breve análisis de algunos artículos reformados que pueden resultar

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BREVE ANÁLISIS DE ALGUNOS ARTÍCULOS REFORMADOS QUE
PUEDEN RESULTAR AMBIVALENTES
Y ALGUNOS PROBLEMAS PENDIENTES
Algunos cambios son ambivalentes, es decir, tienen aspectos positivos y
negativos, o pueden ser una u otra cosa dependiendo de cómo se apliquen.
1. Cooperación al Desarrollo y acuerdos en materia migratoria
Por ejemplo, el artº 2 bis plantea la vinculación explícita entre acuerdos
en materia de cooperación al desarrollo y acuerdos en materia migratoria.
Siempre hemos sido partidarios de no condicionar la cooperación a la
contención de flujos porque no soluciona el problema de la inmigración irregular
y genera clientelismo entre países. Pero, por otra parte, también es verdad que
algunas formas de cooperación pueden significar una salida para determinados
sectores de la población de los países de origen, aunque el desarrollo puede
incentivar aún más la inmigración, al ampliarse la base de quienes pueden
acceder a más recursos. Se trata, en definitiva, de que tanto los países de
origen como los de destino se beneficien de las migraciones y ello constituya
un incentivo más para colaborar, tanto regulando las salidas como las entradas.
En cualquier caso, es un viejo debate lo suficientemente complejo como
para que no sea tan claro el estar a favor o en contra de tal medida si no se
conoce su traducción práctica.
Los acuerdos con otros países se reflejan, también en el art. 42, en que
se dice que las ofertas de empleo para trabajadores de temporada se
orientarán hacia países con los que España haya firmado acuerdos de
regulación de flujos migratorios. Y de la misma forma, su juicio puede ser
ambivalente. Por un lado, significa que habrá inmigrantes de países que no
tendrán la posibilidad de acogerse a la preferencia en la inmigración temporal,
pero por otro, será un incentivo para que los países cercanos y emisores de
inmigrantes (Marruecos, Argelia) adopten medidas que faciliten a sus
ciudadanos realizar una inmigración ordenada. Una de las principales
compensaciones serán las remesas.
2. La idea de integración (desde el punto de vista de su aplicación y
desarrollo)
Más allá de dar por hecho el aspecto de la bidireccionalidad, hay otros
dos que interesa tener en cuenta a la hora de juzgar lo que la LO 2/2009
expone en materia de integración. Por un lado, que la integración es un
proceso a corto, medio y largo plazo que no se resuelve con una ley ni con
unas medidas parciales. Por otro lado , que una buena parte de las medidas
que son necesarias para ir construyendo integración, son medidas sociales (no
solo) y que en España, la mayor parte de las que concretan los derechos
sociales (que, éstos, sí, son regulados –también-por las leyes generales)
dependen fundamentalmente de las Comunidades Autónomas. Este aspecto
es, a veces, una fuente de desigualdad entre quienes viven en unas y otras
CCAA.
La LO 2/2009 hace diferentes referencias a la integración. Cuando lo
hace de forma general, sí tiene en cuenta (bien es verdad que de una forma
muy sucinta) que las medidas para la misma deben estar dirigidas a toda la
ciudadanía y deben de ser transversales (2 bis., 2 ter), pero en algunos
artículos, utiliza la integración como una condición para obtener determinados
derechos.
El problema no está tanto en que la obtención de unos derechos que
permiten compartir sociedad tengan una contrapartida de responsabilidad y de
voluntad de formar parte de esa sociedad (por ejemplo, aprendiendo la lengua
y pudiendo comunicarse y participar en ella), sino en que se convierte en una
condición para obtener la residencia, una condición que debe de realizarse en
un tiempo determinado, en vez de empezar por facilitar la residencia, por
allanar determinados obstáculos, sobre todo aquellos referidos a la
supervivencia (trabajo), y luego, o paralelamente, poner en marcha otros
mecanismos que, son, de hecho, los que ya muchas ONG están llevando a
cabo.
Pero hay que tener en cuenta que la LO 2/2009 parte de una
consideración de la inmigración como mano de obra (ahora no cualificada, pero
ya se introduce la perspectiva de la inmigración cualificada), lo que podría
explicar que la integración sea vista más como un factor de utilidad (que lo es,
en parte) que como un factor de cohesión social. Esta reflexión no justificaría
esa interpretación de la integración, sino que añadiría una severa crítica a esa
consideración de la inmigración como mano de obra.
