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DOCUMENTO de AUDIENCIA
COMISIÒN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Humanos y la Nueva Legislación Penal en Uruguay”
2015- Washington D.C. EEUU
“Derechos
16 de Marzo
Las organizaciones peticionantes, queremos en primer término agradecer a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos la celebración de la presente audiencia. Venimos
desde Uruguay, un país que ratificó los principales instrumentos jurídicos internacionales y
ha aprobado múltiples normas en materia de derechos humanos. Leyes como la de
matrimonio igualitario, fertilización asistida, cambio de identidad de género, interrupción
voluntaria del embarazo constituyen algunos de estos avances. También reconocemos y
resaltamos la aprobación del nuevo Código de Procedimiento Penal que constituye una
mejora del sistema penal.
Sin embargo, Uruguay mantiene vigente un Código Penal que es una norma
androcéntrica y patriarcal que no respeta la igualdad de género.
Luego de 76 años sin que el país tuviera oportunidad de discutir integralmente un Código
Penal, el parlamento uruguayo comenzó en 2010 a trabajar un proyecto de reforma. Este
proyecto fue el resultado de una comisión creada por la Ley N° 17.897 de 2005, que no
contó con la participación de la sociedad civil. Durante cuatro años y desde diversos
ámbitos sociales y académicos, se presentaron importantes aportes a la comisión
parlamentaria, se realizaron actividades de análisis y debate convocando expresamente a
parlamentarios/as, se propusieron textos alternativos a la redacción proyectada y se
formularon expresiones públicas en cuanto al grave retroceso que implicaba la aprobación
de la reforma proyectada en materia de género. Sin embargo la Comisión de Constitución,
Códigos y Legislación General y Administración de la Cámara de Representantes no
atendió las propuestas realizadas desde el ámbito nacional ni los compromisos asumidos
en Convenciones y Tratados Internacionales.
Ante la inminente aprobación, la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría
del Pueblo emitió recomendaciones al Poder Legislativo sobre el proyecto de nuevo
Código Penal. A su vez, más de cuarenta organizaciones sociales, redes que las nuclean y
grupos de la academia, emitimos una declaración y llevamos a cabo un trabajo de
incidencia, que permitió la postergación de la aprobación de la norma y el compromiso de
revisar el proyecto durante el mes de enero, lo que no sucedió en mérito a que la comisión
parlamentaria no sesionó. Pese al compromiso asumido, el día 3 de febrero la comisión
parlamentaria, sin previo estudio, resolvió su aprobación sin modificación alguna. Sin
embargo los plazos no permitieron que fuera aprobado. Por lo cual la nueva legislatura
instalada el 1 de marzo tiene dentro de sus prioridades la aprobación del proyecto.
A pesar de que existe un compromiso de revisar los deficit señalados, la experiencia de
estos últimos años, nos obliga a estar aquí ante esta Comisión Interamericana para llamar
la atención sobre el retroceso que implicaría para Uruguay la aprobación del texto y
reafirmar la necesidad que Uruguay cumpla con las obligaciones asumidas en materia de
prevención, protección y sanción de la violencia hacia mujeres, niños, niñas y
adolescentes.
El estado de situación de las violencias de las que son objeto las mujeres en Uruguay, es
congruente con el mantenimiento desde 1934 de un Código Penal inspirado en el de la
Italia fascista de 1933, normativa que no respeta ni garantiza una serie de derechos
fundamentales. Un Código Penal cuyo bien jurídico protegido de manera protagónica, es
el derecho de propiedad, incluso, por sobre el de la vida y la libertad. En consecuencia se
castiga más severamente al robo con violencia de un teléfono celular, que un homicidio
simple, que la violencia doméstica, la violación.
La vigencia de éste Código constituye un incumplimiento a las obligaciones
convencionales lo que ha sido objeto de reclamos y observaciones por parte de las
organizaciones de la sociedad civil, de la academia, de los órganos de vigilancia y
cumplimiento de los tratados tanto en el ámbito internacional como interamericano 1. De
hecho, el propio Estado ha reconocido en distintos informes país la necesidad de
reformular las normas penales.
