Voces desde lo inaudible - Verificación, auditoría y pasaje por la escuela. Matías Buttini - 27 de abril de 2015

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FORO ANALÍTICO DEL RÍO DE LA PLATA
Material de Circulación Interna - Biblioteca
Voces desde lo inaudible
Verificación, auditoría y pasaje por la Escuela
Matías Buttini
Espacio Escuela
27 de abril de 2015
Voces desde lo inaudible
Verificación, auditoría y pasaje por la Escuela
Matías Buttini
¿Qué necesidad tenemos de reunirnos a cada rato a hablar sobre
psicoanálisis? ¿Que deseo nos impulsa a hacer escuela, a hacer pasar
por ella nuestra voz? ¿Qué tipo de lazo nos mantiene uni-dos? Nuestra
escuela de psicoanálisis cuenta con sus propios métodos de verificación
de los resultados de su práctica. ¿Qué diferencias nos vemos llevados a
establecer respecto de otros discursos?
Lacan propuso a la Escuela en su conjunto para que tome a su cargo
el trabajo de disipar esa “sombra espesa” que inunda el pasaje de analizante a analista.
La figura del auditor, tal vez nos dé una mano en esta tarea evitando
caer en una obediencia burocrático-científica sostenida en los números y
por ello exenta de toda crítica. Retomemos cuestiones esenciales intentando entender cómo es que pueden co-existir en un mismo espacio cosas
tan disímiles como el deseo, la verificación, la auditoría...
Introducción: del primer paso a meter la pata...
Para aquellos que nos sentimos más a gusto con las voces que ofrece
la escritura, más que con hablar aviva voz, como me sucede a mí en
particular, se trata de hacer un esfuerzo por ser entendido. No es lo que
me pasa cuando escribo. Voy a intentar entonces hoy hablar fácil, en la
medida en que lo logre, esforzándome un poco más. Ustedes me dirán
(medirán) cómo me las arreglo.
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A modo de introducción en el tema que propuse, traigo algo que quiero
hacerles escuchar. Se trata ni más ni menos que del primer paso en la
luna y de lo que Neil Amstrong, aquel astronauta famoso dijo en ese
mismísimo instante en que lo daba, inundando, por vez primera, la luna
de voz humana (aunque tenía puesto el casco y sería difícil saber si algo
se escuchó allá, aunque sea un murmullo o un temblor imperceptible):
[Audio]1
Allí se produce un error según él, un lapsus según la crítica periodística, que llevó a que en cada entrevista posterior al acontecimiento que
diera en su vida, se encargara de negar. Fue un problema de la transmisión de radio, decía incansablemente.
Lo que se puede apreciar en forma auditiva, es que falta el sonido de
una letra crucial y esto hace que quien escucha, pueda suponer un cambio
o pase de sentido, un pase de manos, incluso un sin-sentido como se
escucha en francés, pas de sens. Ese paso grandioso se reduce por la falta
de la letra “a” a una especie de lapsus.
Se escucha que dice “es un pequeño paso para el hombre” en lugar de
“es un pequeño paso para un hombre”. En inglés: “that´s a small step for
(a) man; a giant leap for mankind”.2 Leap significa paso y también salto.
Esta letrita que nos suena, nos tienta a los analistas, Lacan la retoma
no en el nivel del sentido sino en el nivel pulsional, o sea, en el nivel de
la voz. En el seminario 17 dice que “esos astronautas (...) se las habrían
arreglado mucho peor (...) si no hubieran estado acompañados todo el rato
por ese a minúscula de la voz humana”.3 Es todo el comentario que hace
Lacan, como al pasar. Ahora bien, esa voces que se escuchan a distancias cada vez más inesperadas logran con su presencia que unos seres
humanos se las hayan arreglado menos peor que sin ellas. ¿Habla de que
escuchaban esas voces o que podían hablar y ser escuchados?
1. https://www.youtube.com/watch?v=z-N3-2YTawI
2. Palabras que pronunció Amstrong el 21 de julio de 1969, lo que había sido anunciado
por J.F. Kennedy, ocho años atrás en mayo de 1961: “Esta nación debería comprometerse en llevar a un hombre a la luna y traerlo de vuelta a la tierra antes que termine
esta década”.
3. Jacques Lacan, “Seminario 17: El reverso del psicoanálisis”. Clase 14, 20 de mayo de
1970.
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Esa voz de Amstrong, transmitida junto con las imágenes han sido
cuestionadas por algunos como una falsedad, como un montaje filmado
en un estudio de televisión que se trata de un paso en falso, de la ciencia
que tambalea. Con esto simplemente esbozo una idea sencilla: cualquier
testimonio humano, por estar estructurado por el lenguaje está
abierto a lecturas.
