FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES LA INCIDENCIA DEL CAPITAL SOCIAL EN LA DISMINUCIÓN DE LA VULNERABILIDAD SOCIAL DE LOS HOGARES ROLANDO CRISTAO El presente artículo fue presentado por el autor como trabajo final del Seminario: “Las Organizaciones de la Sociedad Civil, su consolidación, articulación en redes, gestión e incidencia en las políticas públicas” dictado en el año 2010 en la Maestría de Diseño y Gestión de Políticas Sociales en FLACSO. © Rolando Cristao – Todos los derechos reservados Índice Introducción 2 1. El punto de la discusión actual del enfoque de vulnerabilidad 4 2. El enfoque de la vulnerabilidad en el desarrollo social 8 3. 10 Las dimensiones de la vulnerabilidad social 3.1. La precariedad laboral y algunos de sus indicadores 10 3.1.1. Formas de contratación 10 3.1.2. Inestabilidad laboral 11 3.1.3. Cobertura de prestaciones sociales 11 3.2. Los vínculos con la sociedad como fuentes de seguridad y protección 11 3.2.1. La noción de capital social 11 3.2.2. Indicadores potenciales de fuentes protección y seguridad en las familias 13 3.2.2.1. Clima educativo del hogar 14 3.2.2.2. Contactos derivados de la participación en el ámbito laboral 14 3.2.2.3. Estabilidad y completitud de la estructura familiar 14 4. Activos y estructuras de oportunidades 15 4.1. La noción de activos 15 4.1.1. Clasificación de activos 15 4.1.1.1. Capital Físico 15 4.1.1.2. Capital Humano 16 4.1.1.3. Capital social 17 4.1.2. Algunas características del contexto comunitario como fuente de capital social 17 4.1.2.1. Segmentación educativa 18 4.1.2.2. Segregación residencial 18 5. Estructura de oportunidades 19 6. La incidencia del capital social en la disminución de la vulnerabilidad social 20 6.1. Incidencia del capital social en las dimensiones de precariedad laboral 20 y desprotección social 20 6.2. Incidencia del capital social en la generación de activos de los hogares 25 Conclusiones y reflexiones finales 29 Bibliografía consultada 31 2 Introducción Por vulnerabilidad social se entiende la incapacidad de una persona o de un hogar para aprovechar las oportunidades, disponibles en distintos ámbitos socioeconómicos, para mejorar su situación de bienestar o impedir su deterioro. Por lo tanto en la definición se vinculan tres conceptos: 1) Incapacidad para hacer uso de activos, 2) oportunidades existentes en el ámbito social y económico y 3) objetivo de bienestar como realización de las personas. Como el desaprovechamiento de oportunidades implica un debilitamiento del proceso de acumulación de activos, las situaciones de vulnerabilidad suelen desencadenar sinergias negativas que tienden a un agravamiento progresivo. Las fuentes de vulnerabilidad social más importantes en la actualidad tienen que ver con los fenómenos de precariedad e inestabilidad laboral vinculados a funcionamiento del mercado y con la desprotección e inseguridad ligadas al repliegue del Estado y el debilitamiento de las instituciones primordiales, familia y comunidad. Por lo cual podemos afirmar que en la actualidad la vulnerabilidad está constituida por dos dimensiones: la 1) precariedad e inestabilidad laboral (vinculado al funcionamiento del mercado) y 2) la desprotección e inseguridad (ligadas al repliegue del Estado y e debilitamiento de las instituciones primordiales, familia y comunidad). Por lo tanto la medición de la vulnerabilidad social debe tener en cuenta esas dos áreas y la consecuente construcción de indicadores. Tal como se la define en este enfoque, la medición de la vulnerabilidad requiere de un examen sincronizado de los activos de las personas (o de los hogares) y de los requerimientos de acceso a las estructuras de oportunidades que tienen su fuente en distintos órdenes institucionales básicos. La propuesta del presente trabajo se centrará en indagar en la incidencia que tiene el capital social sobre le vulnerabilidad social de los hogares examinando los activos de los hogares y la estructura de oportunidades basadas en la metodología propuesta por Kaztman. En particular me interesa averiguar: Cómo incide el capital social en las dimensiones de la vulnerabilidad (precariedad laboral y desprotección social) y, Cómo incide el capital social en la generación de activos en los hogares 3 1. El punto de la discusión actual del enfoque de vulnerabilidad Las teorías y conceptos que me servirán de guía en esta indagación serán las que proporciona el enfoque de los activos de los hogares y la vulnerabilidad y la teoría del capital social. El enfoque de la vulnerabilidad social puede contribuir a analizar los problemas más importantes del desarrollo social y de la política social, de hecho este enfoque permite una mirada más rica a la problemática de la generación y reproducción de la pobreza y de la exclusión que la que surge desde las multíplices perfectivas que se han ocupado del tema. Luego de los trabajo iniciales de Caroline Moser (1996, 1997 y 1998), los desarrollos analíticos más sistemáticos sobre el enfoque de la vulnerabilidad social en el caso de Latinoamérica los han desarrollado Rubén Kaztman sobre Argentina y Uruguay (1999, 2000); CEPAL (2000), en los trabajos compilados por Orazio Attanasio y Miguel Székely (1999) sobre seis países de la región y en las investigaciones desarrolladas en CELADE sobre cinco países de la región (1999; J. Rodríguez, 2000; R. Pizarro, 2001). Si bien existe varias investigaciones sobre pobreza, exclusión social y marginalidad que pueden ser leídas desde el código interpretativo de la vulnerabilidad, el desarrollo analítico del enfoque se encuentra, principalmente, en los textos anteriormente citados. La definición del concepto de vulnerabilidad varía en algunos matices entre los diferentes autores mencionados más arriba; pero la mayoría entiende la vulnerabilidad como “un proceso multidimensional que confluye en el riesgo o probabilidad del individuo, hogar o comunidad de ser herido, lesionado o dañado ante cambios o permanencia de situaciones externas y/o internas”. 1 En este sentido la vulnerabilidad social tanto de sujetos como de colectivos de población se expresa de varias formas, pudiendo ser algunas de ellas la fragilidad e indefensión ante cambio originados en el entorno, como desamparo institucional desde el Estado que no contribuye a fortalecer ni cuida sistemáticamente de sus ciudadanos; como debilidad interna para afrontar los cambios necesarios del individuo u hogar para aprovechar el conjunto de oportunidades que se le presenta; como inseguridad permanente que paraliza, incapacita y desmotiva la posibilidad de pensar estrategias y actuar a futuro para lograr mejores niveles de bienestar. El enfoque de la vulnerabilidad ofrece un instrumental analítico que combina dinámicamente los niveles micro (comportamientos en individuos y hogares), meso (organizaciones e instituciones) y macro (estructura social, patrón de desarrollo) para explicar de mejor forma la reproducción de los sistemas de desigualdad y desventajas sociales. (Busso, 2001) La perspectiva interesante que ofrece el enfoque a diferencia de otros anteriores (como el de la pobreza, marginalidad y exclusión) es que no solo tematiza sobre los pasivos de los sectores pobres e indigentes, sino que 1 Busso, Gustavo, “Vulnerabilidad Social: nociones e implicancias de políticas para Latinoamérica a inicios del siglo XXI”, Naciones Unidad, 2001 4 introduce el concepto de activo, mostrando que las familias pobres poseen recursos y “que de hecho hacen uso de ellos en forma continua para mejorar su bienestar o para enfrentar situaciones adversas” (R. Kaztman, 1999:3) El contexto social es concebido por el enfoque como “entorno” entendiendo por este concepto básicamente el mercado, el Estado y la sociedad. Un aporte importante al estudio de las familias en situación desfavorecidas que hace el enfoque, es el del establecimiento de una relación dialéctica entre lo micro centrado en las estrategias familiares de movilización de sus activos y un enfoque macro que enfatiza en el conjunto de oportunidades (en el mercado, Estado y sociedad); este, considero que es un aporte que ayuda a abordar los problemas relativos a la heterogeneidad, producción y reproducción de las desventajas sociales. Los dos autores que mejor han conceptualizado el enfoque, a nuestro entender son Kaztman y Moser, por representar los trabajos más consistentes realizados hasta ahora sobre el enfoque de vulnerabilidadad. De hecho estos dos autores proponen de forma distinta tipologías de vulnerabilidad que son importantes para el abordaje de nuestro objeto de estudio. De hecho las tipologías de ésta última autora, a saber: trabajo, capital humano, activos productivos y activos intangibles como las relaciones sociales, y capital social; son fundamentales dimensiones que nos ayudarán a comprender en qué términos una política social, como es un programa de ingreso condicionado, incide en tales dimensiones. (Moser, 1998, R. Pizarro, 2001) El concepto de generación de activos resulta importante para el análisis de la realidad social de las familias ya que éstas utilizan de distinta maneras los activos propios o adquiridos para disminuir el choche de un riesgo, sea tanto interno como externo. De esta manera dado que la vulnerabilidad social esta asociada a un riesgo potencial ante la exposición a choques adversos de origen tanto interno como externo, los hogares y comunidades enfrentan de manera muy diversa dichos riesgos. Por lo tanto las tipologías de estrategias que sirven al análisis de las situaciones de vulnerabilidad son 1) la movilización de activos, 2) la diversificación de actividades para valorizar activos y 3) la adquisición o generación de diversos tipos de seguros formales e informales contra la probabilidad de choques adversos2. Estas tres tipologías de estrategias ayudan a abordar mejor el estudio de la vulnerabilidad ya que es importante considerar que en la medida que se apunte a las estrategias mencionadas anteriormente se podría estar incidiendo positivamente en el fortalecimiento de activos y reducción de la vulnerabilidad social. 2 Con el concepto seguros formales o informales se entiende los diversos instrumentos de protección social como es el caso de pensiones y asistencia para la vejez, seguros de empleo, seguro médico, fondos sociales para proyectos específicos, financiamiento a pequeñas y medianas empresas, transferencias directas y subsidios, entre otros. 