1 Trabajo asociativo y comercialización comunitaria: Una esperanza para el mundo nuevo +Gaspar Quintana J., CMF. Obispo de Copiapó Introducción He sido invitado por la “Corporación Canto del Agua” para hacerles llegar un mensaje que ayude a sus integrantes, en búsqueda de una red de economía solidaria, “a iniciar un proceso, a partir de una mirada esperanzadora que nos anime desde el Evangelio.” Son palabras de la carta de invitación. Ahora bien, he aceptado esta petición, no por ser especialista en el tema, ni mucho menos, sino por dos razones. La primera porque en esta iniciativa percibo una reconfortante brisa de la Buena Nueva de Jesús, que merece ser mantenida en la aridez de nuestra cultura individualista y materialista. Y la segunda, porque, en verdad, soy un gran admirador, aunque no se haya notado visiblemente, de estas artesana y temporera, por lo que he podido ver estos últimos años. Han ido creciendo y dando frutos de calidad en las relaciones humanas de solidaridad y de producción de bienes en una red diría yo, de corazones. El tema encomendado bajo el título “Trabajo asociativo y comercialización comunitaria: una esperanza para un mundo nuevo”, lo divido en tres partes: I.- En qué situación estamos hoy en este campo? II.- Porqué es deseable esta experiencia social y productiva? III.- Una palabra de aliento ante los grandes desafíos. I.- En qué situación estamos hoy en este campo? Me parece conveniente describir, a grandes rasgos, cuál es el escenario donde se mueven las inquietudes de instituciones como “Canto del Agua.” 1.- La nueva escala mundial del fenómeno humano de grandes y rápidos cambios ha traído consecuencias en todos los ámbitos de la vida social, impactando la cultura, la economía, la política, las ciencias, la educación, el deporte, las artes, y también naturalmente, la religión…Sin una percepción clara del misterio de Dios, se vuelve opaco el designio amoroso y paternal de una vida digna para todos los seres humanos. (DA 35). 2.- Al hablar de la situación sociocultural: “en esta hora de AL y EC urge tomar conciencia de la situación precaria que afecta a la dignidad de muchas mujeres. Algunas, desde niñas y adolescentes, son sometidas a múltiples formas de violencia dentro y fuera de casa: tráfico, violación, servidumbre y acosos sexual; desigualdades en la esfera del trabajo, la política y de la economía…(DA 48) * En cuanto a la globalización, como fenómeno de relaciones de nivel planetario, visto como un logro de la familia humana, porque favorece el acceso a nuevas tecnologías, mercados y finanzas.(Benedicto XVI, DI Aparecida). Pero también “comporta el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo” (Benedicto XVI, ibid.), por lo cual “la globalización debe regirse también por la ética, poniendo todo al servicio de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios” (DI, 2). * Si es cierto que esta tendencia privilegia el lucro y estimula la competencia, sin embargo encierra una dinámica de concentración de poder y de riquezas en manos de pocos y de exclusión de los no suficientemente capacitados e informados, lo que 2 aumenta las desigualdades sociales (DA 62). No siempre los Estados tienen una política de protección de las pequeñas y medianas empresas que se asocian al dinamismo exportador, le prestan servicios colaterales o bien aprovechan nichos específicos del mercado interno (DA 63). Por esto Aparecida, llama a promover una globalización diferente que esté marcada por la solidaridad, por la justicia y por el respeto a los derechos humanos, haciendo de AL y EC no sólo el continente de la esperanza, sino también el continente del amor, como lo propuso Benedicto XVI en el DI de la Conferencia de Aparecida. (DA 64). * Esta situación nos lleva a contemplar los rostros de tantos hombres y mujeres que sufren, entre ellos, por ej., “los jóvenes que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia” (DA 65) En los efectos de una globalización sin solidaridad ya no se trata simplemente de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. (DA 65). Un dato de interés social es que “las industrias extractivas internacionales y la agroindustria muchas veces no respetan los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, de las poblaciones locales y no asumen sus responsabilidades.” (DA 66). En cuanto a situaciones de orden laboral “la población económicamente activa de la región está afectada por el subempleo (42%) y el desempleo (9%) y casi la mitad está empleada en trabajo informal. El trabajo formal, por su parte, se ve sometido a la precariedad de las condiciones de empleo y a la presión constante de la subcontratación, lo que trae consigo salarios más bajos y