A seis años del posicionamiento a sangre y fuego de los

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A seis años del posicionamiento a sangre y fuego de los paramilitares en La Gabarra:
¿Dónde quedan la verdad, la justicia y la reparación?
por Marcos E. Rodríguez
Colectivo estudiantil Brecha
Especial para Prensa Rural
6 de junio de 2005
A Gerson y a Edwin, al poeta Tirso Vélez.
QEPD
En agosto de 1998, cuando salió el
ejército y la policía de La Gabarra, ellos
mismos se encargaron de señalar y
repetir a la población el destino que les
esperaba: "Ahí quedan, para bocado de
los paracos". Y es que esta sentencia no
difiere para nada con el triste destino
vivido por los habitantes del
corregimiento de La Gabarra, y de todo
el Catatumbo en el departamento de
Norte de Santander, a partir del año 99
hasta la fecha.
Aunque la OEA le sugirió al Gobierno asumir
Desde que Carlos Castaño
las cuentas atrasadas que dejaron los "paras"
(anteriormente, jefe máximo de las
en La Gabarra, las autoridades no han ofrecido
AUC. Hoy, habitante de la dimensión
ninguna solución. Foto de El Tiempo.
desconocida del monólogo Gobiernoparas) hiciera público su anuncio en marzo de 1999 de tomarse el Catatumbo, la región
ha conocido el asesinato de por lo menos seis mil campesinos y el desplazamiento
forzado de aproximadamente 40 mil habitantes. El diario El Tiempo, en su edición del
pasado 31 de mayo, señala que: "Según los cálculos de la Policía entre 1999 y 2004
fueron asesinadas 5.200 personas en todo el Catatumbo, la mayoría de estos crímenes a
manos del Bloque Catatumbo de las AUC". Más adelante, el mismo diario cita: "El
Instituto Popular de Capacitación habla de más de 60 mil desplazados y 200
desaparecidos por culpa del conflicto en la zona". (El hecho de que sea la Policía quien
presente la información hace que ésta sea confiable por ser una fuente cercana a los
autores de los homicidios). Estos crímenes atroces cometidos casi en su totalidad por los
paramilitares, hoy en día después de la desmovilización del Bloque Catatumbo -comandado por alias 'Camilo' y bajo la responsabilidad del mismo Salvatore Mancuso--,
pasaron oficialmente a formar parte de las amplias arcas de la impunidad que este país
pareciera se vanagloria de poseer.
La llegada de las AUC al Catatumbo: política estatal
Antes de que ocurriera la primera incursión paramilitar en el Catatumbo ésta ya era de
conocimiento público: el diario local La Opinión publicó el día 19 de mayo de 1999 en
la sección Ámbito, página 1B, un documento de la administración departamental en el
que se hace referencia a la presencia de dichos grupos, aunque por alguna "extraña"
razón, a pesar del conocimiento, las autoridades no tomaron medidas en el asunto;
además organizaciones internacionales como Oidhaco ya habían hecho advertencias
sobre accionar paramilitar en la provincia de Ocaña (Norte de Santander) desde
principios de los 90. Para la primera incursión y al igual que en otras ocasiones --como
por ejemplo en Mapiripán-- los paramilitares salieron del departamento de Córdoba y
llegaron sin contratiempos a su destino. En ésta ocasión seis camiones, cada uno con
aproximadamente 50 sujetos armados, pasaron, una vez en territorio
nortesantandereano, por las garitas del Batallón Santander, del distrito de Policía de
Sardinata, por los retenes de control del Grupo Maza en la Ye, por los retenes de control
del Batallón Héroes de Saraguro en Tibú y por las garitas del Comando de Policía en
Refinería, sin que hubiese ningún altercado con la fuerza pública, ni siquiera el mismo
29 de mayo, día en que el comandante del Grupo Mecanizado No. 5 Maza --coronel
Víctor Hugo Matamoros-- sobrevoló en un helicóptero el sitio conocido como
"Carboneras", en el cual los "paras" tenían retenidas a 40 personas, de las cuales
mataron, ese mismo día, a más de 10.
De esa primera incursión paramilitar, la Defensoría del Pueblo tiene una relación de 23
asesinatos, en los sitios Refinería, Socoabó, Km 25, Cuervos, Versalles, El Mirador, Km
19, Km 28, Km 30 y Puente Socoabó Norte.
