NACER, VIVIR Y MORIR CON DIGNIDAD Juan Carlos Caprile – C31 Observamos un cambio en la Moral de nuestra Sociedad, en donde el individualismo exagerado, el ansia desmedida de prosperar económicamente la han apartado cada vez más de Dios. El Ser Humano queda amenazado y contaminado en su dignidad. No se considera la vida como un don Sagrado confiado a su responsabilidad, custodia amorosa y veneración. Si ante la vida que nace y la vida que muere el Ser Humano ya no es capaz de encontrar el sentido auténtico de su existencia, es porque se preocupa sólo por el hacer y no por ser, sustituyéndolo por el tener. El sentido de Trascendencia que tiene nuestra existencia, nos permite dirigirnos confiados a la búsqueda de la Verdad y cumplir con el fin ontológico para el cual hemos sido creados. En la actualidad se han acrecentado los atentados contra la vida humana principalmente al inicio y al final de nuestra vida terrenal. Un relativismo particular que conlleva a una Moral de Situación, ha confundido a la conciencia humana traduciéndose por una inestabilidad en el sentir, en el valorar y en la toma de decisiones, desdibujando y perdiendo el auténtico concepto de la verdad en libertad. Nos enfrentamos a un mundo en el que los avances de tipo científico están a la orden del día. En todos los aspectos de la vida del Ser Humano su inteligencia le ha permitido abrirse paso frente a la naturaleza, logrando adelantos que le brindan confort, seguridad, facilidad para realizar grandes obras y salvar vidas. Sin embargo, paralelos a estos alcances, surgen riesgos muy grandes en torno al uso indebido de los dones que Dios le otorgó al Ser Humano. Los últimos avances de las Ciencias son cada vez más eficaces, ayudando a salvar innumerable cantidad de vidas humanas, por ejemplo los nuevos procedimientos diagnósticos y terapéuticos, la moderna tecnología y las investigaciones actuales. Sin embargo como un fuerte contraste, el Ser Humano ha ido adquiriendo nuevos poderes cuyos alcances son poco imaginables, pero que ponen en grave riesgo la integridad y dignidad de la Persona Humana. La dificultad que hoy pareciera existir para emitir juicios de valor cuando se analizan aspectos vinculados a la tecnología y al Ser Humano, nos hacen pensar en la necesidad de ratificar la identidad de una nueva disciplina a la que llamamos Bioética. Su creación surge precisamente de la necesidad de estudiar las conductas humanas en el ámbito de las Ciencias de la vida y el cuidado de la salud, analizadas a la luz de los principios y valores morales. Debemos argumentar la justificación de su creación para que se dispare en el campo de las Ciencia, la Tecnología y otros ámbitos, el interés y la preocupación que hoy en día nos muestra la Bioética. Mediante una adecuada orientación se tratará de realizar un apoyo esclarecedor para todos aquellos que cotidianamente se enfrentan a cuestionamientos que exceden a una controversia ética o científica, pero que están referidos al derecho a la vida de todas las Personas. Si bien las Ciencias Médicas fueron las iniciadoras posteriormente se han ido incorporando la Teología, la Filosofía, la Antropología, la Psicología, la Psiquiatría, las Ciencias Sociales y Jurídicas a través del llamado Bioderecho. Las mismas son ya parte de la Bioética debiendo ser guarda del Ser Humano desde el pensamiento, la prudencia en el avance técnico científico y la aplicación de su propio poder. La dignidad humana debe constituir el criterio básico de referencia para evaluar los adelantos científicos fundamentándose por la existencia de la Persona Humana pues digno es todo aquello merecedor de respeto y atención. Se interviene en los procesos de la vida no solamente para facilitarlos sino también para dominarlos. Se camina inevitablemente hacia una terrible derrota Bioética cuando el cuerpo humano, es considerado independientemente del espíritu y del pensamiento, utilizándose como “un material”. Por eso, aún cuando tales adelantos científicos puedan permitir al Ser Humano tener en sus manos el propio destino, construyendo un progreso a su servicio y beneficiándolos con la ¨Cultura de la Vida¨, al mismo tiempo comportan un grave riesgo para la Humanidad, exponiéndolo a la tentación de transgredir los límites de un razonable dominio de la naturaleza, convitiéndolos en la ¨Cultura de la Muerte¨. Ejemplo de esto último son la manipulación genética, el aborto, la reproducción artificial, la eutanasia y otros. Es natural y positivo el avance de las Ciencias aplicando modernos procedimientos pero siempre desarrolladas dentro de un marco ético pues “No todo lo técnicamente posible es moralmente admisible”. A partir del inicio de su ciclo vital y durante todo su desarrollo hasta el momento de su muerte el