5 Por lo tanto los conceptos fundamentales del enfoque que consideramos que centrales son: los activos, las estrategias de uso de los activos y el conjunto de oportunidades que ofrece el mercado, el Estado y la Sociedad Civil a los hogares bajo estudio. En este sentido el enfoque de la vulnerabilidad se basa en un análisis de la relación dialéctica entre entorno y el “interno” que presenta determinadas características que califican la unidad de análisis como vulnerable en función de los riesgos a los que están expuestos. (Busso, 2001:13). Por el concepto de “interno” se entiende los diversos niveles de agrupamiento que tiene su expresión territorial y temporal, puede referirse a un individuo, hogar, grupo, comunidad o región. El entorno ofrece un conjunto de oportunidades, entendiéndose por “conjunto de oportunidades” las posibilidades de acceso a los mercados de bienes y servicios para realizar intercambios y transacciones, con la posibilidad de acceder a empleo, protección social y a derechos de ciudadanía que permitan a individuos, hogares y comunidades alcanzar un nivel de bienestar por lo menos no descendente. Un concepto clave que a mi entender ofrece el enfoque de al vulnerabilidad social es el de “capacidad de respuesta” y quiere decir que de frente a cambios o choques externos, los individuos, hogares o grupos tienen una cierta cantidad, calidad y diversidad de tipos de recurso internos o activos (físicos, financieros, humanos y sociales) que pueden movilizar par enfrentar la variación del entorno. Los activos comprenden los siguientes aspectos3: - Activos físicos: incluye medios de vida como la vivienda, animales, recurso naturales, bienes durables para el hogar y el transporte familiar, etc., usados para mantener y reproducir la vida en el hogar, también los medios de producción, como los bienes que se usan para obtener ingresos o intercambio de bienes (herramientas, maquinarias, transporte para uso comercial, etc.) - Activos financieros. Incluye ahorro monetario, créditos disponibles (cuenta corriente de bancos, tarjetas de crédito, fiados de almacenes, etc.), acciones, bonos y otros instrumentos financieros de uso habitual en el sistema financiero formal e informal. - Activos humanos o capital humano. Se entiende por activos humanos los recursos de que disponen los hogares en términos de cantidad y calidad de la fuerza de trabajo del hogar, y el valor agregado en inversiones en educación y salud para sus miembros. - Activos sociales o capital social. Los recursos o activos sociales son intangibles (denominados por la literatura especializada como capital social) y se instalan en relaciones, a diferencia de los recursos humanos que están instalados en personas y de los recursos físicos que se instalan en derechos (Kaztman, 1999). Los activos sociales son una forma y un atributo colectivo o comunitario que incluyen redes y lazos de confianza y reciprocidad articuladas en redes interpersonales. (J. Durston, 2000; A. Portes, 1999 (en J. Carpio e I. Novacovsky, 1999). 3 Busso, op. Cit. 6 La vulnerabilidad, como proceso, está íntimamente relacionada con la posesión -cambiante- de recursos, de tal forma que el aumento en la suma de recursos con la que un grupo familiar pueda contar en un momento en el tiempo tendrá un efecto positivo en sus niveles de vulnerabilidad (vulnerabilidad disminuida). Al mismo tiempo, la reducción de recursos está íntimamente asociada a niveles más elevados de vulnerabilidad (Moser, op. cit.). De acuerdo con Kaztman (op. cit.) los cambios en los niveles de vulnerabilidad pueden estar asociados a cambios que operan, por un lado, en el "portafolio" de recursos y activos de los hogares y, por otro, a cambios que se dan en las estructuras de oportunidades (o por cambios en ambas dimensiones). En el caso que nos ocupa, podemos plantear -como hipótesis- que los programas de ingresos condicionados operan sobre las bases de la vulnerabilidad en dos sentidos: por un lado, amplía las estructuras de oportunidades (a través de los servicios de educación y capacitación) y, por el otro, ensancha el portafolio de recursos de los grupos familiares con insumos monetarios. Todo ello debería significar la ampliación de recursos necesarios para que las familias se ubiquen en una situación de menor riesgo ante la adversidad. Los recursos de los hogares son de naturaleza tangible e intangible y en la investigación nos centraremos en el análisis de los cambios de dichos recursos. Los más importantes, desde nuestro punto de vista y de acuerdo con el enfoque de los activos y las estructuras de oportunidades, son: trabajo (y recursos productivos), capital humano, relaciones domésticas y relaciones sociales extra-domésticas (capital social). Estos recursos pueden ser robustecidos o debilitados por cambios en el ambiente, básicamente a través de las transformaciones que sufre la estructura de oportunidades (el mercado laboral y la capacidad del Estado de proveer servicios, prestaciones, subsidios, opciones laborales). Contar con fuerza de trabajo, con miembros disponibles y dispuestos a trabajar por un salario, es un recurso importante, que puede no convertirse en un activo real si el mercado laboral está saturado o francamente deteriorado. En esas condiciones el recurso “trabajo” no se traduce en ingresos que apuntalen el bienestar (menguando la vulnerabilidad) de los individuos y sus grupos domésticos. Según Moser (op. cit.), los recursos se transforman en activos de dos formas fundamentales: 1) A través de la intensificación de estrategias existentes. 2)A través del desarrollo e instrumentación de estrategias nuevas y diversificadas. Es importante tener en cuenta que cuando se pueden usar los recursos de manera efectiva cuando hay opciones en la estructura de oportunidades- se reduce la vulnerabilidad y cuando los recursos se erosionan, la vulnerabilidad se ensancha. 7 2. El enfoque de la vulnerabilidad en el desarrollo social Como hemos visto anteriormente la vulnerabilidad remite a un estado de los hogares que varía en relación inversa a su capacidad para controlar las fuerzas que modelan su propio destino, o para contrarrestar sus efectos sobre el bienestar. (Kaztman, 2002) La noción de vulnerabilidad se centra en los determinantes de esas situaciones, las que se presentan como resultado de un desfasaje o asincronía entre los requerimientos de acceso de las estructuras de oportunidades que brindan el mercado, el Estado y la sociedad y los activos de los hogares que permitirían aprovechar tales oportunidades. Lo que se observa es que los desfasajes que se producen en las estructuras de oportunidades del mercado de trabajo derivan en un aumento de las situaciones de precariedad e inestabilidad laboral. (Castell, 1998); y además se observa que los desfasajes con respecto a las estructuras de oportunidades del Estado y de la comunidad resultan en un aumento de las situaciones de desprotección e inseguridad. Según Kaztman es justamente la sinergia negativa que surge del acoplamiento histórico de ambos procesos la que ha puesto de relieve los problemas de excusión y marginalidad. Caracterización del enfoque La novedad que introduce el enfoque de vulnerabilidad es la de proveer un marco que permite organizar y dar sentido a las características de la heterogeneidad de la pobreza y exclusión en términos, por un lado, de un “portafolio” limitado de activos que pueden movilizar los hogares y que constituye la estructura profunda que subyace a la heterogeneidad de la pobreza y por otro, de los cambios en las estructuras de oportunidades y de sus requerimientos de acceso. Por otro lado a diferencia de otras miradas sobre la pobreza que se concentran en los déficits de ingresos o en las carencias criticas en los hogares, el enfoque tiende a resaltar la presencia de un conjunto de atributos que se consideran necesarios para un aprovechamiento efectivo de la estructura de oportunidades existente. De este modo, se pone el acento en la dinámica de la formación de diversos tipos de capital potencialmente movilizables y en las relaciones entre los mismos, así como en los procesos de pérdida, desgaste o factores limitantes que impiden el acceso a las fuentes de reposición y acumulación de activos. La diferencia entre este enfoque y el análisis tradicional de la pobreza y las necesidades básicas es que el enfoque de la vulnerabilidad procura ofrecer un cuerpo sistemático desde el cual observar los grados variables de posesión, control e influencia que los individuos tienen sobre los recursos y las estrategias que desarrollan para movilizarlos. (Kaztman, 2006) El énfasis está puesto entonces en la identificación de las condiciones para generar o reforzar las capacidades 8 propias de los hogares para un mejoramiento sostenido y progresivamente autónomo de su situación de bienestar. Otro aspecto importante de esta perspectiva es que tanto en la identificación de los activos como en la forma en que estos se articulan para el logro de las metas de los hogares, el enfoque hace un reconocimiento explícito de la visión de los actores, reconocimiento que es central para la propuesta de analizar, como en nuestro caso, prestaciones sociales donde la perspectiva de los destinatarios. La consideración de la visión de los actores facilita además la investigación de las barreras que impiden a algunos hogares incorporar los activos que efectivamente importan para la movilidad y la integración en la sociedad o, cuando los tienen incorporados, utilizarlos efectivamente para aprovechar la estructura de oportunidades existentes. El enfoque es dinámico y obliga a preguntarse por los patrones efectivos de movilidad e integración social. Los recursos que maneja el hogar se definen como activos en función de su utilidad para aprovechar la estructura de oportunidades que se presenta en un momento histórico y en un lugar determinado. Lo importante aquí es subrayar que no tiene sentido hablar de activos fuera del contexto de los patrones de movilidad e integración social que definen las estructuras de oportunidades en cada momento. Como dichos patrones y estructuras se transforman continuamente con el desarrollo y el progreso, ciertos recursos de los hogares pierden su carácter de activos y otros lo ganan. El enfoque es flexible, por cuanto la selección de las dimensiones en las que se definen los activos (físicos, financieros, humanos y sociales), así como su particular dependencia de las estructuras de oportunidades, permite conjugar los aportes que en la explicación de la pobreza provienen de distintos paradigmas, algunos con acento en el estado, otros con acento en el mercado y otros con acento en la sociedad. 