desprotección en el campo de la seguridad social…. Por otro lado se pueden destacar fenómenos positivos y creativos para enfrentar esta situación de parte de los afectados, quienes vienen impulsando diversas experiencias, como por ejemplo, micro finanzas, economía local y solidaria y comercio justo” (DA 71). En cuanto a algunas políticas públicas “se aprecia actualmente un esfuerzo de los Estados por definir y aplicar políticas públicas en los campos de la salud, educación, seguridad alimentaria, previsión social, acceso a la tierra y a la vivienda, promoción eficaz de la economía para la creación de empleos y leyes que favorecen las organizaciones s solidarias…”(DA 76) Cuando se habla de las comunidades afroamericanas, entre los aspectos positivos que ellas tienen se habla de “los grupos alternativos de economías solidarias” que “hacen de las mujeres y hombres negros sujetos constructores de su historia, y de una nueva historia que se va dibujando en la actualidad latinoamericana y caribeña.”(DA, 97). Al tratar “la situación de nuestra Iglesia en esta hora histórica de desafíos” se afirma que la Iglesia Católica en el continente, a pesar de las deficiencias y ambigüedades de algunos de sus miembros, ha dado testimonio de Cristo, anunciando su Evangelio y brindado su servicio de caridad particularmente a los más pobres, en el esfuerzo por promover su dignidad, y también en el empeño de promoción humana en el campo de la salud, de la economía solidaria, y otros.” (DA 98). Está claro que toda esta labor de profundo sentido humano en su dimensión social es tarea de los laicos, en cuanto que “su misión propia y específica se realiza en el mundo, de tal modo que con su testimonio y su actividad, contribuyan a la transformación de las realidades y la creación de 3 estructuras justas según los criterios del Evangelio.”(DA 210). Expresamente se indica que dentro de este ámbito están la realidad social y la economía. En cuanto al carácter asociativo en la vida del trabajo el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia afirma: “en la búsqueda de las nuevas formas de solidaridad las asociaciones de trabajadores deben orientarse a la asunción de nuevas responsabilidades, no solamente respecto a los tradicionales mecanismos de la redistribución, sino también en relación a la producción de la riqueza y a la creación de condiciones sociales , políticas y culturales que permitan a todos aquellos que pueden y quieren trabajar, ejercer su derecho al trabajo, en el respeto pleno de su dignidad de trabajadores.” (DSI 309) Por lo demás, es aceptado por todos que “los problemas sociales adquieren cada vez más una dimensión planetaria….Las actuales generaciones experimentan directamente la necesidad de la solidaridad y advierten concretamente la importancia de superar la cultura individualista” (DSI, 373). Se registra cada vez con mayor amplitud la exigencia de modelos de desarrollo que prevean “fundar sobre el trabajo solidario una vida más digna, hacer crecer efectivamente la dignidad y la creatividad de toda persona, su capacidad de responder a la propia vocación y por tanto a la llamada de Dios.”(DSI, ibídem). II.- Porqué es deseable esta experiencia social? Habría dos caminos para valorar esta interesante y válida experiencia social que se llama el trabajo asociativo y la comercialización comunitaria. Uno es el de los principios de carácter, digamos humanista y ético, y otro el de los testimonios de vida o de las convicciones nacidas de un ideal asociativo y solidario. * Hay un hecho constatable: el discípulo misionero de Jesucristo que se desempeña en los ámbitos de la política, de la economía y en los centros de decisiones sufre el influjo de una cultura frecuentemente dominada por el materialismo. los intereses egoístas y una concepción del hombre contraria a la visión cristiana. (DA 506) Otro camino es el de los testimonios aportados por los hombres y mujeres que están involucrados activamente en esta praxis del llamado Comercio Justo. De lo que he leído en Internet o escuchado de labios de algunas personas quiero destacar sólo algunos elementos que me llaman la atención como para ser valorados debidamente: Una experiencia de economía solidaria o de comercio justo: Crea oportunidades comerciales para productores y productoras en situación de marginalidad. Las organizaciones fomentan y practican la responsabilidad y transparencia en sus actividades. Enseña y promueve relaciones comerciales éticas y dignificadoras en base a asociar y unir a los productores en torno a un ideal común, con un nivel de participación compartida en el diálogo, la toma de decisiones, la ejecución y la evaluación de los programas de gestión y producción. Da lugar a un pago justo a los productores, lo que permite el acceso a una mejor calidad de vida. No discrimina ya que promueve la igualdad de género y la libre asociación de sus miembros. 