Otra anécdota: navegando por internet encontré un artículo de un
muchacho chileno que se presenta como un bricoleur, alguien que se da
maña, un arreglatutti; a quien le encargan un trabajito, en la época en
que estudiaba en París en los años 70. Dice:
“Me apersoné en 5, rue de Lille, a un típico edificio burgués del siglo
XIX. Abre la puerta un señor canoso con anteojos, un tanto acartonado. Saluda más bien a mi caja de herramientas que a mí. No recuerdo
muchos detalles de su lugar. Quizás no me importaron o ya estaba habituado al entorno de intelectuales parisinos... Me salió con un encargo
de bricolage, digámoslo suavemente, chiflado. Me pidió que le aserrara
un par de milímetros a una pata de un diván. Me dijo que necesitaba ese
mueble con un petit defaut, traduzcamos cojera. Era el diván que utilizaban usualmente sus pacientes.”4
Es una anécdota o un rumor, o tal vez, simplemente se trate de un
invento como, por ejemplo, el del escritor italiano Giovanni Papini sobre
su inexistente encuentro con Freud y la supuesta conversación en tono
de sátira. Sucede con personajes famosos y sus contemporáneos. Lacan
serruchando una pata de su diván no es más que un mito y justamente
por ello, una metáfora de algo llamativo: una especie de real tambaleante, así lo llamaré; una incomodidad que se hace sentir en la experiencia del decir analizante. Un real que tambalea por estar cerca de la
equivocación, de lo incomprobable en términos estrictamente científicos
o ¿por qué no?, un real que hace tambalear a otros discursos poniéndolos en cuestión con su acto, “el acto de plantear el Inconsciente”.5 En la
primer clase de su seminario del año 68, Lacan empieza diciendo “¡Feliz
año nuevo!, como se dice. ¿Por qué nuevo? Es como la luna, cuando termina,
4. http://www.francochilenos.com/spip.php?article2452&lang=fr
5. Jacques Lacan, “Seminario 15: El acto psicoanalítico”. Clase 5, 10 de enero de 1968.
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comienza denuevo”. Conocemos bien sus frases sobre lo real, el espacio y
lo que, invariablemente vuelve al mismo lugar.
Sea como sea que creamos en estas anécdotas como hechos o invenciones, me sirven por la posición de lector a la que se alude en ellas: es
decir, que convocan al que escucha y al que debería decidir si lo cree, si no
lo cree o si directamente no le afecta para nada. Pero el lugar está convocado, es decir, se invoca, se llama al Otro por vía de la voz. Ya que, como
testimonió Primo Levi y subrayó Giorgio Agamben, surge una paradoja
ya que aquel que no tiene voz no debería poderdar testimonio; pero, no
es lo que sucede con la figura del muselmann (musulmán) el hundido
en Auschwitz, aquel que justamente por no tener voz ni vida ya considerada humana, por estar irreversiblemente exhausto, extenuado y próximo a
la muerte”,6 se convierte en el testigo más perfecto de los horrores que allí
sucedían. Sin embargo, este testigo mudo, sin restos visibles de humanidad, necesita la voz de otros que den testimonio por él, introduciéndonos en una estructura diferente. Incluso, dice Primo Levi sobre el fin
definido de su vida, del destino o de la obligación que tuvo que sostener,
“precisamente el de dar testimonio, hacerle oír mi voz al pueblo alemán”.7
No entraré en detalle aunque bien valdría la pena.
Cuando digo que está evocado el que escucha, lo hago subrayando
que Un testimonio está sujeto a afectar o no a quien lo recibe, a
ser escuchado o no escuchado.
Nudo: Obedecer, Auditar, Verificar
Me gustaría pasar ahora a desmenuzar un poco el título que propuse
para este Espacio Escuela cuya causa primera debo decir, fue un trabajo
intenso de cartel que llevamos adelante con varios colegas sobre el tema
Lectura de testimonios del pase (2012-2014). Originalmente propuesto
por Lucas Boxaca y yo en el marco de un Taller Abierto de lectura de
testimonios en el año 2012. Nos ocupamos en aquel momento de hacer
varias presentaciones y releyendo un poco algunas de ellas, diría que me
6. Primo Levi, “Los hundidos y los Salvados”. Ed. Océano. Pág, 92. El subrayado es
nuestro.
7. Primo Levi, “Cartas de alemanes”, anteúltimo capítulo de “Los Hundidos...”. Pág.
161.