3. Las dimensiones de la vulnerabilidad social Por vulnerabilidad social entendemos la incapacidad de una persona o de un hogar para aprovechar las oportunidades, disponibles en distintos ámbitos socioeconómicos, para mejorar su situación de bienestar o impedir su deterioro. Por lo tanto en la definición se vinculan tres conceptos: Incapacidad para hacer uso de activos, oportunidades existentes en el ámbito social y económico y objetivo de bienestar como realización de la persona. Como el desaprovechamiento de oportunidades implica un debilitamiento del proceso de acumulación de activos, las situaciones de vulnerabilidad suelen desencadenar sinergias 9 negativas que tienden a un agravamiento progresivo. Las fuentes de vulnerabilidad social más importantes en la actualidad tienen que ver con los fenómenos de precariedad e inestabilidad laboral vinculados a funcionamiento del mercado y con la desprotección e inseguridad ligadas al repliegue del Estado y el debilitamiento de las instituciones primordiales, familia y comunidad. Por lo cual podemos afirmar que en la actualidad la vulnerabilidad está constituida por dos dimensiones: la 1) precariedad e inestabilidad laboral (vinculado al funcionamiento del mercado) y 2) la desprotección e inseguridad social (ligadas al repliegue del Estado y el debilitamiento de las instituciones primordiales, familia y comunidad). Por lo tanto, la medición de la vulnerabilidad social debe tener en cuenta esas dos áreas y la consecuente construcción de indicadores. Tal como se la define en este enfoque, la medición de la vulnerabilidad requiere de un examen sincronizado de los activos de las personas (o de los hogares) y de los requerimientos de acceso a las estructuras de oportunidades que tienen su fuente en distintos órdenes institucionales básicos. Según Kaztman las dos dimensiones de la vulnerabilidad mencionadas anteriormente: la precariedad laboral y la desprotección social, se expresan en algunos indicadores que es necesario tener en cuenta a la hora de poder observar el fenómeno de la vulnerabilidad sobre los hogares. En cuanto a los indicadores de la precariedad laboral podemos destacar centralmente a cuatro los cuales en algunos casos se encuentran fuertemente vinculados. 3.1. La precariedad laboral y algunos de sus indicadores 1. Formas de contratación Dado que la existencia y la modalidad del contrato de trabajo tienen clara incidencia sobre la cobertura de prestaciones sociales así como el nivel de estabilidad de los empleos es conveniente intensificar los esfuerzos para la obtención de una clasificación de modalidades que pueda ser investigada. Las formas de contratación de los miembros del hogar indican la forma en la cual los miembros se relacionan con el marcado laboral y constituyen un indicador claro que la fragilidad o fortaleza del vínculo entre estos y el mercado de trabajo. 2. Inestabilidad laboral Las nuevas condiciones del mercado de trabajo parecen apuntar a una mayor inestabilidad profesional – marcada por la alternancia en el tipo de ocupaciones – y una mayor inestabilidad laboral, marcada por la frecuencia de experiencias de desempleo. Lo importante a considerar en este aspecto es la antigüedad en la ocupación actual y el tiempo de desempleo. Estos dos aspectos están íntimamente relacionados con la fluctuación ocupacional o inestabilidad laboral que es un indicador muy importante de precariedad laboral. 10 3. Cobertura de prestaciones sociales Dado que el acceso a prestaciones social es un elemento esencial para definir el nivel de precariedad de un empleo, es conveniente incluir las distintas categorías de prestaciones que en un país se asocian al trabajo: vacaciones pagas, seguro de desempleo, aportes jubilatorios, cobertura de salud, asignaciones familiares, etc. De hecho estas prestaciones sociales están vinculadas a la formas de contratación, pero están directamente relacionadas con la dimensión precariedad, más que con la informalidad laboral. 3.2. Los vínculos con la sociedad como fuentes de seguridad y protección En lo que sigue seleccionamos dos áreas de indagación de los activos y las correspondientes estructuras de oportunidades: el capital social instalado en las relaciones familiares y comunales y los sistemas de protección y seguridad que operan desde el Estado. La naturaleza de los apoyos sociales que se derivan del funcionamiento de esas instituciones primordiales han convocado recientemente la atención de especialistas preocupados por las consecuencias del debilitamiento de las certidumbres que operaban desde el mercado. La noción de capital social El primer autor que realizó un estudio sistemático sobre el capital social es considerado Bourdieu. A partir de un tratamiento del concepto de carácter particularmente instrumental, su análisis se centra en los beneficios que obtienen los individuos a partir de su participación en determinados grupos y en la construcción de relaciones sociales con el mero objetivo de crear este tipo de capital. De este modo, lo define como “el agregado de los recursos reales o potenciales que se vinculan con la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento o reconocimiento mutuo” (Bourdieu, 1985 p. 248; citado en Portes, 1999). Desde la perspectiva de este autor, el capital social constituye un medio a través del cual es posible acceder a otros tipos de capital y, en última instancia, los resultados de la posesión de capital social se reducen a la posesión de capital económico. Lo central aquí es que, es en virtud de la relación social misma que los individuos pueden reclamar acceso a los recursos poseídos por los demás individuos que componen la red. “De allí que, a través del capital social, los actores puedan obtener acceso directo a recursos económicos (préstamos subsidiarios, información sobre inversiones, mercados protegidos); pueden incrementar su capital cultural gracias a los contactos con expertos o individuos refinados, o de manera alternativa, asociarse a instituciones que otorgan credenciales valoradas” (Portes, 1999). Las redes sociales y la densidad de las mismas juegan un papel central en la creación y el mantenimiento de capital social, convirtiéndose en la garantía más tangible de que las expectativas de reciprocidad no serán defraudadas. (Forni y Siles, 2004) 11 Para James Coleman el capital social constituye un recurso cuya particularidad radica en ser algo inherente a la estructura de las relaciones sociales. Este recurso facilita el logro de objetivos personales que no podrían alcanzarse en su ausencia o conllevarían un costo mucho más alto. Para el autor, el capital social consiste en “una diversidad de entidades con dos elementos en común: todos consisten en algún aspecto de la estructura social y facilitan ciertas acciones de los actores dentro de la estructura” (Coleman, 1990:302). Por otro lado, “La función identificada por el concepto de capital social es el valor de esos aspectos de la estructura social que los actores pueden usar como recursos para la realización de sus intereses” (1990:305). “Para Coleman la creación de capital social se pone en marcha en el momento en que un individuo hace algo por otro confiando en que aquél se comportará de manera recíproca en el futuro. Así se establece entre ellos una relación que comprende expectativas y obligaciones, concretamente, una expectativa de reciprocidad por parte de quien hizo el favor, y el establecimiento de una obligación de no quebrantar la confianza por parte de quien lo ha recibido”. 4 Como afirman Forni y Siles, la posibilidad del surgimiento de las dos formas de capital social descriptas queda sujeta al tipo de redes sociales que conformen las estructuras en cuestión. De este modo, Coleman hace especial hincapié en la importancia de la densidad de las redes sociales como condición para: a) el establecimiento de obligaciones y expectativas de reciprocidad, b) el surgimiento y el desarrollo de sistemas de normas y sanciones, lo cual sólo es posible en tanto existan lazos tan fuertes como para garantizar el respeto hacia el mismo. El grado de cercanía de las redes sociales se encuentra en función de dos factores en alguna medida relacionados. Uno es la proximidad física, que estimula el contacto frecuente. El otro se relaciona con el grado de interdependencia y el establecimiento de obligaciones de los individuos dentro de la comunidad, lo cual lleva al establecimiento de normas y sanciones que a su vez garantizan su cumplimiento, o al menos la sanción de las conductas indebidas, estimulando la continuidad de las relaciones de confianza y reciprocidad. Putnam sostiene que el capital social es un atributo de la estructura en la que los individuos están insertos y no propiedad privada de quienes se benefician de él. Una de las principales diferencias respecto de las otras formas de capital, por ejemplo el físico o el financiero, es que sólo quien invierte en ellas se beneficia directamente de los resultados de dicha inversión. No sucede lo mismo con el capital social: no sólo, ni principalmente, quien se esfuerza y trabaja en pos de la creación, mantenimiento y acumulación de capital social se beneficia de sus resultados, sino que 4 Forni, Pablo; Siles, Marcelo y Barreiro, Lucrecia, “¿Qué es el Capital Social y cómo Analizarlo en contextos de Exclusión Social y Pobreza? Estudios de Caso en Buenos Aires, Argentina”, Research Report No. 35, Michigan State University, December 2004. 