Entendemos que un nuevo Código Penal debe salvaguardar bienes jurídicos como la
libertad y la integridad física de la mujer, evitando la criminalización del aborto,
protegiendo la autonomía reproductiva y en consonancia con la ley de interrupción
voluntaria del embarazo. Es alarmante que la reforma proyectada pretenda introducir un
título de protección de la vida prenatal, agravando la categorización del delito.
El sistema penal en Uruguay debe incluir tipos penales no contemplados en la legislación
actual ni en la reforma, como la esterilización forzada, inseminación forzada,
manipulación del cuerpo de la mujer contra su voluntad y violencia obstétrica; de forma
tal de garantizar sus derechos a la salud, integridad física, a no sufrir tortura y a decidir
libremente número y espaciamiento de hijos, formas de familia, orientaciones sexuales,
identidad de género, derechos que están protegidos por tratados e instrumentos
internacionales ratificados por nuestro país.
Pretendemos una reforma del código penal que no mantenga al “honor” como atenuante
o eximente de responsabilidad, dado que ello es discriminatorio contra las niñas,
adolescentes y mujeres y frecuentemente utilizado en los delitos de violencia contra ellas.
1
Debe eliminarse la referencia al pudor como bien jurídico a tutelar en los delitos sexuales.
Incluir este tipo de violencia en todas sus formas, sin rebajar las penas tornándolas
excarcelables, sin exigir la instancia de parte y sin darle un tratamiento residual en aquellos
casos que no implican penetración. Además debe asegurarse que el contexto de
coercibilidad de las víctimas, se tome en cuenta.
El delito de violación en la redacción proyectada no contempla todas las formas y vías de
penetración, ni la vía oral ni la penetración digital o con objetos.
Consideramos fundamental el respeto al desarrollo evolutivo de niñas, niños y
adolescentes, situando la edad del consentimiento de relaciones sexuales con una persona
adulta, en una edad que asegure la autonomía de la decisión. La reforma proyectada
pretende situar el consentimiento en los 12 años, antes de la adolescencia según la
normativa interna.
Respecto a la explotación sexual de niñas, niños y adolescentes resulta alarmante la
realidad que vive el país. A pesar de que no existen datos estadísticos que muestren el
impacto que tiene el fenómeno sabemos que los adultos negocian en dinero o en especie,
el uso sexual de niñas, niños y adolescentes, como si fueran una mercancía.
Aun así la reforma proyectada, reduce la explotación a aquellos casos en los que se
acredite el aprovechamiento lucrativo del trabajo sexual y refiere a las niñas y
adolescentes como trabajadoras sexuales.
Asombrosamente la reforma que se pretende aprobar limita los delitos de lesa humanidad
a la clonación y manipulación genética y elimina el sometimiento a esclavitud. También se
pone en riesgo lo que es una piedra angular para todo sistema democrático como es el
derecho a la libre expresión y derecho de reunión. Tal como ha sido señalado por la
Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, la penalización podría generar en estos
casos un efecto amedrentador o disuasivo sobre una forma de expresión participativa de
los sectores de la sociedad.
Asimismo, lesiona el principio de codificación en la medida en que se pretende contar con
un nuevo código penal y sin embargo no incorpora numerosísimas disposiciones ya
vigentes. En este sentido, se destaca los delitos de trata de personas, tráfico de migrantes,
los crímenes de genocidio, lesa humanidad, la tortura y los tratos crueles, inhumanos y
degradantes.