Recogemos unas reflexiones de Lorenzo Cachón al respecto de la
integración. Las políticas de integración deben tener una triple dimensión:
redistributiva, de reconocimiento y de representación. Y aunque la relación
entre estos componentes debe ser dinámica, sin avanzar en las redistributivas,
los otros aspectos pierden importancia.
Pero no solo la solidaridad debe presidir la idea de integración. También
la responsabilidad, y ello comporta difíciles debates sobre medidas de control
de entrada y condiciones para la misma.
3. La competencia de las CCAA para otorgar permisos de trabajo.
Dado que es una cuestión de acuerdos entre gobierno central y
autonómicos que surge de las demandas expresadas a raíz del nuevo Estatuto
de autonomía de Cataluña, y que luego Andalucía reclama también para sí, es
difícil que el debate sobre esta cuestión no vaya a estar condicionado por ello.
Es un hecho que la diversidad autonómica genera desigualdad, pero
también lo es -casi todos los estudiosos coinciden en ello- que, dada la
diversidad de situaciones entre CCAA con respecto a la realidad migratoria, las
medidas y políticas deben responder también a necesidades diferentes.
Por lo tanto, puede ser positivo que Cataluña pueda manejar sus
permisos de trabajo según sus necesidades como forma de regular mejor la
oferta y la demanda en su suelo, y para responder con políticas de integración
adecuadas a las demandas existentes, pero puede también provocar una
movilidad no deseada u otros efectos negativos si no existe una buena
coordinación entre las CCAA y las entidades centrales, tanto gubernamentales
como no gubernamentales.
Problemas que quedan pendientes:
Resulta imposible tocarlos todos, ya que cada uno de ellos requeriría su
propio debate, por lo que me limito a reseñar algunos de los más importantes,
de ellos, varios se desprenden de todo lo anterior.
1. Seguir avanzando en la idea de asociar la inmigración más con
integración que con extranjería (aunque la coexistencia de ambos polos
es inevitable)
2. Abandonar esa concepción de la integración con condiciones y a veces
coercitiva, como si fuera un premio para los que hacen más méritos en
vez de entenderla como un allanamiento de las dificultades para que la
gente pueda resolver sus problemas de vida en las mejores condiciones
posibles.
3. Ir modificando, así mismo, la concepción de la inmigración como mano
de obra. Hoy en día, más de un millón de personas (niños, mujeres y
hombres) son solo residentes, pero no trabajadores. Por lo tanto, las
políticas deben contemplar esa realidad.
4. No cargar sobre las espaldas de los inmigrantes los problemas de la
economía sumergida. Hay que llevar a cabo una lucha decidida contra
ella, pero depende más de los empresarios y del control que las
entidades gubernamentales ejerzan sobre ellos que de los trabajadores
inmigrantes. Paralelamente, llevar a cabo una labor de concienciación (y
no solo de sanción) sobre la población en general.
5. Facilitar las renovaciones de autorización para trabajar y residir. A la
espera de la aprobación del nuevo Reglamento, parece que en la
práctica ya se están flexibilizando algo las condiciones de renovación
(sobre tiempo cotizado).
6. Abordar el problema de los inmigrantes que se encuentran en situación
irregular. Este es uno de los aspectos más difíciles, no ya de resolver,
sino de discutir, ya que está mediado por la concepción de fronteras
abiertas, entreabiertas o cerradas. La vía del arraigo fue en su día un
paso muy positivo, pero porque respondía a las necesidades concretas
de un mercado de trabajo que requería mano de obra no cualificada y
que ya la había conseguido. Solo había que oficializarla. Hoy la situación
es diferente.
7. Facilitar la formación de las segundas generaciones. En realidad, la
necesidad de formación se extiende más allá de los jóvenes. No todos
los trabajadores inmigrantes que lo hacen (o lo hacían) en sectores de
baja cualificación tienen una mayor cualificación que la su puesto de
trabajo. Este es uno de sus grandes límites para la búsqueda de empleo,
además de la crisis. Cuando ésta pase, el problema persistirá. Es
necesario, por lo tanto, desplegar unas políticas de educación y
formación que faciliten su inserción de laboral. Y prever de cara al futuro
una situación en la que, los jóvenes hoy, puedan adquirir una formación
reglada que les permita incluso salir a Europa, es fundamental para
evitar la etnificación de la sociedad.
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