Ser Humano es una Persona, constituída en forma integral por sus tres dinamismos: biológico, psíquico y espiritual, con un sentido de Trascendencia que es para los que profesamos la Fé Católica Dios Nuestro Señor, fuente de la Felicidad, la Verdad y el Bien. Merced a su unidad en cuerpo y alma debe ser tratado con la dignidad que merece debiendo respetarse siempre “la inviolabilidad de la vida desde la concepción hasta la muerte natural” (S.S: Juan Pablo II). El autor L.Boecio define a la Persona como una “sustancia individual de naturaleza racional”. Sustancia porque su ser subsiste en su propia existencia. Individual debido a que es única, irrepetible, indivisa. Naturaleza específicamente humana en su unión de cuerpo y espíritu. Racionalidad exclusiva del Ser Humano que está presente como capacidad, pero no necesariamente como operación en acto. Por lo tanto desde la fecundación, división celular, implantación, embrión y feto, en el estado de coma, en el sueño, los discapacitados, todos somos igualmente Personas con la dignidad que nos compete por nuestra condición humana. La falta de manifestaciones racionales necesariamente no implica el no ser Persona. En relación al significado de la palabra Bioética el prefijo “Bio” comprende los aspectos biológicos en las etapas de la vida: “Nacer, vivir y morir”. El sufijo “Ética” relativo a lo moral respecto al concepto de “dignidad”. Considerando el nacer está científicamente comprobado que la vida humana se inicia en el momento de la concepciòn, en forma natural o artificial, comenzando un nuevo sistema que posee todas las condiciones necesarias para llegar en su específicidad a constituir un Ser Humano. El llamado Genoma Humano, recientemente descifrado, tiene un diseño-proyecto bien definido con la información esencial y permanente para llegar a la forma terminal. El organismo se completa por un desarrollo coordinado, continuo y gradual, manteniendo permanentemente su identidad e individualidad a lo largo de todo el proceso. Esta célula humana inicial es desde ese momento un nuevo individuo humano único e irrepetible. Desde el comienzo es una Persona, es una vida humana que posee toda la información necesaria para desarrollar sus capacidades. Lo biológico no está separado de lo humano en cuanto a Ser Persona. En esta primera etapa de la vida son evidentes los adelantos en el Diagnóstico y Terapia Génica al haberse descifrado recientemente el Genoma Humano. Debe evitarse que las conquistas realizadas en este campo sean utilizadas para promover el eugenismo, es decir, para determinar la selección entre individuos sanos y enfermos, eliminando a éstos últimos. Tampoco para establecer una especie de valor de la existencia humana en virtud de las características genéticas. El aborto eugenésico, mal llamado terapéutico, acoge la vida sólo en determinadas condiciones rechazando su limitación por la mínusvalía y la enfermedad e incluso pueden llegar al infanticidio en los abortos por cesárea en embarazos de más de seis meses de gestación. Así sucede ante exámenes genéticos pre-natales con diagnósticos de enfermedades y en las menores discapacitadas violadas en cuyo caso nuestro Código Penal autoriza el aborto. El utilitarismo no es buena moral especialmente cuando se aplica a un Ser Humano que no tiene la posibilidad de defenderse y de decidir su futuro como es el niño por nacer. Pero también actualmente asistimos a la manipulación de embriones con las técnicas de Clonación que es un hecho grave, inmoral e ilícito porque toda Persona tiene derecho a que su identidad genética no sea elegida ni vulnerada por nadie debiendo respetarse su identidad ontológica como Ser Humano. La Persona Humana es mucho más que un conjunto genético. Es un complejo bío, psíco, espiritual y social con un sentido de Trascendencia hacia Dios cuya identidad no se agota en la mera corporeidad. Por lo tanto es el Genoma Humano el que debe reconocer la dignidad intrínseca individual y la diversidad de cada individuo que tiene derecho a ser respetado haciendo valer sus derechos cualquiera que sean sus características genéticas. También es condenable el empleo de embriones para extraer “células madres”, cuando llegado al período de blastocito (5 a 7 días del inicio de su desarrollo) se lo destruye extrayéndose la masa interna celular que se utilizará para obtener tejidos o determinados órganos para transplantes. Con las técnicas de Reproducción Artificial se fecundan hasta ocho óvulos simultáneamente en las probetas de los laboratorios especializados. Los embriones resultantes son seleccionados para la implantación de uno o dos de ellos en el útero de la madre biológica o en el de otra mujer. Algunos de esos Seres Humanos restantes son eliminados por padecer alteraciones