron materias de Ciencias Sociales. El porcentaje de las Humanidades aumenta en lo que respecta a las materias mencionadas en segundo lugar (41.3%), así como el de Ciencias Sociales (12.4%) y Comercio (11.2%). Llama la 70 atención que el 20.8% de los estudiantes sólo mencionó una materia y el 64.1% únicamente dos. Lo anterior sugiere que la escritura es considerada una práctica fundamental en las materias Español y Literatura, mas no en asignaturas de otras áreas, aunque no se puede desconocer que se percibe algún interés por la escritura en las asignaturas del área de las Humanidades. La percepción que tienen los estudiantes con relación a la importancia que se daba a la escritura constituye un indicador del lugar que la producción textual tiene en el contexto de las prácticas pedagógicas de las que fueron partícipes. Pareciera, a la luz de la información aportada por la encuesta, que se tratara de estudiantes a quienes poco les correspondía escribir y cuyas actividades de producción escrita se hubieran restringido a muy pocas de las asignaturas que cursaron durante su bachillerato. De alguna manera, esto se confirma en el hecho de que aún persistan prácticas como la copia de dictados (presente incluso en los últimos años de la secundaria), la transcripción de fragmentos de libros, la solución de cuestionarios y exámenes, todas ellas actividades en las que predomina la reproducción de contenidos sobre el desarrollo de planteamientos o ideas autónomas. Los estudiantes escriben todo el tiempo, pero no parecen reconocer este tipo de labores de “reproducción” como actividades de escritura propiamente dichas. Cabría entonces, preguntarse ¿Qué tipo de actividades de escritura se realizaban en aquellas asignaturas mencionadas por ellos en la encuesta? ¿Qué tipo de estrategias pedagógicas eran implementadas por los docentes de dichas asignaturas? La encuesta no aporta información de este tipo. Tampoco podemos saber a ciencia cierta en qué se basaron los estudiantes para responder la pregunta (¿en el hecho de que los profesores promovieran trabajos de investigación?, ¿de que les corrigieran la redacción y la ortografía?, ¿de que les exigieran presentar trabajos escritos extensos, o de que los motivaran para presentar textos elaborados por ellos mismos, en vez de transcripciones o resúmenes?). Para desarrollar en este tópico, haría falta profundizar sobre los modos como se asume la enseñanza de la escritura en los colegios, en futuras investigaciones. 7- Prácticas de lectura y escritura por fuera del espacio escolar 7.1 La escritura Además de aquellos textos que debían escribir como parte de sus tareas escolares, al 58.5% estudiantes les gustaba escribir por su propia iniciativa (EIP), aunque como lo veremos más adelante, esta cifra es inferior a la de los estudiantes que manifestaron leer por iniciativa propia (LIP). 71 El que los estudiantes se interesen y le dediquen parte tiempo a la escritura indica la importancia que le atribuyen a este modo de expresión y probablemente su proximidad con la cultura escrita. La escritura, para estos jóvenes, no se reduce a sus obligaciones académicas (muy ligadas, en la mayoría de los casos a la reproducción y la síntesis), sino que constituye un modo de expresar sus ideas y emociones, bien sea para compartirlas con otras personas o consigo mismos. Esto se evidencia en algunos de los datos arrojados por la encuesta que presentamos a continuación. Como se puede observar en la tabla N°15, la principal motivación de los jóvenes que escriben independientemente de las exigencias académicas es “la necesidad de expresión”, seguida, aunque con un porcentaje no tan alto, por “el placer de escribir”. Dos tipos de relaciones con la escritura, no necesariamente excluyentes, parecen ponerse en evidencia en las respuestas de los estudiantes. Por un parte, una escritura ligada a la necesidad de expresarse, y por otra, una escritura posiblemente relacionada con un interés de explorar el lenguaje verbal como objeto estético. En la primera (la necesidad de expresión), prevalece el deseo o quizás la necesidad de manifestar mediante escritos (la reflexión y el poema), su manera de pensar sobre situaciones de su propia vida o de su entorno social, así como aquellos sentimientos producto de vivencias personales. Estos datos coinciden con uno de los hallazgos de una investigación de carácter cualitativo realizada en la Universidad del Valle sobre las prácticas de lectura y escritura de cinco jóvenes universitarios. En dicha investigación (Carvajal, ), se encontró que los jóvenes tienen una tendencia a desarrollar prácticas de escritura ligadas a la expresión de emociones y sentimientos, a la necesidad de resolver dilemas desencadenados por situaciones difíciles que debieron enfrentar durante la etapa de la adolescencia, como por ejemplo la pérdida de un ser querido, los desplazamientos geográficos que implican el distanciamiento de los familiares o 72 amigos, la ruptura de una relación sentimental o el surgimiento de un nuevo amor que encuentra en la escritura una manera de desfogarse y expresarse20. Volviendo nuestra investigación, en el caso de quienes escriben por el placer de hacerlo, aunque pueda existir también un interés por expresar aquello que piensan o se sienten, la actividad de escribir está marcada, además, por una búsqueda en relación con el lenguaje: escribir cuentos o poemas, e incluso reflexiones, trae consigo el interés no sólo por el contenido (aquello que se desea expresar), sino también por la forma (el modo como se expresa), lo cual, probablemente puede relacionarse con un interés particular por la lectura de textos (narrativos, poéticos o argumentativos) que sirven como patrones o modelos de escritura. En relación con lo anterior, resulta significativo que el 72.8% de quienes escriben por iniciativa propia se inclinen por la escritura de “reflexiones”, como lo mostraron los resultados de la encuesta. Observamos también que ocupan un lugar importante, en orden descendente, la escritura de poemas, los cuentos y el diario personal, aunque este último en un porcentaje menos importante. En este sentido, se observa una correspondencia entre los tipos de textos de preferencia y lo anotado con relación a las motivaciones para la escritura por iniciativa propia. Se puede concluir, a partir de estos datos, que existe una tendencia en los jóvenes a una escritura centrada en la subjetividad (expresión de pensamientos, sentimientos, emociones). Así mismo, para quienes escriben por interés personal, es frecuente la escritura ligada a la narración de eventos bien sea reales, como en el caso del diario y la reflexión, o imaginarios, como sucede en el cuento. La escritura de poemas podría estar relacionada tanto con el plano de lo real, como con el de lo ficticio. En cualquiera de los casos, la escritura -como lo mostró también la 20 Dentro de las motivaciones para las prácticas de escritura (tanto las realizadas por iniciativa propia, como las que surgían por demandas de la institución escolar), la investigación mencionada encontró las siguientes: Las exigencias escolares (especialmente para aquellos que no acostumbraban escribir por su propia iniciativa); el deseo de plasmar por escrito sus evocaciones o recuerdos; los estados de ánimo que podían suscitar la escritura pero también llegar a desestimularla; la necesidad de resolver dilemas, tomar decisiones o manifestar sus opiniones; la necesidad de expresar sentimientos y, por último, el interés de registrar y recrear hechos o situaciones impactantes para ellos. 73 investigación de Carvajal-, trátese de relatos, de reflexiones ligadas a lo real o de elaboraciones a partir de ficciones, tiende a estar atravesada por las experiencias personales de los jóvenes21. Ahora bien, elaborando un cruce de variables, en este caso entre la escritura por iniciativa propia y el género, encontramos que la escritura por fuera de las obligaciones académicas es una práctica mucho más frecuente en las mujeres que en los hombres: No obstante, haciendo otro cruce, esta vez entre placer por la escritura y género, se observa que la inclinación a la escritura por el placer de escribir se encuentra presente en hombres y en mujeres en una misma proporción: 21 Según Carvajal (1999) existe una diversidad de prácticas de escritura, que se puede reconocer a partir de tres variables: en primer lugar, si se trata de una escritura personal (resultado de una iniciativa autónoma) o de una escritura escolar (consecuencia de demandas de la institución escolar); en segundo lugar, si los tópicos desarrollados comprometen o no las emociones del autor; y por último, si se trata de modalidades textuales expositivas, narrativas o poéticas. No obstante, hay una diferenciación adicional que atraviesa a las anteriores: los recursos necesarios para la producción de textos. Hay una escritura en la que el autor pone en ejercicio sus propios recursos internos (la memoria de contenidos o de experiencias personales, las valoraciones personales sobre distintos tópicos, las expectativas, la emotividad, etc). Hay otra, en cambio, en la que el autor requiere de otros insumos (consulta de diversas fuentes de información) y prácticas colaterales como la toma de notas, la elaboración de esquemas, la re escritura, etc). La investigación de Carvajal mostró que los estudiantes entrevistados se inclinan por un tipo de escritura personal, emotiva y narrativa, mucho más que por aquella que exige el dominio de técnicas de acopio, sistematización y procesamiento de información: “Estamos ante un tipo de escritores y de lectores interesados en la comunicación de emociones, lo cual nos sitúa ante un régimen de producción escritural distinto al que se ha propuesto siempre desde los modelos de la cultura ilustrada. Y esto se pone de manifiesto no sólo en lo gustos sino también en las fobias de los jóvenes hacia determinados tipos de escritura”, (p. 174). 74 7.1.1 Escritura ligada a formas de interacción social Como lo muestra la tabla Nº19, cuando las escrituras por iniciativa personal estaban dirigidas a alguien en especial, se trataba en la mayor parte de los casos de los amigos y, en menor medida, de familiares de los estudiantes. Sólo un pequeño porcentaje escribían a medios de comunicación. Esta información es coherente con un dato que ya fue mencionado. Tratándose de escrituras ligadas en primer lugar a la expresión de pensamientos y emociones, y en segundo lugar al placer de la escritura, es normal que la circulación de sus textos se lleve a cabo en el marco de relaciones de amistad o familiares y no tanto en ámbitos más abiertos como los medios de comunicación (la prensa, la radio, televisión o páginas web). De todos modos, la encuesta no arroja datos sobre los tipos de textos que se escribían a otros y, en el caso de quienes sí escribían a medios de comunicación (apenas un 5.4% de los estudiantes) qué era lo que escribían y cuáles sus motivaciones para hacerlo. Para escribir a otros, los estudiantes manifestaron una inclinación casi idéntica a utilizar las cartas y el correo electrónico. Aunque en la encuesta se consideraron tres variables (cartas, correo electrónico y otros), es probable que al señalar la variable “cartas”, los estudiantes se estuvieran refiriendo a diferentes tipos de “formatos”, tales como las esquelas, los escritos en 75 hojas de cuaderno, las tarjetas con mensajes de amor o amistad -todos ellos entregados directamente a su destinatario-, y no necesariamente a la carta “tradicional”, enviada por algún tipo de correo o mensajería. En lo que respecta al uso frecuente del correo electrónico, este dato es coherente con la información sobre las motivaciones de los estudiantes para acceder a internet, de las cuales, la más importante es, precisamente, leer y escribir mensajes de correo electrónico, como se verá más adelante. 7.2. La lectura El interés por informarse, seguido del placer por la lectura, constituyen las motivaciones más frecuentes que tuvieron los estudiantes para leer durante la secundaria. A 8 de cada 10 estudiantes los motivaba a leer el deseo de informarse, y a 4 de cada 10, el placer por la lectura. La sugerencia de familiares y de amigos, así como la influencia de los medios de comunicación, se presentan como factores poco influyentes para la práctica de la lectura. Llama la atención la poca incidencia de los familiares en la motivación hacia la lectura, más cuando en promedio un 30 % de los padres tienen una formación universitaria. Según estos datos, el hecho de que los progenitores tengan un nivel educativo alto no los convierte, necesariamente, en figuras motivadoras para la práctica de la lectura de los jóvenes. La lectura por iniciativa propia (LIP), es decir, aquella que no formaba parte de las exigencias escolares, era una práctica a la que se inclinaban la mayor parte de los estudiantes durante sus años de educación media. Así mismo, se observa que la tendencia a leer por iniciativa personal es mayor que la tendencia a la escritura por una motivación propia: mientras que la primera era practicada por el 88.8%, la segunda corresponde al 58.5%. En ese sentido, podríamos decir que la lectura es una práctica mucho más frecuente en la vida cotidiana de los estudiantes, parece estar más ligada a las actividades de ocio o de esparcimiento y su presencia tanto en el ámbito escolar como en otras formas de interacción social tiene una mayor intensidad, comparado con lo que sucede con la escritura. 76 Adicionalmente, a partir del cruce de dos variables (LIP y EIP) se puede observar que de todos los estudiantes encuestados, el 54.3% realizan actividades de lectura y escritura por su propia iniciativa, como lo muestra la tabla N°22. Sin embargo, no podemos perder de vista que no correspondía a la encuesta proporcionar datos sobre el nivel de desempeño de los estudiantes que manifestaron leer y escribir por su propia iniciativa. Esta es una información que se obtuvo a partir de la realización de las pruebas de lectura y escritura, cuyos resultados se cruzaron con algunas de las variables de la encuesta22. Con respecto a la relación entre LIP y el desarrollo de actividades de EIP, observamos, en primer lugar, que los jóvenes que leen por su iniciativa tienden a desarrollar prácticas de escritura extra escolares, con mayor frecuencia que quienes no lo hacen: el 61% de los estudiantes que manifestaron leer por iniciativa propia también escriben por su iniciativa. 22 Una versión preliminar del análisis de estos cruces de variables se presenta en el artículo “La lectura y la escritura de los estudiantes Universitarios”, op cit. 77 Así mismo, encontramos que el 92.7% de quienes escriben por iniciativa propia acostumbran leer por su propio interés, trascendiendo las exigencias propias de la formación escolar, como se concluye de la tabla No 24. En conclusión, aquellos estudiantes que tienen una relación mucho más cercana con la lectura, expresada en su interés por la lectura, tienden a ser más activos en la producción de textos por iniciativa personal. En cuanto al tipo de lecturas que llevan a cabo quienes leen por IP, encontramos una marcada tendencia a la lectura de textos literarios. Los temas de ciencia y tecnología, así como las noticias, se encuentran en un segundo lugar de preferencia, en tanto que el interés por la lectura de cómics y de biografías es menor. Si relacionamos los datos anteriores con los principales factores de motivación para la lectura mencionados al inicio de este numeral, parece existir una relación entre el deseo de informarse 78 y el gusto por textos de divulgación científica y tecnológica, así como también entre el placer por la lectura y la inclinación por textos los literarios y los cómics. 7.2.1 Lectura ligada a formas de interacción social y hábitos de lectura Uno de los intereses de esta investigación consistía en conocer la forma como leen los jóvenes: si acostumbran o no leer en grupo y cuáles son los grupos con los que leen; si intercambian textos con otros; cuáles son las formas de adquisición de los textos y cuáles los lugares que frecuentan para leer. La tabla Nº 26 muestra cuáles son los grupos con los que los estudiantes encuestados acostumbran leer. La lectura con amigos y la lectura con grupos de estudio son las más frecuentes, lo cual resulta coherente con su condición de estudiantes universitarios. Incluso, es probable que para algunos de ellos el grupo de estudio esté conformado por los que también son sus amigos. La lectura con familiares ocupa un tercer lugar, pero su frecuencia es mucho menor que la de los dos grupos anteriores. En cuanto a la lectura con grupos religiosos, la frecuencia muy baja. Por otra parte, encontramos que la mayoría de estudiantes acostumbra intercambiar textos, y que los grupos con los que se suelen leer son los mismos grupos al interior de los cuales se lleva a cabo dicho intercambio. Las personas con las que más acostumbran intercambiar textos son los amigos y los compañeros de estudio. El intercambio de textos con familiares es un poco menos frecuente, aunque se trata de un porcentaje significativo. El intercambio con miembros de algún grupo religioso es practicado sólo una pequeña parte de la muestra. En conclusión, la práctica de la lectura ligada a la relación con otros (lectura al interior de grupos e intercambio de textos) se produce fundamentalmente entre pares. 79 En cuanto a las maneras de adquirir los textos que leen, se les preguntó a los estudiantes si acostumbran comprar, solicitar en préstamo, intercambiar o fotocopiar los textos (haciendo una distinción entre textos de lectura académica -relacionados con su formación profesional- y textos de lectura no académica -aquellos que leen por intereses distintos a su formación universitaria-). En la encuesta debían señalar, para cada una de estas formas de adquisición de materiales, si era utilizada por ellos siempre, a veces o nunca. En la tabla siguiente observamos cuáles son los modos de adquisición de los materiales de lectura académica más frecuentes para los estudiantes. A simple vista, no parecen existir diferencias significativas entre los distintos modos de adquirir textos académicos, pues los mayores porcentajes se concentraron en la variable “algunas veces”. Se podría concluir, entonces, que los estudiantes no tienen inclinaciones marcadas por 80 determinadas formas de adquisición de sus materiales de lectura. Sin embargo, dentro de la categoría “algunas veces” se pueden establecer varios matices: desde los que esporádicamente se inclinan por un tipo particular de adquisición, hasta aquellos que de manera muy recurrente adquieren sus textos de tal o cual modo. No obstante, la tabla No. 29 permite hacer algunas observaciones adicionales. Si analizamos las frecuencias de otras de las variables, es decir, los porcentajes de quienes “siempre” o “nunca” acostumbran conseguir de un cierto modo los textos de lectura académica, encontramos lo siguiente: Es significativo el porcentaje de estudiantes que nunca intercambian textos de lectura académica (39%), pero también lo es el porcentaje de los que nunca los piden en préstamo23 (6.2%), nunca los compran (7.3%) y de los que nunca los fotocopian (8.5%). Podría interpretarse, por una parte, que la lectura escolar no constituye un factor que motive el intercambio de textos (sólo un 5% de los estudiantes siempre intercambia los textos), pero sí tiende a promover el préstamo (la práctica más acostumbrada para adquisición de textos académicos) y, como ya es evidente, sobre todo en la universidad, la lectura escolar incentiva la reproducción de materiales por medio de la fotocopia: La práctica de sacar fotocopias es frecuente para la gran mayoría de estudiantes, pues en total el 91.5% llegan a reproducir, entre algunas veces y siempre, documentos de lectura, generalmente fragmentos de libros, artículos, etc. En cuanto a la compra, para estos estudiantes de segundo semestre de la Universidad del Valle, en su mayoría pertenecientes a los estratos 2 y 3, ésta es una forma de adquisición que no alcanza una frecuencia considerable (apenas el 13.9% de los estudiantes siempre compra sus materiales de lectura académica). Ahora veamos lo que se encontró con respecto a la manera de adquirir textos de lectura no académica. 23 Mientras el préstamo (personal o institucional) no requiere de ninguna contraprestación, el intercambio implica que para acceder a un material de lectura, se debe otorgar otro a cambio, de manera temporal o definitiva. 81 Cuando se trata de la consecución de este tipo de materiales, aumenta el porcentaje de quienes siempre los solicitan en préstamo (24.7%) y el de quienes siempre los compran (19,7%), mientras que disminuye considerablemente el porcentaje de quienes siempre los fotocopian. Con respecto a la opción de intercambio, prácticamente no hay diferencias en comparación con la adquisición de materiales académicos. No obstante, es necesario mencionar que este último dato no concuerda con la información derivada de una pregunta anterior de la encuesta: al preguntarles si acostumbran intercambiar textos con otras personas, el 26.6% de los estudiantes contestó que no, mientras que al preguntarles sobre los modos de adquisición de textos el porcentaje de quienes nunca los intercambian es mucho mayor, pues llega al 39%. Esto podría explicarse, tentativamente, por el hecho de que, a diferencia de la pregunta anterior (¿acostumbra intercambiar textos con otros?), en las preguntas que aluden a las formas de adquisición de textos, se brindó un mayor número de opciones a los estudiantes, dos de las cuales pueden tener un cierto grado de similitud: el préstamo y el intercambio. De todos modos, a partir de la información obtenida en la encuesta no se puede sacar una conclusión definitiva al respecto. Comparando la tabla Nº 30 con la Nº 29, encontramos que es más frecuente la fotocopia de textos académicos que la de textos no académicos; a éstos últimos se suele acceder a través de la compra o el préstamo. Por otro lado, el inclinarse por la variable “algunas veces” -opción tomada por la mayoría, especialmente en lo que respecta a los textos académicos- estaría hablando de un criterio selectivo en cuanto a la manera de adquirir materiales de lectura. Sus tendencias en ese tópico no son radicales (son una minoría los que señalan que siempre o nunca adquieren los textos de un modo u otro). La elección dependería no sólo del tipo de textos, sino de condiciones particulares, como la capacidad adquisitiva de los estudiantes y el grado de interés por los materiales de lectura. Hábitos de lectura Sobre los lugares donde acostumbran leer, la encuesta aportó la siguiente información. 82 El lugar que más frecuentan los jóvenes encuestados es su propia casa. Otro lugar preferido son las bibliotecas de colegio o universidad, a las que acuden 6 de cada 10 estudiantes. Les siguen, en orden descendente, los parques, las librerías, las bibliotecas de la ciudad, la casa de familiares y los bares. La mayoría de ellos tiende a leer en los lugares donde permanecen gran parte de su tiempo: la casa y la institución educativa. Las bibliotecas externas a la universidad son muy poco frecuentadas por los encuestados, pues menos del 20% acuden a ellas. Este último dato guarda cierta correspondencia con lo encontrado en la investigación sobre hábitos de lectura y consumo de libros en Colombia (Hábitos de Lectura, 2001). Según la encuesta realizada por el DANE, de los usuarios de las bibliotecas, el 41% son personas con secundaria incompleta (muchos de los cuales probablemente sean los estudiantes de secundaria), el 20% personas con educación superior hasta de 4 años, el 16.5% personas con secundaria completa (entre los cuales se podrían encontrar estudiantes que han iniciado una carrera universitaria) y el 14% personas con estudios superiores de 5 años o más. Estas cifras dejan ver que quienes con mayor frecuencia acuden a las bibliotecas son los que al momento de efectuarse la encuesta se encuentran realizando sus estudios de secundaria, en tanto que hay un brusco descenso en el uso de las bibliotecas por parte de quienes ya han culminado ese ciclo de formación. En el caso de los estudiantes que participaron en nuestra investigación, es probable que durante su permanencia en el colegio asistieran a bibliotecas de la ciudad con mayor frecuencia que después de su ingreso a la Universidad. A partir de ese momento, la biblioteca universitaria se convierte en el espacio que, después de la casa, es el preferido para leer. Otro dato interesante es que, comparativamente con otras ciudades como Medellín, Pasto, Manizales y Bogotá, Cali es una de las ciudades, en compañía de Bucaramanga, Montería y Cúcuta, donde hay menor proporción de la población que solicita libros en las bibliotecas. En el caso de Medellín, un poco más del 30% de la población acude a las bibliotecas a prestar libros, mientras que en Cali este porcentaje sólo llega al 17% (la ciudad cuyos habitantes menos acuden al préstamo de libros en las bibliotecas es Montería, con un 14%) (Hábitos de Lectura, 2001). 