INTERPELACIÓN AL MINISTRO DE EDUCACIÓN Y CULTURA, RICARDO EHRLICH 22 de agosto de 2012 EXTRACTOS DE LA PRESENTACIÓN DEL MINISTRO “La presente interpelación ha sido convocada para evaluar el estado de la educación pública y los acuerdos interpartidarios en educación. Permítanme comenzar por una cita del maestro Julio Castro, que entendemos podría marcar tanto el inicio como el final de nuestra exposición: “En la vida de un pueblo, como en una estructura orgánica, las partes están conectadas entre sí y el todo les confiere sentido; así, pues, el factor educativo no es único, ni obra aisladamente, ni es menos importante que los demás factores, el político y el económico, sino que se traba indisolublemente con los otros, en una unidad de función y de fin”. Esta interpelación es injustificada. No solo con este Ministro y su equipo, también con las autoridades de la educación cuya actuación el Poder Ejecutivo respalda totalmente. Es injustificada por el compromiso del gobierno y de este Ministro con los acuerdos políticos partidarios. Los acuerdos de mayo de 2010 se transformaron junto con la Ley General de Educación, la Estrategia Nacional de Infancia y Adolescencia, y el programa de gobierno que votó la ciudadanía en 2009, en las orientaciones principales para desarrollar las políticas educativas de estos años. Esto luego se expresó en los mensajes presupuestales y en la propia Ley de Presupuesto. Allí están los rumbos, las metas y los principales recursos destinados a cambiar la realidad. La interpelación menos se justifica por los acuerdos de febrero de 2012. Todos ellos se han cumplido. Hoy son ley, proyectos de Ley, obras y acciones concretas. Este gobierno tuvo –y sigue teniendo- una fuerte vocación de diálogo. Por eso el Presidente Mujica impulsó los acuerdos como no lo hizo ningún Presidente de la República desde la salida de la dictadura. Por eso, ofreció cargos a todos los partidos de oposición. Pero para un acuerdo nacional por la educación no alcanza con los acuerdos político-partidarios. Por eso hablamos de un acuerdo político y social. Por eso esta Cámara de Senadores aprobó ese camino en octubre del año pasado cuando concurrimos en régimen de Comisión General. Por ello no podemos desatender a las instituciones educativas, Administración Nacional de Enseñanza Pública y Universidad de la República, que, consagradas en la Constitución de la República y en las leyes que este Poder del Estado elaboró y aprobó, son quienes tienen la responsabilidad cotidiana de llevar adelante las acciones que permiten que se realicen las actividades educativas en el país. Por ello, durante este gobierno, la Comisión Coordinadora del Sistema Nacional de Educación Pública funciona regularmente, se reúne, analiza y acuerda sobre las políticas educativas del país. El Poder Ejecutivo se ha preocupado por mantener el diálogo y avanzar en los acuerdos posibles con las organizaciones sociales, especialmente con las de docentes y estudiantes. Sin ellos no hay acuerdos posibles o por lo menos acuerdos que se puedan plasmar en la realidad. Los docentes uruguayos son quienes mejor conocen el sistema educativo, necesitamos sus conocimientos, su experiencia, y también de su capacidad de diálogo. Ellos son quienes han sostenido el sistema educativo mientras buena parte de la sociedad miraba a un costado. Durante décadas la educación fue postergada, durante décadas 1 de 5 cayeron los salarios docentes, durante décadas los docentes uruguayos debieron asumir nuevas responsabilidades frente a niños, adolescentes, jóvenes y adultos que sufrían los impactos de la crisis económica y social. Necesitamos también a los estudiantes, los necesitamos participando, con sus voces, con sus inquietudes, con su diversidad, con su solidaridad, con su creatividad, e incluso con su rebeldía, porque son ellos los dueños y constructores de su futuro. Pero no alcanza sólo con el compromiso de docentes y estudiantes, necesitamos a la sociedad: familias, trabajadores, empresarios, partidos políticos; necesitamos a la sociedad toda comprometida con la educación, por eso, con una mirada amplia, plural y participativa, estamos preparando el Congreso Nacional de Educación. Con este mismo punto de vista es que defendemos una integración plural y amplia en la dirección de la ANEP que incluye consejeros designados con venia del Senado y otros electos por los docentes. Para facilitar los encuentros y los acuerdos. Esta interpelación es injusta con los miles de docentes y educadores que se esfuerzan día a día en los centros de enseñanza de todo el país. Lo es con niños, adolescentes, jóvenes y personas adultas que cada día buscan estudiar y aprender en cada rincón del país y necesitan que el ámbito político los apoye, estimule y les facilite su labor. Esta interpelación es injusta, sin embargo, nos va a permitir demostrar que la educación uruguaya no solo no está peor que hace siete años atrás, ni es un desastre como hemos escuchado tantas veces en la prensa por representantes de la oposición. Lo vamos a decir claramente. La educación pública uruguaya está mucho mejor que en el año 2004. Incluso está mejor que en 2009. Al decir esto no ocultamos que tenemos problemas. No tenemos la educación que queremos. Pero hoy tenemos mejores resultados, hemos dado pasos