congènitas violàndose el derecho a la vida. Otros embriones son congelados pudiendo permanecer largo tiempo para su posterior utilización reproductiva o experimental produciéndose el 90% de muertes en la descongelaciòn. Tanto la donación de óvulos, espermatozoides y embriones como el alquiler de úteros lleva al grave problema de su comercialización. Tiene graves consecuencias Jurídicas como la maternidad y paternidad sustitutivas. Ademàs se vulnera la dignidad de las Personas al faltar la relaciòn sexual como el acto oblativo del varòn y la mujer en el origen natural de la creación de un Ser Humano. Además, la Reproducción Artificial y la Clonación desconocen la dignidad y exclusividad de la Procreación que corresponde a los padres biológicos del niño por nacer. Deja de lado la relaciòn sexual Pro-creadora que se consuma en la vida conyugal a través de la fecundidad en el amor de los esposos y la transmisión de la vida por medio de los hijos siendo los esposos cooperadores de Dios en la maravilla de la Creación. La Sexualidad humana trasciende el hecho de la reproducción y conservación de la especie, actualizándola y plenificándola en la conformación de una Familia estable y permanente, constituída por el padre varón y la madre mujer, educadora de personas y abierta a la vida. Otro tema a considerar es la Anticoncepción. Se puede realizar en forma quirúrgica esterilizando al varón con la ligadura de los conductos deferentes y a la mujer ligando sus trompas. También son métodos anti-conceptivos el profiláctico, las jaleas espermicidas y el diafragma, todos de baja efectividad y que ponen barreras no solo físicas sino también psicológicas a la unión sexual. La administración de hormonas sintéticas en forma de píldoras, inyectables, implantes subcutáneos pueden anular la ovulación impidiendo la concepción pero tambièn tienen un efecto abortivo pues pueden impedir la implantación en el ùtero de ese nuevo ser humano en desarrollo. Al utilizar los métodos anticonceptivos artificiales se deberán tener en cuenta los daños psicofísicos que producen su utilización y la mentalidad abortiva ante su fracaso. A travès del control de población ciertas políticas demográficas quieren limitar el número de hijos en vez de invertir fondos en darle a las Familias las condiciones necesarias de trabajo, salario justo, vivienda digna y asistencia sanitaria adecuada. Es necesario tener el conocimiento que dichos métodos no representan ninguna barrera para el contagio de enfermedades de transmisión sexual (SIDA, venéreas). Incluso se puede exacerbar dicho riesgo generando una falsa actitud de “sexo seguro” acarreando las graves consecuencias de dichas enfermedades. Otro flagelo que azota hoy a nuestra Sociedad es el Aborto. Varios de los Anticonceptivos hormonales son en realidad abortivos como por ejemplo las píldoras que se venden bajo la denominación de “Anticoncepción de Emergencia” o ”Píldora del día después”. Se ingieren inmediatamente después de una relación sexual realizada en un período de fertilidad y dudosa de producir un embarazo por fallo o no uso de algún método anticonceptivo. Entre sus acciones figura el impedir la implantación en el útero de ese nuevo Ser Humano de 7 a 14 días de vida, es decir la interrupción del desarrollo lo que equivale a un aborto. Similar situación ocurre con el dispositivo intra-uterino (DIU o espiral) que tiene también un efecto anti-implantatorio, debido a alteraciones infecciosas e inflamatorias de la parte interna del útero llamada endometrio, aumento de la movilidad de las trompas y destrucción enzimática de la cobertura externa del embrión. Ultimamente está a la venta un DIU llamado “Endoceptivo” que a los efectos anteriores le agrega una alteración físico-química del endometrio disminuyendo su espesor e impidiendo aún más la implantación de ese nuevo ser en desarrollo por el agregado de la hormona artificial Levonorgestel que se libera localmente. Se deberá tener en cuenta que el DIU provoca alteraciones menstruales, hemorragias, infecciones, relaciones sexuales dolorosas, esterilidad, perforaciones uterinas y otras complicaciones. En los prospectos que acompañan a los envases de la Píldora del día después y el Dispositivo intrauterino se menciona expresamente entre sus acciones que “impiden la implantaciòn del óvulo fecundado” lo que equivale a decir interrupción del desarrollo de un Ser Humano o sea producir un aborto. La ingesta de las Prostaglandinas que se venden como anti-inflamatorio digestivo combinado con el Misoprostol tienen también efecto abortivo y lo expresan en sus acciones recomiendando “no utilizarlos en mujeres embarazadas”. La hormona llamada “RU-486” produce el aborto cuando la gestación se halla en períodos más avanzados de