Uruguay no ha podido superar la constante muerte de mujeres por parte de sus parejas,
exparejas, o familiares cercanos, lo que ya motivó la comparecencia ante esta Comisión en
el año 2010. En un país de poco más de 3:000.000 de habitantes, en el período 1991 – 2015
murieron asesinadas más de 730 mujeres, sin contar los años sobre los que no hay datos,
ni las causas que figuran como suicidios y son consecuencia directa de las múltiples
formas de violencia que afectan a las mujeres. En los 75 días que van de este año, fueron
asesinadas 13 mujeres, la mayoría a manos de sus parejas o exparejas. La última de ellas, el
sábado pasado. En 2014, las cifras de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y
el Caribe de la ONU) ubicaron a Uruguay —junto a El Salvador— en el primer lugar en
cuanto a la tasa de mujeres asesinadas por su pareja o ex pareja, entre 12 países de
América Latina, España y Portugal. A ello se suma la Encuesta Nacional de Prevalencia de
Violencia Basada en Género y Generaciones realizada en 2013 y difundida en noviembre de
2014, la que indicó que siete de cada 10 mujeres vivieron algún tipo de violencia basada en
género durante su vida. En este contexto la reforma penal debe incorporar la figura del
feminicidio para dejar de hacer invisibles las razones, motivaciones y violencia estructural
que tiene como resultado la muerte de las mujeres. El homicidio no nos dice nada al
respecto, invisibiliza ese último eslabón de la violencia que tiene que ver con cuestiones
estructurales, y que el derecho no debe ignorar.
Preocupa especialmente que la reforma proyectada restrinja el delito de violencia
domestica a las situaciones de convivencia, excluyendo las relaciones de noviazgo,
exparejas y familiares en las cuales no exista convivencia. A su vez, continua limitando el
delito exclusivamente a aquellos casos en los cuales existan lesiones físicas, dejando por
fuera otras manifestaciones como la psicológica, sexual, patrimonial y elimine la agravante
específica en casos de victimas mujeres, niños/as y adolescentes
Sabemos la función que cumple el derecho penal en las sociedades actuales, sobre todo la
de demarcar esa última frontera, entre aquello tolerado y aquello que socialmente deberá
ser castigado. Hoy necesitamos que Uruguay marque esa última frontera cumpliendo las
obligaciones convencionales asumidas y atendiendo al desarrollo democrático que el país
ha alcanzado. En materia de derechos humanos, hay que hacer lo que hay que hacer; y no
es aceptable promulgar leyes que den cuenta de lo que se pudo hacer de acuerdo al
escenario o interés político circunstancial del momento.
Es atendiendo al rol de promoción y prevención que ejerce la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y tomando en cuenta las recomendaciones realizadas a los Estados,
consideramos fundamental que se resalte la necesidad de que nuestro país apruebe una
legislación penal que:
–
respete los derechos sexuales y reproductivos, evitando la criminalización del
aborto e incorporando tipificaciones relacionadas con esterilización forzada,
inseminación forzada, manipulación del cuerpo de la mujer contra su voluntad y
violencia obstétrica.
–
armonice los delitos sexuales, eliminando los estereotipos de género y abarcando
todas las formas de abuso sexual.
–
no retroceda en formas delictivas ya legisladas como la explotación sexual
comercial e incorpore las leyes sobre trata de personas, tráfico de migrantes, y
crímenes de genocidio, lesa humanidad, la tortura y los tratos crueles, inhumanos
y degradantes.
–
incluya en el delito de violencia domestica todas las formas de violencia y se
sancione penalmente la expresión más dramática como es el feminicidio.
Sería una contribución crucial que la Comisión Interamericana a través de la Relatoría de los
Derechos de las Mujeres señale al Estado Uruguayo, a través un informe preciso, sobre cuáles
son los estándares en materia penal para la prevención, protección y sanción de la violencia
hacia mujeres, niñas y adolescentes, de modo que no se apruebe un código en contravía de las
obligaciones internacionales en la materia.
Asimismo consideramos fundamental que la Comisión de seguimiento al proceso
parlamentario de discusión de la reforma del Código Penal.
Muchas gracias estamos abiertas para aclaraciones y preguntas.
ORGANIZACIONES PETICIONARIAS
Cooperativa Mujer Ahora
IACI Infancia y Adolescencia Ciudadana
MYSU Mujer y Salud en Uruguay.
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