entrevista a pedagoga chilena

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CANDY FABIO SALAS. ESPECIALISTA EN EDUCACION
Clarín. 25 de enero de 2009
"Hoy, la escuela gueto y la disciplina son los peores problemas de la
educación
En la última década, América latina amplió el acceso a la educación, pero no su calidad. Tampoco
mejoró la convivencia en el aula. La ausencia de diversidad social y una errada idea de autoridad
están en la base.
A la vez que crece la población adolescente escolarizada, en América latina aumenta la
desigualdad en el servicio educativo que se brinda. A esta tensión entre inclusión escolar y baja
calidad educativa, que condiciona el futuro de la mayoría de nuestros jóvenes, se le agrega un
complejo cuadro de violencia social que se refleja en las escuelas y genera el desafío de
construir nuevos marcos y estilos para atender los desafíos disciplinarios. Candy Fabio Salas,
que participó de un encuentro organizado recientemente por UNICEF en Argentina, investiga
con preocupación estas tendencias que se presentan en nuestra región y, en particular, en su
país, Chile.
¿Qué problemas comparten las escuelas secundarias latinoamericanas?
Nuestros países han hecho un esfuerzo importante para extender el acceso a la educación
secundaria. En Chile eso ha implicado la entrada masiva de adolescentes a escuelas en las que
la oferta no es de la calidad que todos quisiéramos. En toda la región se sigue profundizando la
segmentación de los chicos en sus escuelas, y por tanto, los aprendizajes que reciben no son
de calidad. Este es el problema más común, salvo en el caso de Brasil, donde la cobertura es
mucho más insuficiente que en Argentina o en Chile.
¿Qué efectos produce la segmentación de la educación?
La segmentación tiene que ver, básicamente, con que nuestros jóvenes más vulnerables, los
más pobres, asisten juntos a las escuelas, sin tener intercambios con otros jóvenes. No
experimentan así la diversidad cultural. Todos los más pobres están, en el caso chileno, en los
colegios municipales; por lo tanto, se juntan con otros pobres. Así no hay intercambio, una
meta para la que había sido pensada la educación pública. La escuela debe ser un espacio al
cual asistan alumnos de diversas clases sociales. En nuestros países ha ido en aumento la
segmentación social. Y la segmentación generó especies de guetos en la educación, donde van
y se quedan los pobres con los pobres, los ricos con los ricos, los de clase media con los de
clase media. La profundización de la segmentación impide que haya intercambio cultural.
Otro problema grave es la deserción de los alumnos pobres. ¿Cuáles son sus causas?
La deserción se da, primero, por los fracasos escolares, por las repitencias; y a veces, en el
caso chileno, por los maltratos que reciben los alumnos. No maltratos físicos o psicológicos,
sino maltratos que básicamente tienen que ver con la no atención. Alguien va a una escuela,
pero no recibe la educación que necesita: eso es una forma de maltrato. O asiste, pero no se
dictan clases. Presenta problemas de disciplina, por lo tanto no lo dejan entrar a las aulas.
Muchas veces no se le brinda al alumno lo que está buscando y esto provoca frustración y
deserción.
¿La secundaria prepara para el futuro laboral?
Dentro de los objetivos de la secundaria está preparar a los alumnos para una inserción
adecuada, social y laboralmente. Nuestros estudiantes, en Chile, no salen bien preparados para
el trabajo. Las herramientas no son suficientes, ni pertinentes ni actualizadas. Para esa
actualización, hay que escuchar a los jóvenes. Ellos dan muchas pistas de cómo debiera ser.
¿Mejoró la formación docente?
Un problema común de la región es el de la formación inicial y permanente de los docentes. Así
como los contenidos que reciben los chicos no son pertinentes, los de los docentes tampoco.
La práctica no es suficiente. Como en cualquier profesión, es necesario que se actualicen los
contenidos y las herramientas pedagógicas. Y también hay una deuda económica con ellos.
Mientras los docentes responsabilizan de los fracasos escolares a las familias o a los
estudiantes, en la sociedad tendemos a responsabilizar a los docentes, sin preocuparnos por
cómo están ellos.
Nuestras democracias todavía no han podido construir una autoridad legítima en las aulas.
¿Cómo debería enfrentarse este desafío?
El orden disciplinario tiene que ser construido con los estudiantes, dentro de las mismas
escuelas. Básicamente, porque un ambiente de convivencia permite mejores resultados; es
parte constitutiva de la educación de calidad. No se trata de hacer normas por hacer normas, y
que vayan más allá de las constituciones o de los marcos legales, sino que sean construidas en
forma participativa. La mayoría de las dificultades disciplinarias se produce a propósito de
brechas generacionales que ocurren entre los docentes y los estudiantes. Claro que hay
cuestiones puntuales que se deben respetar y que deben estar normadas en función, por
ejemplo, de la Convención de los Derechos del Niño, de las constituciones, de las orientaciones
de los ministerios de educación.