8. Lectura y apropiación de conocimientos La práctica de la lectura es inherente a todo proceso de formación escolar y en un sentido más amplio, a los procesos de adquisición de conocimientos semánticos (categoriales y factuales) y, en muchos casos, de conocimientos de orden procedimental. La adquisición de conocimientos con base en la práctica de la lectura (y de la escritura) ha sido una tarea encomendada, fundamentalmente, a la institución escolar, que como sabemos, es el lugar destinado al aprendizaje de la lectura y la escritura en sus distintos niveles. 83 Según, Howard Gadner “la misión de los primeros años de la escuela es introducir a todos los alumnos en un ámbito de alfabetización básico” (GARDNER, 1991, pág. 137). Para este autor, al lado de aquellas responsabilidades relacionadas con la formación moral, religiosa o política, la escuela laica moderna se propone presentar tres clases de conocimiento a través de las disciplinas: a la primera la llama Sofisticación notacional, y se relaciona con el dominio de los principales códigos escritos de la cultura, es decir, el lenguaje escrito y los sistemas numéricos escritos; la segunda se denomina Conceptos dentro de la disciplina, la cual consiste en la apropiación de conceptos importantes, estructuras, ideas clave y ejemplos, cuyas definiciones y usos están prescritos dentro de cada disciplina; el propósito en esta clase de conocimiento -más que la memorización mecánica de palabras, a la manera de un conocimiento inerte- es que los estudiantes sean capaces de aplicar tales conocimientos a nuevos contextos. En tercer lugar se encuentra el conocimiento relacionado con las formas de exposición y de razonamiento en el interior de la disciplina, pues las disciplinas difieren entre sí, no sólo por los temas que abordan ni por los conceptos que han elaborado, sino también por los modos en que los expertos formulan y abordan los problemas(Gardner, 1991:138). Desde otra orientación conceptual -el de la historia de la lectura-, A.M Chartier y Jean Hébrard (Chartier, Hébrard, 1994) afirman, con base en una exhaustiva investigación en la que recogen y analizan los discursos sobre la lectura producidos en Francia entre 1880 y 1980, que la evolución de la escuela ha estado ligada a la transformación en los modos de concebir y llevar a cabo la lectura. Para ellos, independientemente de las concepciones sobre la lectura que primaran en las distintas etapas de la historia francesa, del sentido social que tuviera su práctica y de las estrategias implementadas para su aprendizaje, lo cierto es que el dominio de la lectura ha sido y sigue siendo el requisito obligado para todos los éxitos escolares. Ello era válido, bien porque se le considerara la base de la formación de una persona cultivada, porque se reconociera que el placer de la lectura no podía ser considerado un 'beneficio secundario' (1938), porque se dijera que por medio del aprendizaje de la lectura se podían transmitir los hábitos culturales (1972) (Chartier, Hébrard, 1994:322), o porque -a partir de lo planteado por Michel de Certeau (1980)- se hayan empezado a "concebir las lecturas como trayectorias individuales, formadoras de identidades singulares”24. Como se planteó desde el inicio de este artículo, uno de los objetivos de la presente investigación fue evaluar el desempeño de los estudiantes en la lectura y la escritura- de textos expositivos-argumentativos, a partir de la aplicación de unas pruebas; así mismo, el análisis de los resultados establece relaciones entre el desempeño de los estudiantes y los datos aportados 24 Michel de Certeau utiliza la metáfora de la 'caza furtiva', para aludir a aquellas prácticas de lectura no programadas, muchas de las cuales se producen gracias a encuentros fortuitos o a través de redes informales de intercambio, Citado por CHARTIER, A.M, HÉBRARD, J, op cit, pág. 582. 84 por la encuesta (cruces de variables). Asumimos que las prácticas de lectura realizadas por los estudiantes constituyen una mediación para la apropiación y el procesamiento de conocimientos especializados25 y que ese proceso de apropiación de conocimientos a través de la lectura se expresa en indicadores como los siguientes: la capacidad para relacionar saberes entre sí; correlacionar conocimientos previos con los conocimientos nuevos aportados por los textos; hacer inferencias de distinto tipo y complejidad; discernir en torno a los términos – palabras, registros verbales- en un contexto de significación intra y extratextual; formularse interrogantes sobre lo leído -interrogantes relacionados con la comprensión e interrogantes de cuestionamiento conceptual, teórico o metodológico-; identificar incongruencias o posibles contradicciones presentes en un texto; y reconocer las marcas de organización textual (mencionadas en el numeral 2) para leer desde la perspectiva del autor y no sólo desde la perspectiva de los conocimientos del lector. De ahí que la encuesta haya incluido una serie de preguntas relacionadas con la manera como los estudiantes se apropian de los conocimientos derivados de lo que leen. Dos de las preguntas del capítulo IV -apropiación de conocimientos- se relacionan con los procedimientos que realizan los estudiantes al leer textos académicos, teóricos y analíticos, tales como manuales de clase, capítulos de libros o libros enteros, ensayos, monografías, tesis y artículos de revistas especializadas. Nos referimos a aquellas estrategias que están presentes en este tipo de lecturas, tales como el subrayado, la toma de notas al margen, la elaboración de resúmenes, la copia textual de fragmentos, la formulación de comentarios, la consulta de otras fuentes tales como diccionarios o enciclopedias, el diseño de mapas conceptuales o cuadros sinópticos y la relación con otras lecturas. Las otras preguntas estaban orientadas a conocer su costumbre de analizar con otros lo que leen, y finalmente su interés por memorizar cuando leen textos teóricos. 8.1 La lectura de textos académicos: el subrayado, los resúmenes, la copia textual, la formulación de interrogantes y otras estrategias. La práctica más frecuente en la lectura de textos teóricos es el subrayado. Le siguen, en orden descendente, la consulta de diccionarios y/o enciclopedias, la elaboración de resúmenes, la formulación de interrogantes, la realización de comentarios, el establecer relaciones con otras lecturas, la elaboración de mapas conceptuales, y la copia o transcripción de fragmentos del texto leído. 25 Entendemos por conocimientos especializados aquellos saberes semánticos y procedimentales de tipo humanístico, científico, tecnológico y artístico, propios de la educación profesional superior, adquiribles y adquiridos formalmente en un proceso escolarizado, que implica secuencialidad temática, presencialidad, planeación, evaluación y control del proceso de enseñanza aprendizaje. 85 Con relación a lo que implica una apropiación de conocimientos a través de la lectura, vemos que la actividad lectora de la mayoría de los estudiantes encuestados es bastante limitada. Poco están acostumbrados a actuar sobre el texto, a manipularlo, a usarlo, a dejar marcas sobre él (más allá de la estrategia del subrayado). Incluso la práctica del resumen (muy promovida por la institución escolar), en tanto forma de escritura que implica la producción de un texto a partir de otro, sólo es practicada por la mitad de los estudiantes encuestados. Es bajo el porcentaje de estudiantes que manifestaron formular interrogantes (36.3%), hacer comentarios (35.5%), establecer vínculos con otras lecturas (29%) y elaborar mapas conceptuales (25.5%), prácticas asociadas a los procesos de lectura relacionados con la adquisición y procesamiento de conocimientos. No parece que los estudiantes consideraran muy importante establecer nexos con otros textos, e incluso hacer comentarios o interrogantes a partir de lo que leen, en tanto actividades inherentes al proceso de lectura. El texto es leído, pero el nivel de procesamiento de la información contenida en él parece ser muy limitado. Por otra parte, resulta llamativo que un alto porcentaje de estudiantes haya dicho que consultan el diccionario, pues ésta es una práctica no muy común en estudiantes de colegios y universidades26 salvo que el docente haga una exigencia explícita al respecto. Los datos con respecto a la manera como los estudiantes encaran la lectura de textos teóricos, guardan relación con los hallazgos de una investigación realizada en la Universidad del Valle titulada “Desarrollo de estrategias metacognitivas en la comprensión de textos académicos escritos a nivel universitario” (LÓPEZ y ARCINIEGAZ, 2003, págs.118-141)27. En dicha investigación se encontró que: 26 Apelamos aquí a nuestra propia experiencia como docentes, e incluso, como padres de familia y parientes de jóvenes y niños en edad escolar. 27 Esta investigación tuvo como propósito elaborar una propuesta pedagógica orientada al desarrollo de estrategias que le permitan al estudiante universitario “asumir conscientemente la lectura como proceso fundamental en la construcción de su saber, a partir de la interacción con textos académicos, y llegar a asumir el control reflexivo, la evaluación y la autorregulación de sus procesos de comprensión y de aprendizaje y, por tanto, mejorar su desempeño, convirtiéndose en un lector intencional e independiente que pueda asumir autónoma y responsablemente su aprendizaje”, pg119. Con este objetivo, se diseñaron una encuesta sobre los conocimientos que los estudiantes tienen sobre sus procesos de lectura y una prueba de lectura que buscaba determinar los niveles de competencia lectora de los estudiantes. Ambos instrumentos fueron aplicados al inicio (pruebas de entrada) y al final del proceso de investigación/intervención (pruebas de salida). 86 (…) Muy pocos estudiantes hacen lecturas con propósitos claros; la mayoría no hace nada especial antes de asumir una lectura de estudio; en general, no se fijan actividades para comprender y aprender mejor y, usualmente, hacen sus lecturas porque el profesor las asigna. Tampoco realizan actividades que se pueden considerar como estrategias que los preparen para un aprendizaje eficiente. Aquellos que toman apuntes, subrayan o hacen anotaciones lo hacen solamente si la lectura es para hacer un trabajo escrito a petición del profesor o para un examen. Es decir, leen con propósitos externos a ellos y no con propósitos propios de aprendizaje, lo que hace que el proceso de focalización en el texto sea indiscriminado y no obedezca a una planificación previa. (López y Arciniega, 2003: 132) La investigación da a conocer, además, que de los estudiantes participantes en la experiencia de investigación/intervención, al iniciar el proceso sólo el 55.6% realizaban “algunas actividades que facilitan el proceso de lectura” (Ibídem), lo cual, coincide, de algún modo con la información que presentamos aquí, aunque las profesoras López y Arciniegas no especifican a qué tipo de actividades se refieren en su encuesta. Otra de las preguntas de nuestra encuesta aludía de manera particular a las razones por las cuales los estudiantes subrayan un texto teórico. La tabla que aparece a continuación muestra los resultados que arrojó la pregunta: Nueve de cada diez estudiantes subrayan lo que consideran las ideas fundamentales del texto. En contraste, estar de acuerdo con lo expresado en determinada parte del texto y señalar las ideas o conceptos que no entienden (ambas con un 28.2%), son razones que tienen menos peso a la hora de decidir hacer subrayados. La tendencia a subrayar predominantemente las ideas fundamentales (una práctica que puede resultar productiva para determinados propósitos de lectura pero que no agota el proceso de apropiación de un texto) corresponde a un método de trabajo generalizado en la formación escolar básica y media, que según estos resultados, se conserva casi dos semestres después de iniciado el proceso de formación universitaria. Otros criterios, que develarían un trabajo más complejo de procesamiento de la lectura de textos teóricos, tales como usar el subrayado como una forma de evidenciar las posiciones frente al 87 texto (reconocer por medio de algún tipo de marca lo que se comparte pero también aquello con lo que no se está de acuerdo), manifestar los vacíos en la comprensión e incluso relacionar la lectura con experiencias propias, son tenidos en cuenta sólo por un escaso número de estudiantes. De todos modos, es importante considerar que la encuesta no aporta información específica sobre el criterio que tienen los estudiantes para definir cuáles son las “ideas fundamentales del texto”, y lo que es más importante, si en realidad sus respuestas corresponden al modo como acostumbran proceder en la lectura de textos académicos. Este tema es abordado en el análisis de las pruebas de lectura y escritura aplicadas. Por el momento anotamos que muy pocos estudiantes (menos del 5%) subrayaron el texto que les fue entregado para resolver las preguntas que se les formularon. En síntesis, la investigación encontró que la práctica más común en la lectura de textos teóricos es subrayar destacando las “ideas principales”, respuestas que corresponden a un ejercicio escolar tradicional promovido en nuestro medio, sin que siempre exista claridad sobre lo que se entiende por ideas principales. Dentro del capítulo de la encuesta al que hemos venido haciendo referencia (apropiación de conocimientos), se preguntó a los estudiantes si acostumbran comentar o analizar con otras personas lo que leen. Considerábamos, en principio, que comentar y analizar las lecturas realizadas podría contribuir a un trabajo de análisis más detenido de los textos, a generar interés por otras lecturas y a propiciar un clima de discusión favorable para la apropiación de los conocimientos presentados en los textos teóricos que circulan en el ambiente universitario, como expresiones de la relación con la cultura escrita. La mayoría de los encuestados (7 de cada diez) algunas veces comentan o analizan con otros lo que leen, y una cuarta parte lo hace siempre. Probablemente lo hagan con sus compañeros de 88 estudio y/o amigos, si tenemos en cuenta la información aportada en párrafos anteriores con relación a los grupos con los que los estudiantes acostumbran leer y con los que intercambian textos (tablas 26 y 28). El tipo de comentarios que hacen y las formas de analizar los textos, no se incluyeron en la encuesta. Tampoco sabemos cuáles son las razones por las que los estudiantes algunas veces comentan y analizan con otros sus lecturas y otras veces no lo hacen. Por lo pronto, podemos señalar que para ellos no parece extraña la costumbre de hablar con otras personas sobre sus lecturas, pues muy pocos se abstienen de hacerlo (3.5%). Finalmente, aunque la investigación no contempla dentro de sus objetivos hacer una medición de la capacidad de memorizar que tienen los estudiantes, sí considera importante conocer cuál es la valoración que éstos le dan a la memorización, teniendo en cuenta que se trata de un aspecto muy importante en el proceso de adquisición y procesamiento de conocimientos. La memorización no es una preocupación fundamental para una proporción considerable de los estudiantes encuestados. Sólo un poco más de la mitad de los estudiantes (56%) se interesa por memorizar cuando lee. En cuanto a lo que los estudiantes se interesan por memorizar, las respuestas fueron muy variadas, e incluían aspectos tan disímiles como ideas, frases, párrafos, datos, fechas, personajes, lugares, sucesos, la(s)idea(s) principal(es), ejemplos, definiciones, conceptos y formulas. Por tratarse de una pregunta abierta (¿Qué se interesa por memorizar?) que arrojó demasiadas variables, a partir de ella no se construyó ninguna tabla en la cual se indicara una tendencia al respecto. Ese desinterés por la memoria en el proceso de apropiación de conocimientos por parte del 44% de los encuestados coincide con la pérdida de centralidad de la memoria en las tendencias pedagógicas más recientes. Como reacción a una educación tradicional basada en la memorización de contenidos (muchos de ellos inútiles), durante las últimas décadas, se ha venido promulgando la idea de que lo importante en la educación no es memorizar, sino comprender determinados conceptos y desarrollar ciertas competencias para resolver problemas particulares en contextos específicos. Con ello, se ignora que la capacidad de entender y relacionar conceptos y de aplicarlos en función de situaciones concretas, requiere que los estudiantes sean capaces de recordar los aportes de las disciplinas científicas, artísticas y humanísticas relacionados con el proceso de aprendizaje que llevan acabo. En otras palabras, se olvida que los procesos de enseñanza -de los que la lectura forma parte fundamentalrequieren que los alumnos apelen a sus conocimientos previos para apropiarse de los nuevos. Por otra lado, el desarrollo de la tecnocultura ha creado nuevas prótesis de memoria (no olvidemos que para Platón la escritura alfabética fue la primera de ellas) desde los 89 computadores personales hasta la calculadora, la agenda digital, el teléfono celular, que no sólo constituyen nuevos soportes para la escritura, sino que determinan otros modos de archivar la información y de acceder a ella. La memoria electrónica compite con la memoria natural en cuanto función del cerebro y de la mente, y en cierto modo la ha desplazado, transformando también en este aspecto las maneras como los jóvenes de hoy se relacionan con la información y el conocimiento. La convergencia de estas dos circunstancias históricas (el principio pedagógico “antimemorístico” y el auge de la memoria electrónica) hace parte de las tensiones en que se desenvuelven las relaciones entre la cultura escrita y la tecnocultura contemporánea. 9. Tecnocultura, conocimientos y sociabilidades Dos de los capítulos de la encuesta estuvieron orientados a analizar la relación de los estudiantes con dispositivos tecnológicos asociados con el procesamiento y apropiación de conocimientos especializados. De manera particular, la investigación se propuso tener una aproximación a los conocimientos semánticos y procedimentales derivados del uso de dos dispositivos tecnológicos: la televisión y el computador. 90 9.1 La televisión El capítulo V de la encuesta estuvo dedicado a identificar las preferencias en materia de canales de televisión28, así como los usos dados a la información suministrada por los programas vistos y la costumbre de compartir con otras personas dicha información29. Los resultados arrojados no nos proporcionaron una información muy significativa para los objetivos de la investigación. Sólo destacamos los datos presentados en la siguiente tabla. Al preguntarles por las razones para utilizar la información suministrada por los programas de televisión, privilegiaron la recreación seguida por intereses personales no ligados a la formación profesional y la adquisición de saberes y habilidades prácticas. La formación profesional se 28 La primera de las preguntas de este capítulo se proponía identificar las preferencias de los estudiantes en lo que respecta a canales de televisión. La encuesta dio una lista restringida de canales (aquellos con una marcada tendencia a la presentación de documentales expositivos, programación cultural, divulgación científica y tecnológica, entrevistas a reconocidas figuras del ámbito de las ciencias, las artes y la política). De ella los estudiantes debían señalar aquellos que acostumbran ver. La consulta arrojó que los canales más vistos son Discovery Channel, Discovery Health y Animal Planet. Hay una menor preferencia por People & Arts, Infinito e History Channel. Señal Colombia y AE Mundo son los menos vistos por los estudiantes. En cuanto a los programas, los más vistos son los documentales y las películas. Con un menor grado de preferencia, se encuentran los musicales y los noticieros. Los programas menos vistos son, entonces, los deportivos, las telenovelas, los ‘reality’ y los concursos. Esta información estaría indicando que de parte de los encuestados probablemente exista un alto grado de familiaridad con dos tipos de lenguajes audiovisuales -el del documental y el del relato cinematográfico- y en menor medida con los discursos informativos y el video clip, presente en los programas musicales. De todos modos no deja de llamar la atención que, tratándose de sujetos entre los 16 y los 20 años de edad, tiendan a preferir los documentales por encima de los musicales. De igual manera, es llamativo que se muestre poco interés por los programas deportivos, que se presentan como una opción marginal para el grueso de los estudiantes. Con respecto a los deportivos, queda la duda si para los estudiantes las transmisiones de partidos de fútbol (que podrían tener una buena acogida por parte de muchos de ellos) hacen parte o no de ese conjunto. El no considerar tales transmisiones como programas deportivos, explicaría la poca acogida, reflejada en la encuesta, de este tipo de emisiones para un número muy significativo de estudiantes. También es importante aclarar que al momento de realizarse la encuesta, no estaba en el aire ningún reality, lo cual explicaría la baja frecuencia de esta opción en las respuestas. 29 Las personas con quienes comparten la información obtenida en los programas televisivos que ven son, en primer lugar, los amigos (91.9%), y en segundo lugar los familiares y los compañeros, ambos con un 71%. Muy poco se comparte con personas distintas a las mencionadas y un porcentaje muy pequeño no comparte esa información con nadie. Los medios utilizados para compartir la información derivada de programas televisivos son, para casi la totalidad de los estudiantes la interacción cara a cara (97.7%), seguida del teléfono (62%), importante para un porcentaje también significativo, e internet (36.0%). La demás variables tuvieron una frecuencia muy baja. 91 encuentra en el último lugar. Pese a que la recepción de la televisión se liga con una diversidad de motivaciones, predominan las de carácter recreativo y los intereses personales, por encima de los intereses profesionales, lo cual como se verá más adelante, contrasta con las motivaciones para el uso del computador. 9.2 El computador Como puede verse en la tabla siguiente, son muy pocos los estudiantes que no hacen uso del computador. Prácticamente seis de cada diez lo usan frecuentemente y casi cuatro de cada diez lo emplean algunas veces. No obstante, la encuesta no preguntaba si se trataba de equipos de su propiedad, de los equipos con los que cuenta la universidad, o de otros. En cuanto a los programas de computador que los estudiantes manejan 30, encontramos que el más común es el procesador de textos (75.3%), seguido por los procesadores de imágenes (46.3%) y las hojas de cálculo (39%). Otros programas mencionados por los estudiantes, pero que tuvieron una baja frecuencia fueron: diseño y diagramación, lenguajes de programación y 30 Esta pregunta de la encuesta era abierta y el estudiante debía escribir los programas que dominaba, indicando si su conocimiento de los mismos era regular, bueno, o muy bueno. Para el procesamiento de la información, se agruparon los estudiantes en dos con juntos: Uno, los que dominan bien o muy bien los programas mencionados por ellos y dos, los que los manejan regular o no los manejan. La tabla 37 hace referencia a los estudiantes del primer grupo. Los programas mencionados por los estudiantes se clasificaron de la siguiente manera: Procesadores de texto: word, star office, bloc de notas. Procesadores de imágenes y diseño asistido por computador: power point, paint (aplicativo para multimedia), imagen, photo shop, flash, image follo, visual basic (compilador), visual fox pro (compilador), auto cad. Hojas de cálculo y bases de datos: excel, CG-1(programa contable), paquete contable, Helisa (paquete contable), Winisis, acces. Diseño y diagramación: corel draw, editores de texto, publisher, page (editor de pgs web office), HTML (lenguaje de edición de textos para páginas de internet). Lenguajes de programación: Pascal, turbo pascal, java, compiladores C y C++. Aplicación correo electrónico: messenger (correo electrónico instantáneo), outlook express, clientes de IRC, imesh (correos instantáneos). Otros programas: traductor (aplicativo), kazaa media desktop (aplicación gratuita para descargar software de Internet música, video), Adobe aacrobat (suite completa para gestionar documentos en formato PDF); Exploradores: internet explorer, netscape; sin clasificar: Wini tab, kadevelop, Scheme, Forte, pine, star impress, forte para java, solid edge, mechanic, front work bench, open office, lenguaje C, mechanical desktop, atlas netler. 