T e m a I V É t i c a y 0. Introducción. 1. Platón: La unión de la ética y la política. 1.1. El filósofo rey. 1. La ciencia política suele ser considera una ciencia moderna. 1. 2. Esta afirmación choca con el dato de que la historia del pensamiento conoce un gran número de obras expresamente dedicadas a la política, de las que: 1. La República de Platón, 2. la Política de Aristóteles, 3. La República de Cicerón 4. y Del gobierno de los príncipes de Tomás de Aquino …serían excelentes ejemplos. Sin embargo, la afirmación es cierta si tenemos en cuenta que el mundo de la política, tal y como fue concebido por los antiguos, forma parte del mundo de la verdad: el de la política moderna prescinde de él. 1. Platón nunca ejerció cargos públicos, a pesar de una honda vocación política (Carta VII) que impulsará toda su reflexión. Guthrie, en el volumen IV de su Historia de la filosofía griega, resume la posición platónica diciendo 1. que un filósofo no debería tomar parte en la política de una sociedad real, sino sólo en una ideal, 2. y, al mismo tiempo, que el Estado ideal nunca se podría realizar hasta que el filósofo accediera a tomar parte en la política. La diferencia radical de la que estamos hablando parece dividir en dos a toda la historia del pensamiento político, al contraponer la noción moderna de la política al curso ideal de la Antigüedad y de la Edad Media. 1. No es causal el que todo el Medievo haya mostrado el sello indiscutible de la Política de Aristóteles. 2. Así cuando a comienzos del XIX Benjamin Constant exaltaba la libertad de los modernos respecto de la libertad de los antiguos, veía la superioridad de la primera en el hecho de que los problemas de la v e r d a d y de la é t i c a se habían ya "privatizado", transformándose en patrimonio exclusivo de las conciencias individuales. 2. El dictamen platónico acerca del rey filósofo difícilmente podría resultar más paradójico. El filósofo, sabiéndose impotente para cambiar el orden establecido, prefiere limitarse a no mancharse las manos con los asuntos propios de la política y sólo se dispone a intervenir en ellos cuando haya tenido lugar una serie de cambios que sólo serían posibles merced a su intervención. Dada esta aporía, la única solución es : 1. moralizar a los políticos 2. o hacer entrar en el terreno en política a quienes mejor conocen las premisas éticas, …es decir, que los filósofos sean reyes o que los reyes aprendan a filosofar. (Sólo el matrimonio entre la filosofía y el poder, esto es, entre la moral y lo político, sería capaz de cambiar el lamentable orden de cosas establecido ) 2. Recogiendo el testigo de su maestro Sócrates, Platón decide forjar una p a i d e i a que reforme la p o l i t e i a . Los filósofos, esto es, los expertos en materias tales como la justicia o el obrar virtuoso, 2. La diferencia más radical entre la política en el mundo antiguo y en el nuestro estriba en el papel otorgado a la verdad: en la Grecia clásica, la política forma parte del mundo de la verdad. La política moderna prescinde de ella. (El punto 1 está resumido en estas 3 líneas) 1. p o l í t i c a La figura platónica del filósofo rey es la que mejor condensa esa pretensión griega, que heredó el cristianismo, de que el gobernante debía ser quien mejor conociese la verdad. Y fue Maquiavelo quien rompió con el modelo de pensamiento político antiguo. A partir de Maquiavelo las esferas de la política y de la verdad se separan. Pero con ellas también se separan las esferas de la ética y de la política. Ejemplificaremos los problemas de la distancia entre ética y política con la exposición de las relaciones entre Federico de Prusia y … 1. Voltaire, su mentor, 2. Diderot, su enemigo 3. y Kant, su súbdito. (Veremos como el candidato más cualificado a moderno filósofo rey fue más consciente que algunos filósofos de los requisitos que imponen las diversas esferas de acción.) 