BICENTENARIO DE UN DESTINO COMÚN Trazado del V:. M:. de Ismael Montes Nº 11, JLR, en homenaje a la visita de los HH:. de la R:.L:.S:. Cóndor Nº 9 del Valle de Santiago del Oriente de Chile presididos, por el V:.M:. RAG El año 2010 se ha transformado, en el sentido histórico, en un símbolo aniversario de la emancipación de muchos pueblos americanos. Doscientos años después de la independencia de las primeras naciones de esta parte del continente, con varios países amenazado por la deriva del populismo totalitario que pretende escribir otra historia; la cuestión de la independencia hispanoamericana adquiere otro sentido, por ello esta rememoración más que un evento protocolario, debe constituir un motivo de reflexión sobre los orígenes y las ideas que dieron contenido a este movimiento emancipador, para entender el legado histórico que recibimos. Los pocos y antiguos documentos existentes, dan cuenta que durante los primeros 25 años del siglo XIX es decir del 1800 al 1825, una gran mayoría de los próceres de América del Sur, en ciudades como Chuquisaca, Buenos Aires, La Paz, Santiago, Cuzco y otras, pertenecieron a logias masónicas y organizaciones de la misma índole; y que las logias organizadas dentro de las colonias bajo el influjo masónico fueron conocidas como Sociedades de Pensamiento y en algunos casos como Sociedades Patrióticas. Este interesante análisis retrospectivo permite verificar como la impronta de las ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad, fueron determinantes para que los pueblos hispanoamericanos, entre ellos Bolivia y Chile, hubieran iniciado o suscrito definitivamente su independencia. De allí que no cabe la menor duda que fueron postulados masónicos junto a los pilares del racionalismo y los masones liberales de aquella época, los que dieron a conocer al mundo una nueva forma de pensar, e incentivaron la construcción del propósito independentista que promovió la conspiración contra el imperio español. Esta nueva manera de concebir la vida en sociedad llegó a tierras americanas de la mano de los próceres que militaron en logias europeas. Estos acontecimientos curiosamente han permanecido envueltos en cierta penumbra, al menos para la generalidad de los aficionados a la investigación histórica. Otra circunstancia que incentivó el movimiento independentista, fue la pésima y rígida administración colonial y la discriminación terriblemente odiosa en favor de los peninsulares, esta situación fue determinando focos de creciente descontento, a lo que hay que agregar que importantes oficiales del ejército español también eran portadores de las ideas liberales y no pocos de ellos reconocían su adhesión a los principios masónicos. Por otro lado, pese a las estrictas prohibiciones y censuras sobre el derecho de la lectura en las colonias, el contrabando de libros permitió a muchos criollos ilustrarse sobre las ideas de concebir una nueva vida en sociedad. Esta nueva mentalidad como concepción ideológica, tuvo como fuentes primarias: la influencia del enciclopedismo francés y las ideas masónicas. De allí que durante la mitad del Siglo XVIII se operó una transformación profunda en la cultura y el espíritu colonial. Se produjo una efervescencia intelectual fomentada principalmente por los enciclopedistas y, como ya lo hemos dicho, no obstante el rigor de la vigilancia impuesta por la Metrópoli, lograron penetrar libros y escritos que despertaron profundas inquietudes entre los nativos. El pensamiento profundo de Voltaire y de Rousseau ejercieron una preponderante influencia sobre numerosos ciudadanos que desempeñarían un rol fundamental en la lucha por la liberación de sus pueblos de la Metrópoli española. Si bien es cierto que ningún hecho histórico puede ser localizado con exactitud entre dos fechas precisas, vale la pena mencionar a ellas aproximadamente, para tener más claridad al respecto. Se puede afirmar entonces que la Revolución americana, se extendió entre los años 1770, en que aparecen los primeros vestigios de actividad masónica en esta parte del mundo entonces denominado Virreinato de Perú, y el año 1824, fecha esta última en que tiene lugar la famosa batalla de Ayacucho en tierra peruana, librada entre las fuerzas aliadas latinoamericanas y las reales de España. Las logias en aquella época mantuvieron su condición de sociedades secretas, llegando a unirse a otras asociaciones igualmente ocultas, creadas en su mayoría por el masón Francisco de Miranda, quien en 1797, en su taller principal en la Casa de Grafton Square en Londres, fundó una sociedad patriótica