NUESTRA MISION: UN SERVICIO PROFETICO A LA IGLESIA

Mision Profetica
Escrito por Administrator
Lunes, 02 de Marzo de 2015 15:11
NUESTRA MISION: UN SERVICIO PROFETICO A LA IGLESIA
La fe es un don que proviene del Espíritu, y es el Espíritu quien la alimenta y la renueva co
nstantemente
,
como
lo
prometió
Jesús
y
como
lo
recuerda
la
Iglesia
en los
documentos
del
Concilio
Vaticano
II “El
Espíritu
Santo
distribuye
sus
dones
según
quiere…
,
reparte
entre
los
fieles
de
cualquier
condición
incluso
gracias
especiales
,
para
una
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más
amplia
renovación
de la
Iglesia
según
aquellas
palabras
: “A
cada
uno
se le
otorga
la
manifestación
del
Espíritu
para
común
utilidad.” (
Documento
Lumen
Gentium
número
12). La
iglesia
como
comunidad
de
fe
no
puede
quedarse
esperando
que
los
dirigentes
decidan
los
cambios
que
hacen
falta
,
sino
que
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el
Espíritu
los
suscita
en la
conciencia
y en la
vida
de
las
personas
que
sienten
la
urgencia
de
ponerlos
en
práctica
.
La humanidad está haciendo tránsito de sociedades homogéneas, absolutistas y directivas
hacia
estilos
más
democráticos
,
participativos
y
comunicativos
. En
este
nuevo
contexto
, el
Espíritu
despierta
formas
de
Iglesia
más
a
tono
con la
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evolución
de la
conciencia
humana
;
modelos
nuevos
de
comunidad
donde
la
igualdad
tiene
más
y
mejores
expresiones
,
donde
la
participación
es
más
posible
,
donde
la
sexualidad
y la moral se
asumen
con
nuevas
éticas
.
Estas
novedades
que
provienen
del
Espíritu
se
deben
comenzar
a
vivir
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antes de
ser
aprobadas
o
permitidas
por
la
institución
,e
incluso
en
contradicción
con
ésta
.
Los cambios son una voz profética que obedece un mandato directo del Espíritu y no un
encargo de la institución. Algo que es profético no necesariamente tiene que comenzar siendo
aprobado ni reconocido por la oficialidad; la profecía se da en la periferia de lo aprobado y en la
frontera de lo establecido. Por eso la profecía es incómoda y a veces dolorosa para quien la
ejerce, como en el caso de los profetas, de Pablo y otros ministras y ministros de la Buena
Nueva que muchas veces exclaman: “Por qué no me dejas tranquilo, por qué me pones en
ridículo” (Job 17,6. II Corintios 6, 3-10).
Quienes nos unimos en la Fraternidad Eucarística de Jesús consideramos que estamos
llamados a una misión profética, porque el Espíritu quiere mostrar algunas cosas que aún no
son comunes en la vida de la iglesia, como por ejemplo, la aceptación de sacerdotes casados,
la ordenación sacerdotal de mujeres, una liturgia diseñada por las mismas comunidades; una
iglesia red de pequeñas comunidades que viven un proceso participativo donde todas las
personas son responsables de su fe; comunidades autónomas, incluyentes, acogedoras y
abiertas, que confeccionan su Eucaristía y designan sus propios ministros o ministras. Le
apostamos a una forma nueva de ser iglesia, a recuperar el anuncio de la Buena Nueva de
Jesús: “Digan a la gente que el Reino de Dios está dentro de ustedes…, sustituyan ley por
Amor y templos por corazones.” (Lucas 17,21. NNT Hebreos 1,13); una iglesia que se centra
en anunciar y vivir el Amor que ilumina la vida de las personas en cualquier situación
existencial y no solamente preocupada por decretar normas de moral o dogmas para que crea
todo el mundo. Creemos que somos una voz profética y por eso no pertenecemos a la
estructura jerárquica de la iglesia, pero sí pertenecemos de manera indiscutible a su vida y
santidad. (Documento Lumen Gentium, número 44).
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Por José Darío Soto Soto
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