92 aplicaciones de correo electrónico. El 10% de los estudiantes no manejan ningún programa o lo manejan de manera regular. El uso del procesador de textos por parte de la mayoría de sujetos de la investigación indica un nivel de alfabetización básica en el manejo del computador y de paso una relación con la escritura a través de un soporte distinto como el de la pantalla electrónica. Pero de ello no se deriva necesariamente un dominio de los cánones de la escritura, pues éste último depende de factores como el capital cultural heredado y de la relación que en la escuela se haya logrado establecer con la cultura escrita31. Este contacto con la escritura a través del soporte electrónico coexiste en el tiempo y en el espacio con la escritura en otros soportes (el manuscrito, el graffiti callejero, las vallas publicitarias). Quedaría por indagarse en qué medida el procesador de textos facilita el desarrollo de las competencias escritas de los estudiantes, aunque ese no es el objeto del artículo. Por otro lado, el dominio de software para el procesamiento de la imagen que posee casi la mitad de los sujetos de la muestra, revela la importancia de los lenguajes no verbales en el ámbito de la tecnocultura contemporánea. Si bien es cierto que la imagen ha sido un modo de expresión presente desde los orígenes de la humanidad, y que ha coexistido con la escritura (antes y después de la invención de la imprenta), la manipulación de imágenes en movimiento por medio de las tecnologías informáticas ha permitido que la presencia del lenguaje icónico se haya intensificado de manera inusitada, como se evidencia en el mundo de la publicidad audiovisual, en los video juegos, en los entornos virtuales de aprendizaje, etc. Más aún, las nuevas tecnologías de información han convertido a sus usuarios en potenciales creadores y 31 A partir de los resultados de las pruebas de lectura y escritura podemos afirmar que no se encontró una correlación directa entre el dominio de la tecnología y el dominio del canon de escritura. Ver La Lectura y la escritura de los estudiantes universitarios, op cit. 93 manipuladores de imágenes y ya no sólo consumidores de las mismas -como es el caso un porcentaje significativo de los estudiantes encuestados- lo cual constituiría un rasgo de su adscripción a la tecnocultura contemporánea. 9.3 Acceso a internet La gran mayoría de los estudiantes que usan el computador tienen acceso a internet. Aunque el tiempo de acceso varía, la tabla N°38 muestra que hay un uso regular de la red, cuya intensidad dependería de factores como la facilidad de acceso al equipo (si es propio, si se hace uso del servicio ofrecido por la universidad o si se paga en un sitio público la conexión a internet), la disponibilidad de tiempo y el interés que despierte este recurso tecnológico en los estudiantes. La encuesta no permite identificar patrones regulares en el uso que los estudiantes hacen de internet, pero sí muestra que para este grupo de universitarios que se encontraban en segundo semestre al momento de la investigación, el acceso a internet es una práctica frecuente. De los estudiantes que usan personalmente el computador (el 96.1% de los encuestados), el 97.7% accede por lo menos una hora a la semana a internet32. A continuación se detalla el tiempo de acceso según el número de horas semanales33: 32 Según datos aportados por la Biblioteca de la Universidad del Valle (Coordinación del área de servicios al público), un promedio de 170 estudiantes asisten diariamente a la mediateca para realizar consultas en internet. Para el año 2002 visitaron la mediateca 9030 estudiantes, de los cuales 8569 (el 94.89%) consultaron internet, 285 CD Rom y 176 revistas electrónicas. La política de la biblioteca es permitir únicamente consultas de índole académica, de tal manera que no están permitidos el ingreso a chats, ni el acceso a correo electrónico. En cuanto a las consultas a la página web de la biblioteca, en el 2002 llegaron a 10.966.537, pero en este dato no se discrimina qué clase de usuarios accedieron al sitio. 33 Esta información contrasta con la aportada por la encuesta sobre Hábitos de lectura y consumo de libros en Colombia (op cit): apenas un 5% de la población encuestada por el DANE usa internet, el 0.3% lee exclusivamente textos en internet, el 0.8% libros e internet, el 0.2% internet y revistas, 1.5% internet y periódicos, 0.74% libros internet y revistas, 0.41% libros internet y periódicos, 0.2% internet, revistas y periódicos y 2% libros, internet, revistas y periódicos. Este bajísimo uso de internet es contrario a lo encontrado en la encuesta realizada para nuestra investigación, según la cual la gran mayoría de estudiantes acceden a internet, principalmente para buscar información relacionada con la carrera que estudian. La condición de estudiante universitario y las posibilidades de acceso que ofrece la universidad favorecen el uso de la red, situación que probablemente no compartan la mayor parte de los sujetos de la muestra diseñada para la encuesta del DANE. 94 La búsqueda de información especializada relacionada con la formación profesional es el principal motivo para acceder a Internet. En segundo lugar se encuentra el uso del correo electrónico, y finalmente los juegos en línea y la participación en sondeos de opinión. La participación en campañas, movimientos y protestas a través de la red presenta una frecuencia muy baja. Es probable que la búsqueda de información especializada se relacione con las exigencias propias de algunos programas académicos. Además, es importante tener en cuenta que los servicios de acceso a internet proporcionados por la Universidad del Valle a sus estudiantes se limitan a consultas de información académica, y algunos casos se impiden las consultas de correo electrónico, la participación en chats y el acceso a juegos en la red. La conexión a páginas pornográficas está bloqueada para todos los servicios de la Universidad a través de unos filtros especiales. Quienes hacen uso de internet con fines distintos a la consulta de páginas web especializadas, probablemente poseen el equipo en su casa o tienen un acceso más o menos fácil a equipos en calidad de préstamo o alquiler, pero este sería el caso de los estudiantes que pertenecen a los estratos altos, es decir el 10.8% que se distribuyen entre los estratos cuatro y cinco. Teniendo en cuenta que la principal motivación para acceder a internet es la búsqueda de información especializada, es normal que los estudiantes consulten con mayor frecuencia páginas web relacionadas con el área de su formación profesional (82.3%) y con una menor 95 frecuencia otro tipo de páginas web (59.8%). Las enciclopedias virtuales son menos consultadas y en los grupos de discusión sólo participa un grupo muy reducido de estudiantes. En cuanto a los procesos realizados con la información consultada, la investigación encontró que de cada 10 estudiantes, 8 archivan la información a la que acceden a través de internet, seis realizan algún trabajo de edición, cinco la imprimen y cuatro suelen enviarla por correo electrónico. Considerando la principal motivación para acceder a internet ya señalada, resulta coherente que la mayor parte de los estudiantes decida archivar la información relacionada con su formación profesional. Es muy probable que ésta sirva de base para la realización de trabajos universitarios, lo cual explica, a su vez, el que un número considerable de estudiantes manipule de algún modo la información a la que accede (corta, ensambla, quizás introduce pequeños pasajes elaborados por el/ella mismo/a). Ese proceso podría concluir en la impresión de documentos que conformen el trabajo escrito o que sirvan de insumo para su elaboración. Casi la totalidad de los estudiantes archiva textos y un porcentaje significativo archiva imágenes -bien sea en disquete, en CDRom o en el disco duro-. Archivar música es una práctica menos común, aunque el porcentaje de estudiantes que lo hace sigue siendo importante. Lo que menos acostumbran archivar son video juegos y páginas web. 96 El hecho de que prácticamente todos los estudiantes archiven textos de la red, confirma lo anotado en el párrafo anterior con relación al uso de la red para la elaboración de trabajos académicos. En cuanto al archivo de imágenes y de música, aunque es menos frecuente que el archivo de textos, constituye otro indicador de la importancia que el lenguaje audiovisual tiene para el grupo de estudiantes. No obstante, es necesario tener en cuenta que este uso particular de internet (archivar imágenes y música) se concentra en aquellos estudiantes que pertenecen a los estratos socioeconómicos más altos, como lo muestra la siguiente tabla en la que se cruzan las variables “archivar imágenes” y “archivar música” con la variable estrato socioeconómico. Algunos estudiantes utilizan el correo electrónico para intercambiar con otras personas distintos tipos de información, como lo muestra la tabla siguiente: 97 Como puede verse, se reafirma la presencia de la información especializada en los usos dados a internet, pues el 72.3% utiliza internet para intercambiar información relacionada con su campo de formación profesional. También tiene una presencia importante el uso recreativo -al que ya se aludía con relación al acceso a imágenes, música y videojuegos en la red-, expresado esta vez en el intercambio de chistes, frecuente para la mitad de los estudiantes. Los mensajes preventivos están presentes en menor medida, así como los videojuegos. Definitivamente, la encuesta muestra que los usos del computador -incluido el acceso a internet- se relacionan de manera predominante con sus actividades académicas. Esto se confirma con la información sobre los usos que los estudiantes le dan a la información que procesan, como se observa a continuación. El mayor uso que le dan a la información que procesan es el académico, seguido por el recreativo. En el caso de la televisión, el peso de lo académico y lo recreativo en tanto motivaciones para acceder al medio, es distinto. Como se mencionó cuando nos referimos a las razones para utilizar la información suministrada por la televisión (tabla 35), tienen un mayor predominio las de carácter recreativo sobre la formación profesional. Este medio combina motivaciones personales no académicas ni profesionales (recreación, saberes ligados a la vida cotidiana o a entretenimientos, pasatiempos y aficiones), como podría ser el caso de la música, el deporte, las películas, el arte, la actualidad, la salud, etc, con intereses académicos y de formación profesional, sólo que los primeros tienen más preponderancia que los segundos. La televisión, entonces, es para estos jóvenes un medio altamente ligado al ocio y al 98 esparcimiento, mientras que el uso del PC está más directamente ligado a la adquisición de conocimientos especializados, al aprovechamiento académico y a la posibilidad de establecer contacto o comunicación con otros. Por lo menos eso es lo que se puede concluir a partir de las respuestas proporcionadas por los encuestados. Finalmente, en lo que respecta a otros de los usos dados a la información procesada, se puede anotar que apenas tres de cada diez estudiantes utilizan información con el fin de actualizar su computador, lo cual pone en evidencia la relación un tanto limitada con el mundo informático, en lo que respecta al dominio de saberes procedimentales ligados a las permanentes innovaciones en materia de software y hardware. Un escaso número de estudiantes utilizan la información con fines políticos. 9.4 La escritura en internet Una de las preguntas de la encuesta se refería a la importancia que los estudiantes dan a la ortografía y a la redacción cuando escriben correos electrónicos o cuando participan en un chat. Es esta la información contenida en la última tabla: Son muy pocos los estudiantes que manifestaron no preocuparse nunca por la ortografía y la redacción cuando escriben correos electrónicos, y la mayoría tienen tal preocupación -de manera permanente o esporádica-. Los que sólo algunas veces prestan atención al modo como escriben, probablemente lo hacen dependiendo de quién sea su destinatario. No obstante, cuando se trata de participación en chats, el interés por la redacción y la ortografía decrece considerablemente, a tal punto que el 20.7% de los estudiantes manifiestan que nunca tienen tal preocupación cuando participan en un chat y sólo un poco más de la tercera parte se fija siempre en su manera de escribir. El 3.1% de los estudiantes no escriben correos electrónicos y no participan en chats. 99 De todos modos, aunque los estudiantes hayan manifestado en sus respuestas un cierto interés por la manera como escriben, especialmente en el caso del correo electrónico, no es posible saber si este interés o desinterés coincide con el que tienen normalmente cuando producen textos manuscritos o impresos, análisis que se hace en artículo dedicado a los resultados de la prueba de escritura. Aunque en la investigación no se consideró obtener una muestra de los textos que los estudiantes envían por correo electrónico ni tampoco estaba contemplado en el trabajo de campo asistir a sesiones de intercambio escrito a través de la red, las respuestas de los estudiantes nos permiten detenernos un momento en uno de los rasgos característicos de la escritura en internet, con la que algunos de los estudiantes -según los datos derivados de la encuesta- se encuentran muy relacionados (recordemos que el 37.1% de ellos participan en chats). Nos referimos a la cercanía que existe entre el “chateo” y el lenguaje oral, en el sentido de que ambos constituyen formas de comunicación que se alejan del canon, tal y como fue definido en la parte preliminar de este artículo. El chat tiene un tono de informalidad, de espontaneidad, consecuencia de la velocidad del intercambio que no da tiempo para detenerse a pensar, como suele suceder en la conversación. No obstante, mientras en el diálogo cara a cara los gestos, la mirada, la proxemia y la kinesis llenan los silencios de lenguaje verbal -o lo acompañan- en el chat no se admite el silencio. Cuando mucho, éste podría ser llenado por íconos que reemplazan expresiones como la risa, la sorpresa (los emoticones), u otros modos de reaccionar ante los mensajes de los interlocutores. A esto habría que agregar la participación de varios actores ubicados en espacios distintos que pueden no haber conversado nunca de manera directa dentro de un mismo espacio físico. 10. Conclusiones Aunque no pretendemos dar conclusiones contundentes sobre los aspectos abordados en la encuesta realizada, pues para ello sería necesario profundizar en algunos datos que por sí mismos resultan insuficientes (empleando otras herramientas metodológicas, como por ejemplo la entrevista en profundidad y la observación etnográfica), queremos resaltar, para cerrar el artículo, los siguientes hallazgos derivados de esta parte de la investigación: 1) Los datos derivados de la encuesta evidencian una tendencia al desplazamiento de aquellos espacios que tradicionalmente promovían una relación con la lectura y la escritura como lo fueron en tiempos pasados los centros literarios, los clubes de lectura, las tertulias, los grupos de estudio sobre temas políticos, artísticos, económicos, entre otros. Una expresión de ello es la poca participación de los estudiantes en este tipo de actividades extracurriculares. En contraste, nuevas formas de interacción, propiciadas por las nuevas tecnologías (las emisoras 100 escolares, el chat, el intercambio de productos vía correo electrónico, la posibilidad de manipular imágenes y sonidos en el PC) se abren paso, relegando a las otras. Las actividades de lectura y escritura están adquiriendo un estatuto distinto al interior de la vida y en la historia particular de estos jóvenes cuyos vínculos con la cultura escrita tienden a ser cada vez más precarios –por lo menos para la mayoría de los sujetos de la investigación/. 2) Pese a que en la mayor parte de los colegios existe por lo menos un tipo de actividad extracurricular ligada a la lectura y la escritura (por lo general el mural o la cartelera escolar), la participación de los estudiantes encuestados es muy escasa, lo cual nos habla de su poca motivación por ellas. Esto puede ser consecuencia de varios factores, entre los que se pueden mencionar, de manera tentativa, los siguientes: (a)El carácter anacrónico que para muchos de los estudiantes pueden tener las prácticas de lectura y escritura; anacronía que podemos considerar como parte del cambio cultural a partir del cual se produce la devaluación de ciertas prácticas y costumbres propias a la cultura escrita (por ejemplo leer un libro de principio a fin, citar las fuentes consultadas en la elaboración de trabajos académicos, preocuparse permanentemente por la ortografía y la redacción, leer textos de manera autónoma para complementar su formación académica, etc.) y una valoración de otras prácticas (leer resúmenes de obras literarias, bajar información de internet de manera indiscriminada e incorporarla a trabajos escolares sin procesarla y sin dar la debida referencia, chatear, etc). (b) la tendencia cada vez más acentuada a participar en actividades relacionadas con formas de comunicación no verbal, en contraste con una baja participación en tareas propias de la comunicación verbal escrita, incluso en el caso de publicaciones escolares como el anuario, el periódico o el mural. (c)El poco interés de parte de algunos profesores e instituciones para promover tales actividades, pues sus motivaciones posiblemente están orientadas en otra dirección, como por ejemplo la organización de la emisora o del canal interno de televisión, entre otros. (d)El modo de selección y conformación de los grupos de estudiantes, que quizás puede no favorecer la integración de nuevos alumnos, a quienes podría llegar a interesarles las actividades que promueven la cercanía con la cultura escrita. 3) Durante la formación escolar básica y media recibida por los estudiantes encuestados, sólo en las asignaturas relacionadas con Español y Literatura se daba énfasis a las prácticas de lectura y escritura. Según las respuestas de los encuestados, en las otras áreas no parece haber un trabajo sistemático ni unas estrategias encaminadas a cualificar los procesos de lectura y escritura en tanto mediaciones para la adquisición y procesamiento de los conocimientos (categoriales y factuales) aportados por las distintas disciplinas. A ello se suman las condiciones desfavorables en las que en muchas instituciones -tanto privadas como oficiales- se realiza la labor pedagógica (grupos numerosos que impiden una atención más personalizada para los estudiantes, ausencia de bibliotecas, o escasa dotación de las mismas), así como el 101 desconocimiento acerca de la manera de abordar la lectura y escritura de textos con propósitos específicos para las distintas asignaturas. 4) Los estudiantes encuestados tienen una relación más cercana con la lectura que con la práctica de la escritura. La lectura es una actividad que puede estar más ligada al ocio y al esparcimiento y su presencia, tanto en el ámbito escolar como en otras formas de interacción social, tiene una mayor intensidad, a diferencia de lo que sucede con la escritura. Esto se evidencia en la encuesta, pues se encontró que en la vida cotidiana de los estudiantes es mucho más frecuente leer por iniciativa propia que escribir por fuera de las exigencias escolares. Ahora bien, se observa una relación entre el hábito de leer por iniciativa propia y la realización de textos por fuera de las exigencias escolares. Los estudiantes que tienen una relación mucho más cercana con la lectura, expresada en su iniciativa personal para leer, tienden a ser más activos en la producción de textos por iniciativa personal. 5) Con respecto a las actividades de escritura que realizan los estudiantes por su iniciativa personal, la investigación deja ver que existe una tendencia en los encuestados a una escritura centrada en la subjetividad, es decir, aquella que privilegia la expresión de pensamientos, sentimientos y emociones. De igual manera, para quienes escriben por iniciativa propia es frecuente la escritura ligada a la narración de eventos tanto reales (el diario y la reflexión) como imaginarios (los cuentos). También la escritura de poemas tiene una presencia importante y puede estar relacionada con situaciones reales o ficticias. En cualquiera de los casos, parece haber una tendencia a que la escritura -trátese de relatos, de reflexiones ligadas a lo real, o de creaciones a partir de la ficción- esté atravesada por las experiencias personales de los estudiantes. 6) La lectura al interior de grupos y el intercambio de textos (formas de leer que implican la relación con otros) se produce fundamentalmente entre pares, es decir, con amigos y con compañeros de la universidad. La familia no parece ocupar un lugar significativo en este aspecto. Tampoco se observa un interés en los estudiantes por la participación en grupos en los que se involucren con personas distintas a sus compañeros de universidad. 7) El uso del PC aparece predominantemente ligado a labores académicas. En estratos altos, este uso se proyecta con mayor énfasis que en los demás hacia lo recreativo-lúdico. Los estudiantes de estratos bajos probablemente accedan sólo a los servicios prestados por la universidad y por ello restringen el uso del PC a sus labores académicas. En contraste, se observa que el uso de la televisión está ligado al ocio y al esparcimiento y no tanto a la realización de quehaceres de su formación. 102 Referencias Carvajal, G. (1999) Lecturas y Escrituras Juveniles: entre el placer, el conformismo y la desobediencia (Tesis de Grado Maestría en Comunicación y Diseño Cultural). Universidad del Valle, Cali, Colombia. Chartier, R. (1999) Cultura escrita, literatura e historia. México, D.F., México: Fondo de Cultura Económica. Chartier, A. M.; Hébrard, J. (1994) Discursos Sobre la Lectura (1880-1980). Barcelona, España: Editorial Gedisa. DANE, Ministerio de Comunicaciones de Colombia (2001) Datos de Computadores en Colombia. Escobar, J. 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La propuesta didáctica tiene en cuenta el hecho de que los estudiantes que ingresan a la universidad traen un manejo de la lectura y de la escritura, pero este conocimiento y las competencias que han adquirido y desarrollado de manera inconsciente no les permiten asumir la complejidad que implican las prácticas académicas de leer y de escribir para el aprendizaje en la universidad. Es por ello que hemos elegido trabajar desde una perspectiva metacognitiva, en la que se parte del reconocimiento de los estudiantes como sujetos cognitivos, así como afectivos y sociales y, por ello, iniciamos con la elaboración de sus autobiografías y de sus historias de lectura y de escritura. A lo largo de los cursos -a partir de actividades que involucran las dos competencias, lectura y escritura, que en el acceso y manejo del discurso escrito se dan de manera articulada- se desarrollan proyectos de aprendizaje alrededor de temáticas que permiten a los estudiantes apropiarse de estrategias cognitivas y metacognitivas para que las tareas de lectura y de escritura, auténticas y significativas, las asuman conscientemente y redunden en sus procesos de formación profesional. De esta manera, los cursos de lengua se constituyen en espacios en los que no sólo se aprende la lengua, sino sobre temáticas específicas de su área de formación y sobre modos académicos de leer y de escribir propios del área disciplinaria. Referentes conceptuales y metodológicos Desde el reconocimiento del discurso escrito como la forma más sólida de acceso, consolidación, transformación y construcción de conocimiento en la vida universitaria, se asumen la lectura y la escritura como procesos intencionales, significativos y estratégicos de construcción de sentidos, que se constituyen en prácticas sociales inherentes a toda comunidad académica y científica. 105 ¿Por qué desde un enfoque metacognitivo sociocultural? Este enfoque nos permite proponer una secuencia didáctica fundamentada: (1) en el desarrollo de la conciencia de los estudiantes que ingresan a la universidad sobre la lectura y la escritura como parte integral de sus procesos de aprendizaje y (2) en el reconocimiento de la necesidad de adquirir estrategias cognitivas y metacognitivas adecuadas para la lectura y la escritura de distintos tipos de textos que les permitan asumir la regulación de sus procesos de comprensión y de producción de textos. De esta forma, los estudiantes no sólo mejorarán sus prácticas de lectura y de escritura, sino que estas mejores prácticas redundarán de manera efectiva en sus procesos de aprendizaje y de construcción de conocimiento, fundamentales en el quehacer del universitario y del futuro profesional. Un comportamiento metacognitivo, entendido como una actividad mental mediante la que otros estados o procesos mentales se constituyen en objeto de reflexión, exige del sujeto, por una parte, el desarrollo de su conciencia y, por otra, la regulación permanente de sus procesos cognitivos. Se trata, en primera instancia, de desarrollar la conciencia de: uno mismo como sujeto cognitivo, afectivo, social; de la tarea a la que se enfrenta; de las estrategias adecuadas para obtener los logros cognitivos esperados. Pero la sola conciencia no es suficiente para asumir un comportamiento estratégico. Éste se logra cuando el sujeto, a partir de esa conciencia, llega a asumir la regulación de sus propios procesos. La regulación tiene que ver con las decisiones que el sujeto toma antes, durante y después de sus procesos, de modo consciente y orientado hacia la obtención de la meta o tarea que se ha propuesto previamente. De esta manera, una característica fundamental del comportamiento metacognitivo es que es “situado”, es decir, contextualizado, ya que responde a la tarea particular en el momento y bajo las condiciones en las que ésta se asume. A continuación, un breve desarrollo de estos aspectos referidos específicamente a los proceso de comprensión y de producción de textos. Como acabamos de expresar, un comportamiento metacognitivo en las prácticas de lectura y de escritura está determinado por la situación particular, es decir, por el texto que se lee y que se escribe en esa situación y esto supone el manejo de: el contenido del texto –temática que aborda y perspectivas; el propósito de lectura y de escritura –para qué se lee y se escribe ese texto; el interlocutor –quién lo escribió y para quién se escribió; el tipo de texto – argumentativo, descriptivo, narrativo, expositivo-. 