Seguramente el nombre no te dirá nada, lector

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“La guerra es una locura”
O la sombra de Caín
Seguramente el nombre no te dirá nada, lector: Redipuglia. Un punto perdido, al
nordeste de Italia, casi a un paso del territorio esloveno. Tomando Roma como
punto de partida, son aproximadamente 650 kilómetros. Ahora sí, quizás, este otro
nombre te suene más: Tirana. ¡Eso! Es la capital de un país casi desconocido,
Albania; el único que, durante el régimen comunista, incorporó el ateísmo como
“religión de estado”. Si quisieras, con la paciencia necesaria para hacer 1000 km en
auto desde Redipuglia hasta Tirana, cruzando Eslovenia, Croacia, Bosnia
Herzegovina, y Montenegro, siempre hacia el sudeste y cerca del mar Adriático,
casi hasta el Jónico. En línea recta, Roma y Tirana distan menos de 700 km.
Luego de la lección de geografía, unos apuntes de historia.
LA PATRIA DE MADRE TERESA. Como te he dicho, bajo el dominio comunista
posterior a la 2ª Guerra Mundial, Albania fue el único país cuya Constitución
proclamaba el ateísmo práctico. ¡Date cuenta! Todas las confesiones religiosas
tenían prohibido celebrar sus cultos y hacer proselitismo. Confesar ser cristiano,
musulmán o brahmán –lo que fuera- era un delito... Enver Hoxha (1908-1985), el
hombre fuerte del régimen desde 1946 hasta su muerte, aplicó mal una sentencia
venerada por cada habitante del país: La religión del albanés es la albanesidad.
Pretendió borrar de la conciencia del pueblo, a sangre y fuego, cualquier expresión
religiosa.
No era ése el sentido original dado por su autor, el poeta y político albanés Pashko
Vasa (1825-1892). En pleno siglo XIX, cuando la nación corría el riesgo de caer en
manos extranjeras, cada “partido religioso” (musulmanes, ortodoxos y católicos)
solo atendía sus propios intereses. Entonces, con toda la fuerza que pudo reunir,
proclamó: “E mos shikoni kisha e xhamia: feja e shqyptarit është shqyptaria!”
[Dejen de mirar la iglesia y la mezquita:/ la religión del albanés es la albanesidad].
Forzando su significado original, Hoxha logró suprimir toda expresión religiosa, pero
no pudo hacer nada en lo más íntimo de cada corazón1.
Disuelta la siempre amenazante Yugoslavia (1981), y con la URSS marchando hacia
su desintegración (1991) poco quedaba del “socialismo real”. Tras la muerte de
Hoxha y hasta 1992 gobernó su delfín Ramiz Alia, iniciador del proceso hacia la
democracia que sus sucesores completaron.
EL CEMENTARIO MILITAR MÁS GRANDE DE EUROPA. Cuando el 11 de
noviembre de 1918 los países beligerantes acordaron el cese del fuego y de la Gran
Guerra, Europa, tuvo oportunidad de ocuparse de sus muertos. En los campos del
Isonzo - Gorizia, donde el imperio autro-húngaro fue enfrentado 11 veces por las
fuerzas de Italia, se levanta un cementerio: el Sagrario Militar de Redipuglia. Como
si fuese una ironía, “redipuglia” es una palabra que deriva de otras dos, en
esloveno, sredij polije = la tierra del medio. El cementerio fue inaugurado por
Mussolini, un año antes del inicio de la 2ª Guerra Mundial, en homenaje a los
soldados caídos durante la Primera. Ahí se guardan los restos de 100 187
defensores del, entonces, Reino de Italia. Muy cerca está el cementerio militar de
los oponentes, con más de 15 mil fosas ocupadas.
Se sabe que entre los soldados italianos sobrevivió Giovanni Carlo Bergoglio
1
En la World Christian Encyclopedia, publicada por la Oxford University Press,
respecto a la presencia religiosa en Albania (año 2000), se ofrece la
siguiente información: Musulmanes 38,8%; Católicos Romanos: 16,8%; Cristianos
Ortodoxos: 16,1%; Protestantes: 0,6%; Independientes: 0,6%; Otros: 1,3%; No
religiosos: 16,6%; Ateos: 9,0%; Bahai: 0,2%.
