Introducción El Viaje en el extranjero A lo largo del semestre hemos estudiado cómo en la literatura de cada época uno de los temas más recurrentes y más desarrollados es El Viaje. Este viaje puede ser representado desde al menos dos perspectivas: El viaje físico / externo, en el cual verse un traslado, un movimiento geográfico del protagonista; este traslado suele representar la búsqueda o imposibilidad por parte del héroe o antihéroe (según desde el prisma en que se mire) de llegar a su destino. El viaje interno / espiritual, no necesariamente este traslado debe significar un movimiento físico, si no que también puede tratarse de una transformación, un movimiento interno de la búsqueda de un estado o condición que permita al sujeto a su sino. Así lo pudimos ver en Apolonio de Tiro, Perceval, Dante... etc. Donde de la mano del traslado físico se da daba una transformación interna que comprendía la instrucción de las habilidades o virtudes necesarias para aspirar a merecer su destino. Se trata siempre de un viaje introspectivo. No obstante, el viaje también se puede presentar como una declinación hacia el ocaso; En El Extranjero se nos presenta la vida de la vida de Meursault, un hombre que vive como todos nosotros, pero que su sentir y actuar son diferentes; ni mejor, ni peor, sólo distinto. ¿ Y que lo hace distinto del resto?. Podríamos decir que una de las características que lo hacen particular es su falta de emociones a Meursault, nada lo conmueve, nada logra perturbarlo. Su conciencia es pasiva, cansada, aburrida − recordemos que todo le da lo mismo− y está insensibilidad le confiere a la vida de nuestro protagonista una especie sin sentido. Su viaje no es un recorrido vertiginoso hacia un fin, sino una lenta agonía la lenta la agonía diaria de una existencia de una existencia que se desenvuelve llana, ciega, automática, rallentando en una eterna repetición de acciones y gestos. El protagonista vive en un eterno sopor a pesar de esto tiene una visión despojada de ensoñación donde se presentan los hechos tal cual, de una manera verosimilizante. Meursault además tiene otro rasgo distintivo que lo individualiza al extremo, posee una sinceridad que llega a la crudeza, no es capaz de mentir, mejor dicho se rehúsa a mentir. Lisa y llanamente Meursault no miente. Pero en este punto debemos hacer una salvedad. No miente respecto al mundo de sus sentimientos. Tanto si se trata de complacer a alguien como de ahorrarle un sufrimiento, o incluso de salvar su propio pellejo. No intentará sentir lo que no siente. Y esto nos lleva a la siguiente paradoja: porque no utiliza la mentira para salir de embrollos que sus anteriores mentiras lo habían metido − recordemos que miente al ir atestiguar falsamente a la comisaría para salvar a su amigo, miente al escribir una carta por este mismo− Obviamente que las situaciones problemáticas merecen más poderosamente que las ilusas mentiras que dijo antes; pero no, sus sentimientos son infranqueables, sagrados. Son la religión que no traicionará y de la cual será mártir. Meursault se niega a mentir en su juicio. Es condenado por no franquear su integridad. Es un individuo que renunciando al automatismo y alineación ciega de la vida cotidiana se libera, rechazando la tentación de la esperanza que adormece entregándose, por libre albedrío, a la muerte y rechazando así un suicidio ignominioso. 