El día 2 de junio de 1999, el batallón Héroes de Saraguro instaló una base militar
permanente en La Gabarra, según se señala en los comunicados de la V Brigada: "para
proteger a la población civil de la amenaza paramilitar". Coincidencialmente por esos
días las AUC también montaron una base y un retén permanente en el caserío Vetas de
Oriente, el cual se localiza entre el casco urbano de Tibú y el municipio de La Gabarra.
En este lugar ejecutaron a varias personas en repetidas ocasiones y desde allí salían bajo
las ordenes del comandante 'Camilo' para las reuniones sostenidas con comerciantes en
La Gabarra, bajo el amparo de la fuerza pública, como también bajo su amparo fue que
el 17 de julio, en la noche, los paras pudieron asesinar en el establecimiento "El
Morichal", a pocos metros de la estación de Policía, a siete personas en el casco urbano
de Tibú, y llevarse a otras 15, de las que aparecieron los cadáveres solamente de seis.
Entre el 29 de mayo y el 27 de agosto de 1999 (menos de tres meses), se tiene relación
del asesinato de 81 civiles por parte de los paramilitares tanto en el casco urbano de La
Gabarra, como en su perímetro rural. Lo anterior consta en el proceso que se cursa en la
Fiscalía 2ª de la Unidad Nacional de Derechos Humanos contra el ex comandante del
Batallón de Contraguerrilla No. 46 capitán Luis Fernando Campuzano Vásquez, de
quien se dice (según consta en el sumario) que para la fecha de las masacres "tenía un
vínculo de amistad con las Autodefensas Unidas de Colombia (paramilitares)".
Ante la facilidad y el descaro con que entró y se posesionó el paramilitarismo de la zona
del Catatumbo no se puede sino pensar que, evidentemente, la violencia demencial
paramilitar corresponde a una estrategia del Estado. El paramilitarismo forma parte de
la política estatal para fortalecer el poder político y el dominio económico en la zona, ya
que ésta había pasado a ser uno de los referentes de resistencia popular a partir de las
marchas campesinas del 96 y del 98, en las cuales participaron más de 20 mil
campesinos, quienes pedían soluciones para su pobreza, su marginalidad y respeto a sus
derechos, plasmado esto en lo que en ese entonces sería conocido como "Plan de
Desarrollo Integral y Sostenible para el Catatumbo".
Guerra por el control del comercio de la coca: falacia de los medios
Para ocultar la realidad de la barbarie de los "paras" en el Catatumbo, los medios de
comunicación y las autoridades gubernamentales mostraron y muestran los hechos al
país y al mundo como el resultado de la guerra librada entre las FARC-EP y las AUC
por el control del cultivo, procesamiento y distribución de la coca.
Así fue como las marchas campesinas fueron identificadas como una estrategia política
de las FARC-EP y del ELN para impedir la intromisión del Gobierno en la región. Tales
fueron los señalamientos hechos por el diario La Opinión en su edición del 16 de mayo
de 1999. Igualmente durante el cubrimiento del "show mediático" que fue la
desmovilización del Bloque Catatumbo y de sus comandantes 'Camilo' y Mancuso, los
noticieros de los canales RCN y Caracol hicieron referencia a los crímenes cometidos
en el Catatumbo y las infracciones al derecho internacional humanitario como
"consecuencias de la guerra por el control de la coca" que libraron los grupos
guerrilleros y las AUC, inclusive hasta llegando a asegurar que las FARC-EP y las AUC
habían llegado a un acuerdo sobre la distribución del territorio. La mismas referencias
ha hecho El Tiempo en reiteradas ocasiones. Lo que nunca mencionaron ni mencionan
los noticieros ni los diarios ni el ex gobernador Jorge García Herreros era que los
habitantes del Catatumbo cultivaban coca porque no tenían otra posibilidad de
supervivencia, y que uno de los puntos gruesos del "Plan de Desarrollo Integral y
Sostenible para el Catatumbo" era la erradicación de los cultivos ilícitos siempre y
cuando existiera la garantía de que el gobierno departamental iba a realizar inversión
social en la zona, que permitiese cambiar las condiciones económicas, sociales y
culturales en la región.