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encontré con algo que me pareció interesante retomar hoy. También, las
últimas jornadas con la presencia de Colette Soler, me han aguijoneado
un poco. En especial, su comentario del martes pasado en la actividad
del CIG sobre que el pase no es para todos y la Escuela sí. La pregunta
casi obvia es y los Foros, ¿para quién son? Dejo abierta la cuestión.
La pregunta-guía que me condujo al título podría formularse de este
modo:¿cómo se verifica algo asentado exclusivamente en el deseo? o
más precisamente, ¿cómo hace audibles sus resultados una Escuela como
la nuestra, esto es,una que ofrece efectivamente8 poner en prácticael dispositivo del pase cada vez que alguien decide correr el riesgo de pedírselo?
Quisiera dividir en 3 partes este desarrollo:
1º.El título: Confieso que lo herobado con intención de que no pase
desapercibido, de un libro de Theodor Reik, “Voices from the inaudible:
the patients speak” (1964), para interrogar a la escuela. ¿Por qué? Este
título me encantó. No puedo decir exactamente lo mismo de su contenido. Luego de haber leído “Listening with the Third Ear” (1948), que
recomiendo, me encontré con este librito. Reik es alguien que ha trabajado bastante sobre la cuestión de la voz, el sonido, la escucha del analista
yes contemporáneo de Lacan.
Reik dice “los pacientes hablan”. Pero hablan gracias a él que ya
entrado en años da testimonio por ellos -testimonia en tercera persona
del plural- revisando las notas de su vida, esto incluye sesiones de
control, seminarios, alguna que otra anécdotadirecta con Freud y
hace un libro...
Pero a pesar de ser muy lúcido, como pertenece a la IPA de aquellos
años, su pertenencia institucional se hace evidente al lector: no parece
haber ningún lugar para ese sujeto dividido al que llamamos frecuentemente el analizado.9 Sólo hay lugar para los Analistas Analizados Didácticamente, o sea los AAD (que no es lo mismo que los ADD, por supuesto
aunque un poco de dispersión les vendría bien para no estar tan uniformados). Conclusión: no escapan al nombramiento meritorio del Gran
8. Gabriel Lombardi. “Hacia un dispositivo del pase efectivamente practicable”. Wunsch
nº 8.
9. Término en el que insiste Colette Soler, por ejemplo en “El fin y las finalidades del
análisis”. Ed. Letra Viva.
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Otro y por ende al discurso burocrático común: tantas sesiones y ya está
listo, ¡Usted es analista!
El autor se pregunta por qué aún nadie, es decir ningún otro analista,
creyó que fuese útil compilar todas esas expresiones espontáneas dichas
en el contexto de un análisis. Reik no es tonto, sabe que presenta algo
un poco crudo y entonces dice:
“Yet I know that the more important material is not what patients say,
but what is expressed in silence -in the pauses between their sentences.
Here is the unsayable and sometimes the unspeakable”. (Pág. 8)
Cuya traducción personal sería esta: “Aun así sé que el material más
importante no es lo que los pacientes dicen sino lo que se expresa en
silencio -en las pausas entre oraciones. Acá está lo que no se puede decir
(the unsayable, lo indecible) y a veces lo inefable/inexpresable/indecible
(the unspeakable, torciendo las cosas uno puede hacer escuchar en el
pasaje del inglés al castellano, pasaje de una lengua a la otra, un-spi-keable, que hable, a eso que no se puede decir el analista le ofrece el cuerpo
sonoro, el que es capaz de responder con su escucha).”
La intención de Reik parece buena, pero no alcanza. Y en la escuela
del campo lacaniano, como en tantos otros lugares, tampoco alcanza con
las buenas intenciones para que los pacientes hablen. ¿Qué quiere decir
que hablen? Es obvio que hablan ¿no? Para Reik, hablan en su memoria,
ya que dice no recordar las caras de esos sujetos pero sí “sus palabras, el
tono y el timbre de sus voces”. (Pág. 9)
En éste libro ya no aparecerán como individuos al lector sino como
voces: “Only their voices remain. It is almost ghostly…” (Pág. 10)
¿Este tipo de fantasmagoría querrá decirnos que debemos tomar
caminos más científicos, tal como estipulan los enemigos del psicoanálisis? ¿Tendremos que escuchar esas voces críticas y simplemente
obedecer?
2º ¿Cómo hacer audible sin obedecer? No deja de sorprenderme
que Lacan invente el pase para dar a esas voces un lugar, un topos específico: el Espacio de la Escuela. Voces inaudibles, inauditas (es decir, no
escuchadas hasta ese momento), sorpresivas, extrañas, inesperadas.
