. EL PALACIO DE CARLOS V DE GRANADA (1527 - 1550). PEDRO MACHUCA Introducción. La cultura artística del siglo XVI en España tiene en Pedro Machuca a uno de sus más importantes artífices, capaz de manejar el lenguaje del clasicismo italiano que renovó el panorama cultural hispano durante esta canturria. Machuca nació en Toledo hacia 1490. Desde 1512 hasta 1520 se encuentra en Italia, donde se formó en él circulo de Bramante. De vuelta a España llego a Granada buscando la posibilidad de incorporarse al programa decorativo de la Capilla Real. Después de la toma de Granada por los reyes Católicos en 1492, y durante la primera mitad de la siguiente centuria, se desarrolla un complejo programa político, social y cultural tendente a transformar la ciudad musulmana en una ciudad cristiana. Granada vivía una situación privilegiada y de efervescente actividad artística y constructiva, hecho que favoreció la llegada de un gran número de artistas, entre ellos Bartolomé Ordoñez, Pedro Machuca y Alfonso Covarrubias, que fueron asentándose en la ciudad y formando un núcleo que permitió el desarrollo de los ideales del clasicismo que acabarían imponiéndose con la llegada de Carlos V. En 1526, tras su matrimonio en Sevilla con Isabel de Portugal, el Emperador permaneció durante cinco meses en Granada, formándose a su alrededor una importante corte de humanistas y políticos. Además, se trazó un plan de amplio alcance tendente a convertir esta ciudad en capital imperial. Dicho ideal se va a concretar en el proyecto constructivo que Machuca realiza en la Alhambra, lugar elegido por Carlos V para situar su mansión terrena, y en el cual pudo plasmar el nuevo lenguaje que había asimilado en Italia. La gestación del Palacio de Carlos V no puede entenderse sin la figura de don Luis Hurtado de Mendoza, conde de Tendilla, quien será el verdadero artífice de la decisión Carolina y controlará hasta el más mínimo detalle la ejecución del diseño. En este proyecto Machuca tenía el cargo de maestro mayor o arquitecto, por lo que su trabajo consistía en la elaboración de las trazas e instrucciones sin actividad manual directa, ocupación que llevó acabo hasta su muerte en 1550, fecha en que le sustituyo su hijo Luis Durante la segunda mitad del siglo colaboraron en esta empresa el propio Juan de Herrera y su discípulo Juan de Minjares. En las primeras décadas del siglo XVII se abandonaron por completo las obras. Análisis de la obra. El Palacio constituye el resumen arquitectónico de la idea imperial, que se concreta en sus elementos: planta, ciclos histórico-alegóricos de las portadas sur y oeste, y determinados elementos arquitectónicos constitutivos de la obra. La planta se define mediante la conjunción de dos figuras geométricas, él circulo en el patio interior, símbolo de lo divino y el cuadrado en la línea exterior de las fachadas, referencia de la materia terrenal, del cuerpo y de la realidad. Pero, además del significado simbólico que tiene el empleo de ambas figuras geométricas, hay que tener el valor arquitectónico que ellas poseen dentro de la cultura artística del renacimiento, en concreto de los edificios romanos, que vienen mediante proyectos o construcciones concretas, se habían erigido en referencia obligada del pensamiento humanista, como el patio que ideó Rafael para Villa Madama en Roma o el proyecto de bramante de rodear con un atrio circular el templete de San Pietro in Montorio. Según los ideales renacentistas, se comprueba en este palacio un deseo de lograr una edificación repleta de armonía y proporción. Santiago Sebastián ha observado cómo con él circulo y el cuadrado se lograba ese sentido de la belleza que consiste en la integración racional de las proporciones de todas las partes del edificio, sin que nada pudiera agregarse o quitarse sin destruir la armonía del todo. Carlos V al establecer en Europa la universitas cristiana no pretendía otra cosa que la armonía universal, exactamente lo mismo que se expresa por el juego simbólico del circulo y del cuadrado que hay en la planta. El Renacimiento puso en vigor la interpretación matemática de dios y del mundo que dieron los griegos, así la figura de Vitrubio, inscrita en un cuadrado y en un circulo se convirtió en símbolo de la simpatía matemática entre el macrocosmos y el microcosmos. Como palacio cósmico, era obvio que tuviera el círculo para la relación microcósmica, y el cuadrado