¿Por que elegimos vivir? Sección: Sociedad Autor: Hno. Germán Díaz germansdb@gmail.com La vida y la muerte, ese es el límite. Para algunos la vida se vuelve insoportable. Para otros la vida es un poema. Hay quienes pasan la vida esperando que sucedan cosas maravillosas, mientras tanto, los años, las personas queridas y la vida misma se les va de las manos. La vida es un gran regalo de Dios, pero hay que saber vivirla. ¿Hasta dónde soportar y hasta dónde vivir? Podemos seguir escribiendo hasta el final frases de “señalador” sin tocar el corazón, el meollo de la reflexión. Nunca es fácil hablar de los conceptos últimos, de los problemas irresueltos de la humanidad. La ciencia pudo inventar el sostenimiento de una vida vegetativa, pero no el sentido del por qué seguir viviendo. Cada vida debe responderse a sí misma cómo seguir y por qué. La muerte del actor Robin Williams1 no paso inadvertida y nos dejó el sabor amargo y la pregunta: Al fin y al cabo, ¿qué es vivir feliz? El suicidio de este excelente actor nos causa estupor, primero por lo que significaba su cine optimista y segundo por querer comprender lo difícil que fue para él soportar su propia vida triste y envuelta en altibajos acompañados por las adicciones. La pregunta no es otra cosa que un laberinto desesperado. Constatamos a nuestro alrededor que hay vidas verdaderamente difíciles de ser vividas. Sin embargo, siguen viviendo. La vida de una persona con una enfermedad terminal, las trampas económicas en deudas y juicios, la infidelidad matrimonial, la muerte de un ser muy querido e imprescindible... Caemos en la cuenta de que en verdad hay vidas problemáticamente difíciles de ser vividas, vidas en situaciones muy desgraciadas; no obstante, en muchos casos, son vidas con sentido. Sin la fe no es fácil volver a creer en la vida. A veces, la fe es un salvataje en situaciones desesperadas. Pero no todos creen esto. Albert Camus 2, en la teoría del absurdo, plantea, 1 El actor Robin Williams, que murió, el 11 de agosto pasado, a los 63 años, se quitó la vida ahorcándose en su casa en la bahía de San Francisco. Fue hallado "con un cinturón alrededor del cuello", ligeramente suspendido y con cortes en las muñecas. Estaba sentado, inerte, y con el otro extremo de la correa acuñada entre la puerta del armario y el marco de la puerta", falleció de "asfixia por ahorcamiento". 2 Camus, Albert, novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés nacido en Argelia. En su variada obra, desarrolló un humanismo fundado en la conciencia del absurdo de la condición humana. desde el Mito de Sísifo3, el sinsentido que significa cargar con el propio peso de la vida. El autor, de un humanismo pesimista, entendió que “nuestras vidas son prácticamente insignificantes y no consiguen más valor que el de lo que creamos. Siendo el mundo tan fútil, Camus pregunta: ¿qué alternativa tenemos al suicidio? No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio”. Su falta de fe y su mirada pesimista es una trampa como el mismo nombre de su teoría: absurda. En el lado opuesto, si se quiere, por el sentido de la vida que demuestra, se encuentra el psiquiatra austríaco Viktor Frankl, en quien nos podemos apoyar sin temor a caer. Podemos hacernos ciertas preguntas parafraseándolo, quizás: ¿Cuándo una vida empieza a tener sentido? Y, ante ello, una sutil respuesta: Cuando hay algo o alguien, mejor, por lo cual vivir. ¿Por qué o quién me levanto a la mañana? ¿Por qué o quién sufro, río, espero? Ese alguien o algo es el destino-objetivo del amor. Nadie puede sostener o decir que solo con el amor a sí mismo se puede vivir. Por eso, lúcidamente, deslindando a Frankl de esta afirmación, el amor cristiano del “amar al prójimo como a sí mismo” es tan humano. Sostiene Frankl: “El modo en que el hombre acepta su destino y todo el sufrimiento que este conlleva añade a su vida un sentido más profundo. Incluso bajo las circunstancias más difíciles, puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad. O bien puede olvidar su dignidad humana y convertirse en poco más que un animal. Muchas veces, es precisamente una situación externa excepcionalmente difícil la que da al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo. El prisionero (hablando de los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau) que perdía la fe en el futuro estaba condenado, se abandonaba, decaía y se convertía en sujeto del aniquilamiento físico y mental. Lo más difícil es la pregunta por el sentido de la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y después enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros"4. En estas circunstancias, se puede repetir que el hombre es casi capaz de vivir en cualquier estado de vida y soportar casi cualquier cosa. "A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino"5. En definitiva, la elección de vivir, para el que puede elegirla, es vivir y ser feliz a pesar de todo. Cuando la vida comienza a ser molesta, a causar dolores, a ser insoportable, entonces, ¿no queda otra que acompañarla con alguna adicción? La falta de resolución de los problemas más grandes de la propia existencia promueven en uno la frágil elección de no querer vivir más, de no seguir sufriendo, de silenciar el dolor, aumentar la posibilidad de escape temporal y moverse hacia el plano más temible de esa libertad que ya no sirve, esa vida que no es vivida y esa muerte que, a veces, parece la solución de todo, pero es el fin de las posibles soluciones heroicas y trascendentales. En el arte de vivir, no importan las recetas ni las grandes predicaciones, lo que de verdad vale e interesa es el amor que guarda y preserva cada instante de vida que nos queda como oportunidad para ser felices. 3 Mito de Sísifo, quien desafió a los dioses, y, como castigo, los dioses le asignan la tarea de cargar una roca hasta lo más alto de una montaña, desde donde la roca cae; entonces Sísifo debe regresar a la parte baja de la montaña para volver a cargar la roca hasta lo más alto, y así por toda la eternidad. 4 Frankl, Viktor, El hombre en busca del sentido. 5 Ibidem