Madrid, noviembre de 2009 Virgen del Patrocinio Circular nº 16 Queridas hermanas: Con las palabras de nuestro Himno quiero celebrar y recordar con vosotras el día de nuestra Madre. ¡Bendita entre las mujeres, acógenos con amor! El saludo del ángel que recibe no es por mérito propio sino como bendición de Dios por su apertura y disponibilidad a la acción de Dios en su vida. María todo lo ha recibido de El, ella es el prototipo de los pobres de Yahvé, de los que confían y esperan porque nada tienen, de los que experimentan “que su fuerza y su poder es el Señor...de El viene la salvación”. Y en esta fiesta de nuestra Titular volvemos a ponernos bajo su amparo y a pedir una vez más su protección y acogida, pero a la vez que la pedimos para nosotras nos tenemos que comprometer a ser como Ella, canales por donde nuestros hermanos reciban la gracia y el amor de Dios . El celebrar la acogida y el patrocinio de nuestra Madre en nuestra Congregación a lo largo de toda su Historia nos lleva, como Hijas y Hermanas, a vivir esas actitudes de forma preferencial. Por esto tengamos en estos días de recuerdo y celebración una actitud de singular acogida: + Acojamos a nuestro mundo herido por el dolor, la violencia y la deshumanización con entrañas de misericordia y consuelo. + Acojamos a nuestras hermanas de Congregación con amor, tolerancia y comprensión, comprometiéndonos en la construcción fraterna de nuestra comunidad. (La imagen es de la comunidad de Manizales (Colombia) +Acojamos a todas las personas que trabajan con nosotras en nuestra misión, con generosidad, apertura y dispuestas a compartir y aprender de ellos. +Acojamos a los destinatarios de nuestra misión: niños, adolescentes, jóvenes y adultos con agradecimiento, escucha, gratuidad y cariño. +Acojamos todas las circunstancias de nuestra vida alegres y dolorosas como signos del amor de Dios y de su presencia constante, como manifestación de su Providencia... María nos lo mostró en la sencillez y debilidad de un niño necesitado de sus cuidados y como un hombre que tenía que “estar en las cosas de su Padre” y al que en muchas ocasiones no entendía pero del que guardó todas sus cosas, todas sus palabras, todos sus gestos en su corazón de Madre. Que Ella nos enseñe a ser sus discípulas y a que con nuestras vidas sepamos dar al mundo testimonio del Evangelio y mostrar que el Reino de Dios está ya entre nosotras, porque somos Mujeres con entrañas de misericordia que aprendemos de María, a vivir desde la comprensión maternal todas las debilidades humanas, como nos recuerdan nuestras Constituciones (Cfr. CC n.68), rasgo esencial para vivir la espiritualidad mariana de nuestro Carisma. Feliz día de nuestra Madre. Un fuerte abrazo.