Todas serían adjetivaciones válidas. Esas voces no están obligadas a
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hablar, menos aún a decir. Menos todavía a producir un decir propio
de la Escuela.
Los dispositivos, el analítico y el del pase, son ambos vehículos de una
voz, una voz inaudita, que permite o no, que algo inédito se produzca. Ese
objeto es propio de las prácticas humanas. Tal vez como cuando se eleva
la voz para remarcar algo, Lacan eleva la voz del analizante al final de su
análisis, realizando la operación contraria a la de Reik: las voces de los
que se arriesgan al pase no son voces resonantes en el recuerdo de los más
viejitos, de los didactas que han aprendido o no algo nuevo. De ninguna
manera. Cuando Lacan propone el pase, el pasaje por la Escuela, eleva
esas voces (o crea el espacio para que sean alojadas y puedan sonar en
el testimonio en primera persona, a viva voz) haciendo callar esas otras,
las de los sabios. Figura que creo que Lacan denostaba abiertamente.
Me refiero específicamente al pase en su nivel de dispositus, disponible. Hay otro nivel, el llamado pase clínico, que sitúa el momento de
pasaje de una posición a otra, de analizante a analista. Pero eso sucede
dentro del análisis, cuando aún no se ha logrado desprender del Otrointerprete del que se espera algo más.
Por ello, tomo una hipótesis que no debe ser muy innovadora pero
que siempre me gustó y es que pienso que tanto el pase como las diversas
teorías sobre el final del análisis se deducen de un cierto aprendizaje
de la escucha de los psicóticos, esto es, aquellos que se mueven mejor
fuera del Otro. Hay términos que se repiten, por ejemplo el de dar testimonio, el de secretariar, el de inventarse por fuera del Otro, el de darse
un nombre fuera de los discursos establecidos. Destaco que esos testimonios, directos unos, indirectos otros, ese de pasaje de uno a otros, luego
al cartel y finalmente otra vez a la Escuela, todo ello puede enmarcarse
en un movimiento de cuerpos y, especialmente, de voces que vehiculizan un decir diverso.
Porque, nos recordó Colette Soler, lo que se dice queda olvidado por
el acto mismo de decir; y agregaría yo: la voz queda olvidada también por
el acto mismo de la escucha que suele apuntar al significado.
Volviendo…
Ese objeto voz es el objeto fundamental del psicoanálisis, nos decía
Gabriel Lombardi hace poco. ¿Cómo no lo vimos antes? ¿Cómo no
recordar a fuego esa frase de Lacan que lleva directamente a la paradoja
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misma? Si los objetos, como nos enseña, no tienen una estratificación
ni una evolución estándar, si ninguno es más o menos fundamental
que otro, cómo entonces podemos afirmar que el objeto voz es el objeto
fundamental del psicoanálisis sin inquietarnos un poco.
Planteado el problema, resulta obvio por otro lado, que es así. Es el
objeto privilegiado de la experiencia analítica y es el objeto que el analista,
de alguna manera u otra privilegia, e incluso encarna. Lo quiera o no,
logre calcularlo o no, está allí como oyente y tiene su voz, su silencio.
Lo verificamos a diario en el uso freudiano del diván. No se trata de una
técnica, tampoco de una tecnología avanzada, ni siquiera de algo retro o
vintage, sino de un elemento ético, una ética de la palabra que articula
la voz al decir. Hoy podría denominarlo una ética del eco o del hecho
fáctico de la voz in-audible que sólo se produce en acto.
Con afán de retomar diálogos ya abiertos en varias presentaciones
anteriores, debo agregar a la lista de libros sobre el tema de la voz, uno
que es crucial y que me recomendó Pablo Peusner hace unos años. Es
el “Retrato silencioso de Jacques Lacan” del francés Claude Jaeglé, libro
que exhaustivamente y con un estilo contundente revisa la función de la
voz en la teoría y en la práctica de Lacan, especialmente, escuchando sus
seminarios grabados insistiendo en que la transcripción a la que estamos
acostumbrados, hace perder una entonación, un ritmo, una forma de
decir, la “teatralización” incluso, de lo que denomina un “pensamientoen-voz-alta”,10 es decir, el que sale de un cuerpo parlante o vociferante.
Lo cito, es muy lindo como lo dice:
“El dispositivo clásico de la cura moviliza el cuerpo del paciente sobre el
diván, lo hace de modo que analista y paciente no intercambien ninguna
mirada; el silencio se instala; la voz del paciente se eleva; el analista le
opone su silencio, fragmentos vocales de reanudación o de interpretación.
Cada uno presta oídos a lo que el otro dice o calla. La propia presencia de
los cuerpos se vuelve algo que se escucha: un gesto es un ruido; la inmovilidad, un silencio.” (Pág. 88).
