1 Título: La imagen histórico–concreta del futuro de la humanidad. Resumen: El hombre es un animal de cultura, es decir histórico. Si bien existe una naturaleza humana inmutable en tanto tal, en cuanto humana se trata de una naturaleza en movimiento, hecha a imagen y semejanza de Dios y progresiva en el bien y en el mal. Éste doble juego en la naturaleza humana impulsa al movimiento histórico dando lugar en él a nuevos climas, los cuales pueden realizarse bajo condiciones distintas. En este sentido existe un orden que se va haciendo en cada cielo histórico pero que es renovado, a su vez, en conformidad con el orden eterno. Nombre y apellido: María Laura Picón. Título académico: Licenciada en Filosofía. (U.N.S.T.A.) Domicilio laboral: Universidad Católica Argentina, Facultad de Filosofía y Letras, Sociedad Tomista Argentina. Alicia Moreau de Justo, 1500, Cap. Fed. Tel./fax: 4345-5433. Sta@maggi.cit.edu.ar El hombre es un ser histórico cultural1 en tanto que Dios así lo ha creado para progresar sobre la tierra en el orden cultural y espiritual hacia grados temporales y espirituales cada vez más altos a lo largo de todos los siglos, desde la creación hasta el fin del mundo. La historicidad humana se refiere así, a toda la humanidad progresando en el tiempo a fin de conquistar un fin metahistórico sobrenatural. 1 Cuando se habla de cultura debe tenerse en cuenta que se hace referencia principalmente a una realidad moral, pues la cultura como realidad moral significa el cultivo de la persona virtuosa, entendiendo virtudes morales e intelectuales, así como también la religión natural, la cual forma parte de la justicia. Cfr. Summa Theolgicae, IIª - IIª, q.61, prol.; q. 80, prol.; q. 81, prol. 2 Para comprender la realidad de la cultura en su movimiento histórico es menester destacar que sus principios y los de la vida humana son de por sí inmutables. Pero las aplicaciones concretas de éstos varían según formas específicas de civilización o cielos históricos, cuyos rasgos supratemporales deben ser reconocidos. Por lo tanto, la exigencia de toda Filosofía de la Cultura será pensar, a la luz de la eternidad, el mundo que cambia, y pensar el tiempo presente en lo eterno, a fin de que el orden temporal sea reflejo de las verdades supratemporales. Desde este punto de vista no se podrá afirmar la posibilidad de una imagen histórico- concreta de la civilización que sea la realización plena y acabada de los principios eternos pues, éstos principios, encuentran aplicaciones concretas según las cambiantes situaciones históricas. Por esto es aquí donde empiezan a jugarse las nociones de tiempo y de climas históricos. El concepto de tiempo se refiere a un desarrollo de acontecimientos singulares y, al mismo tiempo, al curso de los acontecimientos en sí. Se trata de una historia que no se repite, que es irreversible y lineal, y cuya dirección y sentido implican un progreso de la humanidad sobre la tierra2. Mas este tiempo posee climas históricos o estructuras propias de una determinada época. Por dicho motivo, la irreversibilidad y su estructura son los pilares para que el hombre pueda realizar la imagen histórico-concreta propia de cada época en el conjunto del desarrollo temporal. Dice Journet3 que el hombre no puede influir en el movimiento histórico si no es teniendo como horizonte una imagen histórico- concreta. Jacques Maritain define 2 Recreando el pensamiento de Maritain, el que a su vez recibe influencia de León Bloy, debe entenderse este progreso sobre la tierra no sólo desde la perspectiva de la historia humana, del mundo, o de la cultura, sino en el umbral de la perspectiva espiritual, en la medida en que todavía no es el Reino de Dios. 3 Journet, Charles: Filosofía Cristiana de la Historia y de la Cultura, Friburgo, 22 de abril 1948, en Jacques Maritain, su obra filosófica, Ed. Desclée de Brower, Bs. As. 1950, pg.64. 3 la imagen histórico-concreta como “...una imagen prospectiva que significa el tipo particular, el tipo específico de civilización al cual tiende una cierta época histórica”4. Ante todo hay que destacar que la imagen o ideal en cuestión no tienen un sabor idealista. Por el contrario, presupone la realidad de las cosas; es concreta pero orientada a trascenderlas para extraer de ellas naturalezas inteligibles. En cuanto imagen histórico-concreta del futuro, se refiere a un porvenir concreto, al porvenir de un clima histórico particular. Es una imagen que el hombre debe elaborar para orientar su vida en este mundo y en una época determinada. Es una estructura inteligible y realizable5 en sí misma y no un modelo utópico6 y ficticio aislado de todo cielo histórico. Ahora bien, la realización de la imagen