Modelo examen Kant Para desenvolver el concepto de una voluntad digna de ser estimada por sí misma, de una voluntad buena sin ningún propósito ulterior, tal como ya se encuentra en el sano entendimiento natural, sin que necesite ser enseñado, sino, más bien explicado, para desenvolver ese concepto que se halla siempre en la cúspide de toda la estimación que hacemos de nuestras acciones y que es la condición de todo lo demás, vamos a considerar el concepto del deber que contiene el de una voluntad buena, si bien bajo ciertas restricciones y obstáculos subjetivos, los cuales, sin embargo, lejos de ocultarlo y hacerlo incognoscible, más bien por contraste lo hacen resaltar y aparecer con mayor claridad. 1. Explicación de los términos subrayados en el texto, 2. Exposición de la temática del texto elegido y justificación desde la posición filosófica del autor. 3. Relación del tema del texto con otra posición filosófica, y exposición razonada de tu visión personal de tema, valorando su actualidad. 4. Descripción del contexto histórico, cultural y filosófico del texto. 1. Una buena voluntad es una voluntad digna de ser estimada por sí misma. Su bondad no depende de lo que busque o consiga. Es buena por su intención, por la forma de actuar y no por la acción concreta ni por lo que pretenda conseguir. Y esa intención no puede ser otra que el deber, actuar por deber. Y éste consiste en realizar acciones que puedan convertirse en ley, que podamos querer que las realice todo el mundo. Estas leyes o imperativos categóricos los elabora la razón y nos permiten actuar correctamente en cualquier situación. Lo importante, por lo tanto, no es otra cosa que la intención o forma de la acción. Todos los humanos sentimos ese deber en nuestra conciencia, esa obligación moral a realizar acciones que se ajusten a las leyes de la razón. Se puede actuar, por tanto, de varias maneras: a) Contra el deber, b) según el deber pero por interés y c) según el deber y por deber. Esta última es la forma correcta de actuar, siendo igual qué acción concreta se realice y qué consecuencias tenga dicha acción. 2. La buena voluntad es aquella que actúa por deber, esto es, no buscando ningún objeto o meta, no porque deseemos realizar una acción concreta ni conseguir una determinada consecuencia. La buena voluntad es buena si realiza lo que le dicta la razón y porque ella se lo dicta. La razón nos dice cómo debemos actuar por medio de su Imperativo Categórico. Nos dice que debemos actuar de forma que nuestra acción podamos querer que sea una ley universal, es decir, realizada por todo el mundo en situación similar a la nuestra. La voluntad debe seguir este imperativo por respeto a la razón que nos lo dicta y nunca por otro motivo. En esto consiste la buena intención que es la que hace que una voluntad sea buena. La ética de Kant es, por lo tanto, una ética del deber y no de bienes. Es una ética formal, que afirma que una acción es buena o mala en función de la intención y no de lo que se busca o consigue con ella. Y una buena intención es sólo obedecer a la razón y hacerlo por respeto a la misma. Los imperativos que componen dicha ética son imperativos categóricos, que mandan sin condiciones. Frente a este tipo de ética formal están las éticas materiales, qué piden que hagamos algo para conseguir con ello cierto fin (o materia). Sus imperativos son hipotéticos, mandan hacer algo para conseguir algo a cambio. Sólo actuando según el deber y por deber somos auténticos seres racionales, seres autónomos, es decir, nos damos la ley a nosotros mismos, mientras que si nos dejamos llevar por un objeto cualquiera y por el interés de alcanzarlo, somos heterónomos y no somos libres auténticamente. Kant defiende por lo tanto la racionalidad, en eso consiste el deber, en seguir auténticas normas universales (leyes). Sólo la razón proporciona dicha universalidad., al igual que ocurre en el conocimiento teórico. 