la gestación. Estos dos últimos fármacos provocan intensas hemorragias por su acción intra-uterina que produce el desprendimiento del niño en gestación y su muerte. En ocasiones incluso la muerte de la madre. También se pueden realizar los abortos por legrado o raspado uterino así como por succión y los efectuados por cesárea con muerte fetal y abandono del niño nacido, Todos ellos terminan con la vida de un ser inocente e indefenso y en ocasiones con la existencia de su madre. Nadie tiene derecho a interrumpir la gestación en cualquier etapa de la misma, porque colisiona con el Derecho a la vida del nuevo Ser Humano. Es un deber de todos, incluido el Estado, el proteger la vida desde el inicio de la misma y durante todas las etapas de su desarrollo como lo mencionan la Constitución Argentina, la Declaración de los Derechos Humanos, los Derechos del niño y otros Tratados. A la luz de los conceptos anteriormente expuestos vemos que se hace necesario el Bio-Derecho pues muchas de las situaciones expuestas presentan caracteres nuevos y suscitan problemas de gravedad singular por el hecho de que tienden a perder en la conciencia colectiva el carácter de “delito” asumiendo paradójicamente el de “derecho”. Se ha llegado hasta el punto de pretender con ello un verdadero y propio reconocimiento por parte del Estado convalidando Legislaciones que atentan contra la vida Humana, desde la concepción hasta la muerte natural influídos y presionados por intereses locales y foráneos de todo tipo, económicos, sociales y políticos. Algunos ejemplos son las actuales Leyes de Salud Reproductiva, los proyectos de despenalización del aborto y la eutanasia. El ámbito Jurídico no ha sido ajeno al creciente interés general vinculado con las cuestiones Bioéticas de los últimos tiempos. Así también las discusiones Bioéticas se ven influídas por fenómenos del mundo Jurídico. Las que adquieren mayor trascendencia social y académica giran en torno a proyectos Legislativos que intentan regular las cuestiones vinculadas con la vida humana. Se tiende a disimular algunos delitos contra la vida naciente y terminal con expresiones de tipo sanitario que distraen la atención del hecho de estar en juego el derecho a la vida y la dignidad de la persona humana. El Bioderecho brindará los elementos necesarios para que se pueda colaborar eficazmente en el aspecto individual y comunitario, contribuyendo así al esclarecimiento de los dilemas Bioéticos que aquejan en la actualidad al Ser Humano en el nacer, vivir y morir. Hoy en día se puede decir que es la época en que más se habla de la defensa de los Derechos Humanos, pero también en la que más se los vulnera en forma sistemática y en nombre del progreso. Otro de los temas que trata la Bioética es todo aquello referente a la Sexualidad cuyo concepto en la actualidad produce diversas controversias en referencia a su banalización, reducida a la materialidad, usada con criterios de instrumento para la afirmación del propio yo y de satisfacción egoísta de los deseos e instintos. Se falsifica su contenido originario como signo, lugar y lenguaje de amor, es decir del don de sí mismo y de la acogida del otro según toda la riqueza de la Persona. Así es que la Procreación se convierte en el enemigo a evitar en la práctica de la misma surgiendo desde allí el auge de las relaciones sexuales tempranas, la promiscuidad, la anticoncepción y el aborto. La Sexualidad es un elemento básico de la Personalidad, un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los otros, sintiendo y expresando las vivencias como fenómenos esencialmente propios del Ser Humano. De esta forma se caracteriza al varón y a la mujer, no sólo en el plano físico sino también en el psicológico y espiritual, es decir en todo lo que se es como Persona única e irrepetible con un sentido de Trascendencia. Sí además la Sexualidad está orientada y elevada por el amor, el Ser Humano adquiere su verdadera dimensión y calidad de Persona sexuada. Así será posible lograr una relación interpersonal integrada, que permita realizar opciones valederas para ejercer una Sexualidad responsable en el contexto de un auténtico amor. La Familia como Educadora de Personas tiene singular importancia en la Educación General de sus hijos y en particular en tema Sexual. Esta debe ser formadora de valores en una adecuada escala jerárquica de los mismos teniendo en cuenta a la Persona Humana en su integridad física, psíquica y espiritual. Ello redundará en el ejercicio de una Sexualidad responsable en el marco de una auténtica “Educación pera el amor”. Deberá tener los contenidos necesarios acerca del valor de la Sexualidad en cada etapa y estado del desarrollo de las Personas. En el ambiente de la Familia educar es formar al hombre