EXPLORANDO OTROS MUNDOS Mtro. Arnoldo A. Castilla García Participar en un curso de postgrado, es siempre una experiencia irrepetible. Mas aún si la institución a la que se acude es la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Treinta mil alumnos tiene esta institución señera. Da cobijo a estudiantes de casi toda Latinoamérica, en particular uruguayos, paraguayos, peruanos, colombianos, chilenos, etc. Ellos acuden atraídos por el prestigio de la institución y el alto nivel académico de los cursos que se imparten. Se alberga en un vetusto edificio, gastado por el tiempo, tal vez falto de mantenimiento, pero imponente por sus enormes columnas románicas y amplios salones. Está situado en el aristocrático barrio de la recoleta, donde se encuentra el panteón del mismo nombre. Ahí están sepultados muchos de los hombres y mujeres ilustres de Argentina, entre otros la discutida Evita Perón. A unos pasos de la facultad se encuentra también el parque francés y el museo de arte moderno. Además de aulas, oficinas, biblioteca, cafeterías, cuenta con alberca cerrada, gimnasio y dos librerías. Impresiona que en el piso de una de las entradas se encuentre una lista de profesores y estudiantes que fueron víctimas sangrientas de la represión que llevó a cabo el régimen militar. El trato al estudiante extranjero es cordial. Se respira, como debe ser en toda universidad un ambiente abierto, de plena libertad. Nos tocó presenciar parte del proceso para elegir la nueva directiva de la sociedad de alumnos. Grata impresión nos causó que los temas de campaña fueran fundamentalmente académicos. Los grupos en pugna prometian gestionar más horas de clase en ciertas materias, evaluación de profesores, mejoras en los sistemas de inscripción, etc. Apreciamos una intensa relación académica entre profesores y alumnos. Las cafeterías son escenario de largas discusiones sobre temas jurídicos, pero no está exento el debate sobre cuestiones político ideológicas, con toda la pasión que caracteriza a los argentinos. Una ceremonia de bienvenida austera pero con calor fraterno, dio inicio a los cursos, en ella tuvo una intervención brillante el Ministro de la Suprema Corte de Justicia el Doctor Eugenio Saffaroni, quien es profesor de esta facultad y está considerado como uno de los mejores penalistas del mundo. A mi en lo particular me atrajo la idea expresada por el insigne maestro respecto a la necesidad que tienen los países latinoamericanos de buscar sus propios sistemas jurídicos y no conformarse con copiar modelos europeos que no encajan con nuestra realidad. El discurso del decano Doctor Atilio Aníbal Alterini, (destacado catedrático, recién electo por un consejo integrado por cuatro profesores, cuatro estudiantes y cuatro egresados), fue una pieza oratoria sobria dirigida a nosotros alumnos extranjeros. La cena de despedida se llevó a cabo en un salón fastuoso, amenizada por una orquesta, un cantante y dos parejas de bailarines. El tema musical, no podía ser otro; el tango. Buenos vinos y excelente comida y un ambiente pleno de cordialidad fueron los ingredientes para dejar en nosotros la sensación de un momento inolvidable. Al describir la vida cotidiana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, no es posible dejar a un lado, la relación de esta institución con la prisión federal de Devoto. Este centro penitenciario federal de alta seguridad que alberga un promedio de cinco mil internos, cuenta en su interior con un campus de la Universidad de Buenos Aires. En un espacio aparte, un promedio de ciento cincuenta internos, cursan diversas carreras universitarias como psicología, contabilidad, derecho, economía, servicios periciales, etc. Viven en este espacio, que en una época fue un taller que sufrió un incendio y que fue habilitado como claustro universitario a petición de los mismos internos. También acuden a cursar materias estudiantes del exterior que conviven fraternalmente con aquellos compañeros que por infortunio se encuentran privados de su libertad. Los profesores de la UBA acuden día a día puntualmente al centro penitenciario a impartir sus clases. Una cuestión que debe destacarse es que en este espacio universitario sus egresados no han presentado hasta hoy un caso de reincidencia. Conocimos esta institución gracias a la Doctora en Derecho y Doctora en Filosofía Ana Messuti, quien nos invitó a acompañarla a su cátedra en el interior del centro de readaptación. Imagínese amable lector lo que significa para estos peculiares estudiantes universitarios escuchar de viva voz a una de las pocas mujeres dedicadas a la filosofía del derecho penal y que hoy ocupa un alto cargo en Ginebra, Suiza, como funcionaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Ya abordando el tema de los cursos de postgrado a los que me tocó asistir en compañía del maestro Milton Castellanos Gout, y que en mi caso particular fue el de Problemas del Saber Penal Contemporáneo, vale la pena señalar la destacada participación de la Doctora Ana Messuti, a quien antes me he referido. Ella en uno de sus libros “El tiempo de la pena” y como filósofa del derecho penal, abordó el tema de la proporcionalidad como preocupación de la justicia y la necesidad de que esta proporcionalidad se vincule con una escala de garantías, pero además dicha proporcionalidad, señaló, no debe basarse