106 Para abordar estos procesos desde una perspectiva metacognitiva, partimos del desarrollo de la conciencia de los estudiantes sobre sí mismos como sujetos que leen y que escriben –sus conocimientos previos, sus fortalezas y sus debilidades-; sobre la tarea particular de lectura y de escritura a la que se enfrentan –temática, propósito, interlocutor, tipo de texto- y sobre las estrategias y el procedimiento adecuados para la tarea. El desarrollo de la conciencia sobre los distintos aspectos del proceso de lectura y de escritura lleva a los estudiantes a asumir con propiedad la regulación de sus procesos, lo que tiene que ver con los aspectos que se presentan a continuación. Planificación: los estudiantes reconocen los factores que permiten obtener los resultados requeridos en la solución de las tareas de lectura y de escritura que van a abordar. De esta manera, pueden anticipar las demandas de las tarea, saber qué es favorable y qué no para asumirla y así, definir el plan de acción y el procedimiento que van a seguir. Monitoreo y regulación: desde el inicio del proceso, los estudiantes deben ir comprobando si están llevando a cabo lo planificado, si les está dando resultado, en relación con los logros esperados, el interlocutor previsto y con el sentido que van construyendo en el proceso mismo o si es necesario modificar lo previamente planeado o el procedimiento que están siguiendo. Evaluación: implica un proceso de reflexión y de análisis tanto de los resultados o logros cognitivos obtenidos, como de las actividades desarrolladas y del proceso seguido, su eficacia. Vale la pena aclarar que lo anteriormente descrito no corresponde a etapas de un proceso unidireccional, ya que la construcción de sentido, tanto en las prácticas de comprensión como en las de producción de textos, es un proceso de revisión consciente que obliga a los estudiantes a volver permanente sobre los distintos componentes de estas prácticas y hacer los ajustes pertinentes incluso en cuanto a lo inicialmente planificado. Desde la perspectiva metacognitiva, entonces, creemos que es posible lograr mejores aprendizajes, puesto que asumir una mayor conciencia de los propios procesos permite la regulación de esos procesos y, como resultado, se puede lograr una mayor autonomía en el aprendizaje y la posibilidad de participar activamente en la construcción de conocimiento, fundamentales en el quehacer del universitario y del futuro profesional. Escritura a través del currículo –WAC / WID34 34 Siglas del inglés, WAC: Writing across Curriculum; WID: Writing in the Disciplines 107 El punto de partida de este enfoque es que el discurso escrito es mucho más que un medio instrumental de registro, de expresión y de transmisión de conocimiento, ya que la escritura permite no solo adquirir sino, más importante aún, revisar, transformar y construir conocimiento. Esta función epistémica de la escritura exige que las prácticas de lectura y de escritura más que la mera codificación y decodificación de los contenidos del texto escrito se constituyan en procesos de construcción de sentidos. De esta manera, la lectura y la escritura se convierten en lo que realmente representan cuando se trata de la formación universitaria: prácticas socioculturales con un gran valor epistémico y definitivas, por lo tanto, en los procesos de aprendizaje de las distintas asignaturas de formación disciplinar. En esta línea, los cursos de lengua que se ofrecen a los estudiantes universitarios siguen siendo válidos como un modo de acercarlos a las prácticas discursivas propias de la academia, de sensibilizarlos sobre estos modos de escribir y de leer que no son los mismos de los niveles de educación previos y de darles unas bases que los preparan para comenzar a asumir la lectura y la escritura académicas con propiedad. Estos cursos, entonces, más que cursos “remediales” se convierten en espacios naturales de aprendizaje sobre la lectura y sobre la escritura, sobre un saber específico y sobre la misma lengua. Pero el interés es que la lectura y la escritura académicas sean verdaderas herramientas de aprendizaje, se trata de que sean prácticas permanentes y continuadas a lo largo de toda la carrera y, por lo tanto, su desarrollo y fortalecimiento deben ser asumidos por los profesores de la disciplina, como expertos que son no solo en cuanto a los contenidos y temáticas propias sino en relación con los modos particulares de leer y de escribir. Esto quiere decir que todos los profesores, no solo los de lengua, debemos ocuparnos de orientar en los cursos a cargo nuestro actividades que lleven a los estudiantes a asumir la lectura y la escritura académica como prácticas estrechamente articuladas con el aprendizaje de las distintas asignaturas. Alfabetización académica Ahora bien, esas prácticas letradas propias de una disciplina constituyen una comunidad académica y discursiva particular, ya que giran alrededor de un conjunto de nociones, conceptos, modos de razonamiento y de categorización instituido por la misma comunidad y esto se logra, precisamente, a través de unas estrategias retóricas y discursivas particulares. Este principio nos lleva al concepto de alfabetización académica, que se entiende no como un estado, sino como un proceso formativo continuo de desarrollo de las prácticas de lectura y de escritura académicas propias de la disciplina de formación. Esta concepción rompe, así, con la 108 noción tradicional que suponía que la lectura y la escritura se adquieren y se desarrollan, de una vez y para siempre, en los niveles de primaria y de secundaria. Es claro que en la universidad -a diferencias de los niveles anteriores- la diversidad de temas, de propósitos, de tipos de textos, de destinatarios posibles, los textos académicos se convierten siempre en un desafío para los miembros de esa comunidad y, mucho más aún, para aquellos que apenas se inician en esa cultura. En este marco conceptual y didáctico, consideramos que una buena parte de la función de formación de la universidad consiste en lograr que sus estudiantes lleguen a ser miembros de una comunidad académica particular, es decir, que se apropien tanto de unos modos discursivos como de unos campos conceptuales específicos. Para ello, insistimos, es necesario que la universidad –directivas, profesores y estudiantespromueva y oriente unas prácticas de lectura y de escritura que permitan el desarrollo adecuado de unos modos particulares de indagar, de adquirir, de transformar, de construir y de comunicar el conocimiento. Se deben, entonces, asignar los espacios necesarios y suficientes en los planes de estudio para que las prácticas de lectura y de escritura académicas se constituyan efectivamente en medios propicios para el aprendizaje y la formación disciplinaria. Población beneficiada Estudiantes de distintos programas de pregrado de la Universidad del Valle 1. Licenciatura en Lenguas Extranjeras La propuesta didáctica se inició formalmente en tres de los cursos que conforman el componente de español de la Licenciatura en Lenguas Extranjeras y que se desarrollan del primero al tercer semestre de la carrera, pues consideramos este componente como un espacio propicio para que los estudiantes aprendan a aprender sobre asuntos y problemáticas fundamentales para su desempeño académico como estudiantes universitarios y como futuros profesores de lengua extranjera. En este marco, además de las intervenciones de aula, hemos realizado dos investigaciones con los estudiantes de esta Licenciatura: (1) Desarrollo de estrategias metacognitivas en la comprensión de textos académicos escritos a nivel universitario. Financiada por Colciencias y la UV. Informe final de investigación. Centro de Documentación, Escuela de Ciencias del Lenguaje, Cali: U. del Valle. 2002 y (2) Estrategias metacognitivas para la escritura en la universidad. Financiada por la UV. Informe final de investigación Centro de Documentación, Escuela de Ciencias del Lenguaje, diciembre de 2007. Los resultados de estas investigaciones se recogen 109 respectivamente en dos libros (1) Metacognición, lectura y construcción de conocimiento. El papel del sujeto en el aprendizaje significativo 2004, Cátedra UNESCO en Lectura y Escritura. Cali: Escuela de Ciencias del Lenguaje, Universidad del Valle y (2) La escritura en el aula universitaria: estrategias para su regulación. (En prensa) Programa Editorial Universidad del Valle. Actualmente tenemos en ejecución, desde agosto de 2011, la investigación El cambio de roles en el contrato didáctico en un curso de escritura con enfoque metacognitivo, seleccionada en la convocatoria interna de UV-2011. La Escuela de Ciencias del Lenguaje ha publicado cinco volúmenes de la serie Los estudiantes escriben e investigan en el aula. Publicación que tiene como objetivo divulgar las producciones escritas de los estudiantes de la Licenciatura de Lenguas Extranjeras, que son resultado de su participación en las intervenciones de aula en los cursos del componente de español de la licenciatura y que los constituye en productores de textos en situaciones reales de comunicación. Con base en los resultados de esta experiencia docente e investigativa, se han desarrollado propuestas similares en otros cursos en la universidad. 2. Estudiantes de Ingeniería Civil. Desde agosto de 2007, la profesora López y el profesor de Ingeniería Civil, Ricardo Ramírez vienen realizando una intervención en el aula en el curso de Resistencia de Materiales, que se ofrece a estudiantes de IV semestre de Ingeniería Civil. El propósito es orientar actividades de lectura y de escritura académicas que permitan a los estudiantes asumir la elaboración de resúmenes de los tópicos trabajados en este curso como una herramienta eficaz de aprendizaje de la asignatura. Desde enero de 2008, esta experiencia de aula se constituyó en el proyecto de investigación El resumen como estrategia de aprendizaje en un curso de ingeniería, financiado por la universidad, diciembre de 2011, cuyo propósito es plantear una propuesta didáctica que asume las prácticas de lectura y de escritura académicas como integrales del proceso de aprendizaje de la asignatura y fundamentales en la construcción de conocimiento en el área. . 3. Estudiantes de ingreso con bajos puntajes Desde el año 2006 se implementaron con este enfoque dos cursos de español para estudiantes de excepción étnica, dentro del marco del Proyecto Universidad y culturas de la Vicerrectoría académica. El primer curso hace énfasis en la escritura de experiencias desde la narración haciendo especial énfasis en la diferencia lengua oral versus lengua escrita, resaltando en estos 110 procesos los aspectos formales y gramaticales del español y la importancia de pasar de la lectura literal a otros niveles más complejos de interpretación. El segundo curso hace énfasis en la lectura y la escritura de textos académicos, así desde el trabajo por proyectos se busca que los estudiantes escriban un texto, ensayo o informe que sea la expresión de un proceso de investigación temática, que ha pasado por la lectura y la escritura de textos como resúmenes y reseñas para llegar al objetivo propuesto. Durante el año 2008 se hizo un seguimiento a los resultados de estos cursos con la investigación Diseño de una propuesta de docencia en los cursos de español para estudiantes que ingresan con bajos puntajes en la universidad del Valle, a cargo de los profesores Esperanza Arciniegas y Luis Emilio Mora y financiada por la universidad. Como resultado de este estudio, los autores proponen un programa de comprensión y de producción de textos académicos para los estudiantes que ingresan a la universidad con bajos puntajes. 4. Cursos del componente de español para los programas de pregrado de la universidad. Desde hace unos 6 años se ha venido implementando una intervención didáctica similar a la descrita en el numeral 1, en algunos de los cursos del componente de español que la Universidad exige a los distintos planes de estudio y que son ofrecidos por la Escuela de Ciencias del Lenguaje. Con el propósito de analizar los programas de curso, las experiencias de aula y sus resultados se ha organizado, además, un seminario interno permanente de actualización que se desarrolla durante el semestre académico, con los docentes a cargo de estos cursos. Estudiantes de de postgrado de la Escuela de Ciencias del Lenguaje 1. Especialización en Enseñanza de la lectura y de la escritura en lengua materna. Como parte del eje de fundamentación de esta especialización, desde su creación en 1996, se han ofrecido seminarios en la línea de procesos cognitivos y metacognitivos en la comprensión y en la producción de textos. En esta línea se han dirigido 8 monografías de grado. 2. Maestría en Lingüística y español Tanto en la línea de comprensión y producción de textos en lengua materna como en la de lenguas extranjeras de esta maestría, se han ofrecido seminarios en el área de procesos 111 cognitivos y metacognitivos en la comprensión y en la producción de textos. En esta misma área se han dirigido 6 tesis de grado y actualmente hay 6 más en ejecución. GRUPO DE INVESTIGACIÓN LEER, ESCRIBIR Y PENSAR A partir de los desarrollos de todo este trabajo, en junio de 2008 conformamos el grupo de investigación Leer, escribir y pensar de la Escuela de Ciencias del Lenguaje. Este grupo ha tenido a su cargo el seminario interno permanente que se viene realizando semestralmente con los profesores del área de español de la Escuela. Línea La lectura y la escritura como herramientas de aprendizaje desde una perspectiva metacognitiva. Objetivo La investigación sobre las prácticas de lectura y de escritura académicas y su incidencia en el aprendizaje en las distintas áreas de conocimiento, con el propósito de diseñar propuestas para lograr mejores competencias comunicativas que tengan una incidencia positiva en los procesos de enseñanza, de aprendizaje y de investigación en los distintos programas académicos. Actividades - Seminario interno permanente que se desarrolla a lo largo del semestre académico. - Liderazgo del nodo Univalle de Redlees, Red de lectura y de escritura en la Educación Superior. Miembros - Profesores Esperanza Arciniegas, Gladys Stella López, Luis Emilio Mora, Martha Lucía Salamanca -ECL- y Ricardo Ramírez –EICG- - Estudiantes de la Maestría en lingüística y español: Promoción 2009 Alice Castaño, Zamaris Castillo, María Cristina Fernández, Karen López, Claudia Montoya Alejandro Moreno, Carmen Pedraza y Victoria Portillo Promoción 20011 Karina Arenas, Marysel García, Johanna Hincapié, Diana Carolina Rodríguez y Leidy Johana Álvarez. ¿QUÉ NOS HA DEJADO ESTA EXPERIENCIA? Asumir la docencia en el marco de la investigación en el aula, nos ha permitido desarrollar un proceso en espiral en el que la docencia y la investigación se realimentan permanentemente. Lo 112 anterior nos ha permitido reducir la brecha entre lo que plantean las teorías y las prácticas de aula. La experiencia de aula y la permanente confrontación con la teoría, nos ha llevado a la reelaboración permanente de concepciones fundamentales sobre: los procesos de comprensión y de producción de textos y su relación con la construcción de conocimiento, así como la reconceptualización del aprendizaje como un proceso intencional y gradual que implica un sujeto activo, agente de sus propios procesos de conocimiento. El punto de partida fundamental para asumir la lectura y la escritura académica en las dimensiones previamente descritas es el reconocimiento de la experiencia y del conocimiento con que llegan los estudiantes, asumidos como sujetos que participan activamente en la construcción de su propio conocimiento. El papel del maestro es fundamental para el desarrollo de estos procesos, puesto que el éxito de los mismos exige que tenga unos objetivos explícitos para sus estudiantes y unos propósitos de enseñanza y de aprendizaje claros y que él mismo se involucre en una reflexión y regulación permanentes de sus prácticas de aula y de los resultados que obtiene. Los ciclos de reflexión permanente que se propician a lo largo de los cursos hacen posible el desarrollo de la conciencia de los estudiantes sobre sus propios procesos y sobre los logros cognitivos obtenidos y esta conciencia les permite la regulación de sus procesos y los conduce al desarrollo de la autonomía en sus procesos de aprendizaje. Esta actividad sistemática permite, además, una evaluación formativa durante el desarrollo de los cursos y no solo al final. La experiencia obtenida con los cursos ha sido una evidencia de las influencias mutuas entre metacognición y aprendizaje, ya que una mayor conciencia permite una mayor regulación y esto propicia autonomía en los procesos de aprendizaje. Los cursos de lengua, dentro del enfoque teórico y metodológico previamente descrito, cumplen un objetivo didáctico múltiple, ya que mientras se lee y se escribe se aprenden: la lengua, los modos académicos de leer y de escribir y temas propios de la disciplina. El curso se constituye, entonces, en un espacio natural de aprendizaje más que un programa remedial de estrategias. Una dificultad a la que hay que dedicarle atención es la “cultura académica” de los estudiantes que inicialmente los lleva a una resistencia a participar activamente en la construcción de conocimiento. Los estudiantes no se consideran a sí mismos como sujetos que participan 113 activamente en este proceso, sino más bien como “receptores” que deben captar todo lo que el profesor o los libros les trasmiten. La misma situación ha hecho que no asuman fácilmente la lectura y la escritura como prácticas integrales del proceso de aprendizaje, sino como actividades “añadidas” que les demandan tiempo y esfuerzo adicionales. Para terminar y por considerarlo de interés para la universidad, a continuación sigue la presentación de Redlees, -Red de lectura y de escritura en la Educación Superior y, en particular las actividades del Nodo UV de la red, cuya coordinación ha estado a cargo de la profesora Stella López J., con el apoyo del grupo de investigación Leer, escribir y pensar. ¿Qué es REDLEES - Red de Lectura y de Escritura en la Educación Superior? Es una red nacional de universidades, creada en noviembre de 2006 con el apoyo de ASCUN, que mantiene un diálogo permanente entre todos sus miembros en torno a los siguientes asuntos fundamentales: i) Importancia de la lectura y la escritura en la vida social y profesional, ii) Políticas y experiencias institucionales que promueven el desarrollo de la lectura y la escritura en Educación Superior, iii) Estado de la investigación sobre lectura y escritura en Colombia, iv) Experiencias de aula en lectura, escritura y expresión oral, tanto desde el área de lengua como de otras disciplinas, v) Tendencias y enfoques teóricos que subyacen en las propuestas pedagógicas y curriculares en lectura y escritura en Educación Superior, vi) Prácticas de lectura y escritura para el tránsito de la secundaria a la universidad. Como propósitos fundamentales de la red tenemos: La reflexión sobre la importancia de la lectura y la escritura en la formación y su necesaria vinculación con temas fundamentales para las universidades como la formación profesional, la calidad de la educación con criterios de equidad e inclusión social, cobertura, el fortalecimiento de la investigación para la producción de conocimiento. el impulso de la cultura, el rendimiento académico de los estudiantes, su permanencia en la universidad y deserción estudiantil. Compartir y discutir las investigaciones que sobre el tema se adelantan, tanto en Colombia como en otros países del mundo, y plantear nuevas propuestas de investigación y de coinvestigación. Promover programas de formación de los docentes para la cualificación de los procesos de lectura y escritura en todas las disciplinas y la construcción de comunidad académica. 114 Establecer vínculos con las instituciones de educación media y analizar las responsabilidades que comparten las instituciones en el desarrollo de competencias de lectura y de escritura para el tránsito de la escuela a la universidad. Impulsar en los procesos de acreditación la inserción de criterios de valoración relacionados con políticas institucionales para el desarrollo de la lectura y la escritura. Proponer tareas de mediano y largo plazo en las diferentes instituciones vinculadas a la Red, que motiven transformaciones en las prácticas de lectura y escritura. Promover intercambios y pasantías de docentes y estudiantes, entre los nodos de la Red, con el fin de compartir y enriquecer las experiencias capitalizadas en las instituciones. Propiciar encuentros nacionales e internacionales para la discusión de esta problemática. Participación activa de todos sus miembros en la discusión sobre las prácticas de lectura y escritura académicas para contribuir en el diseño e implementación de políticas y de estrategias institucionales que le asignen a estas prácticas el espacio que les corresponde en la formación profesional. Promoción de la sensibilización de docentes y directivos sobre su responsabilidad en la orientación de las prácticas de lectura y de escritura de sus estudiantes. Diseño y orientación de seminarios y talleres con docentes de las distintas disciplinas sobre la lectura y la escritura como prácticas estrechamente articuladas a los procesos de aprendizaje. Cada año, la Redlees organiza un Encuentro anual nacional e internacional, con invitación a directivos, docentes y estudiantes de todas las universidades, con el propósito de compartir y de discutir experiencias investigativas y didácticas en las que la lectura y la escritura se asume como prácticas articuladas al aprendizaje de las distintas disciplinas, así como experiencias de políticas y de estrategias institucionales que promueven la vinculación de la lectura y la escritura en la formación profesional. El Nodo UV de Redlees Con el apoyo de la Escuela de Ciencias del Lenguaje y de la Vicerrectoría Académica de la universidad, se conformó el nodo en 2007. El nodo asumió, además, la Coordinación del Nodo Suroccidente de 2007 a 2010, a cargo de la profesora Gladys Stella López, profesora que fue designada como Coordinadora nacional desde 2010. A instancias del Nodo UV, el Programa de Formación permanente de docentes UV, liderado por la Vicerrectoría Académica acogió La lectura y la escritura desde las disciplinas como una de las 115 líneas de este programa que constituye una de las acciones fundamentales del Plan estratégico de desarrollo de UV. En este marco, el nodo ha organizado diferentes actividades académicas como conferencias, cursos cortos, talleres y un conversatorio semestral permanente. Entre los conferencistas invitados hemos tenido a: - Daniel Cassany, profesor e investigador de la U Pompeu Fabra de Barcelona, España, con la conferencia La lectura desde una perspectiva sociocultural, 16 noviembre 2007. - Paula Carlino, profesora e investigadora de la U de Buenos Aires, quien ofreció el Cursillo Lectura y escritura en el currículo, 12 a 16 de mayo de 2008. - Charles Bazerman, profesor e investigador de la U de California en Santa Bárbara y uno de los líderes del movimiento WAC –Writing across curriculum-, quien orientó el Seminario – taller Prácticas disciplinares de escritura académica I, 3 y 4 de junio de 2009. - Charles Bazerman, Seminario – taller Prácticas disciplinares de escritura académica II, 10 y 11 de junio de 2010. - Monserrat Castelló, profesora e investigadora de la U Ramón Llul, Barcelona, España Seminario – taller La lectura y la escritura en el aula universitaria, 24 a 27 de octubre de 2011. Además de la organización y participación en las anteriores actividades, desde su conformación en 2007, el Nodo UV de Redlees ha mantenido un ciclo