Las amonestaciones, ¿pueden seguir aplicándose?
Por supuesto que sí, pero carecen de un requisito básico, que es el debido proceso. Los
alumnos, las familias e incluso los docentes perciben que no hay un procedimiento justo,
elaborado, participativo, difundido, y que muchas veces las faltas no tienen relación con las
sanciones. Y también que, cuando existe un buen reglamento, en algunos casos éste no es
utilizado o se lo utiliza arbitrariamente. De hecho, los estudiantes suelen denunciar que quienes
tienen peores resultados académicos son los que reciben un peor trato disciplinario. En cambio,
estudiantes que tienen un buen desempeño académico, si algún día cometen una falta grave,
son tratados de otra manera. O sea que no se les aplica la norma. Hay una discriminación
dentro de la propia escuela para aplicar los reglamentos que existen.
Usted estudió los reglamentos de las escuelas chilenas. ¿A qué conclusiones llegó?
Los resultados fueron impactantes. Más de la mitad de los reglamentos no se ajusta a las
normas constitucionales. Por ejemplo, se sanciona la homosexualidad como una falta grave,
cuando ser homosexual no es delito.
¿Cómo el docente debería construir su autoridad y el respeto de sus alumnos?
Los docentes construimos respeto respetándonos a nosotros mismos, validando nuestro
trabajo. Creo que los docentes de América latina estamos muy de capa caída. Nos hacemos
cargo del lugar de responsabilidad en que nos coloca la sociedad, pero sin reflexionar sobre
nuestra acción. En vez de mirar hacia adelante, parece que nos quedáramos detenidos,
impactados y con cero posibilidad de reaccionar.
¿Qué sería reaccionar?
Reconstruir la identidad docente y la valoración de la docencia. Luego hay que aceptar al
alumno real que se tiene. En Chile, muchos docentes dicen: "Los alumnos no son los de antes".
Por supuesto que no son los de antes, y menos mal que no son los de antes, porque hoy día
accede la mayoría a la secundaria, y eso es lo que estamos buscando. Pero hay que tener
herramientas para atender bien a todos. Y esto también es necesario para construir el respeto
de un docente. Hay que respetar al que se tiene enfrente, ser justo e igualitario con las
medidas y construir la disciplina a través de un marco acordado con los estudiantes y los
equipos directivos. Esta coordinación, esta gestión de la norma, es importante también en
función de la formación de los estudiantes como futuros ciudadanos, que es otra finalidad de la
educación.
¿La violencia escolar contemporánea supera a la del pasado?
En Chile estamos tratando de formarnos una opinión consistente al respecto, porque todavía
no se ha demostrado que haya aumentado la violencia entre alumnos y entre docentes y
estudiantes. Sí es muy evidente que han aparecido otros canales más propicios para que se
conozcan estos casos. La forma de atender el problema es trabajando, por ejemplo, sobre los
reglamentos de convivencia en forma participativa. Pero hay que reconocer también que la
violencia que ocurre fuera de las escuelas, en nuestra sociedad, se da dentro de las aulas. No
creo que sea por una cuestión generacional, sino más bien por una cuestión social. La sociedad
es menos tolerante, tiene menos capacidad de aceptación. Los alumnos discriminan; hay
discriminaciones raciales, económicas y étnicas.
En 2006, en Chile, fue muy importante la movilización de estudiantes por el "No lucro" y la "No
selección". Pero cuando se pregunta ahora en los colegios, muchos alumnos dicen: "Sí, yo
quiero la no selección, pero la no selección para el resto, porque en mi colegio estamos los
mejores, y eso ha funcionado".
En Chile, los estudiantes ¿qué lugar tienen en la aplicación de una sanción a un compañero?
Ninguna. El Ministerio de Educación exige que los reglamentos sean construidos en forma
participativa. Pero no la hay; los padres, al ingreso de sus hijos al año escolar, reciben un
resumen del reglamento, pero nadie se entera de su contenido hasta que se enfrenta a una
dificultad. A los estudiantes les pasa lo mismo: conocen poco, y en lo que conocen encuentran
que faltan criterios para la aplicación de las normas. Entonces, en los objetivos está la
"construcción participativa", pero no en la práctica. Por lo tanto, no hay validación del
instrumento.
Poco se cambió entonces...
Cambios hubo, pero la escuela gueto y la disciplina son los mayores problemas. No se escucha
a los alumnos. No hay gradualidad en las sanciones. Y esto hace que la escuela y los docentes
vayan perdiendo autoridad; que sean autoritarios, que practiquen autoritarismo por el
autoritarismo mismo y no ejerzan la autoridad para la formación del joven.
Copyright Clarín, 2009.
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