histórico-concreta no será jamás realizable como término del cual pueda decirse, “ya podemos reposar”. Será realizada como realidad que se va haciendo. Su instauración tiene lugar cuando comienza a animar la vida de los hombres, esto es cuando se constituye como imagen dinámica del futuro. Ella tiene sus raíces en el presente aunque su realización se dé en un futuro lejano, de modo deficiente y quizás bajo otro clima histórico. El éxito de su realización no requiere sólo de las condiciones históricas, sino también de la libertad humana, aunque no se puede olvidar – dado que estamos en el campo de la moral- la causalidad material. El hombre realiza su historia en condiciones determinadas de existencia. La historia humana no es sino un misterio a contemplar ya que depende, por una parte, de los designios de Dios y, en otro sentido, de la libertad falible del hombre en tanto que necesita para su desarrollo la condición material de su existencia: la contingencia. “ C´est une image prospective signifiant le type particuler, le type spécifique de civilisation auquel lend un certain âge historique”. Maritain, J.: Humanisme Integral, Obras Completas, VI,pg.438. Traducción propia. 5 Se presenta así como una esencia inteligible capaz de existir poniendo en juego principios permanentes y analógicos de la cultura. 6 La utopía, como ente de razón, se encuentra aislado de toda existencia histórico- concreta. Ella se ubicada en una determinada época y expresa una plenitud de la vida temporal. Es un modelo ficticio. 4 4 Dado que la realización del ideal histórico- concreto consiste en encarnar verdades suprahistóricas en un determinado cielo histórico es necesario un cambio profundo en el hombre. Un cambio en sentido Cristiano; de modo que el hombre viejo dé lugar al hombre nuevo hasta que se alcance su plenitud. Para tal transformación deben respetarse las exigencias de la naturaleza humana, la imagen de Dios en el hombre y, ante todo, comprender que dicha transformación no es sólo obra del hombre, sino primero de Dios que infunde en él las virtudes. La realización efectiva de la imagen histórico-concreta en la línea de lo temporal como agente principal es imposible de esperar, ya que en éste ámbito dominan medios regidos por el éxito de lo temporal7. En la línea de lo temporal como instrumento de lo espiritual8, la realización es posible porque, aún cuando fracasen los medios en este orden, los hombres, convencidos, tendrán otra tarea temporal: infundir desde dentro una cierta fuerza transformadora del mundo. De este modo, las dos instancias de realización del ideal – temporal y espiritual- hacen referencia a dos planos que los hombres deberán efectivizar en la cultura. Ciertamente ambos planos no siempre se dan de modo simultáneo ya que estarán sujetos a las condiciones de existencia concretas de un determinado cielo histórico. En este sentido, la historia humana tiende a dos fines últimos, uno absolutamente último y otro relativamente último. El fin absolutamente último es el Reino de Dios, supratemporal y trascendente de la historia. El fin relativamente último es la realización natural del orden temporal9. Ambos se hallan implicados mutua y sustancialmente en tanto dicen referencia a la misma realidad bajo distintos aspectos. 7 Maritain denomina ésto medios ricos ya que proveen un éxito tangible y visible. Cfr. Humanisme Integral. 8 El autor anteriormente mencionado, en la misma obra llama a estos medios moyens povres o medios temporales humildes. Éstos son peculiares de la sabiduría y deben buscarse en la contemplación. 9 La realización natural del orden temporal en el hombre se orienta a dominar la naturaleza, conquistar la libertad de autonomía y desarrollar todas la potencialidades de su naturaleza humana. 5 Así considerado, el hombre, hasta alcanzar su figura definitiva después del tiempo, deberá pasar por un sinnúmero de cambios; pues, si bien en tanto naturaleza humana es inmutable, en tanto que es humana se trata de una naturaleza en movimiento, asombrosamente progresiva hecha a imagen y semejanza de Dios. Estas cualidades de la naturaleza humana son las que impulsan la aparición de los climas históricos en y por los cuales el hombre puede manifiestar sus potencialidades. Que la historia humana tenga su centro de apoyo en lo divino – dado que se halla encarnado en lo más profundo de la naturaleza humana- implica una concepción del progreso de la historia humana esperanzadora pues se ancla en la grandeza del hombre (creyente o no creyente), en la providencia de Dios que no ignora la presencia del mal y en la redención de Cristo que hace sobreabundar la gracia donde abunda el pecado. Lic. María Laura Picón