12 todos aquellos que se encuentran insertos en esa estructura social disfrutan de sus beneficios aunque el esfuerzo lo haya realizado otro. (Forni y Siles, 2004) En Putnam el capital social aparece como un atributo de las comunidades, y no ya simplemente como un recurso de carácter individual. Desde esta nueva perspectiva teórica el capital social se define como “aspectos de la organización social tales como confianza, normas y redes, que pueden mejorar la eficiencia de una sociedad al facilitar la acción coordinada” (Putnam, 1993:167). La confianza, la reciprocidad, las redes sociales y, fundamentalmente para este autor, el compromiso cívico comprenden las dimensiones del fenómeno que logra explicar por qué ciertas comunidades alcanzan mayores niveles de desarrollo económico y democrático que otras. Indicadores potenciales de fuentes protección y seguridad en las familias Cualquiera sea el activo que se considere, su examen debe tomar en cuenta la edad de las personas y su posición en la organización del hogar. La edad es un Proxy de la etapa en la que se encuentran las personas en el proceso de acumulación de activos. La posición en el hogar, es un Proxy del peso relativo de los activos propios en relación a los activos del hogar. Se puede afirmar que la mayoría de los jefes de hogar han agotado su proceso de acumulación de activos y dependen mucho más de su propio stock que del que pueden derivar de la movilización de los recursos de los miembros de sus hogares. En esos casos, su propio portafolio de activos constituye una buena base para anticipar tanto su éxito en el aprovechamiento de las oportunidades del mercado de trabajo como de las que se desprenden de su entorno comunitario y de la oferta de bienes y servicios que provee el Estado. Pero en el caso de los niños y de los jóvenes no emancipados, sus activos principales son aquellos que se derivan del portafolio que han logrado armar sus padres. Desde la perspectiva del capital social existen, según diversos autores, algunas características de las familias como indicadores a tener en cuenta como fuentes de protección social. Entre los más importantes se encuentran los que menciono a continuación. 1. Clima educativo del hogar El capital humano incorporado por los miembros del hogar es un indicador de tipo y naturaleza de los contactos y de la calidad de la información que fluye a través de las redes. En la edición 1997 del Panorama Social de la CEPAL se presentan datos que muestran que, promedialmente, cuando el clima educativo de la familia es mayor a los 10 años de escolaridad, los ingresos en las mismas ocupaciones son un 30 % superiores a los de 9 o menos años de escolaridad (el indicador del clima educativo del hogar se construye como promedio de los años de estudio alcanzados por los miembros de la pareja o de los miembros del hogar por encima de cierto nivel de edad). Este resultado es interpretado como una consecuencia de los mejores contactos familiares que caracterizan a los hogares con mayor clima educativo, lo que permitiría tratar a esta última 13 variable como un importante predictor de la transmisión intergeneracional de activos que facilitan logros ocupacionales y de bienestar. Aun cuando esta interpretación es discutible (son varias las explicaciones alternativas que podrían dar cuenta de los mismos resultados), es razonable sostener que la calidad de los contactos y la información varía en relación directa con el nivel educativo, y que tales recursos se trasmiten de una generación a la siguiente. 2. Contactos derivados de la participación en el ámbito laboral Evidencias provenientes de estudios sobre redes sugieren que los niveles de información y contactos mejoran cuando los espacios de trabajo de los individuos tienen una composición más heterogénea (número de niveles del escalafón, especialización, y complejidad de la jerarquía) y cuando es mayor la antigüedad en el trabajo. En este sentido la heterogeneidad está directamente relacionada con el tamaño del lugar de trabajo y está medido en número de empleados. Por otro lado la antigüedad se evalúa en función de los números de años en el trabajo actual. 3. Estabilidad y completitud de la estructura familiar A diferencia del “clima educativo familiar” o del “tipo de inserción laboral de sus miembros”, el capital social familiar es entendido en este caso como los activos que provienen del tipo de relaciones familiares, en particular, con respecto a las dimensiones de estabilidad y completitud de la familia. Existe abundante evidencia en el sentido que las variaciones en la estructura familiar se asocian a variaciones en su capacidad de socialización y, en general, a su aptitud para proveer protección y seguridad a sus miembros. Son pertinentes, a este respecto, los estudios sobre la naturaleza, tendencias y consecuencias de las uniones consensuales, los divorcios, las separaciones, la jefatura femenina sin cónyuge en hogares con niños, los nacimientos concebidos fuera del matrimonio, la maternidad temprana, los hogares reensamblados y la convivencia de niños con padres no biológicos. 4. Activos y estructuras de oportunidades La noción de activos Por activos se entiende el conjunto de recursos, materiales e inmateriales, sobre los cuales los individuos y los hogares poseen control, y cuya movilización permite mejorar su situación de bienestar, evitar el deterioro de sus condiciones de vida, o bien disminuir sus vulnerabilidad. (Kaztman, 2006) Si bien los recursos que manejan las personas y los hogares son múltiples, desde el punto de vista de este enfoque, solo aquellos que permiten el aprovechamiento de las estructuras de oportunidades del Estado, del mercado y de la comunidad se constituyen en “activos”. Una derivación de esta premisa, es que la posibilidad de convertir recursos en activos está fuertemente condicionada por los particulares estilos de desarrollo de los países, por la 14 naturaleza y cobertura de los programas que se promueven desde el Estado y por las características del tejido social de la comunidad y de las familias. Otra derivación, es que el análisis microsocial de los recursos de los hogares y de las personas y de sus estrategias de movilización, no puede hacerse con independencia del análisis macro social de las transformaciones de las estructuras de oportunidades. Clasificación de activos La siguiente clasificación de grandes tipos de activos toma en cuenta las diferencias entre sus lógicas de producción y reproducción, entre sus usos, así como los atributos diferentes que tienen impacto en las posibles estrategias de: acumulación, consumo, adquisición, protección e inversión de dichos activos. La clasificación de activos varía según los diferentes teóricos de la vulnerabilidad pero la mayor parte está de acuerdo en los siguientes tres tipos de activos que considero a continuación: 1. Capital Físico Según Kaztman dentro de este tipo de activo se pueden distinguir dos modalidades, el capital financiero y el físico propiamente dicho. El capital financiero se refiere a recursos tales como los ahorros monetarios, rentas y acceso a créditos, acciones, bonos, etc. La característica fundamental de este tipo de capital es su alta liquidez y multifuncionalidad. Conviene especificar que las formas de crédito accesibles a los sectores más vulnerables, si bien constituyen formas de capital financiero, se apoyan generalmente en capital social y son asequibles en forma limitada y para funciones específicas (el fiado en la despensa, el préstamo en situaciones de emergencia). Por supuesto, el acceso a la tarjeta de crédito (u otras formas de crédito formalizado y estandarizado) incrementa notoriamente las potenciales funciones y usos de este tipo de activos. Los activos financieros pueden ser considerados atributos de las personas que efectivamente disponen de control sobre su uso. Sin embargo, sus beneficios suelen extenderse, en mayor o menor medida, a otros miembros del hogar, dependiendo de la calidad de los lazos formales e informales que se establecen entre ellos. El capital físico se refiere básicamente de bienes materiales que incluyen la vivienda, animales, maquinarias, medios propios de transporte, etc. Este tipo de capital posee obviamente menor liquidez, aunque en muchos casos presenta un rango potencial de uso casi tan amplio como el capital financiero (especialmente si consideramos que el capital financiero tiende a ser escaso). Su más difícil alienación o consumo permite considerarlo como una forma de capital más estable, aunque también debe reconocerse que el mismo se “gasta” y requiere de mantenimiento de diversos tipos si no quiere ser consumido totalmente. Para los sectores pobres la vivienda y la tierra constituyen el capital físico por excelencia. Un atributo fundamental que diferencia entre sectores más y menos vulnerable solo constituye el estatuto de propiedad, el alquiler, o el usufructo de facto). La mayor estabilidad de este tipo de capital – y de costo en muchos casos- 15 constituye un elemento positivo para las percepciones de estabilidad, pertenencia de las familias a los entornos comunitarios más amplios, favoreciendo la planificación a largo plazo y la construcción de diversas formas de capital (especialmente social y financiero). 2. Capital Humano El capital humano, posee aún menor liquidez que los anteriores, y su valor se encentra expuesto a procesos de desvalorización ajenos al control del individuo o de la familia, lo que se hace patente a través de los efectos de la transformación productiva actual. Su uso más importante se encuentra en el acceso al empleo o autoempleo remunerado, actividades que a su vez constituyen fuertes adicionales de múltiples tipos de activos. A nivel individual, el estado de salud, las calificaciones, destrezas y habilidades son atributos básicos de este tipo de activos, pero también lo son algunos contenidos mentales que envuelven motivaciones, creencias y actitudes. Uno de los contenidos mentales más importantes es el grado de convencimiento en la necesidad de hacer una inversión sostenida en la acumulación de activos a través de medios institucionales como condición para alcanzar las metas de bienestar que propone la sociedad. Ello implica creer, por un lado, en la accesibilidad efectiva de la estructura de oportunidades existente y, por otro, que transitando por esas estructuras es posible obtener los recursos requeridos para una integración plena a la sociedad. A nivel de los hogares, uno de los activos más importantes es la cantidad de trabajo potencial y sus cualidades y probabilidades de realización y valorización en el mercado dados los atributos educativos y de salud de cada uno de los miembros así como la capacidad colectiva de movilizarlos en forma articulada. 