1. deberían tomar las riendas del gobierno 2. y, de no ser así, habrían de comunicar su saber a los gobernantes para instruirlos convenientemente. Con arreglo a estas convicciones, Platón viajará por tres veces a Sicilia para ejercer como consejero en la corte de Siracusa En el sexto libro de la República Platón nos brinda una espléndida parábola (donde se forja una metáfora con gran tradición en la politología moderna). En ella el Estado es comparado con una embarcación cuyo auténtico capitán -el pueblo- se deja embaucar por su tripulación, es decir, por los políticos. Cada uno de los marineros está empeñado en tomar el timón entre sus manos, aun cuando desconozca por completo el arte de la navegación. Todos ellos acosan al patrón para que les deje hacer de timonel y, si alguno se sale con la suya, los otros le arrojan por la borda para seguir disputándose su puesto. Luego embriagan al patrón para hacerse dueños del barco y saquearlo, designando como primer oficial a cualquiera que prometa secundar su motín y les permita seguir esquilmando las provisiones del navío. El verdadero navegante, aquel que para fijar el rumbo habrá de tener muy en cuenta las estaciones, el cielo, los vientos y los astros no dejará de ser considerado un inútil por semejante tripulación, tal como le ocurre al auténtico filósofo en los negocios de la política. Su mayor anhelo era que los tripulantes de la nave del Estado recurriesen al filósofo y le aclamaran como piloto, comprendiendo que sólo él dispone de los conocimientos adecuados para ello. Su Academia fue concebida como una cantera de futuros gobernantes, quienes, tras dedicar a la filosofía casi toda su vida, echarían sobre sus hombros el para ellos desagradable peso de la política, en aras del bien común. La indudable ventaja de su planteamiento es que, lejos de considerar un privilegio semejante cometido, estos pilotos gobernarían la nave del Estado por un estricto sentido del deber; sabiendo conjugar: 1. el conocimiento del buen gobierno 2. con una indiferencia hacia las presuntas prebendas (gangas) de la política. Aquellos que se colocan en un terreno intermedio entre la filosofía y la política merecen un enorme desprecio por parte de Platón, pues lo único que logran es no ser ninguna de las dos cosas, ni filósofos ni políticos. Situándose a caballo entre la ética y la política, su objetivo sería influir en las decisiones políticas, pero sin llegar a responsabilizarse de sus propias propuestas. (Eutidemo) El tema arroja cierta luz sobre la definición del rey filósofo platónico, el cual habría de involucrarse por entero en la política cuando le toque hacerlo así, aunque preserve su condición de filósofo moral. 1 T e m a I V É t i c a 1.2. El juicio histórico. altamente positivo. Guthrie nos recuerda que, según Plutarco, Platón envió a varios discípulos para reformar exitosamente diversas constituciones, y él mismo habría sido llamado por los tebanos para redactar la constitución de Megalópolis. En cambio, el balance que nos brinda sir Karl Popper en La sociedad abierta y sus enemigos no puede resultar más desolador. Tras detallar las tropelías cometidas por algunos de sus colaboradores, 1. Popper concluye que entre los discípulos y amigos de Platón hubo al menos nueve tiranos. Parece difícil encontrar al hombre cuyo carácter no sea corrompido por el poder. Como dice lord Acton, todo poder corrompe y el poder absoluto, en forma absoluta. 2. Pero, para Popper, el problema no es meramente personal, sino filosófico (Popper no se conforma * La interpretación de Berlin parece ahondar aún más el divorcio entre ética y política que han defendido como interpretación de Maquiavelo autores como Federico Chabod en su Escritos sobre Maquiavelo, F.C.E., 1994. Si Berlin piensa que los imperativos políticos no pueden divorciarse de las pautas morales, ello se debe al hecho de no admitir en modo alguno su casamiento, que considera simplemente impensable. La política supone para Berlin una suerte de moralidad social absolutamente incompatible con la ética individual, siendo así que ambas cosas no pueden entremezclarse. Por