TRABAJAR DE NOCHE: De aquellos inicios Juan Carlos tiene muchos recuerdos, aunque algunos rayan lo insólito. Según relata, por aquellos días una usina era la encargada de proveer de energía eléctrica a la población de San Jerónimo Norte. “Daba tres horas de energía y después cortaba. Por eso nosotros teníamos que aprovechar el tiempo de energía disponible, así que si daban corriente a las 10 de la noche o a las tres de la mañana, entonces a esa hora se venía a trabajar”. Tiempo después, y por el bien de las horas de sueño, pudieron adquirir su propio grupo electrógeno. Afortunadamente, las cosas marchaban bien en la empresa y los resultados comenzaban a notarse. “Lo bueno de estos días era que si uno quería progresar, había futuro y posibilidades, sólo había futuro y posibilidades, sólo había que trabajar”, resume Juan Carlos y agrega:”Si bien se producía menos, porque el trabajo era casi artesanal, lo cierto es que uno vendía algo y lograba una ganancia por su trabajo. Hoy se vende y se cambia la plata. Parece que se venden fortunas y cuando cerrás los números estás siempre al borde. Yo recuerdo que en el `55 esta empresa hizo los trabajos de la Capilla de Santa María y luego de eso, pudimos comprar dos máquinas. Con esto quiero decir que antes uno podía evolucionar con su trabajo, proyectarse, modernizarse, invertir. En cambio, hoy en día tenemos desde hace 10 años la misma maquinaria, que si bien es una maquinaria moderna y altamente productiva, no es la última que hay en el mercado. Pero lo cierto es que hoy comprar una nueva maquinaria es prohibitivo, porque no hay forma de recuperar el dinero”. LA TERCERA GENERACIÓN: Dedicados actualmente a la producción de mosaicos, en todas sus líneas, y la comercialización de mármoles nacionales e importados, Mosaicos y Mármoles Sarur tiene en sus espaldas el trabajo de tres generaciones: el impulso inicial de Natalio; la perseverancia de Juan Carlos; y la proyección de su hijo Juan Marcelo, quien va tomando poco a poco las riendas de la empresa familiar. Juan Marcelo, sabe que los buenos resultados se esconden tras la mixtura del respaldo histórico de la firma, y la audacia para realizar nuevas proyecciones empresarias. Casi un artesano, Juan Marcelo aprendió el oficio desde la raíz y lo demuestra con el trabajo de sus manos, realizando mosaicos que han revivido de los anales de la historia y que se están utilizando en una restauración jesuítica en Santa Fe. “Se trata de unos mosaicos muy antiguos con ciertos dibujos que no se consiguieron en ningún lugar del país. Así que hicimos el molde y yo voy haciendo los dibujos con la técnica que aprendí de la tradición familiar. Creo que cosas como estas, estos pequeños detalles, son los que nos ayudan a diferenciarnos” explica. RESPALDO, CALIDAD Y AGRADECIMEINTO: Concientes de que el buen nombre comercial es un patrimonio que debe cuidarse y cultivarse, ambos tiene claro que el respaldo de la tradición les simplifica las cosas. El propio Juan Carlos lo grafica claramente: “Haciendo a un lado la modestia, nosotros comenzamos a trabajar con una empresa constructora y luego mantenemos la relación y seguimos trabajando con ellos. Creo que proveer productos confiables de alta calidad y que diferencien del resto es lo que nos permite trabajar con tranquilidad. Por eso agradecemos profundamente a todos nuestros clientes y amigos que nos han brindado su confianza y apoyo a lo largo de todos estos años”. ACOMPAÑANDO AL PUEBLO: Padre e hijo se emocionan cuando les dicen que la empresa es parte de la historia del pueblo, un pueblo que en el año 2008, cumplió 150 años “que no son un par de días” según la particular definición de Juan Carlos.-