1 Esta decisión se relaciona al decadentismo y degradación del existencialismo. Albert Camus (1913−1960) Novelista, ensayista y dramaturgo francés, considerado uno de los escritores más importantes posteriores a 1945. Su obra, caracterizada por un estilo vigoroso y conciso, refleja la philosophie de l'absurde, la sensación de alienación y desencanto junto a la afirmación de las cualidades positivas de la dignidad y la fraternidad humana. Camus nació en Mondovi (actualmente Drean, Argelia), el 7 de noviembre de 1913, y estudió en la Universidad de Argel. Sus estudios se interrumpieron pronto debido a una tuberculosis. Formó una compañía de teatro de aficionados que representaba obras a las clases trabajadoras; también trabajó como periodista y viajó mucho por Europa. En 1939, publicó Nupcias, un conjunto de artículos que incluían reflexiones inspiradas por sus lecturas y viajes. En 1940, se trasladó a París y formó parte de la redacción del periódico Paris−Soir. Durante la II Guerra Mundial fue miembro activo de la Resistencia francesa y, de 1945 a 1947, director de Combat, una publicación clandestina. Argelia sirve de fondo al primer relato que publicó, El extranjero (1942), y a la mayoría de sus narraciones siguientes. Esta obra y el ensayo en el que se basa, El mito de Sísifo (1942), revelan la influencia del existencialismo en su pensamiento. De las obras de teatro que desarrollan temas existencialistas, Calígula (1945) es una de las más conocidas. Aunque en su novela La peste (1947), Camus todavía se interesa por el absurdo fundamental de la existencia, reconoce el valor de los seres humanos ante los desastres. Sus obras posteriores incluyen la novela La caída (1956), inspirada en un ensayo precedente; El hombre rebelde (1951); la obra de teatro Estado de sitio (1948); y un conjunto de relatos, El exilio y el reino (1957. Colecciones de sus trabajos periodísticos aparecieron con el título de Actuelles (3 volúmenes, 1950, 1953 y 1958) y El verano (1954. Una muerte feliz (1971), aunque publicada póstumamente, es de hecho su primera novela. En 1994, se publicó la novela incompleta en la que trabajaba cuando murió, El primer hombre. Sus Cuadernos, que cubren los años 1935 a 1951, también se publicaron póstumamente en dos volúmenes (1962 y 1964. Camus, que obtuvo en 1957 el Premio Nobel de Literatura, murió en un accidente de coche en Villeblerin (Francia) el 4 de enero de 1960. Albert Camus y El existencialismo Camus produjo alrededor de la filosofía gran parte de su obra, en particular siguiendo la doctrina existencialista de Jean Paul Sartre (1905−1980); en un momento del siglo XX en el que las guerras mundiales habían producido un profundo sentimiento de incredulidad y pesimismo hacia las instituciones sociales, y hacia el sentido de la vida en general − que se considera vacío −, y sus valores, considerados insuficientes, inexactos, e inútiles. Todo aquello en lo que hasta entonces se creía y se valoraba parecía avasallado por el clima de violencia en todo el mundo, y produciéndose un replanteo de ideas y creencias sociales que parecían imperfectas a la hora de afrontar las dificultades de la época; no estaban a la altura de las circunstancias. Parte de estos asuntos se reflejan en la novela El extranjero Aparte del argumento de la novela, son los inusuales rasgos de la personalidad del protagonista de El extranjero, Meursault, lo que constituye el centro de atención del relato, por lo impactante que resultan y por 2 las distintas interpretaciones que ese carácter puede tener. Este protagonista, apático, pasivo y alienado hombre argelino, narra, en primera persona, una serie de eventos que van desde el insensible entierro de su madre, hasta un asesinato (forzado por la casualidad), pasando entre medio por una ambigua relación amorosa, para llegar a su propia condena de muerte. Sin embargo, durante todo el proceso nada de esto parece afectarlo. Sumido en la más absoluta indiferencia, el protagonista de El extranjero no demuestra mayor interés ni preocupación por aquello que le sucede ni por las acciones que comete. Siguiendo el mundo tal y como lo describe este protagonista en la novela, Meursault puede considerarse tanto como un heroico mártir de la libertad en una sociedad hipócrita, como, en cambio, una irracional amenaza al resto de la sociedad que lo condena por sus imperfecciones que no encasillan con las normas y convenciones establecidas. Pero para comprender al protagonista de la novela es