de conversatorios semestral, al que se invita a todos los profesores de UV y a los miembros del Nodo Suroccidente, con el propósito de compartir y discutir distintas temáticas que giran alrededor de las prácticas de lectura y de escritura Académicas. Las temáticas abordadas han sido: Semestre I y II de 2007: Ciclo de experiencias significativas en lectura y escritura en la universidad (1) Semestre I y II de 2008: Ciclo de experiencias significativas en lectura y escritura en la universidad (2) Semestre I de 2009: Ciclo de experiencias significativas en lectura y escritura en la universidad (3) Semestre II de 2009: El Nodo UV tuvo a su cargo la Coordinación general del III Encuentro nacional y II internacional de lectura y escritura de Redlees, que se realizó en Cali, conjunto con las universidades Pontificia Javeriana y San Buenaventura, entre el 8 y el 10 de octubre de 2009, cuyo eje temático fue Leer y escribir en la formación profesional: reflexiones y propuestas desde las disciplinas. Semestre I de 2010: Ciclo de experiencias significativas en lectura y escritura en la universidad (4) Semestre II de 2010: Pensar el ensayo 116 Semestre I de 2011: Enseñanza de la escritura en la universidad. ¿Quién, cómo, por qué? Semestre II de 2011: Papel de la lectura y la escritura en la inclusión social Seminario – taller para profesores de Ingeniería de UV: La lectura y la escritura en el aula universitaria, septiembre a diciembre de 2011. El Interés fundamental de Redlees es propiciar actividades que nos permitan pasar de la permanente “preocupación” por la lectura y la escritura de los estudiantes universitarios a “ocuparnos” realmente del asunto e intentar resolverlo desde todas las aulas y no solamente desde los curso de español que se ofrecen a los estudiantes. Para ello, propiciamos talleres, cursos y proyectos de trabajo en equipo –profesores de lengua con profesores de las disciplinas de formación- para construir propuestas que incluyan la lectura y la escritura como centrales en los procesos de aprendizaje propios de las asignaturas disciplinarias. Producción reciente del grupo en la línea de trabajo Arciniegas, E.; López G.S. (En prensa) La escritura en el aula universitaria: estrategias para su regulación. Cali, Colombia: Programa Editorial Universidad del Valle. López, G.S. (2011) La lectura y la escritura en la Educación Superior: desarrollos y perspectivas. Conferencia central, I Coloquio Sobre el Lenguaje y la Comunicación. La Lectura y la Escritura en las Facultades de Comunicación. Corporación Universitaria Minuto de Dios, Bogotá, Colombia. López G.S. (2011) La lectura y la escritura en el aula universitaria. Conferencista invitada. Jornadas pedagógicas, Centro de Educación y Ciencias Humanas. Sao Carlos, Brasil: Universidad Federal de Sao Carlos. Arciniegas, E.; Mora, L. E. (2010) Diseño de una propuesta de docencia en los cursos de español para estudiantes que ingresan con bajos puntajes en la Universidad del Valle. Informe final de investigación. Cali, Colombia: Escuela de Ciencias del Lenguaje. Universidad del Valle. López, G.S. (2010) Una didáctica metacognitiva de la lectura y de la escritura. Conferencia central Encuentro de lectura y escritura en la educación superior y media vocacional. Redlees, Popayán, Colombia: Universidad del Cauca. López, G.S. (2010) Orientación del Taller Hacia la Transformación de las Prácticas de Lectura y de Escritura en el Aula en II Coloquio internacional de didácticas, currículo y sociedad y 117 IV Coloquio nacional de didáctica de las ciencias. Ibagué, Colombia: Universidad del Tolima. López, G.S. (2010) La didáctica de la lengua como un campo disciplinar en construcción: El enfoque metacognitivo como una alternativa viable en Perspectivas Educativas, 3. Ibague, Colombia: Universidad del Tolima, 279-299. López, G.S. (2009) La lectura y la escritura como prácticas propias de una cultura disciplinar. Conferencista invitada, Seminario – taller Evaluación de la lectura y la escritura desde las disciplinas. Cali, Colombia: Universidad Santiago de Cali. López, G.S.; Ramírez, R. (2009) Los resúmenes como estrategia de aprendizaje: una experiencia con estudiantes de Ingeniería. Conferencia central en La lectura y escritura en la Educación superior y media vocacional: socialización de experiencias significativas. Redlees. Popayán, Colombia: Universidad del Cauca. Arciniegas, E.; López, G.S. (2008) Las fichas metacognitivas como herramienta de aprendizaje. Memorias del XXV Congreso Nacional de Lingüística, Literatura y Semiótica. Asociación Red Nacional de Estudiantes de Literatura y Afines, Medellín, Colombia. López, G.S.; Arciniegas, E. (2008) La escritura como estrategia de aprensizaje en la universidad. Memorias del II Encuentro Nacional y I Internacional. Bogotá, Colombia: REDLEES. López G.S.; Ramírez, R. (2008) Los resúmenes como estrategia metacognitiva de aprendizaje.En Memorias del II Encuentro Nacional y I Internacional. Bogotá, Colombia: REDLEES. Arciniegas, E.; Mora, L. E. (2007) Español para estudiantes que ingresan a la universidad por condición étnica. Memorias del I Encuentro nacional sobre políticas institucionales para la lectura y la escritura en la educación superior. Bogotá: ASCUN - Universidad Sergio Arboleda. López, G.S.; Arciniegas, E. (2007). La transformación de las prácticas de lectura y de escritura en la universidad desde una perspectiva metacognitiva. Memorias del I Encuentro nacional sobre políticas institucionales para la lectura y la escritura en la educación superior. Bogotá, Colombia: ASCUN - Universidad Sergio Arboleda. López, G.S.; Ramírez, R. (2007) Una experiencia de lectura y escritura en el curso de resistencia de materiales para ingenieros. En Experiencias pedagógicas de la Universidad del Valle. Cali, Colombia: Vicerrectoría Académica - Universidad del Valle. 118 Arciniegas, E.; López, G.S. (2005). Estrategias metacognitivas para la escritura en la universidad. Ponencia presentada en el Primer encuentro de investigación – acción en el aula en L1 Y L2. Cali, Colombia: Escuela de Ciencias del Lenguaje, Universidad del Valle. Arciniegas, L. E.; Mora, C. L. E. (Comp.) (2004). Pedacitos de vida. Serie: Los estudiantes investigan y escriben en el aula, Vol. 1. Cali, Colombia: Escuela de Ciencias del Lenguaje. Universidad del Valle. Arciniegas, L. E.; Mora C. L. E. (2004). La escritura para el reconocimiento del sujeto. Primer paso para el aprendizaje. En Memorias del XXIII Congreso Nacional de Lingüística Literatura y semiótica. Montería, Colombia: Universidad de Córdoba. López G.S.; Arciniegas E. (2004). Metacognición, lectura y construcción de conocimiento. El papel del sujeto en el aprendizaje significativo. Cátedra UNESCO. Cali, Colombia: Escuela de Ciencias del Lenguaje, Universidad del Valle. López, G.S.; Arciniegas E. (2004). Estrategias metacognitivas, comprensión de textos escritos y aprendizaje. Conferencia invitada, I Congreso Internacional de Didáctica de la Lengua, Cátedra UNESCO. Hermosillo, México: Universidad de Sonora. López G.S.; Arciniegas E. (2003). El uso de estrategias metacognitivas en la comprensión de textos escritos. Lenguaje, 31. Cali, Colombia: Escuela de Ciencias del Lenguaje, Universidad del Valle, 118-141. Arciniegas, L., E.; Mora C. L. E. (2002).Tengo que escribir una redacción para el Cole: a propósito de dos tiras cómicas de Calvin y Hobbes, en Memorias del XXII Congreso nacional de Lingüística, Literatura y Semiótica. Cali, Colombia: Universidad del Valle. López, G.S.; Arciniegas E. (2002). El uso de estrategias metacognitivas en la Universidad. Memorias del XXII Congreso nacional de Lingüística, Literatura y Semiótica. Cali, Colombia: Universidad del Valle. López, G.S. (2002). La metacomprensión y la lectura. En M.C. Martínez (Comp.) Propuesta de intervención pedagógica para la comprensión y producción de textos académicos. Cali, Colombia: Cátedra UNESCO, Escuela de Ciencias del Lenguaje, Universidad del Valle. 119 López, G.S.; Arciniegas, E. (2002). Desarrollo de estrategias metacognitivas en la comprensión de textos académicos escritos a nivel universitario. Informe final de investigación. Cali, Colombia: Escuela de Ciencias del Lenguaje, Universidad del Valle. López, G.S.; Arciniegas, E. (2002). Seminario - Taller El docente universitario y su papel en la enseñanza y el aprendizaje a partir de la lectura. Cali, Colombia: Escuela de Ciencias del Lenguaje, Universidad del Valle. Arciniegas, L., E.; Mora C. L. E. (2001). Los cursos de español y el proyecto de aula. En Memorias del Primer Coloquio Internacional y Tercero regional de la Cátedra UNESCO para la lectura y la escritura en América Latina. Lectura y escritura para aprender a pensar. Cartagena de Indias, Colombia. López, G.S.; Arciniegas, E. (2001). Leer para aprender. Memorias del Primer Coloquio Internacional y Tercero regional de la Cátedra UNESCO para la lectura y la escritura en América Latina. Lectura y escritura para aprender a pensar. Cartagena de Indias, Colombia. López, G.S.; Arciniegas, E. (2001). Lectura, aprendizaje y construcción de conocimiento. Cursillo, precoloquio. Primer Coloquio Internacional y Tercero regional de la Cátedra UNESCO para la lectura y la escritura en América Latina. Lectura y escritura para aprender a pensar. Cartagena de Indias, Colombia. López, G.S. (1997) Los esquemas como facilitadores de la comprensión y aprendizaje de textos en Lenguaje 25. Cali, Colombia: Escuela de Ciencias del Lenguaje, Universidad del Valle, 40-55. López, G.S. (1999). Los profesores universitarios y la lectura: hacia la búsqueda de lectores autónomos en Lenguaje 27. Cali, Colombia: Escuela de Ciencias del Lenguaje, Universidad del Valle, 7-33. 120 2.5. Las prácticas de lectura y de escritura académicas en la Universidad del Valle: Tendencias35. Profesores Gloria Rincón y John Saúl Gil36, Escuela de Ciencias del Lenguaje, Facultad de Humanidades El propósito de esta investigación es hacer una aproximación a unos determinados modos de leer y escribir presentes en la formación que se imparte en la Universidad del Valle. Esta investigación constituye las dos primeras fases de un proyecto más amplio cuyo objetivo general es describir, caracterizar, analizar e interpretar las prácticas de lectura y escritura dominantes en la universidad colombiana. El análisis de los datos, de naturaleza cuantitativa, permitió la identificación de una tendencia dominante según la cual a los estudiantes se les solicita leer y escribir para responder sobre todo a las exigencias académicas de los planes de estudio y menos a otras prácticas de corte más investigativo, de divulgación y proyección de la formación universitaria y ciudadana en general. Se constata, además, una orientación didáctica anclada en la tradición pedagógica heteroestructurante. Palabras clave: Lectura, escritura, alfabetización académica, comunidades discursivas, orientaciones didácticas, prácticas pedagógicas. Academic Practices of Reading and Writing at the Universidad del Valle: Trends The purpose of this research is to examine certain types of reading and writing in the academic formation at the Universidad del Valle. This research is part of two previous phases of a much wider project whose main objective is to describe, characterize, analyze and interpret the dominant practices of Reading and writing in Colombian universities. Data analysis, of quantitative nature allowed the identification of a dominant trend in which students are asked to write and read in order to respond, above all, to academic requirements of the academic programs offered by this university more than practices related to research, academic divulgation, and citizen formation. It is importan to note that a didactical orientation based on a heterogeneous pedagogical tradition was identified. Key words: Reading, writing, academic literacy, discourse communities, educational guidance, pedagogical practices. Pratiques académiques de lecture et d´ecriture à l`Université du Valle: tendances 35 Este artículo se deriva de la investigación en curso ¿Para qué se lee y se escribe en la universidad colombiana? Un aporte a la cultura académica del país, financiada por COLCIENCIAS (1203-452-21206 de 2008), realizada por un grupo interinstitucional proveniente de 17 universidades colombianas. Para la primera parte de este proyecto en la Universidad del Valle se obtuvo financiación a través de una convocatoria interna, proyecto 4246 de 2009, registrado en la Vicerrectoría de Investigaciones. 36 Agradecemos la participación del profesor Luis Carlos Castillo Garzón en la primera parte de este proyecto. 121 L’objectif de cette recherche, c’est d’approcher certaines manières de lire et d’écrire soustendant les formations données à l’Université du Valle. Cette recherche n’est que les deux premières étapes d’un projet plus large dont l’objectif général est celui de décrire, caractériser, analyser et interpréter les pratiques de lecture et d’écriture qui prévalent aux universités colombiennes. L’analyse quantitative des données, nous a permis d’identifier une pratique selon laquelle on ne fait lire et écrire aux étudiants que dans le cadre des activités quotidiennes académiques au détriment des activités plutôt de recherche, de diffusion et d’utilisation sociale. Nous avons constaté aussi l’existence d’une pratique pédagogique ancrée dans la tradition pédagogique hétérostructurelle. Mots clés : Lecture, écriture, alphabétisation académique, communautés discursives, approches didactiques, pratiques pédagogiques. Introducción Un trabajo sostenido para garantizar altos niveles de lectura, escritura, análisis y argumentación, con las exigencias propias de cada nivel del sistema educativo o de los diversos ámbitos de la actividad científica, social y cultural, es un reto permanente que se justifica porque estas prácticas están fuertemente relacionadas con las condiciones del desarrollo de un país y del funcionamiento de la democracia, al menos, por dos razones. Una, porque es a través de la lectura y la escritura que se produce y socializa la actividad académica y científica de un país; por tanto, un país con débiles niveles de lectura y escritura no construye las condiciones básicas para producir saber ni consolidar una cultura académica. Otra, porque el funcionamiento de la vida democrática y de la vida social, hoy en general, está mediado por la lectura y la escritura. Actividades centrales de una democracia como votar, exigir un derecho, participar en el análisis de un plan de gobierno, así como las relaciones de los ciudadanos con el estado y las instituciones, son prácticas que están mediadas por la lectura y escritura. En este sentido, es muy difícil entender un proyecto de nación por fuera del dominio de estas herramientas básicas. En este marco, es viable pensar que la crisis de la producción académica y científica está estrechamente relacionada con la crisis de la lectura y la escritura, pues la academia y la investigación se juegan, fundamentalmente, a través de la cultura escrita. La crisis de la lectura y de la escritura en el contexto universitario se hace evidente en la frecuente queja de los docentes sobre las deficiencias de los estudiantes atribuidos al notorio desinterés de éstos por los libros y por la lectura y a la escritura académica. También, es habitual que la explicación a esta problemática tome como sustento desde el análisis de los procesos cognitivos de los estudiantes, o de factores asociados a la lectura y la escritura –déficit de lectura en el estudiante-, hasta factores de orden sociocultural que determinan la trayectoria de lectura de los sujetos –déficit socio-cultural del estudiante-; se menciona, igualmente, el auge de las tecnologías de la información y la comunicación y sus interferencias 122 con el proceso de lectura de los estudiantes universitarios y las críticas a la escuela básica y media porque no logra la formación de lectores y escritores competentes. De acuerdo con estas expresiones y explicaciones, los problemas que enfrentan nuestros estudiantes en la universidad se consideran previamente generados y externos al espacio formativo universitario. Sin embargo, en una perspectiva distinta, esta crítica a los niveles anteriores del sistema educativo no se considera válida, por cuanto la alfabetización más que un estado se concibe como un proceso, “un continuo que va desde la infancia a la edad adulta y, dentro de ésta, un continuo de desafíos cada vez que nos enfrentamos con un tipo de texto con el cual no hemos tenido experiencia previa” (Ferreiro, 1997). La formación universitaria, al constituir un espacio escolar más específico y profesionalizante de los que le preceden, exige prácticas de lectura y escritura también más específicas y especializadas, nuevas para los estudiantes que ingresan a ella. Mientras que en la educación básica y media, los estudiantes leen básicamente textos hechos para aprender (manuales o textos escolares) y lo que se les pide la mayoría de las veces es “dar cuenta de lo que leyeron”, en la formación profesional universitaria los estudiantes se tienen que enfrentar con diversos géneros (por ejemplo, el tecnológico, el científico y el jurídico), que contienen textos organizados en modos predominantemente expositivos y argumentativos, con temáticas especializadas, la mayoría de gran complejidad, que requieren modos especializados de aproximación. Por razones como ésta, si bien se reconoce que no se pueden desconocer los aportes que brindan los niveles escolares anteriores a la universidad, hoy ha ido ganando consenso la idea de emprender diferentes procesos de alfabetización académica (Carlino, 2003), de socialización académica (Lea M. R. & Street B. V., 1997) y de hacer la inserción de los aprendices en las comunidades discursivas específicas. En la tradición investigativa colombiana, son muy pocas las investigaciones que intentan comprender los factores pedagógicos y didácticos que explican los modos de leer y escribir de los universitarios, es decir, el tipo de demandas de lectura o escritura que se hace en la formación que se imparte en cada universidad, o los dispositivos didácticos y pedagógicos que cada una de éstas configura y promueve y que, explícita o tácitamente, causan ciertas prácticas de lectura y de escritura, ciertos modos de leer y de escribir y que, en última instancia, promueven un tipo de cultura académica. Tal vez por lo anterior, la tendencia dominante de los estudios en Colombia ha sido comprender el fenómeno desde el análisis de los procesos cognitivos de los estudiantes, asociados a la lectura y la escritura, y describir sus déficits. Efectivamente, tal como lo señalan los estados de arte recientes, tales como los adelantados por Colciencias (Henao, 2000) sobre investigación en educación en Colombia y el efectuado en el marco de la investigación nacional a la que más adelante nos referiremos. 123 En este estado del arte se revisaron 30 trabajos de investigación científica sobre la lectura y la escritura en la educación superior en Colombia, que se recolectaron de ponencias, seminarios, talleres, simposios, libros y artículos de revistas especializadas, y que fueron realizados entre 2000 y 2008. Un análisis general de estos trabajos muestra que la población sujeto de análisis se centra en los estudiantes de pregrado con una proporción del 77 % frente a un 23% que focaliza a los profesores universitarios; los grupos que se investigan pertenecen al primero y segundo semestre (75%); el otro 25% está repartido en los demás semestres; la problemática abordada se relaciona básicamente con dos tópicos: las dificultades que presentan los estudiantes del ámbito universitario para comprender y producir textos académicos (32%) y el diagnóstico sobre el estado de sus procesos como lectores y escritores (32%). Le siguen, en su orden, la preocupación por el uso apropiado de estrategias cognitivas y metacognitivas (15%), el desarrollo de competencias (10%), los aspectos actitudinales (8%) y la preocupación por los procesos (3%). En cuanto a la metodología, se tiende a utilizar una combinación de técnicas cuantitativas y cualitativas. Las perspectivas teóricas que predominan en los informes de investigación hacen referencia en forma mayoritaria al enfoque lingüístico textual y al análisis del discurso (60%); otros enfoques son: el sociocultural (10%), el cognitivo (8%), el psicolingüístico (7%), el constructivista (5%), el semántico-comunicativo (3%) y otros enfoques (7%). En síntesis, en esta revisión se observa que la investigación se concentra en la evaluación de habilidades generales de comprensión escrita y en la intervención con propuestas para mejorar los desempeños de los estudiantes de pregrado y poco se contemplan los docentes o los profesionales como egresados. Los estudios coinciden en afirmar que los estudiantes universitarios necesitan leer y escribir en la universidad como profesionales o académicos de sus campos; sin embargo, concluyen que “cierta cantidad” de cursos o la orientación de éstos desde determinados enfoques sobre la comprensión y producción escrita enfrentarán las problemáticas de los estudiantes. Esto parece indicar que la lectura y la escritura se entienden como habilidades genéricas. La situación en Latinoamérica es similar. La tendencia dominante ha consistido, básicamente, en comprender el fenómeno desde el análisis de los procesos cognitivos de los estudiantes o desde factores asociados a la lectura y la escritura (Carlino, 2004). Según esta autora, ha sido recientemente que la escritura requerida en la universidad empezó a ser entendida como una práctica académica que varía según las culturas institucionales en las que tiene lugar, de acuerdo con concepciones compartidas por sus miembros, generalmente de forma tácita. Las investigaciones destacan las diferencias entre los modos de lectura y escritura esperados y favorecidos en la educación universitaria respecto de la secundaria; también han señalado diferencias entre las disciplinas. Dentro de este marco, la autora muestra cómo en EE.UU., 124 Australia e Inglaterra, los estudios han sido motivados por la constatación de las dificultades que supone para los estudiantes incorporarse a dichas prácticas discursivas. En los dos últimos países, se han indagado las perspectivas de alumnos y profesores acerca de lo que se suele exigir pero no enseñar en la educación superior, poniendo de manifiesto la escasa enseñanza explícita de los géneros académicos (Carlino, 2007:3- 4). Según lo anterior, en la investigación sobre este campo se ha dejado de lado las demandas de lectura o escritura que hace la universidad, así como los dispositivos didácticos y pedagógicos que configura y promueve. Dispositivos que, consideramos, explícita o tácitamente causan ciertas prácticas de lectura y de escritura, ciertos modos de leer y escribir y, en última instancia, promueven un tipo de cultura académica. Con el propósito de efectuar una investigación que abordara la problemática de la lectura y la escritura en la universidad colombiana desde las apuestas pedagógicas y didácticas que en ella hoy se concretan, de manera explícita o tácita que buscara explicaciones a los problemas de lectura y escritura en el estudiante desde el tipo de demandas de lectura o escritura que hace la universidad, se constituyó un grupo interuniversitario con el apoyo de Colciencias y cada una de las 17 universidades participantes, para adelantar la investigación ¿Para qué se lee y se escribe en la universidad colombiana? Un aporte a la consolidación de la cultura académica del país. Las preguntas concretas que orientan esta investigación son: ¿Cuáles son las características y las condiciones de posibilidad de las prácticas académicas de lectura y escritura en la universidad colombiana? ¿Cuáles de estas prácticas son valoradas positivamente por los estudiantes? ¿Cómo se explica la presencia de estas prácticas en algunos contextos universitarios? Estos interrogantes incluyen, en relación con las prácticas de enseñanza, otros como los siguientes: ¿Qué se pide leer al estudiante? ¿Para qué se pide leer y escribir? ¿Qué se hace con lo que se lee y se escribe? ¿Cuáles son los mecanismos de legitimación, valoración y evaluación de los productos de lectura y escritura en la universidad? ¿Qué clase de apoyos reciben los estudiantes antes, durante y después de la lectura y escritura de textos? En el marco de este proyecto, inicialmente interesa identificar, describir e interpretar las prácticas académicas de lectura y escritura que ocurren en el ámbito de las universidades participantes, considerando inicialmente lo que se dice en los documentos de política institucional como en los documentos en los que se describen los cursos de lectura y escritura que cada universidad ofrece (primera fase), y lo que a través de una encuesta informan los estudiantes sobre las prácticas de enseñanza que viven en los diferentes programas de formación profesional (segunda fase); posteriormente se trata de hacer una mayor aproximación a lo que se hace (reconstrucción de configuraciones didácticas) en algunas experiencias pedagógicas que son valoradas positivamente por los estudiantes. Todo esto con 125 el fin de proponer directrices de política sobre lectura y escritura para el fortalecimiento de la cultura académica en la universidad colombiana. El presente artículo muestra una síntesis del desarrollo y de los resultados obtenidos en las dos primeras fases de esta investigación, en una universidad en particular de las 17 participantes: en la Universidad del Valle. El objetivo general de esta primera parte de la investigación fue entonces describir, caracterizar, analizar e interpretar lo que se dice en la Universidad del Valle acerca de las prácticas de lectura y escritura académicas, para desde estos datos analizar las tendencias y los enfoques dominantes. Como ya se dijo antes, la construcción de este primer estado de tendencias es la entrada a una indagación que pretende una mayor aproximación a las prácticas de lectura y escritura académicas en la universidad. El marco teórico Cultura académica y prácticas de lectura y de escritura Partimos de reconocer que la universidad promueve ciertos modos de leer y escribir, ciertas prácticas de lectura y escritura, en atención a un tipo de cultura académica que intenta favorecer. Este punto de partida exige entonces realizar una aproximación al difícil concepto de cultura académica, en tanto opera como escenario (espacio de coordenadas, referentes y tensiones) de unos determinados modos de leer y escribir que se promueven desde prácticas pedagógicas universitarias concretas. En este caso, es necesario ampliar la perspectiva sobre la cultura en dos sentidos: de un lado, como producción simbólica que se estructura con un componente de orden mental (conocimientos, valores, sensibilidades), un código (que en nuestro caso ya está identificado como alfabético)37, y un componente físico (significantes y expresiones); y, de otro, el de la cultura en tanto práctica en la que circulan símbolos a manera de saberes, se realizan prácticas como producto de las relaciones entre el trabajo, el poder, la producción y la reproducción, y se producen nuevos símbolos o nuevos saberes y sentidos38. Esta doble perspectiva nos permite entender el carácter estable de una cultura (por los códigos que están en juego y por la tradición heredada que se transmite, comunica o se entrega a otros), pero también su carácter cambiante, dado que son las prácticas las que dan existencia material a la cultura y generan las posibilidades de enriquecerla o modificarla. 