de carácter masónico y de tendencia republicana llamada “Gran Logia Reunión Americana” y luego de ello estableció filiales en París, Madrid y Cádiz. Esta logia asumió como principal tarea la emancipación de las colonias americanas del yugo español. Su ideario se expandiría en Sudamérica a través de las logias llamadas “Lautaro”. Londres y Cádiz fueron las ciudades columnas por excelencia de la construcción teórica y práctica de la Independencia Americana de las posesiones de la Corona Española. De allí que el General Miranda es, sin duda alguna, una de las figuras más extraordinarias surgidas en América en aquel tiempo. Las órdenes del Consejo Supremo partían de Londres hacia las Logias Continentales. Y fue, precisamente, en el Taller de Grafton Square, donde el Gran Maestro Francisco de Miranda dio personalmente la luz masónica a casi la mayoría de los padres de la independencia de América; entre ellos a Simón Bolívar el Libertador de Venezuela y Bolivia y a Andrés Bello; de Argentina a José de San Martín, Bernardo Monteagudo, Mariano Moreno; de Colombia Antonio Nariño; y de Chile a Bernardo O´Higgins, Juan Martinez de Rozas, Gregorio Argomedo, José Antonio Rojas, Juan Mackenna y Manuel de Salas, entre otros; que luego se dispersaron de acuerdo a sus orígenes por los pueblos de todo el Continente, siendo portadores del nuevo evangelio revolucionario. Ello explica por qué las guerras de la independencia se producen simultáneamente en casi todas las colonias. El propio Bernardo O’Higgins es el fundador de la logia Lautaro en Cádiz, que influyó en la independencia de Chile y Perú, el personalmente recomendó este nombre a Miranda convenciéndolo que lo colocara en honor a un indomable cacique chileno que en el siglo XVI incitó al pueblo araucano a luchar contra la dominación colonial española. Las filiales de la Gran Reunión Americana tomaron este nombre genérico, además, con el deseo de definir, a través del nombre del Joven Caudillo araucano que luchara por la libertad de su pueblo, los objetivos de este tipo de organizaciones. La logias Lautarinas tenían como trilogía; “Unión, Fe y Victoria”, tenían cinco grados y el juramento que prestaban los iniciados consistía en: “nunca reconocer por gobierno legítimo sino aquel que fuera electo por libre y espontánea voluntad del pueblo”. La historia a través de la documentación y la investigación han ratificado que las logias lautarinas provienen de las logias liberales y girondinas que apoyadas por la corriente liberal de Francia pasaron a España, en circunstancias en que estas organizaciones desobedecieron la concepción ortodoxa que sostenía la Masonería Inglesa. Se debe recordar que pocos decenios después de 1717, en Europa continental, ya proliferaban variantes de la Masonería, incluyendo aquellas que crearon los altos grados. Respecto a su verdadera filiación masónica, mucho se ha dicho y escrito. Hay diversas opiniones: y existen quienes piensan que hay que saber diferenciar entre sociedades patrióticas y logias masónicas, unos autores, basándose en su Constitución General, la defienden; otros, piensan que eran logias de tipo militar, secretas pero no claramente masónicas. Las logias lautarinas usaban la terminología y organización masónica. Unos autores dicen que las logias lautarinas no eran logias masónicas y este criterio lo confirma también Domingo F. Sarmiento. Otro probado y autorizado masón y a la vez conservador, Bartolomé Mitre, nos dice que revestían todas la forma de las logias masónicas pero solo tenían de ellas los signos, formulas, juramentos etc., no iniciaban en sus misterios porque su objeto era profesar el dogma republicano y comprometerse a trabajar por la independencia de América. Por otro lado estudiosos de este tema, consideran a estas logias como autenticas logias masónicas. Así lo sostienen respetables autores y masones argentinos, colombianos, venezolanos y entre los chilenos, Fernando Pinto Lazarrigue, autor de la importante obra "La Masonería, su influencia en Chile". Lo cierto es que las logias Lautarinas eran logias operativas de influencia masónica, con lo cual podían salirse del ritualismo y concentrarse en los objetivos específicos establecidos. La inmediata misión de estas logias, fue el de unificar el pensamiento revolucionario y procurar difundir los ideales que hicieron posible la independencia de los Estados Unidos, la gran Revolución Francesa y la tenaz resistencia a la invasión napoleónica sobre la integridad de España. De ellas participaban masones al menos en los niveles superiores de conducción. Casi la mayoría