preciso establecer la relación de su autor con la filosofía existencialista, pues El extranjero es una obra en la que Camus intenta reflejar las concepciones de esta filosofía. Meursault y el existencialismo Albert Camus, entre otros escritores e intelectuales de la época, produjo parte de sus obras entorno a las ideas del existencialismo − cuyo representante más conocido es Jean Paul Sartre −, como eje esencial desde el cual desarrollar personajes y argumentos que fueran el reflejo de esta filosofía. La filosofía existencialista del siglo XX puede, brevemente, caracterizarse como una reevaluación de todos los valores que hasta entonces habían venido estudiando la filosofía y la religión. Las ideas que estudiaban los filósofos y los religiosos hasta entonces fueron acusadas por los existencialistas de dar la espalda al mundo real, ocupándose de nociones muy abstractas y alejadas de la realidad cotidiana, como el puro idealismo o el cielo, respectivamente. Jean Paul Sartre fue uno de los filósofos de mayor trascendencia en el existencialismo, tras la II Guerra Mundial, y Albert Camus uno de sus más importantes seguidores. Su definición del Hombre señala que los humanos son los únicos seres vivos conscientes de su propia existencia, y así como los objetos físicos son en sí, el ser humano también debe ser para él mismo, es decir que los humanos son los únicos seres que al tener conciencia de su vida son libres para elegirla de acuerdo a su propia voluntad. Si hasta entonces el tema filosófico cuestionaba qué es el Hombre y qué es la Naturaleza, el existencialismo propondrá que no hay tal naturaleza eterna en el Hombre. La existencia humana precede a cualquier significado que pueda tener: esto quiere decir que el hombre tiene como deber crearse a sí mismo, pues su esencia no es innata: cada hombre es libre de formarse a sí mismo según su propia libertad, y no tiene que obedecer ni mandatos religiosos ni mandatos morales naturales que le impongan o indiquen cómo debe ser y cómo debe comportarse. La noción de un mundo sin sentido y absurdo surge precisamente de ésta concepción filosófica, pues el mundo en sí, para los existencialistas, no obedece a normas morales o éticas universales de ninguna clase, ni a leyes divinas que le den sentido y respuestas a la vida. La falta de una razón para que exista el mundo hace que los existencialistas lo entiendan como mundo absurdo. El hombre está solo en el Universo (sin dioses ni nada que lo justifique) y es absolutamente libre para elegir y construir su propia vida. Es el único encargado de sí mismo, de construir y sostener un vínculo con el universo que le dé significado a la existencia de lo uno y lo otro. Esto es en gran parte lo que Meursault, para bien o para mal, va haciendo a lo largo de la novela con su cuestionamiento al sentido de la vida en general. El hombre es, por lo tanto, un extranjero en un mundo sin sentido (o sea, sin seguridades absolutas), y esta certeza de saberse libre en un mundo en el que se nace y se muere sin una razón clara produce el sentimiento de pasividad, desencanto y absurdo que caracterizan a Meursault. Esta actitud hacia los demás es, de hecho, la verdadera razón por la cual es condenado, y no sólo por su crimen: 3 Se había sabido que mi madre había muerto recientemente en el asilo. Se había hecho entonces una investigación en Marengo. Los instructores se habían enterado de que yo no había dado pruebas de sensibilidad el día del entierro de mamá La relación entre el Mundo y el Hombre se establece según esta conciencia del absurdo de la vida como paso necesario para tener una conciencia clara de libertad. La vida consciente es la vida libre y ésta se limita, como el accionar de Meursault, al gusto por el instante presente. No se asume un pasado ni se proyecta un futuro. Libre de toda regla, el hombre está libre de toda elección; todo le está permitido, y aquella vida mecánica de quienes sí creen