para el amor y la verdad. Todo debe conducir a esta meta y estar armónicamente conjugado. La Familia será el ámbito primordial para brindar una Educación Sexual Formal y Humanizada. Dicha labor será complementada por los Docentes siempre realizada en forma veraz y coherente por personas capacitadas adecuadamente. Respecto a los menores de edad, la Educación Sexual deberá realizarse con la intervención y el consentimiento previo y expreso de los padres o representantes legales. También la Sociedad debe cumplir el rol educador en esta materia principalmente a través de los Medios de comunicación lo cual actualmente deja mucho que desear debido a la tergiversación del auténtico significado de la sexualidad que realizan en particular por parte de la prensa oral, escrita y televisiva. La Educación para el amor enaltece al sexo, condena el egoísmo sexual, pero es comprensiva con las debilidades y anormalidades humanas, producto de su naturaleza. En la búsqueda de su plenitud personal y la del prójimo, ni desprecia ni abandona a su suerte a las víctimas de las desviaciones, como la homosexualidad, sino que procura reparar los daños ocasionados. En el ámbito de la Sexualidad y la Procreación el varón y la mujer actualizan los valores fundamentales del amor y de la vida. Es por ello que la Familia es el ámbito adecuado para el ejercicio pleno y fecundo de la Sexualidad. Siendo célula básica de nuestra Sociedad y pequeña Iglesia doméstica entra en este Tercer Milenio fragmentada, con dificultades en la convivencia de los esposos y de padres e hijos, padeciendo necesidades materiales y espirituales. Por ello nuestra tarea debe ser orientar hacia una Pro-creación responsable Analizando su significado consideramos que el prefijo “pro” significa pro-mover, estar a favor, pro-mocionar en este caso una nueva vida que se crea por la unión sexual responsable de un varón y una mujer en forma natural. Se deberá hacer comprender el sentido y el valor de la vida del hijo a engendrar y el derecho a un desarrollo integral de éste. Ello se plenifica en el ámbito de una Familia que debemos revalorizar prioritariamente en la actualidad como la uniòn en el amor entre un varòn y una mujer siendo Educadora de personas, fuente de vida física y espiritual. La Sexualidad en el Matrimonio se proyectará como una parte muy importante en el conjunto de vivencias y experiencias vitales, convirtiéndose en fuente de salud y energía creadora. Es importante la instrucción acerca de los Métodos Naturales de regulación de la natalidad permitiendo la llegada de los hijos en casos de dificultad para tenerlos o con la finalidad de espaciar los embarazos. Alguno de ellos son el Método de Billings y el Sinto-térmico. La Organización Mundial de la Salud les otorga un 95% de efectividad en sus resultados debiendo ser bien enseñado por parte de las Instructoras especializadas y correctamente aprendido y aplicado por parte de quienes lo utilizan mediante el reconocimiento que hace la mujer de sus periodos de fertilidad. Si los esposos tienen dificultades médicas pueden tener relaciones sexuales en esos días con el objeto de procrear, favoreciendo el encuentro de los espermatozoides y el óvulo. Si lo aplican para espaciar los embarazos deberán abstenerse en los días fértiles y en los tiempos de infertilidad tener relaciones sexuales naturalmente. No es una técnica anticonceptiva sino la adopción de una nueva forma de vida que dignifica a los cónyuges promoviendo el diálogo y los auténticos valores, estando siempre abiertos a la vida. Monseñor A. Radrizzani, Obispo de Mercedes-Lujàn, en un mensaje a los Docentes de Instituciones Catòlicas nos dice: ”en algunos de ustedes existe una indiferencia a lo religioso e incluso hasta ateísmo expreso. Muchas veces se imparte la educación como algo centrado en la adquisición de conocimientos y habilidades, parcializando y reduciendo la integralidad de la persona humana, guiados preponderantemente por criterios materialistas que privilegian la producción, la competitividad y el mercado. También, por otra parte, se propician inclusiones de actitudes contrarias a los valores de la vida, de la familia y de una sana sexualidad. Verdaderamente me siento responsable ante Dios de esto. Se suman además, nuestras propias desorientaciones como educadores, nuestro poco claro compromiso cristiano expresado vitalmente en una comunidad donde vive Cristo Resucitado y debemos vivir por lo tanto en el amor recíproco, testimoniando así que hemos encontrado el tesoro y entusiasmando con ese estilo de vida a otros. La tibieza o la prescindencia de Dios llevan muchas veces a considerar la tarea educativa como un mero medio de sustento, como fuente laboral, o bien un lugar que me prestigia. Es imprescindible