De alguna manera se interroga, ¿cómo es posible que Lacan, quien
mantuvo su enseñanza a viva voz durante tres décadas, que Lacan quien
se oponía a publicar rápidamente sus escritos y sus seminarios, cómo es
10. Claude, Jaeglé. “Retrato silencioso de Jacques Lacan”. Ed. Nueva Visión.
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que ese Lacan, que cerca del final de su vida tuvo un accidente automovilístico del que supuestamente salió ileso pero que sin embargo fingió
haber perdido un poco la voz,11 extendiendo sus silencios… ¿Cómo es
que Lacan, tan interesado e incluso un poco perturbado con la cuestión de la voz, dedique apenas dos clases del seminario de La angustia a
ese tema y otros comentarios sueltos por diferentes lugares, y que haya
producido una doctrina y un desarrollo muy preciso y extenso respecto
de la mirada?
“En un cuarto de siglo, tres horas específicas, solamente, son las
que Lacan consagra al vector dominante de los intercambios entre un
paciente y su analista.”
Finalmente, Jaeglé propone una hipótesis curiosa: “Esa exigüidad
del tema de la voz es un enigma –si no una omisión voluntaria.”
(Pág. 88)
Ahora bien, el gran truco, la manzana lustrosa que oculta la serpiente
de la obediencia, es, lo sabemos, cómo escuchar sin quedar capturado. Lo
sabemos desde hace mucho, con el flautista de Hamelin, por ejemplo o
desde el canto de las sirenas del que Homero nos alerta con sus propias
contradicciones: ¿Cómo desatarse (anelysan) del mástil sin dejarse ir
obedientemente con el canto de las sirenas?
En “El odio a la música” -texto ineludible-, Pascal Quignard afirma
una serie de cuestiones que deberíamos retomar en una Escuela que no
se orienta por el Poder del Uno sino por las voces de dispersos desacertados… y algunos otros. Sostiene que:
“Escuchar es obedecer. Escuchar se dice en latín obaudire”. Lo que derivó
en francés obéir, obedecer. “La audición, la audientia, es una obaudientia,
por lo tanto una obediencia”.12
3º ¿A qué obedece nuestra Escuela como oreja que escucha las
voces diversas? ¿Qué tipo de auditoría deberíamos tener sin caer
necesariamente en la obediencia de la ciencia, la obeciencia?
Podemos leer en la tarjeta de presentación del Ecos/Echos nº 2, Boletín
del nuevo CIG 2015, que:
11.Élisabeth Rudinesco. “Lacan, frente y contra todo”. Ed. Fondo de Cultura Económica.
12.Pascal Quignard. “El odio a la música”. Ed. El Cuenco de Plata. Pág. 68
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“El pase implica el misterio de decisiones que se apoyan en encuentros
y malentendidos propios del dispositivo, así concebido por Lacan para
dejar alguna posibilidad a la transmisión del destello de un deseo que no
se divisa en las coordenadas tradicionales o tecnológicas del reconocimiento. Que salga bien o no, es responsabilidad de los carteles del pase
encontrar esta luz discreta pero decisiva para la Escuela.”
De las que he formulado, hay dos preguntas aún están
pendientes:
1. ¿Cómo se verifica algo asentado en el deseo?
2. ¿Qué deseo nos anima a re-unir-nos o a hacer pasar nuestra voz
por la Escuela?
1. Sobre el término verificación. He escuchado a Colette Soler repetirlo a menudo por escrito, en sus cursos, conferencias, etc. Incluso su
contundente: “Bonne...pero hay que demostrarlo”. ¿Qué tipo de demostración tiene la Escuela?
No podemos contentarnos con un laisser faire institucional ni tampoco
con los análisis didácticos donde el deseo del analista no figura sino
como deseo de ser analista. Ambos, podemos decir, al igual que la ciencia,
forcluyen al sujeto y al deseo. El analista no se contenta con esas vías
sino que les antepone al analizante un... verificaremos en su discurso
(aunque yo interprete y preste mi cuerpo aquí, no verificaré yo como un
amo), en el modo en que usted dice lo que dice, lo que le sucede y qué
efectos ha tenido y tiene eso sobre usted mismo, todo ello gracias a la
regla fundamental.
En la Escuela, esa estructura no tendría por qué cambiar. Digan,
testimonien, hablen, escriban, participen de las actividades, la Escuela
los escucha... Para verificar con sus dispositivos vehículos de las voces,
la transmisión que se ha producido, ella tiene sus formas. A eso llamo
pasaje por la Escuela necesario.
