Nos reunimos en Foz de Iguazú diversas organizaciones representativas de las micro, pequeñas y medianas empresas del MERCOSUR, parte de ALAMPYME (constituida por organizaciones mipymes de 13 países de América Latina) y este año además, sumamos la valiosa participación de algunos países de Europa, organizaciones mipymes, representantes de la economía social, y de la educación, de España, Portugal, Alemania y representantes del Parlamento europeo, lo que dio origen a una nueva intitucionalidad — EuroLatiM 98%, para fortalecer las relaciones institucionales y microempresariales entre América Latina y Europa. Hace años venimos elaborando una idea que también nos convoca hoy aquí: definir el “sujeto empresario”, para poder ubicarlo en el lugar que le corresponde. Se engloba detrás de la palabra “empresario” a todo el sector, sin diferenciación. Pero ¿podemos realmente hablar de un sujeto empresario genérico?. ¿Es lo mismo una empresa grande, con capacidad de incidir en las políticas públicas, que el sujeto casi anárquico que vive en nuestro continente y en el mundo sin tener en quién referenciarse? Este es el debate que debemos dar los micro pequeños y medianos empresarios aquí reunidos y llevarlo a las autoridades de cada uno de nuestros países. Esta discusión está instalada desde hace años en el seno de ALAMPYME, pero la crisis mundial la puso de manifiesto con mayor énfasis. Se está empezando a discutir en todo el mundo la caducidad de este modelo, la necesidad de generar alternativas de inclusión social y distribución de la renta. La crisis que tiene el mundo alerta sobre uno de los flagelos más importantes que la sociedad humana tiene como interrogante hacia el futuro: la generación de mano de obra y de puestos de trabajo. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo puso en discusión la necesidad de un desarrollo inclusivo a largo plazo que propone entre las alternativas, la idea de generar mayores niveles de ocupación para los países, sobre todo los emergentes. Los micro, pequeños y medianos empresarios somos parte de esa alternativa. Tenemos un rol determinante que jugar en la modificación de las estructuras sociales. Las estadísticas de cualquier país del mundo, sea capitalista desarrollado o un país en vías de desarrollo, hablan de que entre el 70 y el 80% de mano de obra la generan las mipymes. Este sector merece ser considerado especialmente como el motor del trabajo, mano de obra intensiva. Siendo tal su aporte, ¿Qué podría pasar si realmente estuviéramos en la agenda de los gobiernos como un sujeto diferente, si fuéramos parte de un debate en cada uno de nuestros países y a nivel de bloques regionales? ¿Qué pasaría si en lugar de ser verticales los acuerdos a nivel MERCOSUR (que no dejan de ser meramente aduaneros, usufructuados por grupos concentrados) fueran verdaderamente horizontales y fuéramos parte de esa integración, de esa discusión? Si el problema social en América Latina y en el mundo es el tema de la inclusión social, las mipymes no somos el problema sino parte de la solución: Somos los que mayor rentabilidad distribuimos; Somos los que por nuestro carácter contribuimos a la democratización de la economía; Por estar nuestros establecimientos ubicados en los barrios, en la periferia, generamos trabajo en esos barrios y en esa periferia. Somos quienes capacitamos a nuestros trabajadores que capacitados migran con estándares más elevados de calificación a las grandes empresas. La concentración económica no sólo tiene la perversión de concentrar poder sino de tener la capacidad de imponer condiciones de dependencia al punto de disponer de los recursos naturales, humanos y del propio estado al servicio de sus intereses. Si hablamos de democracia económica, las mipymes junto a los trabajadores constituimos el 98% de la población activa de las sociedades, pero no tenemos un espacio para ser escuchados, ni respetados, ni debatir las propuestas que tenemos. Siempre estamos lejos, de las mesas de debate, los acuerdos se hacen con nosotros después que se acordó previamente en la súper estructura. Inclusive el sistema financiero tan perverso y despiadado que hay en el mundo, responsable de las catástrofes naturales, sociales, financieras y económicas, utiliza nuestros propios recursos para decidir ellos a quién se lo prestan, cómo, cuándo y porqué. Hoy el mundo necesita de todos los sujetos sociales, entre ellos nosotros. El debate que se está dando a nivel de parlamentos, bloques, ONGS, e incluso en el corazón del poder económico, es que se rompió un contrato social y que nacerá uno nuevo. Ese nuevo contrato nos puede tener como observadores o protagonistas. Este momento en el que estamos hoy, puede ser la etapa de consolidación para que quienes ya venimos trabajando en esto, pasemos a constituirnos cómo el espacio necesario. En la medida en que nosotros seamos protagonistas de los debates que devengan de este nuevo formato de sociedad, tendrá un perfil u otro, nos tendrá como parte o como observadores y el resultado será totalmente diferente con una u otra variante. Está en nuestra manos en este tiempo tomar la decisión, poner la energía necesaria, la disposición, la inteligencia para convertirnos en sujetos de la transformación. Es nuestra responsabilidad, la decisión y el compromiso.