partir de la conciencia de nuestra propia vocación como evangelizadores. Más que un título, el egresado de un Instituto Católico adquiere una misión. Así lo expresa San Pablo :¡Ay de mi si no predicara el Evangelio!. Sabiendo que el auténtico fin de la Instituciòn Católica está en el llamado a transformarse, ante todo en lugar privilegiado de formación y promoción integral, mediante la asimilación sistemática y crítica de la cultura, cosa que se logra mediante un encuentro vivo y vital con el patrimonio cultural, hemos de desarrollar dicho sentido crítico desde la fe. Tenemos la irrenunciable responsabilidad de poner de relieve la dimensión ética y religiosa de la cultura, para desarrollar aquello que es constitutivo de nuestra condición humana y la destaca como tal, como lo es la espiritualidad.” La solución es propugnar una Educación tendiente a lograr el desarrollo de personas, que como tales puedan realizar una verdadera alianza con la comunidad, constituyéndose en parte integrante de la misma y de esta manera darle a la sociedad una fisonomía determinada. Otro aspecto a considerar en lo que respecta a la dignidad de las Personas es la relaciòn de los integrantes del Equipo de Salud con los pacientes. La Bioética analiza los problemas biológicos y morales que plantean los avances científicos y tecnológicos aplicables a la vida humana aplicando sus principios. El primero de ellos es el de “Beneficencia” que tiende al logro del estado de bienestar físico, psíquico y espiritual de todo Ser Humano tanto en el estado de salud como de enfermedad. En los llamados estadíos teminales de una enfermedad generalmente incurable se aplica el segundo principio que es el de “No maleficiencia”. Significa que ante la imposibilidad de poder recuperar totalmente la salud no se debe perjudicar al paciente con métodos diagnósticos y terapéuticos extraordinarios o desproporcionados a sus posibilidades de mejoría. Se observa la práctica del Encarnizamiento Terapéutico en los enfermos llamados terminales donde no queda ninguna esperanza de vida y se utilizan medios desproporcionados en lugar de mantener a los pacientes con la ayuda básica de hidratación y nutrición necesarias para que no sufran hasta la llegada del momento de su muerte. Estos conceptos son aplicables cuando se trata de dilucidar los aspectos de la llamada muerte digna debiendo destacarse aquello de que cundo no se puede curar al menos se debe aliviar, resaltando la utilidad de la especialidad médica llamada Cuidados Paliativos. El tercer principio es el de Autonomía y se refiere a que todo diagnóstico, tratamiento o investigación, sólo podrán efectuarse con el consentimiento informado previo y libre del paciente para aprobarlos, teniendo en cuenta los riesgos y beneficios en cada caso. El Profesional asistente deberá reconocer la importancia de acompañar al paciente y a los familiares, en la toma de decisiones en los momentos cruciales de la enfermedad. Toda Persona que intervenga en una práctica biomédica, cualquiera que ella sea, deberá obrar respetando siempre las exigencias de la Ley Natural en torno a la vida humana y la salud. El cuarto principio que es el de Justicia se refiere a la necesidad de arbitrar las medidas apropiadas a fin de proveer los recursos adecuados tendientes a un eficiente ejercicio de las actividades de salud con un acceso igualitario a la misma de toda la población. En la última etapa de la vida, observamos distintas opiniones respecto a la Eutanasia que tergiversan el auténtico valor de la vida y de la muerte decidiendo arbitrariamente el momento del deceso, justificando el ejercicio de una presunta piedad ante el dolor del paciente o peor aún por razones utilitarias a los efectos de evitar gastos innecesarios costosos a las obras sociales. En nuestro país hay Legislaciones al respecto como el de la Provincia de Río Negro que permite a los pacientes terminales poner límites terapéuticos para que no se alargue su enfermedad. Estamos de acuerdo respecto a dichos conceptos respecto a que no se deben emplear métodos desproporcionados a las perspectivas de mejoría, evitando padecimientos desmesurados. Pero nos oponemos a que en esos tratamientos extraordinarios se incluya la no hidratación y no alimentación enteral o paraenteral sin las cuales el paciente muere deshidratado y desnutrido en un estado de real padecimiento por falta de las condiciones básicas que le permitan una muerte digna. Estas terapéuticas razonables están debidamente establecidas en los llamados Cuidados Paliativos y ayudan a evitar sufrimientos innecesarios en esos casos. De lo contrario se trata lisa y llanamente de Eutanasia en estos casos pasiva, ya que hay otra forma que es la activa mediante la cual se procura la muerte del