La Voz –01 junio 2005. EL INCREÍBLEMENTE FRÍVOLO TRATAMIENTO DE LOS “SOBRESUELDOS” por Salvador Treber Profesor de Postgrado-F.C.E.-U.NCBA El tema ha ganado los primeros planos en los medios de comunicación desde hace algún tiempo, como consecuencia de las “declaraciones-confesiones” de algunos ex funcionarios. De esa manera se desentienden del cargo sobre “enriquecimiento sin causa” que se les imputa. Hasta aquí no hay nada de que sorprenderse, salvo la cínica “frescura” -o desvergüenza- con que los revelan. Fué pionera en “destapar la olla” la otrora mimada funcionaria del menemismo, María Julia Alsogaray. Pero lo expresado por el ex Ministro de Defensa Oscar Camilión, para explicar el origen de un depósito en Suiza por dos millones de dólares, parece un chiste de muy mal gusto. Admite haber recibido alrededor de pesos/dólares 30.000 por mes durante toda su gestión, y lo pretende justificar pues a ese nivel tenían a su cargo tareas de “extraordinaria” responsabilidad e importancia. (Habría quiénes embolsaron $/u$s 100 mil mensuales). Es curioso no se haya hecho siquiera un comentario de este atrevido enfoque. En prueba de su peculiar concepto de “honestidad” advirtió que pudo haberse beneficiado con la prescripción si optaba por adjudicarlo al producto de una coima. Por lo visto, las escalas éticas no le preocupan mucho... Para tener una idea de la falacia en que basa su defensa, cabría solo mencionar que el Presidente Bill Clinton percibía entonces, por todo concepto, u$s 35 mil mensuales y un total anual de u$s 420 mil (u$s 260 mil de “sueldo básico”; u$s 100 mil para “gastos protocolares y otros u$s 60 mil por diversos rubros menores (incluso por formar el archivo histórico de sus actuaciones en el ejercicio de la función). El rubro “gastos protocolares”, con diversas denominaciones, existe en la inmensa mayoría de los países y compensa lo que, excediendo los “normales”, se atribuyen al cumplimiento de las obligaciones que exige el cargo detentado. Es obvio que si el primer mandatario del país más poderoso -concentra la cuarta parte del ingreso y la mitad de los gastos militares del mundo- no llega a esa cifra, nuestro ex--Ministro de Defensa no puede utilizar un argumento tan ridículo, pues se equipara y supera absurdamente a aquél. Es tal el menosprecio por la opinión pública, que supone los argentinos se tragarán semejante brulote...No se -1- Comercio&Justicia - Nota Cr. Treber entiende que ni los especialistas en leyes penales y ni los en materia tributaria hayan analizado el tema. ¿Regirá algún “pacto de silencio”? Con el objeto de contribuir a llenar ese enigmático vacío, se tratará de esclarecerlo sin realizar juicios de valor sobre cuánto debe ganar un Presidente o un Ministro, sino que todo el país lo pueda conocer. La remuneración debe estar acorde con importancia del cargo, pero no ocultarse una parte bajo el disfraz vergonzante de “adicionales”, de diversa naturaleza, que no se mencionan explícitamente. Incurrir en esta corruptela constituye una cruel hipocresía para hacer creer a los ingenuos que quiénes gobiernan comparten sus carencias. (¿!). El ex Ministro Cavallo, en un reportaje (“La Nación”, 21/05/05) dijo que “...Hasta el 30 de mayo de 1994, esos reintegros me fueron abonados con recursos de la ley 18.302, fondos de la SIDE” y que él promovió el Decreto 838/94 para ponerles un tope de $ 6.500. Esto es falso dado que desde el 09/05/90 rigió el Decreto Nº 800 que establecía las remuneraciones “únicas” que debían cobrar (Art.9º). Todo excedente es ilegal y hay quiénes admiten haber embolsado entre $30 y 100 mil mensuales... En cuanto a la muy remanida Ley “Secreta” Nº 18.302 del año 1969 (Administración militar del general Juan Carlos Onganía), la Constitución Nacional en el artículo 31º y Capítulo V-Segunda Partese refieren expresamente al cuerpo jurídico que integran “la ley suprema de la Nación” y “...la formación y sanción de las leyes”. Según ellas no hay posibilidad de leyes “secretas” pero éstas suman nada menos que 141; en gran mayoría dictadas por gobiernos “de facto”. Aún admitiendo su dudosa legalidad ya que, mediante el llamado Estatuto de la Revolución, el gobierno militar se colocó por encima de todo, ¿como se pueden alegar en esas condiciones supuestos beneficios derivados de ella, si nadie -o casi- pueden consultar su texto? ¿Quién puede evaluar y analizar en el ámbito de la Justicia algo que no se ha publicado y se mantiene en la más rigurosa reserva? Quizá se justifique esa extrema reserva para temas de altísima sensibilidad en materia de seguridad nacional, pero es absurdo se utilice para esconderle maliciosamente al pueblo lo que realmente perciben “en negro”, y a sus espaldas, los gobernantes. Una jueza resolvió su inconstitucionalidad e inexplicablemente, el