37 Sin desconocer la existencia y relaciones con otros códigos (no verbales), soportes (TIC) y registros (oralidad), que en esta investigación sólo se abordaron tangencialmente. 38 Para ampliar esta concepción conviene revisar el texto de Narváez, A. (2005). 126 En aras de avanzar en la delimitación conceptual y para pensar las prácticas e interrelaciones particulares que toma la cultura en la universidad, acudimos a una noción de cultura académica que en su fuerza homogenizadora y estabilizadora opera en las aulas, laboratorios, auditorios, centros de investigación, congresos, páginas web y diversas prácticas universitarias y, a su vez, deja fisuras que abren la posibilidad de cambio en estos y otros espacios. En este sentido, la formación universitaria, independientemente del tipo de profesión y de las disciplinas que la constituyen, implica siempre un proceso formativo en una cultura académica. Es decir, lo que se espera es que un profesional se haya apropiado de unas fuentes de conocimiento que las instituciones educativas privilegian, dada la naturaleza de su origen y formación. En su trabajo “Las fronteras de la escuela”, Mockus et al. (1997) definen esta cultura académica -valga anotar, como idealización- en función de la imbricación de cuatro fuentes de conocimiento: la discusión racional; la tradición escrita; el cálculo y el diseño posibilitados por el uso de la escritura y otros procedimientos de representación simbólica, y la acción orientada y organizada racionalmente, como en el caso de la experimentación científica. Sin embargo, aun cuando se privilegien unas u otras fuentes de conocimiento (aunque, según los autores, la integración de las mismas es lo que constituye en rigor la cultura académica), la experiencia o el conocimiento acumulado se traduce siempre en forma escrita y la deliberación o argumentación se da siempre en razón del reconocimiento de una tradición en un campo científico o disciplinario, que también está escrita o codificada alfabéticamente (cf. Mockus et al., 1997, págs. 63-74). De lo anterior se colige que tanto la escritura como la lectura están en el eje estructurado y estructurante de la cultura académica, son constituyentes en sí mismos de esta cultura al tiempo que posibilitan su apropiación. La imagen que se presenta, para quien ha asimilado los cánones de esta cultura, es la del alumno que frente a un problema de conocimiento cree que una discusión aclara, el que para resolver ese problema busca un libro o se sienta a escribir o el que dispone metódicamente los medios para llevar a cabo de manera racionalmente prefigurada una determinada acción. Por eso, leer las prácticas pedagógicas en el contexto complejo de la cultura académica precisa, sin duda, de una concepción amplia de lo pedagógico, lo didáctico y de las prácticas de lectura y escritura, ya que estos conceptos constituyen los lentes que nos servirán para potenciar una mirada didáctica que se resista a discursos centrados exclusivamente en lo cognitivo, normativo, técnico, administrativo e instrumental. Esta opción se avizora (de diferentes maneras) en planteamientos de Leme Britto, Becher y Carlino; esta última autora señala, por ejemplo, la presencia de ese asunto invisible pero determinante en la alfabetización académica, 127 cuando dice que “es el carácter implícito –tanto del conocimiento contenido en los textos como de las prácticas lectoras, que los docentes consideran naturales (y no culturales)- lo que plantea obstáculos al desempeño de muchos estudiantes.” (2005, pág. 70); afirma, además, la necesidad de que los maestros expliciten lo implícito y señala que para ello precisan, a su vez, del apoyo de sus instituciones, porque hacerlo no resulta natural sino que implica profundos cambios en la cultura docente e institucional (pág. 70). Lo implícito no se limita, pues, a la enunciación de procedimientos ni a la verbalización de procesos cognitivos y estrategias por parte de los profesores expertos de cada disciplina; se ubica en el ámbito de relaciones de saber-poder-verdad ituadas cultural e históricamente39. Tenemos entonces que, en la dimensión pedagógica, la cultura académica no es estática sino dinámica y cambiante, se va estructurando en unos contextos condicionados por permanentes transformaciones (en este caso, en la educación superior) que se reflejan en unas determinadas prácticas sociodiscursivas interiorizadas voluntaria e involuntariamente por estudiantes, profesores e investigadores, dado que esas prácticas garantizan la identidad y pertenencia a un grupo. En este contexto, dependiendo de la perspectiva metodológica que se asuma para el establecimiento de la relación pedagógica, los estudiantes pueden ser considerados o bien pacientes de una acción ejercida por un educador a través de un contenido (heteroestructuración) o bien agentes que efectúan acciones y van transformándose por ellas mismas (autoestructuración) o bien co-agentes que mediante sus acciones con otros reconstruyen y transforman los objetos, que a su vez “modelan” sus acciones (interestructuración) (cfr. Not, 1994). Desde la perspectiva de la alfabetización académica, se asume al estudiante de la educación universitaria como un sujeto que si bien trae unos “habitus” propios de la educación básica y media, al ingresar a esta nueva comunidad académica tendrá que modificar su identidad como pensador y analizador. Es decir, antes que concebirlo desde sus dificultades para comprender o producir textos (como deficiencias personales o desmotivaciones), lo podemos considerar como extranjero o novato de dichas prácticas, debido a la complejidad de las formas discursivas de las comunidades académicas y profesionales que se encuentran en la universidad. En este marco, resultan claves las mediaciones, los modos de incluir o excluir a estos sujetos en esa 39 Ahora bien, la noción de cultura académica se pluraliza cuando la pensamos en términos de relaciones de saberpoder y juegos de verdad que se materializan y naturalizan en esa diversidad de discursos, prácticas y escenarios cotidianos (evaluar, publicar, explicar, glosar, citar, calificar, concursar), en los que se hacen evidentes tensiones de toda índole que transitan en la vida y formación universitaria. Esta perspectiva apenas se insinúa en esta parte de la investigación pero se propone discutir e integrar en la segunda fase de la misma, articulada a prácticas de lectura y escritura en espacios alternos al currículo formal, entre otros escenarios y opciones interpretativas del concepto de cultura académica. 128 “nueva” cultura. Así, resulta definitivo el concepto de práctica 40, en tanto permite aproximarnos a la manera como se construyen esas relaciones y tensiones que determinan el carácter de la cultura académica en el entramado mundo de la universidad en general y a algunas formas discursivas académicas que la definen. En el año 2001, cuando Emilia Ferreiro prologaba el libro Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario, escrito por Delia Lerner, se preguntaba “¿Cuál es la ciencia que se ocupa de la conceptualización de las prácticas de lectura y escritura?” (pág. 12). En respuesta a esta pregunta, Ferreiro asume, como opciones posibles, los trabajos de historiadores como Roger Chartier y Armando Petrucci, y alude a otras posibles fuentes de apoyo como la sociología y la antropología de la lectura y la escritura. La indagación de cómo se han dado las prácticas de la lectura y la escritura a lo largo del tiempo y en distintas culturas nos muestra una diversidad de manifestaciones que, para el caso de la lectura, llevó a Darnton a señalar que “las diferencias parece que no tienen fin, ya que la lectura no es una simple habilidad, sino una manera de elaborar significado. Que tendrá que variar entre culturas. Sería extravagante esperar encontrar una fórmula capaz de dar fe de todas estas variantes”(citado por Solé, 2001, pág. 16). Esta perspectiva de las prácticas de lectura –que ha ganado espacio como parte de la vida académica y de los ámbitos de investigación– se ha tratado de difundir a través de la universalización de la escolarización. En ella, el papel activo del lector, como consigna central, representa una condición institucional de consenso relativamente nueva en la cultura de Occidente.41 Tenemos entonces que la presencia de la lectura y la escritura en las instituciones educativas, en diferentes niveles de formación del sistema educativo y en el marco de la actividad didáctica –caracterizada por la relación de los procesos del enseñar y del aprender– exige estudiar con detenimiento la posibilidad de sus configuraciones particulares en cada evento en el cual, por ejemplo, puedan utilizarse los textos para fines diferentes pero simultáneos. Por ejemplo, escribir un texto, un ensayo, en el cual el estudiante expone su comprensión de un determinado fenómeno tratado en clase; ese mismo texto puede ser visto como parte del trabajo del estudiante para dar sentido a una parte de su vida en cuanto a la clarificación de su formación como un profesional; puede ser un síntoma de elaboración de conocimiento disciplinario que fundamenta en saber profesional; puede ser, desde la perspectiva doble del 40 Este apartado se construyó con base en el documento presentado por los profesores Hermínsul Jiménez y Guillermina Rojas, de la Universidad de la Amazonia, presentado y discutido en el marco de la investigación nacional ¿Para qué se lee y se escribe en la universidad colombiana?, el día 10 de diciembre de 2009. 41 En cuanto a las prácticas de escritura, los historiadores han reconstruido, sobre documentos diversos, la conexión entre las sociedades urbanas primitivas, con modos de vida sedentarios, procesos económicos que permitían la acumulación de excedentes agrícolas; y, en concomitancia, estructuras sociales jerarquizadas que tenían relaciones de propiedad, herencia de bienes, compra y venta de productos. 129 estudiante y del docente, objeto de evaluación de lo que ha aprendido el estudiante, etc. La descripción de este evento desde un observador neutral o la reconstrucción del mismo desde la perspectiva de los participantes en la interacción o la complementación de las miradas de observadores y participantes para proponer nuevas formas de actuación futura son elementos que deberán tenerse en cuenta para asumir las decisiones metodológicas del caso. Los investigadores, docentes y estudiantes universitarios compartimos un contexto cuyas características específicas inciden en nuestras formas de actuación discursiva. Este contexto está conformado por conocimientos, creencias y acciones –muchas veces implícitos–sobre la historia y las características de la universidad como institución educativa establecida en Occidente a finales de la Edad Media. Los elementos del entorno institucional (sus fines sociales, sus relaciones con otros sistemas funcionales –instituciones económicas, jurídicas, productivas, científicas, políticas– y las restricciones o especificaciones sociolingüísticas de las formas de actuación de los interlocutores en situaciones institucionalizadas) deben considerarse como rasgos sistemáticos que determinan los discursos y las prácticas discursivas de quienes participan en la interacción.42 De ahí el consenso entre quienes nos ocupamos de analizar temas sobre la vida universitaria y, de manera específica, sobre la alfabetización académica, qué tópicos sobre el ingreso, permanencia, mortalidad académica de los estudiantes o estudios de excelencia académica y acreditación de procesos se encuentran vinculados con las prácticas de lenguaje que tienen lugar en los contextos curriculares y extracurriculares universitarios. Aproximación a una perspectiva sobre didáctica y didáctica de la lengua43 Dado que nuestra investigación abordó de manera particular una preocupación por las prácticas de enseñanza de la lectura y la escritura en la universidad, consideramos importante delinear algunos referentes fundamentales en relación con la didáctica, especialmente con la didáctica de las lenguas (considerada como la articulación entre las ciencias del lenguaje y la comunicación) y con la enseñanza y el aprendizaje de la(s) lengua(s) (caracterizados por prestar atención a los problemas del lenguaje en sus contextos educativos). 42 Siguiendo la línea histórica, en los años 90 en Inglaterra y Australia, surgen nuevos estudios sobre las culturas académicas. Estos estudios derivan hacia la consideración sociológica del proceso de escritura: identidad social y poder institucional. Los resultados de estas indagaciones muestran brechas entre los principales actores del proceso de enseñanza y aprendizaje “las expectativas de los docentes acerca de la producción escrita en los alumnos no sólo permanece implícita, sino que suele incurrir en desencuentro entre lo que los primeros esperan de los segundos y viceversa” (Carlino, 2004:2). 43 Este apartado se construyó con base en el documento elaborado por Graciela Uribe, Zahyra Camargo, Mauricio Pérez Abril, Mónica Bermúdez, Zulma Patricia Zuluaga, Milena Barrios, Pilar Chois, Gina Quintero, Fanny Blandón y Camilo Vargas. Fue presentado y discutido en el marco de la investigación ¿Para qué se lee y se escribe en la universidad colombiana?, el 10 de diciembre de 2009. 130 Nuestra aproximación a la didáctica como disciplina parte de una perspectiva que toma distancia: a) de la connotación instrumental que suele circular en nuestro contexto, b) de su determinación exclusiva de los objetos de conocimiento, c) de su consideración como campo de aplicación de saberes provenientes de otros campos disciplinarios: la sicología, la sociología, las ciencias del lenguaje, la comunicación y d) su aparente “neutralidad” en relación con determinaciones del contexto y del ámbito político e ideológico. En este orden de ideas, la discusión y revisión crítica reciente sobre el estatus de la didáctica, en tanto campo de reflexión e investigación (Litwin, 1997; Camps, 2003; Barriga, 2003), señala algunas tensiones centrales que consideramos relevantes para quienes trabajamos en el terreno de la enseñanza. Como dicen Bronckart y Schneuwly (1996, pág. 62): “La didáctica tiene como terreno de aplicación el conjunto de los problemas relativos a los procesos de enseñanza y de aprendizaje en vigor, en situación escolar”. Por su parte, desde los planteamientos de A. Camps (2004), el objeto de la didáctica de la lengua materna y, por tanto, su campo de investigación específico, se fundamenta en el estudio de los complejos y dinámicos procesos de enseñanza y aprendizaje de la lengua con la finalidad de comprender, interpretar, elaborar conocimiento sistemático para poder intervenir y, de esta manera, mejorar las situaciones problemáticas. La comprensión de los procesos se orienta, entonces, a la transformación de la práctica. Esto significa que la didáctica de la lengua es una disciplina de intervención porque sus resultados han de conducir a mejorar el aprendizaje de la lengua y de sus usos. De hecho, el conocimiento y dominio acerca de la didáctica propia de la lengua materna con fines académicos y profesionales aporta conceptos básicos para enfrentar los problemas de la enseñanza y del aprendizaje en la dirección señalada y, por supuesto, para revisar las prácticas pedagógicas que han imperado en Colombia. Este dominio permite llevar a cabo una aproximación pertinente entre la reflexión teórica y la acción, a través de un proceso formativo gradual que posibilita trasladar los presupuestos estudiados a la práctica profesional docente. En otras palabras, necesitamos desarrollar una fuerte competencia específica, tanto en lo que concierne a la materia enseñada, como en lo referente a la manera de enseñar. Los procesos de enseñanza y de aprendizaje de la lengua materna, por lo tanto, suponen unos agentes activos -profesor y estudiantes que, por su participación conjunta en una diversidad de operaciones discursivas, cognitivas y socioculturales, llegan a apropiarse de conocimiento 131 nuevo, no sólo sobre unos contenidos específicos, sino, además (en el caso concreto que investigamos), sobre los modos de leer y escribir en el ámbito académico. Estos procesos no pueden concebirse, entonces, como la transmisión de saberes o de conceptos teóricos ya elaborados por otros, sino como el desarrollo estratégico de una serie de actividades, demostraciones y prácticas significativas relacionadas con el campo del saber específico al que pertenecen los estudiantes, para que éstos no se conviertan en simples “repetidores”, sino que movilicen los procesos de comprensión y producción discursiva necesarios para la construcción de conocimiento en sus respectivas disciplinas. El proceso de aprendizaje, por su parte, tiene que ver con los cambios cognitivos y de comportamiento que resultan de la participación activa e intencional de los estudiantes en la construcción de conocimiento y de sentido. En dichos procesos, de alguna manera, lo que los estudiantes hacen es crear modelos propios, determinados por las relaciones significativas que establecen entre lo nuevo del texto y lo que ya conocen (y que no siempre coincide con lo pretendido por el profesor). Los estudiantes, además, terminan por llegar, con mayor o menor grado de conciencia, a sus propias conclusiones acerca de lo que se les enseña, de su propósito, de su pertinencia, de su utilidad, e infieren el sentido de lo aprendido y de todo el proceso pedagógico. Asumir los procesos de enseñanza y de aprendizaje de esta manera presupone, como es evidente, cierta intencionalidad y disposición de profesores y estudiantes para involucrarse e interactuar permanentemente entre sí y con el conocimiento a través de los textos. En esta línea de discusión y como soporte teórico de nuestra investigación, consideramos que la didáctica de la lengua, en tanto sistema conceptual, se nutre de los saberes de otras disciplinas pero tiene su especificidad porque se ocupa de un objeto particular: las prácticas de enseñanza de cara al aprendizaje, prácticas claramente marcadas por la voluntad de enseñar, situadas en contextos particulares y controladas por tensiones derivadas de los ámbitos disciplinario, institucional, político, ideológico, entre otros. Estas características diferencian la práctica de enseñanza de las demás prácticas sociales. Método Tipo de investigación Esta investigación, en estas dos primeras fases, fue de carácter descriptivo e interpretativo, basada en información y datos de naturaleza cuantitativa. Las fuentes centrales de información fueron: a) Los documentos de política institucional que en las dos últimas décadas han regulado la enseñanza de la lectura y la escritura en la Universidad del Valle. 132 b) Los programas curriculares de los cursos que en los años 2008 y 2009 se ofrecieron en la Universidad del Valle, cuyo objeto central fueron los procesos de lectura y escritura. c) Las informaciones dadas, a través de una encuesta, por una muestra de estudiantes de pregrado de las diferentes áreas de saber que se ofrecen en la Universidad del Valle. d) Las informaciones dadas por algunos estudiantes universitarios de pregrado, miembros de experiencias no formales (alternativas) en las que se llevan a cabo diferentes actividades vinculadas con los procesos de lectura y escritura. La muestra La definición de la muestra se hizo con la asesoría de un equipo de expertos estadísticos Debido a que la organización curricular de las universidades participantes en la investigación nacional es muy diversa, se acogió la clasificación UNESCO que se compone de las siguientes áreas: Educación; Humanidades y Artes; Ciencias sociales, Educación comercial y Derecho; Ciencias; Ingeniería, Industria y Construcción, Salud y Servicios sociales; y Recreación. La cantidad de encuestas por aplicar dependió de la totalidad de la población de estudiantes inscritos en el primer semestre de 2009, en los programas académicos que a su vez están asignados a los campos de saber antes mencionados. Como interesaba recoger información de estudiantes con experiencia universitaria de más cuatro semestres, se determinó que se encuestaría a aquellos estudiantes que hubieran cursado más del 45% de los créditos de su currículo. La distribución por áreas de conocimiento UNESCO y el número de encuestas para cada una de las mismas se muestra en la Tabla 1. 133 En cuanto a los programas que se incluyeron en cada área de saber en la Universidad del Valle, el recuento y porcentaje se muestran en la Tabla 2. Instrumentos: a. La encuesta La encuesta aplicada a los estudiantes contenía 22 preguntas con opción múltiple que indagaban, inicialmente y de modo general, sobre la presencia de la lectura y la escritura en diversas actividades académicas –además de las asignaturas–, los tipos de documentos leídos y 134 escritos, los idiomas y los propósitos de la lectura y la escritura en dichas actividades académicas. Posteriormente, las preguntas fueron planteadas para conocer la presencia y las características de las prácticas de lectura y escritura en una asignatura de la formación profesional; para esto, el estudiante debía responder tomando como referente una asignatura del campo profesional, cursada el semestre anterior a la aplicación de la encuesta, que considerara significativa para su formación. Se indagaba sobre las actividades de lectura, los propósitos, los tipos de documentos leídos y las actividades que se gestionaban con ellos, así como sobre el tipo de documentos que se escribían y leían y la clase de apoyos dados, incluyendo las características de la revisión y la evaluación. Para la aplicación de la encuesta se contó con el apoyo de la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad del Valle, instancia que se comunicó con los diferentes decanos para que informaran a los directores de programa académico sobre esta actividad. Con la ayuda de los directores de programa se ubicaron las asignaturas que en ese momento (primer semestre de 2009) estaban cursando los estudiantes del semestre seleccionado, los horarios y espacios en los que se estaban realizando. Así, se logró que los profesores concedieran media hora de la clase para aplicar la encuesta.44 b. Formatos para la información de los programas de curso Para recoger los programas de los cursos, se envió a los directores de los programas académicos una carta en la que se les solicitaba responder las siguientes preguntas: 1.- ¿En su unidad académica (en este caso, en el programa académico que usted dirige) se ofrece alguna asignatura con el propósito explícito de incidir en los procesos de lectura y escritura de los estudiantes de pregrado? 