Política comparada Ciencias Políticas y de la Administración MAHFUZ, Naguib, El café de Qúshtumar, Ediciones Destino, Barcelona, 2003 Nacido en El Cairo en 1911 y licenciado en filosofía por la universidad de su ciudad natal, Naguib Mahfuz ha podido vivir prácticamente todas las etapas y sucesos más importantes del siglo XX en Egipto. Ha escrito más de sesenta obras de la más diversa temática desde que publicase su primera novela en 1939: de novela histórica y guiones de cine, a escritos con un claro realismo y una cariz social muy profunda, como es el que nos ocupa, El café de Qúshtumar. Estaba publicando precisamente esta novela por fascículos en el periódico al−Ahram cuando en 1988 recibió el Premio Nobel de Literatura. Un año después se publicó la dicha novela como libro. No escribe desde 1994 impedido por las secuelas que le dejó un apuñalamiento perpetrado por los Hermanos Musulmanes hacia su persona justificando que en sus novelas se podían intuir críticas a Mahoma considerándolos de blasfemos. Otras obras importantes en la carrera de Naguib Mahfuz han sido El callejón de los milagros, en 1947, llevada al cine en 1995 por el mejicano Jorge Fons, con la que obtuvo el Premio Goya, Principio y fin, en 1951, y La epopeya de los miserables, en 1977. Introduciéndonos ya en lo que es la novela de El café de Qúshtumar en si, puédese destacar que la historia que nos cuenta recorre la vida durante setenta años de cuatro amigos de Alabasía, barrio de El Cairo, Ismael, Táher, Sáquid y Hamada, y que se reúnen todas las tardes el café de Qúshtumar. A lo largo de toda la obra y a través de la vida de estos cuatro personajes se hace un profundo repaso a la historia del Egipto del siglo XX y a los profundos cambios que sufre desde los últimos años del dominio británico hasta el asesinato del presidente Sadat en 1981. Pero antes de seguir con este análisis de la novela me veo obligado a dar una reseña histórica del Egipto que señala la obra. Los primeros instantes de la misma tratan en 1918 en plena revuelta violenta de los egipcios contra los dominadores británicos que culminaría con la creación del partido Wafd en torno al nuevo movimiento nacionalista surgido. En 1922 Gran Bretaña suprime el protectorado y declara Egipto una monarquía independiente a cargo del rey Fuad I, pese a que los británicos se reservaban el derecho de mantener un control constante sobre el país. Con la reforma parlamentaria de 1924 se creó una lucha tripartita por el poder que implicaban al rey, al embajador británico y al Wafd; en 1934 se llegó a un acuerdo anglo−egipcio aunque Gran Bretaña seguía ingiriendo en los asuntos internos de Egipto. La Segunda Guerra Mundial propició la paralización de las negociaciones para la independencia total, la subida de la inflación y la desconfianza de los egipcios en el Wafd, estallando un sentimiento fundamentalista entre el pueblo. Puede verse aquí por tanto el caso de muchos de los países árabes en la época de la descolonización bajo el dominio de los grandes europeos. Casos como el de Libia en manos de los italianos, primero, y británicos, después, de la península Arábiga, repartida entre franceses y británicos, o de Túnez y Marruecos, en manos francesas. Hay también en estos casos un aumento nacionalista con grandes dotes fundamentalistas. No es hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial cuando las grandes potencias europeas se retiran completamente de éstos países consiguiendo así su plena independencia. La derrota de Egipto en 1948 ante Israel y la despreocupación moral del rey del momento, Faruk I, fue el detonante para que la monarquía fuese derrocada en un golpe de Estado en 1952 por un grupo de oficiales del ejército encabezados por Nasser, proclamándose así la República de Egipto. Se produjo en este período un 1 acercamiento a occidente, que pronto desistiría en favor de países del Eje del Este, y fue el principal impulsor de la unidad de los países árabes. Con todo ello se creo un régimen monopartidista con la Unión Socialista Árabe, se disminuyó el poder de los terratenientes y se limitó la propiedad de la tierra. Gran parte de la propiedad privada del país se nacionalizó así como el capital extranjero invertido en él. Importante durante el mandato de Nasser fue la guerra que mantuvo Egipto con Israel, donde vio perdida la península del Sinaí en 1967 en la Guerra de los Seis Días y recuperada más tarde con ayuda de la URSS. Siguió por tanto Nasser el ejemplo de la revolución rusa llevada por Lenin y, sobre todo, el de Tito pocos años en Yugoslavia, con un Estado satélite de la URSS, aunque éste finalmente rompa relaciones con los soviéticos. Sin embargo Nasser si tomaría la determinación de continuar las estrechas relaciones con la Unión Soviética. Más tarde, en 1969, se repitieron los mismos acontecimientos que en Egipto en la vecina Libia de la mano de Gaddafi proclamándose una república árabe, popular y socialista tras un golpe de Estado pertrechado contra el rey Idris I. Muerto Nasser en 1971 es Sadat quien toma su relevo al frente del gobierno y del partido. Hay con él un cambio político y económico profundo en el país. Declara un régimen de liberalización económica y política así como la libertad de prensa, que controló de manera tan estricta Nasser. El fracaso inicial de las nuevas negociaciones con Israel propició la Guerra del Yom Kippur en 1973. La mediación de la ONU y de Kissinger, secretario de Estado estadounidense, consiguió el final de la guerra y unas fructíferas negociaciones entre ambos Estados que culminaron en 1975 con la retirada de las tropas israelíes del Sinaí y la reapertura del canal de Suez a barcos judíos. En 1976 la economía egipcia empeoró gravemente. Al año siguiente pidió la retirada de militares soviéticos de Egipto y se produjo un acercamiento con Estados Unidos al considerarlo un elemento clave para la paz en Oriente Próximo. En 1979 los acuerdos de Camp David consiguieron la paz entre Israel y Egipto. El resto de los países árabes tildaron a Sadat de traidor a la causa árabe por los acuerdos y Egipto fue expulsada de la Liga Árabe. Volvió a florecer así un nuevo fundamentalismo en el país que culminó, siendo ya en el final de la obra de Mahfuz, con el asesinato de Sadat por miembros fundamentalistas del Ejército en 1981. Los problemas sociales y políticos, sobre todo los relacionados con el aumento del nacionalismo y del fundamentalismo, han sido una constante en los países árabes de los Orientes Próximo y Medio, sobre todo en la media luna formada entre Marruecos e Irán, procedentes sobre todo de la descolonización, de la penosa situación económica y de reparto de riquezas de esta región y de la situación estratégica y de ocupación del Estado de Israel. Una vez analizada la situación política que desmenuzan Ismael, Táher, Sáquid y Hamada en el café de Qúshtumar sólo cabe decir que el seguimiento que Mahfuz de la historia egipcia de gran parte del siglo XX y, sobre todo, su síntesis en doscientas páginas es magnífica. Quiero destacar la impresión que me dejó la descripción que de Alabasía iba haciendo el autor a lo largo de la novela, pasando de ser un barrio de modestas casas a una margen del río y de palacios a la otra a un barrio de altos bloques de pisos debido a los cambios económicos sufridos por el país en todos esos años. Igualmente no puedo dejar este análisis acabado sin destacar la situación personal de los personajes, encuadrados en una amistad permanente y sin fisuras pese a las diferencias políticas que existían pero que convergían en el deseo de independencia de Egipto, viéndose en las libertades sexual y religiosa de cada uno la visión distinta que tenían de la sociedad pero que nunca chocaban entre sí sino que servían de apoyo y ejemplo unos a otros. 2