Otros, a veces estamos inclinados a dar testimonio abierto, libre, al
pie, como se dice. Hay lugar en la Escuela para eso, sabiendo que allí no
se verifica, no se demuestra nada más que alguien con su decir propio
hablando de su experiencia. No es que eso no tenga un valor, todo lo
11
FARP | Matías Buttini
contrario ya que el pase es no para todos, sino para quienes se aventuran
a eso, incluso para quienes así lo desean.
Entonces, es el pase como dispositivo, pero también el pasaje por la
Escuela de las voces, el que hace posible una verificación de algo cuyos
números, cuyas estadísticas no tienen a mi modo de ver mucho que
decirnos. Los números de la Escuela, ¿qué nos dicen? De tantos pasantes,
tantos fueron nominados, tantos otros no. Si ponemos el valor en los
números, en las probabilidades a las que estamos acostumbrados desde
hace mucho en el mundo, caemos en los usos políticos más peligrosos.
Por ejemplo, en Estados Unidos la Confederación en 1777 realizó el
primer censo para repartir los costos de la guerra y los que vinieron
después, dispusieron que se realizara un censo cada diez años para
asegurar igual representaciónde las familias pero “para apaciguar a los
propietarios de plantaciones del sur, los negros habrían de contarsea razón
de 3/5 de persona”13.
Finalmente, ¿por qué introducir la molesta figura de la auditoría?
Esta verificación del pasaje por la Escuela no podría hacerse sin esas voces
que ellas recibe o hace audibles incluso cuando lo que se presenta suele ser
inaudito. El auditor no es otro más que quienes trasladan sus cuerpos para
oír constituyéndose así, cada vez, en cada encuentro como auditorium.
Pero éste auditar de la Escuela tiene otra función que creo crucial
subrayar. Se trata del mensaje que retorna sobre ella misma y no solamente sobre quien habla, diferencia fundamental con el que viene desde
afuera a auditar los números.
Al igual que el deseo, su verificación o su realización, dependen
de condiciones particulares de cada quien, pero sobretodo, dependen
también de que eso se haga audible en cierta manera. Igual que el “vos lo
dijiste” de Lacan, el analista o simplemente el que escucha bien podría
responder freudianamente con un “vos lo deseaste”.
Entonces, la obediencia propia de la voz y el escuchar como encantamiento ya advertido por Plinio en las lecturas públicas que realizaban en
Roma a fines del Siglo I, donde los autores se hacían fama leyendo en voz
alta sus textos y contaban con el “deleite de escuchar su propia voz”14 puede
13. Ian Hacking. “La domesticación del azar”. Ed. Gedisa. Pág. 40.
14. Alberto Manguel, “Una historia de la lectura”. Ed. Emecé. Capítulo El autor como
lector.
12
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conducirnos al dogmatismo egocéntrico de las masas. Plinio también
advierte, por otro lado que esta práctica es “un acto realizado con la totalidad del cuerpo, para ser presenciado por otros” (pág. 262). Ambas cuestiones nos interesan y en qué forma.
Tal como lo comenta Alberto Manguel, hay una tercera opción que
podemos tomar para la Escuela y sus voces. “Como Plinio había explicado,
las lecturas públicas del autor estaban pensadas no sólo para llevar el texto
al público sino también para devolvérselo luego al autor” (pág. 266). Movimiento de ida y vuelta entre el autor/lector el auditor, el auditorium y al
texto mismo que no podría reducirse a la obediencia a los números ya que
el deseo no puede traducirse a números. Aún no ha logrado la ciencia.
Pero no sé si están lejos de lograrlo, lo que debería preocuparnos bastante.
2. Para responder a la segunda cuestión, voy a agrupar las respuestas
que habitualmente escucho de colegas de la salud mental, en grupos de
diversa procedencia:
-Un grupo de respuestas son expresadas en términos de corte políticopartidista. Se escuchan palabras como militancia, fanatismo, entre otros.
-También están las respuestas más clásicas: los psicoanalistas -especialmente los lacanianos- porque permanecemos casi todo el día callados
escuchando a otros y necesitamosa la Escuela como el café con los amigos
u otros dispositivos similares, que nos sirven para poder hablar. Esta es
la respuesta que llamaría retentiva-acumulativa: callar todo el día y al
final hablar en la Escuela.