2.- ¿Existen otros espacios institucionales (talleres, tertulias u otras modalidades) relacionados con este propósito para los estudiantes de pregrado? Se descartaron las asignaturas en las que se hace un uso instrumental de la lectura y la escritura, es decir, aquellas en donde están presentes las actividades de lectura y escritura en la metodología y la evaluación del curso, como medios para el aprendizaje, pero no necesariamente como objetos de reflexión. Para analizar los programas recogidos, se creó un formulario Acces (ver anexo 1) de tres secciones y un glosario. La primera recoge aspectos sobre la institución y la identificación 44 En unos pocos casos –por ejemplo con los estudiantes del VIII semestre de Arquitectura, o los de ese mismo semestre de Ingeniería de alimentos- se presentaron dificultades porque las asignaturas exigen poca presencialidad y más desarrollo de proyectos dirigidos por lo que los estudiantes asisten cuando requieren de asesorías; igualmente en programas académicos de currículo flexible como Filosofía, es difícil encontrar a los estudiantes en unas pocas asignaturas. 135 general del curso: nombre, modalidad, ubicación curricular, obligatoriedad, número de créditos, dependencia responsable, objeto de enseñanza, público y estrategias metodológicas. La segunda y tercera partes recogen información sobre los tipos de escritos que se solicita leer y producir a los estudiantes y también los que utiliza el profesor para evaluar el aprendizaje; también se determina –si es posible- el tipo de evaluación que se realiza. La última sección recoge información sobre la perspectiva de enseñanza y aprendizaje y las estrategias de evaluación. c. Procedimiento para el análisis. De los datos arrojados por la encuesta y por el formato Acces, se hizo un análisis descriptivo que tomó como referencia los porcentajes obtenidos en cada uno de los ítems de cada pregunta (en la encuesta) o de cada categoría (en el formato). Para describir y analizar los resultados estadísticos obtenidos en la encuesta, inicialmente se hace referencia a los ítems que alcanzaron los promedios más altos y, luego, en orden descendente, a los que alcanzaron los más bajos en cada una de las áreas. De este modo, se identificaron las tendencias dominantes en las prácticas de lectura y escritura de cada una de las áreas, así como las tendencias poco frecuentes. Las comparaciones y análisis se establecieron entre los porcentajes obtenidos, primero en el análisis global y luego en cada una de las áreas, indicando las variaciones. En la descripción de los resultados se consideran los porcentajes de frecuencia según la siguiente escala: Muy alto: 81% a 100%; Alto: 61% a 80%; Medio: 40% a 60%; Bajo: 20% a 39%; Muy bajo: 1.0% a 19% El análisis de los datos del formato Acces permitió hacer una caracterización de los cursos. Para esto, se compararon los resultados obtenidos en los cursos que se ofrecen para los diferentes programas académicos desde la Escuela de Ciencias del Lenguaje con los que se están ofreciendo desde diferentes programas académicos. Respecto de los documentos de política institucional, se optó por un análisis documental en el cual se consideraron tres momentos: 1. Ubicación de dichos documentos en las dependencias de la Universidad del Valle (oficinas del nivel central y direcciones académico administrativas de programas y facultades) y en la página Web de la misma institución. 2. Registro de proposiciones o declaraciones referidas a decisiones, recomendaciones y declaraciones sobre el lugar de la lectura y escritura académicas contenidos en esos documentos. 136 3. Análisis de dichas proposiciones a partir de su ubicación jerárquica y temporal, y en relación con los objetivos de la investigación. En cuanto al estudio de los espacios alternos, se acogió una orientación de tipo etnográfico y descriptivo, definida igualmente por tres momentos: 1) Ubicación de grupos estudiantiles de distintas unidades académicas, cuyas prácticas extracurriculares estuvieran relacionadas con actividades de lectura y escritura. 2) Aproximación a esas prácticas a través de entrevistas y registros audiovisuales de sus dinámicas. 3) Análisis de la información a partir de matrices analíticas relativas a la denominación de los grupos, el perfil y la valoración de sus actividades en relación con el carácter y objetivos de la investigación. Resultados Al analizar e interpretar los datos recogidos a través de las fuentes seleccionadas, sobre lo que se dice acerca de las prácticas de lectura y escritura académicas en la Universidad del Valle, con el propósito de identificar un primer estado de tendencias y enfoques dominantes, encontramos que no se presenta una articulación efectiva entre estas declaraciones y consensos teóricos y las definiciones institucionales de orden curricular en general, las dinámicas concretas de oferta y recepción de estas definiciones desde las unidades académicas que proponen o direccionan los espacios académicos respectivos y las actividades y prácticas más frecuentes que viven los estudiantes para su formación. Veamos el sustento de esta aseveración: De acuerdo con los resultados obtenidos en la encuesta aplicada a los estudiantes, podemos decir que las tendencias más recurrentes en términos de sus prácticas de lectura y escritura más recientes están relacionadas de manera general con actividades pragmáticas o instrumentales, tal como lo muestran las tendencias marcadas en las Figuras 1 y 2. 137 De acuerdo con esta misma fuente, los textos que más se leen en la universidad son los capítulos de libros, los materiales elaborados por los profesores y los apuntes de clase; y los 138 que más se escriben son los apuntes de clase, los resúmenes, los informes y los ensayos. Ambos grupos están asociados a la formación disciplinaria y profesional y, por tanto, son los que imponen los profesores o las exigencias académicas universitarias. Que las notas de clase sean los textos que más se leen y escriben, subraya un carácter autoreferenciado del saber escolar que se circunscribe al discurso de la mediación oral del profesor. En este proceso didáctico, dimensiones como la intertextualidad, la ampliación de referencias y la dimensión crítica apoyada en la lectura de textos de diversas fuentes queda soslayada. En síntesis, estos datos nos permiten afirmar que los textos que más se leen y escriben en las diferentes áreas del saber son aquellos asociados al control y evaluación de los aprendizajes específicos de cada disciplina, tal como se evidencia en las Figuras 3 y 4. 139 De lo anterior, también se deduce que la diversidad textual presente en el acervo de lecturas y escrituras de los estudiantes universitarios de pregrado no es muy amplia, dato que coincide con el que aportan otras investigaciones que al comparar las prácticas de lectura en el nivel de educación secundaria con los de la universidad encuentran que a medida que avanza el nivel educativo tiende a disminuir “el abanico de prácticas de lectura y escritura que se realizan” (Miras, Solé et. al., 2008). Ahora bien, los resultados de los ítems que indagan sobre las actividades más recurrentes en el marco de las cuales se solicitan las prácticas de lectura y escritura en el marco de las asignaturas, nos indican una tendencia dominante según la cual se lee y se escribe para realizar acciones que persiguen fines básicamente de control o comprobación de la apropiación de los conocimientos específicos de las disciplinas: leer para participar en las discusiones grupales o como referencia de evaluaciones escritas –seguramente para confirmar la apropiación y dominio de conceptos o procedimientos-, o para exponer contenidos. Así, puesto que la tendencia es a que sea el profesor quien determine las valoraciones y los juicios sobre las realizaciones de estas actividades por parte de los estudiantes, afirmamos que predomina una concepción heterónoma en estos mecanismos (en desventaja de procesos más cooperativos (interestructurantes) o autónomos); también se encuentra la tendencia a que se evalúan más los productos que los procesos. En cuanto a qué clase de apoyos reciben los estudiantes antes, durante y después de la lectura y escritura de textos, los resultados informan que estos apoyos son escasos. En general, se tiende a usar la revisión y calificación de trabajos escritos por fuera de las clases, más que la 140 orientación de los procesos de producción escrita, lo que confirma la tendencia al uso de pedagogías heteroestructurantes, sobre todo en algunas áreas (Ciencias e Ingeniería), aunque se nota también la tendencia hacia pedagogías interestructurantes en áreas de Humanidades y Educación. Los resultados también nos muestran la tendencia a que la mediación de los docentes, cuando se trata de solicitar documentos escritos, se limita a la etapa inicial del proceso escritural, mediante pautas o guías que se entregan a los estudiantes; después de escribir, el énfasis se pone en la corrección del contenido, asunto crucial al que es fundamental integrar otros aspectos lingüísticos y retóricos (dependientes del género discursivo o de las intenciones comunicativas), para que se logre que los procesos de lectura y escritura logren una mayor incidencia en los aprendizajes. La revisión de los documentos marco de política institucional en la Universidad del Valle permite afirmar que la tendencia general es instaurar y regular los procesos de lectura y escritura académicas y su lugar, principalmente desde normas declarativas contenidas en Acuerdos, Resoluciones, Actas de los cuerpos colegiados, etc., sin una orientación precisa sobre la manera como se deben relacionar estos procesos con el conjunto de acciones académicas y formativas que se propone desarrollar la institución. Por eso, en esta Universidad abundan las proposiciones de orden declarativo y exhortativo que apuntan hacia el deber ser de los procesos y prácticas de lectura y de escritura académicas pero que no logran establecer un marco coherente de orientación que permita abordarlos en su dinámica y complejidad desde un horizonte teórico y metodológico preciso. Por su parte, el análisis de los cursos que ofrece la Universidad del Valle para apoyar la formación de los estudiantes en procesos de lectura y de escritura se efectuó sobre 71 descripciones de cursos y se encontró que 21 de ellos son ofrecidos por la Escuela de Ciencias del Lenguaje para todos los programas académicos de la Universidad del Valle (que en adelante denominaremos cursos generales45), y 50 que fueron remitidos por los directores de Programa como cursos en los que se hace énfasis en los procesos de lectura y escritura (en adelante, a estos últimos cursos los denominaremos específicos). Los cursos que tienen el carácter de genéricos se ofrecen sobre todo en los dos primeros semestres de los programas y tienen como objetivo central abordar la lectura y la escritura de resúmenes, reseñas y ensayos. Estos textos, como lo muestran los resultados de la encuesta, son los mismos que los docentes de todas las áreas piden escribir a los estudiantes univallunos 45 En los últimos años, la cantidad promedio de estos cursos que se ofrece por semestre en la Universidad del Valle es de 50. Aunque, a partir de los resultados de investigaciones como las del grupo GITECLE, se ha propuesto que se organicen para grupos de estudiantes según campos de saber generales (Humanidades, Ciencias básicas, Ciencias aplicadas, Artes, etc.); esto no se ha logrado. 141 para lograr la aprehensión, comprensión y dominio de las disciplinas. En cuanto a la evaluación, se afirma que se toman en cuenta aspectos del proceso y del producto, con mayor énfasis en el primero cuando se escribe y menos cuando se lee. La casi totalidad de las propuestas de estos cursos dejan ver el rol del profesor como único evaluador, sólo en un pequeño porcentaje se menciona que se hace co-evaluación y autoevaluación. Por su parte, los objetos de la evaluación, correspondiente con el énfasis que se está haciendo en la escritura, son las producciones escritas. También, la mayoría declara que se estructuran desde enfoques constructivistas e interactivos del aprendizaje y discursivos del lenguaje. Los cursos denominados específicos asumen como objeto de trabajo los textos propios de las disciplinas en el marco de asignaturas propias de cada programa. Más de la mitad de estos cursos se ofrecen para programas académicos directamente relacionados con el estudio de las lenguas, la literatura y la comunicación. Sin embargo, hay que resaltar cómo otros programas no directamente vinculados con estos objetos también ofrecen cursos cuyo objeto es abordar los procesos de lectura y de escritura al mismo tiempo que se abordan saberes específicos disciplinarios, como se muestra en la Figura 5. Que las áreas de educación y humanidades sean en las que predomina la presencia de cursos en los que la lectura y la escritura está integrada al aprendizaje de objetos disciplinarios específicos, se explica porque en ellas, en la Universidad del Valle, están incluidos los programas académicos directamente relacionados con el estudio del lenguaje, la comunicación, la lengua y la literatura, además porque otros programas de estas áreas han incluido estos cursos al valorar el lugar de los procesos específicos de lectura y escritura como fundamento de la formación disciplinaria. 142 A diferencia del anterior grupo, la mayoría de los cursos específicos se ofrecen como parte del ciclo de fundamentación de la formación disciplinaria. El análisis también muestra que en ellos se trabaja una mayor diversidad textual. En cuanto a la evaluación, ésta se centra en las producciones escritas de los estudiantes, tomando como foco más los productos que el proceso. El profesor es quien se encarga de esta función y sólo en un programa de curso se menciona la autoevaluación y la coevaluación. Correspondiente a esta perspectiva, el enfoque pedagógico dominante es heteroestructurante y se precisan menos los enfoques que se adoptan para la enseñanza de la lectura y la escritura. De otra parte, la exploración sobre los espacios alternos nos permitió caracterizar y describir un tipo de experiencias de trabajo no formal y sus manifestaciones en términos de prácticas de lectura y escritura con propósitos formativos, en los que encontramos elementos significativos en la caracterización de dichas prácticas en la Universidad, las cuales permiten un tipo de aproximación complementaria al problema planteado. En la Universidad del Valle, se indagó sobre la dinámica de cinco grupos cuyas actividades estaban relacionadas con prácticas de lectura y escritura, aunque sus propósitos e intereses fueran diversos, disciplinarios e interdisciplinarios, en todo caso, asociados a modos particulares de trabajo extracurricular. En términos de los propios estudiantes participantes en estas iniciativas, se busca que la comunidad universitaria vaya un poco más allá y haga un análisis más profundo sobre las problemáticas del contexto colombiano teniendo en cuenta que el ámbito en el que se desenvuelve es muy reaccionario y en muchos casos sus integrantes pueden llegar a ser estigmatizados, por lo tanto generan propuestas como manejar diseños que no definan una opinión sino que queden abiertos al debate. Discusión En las informaciones recogidas se pudo observar que la relevancia de los procesos de la lectura y la escritura en la Universidad del Valle es indiscutible. Los distintos actores académicos e institucionales reconocen que formarse en ellos consiste, en gran parte, en estar en condiciones de comprender, interpretar y producir los textos que son propios del campo disciplinario y profesional, al mismo tiempo que lograr el desarrollo de un pensamiento crítico y analítico, el manejo de símbolos y lenguajes elaborados, la capacidad para contextualizar y relativizar el propio punto de vista (autoreflexión), la disposición a asumir tareas de largo aliento, la capacidad de establecer una comunicación orientada a la comprensión compartida y la conciencia de la responsabilidad social que implica el poder que se deriva del conocimiento (Hernández et al., 2002). Se reconoce entonces que tanto la lectura como la escritura son constituyentes de la cultura académica, al mismo tiempo que posibilitan su apropiación. 143 Destacamos que los trabajos de investigación propiciados desde algunas unidades académicas o desde grupos de trabajo en particular e incluso la oferta de cursos específicos van más allá de la inercia institucional y logran implementar acciones puntuales bien fundamentadas que, como antes dijimos, no son consideradas para construir una política más coherente que ayude a superar los problemas que enfrentan los estudiantes en la comprensión y producción de textos académicos especializados, así como a transformar las tradiciones pedagógicas cuestionadas y, en general, a proponer un trabajo adecuado, pertinente y efectivo con los textos, para el conjunto de la comunidad universitaria. En perspectiva, tal como lo han sugerido en distintos ámbitos y reportes académicos grupos de investigación como GITECLE, se trata de lograr reestructuraciones curriculares en relación con el componente de comprensión y producción de textos académicos para los programas de pregrado de la Universidad del Valle. Estas medidas pasan por la revisión de algunos de los paradigmas teóricos y pedagógicos de base que tienen relación con estos procesos, así como por la necesidad de incrementar y diversificar los espacios de trabajo para este componente curricular, entre otras acciones necesarias. Al confrontar los resultados del análisis de los cursos con los de la encuesta, se encuentra que es recurrente que la evaluación ubica al docente como único referente de juicio sobre los desempeños logrados en lectura y escritura por parte de los estudiantes. Igualmente, aunque en algunos cursos se proponen perspectivas pedagógicas constructivistas o discursivas, los modos de proceder en la legitimación, valoración y evaluación se corresponde más con enfoques pedagógicos heteroestructurantes. Por otro lado, la comparación entre los dos grupos de cursos que se ocupan de la lectura y la escritura en la Universidad del Valle, muestra significativas diferencias sobre todo en relación con el lugar que ocupan en la estructura curricular, los objetos que se abordan, los textos que se leen y se escriben, las metodologías que se privilegian, lo que se evalúa (proceso o producto) y la claridad en relación con los enfoques adoptados para enseñar estos objetos. Las semejanzas tienen que ver con el rol del maestro como sujeto evaluador privilegiado y la tendencia a la presenciade perspectivas pedagógicas heteroestructurantes. Las experiencias registradas en la aproximación a los espacios alternos muestran que en estos espacios se toma la lectura como un modo de profundizar en aspectos que están ausentes o son poco trabajados en las clases formales, tanto en el orden de las disciplinas como en el de la formación complementaria que requieren los estudiantes en nuestro tiempo. Por eso, como queda manifiesto en las entrevistas realizadas, sus integrantes buscan constantemente construir, a través de la lectura, un pensamiento crítico en relación con su contexto y su situación social. Los resultados de esta aproximación hacen evidente la necesidad de prácticas pedagógicas recontextualizadoras de los saberes y las disciplinas, ya que no es nuevo el 144 malestar de los estudiantes y de parte de las comunidades educativas frente a la tendencia instrumental de la educación y de las propias prácticas de lectura y escritura, tal como lo muestran los propios estudiantes participantes en estos grupos. En síntesis, tal como se planteó en el problema de investigación, es evidente que la Universidad del Valle está promoviendo unos determinados modos de leer y escribir, unas prácticas de lectura y escritura para responder sobre todo a las exigencias académicas de los planes de estudio y menos a otras prácticas de corte más investigativo, de divulgación y proyección de la formación universitaria y ciudadana en general. Además, se hace evidente que circulan discursos en las políticas universitarias que no encuentran sus correlatos en las prácticas cotidianas de las aulas. Según nuestro análisis, se constata la presencia de prácticas fuertemente ancladas en la tradición pedagógica heteroestructurante, las cuales siguen mediando la formación de los estudiantes; es decir, las orientaciones didácticas y pedagógicas, en general, están asociadas a concepciones instrumentales de lo que significa leer y escribir en el mundo académico. Más preocupante aún es la comprobación de que estos resultados son los que dominan en el conjunto de las universidades en la que también se está realizando esta investigación. Para hacer más específico este análisis, en la investigación nacional de la que hace parte el presente trabajo, se llevarán a cabo dos fases adicionales: los grupos de discusión de estudiantes y profesores; y los estudios de caso, como insumos para la elaboración de unos lineamientos de políticas universitarias en este campo. Con esto, pretendemos seguir aportando a la consolidación de la cultura académica en Colombia. Referencias Becher, T. (1993). Las disciplinas y la identidad de los académicos en Pensamiento Universitario, 16 (1). Buenos Aires, Argentina: Red Argentina de Posgrados de Educación Superior, 5677. Becher, T. (2001). Tribus y territorios académicos. La indagación intelectual y las culturas de las disciplinas. Barcelona, España: Gedisa. Bronckart, J. P. y Schneuwly, B. (1996). La didáctica de la lengua materna: el nacimiento de una utopía imprescindible. Textos, 9. Barcelona, España: Graó, 61-78. Camargo Z. y Uribe, G. (2009). Estado del arte de las prácticas docentes en la universidad colombiana. Documento presentado y discutido en el marco de la investigación ¿Para qué se lee y se escribe en la universidad colombiana? Armenia, Colombia: Universidad del Quindío. 145 Camilloni, A. (2000). Corrientes didácticas contemporáneas. Barcelona, España: Paidós. Camps, A. (Comp.) (2003). Secuencias didácticas para aprender a escribir. Barcelona, España: Graó. Camps, A. (2004). Objeto, modalidades y ámbitos de la investigación en didáctica. Lenguaje. Barcelona, España: Universidad Autónoma de Barcelona. Carlino, P. (2003). Leer textos científicos y académicos en la educación superior: Obstáculos y bienvenidas a una nueva cultura. Asesoría pedagógica de la Web de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina: CONICET. 2.6. Sobre una política del español para la Universidad. Profesora Esperanza Arciniegas, Escuela de Ciencias del Lenguaje, Facultad de Humanidades El presente texto tiene como objetivo exponer lo que ha se ha desarrollado en el Departamento de Lingüística y Filología en relación con la lectura y la escritura en la Universidad del Valle en los últimos seis años. Después del documento presentado en el 2006 a la dirección curricular en el que se hacía una propuesta para desarrollar una política para la lectura y la escritura en la universidad, por iniciativa del rector la Universidad del Valle se vinculó a la red para la lectura y la escritura en la Universidad (REDLEES). La Escuela de Ciencias del Lenguaje fue la unidad asignada para representar a la Universidad en la Red y para desarrollar las propuestas y discusiones que en torno al tema de la lectura y la escritura se desarrollara en dicho espacio. Es así como la dirección de la Escuela y el Departamento de Lingüística y Filología han apoyado a la Red en todas las actividades y desde allí se han desarrollado acciones y se han sacado conclusiones sobre lo que sería una política curricular para la lectura y la escritura en la universidad del Valle. Lo primero que hay que destacar es lo que la Red ha planteado como una política curricular: Por política sobre la lectura y la escritura en la universidad se entiende una forma de comprender y de realizar la formación en lectura y escritura que incluye dos tipos de consideraciones como mínimo: 1. consideraciones explícitas sobre las relaciones entre la institución universitaria y la sociedad, y al interior de éstas, sobre el papel que las prácticas de lectura y escritura deberían tener en el desempeño profesional y en la actuación de los egresados como personas de nuestra sociedad. 2. Consideraciones generales sobre el modo como ésta formación debería adelantarse en los planes de estudio de la institución, (es decir, 146 consideraciones sobre los tipos de pedagogías adecuados, sobre las formas de acompañamiento al trabajo independiente, sobre las condiciones y la formación de los docentes requeridos, sobre el reconocimiento y el tratamiento de las diferencias formativas habidas entre los estudiantes, sobre la forma como un currículo debería estar organizado para realizar la formación en lectura y escritura proyectada – si se trata o no de una formación transversal que va más allá de lo que se hace en los cursos de español, etc. Por institución, se entenderán las universidades, facultades o unidades académicas que hayan diseñado y ejecutado la política preferiblemente en más de una carrera; así, al hablar de política institucional aquí se habla de una política que cuenta con la legitimación reglamentaria de la institución.