muy importantes, y las políticas y acciones en marcha nos permiten aventurar que seguiremos avanzando. Decimos que la educación está mejor porque las cifras así lo demuestran. En el procesamiento de la última ECH del año 2011 mejoraron todos los indicadores. Estamos mejor porque cada vez hay más niños y adolescentes en el sistema educativo: aumenta la matrícula en casi todos los niveles educativos y allí donde no crece, como en primaria, la tasa de escolarización se mantiene universal. Las estadísticas nos muestran que los calificativos de “descenso”, “caída libre” o “desastre” que hemos venimos escuchando solo explicarse por una intencionalidad ajena a la educación. Pero también decimos que estamos mejor porque se habla de la educación en un sentido amplio. Porque ya no esperamos que todo lo haga la escuela o el liceo, sino que vamos asumiendo como sociedad que la educación se desarrolla durante toda la vida; que se aprende en las aulas y fuera de ellas. Que todas las modalidades y propuestas deben converger en el desarrollo de las personas como seres humanos felices, libres, democráticos y productivos, en un sentido amplio, de producción material, espiritual, económica y cultural. La educación está mejor porque esta concepción no es letra muerta, porque desplegamos acciones para mejorar la educación en la primera infancia, coordinamos políticas con la salud y la seguridad social. Estamos mejor porque proponemos y desarrollamos propuestas de educación no formal articuladas con la educación formal. Porque tenemos propuestas que atienden a niños, adolescentes y jóvenes, pero 2 de 5 también a personas adultas para su capacitación laboral, para su inclusión social, para su desarrollo personal. Estamos mejor porque el Estado ha destinado recursos para la Educación como nunca antes y el crecimiento se mantiene en una economía que también crece. Estamos mejor porque están mejor los salarios docentes, aunque todavía falte. Estamos mejor porque hemos avanzado en la integralidad de la educación incluyendo como nunca antes la educación física, la educación artística, la educación sexual, la educación ambiental, la educación en Derechos Humanos, la educación vinculada al trabajo. Estamos mejor porque avanzamos en el número de horas y días de clase. Porque creamos escuelas y liceos de tiempo completo, porque cada vez más los niños y adolescentes concurren a clase todos los días. Estamos mejor porque hoy la educación está articulada con otras políticas sociales, como nunca antes lo estuvo. Hoy día existe un Gabinete Social, y un Consejo Nacional Coordinador de Políticas Sociales, en el que participa el Ministerio de Educación y Cultura, pero también la ANEP. Estamos mejor porque conocemos mejor los problemas, elaboramos información y estadísticas que damos a conocer y utilizamos para corregir, impulsar o desarrollar políticas. Porque los programas y proyectos tienen evaluaciones. Estamos mejor porque a partir de la Ley de Educación se establecieron metas y procesos de creación de nuevas instituciones, la mayoría de las cuales ya están encaminadas y las que no lo están, están a la espera de pronunciamientos políticos, como el Instituto Universitario de Educación (IUDE), el ITS –ahora Universidad Tecnológica-, o la APACET. Estamos mejor porque tenemos un formidable desarrollo tecnológico al servicio de la educación. El Plan CEIBAL no es ni ha sido un plan tecnológico, es un plan para la equidad y para la educación. El Plan CEIBAL nos abre oportunidades para cambiar la educación en sentidos aún impensados, como el aprendizaje móvil, colaborativo e intergeneracional, la educación a distancia con otras posibilidades, como lo demuestra la evaluación formativa en línea, la enseñanza de la robótica o la enseñanza del inglés. Nada de lo anterior procura ocultar los problemas, ni nos hace descansar en la autocomplacencia. Todo lo contrario. Sabemos cuáles son los desafíos de nuestro país: sabemos que todavía el acceso a la educación no es igual para todos, que no todos tienen las mismas posibilidades de culminar los ciclos medios y terciarios, que los aprendizajes no se distribuyen igual en toda la sociedad. Sabemos que el acceso a la educación sigue siendo más difícil para quienes viven en el interior del país, y que todavía hoy, en Uruguay, los más pobres son los que tienen más dificultades para ejercer su derecho a la educación. Sabemos que el nivel educativo en que más impactan los problemas es en educación media, pero también sabemos que no son exclusivos de este nivel educativo, y que no se originan allí. Podemos mostrar y demostrar que para estos problemas: hay políticas y hay acciones. Para la personalización de la educación, con programas que promueven las tutorías, el acompañamiento, la 3 de 5 evolución según las capacidades. Para el mejoramiento y profesionalización de la labor educativa. Para el aumento del tiempo pedagógico. Para permitir y favorecer la continuidad educativa. Para extender y diversificar la educación terciaria. La educación es un fenómeno complejo y su problemática es multicausal. No se puede tratar con simpleza ni ligereza. No se resuelve con twiteos, sms o titulares de prensa catastróficos. No hay soluciones mágicas o “balas de plata” para solucionar los problemas de la educación. No hay un