paciente con medicaciones y procedimientos letales directos. Las decisiones de los pacientes deben ser consideradas a partir de que respete su propia vida y la autonomía moral del médico cuyo oficio no es destruir la vida sino salvarla. La relación de libertad /responsabilidad entre el paciente y el médico no debe ser concebida en el sentido de que éste sustituya la voluntad del enfermo, pero tampoco que el médico tenga que ser el ejecutor de la voluntad del paciente determinando su muerte, justificando el ejercicio de una presunta piedad ante el dolor del paciente. Por el contrario pondrá toda su ciencia para aliviar sus sufrimientos no sólo físicos sino también psíquicos y espirituales, componentes de la Persona Humana, tratando de mantenerlo en una aceptable calidad de vida. El Médico y el Equipo de salud tienen como vocación el ejercicio del “Arte de curar” y no el ”Arte de matar”. Cuando el paciente está en estado terminal deberán brindarle la hidratación y nutrición básicas así como el resto de los llamados Cuidados Paliativos evitando emplear métodos extraordinarios o desproporcionados a las perspectivas de mejoría. En el Juramento Hipocrático se menciona explícitamente : ”no administraré veneno alguno para provocar la muerte del enfermo”.No se puede considerar a la muerte como un acontecimiento calculado y programado porque se pierde el auténtico valor y ”la inviolabilidad de la vida desde la concepción hasta la muerte natural”. (S.S. Juan Pablo II). Cuando el Ser Humano es incapaz de darle sentido al dolor y a la muerte se considera a sí mismo como algo sin valor e indigno de merecer atravesar por tales circunstancias. Por eso en estos casos es necesario ayudar a superar el horizonte del individualismo para reconocer el valor Trascendente hacia Dios que tenemos como Seres Humanos. Así es como tendrá en cuenta su condición de Persona debiendo ser respetado y respetar todos los momentos de su vida para que sea posible “morir con dignidad”. Siempre se tendrán en cuenta los principios mencionados anteriormente a fin de garantizar la vigencia de los Derechos Humanos, las libertades fundamentales y la dignidad humana para la promoción y recuperación de la salud. “La ciencia sin conciencia sólo conduce a la ruina del ser humano”. Debe haber una valoración moral de las aplicaciones científicas con criterios de respeto, defensa y promoción valorando el derecho fundamental a la vida y a la dignidad de las Personas dotadas de alma espiritual, responsabilidad moral y llamadas a la comunión con Dios. Cualquier intervención sobre el cuerpo humano afecta a la Persona misma de allí que se debe respetar la dignidad de todo procedimiento médico por la responsabilidad moral que ello implica. Los avances científicos cada vez más necesitan ser iluminados por los principios y valores morales, no para cercenarlos sino para encauzarlos en sus medios y en sus fines. De allí la importancia de reflexionar sobre el verdadero significado de la Persona Humana en primera instancia y luego indagar sobre algunos problemas complejos que lo aquejan en la actualidad. Las ciencias como la Teología, la Filosofía, la Moral, la Antropología, el Derecho, la Educación, colaborando con la Bioética, deben ser guarda del Ser Humano desde el pensamiento, la prudencia en el avance técnico científico y la aplicación de su propio poder. La dignidad humana es indestructible porque no es posible arrebatársela a nadie. Ninguna acción que venga de fuera puede privar al Ser Humano de ella pues es valiosa por sí misma. Se atenta contra la dignidad humana no respetándola, oponiéndose a crear las condiciones adecuadas para que ella se ejerza sin trabas y también impidiendo que se manifieste. Esto sucede por ejemplo en los temas que estamos tratando donde generalmente se vulnera la inviolabilidad de la vida. Sintiéndonos parte de nuestra Iglesia Católica apoyemos con nuestra acción y oración a aquellos que en forma individual, en grupos de comunidades, de movimientos y organizaciones diversas luchan por la Cultura de la Vida en nuestros ambientes. Existen centros e instituciones de ayuda a la vida integrados por personas y grupos que con dedicación y sacrificio ofrecen un apoyo moral y material en la búsqueda del bien común mediante la asociación y participación de los más necesitados. También surgen grupos de voluntarios dedicados a dar hospitalidad a quienes no tienen familia, a los desocupados, marginados y otros que acompañan a los pacientes y familiares en los difíciles momentos de su enfermedad. Nuestra Iglesia Católica cuenta con instituciones que ejercen la protección preferencial por los pobres y las personas vulnerables mediante la solidaridad y la promoción humana. También se han iniciado nuevos emprendimientos