( Documento Redlees: ¿Qué es una política institucional para el desarrollo o para la formación o para el trabajo con la lectura y al escritura en la educación superior?. El subrayado es nuestro.) Estas conclusiones son producto de la participación en las discusiones de la REDLEES en tres encuentros nacionales y un seminario constante como REDLEES Univalle y como REDLEES nodo suroccidente. A la vez que participa en y apoya estas actividades, el Departamento de Lingüística desarrolla las siguientes actividades académicas, como el compromiso que tiene en la Universidad de responder por la formación básica en lectura y escritura en el español como lengua materna. Como primera actividad, el Departamento actualiza constantemente un examen de español para los estudiantes que ingresan a la Universidad. Este examen como prueba cerrada que es, sólo indaga por las competencias básicas que en lectura poseen los estudiantes que ingresan a la Universidad. El examen es obligatorio, si el estudiante no lo pasa o no lo presenta debe de tomar el curso de español y aprobarlo como requisito para graduarse. El objetivo del examen es definir si los estudiantes que ingresan a la Universidad deben o no tomar el curso de español. Se supone que quien apruebe el examen está preparado para asumir los procesos de aprendizaje a través de la lectura y la escritura en la Universidad. Este requisito de ley, como se llama el cumplimiento de este elemento curricular en la universidad, tiene varios problemas. Lo primero es que siempre se hace un análisis estadístico de los resultados de la prueba y durante estos seis años es constante que el 70% de los estudiantes pierden la prueba. La pregunta que nos hacemos quienes nos ocupamos de este asunto es y ¿qué pasa con la escritura? Para tratar de responder de la mejor manera posible al problema de la lectura y la escritura en la Universidad, a partir de las propuestas de los diferentes grupos de investigación, de los 147 diferentes enfoques que dan los profesores del Departamento al aprendizaje de la lengua y de los procesos de lectura y escritura en la Universidad el Departamento ofrece un grupo de cursos que tratan de responder a las necesidades estudiadas y a las solicitudes de los programas sobre cómo mejorar el pobre manejo de la lengua que hacen los estudiantes cuando escriben y la poca comprensión y aprendizaje que consiguen durante la lectura. Por esto, el Departamento ofrece los siguientes programas: Comprensión y Producción de Textos (código: 204161M) Este curso surgió de la propuesta de abordar los cursos desde un enfoque discursivo. El encargado del diseño y dirección del trabajo en este curso fue el grupo GITECLE entre los años 1998 y el 2004. Descripción del curso: La educación superior debe estar motivada por el criterio de enseñar a pensar, es por esto que el curso centra sus actividades en las características del discurso escrito a través del análisis y la producción de diversos tipos de texto de uso académico. Objetivos: Lograr que los estudiantes comprendan diferentes géneros textuales y asuman una posición crítica frente a ellos. Español (código: 204001M) Este curso es el que más transformaciones ha tenido a través de los años debido a los diversos enfoques que sobre el estudio de la lengua se ha tenido en la Universidad. Se inició como técnicas de escritura, como técnicas de estudio y elaboración de trabajos escritos, etc. Desde el 2006 el grupo de investigación Leer, escribir y pensar desde el enfoque asumido por la REDLEES ha trabajado en un seminario permanente para la capacitación de los maestros y la reflexión sobre la lectura y la escritura en la Universidad. Así en el 2008 en compañía de algunos profesores del área de español se rediseño el curso que hoy se ofrece. Descripción del curso: Ante los desafíos constantes que plantea la educación, es importante tomar conciencia del papel que debe jugar la enseñanza de la lengua en los procesos de construcción del conocimiento. El rol del español, como lengua materna, es el de permitir a los estudiantes el acceso a mayores niveles de dominio de la lengua en relación con los procesos de lectura y de escritura y la comunicación en el aula; lo que le facilita la comunicación escrita, la evaluación de sus dominios cognitivos y promueve cambios fundamentales en su disciplina intelectual. 148 En este sentido, este curso plantea la necesidad de buscar estrategias de aprendizaje significativo que permitan a los estudiantes el acceso a mayores niveles de dominio consciente de su propia lengua. El curso a través de un proyecto de aprendizaje hace énfasis en estrategias metacognitivas, deteniéndose en los procesos de regulación tanto de la lectura como de la escritura. El propósito de desarrollar en el curso un proyecto de aprendizaje es el de situar el curso en el área de formación del grupo con el que se desarrolla, para tratar de hacer el conocimiento significativo sobre la lectura y la escritura situado en las diferentes áreas de formación en la Universidad. Objetivo general: Hacer del estudiante universitario un sujeto usuario de la lengua en relación con la lectura, la escritura y la comunicación en el aula, lo que le facilita la comunicación escrita, la evaluación de sus dominios cognitivos y promueve cambios fundamentales en su disciplina intelectual. Corrección Idiomática (código: 204252M) Este curso se mantiene como un curso obligatorio del programa de Medicina, ya que el programa lo tiene en su pensum junto con el de Comprensión y producción de textos, como cursos obligatorios en los dos primeros semestres. Descripción del curso: el curso busca capacitar a los estudiantes en el correcto uso de la lengua formal española, enseñándoles a vencer algunos de los escollos que el uso del español, algo caprichoso y asistemático como el de cualquier otra lengua, plantea, ya que para hablar y escribir correcta y aceptablemente no siempre se pueden aplicar de forma mecánica las pautas regulares del idioma. Objetivos: manejar los conceptos de norma y criterio de uso, de modo que en cada situación comunicativa se tenga dominio de los usos más generales de la lengua. Aspectos Formales del español (código: 204160M) Este curso está dirigido a los estudiantes que quieren aprender el uso de la lengua formal en los textos académicos, en los procesos de redacción y construcción de conocimiento sobre la lengua. Descripción del curso: En este curso se abordan algunos aspectos formales del español, tomados en relación con el uso, especialmente en lo que tiene que ver con la escritura académica. Dentro de todos los aspectos que se podrían abordar, se privilegia el nivel de la 149 sintaxis, de tal manera que a partir de la idea de que la oración gramatical puede ser concebida como una estructura capaz de expresar la interpretación humana de la realidad, sirva para comprender con sencillez y claridad los elementos, la estructura y el funcionamiento de la lengua dentro de su planteamiento básico. Esta visión deberá posibilitar el buen uso de los aspectos formales de la lengua materna. Objetivos: - Desarrollar en los estudiantes la conciencia metalingüística, para que hagan un uso consciente y “razonado” de los aspectos formales estudiados, y proveerlos consecuentemente de criterios sobre el uso correcto de la lengua formal. Español con Enfoque Sociocultural (código: 204293M) Este curso se centra en la escritura académica y aborda su uso desde los aspectos sociohistóricos que dan explicación a cambios y usos de la lengua que un profesional debe manejar. Junto con el curso de Español, es obligatorio en los dos primeros semestres del programa de Recreación y Deporte. Descripción del curso: A partir del análisis de los procesos históricos y evolutivos de la lengua, en su estructura formal, de sus aspectos socioculturales y de la variedad de recursos expresivos y estéticos que ésta ofrece, el curso busca que el estudiante tome conciencia sobre el uso de la lengua y de la importancia de una buena competencia comunicativa en los procesos de aprendizaje, para que reconozca la especificidad del uso académico de la lengua. Objetivo: Emprender un recorrido inicial sobre la evolución histórica del español y de su gramática, de tal manera que el estudiante comprenda que la lengua y las normas son productos culturales, en especial la lengua académica. Es importante destacar que aunque los cursos tienen enfoques distintos hay en ellos un elemento fundamental, la conciencia adquirida por los profesores de la Escuela de Ciencias del Lenguaje sobre la importancia de la lectura y la escritura como ejercicio epistémico, la importancia de trabajar desde un enfoque sociocultural en el que se privilegia el aprendizaje en contexto de comunicación. El saber que hoy nos acompaña sobre lo que pasa en las demás universidades del mundo con las que compartimos la necesidad de desarrollar una pedagogía en la que los estudiantes construyan conocimiento sobre la base de leer, escribir, analizar, buscar información y autogestionar su aprendizaje lo que les permitirá ser unos profesionales efectivos en el mundo del trabajo. 150 Con la internacionalización de la educación se ha pedido al Departamento que asuma un nuevo reto: la enseñanza del español como Lengua Extranjera. Para ello, como único recurso docente una profesora Ocasional de tiempo completo y con la colaboración de un pequeño grupo de docentes nombrados (4) y una profesora catedrática, tenemos los siguientes programas: Fundamentos para el asistente de español como lengua extranjera Este curso se ofrece para satisfacer la necesidad expresa de estudiantes que enfrentan la posibilidad de viajar al exterior para continuar estudios de postgrado, hacer parte de intercambios académicos, o para quienes han recibido becas de estudio como mérito a sus logros académicos y que tienen la oportunidad de desempeñarse como asistentes de docencia en español. Al ser el español una lengua en expansión, los estudiantes de la universidad que se capaciten a través de este curso incrementarán la oportunidad de ser seleccionados como asistentes de docencia en la institución académica en donde 8 ellos se presenten. Además, este curso brinda a los profesionales de Univalle elementos para un desempeño complementario en su vida laboral en el extranjero. Objetivo: Capacitar a los profesionales en formación de la Universidad del Valle como asistentes de docencia de español como lengua extranjera, brindarles fundamentos teóricos de lingüística aplicada que permitan la formación de habilidades didácticas, la programación de unidades didácticas, el análisis de materiales y la exploración de las nuevas tecnologías aplicadas a la enseñanza de la lengua en su función de asistentes en la enseñanza de su lengua materna. Se ofrecen tres niveles de español para estudiantes extranjeros, estos cursos apenas están comenzando, pero llama la atención que los estudiantes que ingresan a la Universidad por intercambio no toman estos cursos, lo que merece una reflexión: ¿cómo se evalúa la lectura y al escritura de los estudiantes en la universidad si se les acepta con un bajo nivel de español, qué les evalúan los profesores, qué procesos de lectura asumen en las áreas que estudian? Todo el saber científico no está en inglés. En este momento se está ofreciendo el primer Diplomado en enseñanza del español como lengua extranjera, para iniciar la formación de docentes, ya que carecemos de esta formación en la región. Entre el 2006 y el 2011 el Departamento ha trabajado con la Redlees en la capacitación, la reflexión y en la construcción de propuestas para avanzar en la universidad en la reflexión y en la construcción de propuestas que permitan que la lectura y la escritura formen parte de la construcción de conocimiento por parte de estudiantes y docentes. Para ello ha organizado y participado en seminarios talleres ofrecidos por: el Dr. Cassanny, la Dra. Paula Carlino, el Dr. Charles Bazarman, la Dra. Monserat Castelló. Con ellos se han desarrollado cinco 151 semanarios-talleres en los que se ha invitado a los profesores de las deferentes disciplinas para tratar de sensibilizar a la comunidad Universitaria sobre la problemática de la alfabetización académica. Estos espacios y la participación en otros eventos tanto de la Red como en otras actividades académicas dentro y fuera de la Universidad nos han hecho reflexionar sobre el papel de la lectura y la escritura para lograr que los estudiantes lleguen a ser miembros de una comunidad académica particular, me permiten hoy como jefe del Departamento hacer las siguientes consideraciones sobre lo que implicaría una política curricular para la lectura y al escritura en la Universidad del Valle. Al retomar la definición inicial sobre lo que sería una política para la lectura y la escritura en la Universidad, según la REDLEES, tenemos: 1. Una Forma de comprender y de realizar la formación en lectura y escritura Esto obliga a la Universidad a ocuparse efectivamente de la lectura y la escritura en la universidad, para ello hay que poner en el centro del aula la lectura y la escritura y abandonar el concepto de herramienta que se puede utilizar o no. Así, leer y escribir no son unas actividades más de las clases, son las actividades que junto con la discusión y el análisis de la información con los estudiantes y el profesor constituyen la manera como se construye conocimiento en el aula. De esta manera el docente es el encargado de la regulación de los procesos de enseñanza en el aula, guía, asesora, acompaña los procesos de aprendizaje de los estudiantes, pero es el estudiante el que aprehende, el que se hace cargo de su aprendizaje. En este sentido se deben emprender una serie de acciones que lleven a la comunidad universitaria a ser consciente de que leer y escribir en la Universidad es responsabilidad de ella y de cada unos de los miembros de la comunidad académica, porque leer y escribir tienen implícitos los elementos fundamentales que debe de poseer un profesional para enfrentarse a la vida laboral. En este sentido se debe eliminar el examen de español, ya que su aplicación como una forma de evadir la formación de los estudiantes en lectura y escritura no permite a la Universidad enfrentar de manera Académica la formación de los estudiantes. Es común escuchar a los funcionarios pidiendo que “el examen sea más laxo” para no tener que ocuparnos del tema con los estudiantes que lo pasen. Hay que recordar que un examen cerrado no da razón de las competencias de lectura de los estudiantes, de la capacidad de reflexión y de crítica que se puede desplegar en un texto escrito. Además, el examen no nos permite adquirir ninguna información sobre la escritura. Y la incapacidad de los estudiantes para escribir un trabajo de grado es una de las razones por la que los estudiantes no se gradúan. 152 2. Consideraciones generales sobre el modo como ésta formación debería adelantarse en los planes de estudio de la institución. El Departamento en varios documentos ha propuesto que sea obligatorio tomar dos cursos en los dos primeros semestres de las carreras, uno de lectura y otro de escritura, ya que uno solo no permite hacer un seguimiento a los dos procesos que aunque son interdependientes tienen estrategias y características particulares al enfrentar un texto académico, texto que cada vez se expresa en lenguajes más complejos. No es pertinente seguir concibiendo que la Universidad ofrece un curso remedial. Debe existir un espacio curricular para la iniciación a la cultura académica discursiva, si son obligatorios los cursos permiten orientarse en cada carrera y nos brindarán un espacio para la investigación que nos permita mejorar los programas y las pedagogías propias para cada saber. Las investigaciones llevadas a cabo sobre el tema nos han enseñando que los cursos deben de estar centrados en los procesos de regulación de la lectura y la escritura académicas y no en técnicas y teorías al respecto. El trabajo con los estudiantes debe centrarse en desarrollar la conciencia de los estudiantes en el aprendizaje y el papel que juega él como sujeto lector y escritor en dicho proceso. Así, para el estudiante leer y escribir en la universidad adquiere un nuevo sentido. 3. Sobre las condiciones y la formación de los docentes requeridos. Este punto tiene dos problemáticas: la primera, la de los docentes que orientan los cursos. La Escuela como unidad académica y por ende el Departamento han emprendido durante los últimos años un sin número de acciones para asumir esta tarea de formación en la universidad, pero no cuenta con el recurso humano que le permita que la investigación pase de afectar dos o tres cursos en la Universidad. Esto se debe a la falta de planta de personal que se dedique a la formación en procesos de lectura y escritura en la Universidad. Si bien, se reconoce a la Universidad del Valle por su desarrollo en la parte teórica e investigativa en el área no se puede decir lo mismo de la práctica. Los docentes que hacen la investigación se reduce a un puñado de 4 o 6 nombrados y los demás que acompañan por temporadas esos procesos como catedráticos y ocasionales no se pueden ocupar de una investigación a largo plazo o una aplicación y evaluación constante de cursos y procesos pues su situación no lo permite. El segundo problema es la capacitación de los docentes de las diferentes áreas del conocimiento en el área de la lectura y la escritura. Esto tiene diferentes dificultades: la primera, es que los profesores universitarios no se sienten responsables de la lectura y la escritura de sus estudiantes. Desconocen la función epistémica de la lectura y la escritura en el 153 aula. Por eso participan poco de los seminarios y de los talleres que se ofrecen con el ánimo de sensibilizar a la comunidad universitaria en el problema. La segunda, es que tampoco la dirección universitaria se ha tomado el problema en serio, y ante las actividades propuestas por la Unidad Académica y la REDLEES se limitan a aportar unos recursos mínimos. Se hace necesario que sea la dirección universitaria la primera en comprender que es necesario que los docentes asuman una nueva mirada sobre la pedagogía en el aula, que construir conocimiento en ella se haga realidad y no sea solo un discurso en los documentos oficiales. Para esto debe comprender que los docentes necesitan capacitación en estos tres núcleos: La lectura y la escritura y su función epistémica. Comprender como se asumen estos procesos en cada una de las áreas para que los estudiantes que ingresan a la Universidad entren en un proceso de alfabetización científica que les permitirá ser miembros de una comunidad académica particular y ubicará a la Universidad en un verdadero índice de alta calidad. Estudiar los textos que se utilizan en las áreas, sus estructuras y propósitos de uso para que en el aula se construya y se produzca conocimiento con objetivos claros, con propósitos formativos y se abandone la idea de escribir y leer como tarea por una nota. Sean conscientes de la importancia de los elementos formales de la lengua en procesos de composición de textos académicos y científicos para que tanto el docente como sus estudiantes puedan expresar sus conocimientos científicos adecuados a la comunidad de conocimiento a la que pertenecen. 4. Los tipos de pedagogías adecuados. En relación con el punto anterior, es urgente revisar los modelos didácticos y pedagógicos que subyacen a las prácticas en el aula y que implican unos modos de leer y escribir en la Universidad, ya que la manera como se asume la lectura y la escritura en el aula expresa el modelo pedagógico que se vive en ella. Por ello es necesario propiciar un trabajo transdisciplinario e investigativo entre los docentes de las áreas y los de lengua en distintos momentos de la formación de los estudiantes. Primero de capacitación y de investigación y acompañarlo luego de acciones transdisciplinarias en determinados momentos de la formación de los estudiantes, por ejemplo, durante la dirección de trabajos de grado. 154 5. El papel que las prácticas de lectura y escritura deberían tener en el desempeño profesional y en la actuación de los egresados como personas de nuestra sociedad. Es común que en los programas de postgrado debamos ofrecer cursos de estrategias de lectura y escritura como cursos remediales para tratar de mitigar en algo la deficiencia de los estudiantes de postgrado, la mayoría egresados de nuestros mismos programas académicos. Ellos se quejan de la imposibilidad de publicar artículos y de alcanzar un buen nivel de comprensión en textos que deberían haber sido comprendidos en los procesos de formación anterior al que se encuentran. Pero además de prepararlos para desempeñarse de manera adecuada como profesionales en la sociedad, la universidad puede propender por una política universitaria, que contemple que los profesionales de Univalle tengan formación y conocimiento de la lengua como formación intelectual: por lo tanto, en programas de intercambio y de becas el profesional se puede desempeñar como asistente de docencia. Que el estudiante que quiera acercarse al conocimiento de su lengua y la cultura tenga espacios académicos adecuados para complementar su formación. Que el español sea una fortaleza del profesional en la Universidad del Valle y no sólo la ocupación de una unidad académica. 6. Sobre la forma como un currículo debería estar organizado para realizar la formación en lectura y escritura proyectada – si se trata o no de una formación transversal que va más allá de lo que se hace en los cursos de español, etc. La universidad debe definir un lugar curricular para los cursos de español en la Universidad y un lugar para el trabajo transdisciplinario. Lo que implica un cambio en la asignación de tiempo para los cursos; dotar los cursos en los que se asuma esta pedagogía de asistentes de docencia y estimular una pedagogía que se centre en la construcción de conocimiento en las disciplinas, para lo que, como ya hemos visto, la lectura y la escritura son elementos fundamentales. Pensar una política curricular en la Universidad implica pensar en los recursos que esa nueva política requiere. Como mínimo una nueva política para la lectura y la escritura en la Universidad del Valle necesita de: 1. Grupo de profesores formados en el área de español, conocedores y conscientes de su papel como docentes de la lengua que se ocuparán de su investigación y su enseñanza como objeto epistémico. Nunca el Departamento ha contado con una planta de personal mínima para asumir procesos de investigación y de enseñanza en el área. 155 2. ¿Cómo mantener el grupo? ¿Cómo hacer que el profesor de español se mantenga en el área? Nombrar una planta de personal que se dedique al español de servicios, a la investigación en el área, que ello sea su prioridad y no emigren hacia otras áreas. 3. Grupos en clase no mayores de 25 estudiantes o grupos mayores acompañados de asistentes de docencia y monitores. 4. Espacios curriculares para el trabajo transdisciplinario. Si se piensa en una nueva pedagogía no se puede pensar en un profesor por materia, sino en grupos de profesores que trabajan de manera colaborativa en los cursos con una dedicación de tiempo adecuada a la que exige este trabajo dentro y fuera del aula. 5. Recursos para crear un Centro de Escritura: para este centro se puede formar estudiantes avanzados de las distintas carreras como tutores de lectura y escritura. 6. Formación de profesores de español en pregrado. Esta es una tarea que debe emprender el Departamento, ya que la Universidad carece de un programa de formación profesional de docentes en español que permita mejorar la educación en la lengua en el ámbito regional. 7. Reconocimiento en la labor académica a los docentes que adelantan su trabajo de aula desde la lectura y la escritura. 8. Revisar los modelos didácticos y pedagógicos que subyacen a las prácticas en el aula y que implican unos modos de leer y escribir. 9. Incentivar la investigación sobre la lectura, la escritura y los textos usados en las disciplinas por los docentes de las áreas de formación y los de lengua. No se trata de estandarizar los textos en la universidad sino de dotar de sentido las tareas de lectura y escritura que se hacen. Este es en síntesis el trabajo que se ha hecho en el Departamento de Lingüística durante los últimos seis años, hay que aclarar que los referentes teóricos más amplios están en los informes de todos los eventos que la REDLEES ha realizado y cuyos resultados siempre se envían a la dirección curricular, también está en el espíritu del documento presentado por el grupo Leer, escribir y pensar y en las investigaciones que presentaron los demás miembros del Departamento que han participado en esta discusión. 156