en normas (sociales) y en valores (religiosos, como el capellán), se presenta como una hipocresía social aceptada por el conjunto al que se enfrenta el protagonista. Meursault, por lo tanto, descreído e indiferente ante todo lo que represente una razón, una causalidad o una coherencia que motive su vida, sólo le prestará atención a aquello que pueden percibir sus sentidos. Vive en un mundo material ajeno a nociones abstractas, a las que no les encuentra sentido. Con María, de tal manera, sólo se relaciona física y no emocionalmente Un momento después María me preguntó si la amaba. Le contesté que no tenía importancia, pero que me parecía que no. Pareció triste. Mas al preparar el almuerzo, y sin motivo alguno, se echó otra vez a reír de tal manera que la besé. Sólo tras su charla con el capellán, en la cárcel, este extranjero se dedicará a una introspección de la cual no saldrá tan indiferente: (El capellán) gritó de golpe en una especie de estallido, volviéndose hacia mí: ¡No, no puedo creerle! ¡Estoy seguro de que ha llegado usted a desear otra vida! Le contesté que naturalmente era así, pero no tenía más importancia que desear ser rico, nadar muy rápido, o tener una boca mejor hecha. Era del mismo orden. (...) Quería aún hablarme de Dios, pero me adelanté hacia él y traté de explicarle por última vez que me quedaba poco tiempo. No quería perderlo con Dios. Reivindicará sus preferencias y dirá que comprendió a su madre. Así es como finalmente, en la novela, Meursault logra una cierta dicha, producto del conocimiento y dominio de su destino: ha comprendido, como los existencialistas, que esa falta de razón en el Mundo lo hace libre a él, y a su manera, ha sido feliz: Tan cerca de la muerte, mamá debía sentirse allí liberada y pronta para revivir todo. (...) Y yo también me sentía pronto a revivir todo. (...) Me abría a la tierna indiferencia del mundo. Al encontrarlo tan semejante a mí, tan fraternal, en fin, comprendía que había sido feliz y que lo era todavía. RelacióN ENTRE MEURSAULT Y CAMUS Dominado por estos principios existencialistas, el protagonista de la novela entierra a su madre, trabaja, se enamora, se entretiene, mata (y es condenado) en la más absoluta indiferencia. Ni el amor, la ambición o la muerte (ajena y propia) lo motivan. La indiferencia y pasividad del personaje se corresponden con el estilo narrativo, en tanto que éste es simple, transparente, sin metáforas ni elaboraciones complejas. Sobrio y llano como el personaje, lo escrito se limita sólo a describir las acciones y pensamientos de Meursault que, como el mismo texto, carece de una estilística compleja. El estilo de la escritura de Camus en la novela se limita tan solo a dar cuenta de los hechos que se van sucediendo, como si se contasen por sí mismos ante nuestros ojos; que asemeja una ausencia misma del narrador: El protagonista. Sin embargo, el único momento en el que aparece una metáfora es en el instante en el que Meursault asesina al árabe. Siguiendo su indiferencia hacia lo abstracto, Es la naturaleza: la playa, los únicos que parecen 4 afectarlo un poco directamente, influyendo en sus acciones: El ardor del sol me llegaba hasta las mejillas y sentí las gotas de sudor amontonárseme en las cejas. Era el mismo sol del día en que había enterrado a mamá y, como entonces, sobre todo me dolían la frente y todas las venas juntas bajo la piel. (...) Todo mi ser se distendió y crispé la mano sobre el revólver. El gatillo cedió. (...) Sacudí el sudor y el sol. (...) Entonces tiré aún cuatro veces en un cuerpo inerte en el que las balas se hundían sin que se notara. Y era como cuatro breves golpes que daba en la puerta de la desgracia. La relación entre las acciones de Meursault y los elementos de la naturaleza se nos presenta en episodios tan relevantes como el entierro de la madre, el homicidio en la playa, y durante el juicio y la condena. Meursault: un extranjero necesario El protagonista