Agrego: ¡Muy poco éxito para tanta represión!
Brugnaro, abuelo del Papa Francisco. El 6 de junio pasado, en un discurso a los
carabineros italianos, el pontífice anunciaba su visita a Redipuglia, agregando “mi
abuelo, que combatió en el Piave, me contó muchas historias dolorosas de aquella
enorme tragedia”.
ALBANIA, MIRADA DESDE LO ALTO. La Guerra de Corea marcó los últimos años
de la década de los ‘40 y el inicio de los ‘50. La nación quedó dividida, todos lo
sabemos, en dos estados: la Corea que nos invade con autos, cámaras y
electrodomésticos (al sur) y la norteña República Popular de Corea, con un régimen
y un gobierno del cual nadie menta cosas buenas.
Seúl, capital de Corea (del Sur), este año fue sede de la 6ª Jornada Asiática de la
Juventud. Francisco, aparentemente incansable, viajó hasta allá para acompañar y
bendecir a los jóvenes, beatificar a los primeros mártires coreanos (124) y –
parafraseando las palabras de Jesús a Pedro- confirmar a sus hermanos en la fe (13
al 18 de agosto de 2014). Sin dudas, su mensaje también fue escuchado y
comentado en “el norte”, de la misma forma que su saludo al pueblo y al gobierno
chinos, al volar sobre su territorio.
Durante el regreso al Vaticano, Francisco aceptó, como en otras oportunidades,
responder a las preguntas de los periodistas que lo acompañaban. Paloma García
Ovejero, de la Radio Católica de España, aprovechó para saber si, entre todos los
viajes que ya tiene previstos para 2014 y 2015, incluye visitar ciertos lugares de
España. El Papa no quiso atarse a una respuesta.
- Mira: este año está previsto Albania. No se debe a que, como piensan
algunos, “todo lo comienzo por la periferia”. Lo hago por otros motivos.
En primer lugar, porque ellos han conseguido formar un gobierno de unidad
nacional –pensemos en todas las luchas en los Balcanes durante los ‘90–,
con musulmanes, ortodoxos y católicos. Ese gobierno cuenta con un consejo
interreligioso que es muy positivo y equilibrado. ¡Y funciona! ¡Y están bien
integrados! La presencia del Papa es para decir a todos los pueblos: “La
colaboración es posible”.
Y el otro motivo: Albania, desde el punto de vista religioso, fue el único país
comunista que recogió el ateísmo práctico en su Constitución. Ir a Misa era
inconstitucional. Un ministro me aseguró que en ese período se destruyeron
–no quisiera equivocarme en la cifra– 1.820 iglesias. ¡Destruidas! Ortodoxas,
católicas… Muchas se convirtieron en cines, teatros, salones de baile… Sentí
que tenía que ir: está cerca, se puede hacer en un día. Lo considero como
un verdadero apoyo a ese noble pueblo.
TRES PAPAS Y UN MISMO MENSAJE. Uno habló en polaco y dijo “Oswiecim”, el
otro habló en alemán y pronunció “Auschwitz”. Ambas fueron dichas, con palabras
del primero, Juan Pablo II-, en un lugar que fue construido sobre el odio y el
desprecio del hombre, en nombre de una ideología loca. Un lugar que fue
construido sobre la crueldad. Conduce a él una puerta, que todavía existe, sobre la
cual se puso una inscripción Arbeit macht frei (El trabajo libera), que suena a mofa,
porque su contenido se contradecía radicalmente con lo que ocurría dentro 2.
En el más cercano 2006, Benedicto XVI recordó que su antecesor había llegado al
lugar como hijo del pueblo que, juntamente con el pueblo judío, sufrió más a lo
largo de la guerra. El Papa hizo aquí el solemne llamamiento al respeto de los
derechos del hombre y de las naciones, que anteriormente habían hecho al mundo
sus predecesores Juan XXIII y Pablo VI, y añadió: "Pronuncia estas palabras (...) el
hijo de la nación que en su historia remota y más reciente ha sufrido de parte de
los demás múltiples tribulaciones. Y no lo dice para acusar, sino para recordar.