3. Capital social La noción de capital social en cuanto a activo tiene fundamental importancia en su dimensión grupal y comunitaria. Este tipo de activo es el menos alienable de todos los capitales y sus usos se encuentran fuertemente imbricados y acotados por la propia red de relaciones que define dicha forma de capital. A diferencia del capital físico que se instala en los derechos, y del capital humano que se instala en las personas, el capital social se instala en las relaciones. Este hecho hace difícil el traslado de capital social cuando las personas abandonan la estructura que opera como reservorio del mismo. A nivel grupal o comunitario, las dimensiones centrales del capital social refieren a las normas, a las instituciones y a la confianza. Una característica importante del capital social instalado en una estructura es que las personas pueden beneficiarse del mismo aún sin contribuir a su acumulación y mantenimiento, como ocurre, por ej, con los padres de alumnos que no participan en la asociación de padres del colegio, o con los vecinos recién llegados a un barrio. También el capital 16 social a nivel grupal y comunitario refiere al problema de la confianza y la reciprocidad a nivel del intercambio de bienes y servicios no comodificables, el capital social puede adquirir un rol fundamental en el portafolio de activos familiares de grupos vulnerables y constituir un aspecto clave que viabiliza el uso más productivo de otras formas de capital, así como la acumulación de éstos. Algunas características del contexto comunitario como fuente de capital social El contexto comunitario es una fuente de capital social en varias de sus formas. La eficiencia de las normas que regulan el comportamiento en el entorno social inmediato a los hogares está directamente vinculada con el nivel de confianza en las relaciones entre vecinos, nivel que, además de ser un indicador de bienestar en sí mismo, esta positivamente asociado a la realización de emprendimientos colectivos. Por otra parte, para los individuos de los sectores más pobres de la sociedad, la probabilidad de interactuar fuera del mercado con personas en mejores condiciones socioeconómicas varía en relación directa, por un lado, con las oportunidades de acceso a contactos y recursos de información de calidad más elevada que aquellos a los que tienen acceso en vecindarios homogéneamente pobres y, por otro, con las oportunidades de exposición a modelos de rol, que a través de sus condiciones de vida y de sus estrategias de movilidad, ilustran sobre formas de alcanzar niveles razonables de bienestar utilizando la estructura de oportunidades existente. Lo anterior es solo una breve introducción para incorporar el tema de las desigualdades, segmentaciones y segregaciones en el contexto social. Además de la desigualdad social, las otras dos dimensiones que inciden fuertemente en el acceso al bienestar son la segmentación educativa y la segregación residencial. 1. Segmentación educativa No hay duda que en economías que se sustentan más y más en el conocimiento, el sistema educativo se convierte en el canal por excelencia de movilidad social. La deserción de amplios sectores de las clases medias del sistema de educación publica, proceso que se verifica en la actualidad en nuestro país, está dando lugar a subsistemas educativos nítidamente diferenciados en cuanto a la composición social de los estudiantes y a la calidad de la enseñanza. Los resultados de la profundización de estas situaciones constituyen obstáculos importantes para el logro de las metas de integración social sobre bases de equidad. Desde el punto de vista del contexto comunitario como fuente de capital social, la segmentación educativa implica un progresivo debilitamiento de las oportunidades de interacción en condiciones de igualdad entre niños y jóvenes de distinto origen social y, como tal, una reducción en las oportunidades de acumulación de capital social para aquellos que provienen de los hogares más desfavorecidos. 2. Segregación residencial 17 La segregación residencial, entendida como una relación espacial, refiere a la separación o proximidad territorial entre personas o familias pertenecientes a un mismo grupo social (Sabatini y Cáceres, 2004). Los fenómenos de segregación residencial se asocian a la mayor o menor probabilidad de formación de espacios de sociabilidad informal entre individuos de niveles socioeconómicos diferentes. Algunos estudios comienzan a constatar la existencia de un impacto significativo de la composición social de los vecindarios sobre los comportamientos de riesgo de niños y jóvenes (deserción y retrazo escolar, desafiliación institucional y maternidad adolescente). Tales evidencias inducen a sospechar que, para los estratos populares urbanos, la homogeneidad en la composición social de sus vecindarios es un factor que tiende a empobrecer la capacidad comunicaría para generar el tipo de capital social que facilita el logro de metas individuales o colectivas. El estudio de la segregación residencial permite comprender cómo las desigualdades se plasman en el espacio urbano mediante la relegación de los grupos más pobres a barrios con menor cobertura de bienes y servicios y la autosegregación de los grupos más privilegiados de los barrios cerrados. Algunos indicadores de segregación residencial son: ingreso per cápita de los hogares, nivel promedio de educación y estatus ocupacional del jefe. Estos tres aspectos permiten observar la homogeneidad/heterogeneidad social en los barrios de las ciudades. 5. Estructura de oportunidades Las estructuras de oportunidades se definen como probabilidades de acceso a bienes, servicios o a actividades que inciden sobre el bienestar del hogar porque le facilitan el uso de recursos propios o le suministran recursos nuevos, útiles para la movilidad e integración social a través de los canales existentes. El término “estructura de oportunidades” alude a que las rutas al bienestar están estrechamente vinculadas entre sí, de modo que el acceso a determinados bienes, servicios o actividades provee recursos que facilitan el acceso a otras oportunidades. Como la capacidad de generación de ingresos es el recurso más importante para asegurar el bienestar de los hogares, los activos más valorados por la gente son aquellos que posibilitan el acceso a empleos de buena calidad. De hecho, la secuencia en el acceso a distintas oportunidades de bienestar tiende a organizarse de modo de maximizar la probabilidad de que los miembros del hogar se incorporen a actividades cuyos productos son valorados por el mercado. Para ello deben atender, principalmente, a los cambios en las calificaciones y habilidades requeridas al paso de las transormaciones de la estructura productiva. El Estado, el mercado y la sociedad contribuyen, con funciones distintas e interconectadas, al grado de apertura y a la eficacia de los eslaboramientos de estas cadenas de oportunidades al bienestar. A manera de ilustración, estas funciones se pueden clasificar en dos grandes grupos: 18 las que facilitan un uso más eficiente de los recursos que ya disponen el hogar y las que proveen nuevos activos o regeneran aquellos agotados. Un ejemplo de la primera categoría de funciones son las guarderías infantiles, teniendo en cuenta que su utilización permite un mejor aprovechamiento de los recursos humaos del hogar con la consecuente elevación de su situación de bienestar. Resultados similares se producen cuando, por ejemplo, se mejora la infraestructura vial de una localidad, la infraestructura de vivienda (gas, agua potable, electricidad, teléfonos, etc. ), o la red de transporte. Todos ello incide en los hogares directamente, elevando su bienestar e indirectamente creando condiciones favorables a un aumento de la disponibilidad de su fuerza de trabajo y de la eficiencia en su utilización. Pero hay formas menos visibles pero igualmente importantes a través de las cuales el Estado y las instituciones de la sociedad civil pueden actuar para facilitar el uso de los recursos propios del hogar. Una de ellas es apoyando la conformación de contextos apropiados para el buen uso de los recursos del hogar vía el fortalecimiento del capital social comunitario. Como se mencionó anteriormente, buen parte de ese capital se traduce en eficiencia normativa, en expectativas recíprocas que regulan y controlan la emergencia de conductas que ponen en riesgo la convivencia civilizada. El resultado es confianza en el vecindario y sentimientos de seguridad con respecto a la integridad física y a la propiedad. La desconfianza y la inseguridad, en cambio, llevan por un lado, a congelar recursos de los hogares que podrían dedicarse al bienestar, como cuando es necesario dejar a alguien para proteger la vivienda contra intrusos o acompañar a los hijos a la escuela para evitarles situaciones de riesgo. Por otro lado, activan mecanismos perversos de reproducción del clima de inseguridad a través de la deserción de los que cuentan con los recursos para movilizarse a otros barrios o localidades. Progresivas deserciones vacían el vecindario justamente de aquellos que han tenido más existo en su incorporación al sistema global, lo que usualmente está asociado a una mayor capacidad de “voz”. El ejemplo más claro de la segunda categoría de funciones es la provisión de oportunidades de educación gratuita por el Estado, cuya eficacia depende de la utilidad que muestren los correspondientes logros educativos para una incorporación plena a trabajos productivos. Pero también podemos ubicar en esta categoría a los créditos a las micro y pequeñas empresas, siempre que las formas de autoempleo para los que se conceden créditos permitan efectivamente mejorar las condiciones de bienestar del hogar en e contexto económico en que estos operan. En ambos casos estamos refiriéndonos a problemas de ajuste entre la estructura de oportunidades que opera el Estado y las que operan en el mercado. Si bien la posesión de ciertos activos puede ser determinante para la obtención de otros, las estructuras de oportunidades más importantes para el acceso a activos son las que surgen de la dinámica de funcionamiento del Estado, el mercado y la comunidad. Cada uno de estos órdenes 19 institucionales brindan oportunidades de acceso a los recursos que en cada lugar y momento histórico se consideran necesarios para participar activamente en la vida de la sociedad. 