También olvidaron mencionar los medios que las Fuerzas Armadas igualmente se
beneficiaban del cultivo de la coca. Los campesinos de la zona en reiteradas
oportunidades denunciaron el pago a los miembros de la Policía para poder transitar
libremente los precursores químicos para el procesamiento del alcaloide y también
como el comandante de la base de La Gabarra conocía a la perfección el sitio donde los
fines de semana los "paras" compraban la coca y de donde la sacaban en helicóptero.
Desde la llegada de los paramilitares a la región los cultivos ilícitos aumentaron de
forma exponencial y sin ningún tipo de control (para el 2004 se tenía una relación de 20
mil hectáreas cultivadas con coca).
Contrario a la situación descrita fue el manejo dado a los cultivos ilícitos cuando las
organizaciones insurgentes tenían un posicionamiento fuerte en la región, así lo
expresan los campesinos: "éstas prohibían el comercio de coca, pero, ante la
imposibilidad de que los campesinos subsistiéramos por otros medios se aceptaron los
cultivos en la zona, aunque éstos debían ser en pequeñas proporciones y existió una
conciencia generalizada sobre la necesidad de conservación del medio ambiente
(ejemplo de ello era que prohibían botar residuos del procesamiento de la hoja de coca
al río)".
La masacre de La Gabarra: evidencia del binomio paras-militares
El terror se hizo mayor en la región el 21 de agosto del 99, a las 8:20 pm, cuando cerca
de 150 paramilitares entraron al perímetro urbano de La Gabarra y permanecieron
durante una hora y 20 minutos, tiempo en el que asesinaron a 27 personas, hirieron a 10
más y produjeron el desplazamiento de más de 50 familias. Si existía una base militar
en el casco urbano, acaso toca preguntar, como en las películas, y ¿dónde está el
soldado?
Pues, la respuesta es: "encerrado" en su base militar, porque por orden directa del
capitán Campuzano, el retén del Ejército Nacional que usualmente permanecía en la
entrada del corregimiento se levantó ese día --extrañamente-- a las 8 pm, además a las
8:10 de la noche los efectivos que patrullaban la población se retiraron por orden de
Campuzano a su cuartel.
Debido a estos graves hechos ocurridos el 21 de agosto el entonces presidente Andrés
Pastrana, retiró del cargo de comandante de la V Brigada al brigadier general Alberto
Bravo Silva, al comandante de Policía de Norte de Santander, coronel Roque Julio
Sánchez Holguín y al director regional del DAS, Almer Muñoz Muñoz. A estos se
suman varios oficiales de la fuerza pública que fueron vinculados a la investigación por
los hechos. Pero, para nutrir aún más de impunidad nuestra patria, solamente un capitán
del Ejercito fue llamado a juicio: Fernando Campuzano, a quien en el 2004, únicamente,
se le suspendió por 80 días debido a su responsabilidad, por omisión, en los
acontecimientos.
La falsedad de la "desmovilización"
Con la "desmovilización" del bloque Catatumbo de las AUC, se pensó que el accionar
paramilitar iba a terminar y que la región por fin despertaría de tan terrible pesadilla,
pero está claro que el Catatumbo es muy importante para los intereses de la oligarquía
tanto nacional como transnacional, por lo cual este tipo de política estatal que tan
buenos frutos dio no sería eliminada de la región: ONG defensoras de derechos
humanos como la Asociación Minga y la Fundación Progresar han denunciado cómo los
grupos paramilitares siguen operando en la región, asesinando, ejerciendo bloqueos
alimenticios y sanitarios, cobrando vacunas, e impidiendo el libre tránsito a los
pobladores; además desde el Sur del Cesar han llegado nuevos contingentes de las
AUC, de las estructuras del Bloque Norte, para ejercer el control de lo que se conoce
como Alto y Medio Catatumbo (principalmente los municipios de Convención,
Teorama y el Tarra). Igualmente congresistas del Polo Democrático han señalado, con
firmes pruebas, la influencia y participación política de los paramilitares en la
administración regional, especialmente en la ciudad de Cúcuta.