2
San Juan Pablo II, homilía en la Misa en el campo de concentración de
Brzezinka (Oswiecim – Auschwitz), 7 de junio de 1979.
Habla en nombre de todas las naciones, cuyos derechos son violados y olvidados".
Juan Pablo II vino como hijo del pueblo polaco. Yo estoy hoy aquí como hijo del
pueblo alemán, y precisamente por esto debo y puedo decir como él: No podía por
menos de venir aquí. Debía venir. Era y es un deber ante la verdad y ante el
derecho de todos los que han sufrido, un deber ante Dios, estar aquí como sucesor
de Juan Pablo II y como hijo del pueblo alemán. Soy hijo del pueblo sobre el cual
un grupo de criminales alcanzó el poder mediante promesas mentirosas, en nombre
de perspectivas de grandeza, de recuperación del honor de la nación y de su
importancia, con previsiones de bienestar, y también con la fuerza del terror y de la
intimidación. Ellos usaron y abusaron de nuestro pueblo como instrumento de su
frenesí de destrucción y dominio3.
Fue en Redipuglia, el 13 de setiembre, que Francisco4 afirmó que “la guerra es una
locura”: La avaricia, la intolerancia, la ambición de poder alimentan el espíritu
bélico, y a menudo encuentran justificación en una ideología. Pero antes está la
pasión, el impulso desordenado. La ideología es una justificación, y cuando no es la
ideología, está la respuesta de Caín: «¿A mí qué me importa?», «¿Soy yo el
guardián de mi hermano?» (Gn 4,9)...
Hoy, tras el segundo fracaso de otra guerra mundial, se puede hablar de una
tercera guerra combatida «por sectores», con crímenes, masacres, destrucciones…
Para referirse a ella, la primera página de los periódicos debería llevar el titular:
«¿A mí qué me importa?». En palabras de Caín: «¿Soy yo el guardián de mi
hermano?».
Aquí y en el otro cementerio5 hay muchas víctimas. Hoy las recordamos: hay
lágrimas, hay luto, hay dolor. Y desde aquí recordamos a las víctimas de todas las
guerras. También hoy hay muchas víctimas… ¿Cómo es posible? Es posible porque
también hoy, en la sombra, hay intereses, estrategias geopolíticas, codicia de
dinero y de poder, y está la industria armamentista, que parece ser tan importante.
Y estos planificadores del terror, estos organizadores del desencuentro, así como
los fabricantes de armas, llevan escrito en el corazón: «¿A mí qué me importa?».
Con ese «¿A mí qué me importa?», que llevan en el corazón los que especulan con
la guerra, han perdido la capacidad de llorar. Caín no lloró. No pudo llorar. La
sombra de Caín nos cubre hoy aquí, en este cementerio. Se ve aquí. Se ve en la
historia que va de 1914 hasta nuestros días. Y se ve también en nuestros días.
Con corazón de hijo, de hermano, de padre, pido a todos ustedes y para todos
nosotros la conversión del corazón: pasar de «¿A mí qué me importa?» al llanto…
por todos los caídos de la «masacre inútil», por todas las víctimas de la locura de la
guerra de todos los tiempos. Las lágrimas. Hermanos, la humanidad tiene
necesidad de llorar, y esta es la hora del llanto.
DE TÚ A TÚ. Nuestras coordenadas existenciales son el espacio y el tiempo. Se me
ha terminado el espacio, lector. Hagámonos tiempo para llorar y rezar...
eduardo martínez addiego
3
Benedicto XVI, discurso en el campo de concentración de Birkenau (Auschwitz
- Oswiecim), 28 de mayo de 2006.
4
Francisco, homilía de la Misa con motivo del 100º del inicio de la Primera
Guerra Mundial, Redipuglia, 13 de setiembre de 2014.
5
El cementerio militar de las tropas italianas –donde se encontraba- y el
cementerio de los combatientes austro-húngaros, respectivamente.
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