Como estas respuestas no me satisfacen demasiado, las primeras por
no parecerme muy atractivas como idea ya que llevan a pensar en la
masa freudiana, el líder y sus seguidores, ya se trate del ideal de adoctrinamiento religioso, de la fuerza política o del entrenamiento militar;
las segundas porque dan mayor consistencia aún al prejuicio de que los
analistas callamos con un esfuerzo enorme -yo suelo llamarlo el cascote
lacaniano al analista mudo, que no habla nunca, del que los pacientes
se quejan diciendo ¡nunca me decía nada, no abría la boca!-se trata más
bien una teoría que confunde la abstinencia y la atención flotante con
una especie de sofocamiento voluntarioso de una curiosidad15 exagerada
15. Interesante expresión que tomo de Freud en el Hombre de las Ratas como antecedente fundamental del deseo del analista freudiano: “el analista debe sofocar su curiosidad” a la que le agregaría un ¡si es que la tiene! Punto éste, el de la curiosidad de
13
FARP | Matías Buttini
o excesiva. Me veo, entonces, obligado a buscar alguna otra que sustente
mejor lo que sucede.
Diría que algo de la voz, no sólo de la palabra sino de la voz, de un recorrido pulsional deberá hacerse presente. Quiero decir, algunos vendrán
porque quieren saber más, otros, porque quieren hacerse escuchar, otros
porque quieren agruparse, otros simplemente porque necesitan el diálogo
con los colegas, etc.
Pero no apunto a las causas propias de cada miembro sino a una un
tanto más general. La Escuela es el lugar donde hacemos audible algo que
nos resulta inaudito, no escuchado. Aquí, las voces deberán resonar como
en los encuentros, las jornadas, los controles, los cárteles, los pases...
todos dispositivos humanos de la voz, muy diferentes a los números de
la ciencia, a los porcentajes de esquizofrénicos en el mundo, a las probabilidades de contraer o no tal o cual enfermedad mental de acuerdo a
la cantidad de genes malignos activos que la cadena larga o corta de su
familia le ha dejado en la herencia.
¡No! Me opongo a los números. La Escuela es en voz alta, es donde
resuenan las voces de quienes desean ser escuchados, incluso, confrontados con sus propios decires. Aunque esa voz puede ser grabada y manipulada por la tecnología y hasta resulta interesante hacerlo, me resisto a
que se callen las voces que quieren sonar, a título propio, no sin riesgo.
Este oposicionismo es una manera anti-burocrática que encuentro de
mantener vivo el cuestionamiento de la experiencia que conducimos y
a la que nos hemos dejado conducir en un principio, y es justamente
allí donde un analista requiere de la compañía de otros que no sean sus
pacientes.
Justamente, esos astronautas de los que dice Lacan, que se las hubieran
arreglado mucho peor de no haber estado acompañados por ese a minúscula de la voz humana. Retomo ese comentario inicial ya que, Lacan ha
hablado de otro personaje flotando en el espacio; pero es la imagen
opuesta, es alguien muy solo, antecedido solamente por Laika (ladradora,
en ruso), la perra astronauta en noviembre del 57 pero que no volvió
viva. El 16 de diciembre del 64, hace su comentario sobre el cosmonauta
Freud que lo lleva a desvanecerse en su posición analíticaen la transferencia de Dora
unos años antes. Ver sus expresiones alrededor del primer sueño, por ejemplo, donde
Freud confiesa que se trata de “un sueño que se repetía periódicamente era, ya por
este solo carácter, muy apropiado para despertar mi curiosidad”.
14
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ruso Yuri Gagarin, el primer hombre en salir de la atmósfera. Lo hace
para sostener que el cuerpo está estructurado como la botella de Klein,
donde un interior y un exterior se ponen en contacto topológicamente
con otro interior y exterior. Dice “Gagarin, aparente y verdaderamente
encerrado, digamos para simplificar, en su pequeño cosmos baladeador (...)
hace una operación redoblada: él se envuelve en su propio pulmón, lo que hace
necesario que, al fin de cuentas, él orine en el interior de su propio pulmón.
Es necesario que todo eso -se refiere a sus excrementos corporales que no
salían de ese interior del traje espacial- se vierta en alguna parte.”1
La descripción es de una desolación, que creo similar a la de un analista
que no dialoga con la Escuela y lo que ella aporta: ¿cómo saber sobre el
final del análisis, por ejemplo, no solamente del propio, sino del de otros,
los que hacen su pasaje por la Escuela?¿Cómo investigar cierta clínica sobre
el deseo del analista, la liquidación de la transferencia, la caída del Otro,
etc. sin concurrir a la cita donde esos testimonios se dan a oír?
Es necesario, entonces, que los restos de la experiencia cotidiana, se
viertan en alguna parte que no sea el propio cuerpo. Ya que la vida del
psicoanalista no es color de rosa y puede compararse con un basurero,2
como nos dice Lacan desde mucho antes y que ya he retomado con el equívoco del reco-lector de basura, de testimonios, de restos de experiencias.