eso no cabe separar lo que nunca se ha juntado, puesto que representan dos sistemas de valores conflictivos entre sí. En cualquier caso, está claro que la gran contribución de Maquiavelo… con facilitar esta desastrosa cuenta de resultados y da un paso más allá, para demostrar que incluso a nivel teórico el empeño platónico por moralizar la política representa todo un fiasco ). El filósofo rey platónico serviría para convertir a Platón en un pionero defensor de la razón de Estado, al sostener allí que la mentira, en beneficio del Estado, es un privilegio exclusivo del estadista. (Allí = Justo al comienzo del capítulo que titula El filósofo rey, Popper subraya el famoso pasaje del libro III de la República) 2.1.2. El político maquiavélico. 1. La lógica del poder sólo responde al imperativo de la eficacia y se le antoja extremadamente hipócrita no reconocerlo así. De ahí que cuanto más camaleónico sea el ánimo del político y mayor su destreza para saber adaptarse a las variables circunstancias, tanto mejor le irá en un juego donde la diplomacia y el disimulo (amparados por la coacción) se revelan como las mejores armas, por no decir las únicas. Por lo tanto, si unimos los fracasos de los viajes de Platón a Siracusa con los juicios de Popper prevalecerá la impresión de que sus esfuerzos por aunar ética y política no tuvieron éxito alguno; 2. Ética y política en el pensamiento moderno. 2.1. Maquiavelo: El divorcio entre la ética y la política. 2. El político debe intentar domeñar a la fortuna para rentabilizar al máximo las oportunidades brindadas por el azar, para ello a veces debe: 2.1.1. Interpretaciones de Maquiavelo. 1. engañar al honesto, 2. ensalzar al canalla 3. y no mantener casi nada de lo que prometa. Tales fueron, al menos, algunas de sus recetas más célebres, unos preceptos que habrían de forjar la leyenda negra del maquiavelismo y harían que su nombre se convirtiera en un sinónimo de la más refinada perfidia (falsa) y extrema inmoralidad. Al entender de Maquiavelo, el meollo de la política sería el disimulo. De ahí se derivarían cual corolarios el resto de las pautas a seguir, como es el caso del quebrantamiento de las promesas. Es en Maquiavelo en quien la filosofía política suele situar el punto de ruptura entre ética y política. Maquiavelo vendría a sostener que la política: 1. no es ni la ética ni su opuesto, 2. sino que tiene su propio ámbito de acción. De acuerdo con Isaiah Berlin, en su artículo "La originalidad de Maquiavelo" (en Contra la corriente, FCE, 1986), defiende que lo que Maquiavelo distingue: a) b) p o l í t i c a Leo Strauss, en su Meditación sobre Maquiavelo (Instituto de Estudios políticos, Madrid, 1964), afirma que éste quiso presentarse a sí mismo como otro Colón, descubridor de un nuevo continente moral. Ahora bien, esto no significa que Maquiavelo pretenda cancelar los valores morales con la preeminencia de los políticos. En este punto el análisis de Berlin es completamente correcto. Maquiavelo no justifica el fin por los medios, mal y crimen son lo que son y de hecho no hay mistificación posible . Maquiavelo constata, pues, una irreductible escisión entre la política (el reino de la fuerza) y las exigencias de la moral. Respecto a la fortuna histórica del empeño platónico por forjar filósofos-reyes corren muy diferentes versiones. 1. El inventario que hace Guthrie, por ejemplo, en su monumental Historia de la filosofía griega, es 2. y El político debe saber adoptar las virtudes morales, como la clemencia o la lealtad, incluso serlo de verdad, pero como un actor hace con sus personajes, utilizándolas como máscaras, lo que le dota de una versatilidad que le permite acoplarse mejor a las variables circunstancias de la fortuna. En cambio, identificarse plenamente con ellas podría provocar su ruina dentro del escenario de la política. no es la ética de la política, sino dos ideales de vida incompatibles: la moral del mundo pagano y la moralidad cristiana De acuerdo con Isaiah Berlin, Maquiavelo es el primer pensador que dejó claro que el monismo ético es imposible al contraponer dos clases de moral. 