de la novela es un inadaptado a la sociedad ya que es incapaz de adaptarse a los valores, usos y costumbres estandarizados por el común de la sociedad. Es un inadaptado y un incomprendido. Su ambición es nula porque, en definitiva, todas las opciones le resultan iguales. Si con su jefe, en el trabajo, deja en claro que no le interesa progresar ni comprende su iniciativa, y, en absoluta indiferencia, se niega o es incapaz de percibir las motivaciones ajenas, en el amor, también, María será una mujer producto otra vez de la indiferencia, del azar. Una ex compañera de trabajo con la que se encuentra sin buscarla y se mantiene porque sí, por costumbre. También la pasiva amistad con su amigo Raimundo puede convertirse en complicidad − cuando miente por él tras la golpiza a la mujer − no por fidelidad sino por el absoluto desinterés en la verdad. 'Usted es joven y me parece que es una vida que debe de gustarle.' Dije que sí, pero que en el fondo me era indiferente. Me preguntó entonces si no me interesaba un cambio de vida. Respondí que nunca se cambia de vida, que en todo caso todas valían igual y que la mía aquí no me disgustaba en absoluto. El extranjero. Ajeno a las normas sociales, el protagonista practica en cierta forma una especie de honestidad brutal contra todas aquellas convenciones y mecanismos sociales que se presentan como absurdos y manipuladores, en una vida que parece no tener sentido, y en la que el hombre común es una víctima. La muerte de su madre no lo conmueve más que la pérdida del perro de su vecino Salamano, sobre la que repara con mayor detalle y conmiseración. La arbitrariedad de los jueces que lo condenan, el desinterés y egoísmo de los abogados, el sensacionalismo de la prensa que se ocupa del juicio, representan parte de los elementos sociales hipócritas, añejos, visiblemente dañados y peligrosos. Además, se los muestra como irracionales; es así, por ejemplo, evidente para todos que Meursault es condenado no sólo por matar a un árabe sino (y sobre todo) por el recuento de sus actos pasados, por testimonios que refieren que no lloró durante el entierro de su madre o que, al poco tiempo, iba al cine con una mujer, circunstancias que, además de ser anteriores al homicidio, lo que verdaderamente se está juzgando, no hacen a un proceso judicial coherente ni a una administración imparcial de la justicia. Estos jueces no condenan a un imputado por su crimen sino que lo condenan, abiertamente, por ser como es, o por como ha elegido ser. Por lo tanto, es posible considerar de manera positiva lo que Meursault pone en evidencia, esta hipocresía general ante la que él se niega a mentir para no caer también en ella. Como pasivo espectador de la realidad, Meursault logra una eficaz denuncia: Yo escuchaba y oía que se me juzgaba inteligente. Pero no comprendía bien cómo las cualidades de un hombre común podían convertirse en cargos aplastantes contra un culpable. Y el abogado recogiendo una de las mangas, dijo con tono perentorio: ¡He aquí la imagen de este proceso! ¡Todo es cierto y nada es cierto! Su rebelión ante la mentira general le produce el juicio y castigo por parte de la mayoría social amenazada por este individuo que se niega a aceptar todas las convenciones usuales. De este modo, el protagonista de El 5 extranjero sería un héroe de la sinceridad y la verdad, inmolado por una sociedad falsa incapaz de tolerar disidentes, es decir, incapaz de aceptar sus propias fallas y su falsedad, aniquilando al héroe que muere por la libertad que se niega a perder ante la comunidad adversa que reprime la verdad de sus actos. Meursault sería el producto de una sociedad que vive según normas y leyes que van contra la propia naturaleza de absoluta libertad de los individuos; un ser humano atrofiado espiritualmente por la falsedad general (o el absurdo, para los existencialistas) que denuncia en cierta forma la novela, y sobre la que se hace un llamado de