P.E.N. y el Senado apelaron dicho fallo. ¿Quién los entiende? La Carta Magna es clara y en este sentido dispone expresamente que “El Presidente y el vicepresidente disfrutan de un sueldo pagado por el Tesoro de la Nación, que no podrá ser alterado en el período de sus nombramientos. Durante el mismo período no -2- Comercio&Justicia - Nota Cr. Treber podrán ejercer otro empleo, ni recibir otro emolumento de la Nación, ni de provincia alguna” (art. 92º). Esto se violó varias veces en los años Noventa. El decreto Nº 800 creó el régimen de “remuneraciones y adicionales remunerativos del personal dependiente del Poder Ejecutivo Nacional no comprendido en convenciones colectivas de trabajo...” (art.1º). Los arts. 7º y 8º fijaron a partir del 1º de abril los ínsitos en el anexo X el “sueldo básico” de las autoridades superiores del Poder Ejecutivo Nacional (al Presidente le adjudicaron Australes 2 millones mensuales). Además, se fijó una suma igual por “gastos de representación” (equivale a protocolares) y para el caso de ministros, secretarios y subsecretarios se agregaron adicionales “por antigüedad y por título”. El artículo 9º es rotundo y no da lugar a “sobresueldos”, pues establece que esas retribuciones y demás ítems “…serán las únicas que percibirán los funcionarios respectivos, salvo los importes que les correspondan en concepto de asignaciones familiares...” Estas eran normas públicas que nadie podía ignorar, ¿por qué los imputados (vgr. Cavallo) e incluso los jueces las olvidan? El régimen fue parcialmente modificado por el Decreto Nº 838 del 27/05/94 (B.O. 31/05/94), que en el artículo 1º contempla que los importes del anexo I “tendrán el carácter de remuneración total” (“sueldo básico” $ 6.000 al Presidente; vice, $ 5.800; ministros, $ 5.400; secretarios, $ 5.200 y subsecretarios, $ 5.000). El artículo 2º faculta “...asignarles un importe mensual” con exclusión de los dos primeros “...que se liquidarán sin el requisito de la rendición de cuentas (significa que para cobrarlo no deben aportarse comprobantes de cada gasto). Tampoco integran la remuneración mensual a los efectos jubilatorios. Pero el artículo 3º ordena imputarlos “en la partida presupuestaria 39 y parcial 394- Gastos protocolares...” Esto significa que se debe emitir y poseer documentadas tales erogaciones (imprescindible para su registro en la ejecución presupuestaria y declaraciones del beneficiario). Hubo posteriores modificaciones no sustanciales y actualmente la situación es la siguiente: el Presidente y vice, tienen un “sueldo básico” de $ 6.000 mensuales y otro tanto por compensación de “gastos de representación o protocolares”. Todo lo que supere esa cifra es ilegal y punible, según lo previsto por el Código Penal (artículos 237 a 281-“Delitos contra la administración pública”). Esa normativa es aplicable desde 1990, con la adecuación temporal de los respectivos importes y otro tanto es extensible a los miembros del gabinete., a los que se les reconoce -si viven en el Interior- $ 1.700 por “desarraigo”. Todo lo que supere esos importes podría ser encuadrado como “enriquecimiento ilícito (penas de 2 a 6 años de prisión); “Administración fraudulenta contra la administración pública”, con idénticas penas, -3- Comercio&Justicia - Nota Cr. Treber y/o “malversación de caudales”, con 2 a 10 años. Abarca cualquier pago hecho sin cubrir todos los requisitos enumerados y sin emisión completa de documentación. Desde el punto de vista tributario, los adicionales por “gastos protocolares” no están gravados por el Impuesto a las Ganancias, si figuran como parte de la renta consumida habrían usado para ese destino específico; pero pasan a serlo si se capitalizan, aunque sea en forma parcial. El organismo de contralor (antes D.G.I., hoy A.F.I.P.) debe exigir la presentación de comprobantes. Si no existen y se trata de justificar incrementos de capital corresponde gravarlos como “ingresos no justificados” (Imp. Ganancias -art. 37º y 38º). En cuanto al Impuesto sobre Bienes Personales, que grava la propiedad o usufructo de activos al 31 de diciembre de cada año -estén éstos ubicados dentro o fuera del paístambién los alcanza. En el “caso Camilión”, por ejemplo, que admite tener un depósito de dos millones de dólares en el exterior, debiera haberlo pagado todos los períodos no prescriptos sobre una base imponible compuesta por ese importe, los intereses ganados y un adicional del 10.0% por estimación de incremento en el “ajuar”. Si superare la suma de $ 100 mil queda incurso, además, en las normas de la ley penal tributaria. ¿Hasta cuándo la A.F.I.P. mirará para otro lado e insistirá en seguir persiguiendo a quiosquerosmonotributistas, en vez de ocuparse de esa impúdica especie de “peces gordos”que estafan la fé pública? -4-