3. La defensa de la capacidad de la razón para conocer lo que está bien y mal es la respuesta de Kant a la negación de la moralidad por parte de Hume. Este empirista afirmaba que no hay conocimiento racional aparte del conocimiento lógico y el matemático. No hay, por tanto, conocimiento moral racional. Y los sentidos, única forma válida de conocimiento, no nos muestran el bien o el mal en las acciones como cualidades de las mismas. Por todo esto, afirma Hume en su “emotivismo moral” que no hay conocimiento del bien y el mal, sino que cuando afirmamos que algo es bueno o malo lo que en realidad estamos haciendo es expresar nuestra opinión sobre una acción o persona. Estamos expresando una emoción de desagrado o de desagrado, algo totalmente subjetivo. Existen, según este autor, sentimientos morales que hacen que nos agrade la felicidad de los demás. La razón sólo nos muestra cómo alcanzar esa felicidad propia o del prójimo, pero no qué acción es moralmente buena o mala. No es la razón la que nos permite juzgar ni actuar moralmente. Kant, obviamente, no está de acuerdo con esto y cree que la razón en su uso a priori, nos da imperativos universales que debemos obedecer, ya que ella descubre que son moralmente correctos. Esta defensa kantiana de la racionalidad en nuestras acciones, típica del siglo de las Luces, es criticada en el siguiente siglo (XIX) por Nietzsche, que arremete contra los valores tradicionales. La razón no es ni mucho menos la esencia humana, sino que lo es el instinto. La voluntad de poder es lo que define al humano y la razón es un simple instrumento de ella. La cultura occidental ha convertido al ser humano en esclavo de sus propias creaciones: Sócrates, Platón, cristianismo y, por supuesto, Kant serán momentos clave en esta caída del ser humano. Defienden todos ellos como esencial. Kant defiende la razón como esencia humana y como aquello que nos proporciona el conocimiento científico y lo que debe guiar nuestras acciones morales. Actuar bien es ser racional. Nietzsche considera que el ser humano es sólo cuerpo y el verdadero conocimiento el sensorial. Y no debemos seguir otra cosa que nuestro instinto, usando la razón sólo como instrumento para nuestra voluntad de poder. En mi opinión, si bien la voluntad y el instinto son importantes, la razón es lo que nos hace humanos y, como dice Kant, es lo que nos permite distinguir entre lo que nos apetece y lo que debemos hacer, que a veces pueden coincidir. No significa un rechazo de nuestros intereses sino más bien un uso inteligente de nuestras acciones, como ya el propio Platón sugería. Pienso también que la teoría ética kantiana no es simplemente un reflejo de la Ilustración, sino que sigue siendo vigente hoy en día. La racionalidad es la única forma de que el ser humano alcance una sociedad justa. 4. Kant es un filósofo alemán (prusiano) del siglo XVIII. Nace en una familia protestante y ello se reflejará en su obra, especialmente en su ética. El siglo de Kant es una época de revoluciones y surgimiento de las nacionalidades. Las guerras europeas suponen la caída del Antiguo Régimen y el aumento de poder de Inglaterra, representante del nuevo estado. Este siglo termina, de hecho, con la Revolución Francesa y la desaparición del feudalismo en gran parte de Europa. Es un siglo de ciencia en el que destaca Newton como culminación de la física. Social y culturalmente estamos en el siglo de las Luces, de la razón. En esta época llega a su punto máximo el protagonismo del ser humano y de la razón. Es una razón no metafísica sino dedicada a analizar la naturaleza y apoyada siempre en la experiencia. Pero es, en definitiva, una razón que se opone a los dogmatismos y supersticiones, que nos libera de los miedos y nos hace dueños de nosotros mismos. Con ella vamos a alcanzar, según los ilustrados, la mayoría de edad y vamos a poder guiar nuestra vida y transformar la sociedad. Kant refleja perfectamente esto. Se dedica a analizar la razón y considera que ella es la que nos hace conocer la naturaleza y nos guía en nuestra vida moral. En cuanto a lo filosófica, Kant recibe influencias de los dos movimientos con los que se inicia la modernidad: racionalismo y empirismo. Racionalista en sus comienzos, tras la lectura de Hume realiza una síntesis entre ambas escuelas y considera que en el conocimiento teórico razón y sentidos se coordinan y son ambos imprescindibles. En cuanto a la ética, Kant muestra claramente su carácter ilustrado y también su protestantismo. Es una ética de la razón y del estricto cumplimiento de los deberes que ella nos impone.