de los forjadores de la independencia de Chile fueron y son masones, entre ellos: Carrera, O´Higgins, Mackenna, Infante, Marin, Egaña, Salas, Argomedo, Bulnes, Camilo Henriquez, Luis Carrera, Blanco Encalada, Freire, Vicente Larraín, Vera y Pintado, Martinez de Rozas y muchos otros. Gran parte de ellos formaron parte de la Logia Lautarina de Santiago, la cual levantó columnas en el número 79 de la calle Santo domingo el 13 de marzo de 1817. Pero el tratar de comprender a cabalidad la influencia de la Masonería en el transcurso libertario americano, nos obliga a remontarnos a la evolución del pensamiento universal, proceso en el que la Augusta Orden tuvo importante intervención. Especialmente en el periodo conocido como Siglo de las Luces o Ilustración que surgió a mediados del siglo XVII hasta el XVIII. La Ilustración llegó hasta las colonias inglesas y españolas, bañada de tintes revolucionarios únicos, plantando en el intelecto la semilla que permitió propulsar la revolución y emancipación política. La germinación de la idea emancipadora dio lugar a la primera Gran Revolución Liberal; la de los EE.UU. de Norte América, impulsada en 1776 por probados y reconocidos masones que abrazaron las ideas de libertad, tales como George Washington, Benjamín Franklin, La Fayette y otros; revolución que adquirió gran importancia tanto para Europa como para el nuevo mundo. Nueve de los trece delegados firmantes de la Declaración del Acta de la Independencia de los EE.UU., fueron masones. Luego de las guerras norteamericanas, sobrevino la Revolución Francesa y a continuación de ésta las Luchas Independentistas Hispanoamericanas. En este acontecer, el Alto Perú no quedó al margen del movimiento cultural que llegaba desde la Península y se extendía por todos los rincones de América que, a decir del Jesuita e historiador Estanislao Just Lleó, llenaba los años del siglo XVIII. Las nuevas doctrinas de la Ilustración llegaron a América a través de varios canales. La audiencia de Charcas no fue ajena a este movimiento cultural de los pueblos, más aún cuando en su territorio radicaba una de las universidades más importantes de toda la América española, la Mayor, Real y Pontificia Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, a la que acudían gente de todas partes del Virreinato, entre ellos varios masones, atraídas por su fama y prestigio académico. En el caso de Bolivia fue la Real Audiencia de Charcas, quien un 25 de mayo de 1809, con el apoyo del claustro universitario y sectores independentistas, quienes destituyeron al gobernador y formaron una junta de gobierno. El movimiento, fiel en principio al rey Fernando VII de España, fue justificado por las sospechas de que el gobierno planeaba entregar el país a la infanta Carlota Joaquina de Borbón, pero desde los comienzos sirvió de marco para el accionar de los sectores independentistas que propagaron la rebelión a La Paz, donde se constituiría la Junta Tuitiva. Esta fue la mecha que encendida dio comienzo al proceso libertario de los pueblos del Alto Perú, hoy Bolivia. Tomas Carlyle decía que: “La historia de las naciones no es sino la biografía de sus grandes hombres”, de ser esto cierto, podemos decir que la historia de Bolivia y Chile como Repúblicas en sus mejores logros, no es más que la biografía de grandes masones y que el aporte de la masonería a la Institución de estas Repúblicas fue y ha sido, arquitectónicamente, filosóficamente y simbólicamente hablando; absolutamente esencial, de fundamento, estructura, soporte y concepción. Bolivia y Chile, como se ha podido advertir, nacieron como Repúblicas inspiradas en el crítico masónico de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Sin embargo la lucha por estos ideales lejos está de concluir. De allí que es misión y responsabilidad de quien ingresa a la Augusta Orden, el de continuar con la responsabilidad delegada de trabajar por una sociedad más justa y libre de muchos vicios, de un pasado anacrónico y poco evolutivo, en la búsqueda del crecimiento equilibrado, la integración y el progreso, en el cual nuestros pueblos tienen puestas sus esperanzas y sus mayores anhelos. Los propósitos sin duda hoy ya no son los mismos que los del centenario, ni serán los mismos que del tricentenario y demás años que están por venir, pero lo que sin duda alguna nunca dejará de ser, es símbolo inextinguible de una inclaudicable lucha que nos debe mover a la conservación y defensa de la libertad y los derechos ciudadanos de nuestros pueblos. Espero haber cumplido. Santa Cruz de la Sierra, 29 de octubre de 2010.