Carta abierta a Gonzalo Marroquín en relación con la libertad de prensa Estimado Gonzalo: Los suscritos, periodistas independientes, defensores de las libertades democráticas, te felicitamos públicamente por tu nombramiento como Presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa –SIP-. Convencidos de que una mejor y mayor defensa de la libertad de prensa coadyuva al fortalecimiento democrático, deseamos aportar algunas reflexiones sobre la conculcación de este derecho en Guatemala. En sociedades polarizadas como la nuestra, obligadas a transitar hacia la democracia, la prensa debe jugar un papel de equilibrio frente a los desmanes del poder, evidenciándolo y analizándolo, constituyéndose en un virtual contrapoder. Sin embargo, debe cuidar de no convertirse en un poder en sí mima, pues corre el riesgo de constituirse en la prensa del poder, sea este económico o político. Hay que recordar que la prensa –empresarios y periodistas- debemos cuidarnos tanto de los ataques como de las lisonjas del poder, tomando una prudente distancia del mismo, ejerciendo un periodismo que “debe tener como estandartes fundamentales el beneficio de la colectividad, por encima de los legítimos y naturales intereses de los sectores sociales, económicos, políticos, religiosos o de cualquier otra índole”, como postuló el editorial de Prensa Libre, en la edición de su cincuentenario. Es innegable la interesada, tirante y compleja relación entre el poder y la prensa. Es interesada porque el poder, de toda índole, es uno de los tópicos más abordados por los medios de comunicación; y para los que detentan el poder, los periodistas somos una molesta conciencia pública, que no pueden desatender, razón por la cual algunos políticos pretenden “pegarnos o pagarnos”. El poder se adquiere para ejercerlo, pero muchos pretenden violentar las leyes y las instituciones que rigen su legítimo ejercicio, y es cuando los periodistas debemos denunciar los abusos, convirtiéndonos en un contrapoder; ese es el origen de la tensión en la relación. El trato entre ambos factores tiene, además, muchas complejidades. Una de ellas, tal vez la menos conocida, es el riego que periodistas o empresarios pretendan usar a la prensa como un medio para hacerse del poder económico o político, deslegitimando la labor periodística y sacrificando los medios de comunicación. Ejemplos de la anterior desviación abundan: Jorge Carpio, en Guatemala; Silvio Berlusconi, en Italia; o el magnate de la televisión Vladimír Zelezný, en Checoslovaquia. En los tres casos citados, fueron los medios de comunicación quienes sufrieron las consecuencias de esta insana promiscuidad entre el poder y la prensa. Por ello, en cada consorcio de comunicación debe trazarse claramente la línea que separa a la empresa del medio; de lo contrario, el medio de comunicación perderá credibilidad y audiencia, y la empresa irá a la quiebra. Durante los dos últimos Gobiernos, la prensa –particularmente la escrita- ha jugado un papel de primer orden en la defensa de la transición democrática, con su cauda de amenazas y muerte; tal actitud crítica ha disminuido frente al actual Gobierno. Sin embargo, la garantía de que ese contrapoder mediático cumpla con su función social pasa, en primer lugar, por el empoderamiento democrático de la sociedad. Los medios de comunicación ni pueden ni deben sustituir a los movimientos sociales, que le dan contenido y sentido a la democracia. Los periodistas y los empresarios mediáticos no debemos caer en la tentación del protagonismo político, so pena de desvirtuar nuestra función social. Todos debemos tener presente que la prensa es solamente un elemento –tal vez el más visible- del sistema de fiscalización ciudadana que debe velar por la legitimidad del ejercicio del poder. El papel de contrapeso de la prensa requiere, en segundo lugar, que los medios de comunicación prediquen con el ejemplo: en su seno deben imperar la transparencia, el equilibrio, la democracia y la tolerancia. No pueden exigirle el ejercicio de tales valores a una sociedad en tránsito a la democracia, si son ignorados al interior de las casas editoriales. Siguiendo la tesis de Ricardo Arias Calderón, ex vicepresidente de la República de Panamá, "por transición se entiende el cambio de un régimen no democrático a un régimen democrático" y "democratizar", según la definición de Aristides Calvani, Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela (1969-1974) es "establecer