Análisis económico del plazo de duración de los procesos judiciales

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Análisis económico del plazo de duración de los procesos judiciales.
Introducción.
En la actualidad existe un punto en el que la opinión de los especialistas y la
del público en general, muestran una llamativa coincidencia, unos y otros
afirman que existe una excesiva dilación en el tramite de nuestros procesos
judiciales. En este sentido, un estudio de opinión acerca de la justicia en
Argentina, revelo que el 65% de los encuestados consideraba que la excesiva
lentitud en resolver causas judiciales era el problema mas perentorio que
mostraba el sistema.1
La duración razonable del tramite, se entenderá tal luego de confrontar el
efectivo cumplimiento de los plazos procesales con otras circunstancias, por
ejemplo, con la complejidad del litigio, los márgenes ordinarios de duración
según las circunstancias especificas de cada controversia, la conducta procesal
del litigante- y la de sus letrados-, la de las autoridades- incluyendo la actividad
del juez-, la acumulación de trabajo, la consideración de los medios disponibles,
etcétera.
La convención Americana sobre Derechos Humanos, determina el derecho a la
tutela efectiva y a un proceso sin dilaciones indebidas, cuando establece el
derecho de toda persona a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un
plazo razonable, por un juez o tribunal competente
La Corte Suprema ha interpretado concretamente que la garantía constitucional
de la defensa en juicio y del debido proceso no se agota en el cumplimiento
formal de los tramites previstos en las leyes adjetivas, sino que se extiende a la
necesidad de obtener una rápida y eficaz decisión judicial que ponga fin a los
conflictos y situaciones de incertidumbre.
Análisis económico.
La excesiva duración de los proceso judiciales desde un punto de vista económico se
debe a los altos costos de transacción y al problema de la asignación de los derechos de
propiedad.
Antes de adentrarme en la explicación de por qué el no cumplimiento del plazo razonable
es consecuencia de los altos costos y la limitación de los derechos de propiedad, me
siento obligado a expresar que la prolongación del enjuiciamiento sin definición sobre la
relación material, sea absolutoria o condenatoria, no cumple con el concepto de
eficiencia. En economía, se dice que una situación es eficiente si no resulta posible
mejorar el bienestar de ninguna persona sin empeorar el de alguna otra. Este concepto se
inspira en las ideas del economista italiano Wilfredo Pareto, por lo cual a esta definición
de eficiencia se la conoce comúnmente como “eficiencia en el sentido de Pareto” u
“óptimo de Pareto”. Si bien su aplicabilidad es bastante más general, la eficiencia en el
1
Instituto Gallup de la Argentina, Investigación sobre la administración de la justicia.
sentido de Pareto puede relacionarse con una situación en la cual la suma de los
beneficios de la víctima como del victimario se hacen máxima. Esto es, en la cuestión
tratada en este texto, que la víctima o demandante tenga su recompensa por haber sufrido
un perjuicio contra su persona o sus bienes y que el victimario o demandado, sujeto que
es sometido a un proceso civil, penal, laboral, etc., goce de las garantías constitucionales
respetando los fines sustantivos del derecho, de modo que se encuentre respaldada la paz
jurídica. Actualmente la eficiencia en el sentido de Pareto en nuestro sistema procesal no
se cumple, ya que el derecho fundamental del imputado a ser juzgado tan rápidamente
como sea posible es violado por la excesiva duración del proceso. Pero la eficiencia de
Pareto tiene un problema importante y es que constituye una regla muy limitada. Supone
cierta forma de consenso o unanimidad cuando la mayor parte de las decisiones sociales y
legales implican tanto ganadores como perdedores. Por lo tanto, el criterio de eficiencia
empleado por los economistas para permitir perdedores y seguir evaluando cuales
cambios son distributivamente eficientes es el denominado criterio de Kaldor-Hicks.
Particularmente tengo mayor afinidad hacia esta teoría de eficiencia. El criterio de Kaldor
supone que el precio máximo que los ganadores están en capacidad hipotética de pagar a
los perdedores es superior al mínimo que ellos aceptarían.2 El criterio de Hicks, que
completa el célebre principio, supone por el contrario que el monto máximo que los
perdedores están dispuestos a ofrecer a los ganadores para prevenir el cambio (y evitar así
la pérdida) es menor que el mínimo monto que los ganadores están dispuestos a aceptar
para prevenir el cambio3. Mientras uno es el test del lado de los perdedores, el otro (el de
Hicks) supone el mismo test del lado de los ganadores. Si ambos “tests” se verifican, se
cumple con el criterio de eficiencia de Kaldor-Hicks. Adecuando este postulado al tema
desarrollado, podríamos suponer que el sujeto que es juzgado por un tribunal con la
dilación injustificada del litigio, que implica que los derechos puedan quedar
indefinidamente sin su debida aplicación, debería de ser compensado o ateniéndonos al
criterio Kaldor-Hicks, potencialmente compensado, por violársele la garantía de obtener
una decisión en plazo razonable. Esto no representa una cuestión anodina ya que el
tiempo durante el cual una persona transita un proceso tiene elevados costos. Por
ejemplo, en el caso de un proceso penal, puedo mencionar los costos psicológicos
(culpabilidad, ansiedad, el miedo, la aversión al riesgo), los costos de castigo esperado y
los costos de oportunidad. Incluso, cabe remarcar, que a estos costos podemos sumar los
derivados de la prisión preventiva, es decir el perjuicio que genera no contar con una
resolución judicial en el plazo acorde.