únicamente en la racionalidad sino aun mas en la razonabilidad, por lo que debe hablarse de responsabilidad razonable. La ilustre profesora considera que el delito no sólo daña a la sociedad, daña a quien la reciente y al ofendido. Afirma la ilustre catedrática que el delito es violencia generalmente improvisada frente a la violencia del Estado que si es pensada. Considera que es necesario hacer “dogmática de la pena” ya que el sistema penal es simulación de readaptación y los jueces lo saben. Cerró la profesora las sesiones de clase con una frase de San Agustín que con gusto transcribo para ustedes “¿Qué es el tiempo?: es la imagen móvil de la eternidad”. En cuanto a las clases impartidas por Julio E. S. Virgolini, un criminólogo con alto reconocimiento académico mas allá de las fronteras de Argentina y que ha visitado México en múltiples ocasiones, basó su exposición en los temas ya desarrollados en su último libro “Crímenes Excelentes”, en el que realizó un cuidadoso pero también peculiar análisis de los delitos de cuello blanco, crimen organizado y corrupción. El profesor Virgolini realizó en el salón de clases una excelente disección de esta compleja forma de criminalidad, su enfoque científico de los problemas que plantea esta nueva delincuencia fue impecable sobre todo porque considera al delito de cuello blanco como sinónimo de delincuencia económica y considera que la sociedad se muestra insensible a estas prácticas ilegales del mercado. Destaca también la asociación política que se da entre criminales de cuello blanco y funcionarios a través de la corrupción, lo que da origen a una forma de delincuencia organizada. Mucho se puede decir de la excelente cátedra del maestro Virgolini, lo que prometemos hacer en un trabajo posterior. Un joven recién doctorado Gabriel Ignacio Anitua, nos llevó a trabajar sobre el tema de su tesis doctoral recién publicada, con el título Justicia Penal Pública, que es un estudio a partir del principio de publicidad de los juicios penales. Formado también en la sociología, el joven profesor investigó arduamente sobre el significado y alcance del principio de publicidad en los juicios penales partiendo desde la premodernidad hasta la aparición del estado moderno. Analiza la importancia que comienzan a tener los medios de comunicación ante el fenómeno de las sociedades de masa y la elevada influencia que la publicidad llega a adquirir en la difusión de los juicios penales, en lo particular se refiere a la televisión. Considera el profesor que la televisión puede llegar a constituirse en un elemento configurador de la democracia contemporánea y en un recurso en la lucha contra el secreto y la burocratización, rasgos con los cuales se expresan las reclamadas búsquedas de eficiencia y bajo costo que exaltan quienes pretenden adueñarse del proceso penal como “expertos” . La recomendación es escuchar a este joven catedrático, vale la pena, o cuando menos leer su obra. ¿Por qué escucharlo?. Por la riqueza que se deriva de la discusión abierta, de la cual el catedrático es un especial facilitador. Provoca el debate lo que convierte su cátedra en una experiencia estimulante. El tema relativo al lavado de activos de origen delictivo, fue tratado en forma impecable por un también joven profesor Director de la Unidad de Información Financiera del Ministerio Público Fiscal, Doctor en Sociología y Profesor de la Facultad de Derecho de la UBA. En particular llamó la atención de los que temporalmente fuimos sus discípulos, el tratamiento que dio al problema de la legitimidad y la eficacia de las normas. Además del análisis de las legislaciones de todos los países latinoamericanos en materia de lavado de dinero con sus aciertos y desaciertos. El profesor J. Marteaw resaltó las deficiencias de estos sistemas que hacen posible el movimiento de enormes cantidades de dinero que dan sustento a la llamada delincuencia organizada, conocedor a fondo de los problema que plantea el tráfico de dinero sucio o negro, su cátedra constituye una base fundamental para aquellos que en los países de América son agentes del ministerio público persecutores de delitos. Mucho podría seguirse escribiendo sobre este casi un mes de enseñanza al que acudimos con el espíritu abierto y la humildad necesaria de quien sabe que va a aprender. Todos estos esfuerzos intelectuales se dieron en una hermosa ciudad marco, tal vez un poco desgastada por la crisis económica. De hermosos edificios art deco, de alguna manera es como remontarnos a principios del siglo pasado bajo las acordes del tango cantado por Gardel. Recorrer los barrios de caminito en la Boca, Palermo, La Recoleta, Santelmo y las calles de Mayo, Libertador, Corriente, etc, fue un verdadero privilegio, sobre todo los fines de semana en que se cierran las calles para dar paso a las “ferias” donde se baila tango y se compran y venden antigüedades. Una ciudad abundante en librerías y puestos de periódicos y revistas, es una comunidad que lee y que conjuntamente con los teatros demuestra su amor por la cultura. La abundancia de cafeterías nos indica que el argentino es un hombre o mujer que gusta de socializar, por lo que a pesar de la crisis económica que ha venido padeciendo pero gracias a la participación política de sus ciudadanos, pronto veremos de nueva cuenta una Argentina fuerte y renovada.