proyecto, que por sí mismo pueda revolucionar la educación. Se requieren políticas globales, universales y duraderas, vinculadas a políticas focalizadas allí donde más se necesitan. Creímos en la madurez del sistema político para acompañar un rumbo con críticas constructivas y aportes sustantivos. De nuestra parte seguirá habiendo una actitud abierta al diálogo y a los acuerdos. Pero no al costo de renunciar al compromiso que hemos asumido con la ciudadanía. Finalmente, quiero destacar el enorme significado que tiene para la educación el espacio de articulación y diálogo que estamos construyendo, con el esfuerzo de todos los integrantes de la Comisión Coordinadora del Sistema Nacional de Educación Pública. Como nunca antes en la historia del país, la Educación Pública camina junta. Y juntos: ANEP, Universidad de la República, el Consejo de Formación en Educación, el Consejo de Educación No Formal, el Ministerio de Educación y Cultura, estamos recorriendo el país, para que ese diálogo, esa confluencia, se enriquezca con las miradas y propuestas que nacen en cada rincón del territorio y se consolide en un proyecto de país, un país justo, humano, solidario, un país productivo, innovador, que se debe preparar para la civilización del conocimiento. La Educación es un asunto de todos, por eso estamos trabajando junto a las Intendencias Departamentales, con los municipios, con los referentes locales de la educación y con las comunidades, para construir un país de aprendizajes. Señores Legisladores, este ha sido el camino recorrido. Hago mías las palabras del Presidente del CODICEN, José Seoane, cuando dice: “A veces se dice que la ANEP no tiene rumbo. Creo que se podrá discrepar con el rumbo, pero el rumbo es claro. Se dice que el ritmo o la velocidad de navegación es lenta. Entiendo y respeto las observaciones y sugerencias, y tomaremos cuidadosa nota de las mismas, pero creo que no puede sostenerse que no hay rumbo y que no hay vocación de cambio. También se ha dicho que hablamos demasiado en futuro, pero creo que hemos puesto ejemplos que no hablan del futuro, sino de hechos. Hay un conjunto de programas, acciones e iniciativas que se están llevando adelante. No hablamos del futuro, sino de la realidad. Se puede coincidir o se puede discrepar. Ciertamente, pensamos que es muy natural que como educadores tengamos una sensibilidad especial con relación al futuro. Todas las actividades tienen vocación de futuro, pero diría que la Educación esencialmente es eso. Por tanto, no renunciaremos a seguir combinando la exposición de los hechos con la exposición de las convicciones y el horizonte de futuro que queremos construir. Nada más alejado de mi espíritu está el proyectar una mirada autocomplaciente (…) Hemos señalado con franqueza y claridad las limitaciones y los esfuerzos, las luces y las sombras. Hemos señalado nuestra convicción en el rumbo y, lo digo sin ningún matiz, una perspectiva crítica sobre la velocidad de navegación. Hemos hablado de los procesos simultáneos de cambio de gestión y de respuestas inmediatas. La complejidad, las ideas y las respuestas se pusieron arriba de la mesa porque entendemos 4 de 5 que eso es cumplir con nuestra obligación”. Comparto plenamente esta estas afirmaciones del Presidente del CODICEN. Fueron enormes esfuerzos para construir los acuerdos. Muchos de ustedes los conocen. El tiempo invertido fue mucho, pero para alcanzar la justicia social, el esfuerzo nunca es suficiente. Hemos trabajado con lealtad y con entusiasmo. Hemos dado nuestra palabra y hemos cumplido. La palabra resignación tiene varias acepciones: renunciar a favor de alguien, entregar el mando, renunciar a algo, someterse a la voluntad ajena, conformarse con las adversidades. Sería resignación bajar los brazos cuando hay dificultades, pero no es resignarse atreverse a proponer cambios profundos. Nuestro país conoce algunos de los mejores ejemplos de quienes no se rinden ante las adversidades, seguiremos sumando con ellos, seguiremos multiplicando los esfuerzos por convocar a la sociedad a seguir adelante. No somos nosotros quienes vamos a bajar los brazos. Senador Larrañaga, señores Legisladores del Partido Nacional, Señores Legisladores del Partido Colorado, compañeros del Frente Amplio: No vamos a cambiar la educación con programas milagrosos, no vamos a cambiar la educación con frases altisonantes ni titulares catastróficos. No vamos a cambiar la educación con especulaciones electorales. La educación se cambia con trabajo, con compromiso, con presupuesto y con mucha capacidad de escucha. La educación se cambia con la gente, con los docentes, con los estudiantes, con las familias, con la comunidad. La educación se puede cambiar con acuerdos políticos, pero no la vamos a cambiar si no asumimos compromisos éticos. Nuestro compromiso es con el programa de gobierno que respaldó la ciudadanía. Nuestro compromiso es con una educación pública, de calidad para todos y todas, en todo el país. Nuestro compromiso es con una educación más democrática. Como decía Paulo Freire, la educación no cambia al mundo, cambia a las personas que cambiarán al mundo. Nuestro compromiso es con una educación para construir sociedades justas, humanas, libres y democráticas. Nuestro compromiso es con la Educación Pública”. 5 de 5