atención. La novela no resuelve si el protagonista es mejor o peor que sus jueces, pero sí explicita que, como herramienta filosófica, el existencialismo puede aportar una nueva perspectiva sobre un mundo en el que los valores sociales y religiosos, respectivamente representados en un proceso penal y en un capellán, pueden ser revistos a la luz de circunstancias que parecen llenarlos y reclamar mayores y más efectivas respuestas o alternativas. Conclusión El viaje de Meursault es apetentemente hacia la degradación en un principio, un viaje en el que él permanece inmóvil, estático hacia su perdición que es determinada por un negligente juicio; Acto seguido la ilusión de la apelación nos parece un cambio, un tránsito hacia una evolución de Meursault, quien tiene la esperanza de que le condonen su pena de muerte, pero esta transformación es una tentación ante el atisbo de la muerte. Superada esta instancia observamos una especie de rebelión: Meursault rechaza la muerte en el instante mismo en que ésta se le impone: lo absurdo es al mismo tiempo conciencia y rechazo de la muerte. Su visón se aumenta y ve lo absurdo del mundo, de la sociedad de la que nunca formo parte y es en este preciso instante en el que juzga su propia vida y es capaz de justificarla. Se ve a sí mismo como un inocente de su castigo y cae en un nivel de inocencia de lo absurdo. En este despertar de su conciencia es la culminación del viaje del personaje el cual termina con su muerte, pero esto es algo secundario... ya que lo verdaderamente importante es que por algunos preciosos instantes pudo llegar a un nivel de conciencia: Una conciencia del presente, una maravillosa conciencia de su presente y su pasado, una mágica y rica revelación, que de ninguna forma fue menoscabada por la muerte Y a que esta el término del viaje en este instante primordial que ningún otro hombre en ese mundo podría llegar jamás. Bibliografía • El Extranjero Albert Camus. Editorial Andrés Bello Sgto. de Chile, 1990 • Albert Camus Robert de Lupe. Editorial Mandrágora Buenos Aires, 1952 • Camus Conor C. O´Brien. Editorial Grijalbo Barcelona−México, 1973 • El Existencialismo Noberto Bobbio Fondo de Cultura económica México ,1949 El Extraño" El Extranjero Albert Camus − Segunda Parte Pág.56 Editorial Andrés Bello, Sgto. de Chile, 1990 El Extranjero Albert Camus Cáp. IV − Primera Parte Pág. 33 Editorial Andrés Bello Sgto. de Chile,1990 El Extranjero Albert Camus Cáp. V − Segunda Parte Pág. 104−105. Editorial Andrés Bello Sgto. de Chile, 1990 El Extranjero Albert Camus Cáp. V − Segunda Parte Pág. 107. Editorial Andrés Bello Sgto. de Chile, 1990 El Extranjero Albert Camus Cáp. IV− Primera Parte Pág. 53−54. Editorial Andrés Bello Sgto. de Chile,1990 El Extranjero Albert Camus Cáp. V− Primera Parte Pág. 38. Editorial Andrés Bello Sgto. de Chile, 1990 6 El juicio no es presentado como si tuviese efecto en alguna cuidad de Europa y se estuviera juzgando un incidente entre dos miembros de una población homogénea. [...] Pero representar de la misma manera a un tribunal que, en Argelia, juzga un crimen como el comete Meursault, equivale, de hecho, a presentar un mito: El mito de Argelia francesa. Lo que a un lector ocasional puede parecer un ataque o una muestra de desprecio frente a la justicia, es en realidad, todo lo contrario a un ataque. Por que, en efecto, al sugerir que la justicia argelina es imparcial entre árabes y franceses, Camus viene a negar implícitamente la realidad colonial, realidad que sustituye por su ficción colonial ( Camus. Conor C. O´ Brien. Pág. 33−34 Ediciones Grijalbo. Barcelona− México. 1973) El Extranjero Albert Camus Cáp. IV− Segunda Parte Pág. 38. Editorial Andrés Bello Sgto. de Chile, 1990 El Extranjero Albert Camus Cáp. III− Segunda Parte Pág. 38. Editorial Andrés Bello Sgto. de Chile, 1990 " "El Extranjero" (discutible traducción del título, porque en este caso 'L'etranger' sería más bien 'El extraño'. 7