Para el año 2003, Norte de Santander fue uno de los departamentos con la mayor tasa de
homicidios (98,80) muy por encima de la nacional (52,85). Entre los homicidios
cometidos por los paramilitares ese 2003 tenemos el del candidato a la gobernación
Tirso Vélez. Tirso, quien en el 92 fue alcalde del municipio de Tibú, fue asesinado en
pleno centro de Cúcuta el 4 de junio de dicho año, recordado como el gran poeta que fue
y como un hombre comprometido con la construcción de la paz en el Catatumbo. Así
mismo también las balas paramilitares truncaron ese año la vida de Gerson Gallardo,
estudiante de Licenciatura en Biología y Química de la Universidad Francisco de Paula
Santander (UFPS), quien fue detenido el 3 de abril por grupos paramilitares y miembros
de la división de investigaciones del Ejército. Gerson, después de dos meses de
cautiverio, fue encontrado ultimado en la vía que de Tibú conduce a La Gabarra. Junto a
su cuerpo estaba el de su compañero de sueños Edwin López, profesor de danzas de la
UFPS, a quien el 13 de abril sacaron los paramilitares de su residencia en la ciudadela
de Atalaya, retuvieron junto a Gerson y finalmente asesinaron el 5 de junio.
¿Dónde quedan realmente la verdad, la justicia y la reparación?
Aparte de la irrisoria "sanción" impuesta al capitán Campuzano, el año pasado el
Tribunal Superior de Cundinamarca ordenó al Ministerio de Defensa pagar a 120
personas víctimas de la incursión paramilitar en La Gabarra la suma de 44.750 millones
de pesos. Lo preocupante del caso es que, tal como lo hizo la revista Semana en la
edición número 1165 del 28 de agosto de 2004, se dé por hecho que con este pago se ha
alcanzado la verdad, la justicia y la reparación total a quienes sufrieron por las
incursiones paramilitares en la zona. El artículo titulado "La hora de la reparación"
señala: "el fallo sobre La Gabarra resulta trascendental también porque demuestra que
aunque cojea, la justicia a veces llega". Inclusive, en dicho texto se hace alusión a la
"similitud" del fallo con el del caso de los 19 comerciantes, en el cual la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en resolución del 3 de septiembre de 2004,
obliga al Estado colombiano a cancelar la suma de 16 mil millones de pesos por su
responsabilidad en la violación de los derechos a la vida, la libertad personal, la
integridad personal, a las garantías judiciales y la protección judicial. Lo que la revista
Semana no dice, y por tanto invisibiliza y resta importancia, es que --aparte del pago
económico a los familiares de las victimas, a la CCJ y a Cejil-- la Corte Interamericana
condenó al Estado colombiano a investigar efectivamente para identificar, juzgar y
sancionar a todos los autores materiales e intelectuales y demás vinculados que surjan
en el proceso para efectos penales; a realizar una búsqueda seria de los restos de los 19
comerciantes asesinados hace 17 años; y también a que en acto público y en presencia
de los familiares de las víctimas, el Estado reconozca su responsabilidad y les pida a
éstos perdón. Además debe erigir un monumento en memoria de las victimas y
garantizar que estos hechos no se repitan.
Es indudable que lo que para la revista Semana y la clase dirigente colombiana es
justicia, evidentemente no lo es para las instancias internacionales protectoras de
derechos humanos, las que exigen integralidad en la reparación, búsqueda exhaustiva de
la verdad y castigo ejemplar a todos los culpables. Por tanto no se puede simplemente
intentar cerrar el libro de la Justicia en Colombia, en el capítulo que versa sobre la
impunidad y en el que sus protagonistas: Castaño, Mancuso, Uribe y la oligarquía
escriben el final feliz que tanto desean nutrido de perdón y olvido, así como pretenden
hacerlo en su proyecto de ley "Justicia y Paz", con el que pretenden legalizar el
paramilitarismo.
A quienes cometieron los crímenes en La Gabarra y el Catatumbo, a los asesinos de
Tirso, Gerson y Edwin les decimos que el olvido esta lleno de memoria, y que la
verdadera justicia llegará el día en que las sombras de la impunidad sucumban
impotentes ante la luz del amanecer de un Nuevo País.
"Hermano
Ahora me toca a mí custodiar tu destino
Cubrirlo de las llamas, protegerlo del olvido
Y del infatigable asecho de las moscas"
Freddy Ñañez (Chucho)
Del poema "Los hombres que vienen de morir"
http://www.prensarural.org/rodriguez20050606.htm
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