que brindan apoyo económico ayudando a revalorizar la dignidad del trabajo principalmente a los desocupados. Observamos la creación de ambientes educativos que ayudan a superar comportamientos destructivos, principalmente las adicciones, tratando de hacerles recuperar el sentido de la vida y la dignidad perdida a aquellos seres humanos desprotegidos. Desde el ámbito de la Familia son muchos los esposos que con responsabilidad saben acoger a los hijos como el don más excelente del Matrimonio siendo abiertos a la vida y educadores de Personas. Es por ello que nuestra responsabilidad será tratar de corregir y encauzar las desviaciones que ciertos sectores de la sociedad quieren imponer en la actualidad. Toda esta tarea es desarrollada con ese espíritu cristiano que da la fuerza de la Fe, la Esperanza y la Caridad. Nada ayuda tanto a afrontar positivamente el conflicto entre la vida y la muerte como creer en Cristo Resucitado que ha vencido la muerte porque El mismo nos ha dicho: “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn10,10 ). Ante los la desafíos de la situación actual todos nosotros como Iglesia que somos debemos tomar viva conciencia de la Gracia de Dios y la responsabilidad que tenemos para anunciar, celebrar y servir al Evangelio de la vida. “La Naturaleza es la tierra fértil donde fructifica la semilla de la Gracia de Dios”. Debemos comprometernos para poner todo nuestro empeño en continuar este camino de reflexión, buscando conducir la mirada a lo que se vislumbra como prioritario: el Ser Humano, para luego pasar, con la óptica marcada por esta observación, a la consideración de los problemas específicos de esta Persona Humana que hoy tiene que decidir con un grado mayor de responsabilidad y en el marco de una auténtica libertad. Nuestro compromiso es honrar la vida desde el nacimiento y defenderla hasta la muerte. La Sociedad necesita escuchar nuevamente el Mensaje de Salvación, esperanza y alegría que sólo Cristo puede ofrecer al Mundo. A nosotros los cristianos nos cabe la responsabilidad de anunciar el Mandamiento Nuevo de “Amarnos los unos a los otros” para que podamos lograr unidos la tan ansiada ¨Civilización del Amor¨. Imploremos a Dios Nuestro Señor para que llene nuestros corazones con las luces del Espíritu Santo encendiendo en ellos el fuego de su Amor y logremos renovar la faz de la Tierra. Oremos para que nuestra Madre del Cielo, la Virgen María, Ella que recorrió el Camino de la Verdad llevando la Vida de Nuestro Señor Jesucristo como fruto Bendito de su vientre, nos asista e interceda por nosotros ante su Hijo, para que el Dios Padre nos ayude a construir el Reino de los Cielos aquí en la Tierra. Pareciera sorprendente que el desafío para este Milenio que hemos comenzado sea el necesario deber de recordar al Ser Humano de donde viene, quien es y hacia donde se dirige, para que redescubra su valor Trascendente como Persona Humana y el respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Todo ello será posible si luchamos para que sea una realidad el “Nacer, vivir y morir con dignidad”. Dr. Juan Carlos Caprile NACER, VIVIR Y MORIR CON DIGNIDAD Resumen Actualmente se han acrecentado los atentados contra el Ser Humano principalmente al inicio y al final de su existencia. Se viola el derecho a la vida desde su inicio en la concepción y la dignidad como Persona en su integraciòn biológica, psíquica y espiritual con un sentido de Trascendencia hacia Dios. Actualmente hay adelantos científicos que constituyen un progreso beneficiando al Ser Humano con la ¨Cultura de la Vida¨. Pero al mismo tiempo hay otros avances que comportan un grave riesgo para la Humanidad porque transgreden los límites de un razonable dominio de la naturaleza convitiéndolos en la ¨Cultura de la Muerte¨ como la manipulación genética, el aborto, la reproducción artificial, la eutanasia y otros. Para dilucidar esta disyuntiva surge una nueva disciplina llamada Bioética que estudia las conductas humanas en el ámbito de las Ciencias de la vida analizadas a la luz de los principios y valores morales. La Bioética analiza la relaciòn de los integrantes del Equipo de Salud con los pacientes aplicando los principios de beneficencia, no maleficencia, autonomìa y justicia. La Sexualidad encuentra en la Familia el ámbito adecuado para su ejercicio pleno y fecundo en el ejercicio de una Procreación responsable pudiendo utilizar efizcamente una Planificación familiar natural. Tambien la Familia debe impartir una adecuada Educación sexual para el amor en forma coherente con los Docentes, poniendo de relieve la dimensión ética y religiosa de la cultura. Debemos comprometernos fehacientemente con la “Cultura de la vida” para que sea una realidad el “Nacer, vivir y morir con dignidad”.