6. La incidencia del capital social en la disminución de la vulnerabilidad social 6.1. Incidencia del capital social en las dimensiones de precariedad laboral y desprotección social La creación, el desarrollo y el mantenimiento de capital social están condicionados por la existencia previa de diversos factores. En términos generales podemos identificar, a partir de lo expuesto con anterioridad: la conformación de redes sociales y la existencia de relaciones basadas en la confianza y en un principio de reciprocidad mutua. “En la literatura teórica aparecen dos argumentos fuertes que retoman la centralidad de estos factores, pero definiéndolos en un modo esencialmente contrapuesto. El primero es el de James Coleman, al que denominamos el argumento de “la cercanía de las redes sociales,”, el segundo argumento, llamado de “las conexiones puente,” es el elaborado por Ronald Burt. De acuerdo con el primer argumento, a medida que el grado de interdependencia entre los individuos aumenta (a raíz del establecimiento de relaciones de obligaciones y expectativas recíprocas) la densidad de las redes se incrementa generando altos niveles de cohesión intragrupo, condición sine qua non para la creación de capital social”.5 Esto es así porque sólo a partir la existencia de relaciones lo suficientemente estrechas es posible el surgimiento de un sistema de normas y sanciones, el que influirá positivamente en el desarrollo y la continuidad de relaciones basadas en la confianza y reciprocidad. La densidad y la estructura cerrada de las redes cumplen la función de controlar los posibles comportamientos oportunistas y es en este sentido que incrementan el capital social del grupo. Burt se opone a esta argumentación con su teoría de los “agujeros estructurales” [structural holes] y “las conexiones puente.” Desecha la importancia de la densidad de las redes y se enfoca en la calidad de las mismas, midiéndose ésta en función de la posibilidad de acceso a información referente a entornos lejanos e inaccesibles al individuo por sí solo. Burt concuerda con Coleman, y por ende con Putnam, en que ciertas estructuras sociales (estructuras de oportunidades en términos de Kaztman) son capaces de crear para ciertos individuos o grupos ventajas competitivas a la hora de alcanzar sus propios intereses, y en que los individuos mejor conectados son quienes disfrutan de mayores beneficios. (Burt, 2000). 5 Forni, Pablo; Siles, Marcelo y Barreiro, Lucrecia, “¿Qué es el Capital Social y cómo Analizarlo en contextos de Exclusión Social y Pobreza? Estudios de Caso en Buenos Aires, Argentina”, Research Report No. 35, Michigan State University, December 2004. 20 Para este autor el capital social tiene la función primordial de mediación en cuanto al acceso de oportunidades retomando las formulaciones de Mark Granovetter acerca de la fortaleza de los vínculos débiles. En este sentido el capital social se constituye en un medio importante en el acceso a la estructura de oportunidades descripta por Kaztman, ya sea del Estado, el mercado o la sociedad civil, para poder hacer uso de los recursos de esa estructura y lograr, de esa manera mejorar las condiciones de vida los miembros de los hogares en condiciones de vulnerabilidad social. A partir de un estudio sobre movilidad ocupacional y los medios a través de los cuales los trabajadores acceden a nuevos empleos, Granovetter logra captar la relevancia que tienen los vínculos no primarios para la consecución de estos objetivos. El fundamento es que , “una idea natural a priori es que aquellos con quienes se tiene vínculos fuertes están más motivados para ayudar sobre información acerca de trabajo. Contrarios a esta gran motivación están los argumentos estructurales que he estado realizando: aquellos con quienes estamos débilmente vinculados son más propensos a moverse en círculos distintos al propio y, por tanto, tendrán acceso a una información diferente a la que nosotros recibimos” (Granovetter, 1973). Como mencionábamos anteriormente, desde el enfoque de vulnerabilidad social evidencias provenientes de estudios sobre redes sugieren que los niveles de información y contactos mejoran cuando los espacios de trabajo de los individuos tienen una composición más heterogénea (número de niveles del escalafón, especialización, y complejidad de la jerarquía) y cuando es mayor la antigüedad en el trabajo. En este sentido la heterogeneidad está directamente relacionada con el tamaño del lugar de trabajo y está medido en número de empleados. Por otro lado la antigüedad se evalúa en función de los números de años en el trabajo actual. Lo que pone de relieve esta afirmación es que la heterogeneidad en el espacio de trabajo mejoran los niveles de información y contactos, es decir se amplía más el propio círculo (en términos de Granovetter) mejorando de esta manera las posibilidades de aprovechar mejor la estructura de oportunidades vigente mediante las nuevas oportunidades laborales que puedan desprenderse de dicha información y generación de contactos en un espacio laboral heterogéneo. Burt observa que la estructura social de mercado se compone de diferentes grupos de individuos que mantienen relaciones más o menos estrechas entre sí separándose estos grupos por lo que denomina “agujeros estructurales.” Su existencia implica que los individuos pertenecientes a cada grupo se focalizan en sus propias actividades sin tener en cuenta a los individuos que se encuentran por fuera. Pero son aquellos individuos cuyas relaciones logran superar o atravesar dichos agujeros quienes cuentan con una ventaja competitiva respecto del resto. Esto es así dado que, las personas a cada lado del “agujero” circulan en diferentes flujos de información. El poder atravesar dichos “agujeros” constituye una oportunidad de vincularse con individuos pertenecientes a otros grupos, quebrando la corriente de información y accediendo así a 21 información respecto de lo que ocurre en entornos distintos del propio, incrementando así sus posibilidades de acción. El autor denomina conexiones de puente a aquellas que logran conectar a los individuos con grupos distintos al que pertenecen. Las conexiones que tienden puentes hacia otros grupos constituyen una ventaja respecto de las posibilidades de acceso a información. Estos individuos alcanzan un volumen mayor de información al relacionarse indirectamente con un mayor número de personas, pero más importante aún es que la diversidad de los contactos garantiza, de algún modo, que esa información no será redundante. Estos individuos también cuentan con una ventaja de control, esto es, con la posibilidad de poner en contacto ciertas personas en pos de algún interés personal. “De este modo, individuos en contacto con redes ricas en agujeros estructurales son los individuos que saben acerca de, tienen una mano en y ejercitan control sobre, más oportunidades gratificantes. Los comportamientos por los cuales desarrollan las oportunidades son muchas y variadas, pero la oportunidad por sí misma es en todo momento definida por un agujero en la estructura social. En términos del argumento, las redes ricas en oportunidades empresariales de agujeros estructurales son redes empresariales, y los emprendedores son gente experta en construir los puentes interpersonales que atraviesan los agujeros estructurales” (Burt, 2000:07). Desde esta perspectiva, un individuo que establece relaciones superando los agujeros estructurales cuenta con un grado mayor de capital social, en tanto sus redes de relaciones le otorgan un más amplio, fácil acceso a, y un mayor control sobre, la información, la que le otorga mayores posibilidades de acción. De acuerdo con Burt, son estas relaciones (las que logran vincular fuentes de información heterogéneas separadas por agujeros estructurales) y no las relaciones cohesivas y entre agentes equivalentes, las que producen mejores resultados en términos de capital social, ya que, estas últimas sólo pueden proporcionar información redundante. La construcción de capital social no parte del establecimiento de vínculos estrechos, sino de la capacidad de los actores para establecer diferentes relaciones fuera de su grupo de pertenencia. (Forni y Siles, 2004) La argumentación anterior hace ver con claridad que el capital social mejorar los niveles de vulnerabilidad social provocados por la desprotección social y precariedad laboral producida por la segregación residencial. En efecto, como vimos cuando presentamos el enfoque de vulnerabilidad social, uno de los obstáculos que presentan las personas que viven en hogares vulnerables es el hecho de vivir en zonas homogéneas socialmente, con escasa vinculación con otros estratos sociales. De hecho los fenómenos de segregación residencial se asocian a la mayor o menor probabilidad de formación de espacios de sociabilidad informal entre individuos de niveles socioeconómicos diferentes incidiendo en comportamientos de riesgo de niños y jóvenes. Mientras que para los adultos se torna un factor negativo en la inserción en el mercado de trabajo. 