En cuanto a los altos costos de transacción referidos al tema, hay determinados factores
que son insoslayables como el hecho de que el acusado tenga un amplio abanico de
posibilidades e instancias para plantear una apelación. Puede plantear apelación desde
primera instancia hasta llegar a la Corte Suprema, con el agravante para la victima que
sufrió un perjuicio de que el demandado termine sin condena porque la causa prescriba,
debido a la lentitud de los Magistrados en establecer una condena. En materia penal, una
2
Kaldor, Nicholas (1939). “Welfare Propositions in Economics and Interpersonal Comparisons of Utility”.
3
Hicks, John (1939).”The Foundations of Welfare Economics”.
situación particular que es factible e incluso ha sucedido es que una sentencia
condenatoria sea revisada en la Cámara de Apelaciones por un período tan prolongado,
que una vez que ésta tenga que pronunciarse no le quede otra alternativa que confirmar
la sentencia, debido a que de lo contrario podrían ser ellos mismos procesados por
privación ilegítima de la libertad. Es sabido que un abogado hábil y astuto puede
prolongar y dilatar tanto el proceso, que este termine prescribiendo y el supuesto autor de
un delito nunca siquiera pise una celda, o en el caso del derecho privado, nunca deba
indemnizar al accionante.
Entre los costos también se halla el de que en muchos casos los abogados no tienen
incentivos para finalizar de manera rápida los juicios. Son muchos los abogados que
cobran por etapas, por trabajo realizado y por mantener el juicio. Entonces para muchos
de ellos les resulta rentable económicamente “planchar” los procesos porque de esta
manera se aseguran cierto ingreso de forma frecuente.
Como bien estableció el premio Nobel Ronald Coase, una vez que los derechos de
propiedad quedan establecidos, la intervención pública deja de ser necesaria para tratar el
problema de las externalidades.
Si los costos de transacción son cero y los derechos de propiedad están definidos,
entonces no importa el marco legal ni las instituciones. Los individuos responden a costos
y beneficios y las reglas no cambian los fundamentos de la decisión.
Por otro lado, cuando los costos de transacción son positivos las reglas y derechos de
propiedad importan, entonces para comprender los efectos de reglas, leyes y
organizaciones deben comprenderse los costos de transacción.
La protección jurídica de los derechos de propiedad individuales tiene la función
económica de utilizar los recursos de forma eficiente. Entonces, al ser altos los costos de
transacción los derechos de propiedad se verían reducidos y con ello el sistema carecería
de eficiencia. Para que la justicia sea injusta no hace falta que se equivoque; basta que no
juzgue cuando deba juzgar.4 En consecuencia, si se retrasa injustificadamente la
resolución judicial, no se puede asignar correctamente los derechos de propiedad, y estos
serian infructuosos.
Conclusión.
Básicamente lo importante sería tratar de focalizarse en la siguiente cuestión:
Crear incentivos para que el plazo de un proceso dure un período razonable y no sea
excesivo. Personalmente creo que se deberían alinear los incentivos para que todo el
sistema tenga el mismo fin y cometido. De nada sirve que por un lado a un sector le
convenga que el proceso sea rapido y que a otro todo lo contrario. Ya de esa forma, si
cada uno tiene diferente finalidad, llegar a una solución viable no seria posible.
4
Aida Kemelmajer de Carlucci, Principios procesales y tribunales de familia, en Jurisprudencia Argentina,
Buenos Aires, 1993, número 5851, p.14.
A “Prima facie” el comienzo hacia una solución de cambio sería una reforma
legislativa en materia procesal que ahonde en descartar aquellos artilugios y
mecanismos que pueden ser utilizados para dilatar el proceso, y que lleven la cuestión
hacia un sendero más transparente. Lógicamente no es sencillo, pero la idea que trato
de enfatizar es el hecho de que se podría llegar a aplicar cierto tipo de sanciones
conminatorias, tanto a los magistrados displicentes a la hora de dictar una resolución,
como para aquellos abogados que, con un egoísmo moral y ético y con un fin
puramente superficial e interesado, retuercen de forma excesiva la ley para poder
obtener su cometido. El problema de que los abogados tergiversen la ley es que
contribuyen, con otras arbitrariedades procesales más, a que desaparezcan garantías y
derechos que corresponden a quienes transitan el camino del proceso, ya sea este
civil, penal, etc.. No se trata de que ser bueno con los malos es ser malo con los
buenos, por el hecho de que mi posición se ubica básicamente en la protección de
aquella persona que está del lado de la acusación, sino en el respeto que se le debe
prestar a la ley. A mi entender la ley no es ágil y cuenta con escollos que impiden un
funcionamiento eficiente. Básicamente seria la función de eliminar ambigüedades
legislativas que puedan llevar a la prolongación injustificada y objetiva del proceso.
Ya Ronald Coase dijo que se debería de “estructurar la ley de modo que se eliminen los
impedimentos para los acuerdos privados”. La idea de una resolución por la vía privada
netamente referida al plazo razonable de duración del proceso seria eficiente. Por qué ?
Básicamente por el hecho de que descongestionaría la cantidad de procesos , que para el
Estado son insignificantes, y se reservaría el análisis de los jueces a aquellos casos
trascendentales. Es una cuestión de economía procesal que ayuda a eliminar la burocracia
institucional. No soy juez pero tiendo a creer que cuando llegan los casos al despacho del
magistrado, éste se ha de inclinar por aquél que contiene mayor trascendencia. Entonces
los acuerdos privados me parecen que serían de gran ayuda.
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