Para ir cerrando la presentación, podemos tomar la palabra de Josep
Monseny, colega de Barcelona que viene a poner al pase en un lugar bien
interesante para nuestra Escuela. Él dice que:
“solamente haciendo parte de una Escuela, en la cual el pase mantenga
vivo el cuestionamiento de la experiencia, inclusive si fuera para que el
grupo entero resista a él, permite mantener viva la cuestión de la relación al “deseo del analista” para cada analista.”3
Una idea que me interesó desde que la leí por primera vez, ya que
propone al pase como pegamento de la Escuela, si tomamos el juego
16. Jacques Lacan. “Seminario 12: Problemas cruciales para el psicoanálisis”. Inédito,
versión digital, pág. 16.
17. Jacques Lacan. “Seminario 3: Las psicosis”. Ed. Paidós. Pág. 47.
18. Monseny, J. “El pase, punto de referencia del analizante”. Revista Wunsch nº 7,
IF-EPFCL, Nueva serie, 2007. p. 17; En Lo que pasa en el pase nº 2. Pág. 211. El subrayado es nuestro.
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FARP | Matías Buttini
homofónico que hace Lacan entre École y Cole, Escuela y cola o pegamento. Pero no al modo de la masa freudiana sino al modo de un dispositivo al que se suele resistir en la Escuela misma pero que es el único
capaz de mantener abierta, junto con el cartel y la práctica del control,la
pregunta del deseo para cada analista.Un pegamento que no pegotea,
que resiste al pegoteo, a la uniformidad y que se sostiene en la pura diferencia que el pase otorga. Sus resultados, los que ponen la experiencia a
prueba, vuelven sobre la Escuela misma.
A modo de conclusión...
Querría volver al inicio, a la luna y los avatares de algunos personajes
y hasta Estados enteros sujetos al rigor del científico pero también a la
obediencia muchas veces ineludible -cuando se ha hecho audita, audiblede los propios deseos, a esos vectores, esas flechas que nos conducen hacia
lugares inesperados con el extraño convencimiento de que los hemos
buscado, de alguna manera.
Cuando Neil Amstrong se está por ir, justo antes de levantar la última
bota de la superficie lunar, se escucha un comentario veloz fuera de toda
lógica esperable. Él dice:
“Good luck Mr. Gorsky”. Nuevamente, se pasa la vida, ya no negando la
frase, no rechazando la interpretación de los periodistas como lo hacía
respecto de la frase inicial sino simplemente sonriendo sin responder.
Parece que su silencio atosigó a muchos y durante muchos años... Hasta
que un día, finalmente confesó ya que el supuesto Mr. Gorsky había
muerto y ya era la hora: cuando era chico, jugábamos con un amigo en
el backyard y se nos fue la pelota a la casa del vecino. Sigilosamente salté
la cerca para recuperarla. En ese momento escuché a la Señora Gorsky
diciéndole a su marido, “¡¿Sexo oral?! Tu tendrás sexo oral el día que el niño
de aquí al lado camine en la luna”.
Pero a ciencia cierta, nadie sabe si eso es un rumor, una leyenda urbana,
un testimonio o un mito más sobre aquello que ya nadie sabe con certeza
si sucedió o fue pura ficción... Parece el límite de lo in-verificable pero
no in-audible. A ciencia cierta muchas cosas no se pueden saber. El pase
no es compatible con los números ni las estadísticas: gran paso para un
hombre (y la Escuela), pequeño paso para la humanidad.
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Ofrecemos una formación psicoanalítica de acercamiento sostenido
a los textos cardinales con un marcado sesgo clínico, tanto en los seminarios como en los talleres donde practicamos el ejercicio de escritura
y lectura de la casuística hasta extraer su lógica. Nuestra enseñanza se
integra a la Red Internacional de Foros y a la Escuela de Psicoanálisis del
Campo Lacaniano. En el seminario anual “Ética y Política del Campo
Lacaniano” nos proponemos situar los alcances de las diversas instancias que componen nuestra comunidad analítica, su sentido y sus usos
posibles: el Colegio Clínico, la Escuela Internacional, el Foro y nuestra
Red Asistencial.
Red Asistencial del FARP
Desde el año 2007 el FARP ofrece tratamiento psicoanalítico a niños,
adolescentes, adultos y parejas. Esta oferta toma los rasgos particulares
de una institución que, orientada por la Escuela, transmite y promueve
el Psicoanálisis.
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Domínguez, Leonardo Itzik, Valeria Mercuri y Santiago Candia. Material de circulación interna -Biblioteca
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