1. ¿Qué le propone hoy a la familia el evangelio del mundo católico? El Evangelio es la carta magna de la familia, como lo es de todo cristiano, pero para entender bien la relación entre Evangelio y familia lo preguntaría al revés: ¿qué aportación puede dar la familia a la evangelización hoy? Desde el origen del cristianismo, la familia ha sido la principal vía de transmisión de la fe. El clima de amor recíproco favorece mucho la asimilación vital del Evangelio. También hoy, según algunas investigaciones sociológicas, se ve que si el padre ha sido cristiano practicante, lo son la mayoría de los hijos cuando llegan a adultos. En una sociedad secularizada, individualista y consumista como la nuestra, el testimonio contracorriente de la familia cristiana es el más eficaz y creíble, incluso más que el del voluntariado hacia los necesitados. La familia tiene muchas posibilidades de irradiar el Evangelio: en casa, entre los vecinos, entre los parientes y los amigos, en las comunidades eclesiales, en los ambientes sociales. Esto significa, para la Iglesia, una prioridad pastoral: cultivar en las parroquias núcleos de familias cristianas ejemplares, como pequeñas comunidades que irradian el Evangelio con la vida, según el criterio de "pocos para todos". 2. ¿De qué manera repercute en la calidad de vida moderna que el concepto tradicional de familia, como la de Nazaret, hoy ya no representa a los diversos tipos de familia que conviven en nuestra sociedad? La Sagrada Familia continúa siendo el modelo de toda familia humana, por el hecho de que en ella el cielo ha tocado la tierra, Dios se ha encontrado con el hombre y viceversa. La familia, según el modelo de la de Nazaret, es el núcleo original imprescindible para una sociedad compleja que sabe que el matrimonio, en su forma civil o sacramental, no es equiparable a otras formas de convivencia que hoy existen en algunas sociedades. En la modernidad occidental, el matrimonio se ha reducido casi a una relación afectiva de carácter privado entre dos individuos, expuesto a la precariedad de los propios intereses y gratificaciones. El matrimonio se coloca en la lógica de la relaciones fuertes y estables entre las personas; las otras formas de convivencia se colocan en la lógica del individuo que se pertenece sólo a sí mismo. En el cristianismo, el matrimonio ha sido perfeccionado con uno de los sacramentos y se convierte en participación en el amor con el que Cristo ama a la Iglesia hasta sacrificarse en la Cruz, reviviendo en el amor recíproco entre los cónyuges y manifestándose a los hijos y al mundo. 1 3. ¿Cómo se ha adecuado la labor de la Pastoral familiar a los diferentes modelos de familia? La exhortación "Familiaris Consortio" de Juan Pablo II (1981) ha influido mucho en la pastoral familiar en estos últimos tres decenios. Muchas Conferencias Episcopales han publicado un Directorio nacional. Se han creado Comisiones diocesanas y parroquiales, creados servicios a las familias, centros de orientación y apoyo. Se han desarrollado numerosos movimientos de espiritualidad y apostolado familiar. Muchísimas parejas han asumido labores evangelizadoras. Se va delineando en muchos sitios una pastoral familiar progresiva y continuada, que afecta a todas las edades. También en el ámbito social, cultural y político, se han dado realidades positivas: las Asociaciones familiares de compromiso civil, los Forum, los Focus Group, la sensibilización a través de internet, la búsqueda y difusión de datos estadísticos favorables al respeto a la vida y a la familia normal, para interpelar a la opinión pública, a pesar del boicot de los grandes medios. Todo esto para hacer frente a una crisis innegable y que registra los mismos fenómenos por doquier: disminución de matrimonios, aumento de divorcios, convivencias, solteros por elección, relaciones homosexuales, caída de la natalidad, nacimientos fuera del matrimonio, procreación artificial. Para simplificar, se puede decir que se está llevando a cabo el paso de una Iglesia de tradición a una de conversión. 