22 Es decir que para los estratos populares urbanos, la homogeneidad en la composición social de sus vecindarios es un factor que tiende a empobrecer la capacidad comunitaria para generar el tipo de capital social que facilita el logro de metas individuales o colectivas. El estudio de la segregación residencial permite comprender cómo las desigualdades se plasman en el espacio urbano mediante la relegación de los grupos más pobres a barrios con menor cobertura de bienes y servicios y la autosegregación de los grupos más privilegiados de los barrios cerrados. Algunos indicadores de segregación residencial son: ingreso per cápita de los hogares, nivel promedio de educación y estatus ocupacional del jefe. Estos tres aspectos permiten observar la homogeneidad/heterogeneidad social en los barrios de las ciudades. La pertenencia territorial a un barrio marginado incide directamente de manera negativa sobre la oferta laboral bajo el denominado “efecto barrio”. Diferentes estudios prueban la existencia de una clara incidencia entre el barrio /zona de procedencia y el acceso al mercado de trabajo formal. Residir en áreas segregadas tiene efectos negativos que van más allá de la cartera de activos de los hogares. Incide en logros educativos y laborales. La estigmatización sobre los trabajadores provenientes de territorios marginados por parte de la demanda obedece a prejuicios sobre formas de socialización en entornos “adversos” (violencia y delincuencia) que experimentaron estos trabajadores. Por otra parte, la pertenencia a estos territorios repercute sobre los activos y estructura de oportunidades de los trabajadores. Estos trabajadores poseen fuertes dificultades para acceder al mercado formal (y de esa manera lograr la movilidad social ascendente). Más allá del mencionado estigma y prejuicio que implica el vivir en estos territorios marginados6, el entorno adverso de estos territorios genera también dificultades a estos trabajadores. El aislamiento y segregación de estos territorios es una barrera para la obtención de información (en términos de Burt), por ejemplo sobre posibles empleos, lo que hace que estos individuos no puedan alcanzar un volumen importante de información al no poder relacionarse indirectamente con un mayor número de personas, ni tampoco pueden tener diversidad en los contactos, lo que asegura que esa información no sea redundante sino que pueda brindar mejoras en el acceso a la estructura social (Burt, 2000:07). La segregación residencial también conspira contra el sostenimiento regular del presentismo en el trabajo (requisito característico de la mayoría de los empleos formales asalariados): elevadas distancias con el lugar de trabajo, la falta de transporte y caminos, como los grandes índices de adicciones y delincuencia que dificultan el transitar a determinadas horas dentro del barrio, la falta de servicios y necesidades estructurales en la vivienda (con consecuencias sobre la salud de sus habitantes) son algunos de los factores que inciden negativamente. En este sentido, los habitantes de estos territorios marginados la única salida que encuentran es la de insertarse de manera 6 Para postular a los empleos los trabajadores suelen omitir y hasta mentir acerca de su verdadero barrio de residencia para evitar el estigma. 23 inestable y precaria al mercado laboral con las consecuencias negativas ya mencionadas que esto implica en términos de incidencia en el sostenimiento de la vulnerabilidad social. Debido a que el capital social de los pobres suele estar concentrado geográficamente, los pobres se muestran a menudo reacios a intentar siquiera aprovechar las nuevas oportunidades económicas, porque ello les significaría perder las ventajas que les ofrece su red. Esta inmovilidad de los pobres puede constituir un obstáculo importante para su desarrollo económico, puesto que la globalización y otros ajustes del mercado a menudo exigen la reubicación y participación en nuevas redes, y ambas cosas son difíciles para los pobres. (Robison y Siles, 2003) La generación de capital social puede revertir esta situación considerando que un individuo que establece relaciones superando los “agujeros estructurales” cuenta con un grado mayor de ese capital, en tanto sus redes de relaciones le otorgan un más amplio, fácil acceso a, y un mayor control sobre, la información, la que le otorga mayores posibilidades de acción. Desde luego que esta construcción de “conexiones de puente” (Burt, 2000) para el acceso a la estructura de oportunidades (Kaztman, 2006) fuera del área de residencia requiere de un conjunto de acciones desde el Estado, el mercado y la sociedad civil. En este sentido la generación de capital social es una herramienta importante para la generación de protección social y mejoras en la precariedad laboral, ya que los obstáculos que poseen estos trabajadores para acceder al empleo (y específicamente al empleo formal) y a la educación son producto de su territorio de origen. Es en este sentido que coincidimos con Burt cuando afirma que la construcción de capital social no parte del establecimiento de vínculos estrechos, sino de la capacidad de los actores para establecer diferentes relaciones fuera de su grupo de pertenencia. 6.2. Incidencia del capital social en la generación de activos de los hogares Si podemos demostrar que el capital social es capaz de generar activos en los hogares entonces es capaz de disminuir los niveles de vulnerabilidad, ya que las dos dimensiones de la vulnerabilidad (la precariedad laboral y la desprotección social) son producidas por la falta de activos de los hogares. Por lo tanto si el capital social mejora la provisión de activos está mejorando las capacidades de los hogares de hacer frente a las situaciones de vulnerabilidad social. Es decir que nuestra hipótesis es que el capital social contribuye a generar activos en los hogares produciendo una disminución de la precariedad laboral y la desprotección social de los mismos. Si podemos concluir que el capital social produce activos en los hogares entonces deberemos concluir que produce una disminución de las dos dimensiones de la vulnerabilidad social citadas anteriormente, ya que según el enfoque de vulnerabilidad son esas dimensiones las que desarrollan la vulnerabilidad en los hogares. La pregunta, por lo tanto es si el capital social genera activos físicos y financieros, activos humanos y sociales propiamente dichos. Si podemos 24 demostrar este tipo de producción de activos entonces la correlación entre capital social y reducción de la vulnerabilidad social será evidente. Desde el punto de vista de la generación de activos físicos y financieros el capital social resuelve satisfactoriamente algunos problemas que plantea el modelo “tradicional” o de la economía formal o de mercado, en cuanto a la generación de dichos activos. De hecho el modelo tradicional supone que las personas se especializan y realizan intercambios de acuerdo con sus posibilidades de obtener un beneficio material y financiero. En cambio el enfoque del capital social añade a esa premisa que “los términos y niveles del intercambio dependen no solamente del deseo de una persona de obtener bienes y servicios materiales y activos productivos, sino también del capital social de esa persona y de su necesidad de recibir bienes socioemocionales. En el paradigma del capital social se reconoce que valoramos e intercambiamos bienes socioemocionales, además de bienes y servicios materiales. En realidad, sostiene que los intercambios casi siempre incluyen algún bien socioemocional. Es más, puesto que el intercambio de bienes socioemocionales tiende a producirse con mayor frecuencia en relaciones ricas en capital social, los términos y niveles del intercambio de bienes y servicios materiales suelen favorecer y alentar la especialización y el intercambio entre quienes poseen capital social. Por lo tanto, el capital social de una persona influye en la productividad de sus recursos materiales y de otro tipo”.7 Esta cita de Robison y Siles deja pocas dudas sobre la evidente correlación entre capital social y generación de activos físicos. Siguiendo el razonamiento anterior, estos autores propone la hipótesis de que los miembros de hogares vulnerables que suelen carecer de capital social dentro de redes ricas en recursos, con frecuencia deben realizar sus intercambios en condiciones desventajosas. Además, muchas veces no disponen de información sobre oportunidades de progreso, porque no tienen contactos de aproximación con redes ricas en capital social. El paradigma del capital social sugiere que las asignaciones de recursos están sujetas a la influencia del capital social, y que la producción de activos materiales puede no ocurrir en forma óptima, ni siquiera en presencia de una distribución predeterminada de los recursos y los derechos (por ejemplo, la contratación de familiares no calificados puede estar motivada por la necesidad de preservar el capital social del contratante, más que por el logro de la eficiencia económica). Es decir que la información y los contactos que puedan tener las personas están íntimamente relacionados a la producción de activos de los hogares, y siendo que es el capital social, en este caso “capital social de puente”, el que genera ese tipo de información y contactos, debemos concluir que el capital social genera activos físicos en los hogares, contribuyendo de esta manera en la disminución de las condiciones de Robison, Lindon, Siles, Marcelo y Schmid, Allan, “El capital social y la reducción de la pobreza: hacia un paradigma maduro” en Raúl Artia y Marcelo Siles (compiladores) Capital social y reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe: En búsqueda de un nuevo paradigma, CEPAL-MSU, Santiago de Chile, 2003 7 25 vulnerabilidad de los mismos. Ya que la hipótesis que hemos planteado al inicio de este trabajo es que a mayor generación y aprovechamiento de activos menor es la vulnerabilidad. Por otra parte el paradigma del capital social subraya que la distribución de los recursos no es necesariamente un factor preestablecido, y que los cambios en dicha distribución están en gran parte motivados por los cambios en la distribución del capital social. En efecto, “existe una conexión entre la distribución del capital social y la del ingreso. Esa conexión es directa. La distribución del capital social altera los términos y niveles del intercambio, y éstos a su vez influyen en la distribución del ingreso. Por lo tanto, la distribución del capital social debe reflejarse en la distribución del ingreso de los hogares. De esta deducción puede extraerse otra nueva conclusión: que la distribución del ingreso de los hogares puede modificarse si se altera la distribución del capital social”. 