democracia donde no 2 existe, consolidarla donde existe y perfeccionarla donde está consolidada, puntualizando que por "democratización" se entienden los tres procesos entrelazados".1 En la transición democrática la prensa es un factor determinante; por ello, la democratización de los medios de comunicación es una cuestión ineludible para que se constituyan en un actor que promueva los avances democráticos. Una empresa mediática en la que impere el autoritarismo y la intolerancia no podrá constituirse en factor de cambio democrático. Por todas las consideraciones anteriores, nos preocupa constatar que en varios medios de comunicación nacionales se esté conculcando la libertad de prensa de muchos colegas periodistas, aduciendo razones laborales o administrativas. Incluso a dos de los firmantes se nos ha privado de nuestras columnas por discrepar con la línea editorial de los periódicos en los que publicábamos, a pesar de escribir con profesionalismo y contar con lectores. Es innegable que, en términos generales, los medios de comunicación guatemaltecos se han modernizado, pero no se han democratizado. Cada día son más competitivos y comerciales, pero el tratamiento de los temas políticos sigue siendo sesgado y la pluralidad de enfoques tiende a reducirse. A la larga lista de casos ilustrativos se acaba de sumar la exclusión de José Manuel Chacón del diario elPeriódico, aduciendo problemas económicos para pagarle un sueldo magro, muy inferior al de un policía, al mismo tiempo que la empresa agasajaba a los participantes en la LX Asamblea de la SIP con una ostentosa cena de gala en el hotel más caro de la Antigua Guatemala. A fin de mantener su crítica caricatura y darle voz a los que no tienen, Filóchofo ofreció trabajar gratuitamente, pero elPeriódico se negó, evidenciándose que las razones de la exclusión de Chacón son políticas, no económicas. Al autoritarismo y a la intolerancia de los dueños o directores se suma la concentración mediática, como expresión criolla de un fenómeno mundial. Radios, televisoras o periódicos tienden a concentrarse en pocas manos, tanto en Guatemala como 1 Arias Calderón, Ricardo. Transición a la democracia. Ponencia presentada en el marco del Encuentro Nacional de Diputados Locales del Partido Acción Nacional. 21, 22 y 23 de Febrero, 2002. Veracruz, México. 3 en el extranjero, generándose un poder económico de tal magnitud que terminan sirviéndose o aliándose al poder político, en vez de fiscalizarlo. Norman Solomon, del Institute for Public Accurancy, especialista en auditoría mediática, reduce el grupo propietario de los medios de comunicación estadounidense a seis grandes corporaciones -en los años 60 eran mas de 40-, señalando que los capitales corporativos se entrecruzan en alianzas de poder que controlan terceras corporaciones mediante participaciones accionarias bajas y sofisticados enroques de capitales. El impacto de estos cambios será desastroso en la calidad de la información pública y fatal para la democracia, ya deteriorada con las restricciones a las libertades públicas establecidas por poderes fácticos, como el crimen organizado. El control mediático es el mejor caldo de cultivo para la manipulación noticiosa y la intolerancia política, sobre todo cuando los dueños poseen simultáneamente diarios y estaciones de radio y TV, generándose interpretaciones corporativas de la realidad nacional que promulgan por el pensamiento único, cuna de la dictadura o la alienación. En resumen, y desde nuestra modesta opinión, la lucha por la libertad de prensa incluye al conjunto de los derechos humanos. A través de la libertad de prensa pueden y deben expresarse las demás libertades políticas y los derechos primarios básicos, así como los económicos y sociales, incluyendo los derechos a la paz y la igualdad solidaria y fraternal entre los seres humanos. Al garantizar la posibilidad de expresión de ideas y hechos respecto de todos los derechos humanos, la libertad de prensa contribuye a eliminar o dejar al descubierto las limitantes que se oponen a su pleno ejercicio. Desde esa perspectiva integral, los sucritos nos sumamos al esfuerzo de defender la libertad de prensa, enfrentando a los poderes de cualquier tipo que intenten conculcarla, dentro o fuera de los medios de comunicación. Esperando poder contribuir al esfuerzo descrito, nos suscribimos atentamente, Luis Zurita Tablada. Marco Vinicio Mejía. Víctor Ferrigno F. Guatemala de la Asunción, Octubre de 2004. 4