Declarando lo que somos en Él Salmo 27 El Salmo 27 es uno de los más populares de la Biblia y uno de los favoritos del pueblo de Dios a través de los siglos. Una de las razones de su popularidad es la belleza de sus declaraciones: limpias, transparentes, directas. Son declaraciones que brotan de un corazón creyente, que tiene una firme y verdadera relación con Dios. Es un salmo que infunde fuerzas y ánimos y que abarca un amplio espectro de la experiencia humana. Es un salmo afirmativo, que no niega la realidad de los problemas cotidanos, pero que a la vez se levanta sobre ellos, poniendo la mirada en el único que tiene el poder para ayudarnos a vencerlos. Demos una mirada a este salmo que nos habla de una manera potente a los cristianos del siglo veintiuno. Declaración de confianza. vers. 1-3. El salmista David había caminado con Dios por largo tiempo. Por tanto, estaba lleno de testimonios de la fidelidad de Dios. Como rey de Israel, escogido por Dios, había tenido que enfrentar la oposición, las enemistades y aún el riesgo de perder la vida. Sin embargo, Dios le había sacado victorioso en todas las circunstancias, porque el corazón de David estaba fuerte en Dios. Él era su luz, su salvación y su fortaleza. No había absloutamente ninguna razón para que no siguiera confiando en la renovada protección y ayuda del Señor. En medio de todas las situaciones de su vida, David podía decir: “Yo estaré confiado”. Declaración de compromiso con Él. vers. 4-10. Esa confianza de David era el resultado de una decisión que había tomado desde muy temprano: frente a todas las demás presiones de la vida —sus compromisos como rey, como soldado, como padre, como poeta— estaba su relación con Dios. Él tomó la decisión de estar todos los días en la casa de Dios. ¿Es que no tenía nada más que hacer? ¿Es que era un religioso, que mejor le hubiera sido dedicarse por completo al ministerio en cambio de tener tantas otras ocupaciones? No, para David no había conflicto entre una cosa y otra. Igual que tampoco lo tuvo para Daniel, quien ponía a Dios siempre en primer lugar, mientras cumplía con sus deberes con el gobierno de Babilonia. Nuestra excusa hoy para nuestra apatía y para no involucrarnos en la obra de Dios es que estamos muy ocupados en nuestros trabajos y familias. Para David esto no fue jamás un pretexto. Por el contrario, él sabía que su consagración y compromiso con las cosas de Dios, era de donde vendría su poder para enfrentarse con los compromisos de la vida diaria. ¡Qué ejemplo más maravilloso para nosotros, los ocupados creyentes de hoy! Declaración de crecimiento en sus caminos. vers. 11-14. David no solo tenía confianza absoluta y compromiso total con Dios, sino que además era un hombre sensible a sus propias necesidades espirituales. Sabía que tenía que aprender mucho todavía de su relación con el Señor. Por eso le pide que le enseñe sus caminos y que lo guíe por la senda de rectitud. No era solamente estar en la casa de Dios, era también un asunto de afinar su entendimiento espiritual, de madurar en la relación con Dios, de estar cada vez más cerca de Él. Era solamente a través de ese crecimiento como podía seguir confiando en Dios en medio de todas las circunstancias, buenas y malas. Los dos últimos versículos del salmo, vuelven a conectar con la declaración de confianza que nos da David en los primeros versículos. Esto se debe a que este es un salmo circular. Declaras tu confianza en Dios, te comprometes con Él y aprendes a caminar con Él. Como consecuencia de las dos últimas cosas, tu confianza en Él se fortalece y tienes el deseo de seguir comprometido y creciendo en sus caminos. Es el círculo de la fe que nos mantiene fuertes y seguros en los caminos inciertos de la vida.