8 A medida que aumentan los contactos de intercambio de una persona, también lo hacen sus ingresos (Fafchamps y Minten,1998). En cuanto a la capacidad que tiene el capital social para la generación de activos financieros, los estudios sobre este tema demuestra que el capital social también tiene consecuencias para el comercio. Mientras que en el modelo tradicional, el dinero y el crédito permiten que todos los intercambios se limiten a dos etapas. Se canjean bienes y servicios por dinero, y se usa el dinero obtenido para adquirir otros objetos. En el paradigma del capital social, dicho capital y los bienes socioemocionales pueden cumplir la función del dinero y el crédito. En algunos casos, pobres y ricos logran una mayor eficiencia en sus intercambios al utilizar bienes socioemocionales e inversiones en capital social. A continuación presento el ejemplo que proponen los autores citados anteriormente, la cual ilustra este proceso: “Imaginemos por ejemplo que la persona A le hace un favor a la persona B (por ej., la reparación de su automóvil), con la única expectativa de que, en algún momento, B también hará algo por A. Sus expectativas o su confianza funcionan como el crédito. O imaginemos cuánto más sencillo sería obtener ayuda de un amigo para terminar una reparación, utilizando nuestro propio capital social, que tratar de llegar a un acuerdo financiero cuando no existe un mercado establecido que permita asignar un valor a dicha ayuda. En esos casos, el capital social es como el crédito y el dinero, y puede ser utilizado en múltiples intercambios. Es más, debido a que es duradero, puede guardarse hasta el momento en que uno lo necesite, aunque se requiere cierto grado de mantenimiento.9 Es decir que el capital social genera activos financieros, y de esta manera contribuye a la reducción de las dimensiones de la vulnerabilidad social. En cuanto a la capacidad que tiene el capital social en le generación de activos de capital humano, existen diferentes estudios que lo han demostrado, uno de los más importantes fue el realizado por Coleman en 1990 el cual demostró que el nivel de educación alcanzado se 8 9 Op. Cit. Pag. 90 Op. Cit. 26 relacionaba con el entorno de capital social de los estudiantes (Coleman, 1990) El concepto de activo de capital humano es también utilizado por la literatura económica, en este sentido, ciertas teorías económicas del crecimiento, lo utilizan para designar a un hipotético factor de producción dependiente no sólo de la cantidad, sino también de la calidad del grado de formación y productividad involucradas en un proceso productivo. A partir de ese uso inicialmente técnico, se ha extendido para designar el conjunto de recursos humanos que posee una empresa o institución económica. Igualmente se habla de modo informal de mejora en el capital humano cuando aumenta el grado de destreza, experiencia o formación de las personas de dicha institución económica. En las instituciones educativas se designa al conjunto de conocimientos, habilidades, destrezas y talentos que posee una persona y la hacen apta para desarrollar actividades específicas. En esencia, la idea básica es considerar a la educación y la formación como inversiones que realizan individuos racionales, con el fin de incrementar su eficiencia productiva y sus ingresos. Partiendo de ese concepto es que se desarrolla una “Teoría del Capital Humano”. Haciendo uso de microfundamentos, considera que el agente económico (individuo) en el momento que toma la decisión de invertir o no en su educación (seguir estudiando o no) arbitra, entre los beneficios que obtendrá en el futuro si sigue formándose y los costos de la inversión (por ejemplo, el costo de oportunidad -salario que deja de percibir por estar estudiando- y los costos directos -gastos de estudios) (Destinobles, 2001). Datos empíricos demuestran que transcurridos varios años de empleo, existe una fuerte correlación entre el grado de estudios alcanzados por un trabajador y sus ingresos. En este sentido, un menor capital humano conduce a un menor apercibimiento de ingresos laborales. Lo dicho anteriormente demuestra que por los estudios de Coleman que aseguran que un mayor grado de estudio se relaciona a entornos de capital social y como hemos visto, mayores ingresos están relacionados con mayor nivel de educación, debemos concluir que el capital social no solamente contribuye a generar mayores niveles educativos o de formación (o de activos de capital humano) sino que mejora los niveles de ingresos de los hogares. Hemos visto hasta aquí como los estudios que estamos considerando confirman que el capital social genera activos físicos y financieros en los hogares. Veamos ahora si el capital social tiene alguna influencia sobre la estructura de oportunidades existente de manera tal que las familias en situación de vulnerabilidad puedan acceder mejor a dicha estructura. Esto es importante considerarlo, ya que como hemos visto la vulnerabilidad social no solo es generada por sus dimensiones: precariedad labora y desprotección social sino que lo que hace que las familias no pueden superar dichas situaciones es la dificultad en transformar los recursos que poseen o pudieran conseguir en activos, es decir los medios para acceder a la estructura de oportunidades vigente. Hemos visto como la estructura de oportunidades está compuesta por el mercado, el Estado y la sociedad civil, la pregunta que nos hacemos aquí es si el capital social tiene puede influir positivamente en esta estructura de oportunidades vigente de modo de poder facilitar el 27 acceso a las personas. Es el capital social, además de generar activos en los hogares tiene la capacidad de modificar situaciones estructurales a nivel de mercado, de Estado y sociedad? Para responder este interrogante observamos en primer lugar que el modelo tradicional reconoce que en algunos casos los mercados no “prosperan”, y que ese fracaso impide el desarrollo económico. El paradigma del capital social sugiere que las fallas del mercado a menudo se relacionan con una ausencia de capital social, y a veces con relaciones hostiles que crean condiciones desfavorables para el intercambio, debido a la existencia de valores afectivos negativos. De hecho, las pruebas indican que entre grupos hostiles se producen pocos intercambios. “En el paradigma del capital social se predice que, en ausencia de instituciones formales y de una sociedad conectada en general entre sí, el capital social sustituirá a otras formas de capital. En esos casos, el capital social de una persona no solamente proporciona bienes socioemocionales, sino que además es el recurso que facilita el intercambio y la supervivencia económica. Por supuesto, el capital social que se utiliza para la mayoría de los fines económicos no resulta tan eficiente como el dinero, pero puede ser usado como un sustituto parcial. La meta es y debe ser pasar de economías dependientes del capital social a economías basadas en instituciones formales, respaldadas por valores afectivos. En efecto, cuando el número de personas que integran las redes de intercambio supera el nivel hasta el cual es posible mantener un capital social personalizado (como debe suceder en todas las economías estructuradas y desarrolladas), es preciso establecer instituciones formales y darles apoyo.10 En este sentido es que el capital social, por lo tanto no solo genera activos en los hogares sino que constituye las condiciones favorables del mercado, de las instituciones del Estado y de la sociedad civil para mejorar el acceso de las personas a dicha estructura de oportunidades. Conclusiones y reflexiones finales El propósito de este trabajo fue el de analizar la incidencia que tiene el capital social en la reducción de la vulnerabilidad social. Y hemos visto que a medida que aumenta el capital social aumentan los activos físicos, financieros y humanos, y este incremento de activos reduce la vulnerabilidad de los hogares. Es decir hemos demostrado como el capital social es capaz de generar activos y por lo tanto es capaz de disminuir los niveles de vulnerabilidad, ya que las dos dimensiones de la vulnerabilidad (la precariedad laboral y la desprotección social) son producidas por la falta de activos de los hogares. Por lo tanto el capital social al mejora la provisión de activos está mejorando las capacidades de los hogares de hacer frente a las situaciones de vulnerabilidad social. En este trabajo hemos comprobado que el capital social produce activos en los hogares, por lo cual produce una disminución de las dos dimensiones de la vulnerabilidad social citadas anteriormente. 10 Op. Cit. Pag. 91 28 Como hemos visto el capital social genera activos físicos y financieros, activos humanos y sociales propiamente dichos, y dado que a mayor generación y aprovechamiento de activos en los hogares menor es el riesgo a la vulnerabilidad social, entonces concluimos que el capital social incide en la reducción de la vulnerabilidad social. Por lo tanto el desafío es incrementar el capital social y la conexión en red de los miembros de hogares vulnerables? Es un doble desafío. En primer lugar, ¿cómo pueden los miembros de hogares vulnerables aumentar su capital social de vinculación dentro de sus propios barrios y comunidades? Y en segundo lugar, ¿cómo pueden los miembros de hogares vulnerables incrementar su capital social de aproximación para conectarse con otros recursos que no sean únicamente los disponibles en el ámbito local? Como hemos visto al analizar el problema de la segregación residencial, este segundo desafío es difícil de lograr. En efecto, para ampliar las redes de vinculación puede ser necesario, en algunos casos, obtener un apoyo político y social que permita a las personas hacer progresos aun sin la ayuda de un capital social de aproximación. El fenómeno de la vulnerabilidad social es sumamente complejo, como hemos analizado en estas paginas, por lo cual no podemos concluir que los problemas que están vinculados a sus dimensiones se pueden eliminar solamente a través del aumento de capital social de los hogares. Si bien el capital social constituye una fuente importante de activos, es una de las diversas formas de capital que resultan imprescindibles para superar las situaciones de vulnerabilidad social. Lo importante es integrar el capital social como activo fundamental y movilizador de los activos físicos, financieros y humanos. 29 Bibliografía consultada - BUSSO, Gustavo, “Vulnerabilidad Social: nociones e implicancias de políticas para Latinoamérica a inicios del siglo XXI”, 2001, Naciones Unidas. - CASTEL, Robert y otros, “Desigualdad y Globalización, cinco conferencias”, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Buenos Aires. - CASTEL, Robert: La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, Ed. Paidós, 1997, Buenos Aires. - CARPIO, J. e I. Novacovsky, “De igual a igual. El desafío del Estado ante los nuevos problemas sociales”. SIEMPRO, FLACSO y Banco Mundial. 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