4 Se promueve un trabajo en condiciones dignas y que otorga capacidad a los trabajadores de crecer en su autoestima y eficiencia. Tiene un cuidado responsable por la preservación del medio ambiente. El mundo del Comercio Justo tiene reglas claras, que exigen a los productores acceder a una organización nacional o internacional, que certifican el cumplimiento de ciertos requisitos. Ofrece al consumidor la ocasión de crecer en la valoración del trabajo del productor realizado en condiciones dignas. Contribuye a que el cliente con su opción por el comercio justo mejore las condiciones de los productores más necesitados, y dé a su vida una dimensión de humanización y de apoyo solidario a los demás integrantes de la sociedad. III.- Una palabra de aliento ante los grandes desafíos En la tercera parte de esta exposición quiero expresar una palabra de respaldo a todos Uds. que están embarcados en este apasionante tarea de trabajar asociados en orden a una comercialización comunitaria. Se trata de una tarea ardua pero posible de realizar, en medio de los esquemas y estructuras de una sociedad que se ha querido someter a un diseño económico y laboral cerrado en sistemas individualistas o del mero lucro. 1.- Ante todo creo que en la experiencia de trabajo asociativo y comercialización comunitaria hay, en su hondo sustrato, una buena senda para vivir el mandato del amor que Cristo el Señor da a sus discípulos. Hago mía la opción de la Iglesia en AL y El Caribe que siente que tiene una responsabilidad en formar a los cristianos y sensibilizarlos respecto a grandes cuestiones de la justicia internacional. (DA 406) 2.- Creo válida la preocupación por formar laicos y laicas que deben contribuir ante todo a una actuación como discípulos misioneros en el mundo, en la perspectiva del diálogo y de la transformación de la sociedad. “Es urgente una formación específica para que puedan tener una incidencia significativa en los diferentes campos, sobre todo, en el mundo de la política, de la realidad social y de la economía…” (DA 283). 3.- Respaldo totalmente la afirmación de Aparecida, que al estudiar el fenómeno de la globalización de la solidaridad y justicia internacional, propone, en primer lugar, “apoyar la participación de la sociedad civil para la reorientación y consiguiente rehabilitación ética de la política. Por ello son muy importantes los espacios de participación de la sociedad civil para la vigencia de la democracia, una verdadera economía solidaria y un desarrollo integral, solidario y sustentable. (DA 406ª) 4.- Estoy de acuerdo con que en el mismo apartado los Obispos señalan que “trabajar por el bien común global es promover una justa regulación de la economía, finanzas y comercio mundial….Es urgente… prever regulaciones globales para prevenir y controlar los movimientos especulativos de capitales, para la promoción de un comercio justo y la disminución de las barreras proteccionistas de los poderosos, para segurar precios adecuados de la materias primas que producen los países empobrecidos y normas justas para atraer y regular las inversiones y servicios, entre otros. (DA 406c) 5.- Dejo para el final algo que es de primera importancia: en la solución de todos los asuntos relacionados con la cuestión social hay no hay que ser ingenuos 5 pensando en fórmulas mágicas. Los cristianos tenemos una Persona, que con su experiencia humana de trabajo y su nuevo y único mandato del amor, nos ha prometido que “estará con nosotros hasta el fin de los tiempos”. Como decía Juan Pablo II el programa único es el Señor, y su contenido está formado por el Evangelio y la Tradición viva de la Iglesia. Gracias a Jesús el Señor, muerto y resucitado por la humanidad, es posible llegar a la plenitud de la dignidad humana y a transformar la historia hasta que llegue a su perfección total. Termino deseándoles el mejor de los éxitos en su opción por vivir y propagar el trabajo asociativo y la comercialización comunitaria, con todas sus secuelas favorables en cuanto a salud, educación y conciencia solidaria. El domingo de Resurrección recién pasado el Papa Benedicto en su mensaje pascual hacía un llamado a descubrir “nuevas perspectivas capaces de devolver la esperanza al hombre.” Pienso que, sin lugar a dudas, la iniciativa de gente como la de “Canto del Agua” es una de ellas: valiente en su afirmación de la dignidad de la persona en su vocación de trabajo asociado, y con un amplio horizonte de amor y de sentido solidario de la vida. Copiapó, 17 de abril de 2009.