Revista Candidus No.16 - Julio/Agosto 2001 Miguel Angel Castillo LO NORMATIVO Y LO ETICO El proyecto Educativo Nacional, en vigencia, sostiene que los valores constituyen "ejes transversales" que es necesario desarrollar en y a partir del currículo. La necesidad surge de los supuestos siguientes: a) Los valores en nuestra sociedad están en conflicto (y aquí surge una pregunta interesante ¿Cómo explicar a los alumnos las desigualdades existentes? b) Las tradiciones particulares están en peligro y por tanto pueden llegar a desaparecer. En consecuencia, es necesario destacar interrogantes como: ¿La práctica del valor conduce o ha conducido al "bienestar común o hacia una "forma de vida buena" ideal? ¿Es posible desarrollar una competencia que les permita a los alumnos interactuar con los otros tomando como fundamento los valores? ¿Hay diferentes formas de "ser bueno" (o también "malo")? Para dar respuestas a esta interrogantes es necesario puntualizar que se tiende a pensar que siempre deseo lo bueno porque creo que ello me proporciona felicidad; pero, ¿Qué es lo bueno? Por ejemplo, la sociedad griega sostenía que la virtud proporcionaba la competencia para poseer ideas buenas (ética, ethos) y por ello su pedagogía tenía como prioridad que el ciudadano no se "perdiera de la virtud". Al respecto Putnan (1997) se pregunta que "si me ofrecen dinero para perder algo (por ejemplo la inteligencia) ¿Cuál sería mi decisión?" El citado autor responde que si tenemos un conocimiento racional y éste es parte de nuestra virtud, si la decisión atenta contra mi bienestar él sospecha que no estaremos dispuestos a perder la inteligencia. Por otra parte ¿Cómo encaja la ética, la moral y el valor en la imagen que tenemos del mundo? Una tendencia de la práctica educativa consiste en transmitir una imagen completa, finita y determinista del contexto: tal como que si tengo el conocimiento que alto es bueno, no lo rechazaría; de tal manera que los valores, la ética y la moral están ya inventados, no puede haber otro valor, otra moral u otra ética. Por tanto, no se puede mejorar. Y esto nos conduce a preguntarnos sobre la verdad conceptual y empírica de los conceptos y hechos antes mencionados. Una educación fundada en la ética y la moral y que pretenda desarrollar los valores debería tomar en cuenta que existe un aspecto cognoscitivo, otro normativo y otro conductual en relación con estos conceptos y hechos; probablemente exista la creencia o lo racional, pero otro, que es el planteado aquí, es la acción racional. Una educación democrática consistirá en un proceso participativo y cooperativo y como tal es una acción que necesita reorganizar constantemente la experiencia a través de la práctica reflexiva, se aprende construyendo hipótesis sobre la vida y se comprueba en la práctica. En una tal educación, el alumno siempre tiene algo que hacer; por tanto no debería haber una moral absoluta, prelada porque cuando esto sucede los grupos privilegiados crean racionalizaciones que apoyan sus intereses. En consecuencia, nuestra educación necesita un docente que reflexione sobre la ética de su práctica educativa y para alcanzar este presupuesto necesita fundamentarse en los valores de una sociedad democrática, participativa, abierta y, a su vez, requiere que indague sobre la moral, los valores y la ética. Sin embargo, no es hacia una educación tolerante por cuanto hay una interpretación errada de la tolerancia: "dejara hacer". La tolerancia, por el contrario, implica un conocimiento y aceptación del otro y en la docencia el otro es el alumno, el representante, el padre con sus debilidades y fortalezas. Un caso muy particular, lo constituye la Universidad de Carabobo, que intenta insertar "una cátedra del valor". Este hecho es muy loable, pero su fundación parte del supuesto que sea suficiente con el conocimiento del valor y su imposición "desde afuera" y, además que con ello es suficiente "para educar en valores" están olvidando que la docencia tiene que demostrar que lo ético, lo moral y lo valioso se constituye en instrumentos si se realizan en la práctica de la vida. De lo contrario lo que se ha instruido es un dogma "metafísico" el cual puede ser sustituido por otro dogma. Una educación en valores así no es recomendable; porque, precisamente, lo ético, lo moral y el valor surge de una práctica de vida y tienen, en consecuencia, un valor instrumental para la conducta de los alumnos. No es lo mismo la frecuencia con la cual lo ético, lo moral y el valor se utilicen para alcanzar ciertos logros que la probabilidad para tener éxito; por ejemplo, se ha observado que con ciertos métodos de elección política se ha alcanzado el éxito, pero ello no es indicador probable y confiable de que tenga un fundamento ético, moral o valioso (Putnan, 1997). Este mismo autor sostiene que "El estudiante necesita aprender cómo utilizar su experiencia pasada y la de la humanidad con la finalidad de formular hipótesis y probarlas en la práctica"; es decir, el estudiante necesita tener experiencias sobre la ética, la moral y el valor y sólo a través de esta experiencia es posible actuar de acuerdo con lo ético, lo moral y o valioso. Para ello se requiere de un entorno educativo (no sólo escolar) que "desarrolle, purifique e idealice"lo moral y lo valioso. Sin embargo, en lugar de ello parece como si constantemente traemos al contexto educativo (¡Insito no sólo al escolar!) cada vez mayores y peores problemas que menoscaban el proceso. El desarrollo, purificación e idealización del valor, de la moral y de la ética es probablemente posible en un entorno educativo democrático, participativo y reflexivo. De tal manera, que pienso que el valor no se aprende desde la creación de una "cátedra del valor" fuera del contexto cotidiano, sino desde el interior de la práctica educativa dado que la reflexión, la aplicación de la inteligencia nos permite la creación de supuestos y su comprobación en la práctica de vida. Pienso, asimismo, que Kant, Putnan y Deleuze están en lo cierto cuando enfatizan que la alternativa, el camino que el docente debe seguir es la reflexión sobre lo ético, lo moral y el valor. La reflexión probablemente nos permita elaborar unos presupuestos sobre el cómo actuar para "educar en los valores y sobre los valores". BIBLIOGRAFIA CONSULTADA Dennet, D (1992) La Libertad de acción. Un análisis de la exigencia del libre albedrío. Barcelona. Gedisa. Putnan, H (1997) La Herencia del Pragmatismo. Barcelona Pardos. www.revistacandidus.com © Copyright 2000 CERINED, ONG