4. ¿Cómo la Iglesia Católica quiere acompañar a las mujeres y hombres separados de sus familias? ¿Por qué un hombre o mujer vuelto a casar no puede comulgar? Los puntos de la pastoral familiar son necesarios para las parejas unidad y para las heridas, pero son necesarios todos: la preparación remota, próxima e inmediata al matrimonio; la formación post-matrimonial de los cónyuges en formas comunitarias e individualizadas; las iniciativas de acogida a los no practicantes y a los no creyentes; la cercanía a las familias heridas. En todos estos ámbitos es importante y casi indispensable la presencia animadora y operativa de las parejas cristianas, idóneas y adecuadamente preparadas, bajo la guía de los sacerdotes. Los divorciados vueltos a casar se encuentran en una situación permanente que está objetivamente en contraste con el Evangelio y con la plena comunión 2 eclesial. Hasta que esta situación no cambie, no pueden ser admitidos a la Eucaristía, expresión de comunión espiritual y visible con Cristo y con la Iglesia. 5. ¿Qué falta le puede hacer a un sacerdote no poder conformar su propia familia? ¿Les va mejor aquellos que pueden vivir en una comunidad? La Iglesia no minusvalora la corporeidad y la sexualidad, sino que la exalta. Matrimonio y virginidad consagrada (o celibato) son dos vocaciones esponsales, es decir dos vocaciones al amor como don total de sí, para poder acoger y manifestar a Dios amor en este mundo en la segura esperanza del cumplimiento último. La virginidad (celibato) es directamente un don total de sí a Cristo esposo, para recibir de él la fecundidad (maternidad o paternidad) espiritual. El matrimonio es don total recíproco entre un hombre y una mujer, sostenido por el amor esponsal de Cristo a la Iglesia. Ambos carismas se relacionan con Cristo esposo y expresan de forma distinta su presencia en la historia. La vida común de los sacerdotes no es, en primer lugar, una estrategia para responder mejor a las necesidades, como la escasez de sacerdotes o la paliación de su soledad o debilidad, sino que es una expresión misma de la Iglesia, como lo es el matrimonio. Benedicto XVI ha escrito: "Es importante que los sacerdotes no vivan aislados, sino que estén en pequeñas comunidades, se ayuden unos a otros y tengan la experiencia de estar juntos en su servicio a Cristo y en la renuncia por el Reino de los Cielos y tomen cada vez más conciencia de ello" (Luz del mundo, 2010). 6. ¿Cómo responde hoy la Iglesia a los matrimonios que desean vivir una paternidad responsable pero no se sienten comprendidos con el llamado a evitar el embarazo sólo con métodos naturales? Tampoco ven factible y saludable llegar virgen al matrimonio. ¿Piensa la Iglesia, encabezada por el Papa Francisco, considerar alguna revisión de su postura al respecto? La Iglesia quiere poner siempre en primer lugar el gran "sí" a la vida humana en toda su plenitud y sólo en segundo plano los "no" que, sin embargo, es necesario pronunciar. Considerando que es más eficaz prevenir que corregir, es fundamental una seria y amplia educación al amor, que es mucho más que la simple educación sexual, en todas las fases de la vida, desde la primera adolescencia. Entre las parejas que desean prepararse seriamente al matrimonio cristiano, es necesario difundir el 3 conocimiento y la práctica de los métodos naturales de regulación de la natalidad, para prevenir la opción de la contracepción, que, entre otras cosas, aleja de la fe a muchas personas y les llena de rencor hacia la Iglesia. En tiempos de Jesús, incluso teniendo en cuenta que en Israel el nivel de la moral sexual era más elevado que en el mundo greco-romano, las palabras del Señor plantearon exigencias éticas mucho más duras que las de la tradición y enseñanzas de los escribas. Jesús condenó no sólo el adulterio, sino también el deseo desordenado (Mt 5, 27). Estableció el matrimonio indisoluble (Mt 5, 31-32; 19, 3-10). Invitó a la virginidad por el Reino de Dios (Mt 19, 12), Perdonó a la adúltera, pero le pidió que no pecara más (Jn 8, 1-11). No es difícil intuir que el sexo sin entrega total de sí (sin matrimonio) es una instrumentalización del otro para el propio placer instintivo y, cuando la instrumentalización es recíproca, se tiene la confluencia, más o menos provisional, de dos egoísmos y se vuelve insensible al amor oblativo, al desinterés, a la amistad, al gusto por las relaciones de gratuidad, a la misma solidaridad con los pobres. Temas estos que aparecen frecuentemente en las intervenciones del Papa Francisco. 4