exterior para la correspondencia con los puntos cardinales, que determinan su orientación terrestre. Tal era el imperio universal del emperador español y precisamente el destino señalado a ese palacio era su exaltación. El interior del Palacio se organiza en tomo al gran patio circular de dos cuerpos y 30 metros de diámetro; es un recinto pensado para el espectáculo, pues permite una perfecta visibilidad desde todos los puntos circundantes. El piso inferior es de orden dórico-toscano, coronado por un juego continuo de triglifos y metopas, mientras el superior, utiliza el orden jónico. Los muros de los pórticos se estructuran con pilastras que se corresponden con la columnata y que se abren, en relación con las fachadas, a cuatro zaguanes. Las cubiertas son una bóveda anular en la galería inferior y un techo de madera en el piso superior. El patio se completaba con un programa de frescos para la bóveda anular y una rica decoración dorada para los artesonados proyectados del cuerpo superior que, lamentablemente, nunca llegaron a realizarse. Esta frustración del programa decorativo deja forzosamente incompleto el interior del Palacio. Las fachadas se articulan mediante temas bramantescos, herencia sin duda de las experiencias romanas de Machuca. Su alzado consta de dos cuerpos; el primero toscano, con sillares almohadillados y labrados a la rústica y el segundo jónico, cuya ornamentación está resaltada por el contraste con el cuerpo inferior, más severo, en él los balcones están cuadrados entre pilastras. En ambos pisos balcones o ventanas tienen sobrepuestos óculos, cuyo derrame se acentúa en los de la banda superior. Un amplio poyo, formando el zócalo del Palacio y, las aldabas de bronce, conformadas por mascarones en forma de león y columnas jónicas con el lema plus oultre, completan el programa exterior. El destino de los palacios renacentistas era como se ha dicho la glorificación del monarca. Esto les dota de un doble valor arquitectónico y simbólico. La decoración tiene una función paralela y complementaria. Aunque el proyecto inicial preveía la decoración de las portadas de los cuatro lados, solo se realizaron los relieves correspondientes a dos de ellas. Ambas celebran las victorias del emperador con el lenguaje de la fábula. La fachada sur tiene un claro carácter triunfal, como indica la utilización de arcos de medio punto con victorias en las enjutas. El piso superior exhibe un arco serliano que posibilita la presencia de relieves referentes a los triunfos marítimos del Emperador, como el de Neptuno, soberano de los mares y océanos, y la historia del rapto de Anfítrite. En las enjutas del arco aparecen alegorías de la Historia y la Fama que remiten a los triunfos y virtudes de Carlos V. La fachada oeste considerada la principal, destaca por los relieves de los pedestales del piso bajo, en los que Machuca diseño episodios de batallas cuajados de trofeos de guerra, bellamente estudiados y agrupados. Entre ellos resalta el Triunfo de la Paz, simbolizado por figuras femeninas sentadas sobre montones de armas y representaciones de batallas, posiblemente Pavía. En el piso superior aparecen tres tondos; el del centro con el escudo imperial, y los laterales con representaciones herácleas: la lucha con el toro de Creta y con el león de Nemea, alusiones directas a Carlos V, el nuevo Hércules. Significado de la obra. Por todo lo expuesto, podemos concluir que la labor arquitectónica de Pedro Machuca, junto a la supervisión del conde de Tendilla, entre los que se creó una relación similar a la sustentada por los mecenas italianos, hicieron posible la plasmación artística del ideal imperial que Carlos V requería para legitimar su discurso político. Para ello, se utilizó un depurado vocabulario clásico que conectaba con las experiencias del manierismo romano y que situó esta creación en la vanguardia artística europea del momento. Lo dicho anteriormente, sin embargo, contrasta con la poca repercusión que tuvo este Palacio en la arquitectura española, ya que no se encuentran edificios directamente inspirados en él, debido a que la prolongación de sus obras durante casi un siglo, hizo que su terminación coincidiese con la hegemonía del estilo herreriano ya inmerso en los aires clasicistas, o quizá también por el excesivo virtuosismo de sus concepciones arquitectónicas que en España no llegaron a cuajar tan profundamente como en Italia.