1. Por un lado la moral pagana de la virtud, de la autoafirmación, la búsqueda del poder, etc. 2. Por otro, la moral cristiana de la anulación del propio sujeto, de la humildad, de poner los ojos en la otra vida y no en ésta. 3. A la base de sus tesis nos encontramos con un radical pesimismo antropológico. De ahí que sus consejos no supongan sino un baño de realismo, una cura contra la ingenuidad. Los hombres, al menos cuando se dejan seducir por el poder y quedan apresados dentro del peculiar juego de la política, no son de fiar, ya que su afán por ganar la partida les hace ser hipócritas, desleales, mentirosos y perversos. Nada ni nadie les hará desviarse de su camino. Así, Maquiavelo cree que una comunidad política cristiana es una contradicción en sus propios términos; es imposible ser un ciudadano dispuesto a luchar por su comunidad y que por tanto debe ser capaz de usar la violencia, y un humilde cristiano que renuncia por principio a ella. La consecuencia de ello es un dualismo inconciliable. Podemos elegir una u otra vida, pero no ambas. Y no hay un criterio externo a ellas que nos diga cuál es la superior. Depende de lo que nosotros queramos ser y hacer. * La gran contribución de Maquiavelo es la de haber escindido esas dos esferas valorativas que tanto Platón como el cristianismo habían fusionado por muy distintas razones. La idea clave nos puede parecer hoy obvia: la ética suele constituir un obstáculo dentro del ámbito de lo político. Ante semejante panorama resulta obvio que quien pretenda introducir otras pautas de conducta, como sería el caso de cualesquiera reglas morales o imperativos éticos, no tendrá nada que hacer en esa contienda. Así, el gran mérito de Maquiavelo: 1. no es el de haber resuelto el dilema de las relaciones entre la política y la ética, 2. sino el de haber formulado este problema de una manera tal que dicho dilema no haya podido ser olvidado o esquivado. 2 T e m a I V É t i c a y 2.2. El sueño de Voltaire: Federico el Grande, el nuevo rey filósofo. p o l í t i c a 2.3. Kant: Ética y política. Es famoso el fragmento de La paz perpetua en el que afirma Kant: 1. que no cabe confiar en que los reyes filosofen o esperar a que los filósofos lleguen a ser reyes, pero tampoco hay que desearlo, porque detentar el poder corrompe inexorablemente aquella libertad que debe caracterizar el juicio de la razón. 2. Sin embargo, añade Kant, es imprescindible que los reyes no hagan desaparecer o acallar a los filósofos y que, por el contrario, les dejen hablar públicamente para que iluminen su tarea. Kant,como Maquiavelo, cree que filosofar y gobernar, ética y política, constituyen oficios incompatibles. Su relación es mutuamente peligrosa, puesto que arruina sus respectivos intereses. El poder político pervierte la moral, al hipotecar su libertad y empañar su objetividad, mientras que, por otra parte, la ética puede conducir a la inacción política. 1. Es útil analizar el caso de Federico el Grande como ejemplo de los problemas que plantea la relación entre ética y política. El encarnó como ningún otro el viejo sueño platónico del filósofo rey, a quien se propuso refutar en su Antimaquiavelo. En la correspondencia entre Federico de Prusia y Voltaire podemos seguir muy detalladamente la gestación de la obra, de la que éste fue en gran parte coautor. Cuando el príncipe que le ha distinguido con su amistad y mantiene una copiosa correspondencia con él, accede al trono, Voltaire soñó con que su siglo conocería un filósofo rey, que promovería las ciencias y las artes, un soberano que utilizaría el poder - en lugar de abusar del mismo-, con arreglo a ciertos cánones morales. (Ver desarrollo histórico de esta problemática en nota nº ) 1. Sin embargo, el abismo entre ética y política no significa incomunicación. Que no puedan albergarse en un mismo sujeto no es decir que no se necesiten mutuamente. 2. Lo interesante es que, a pesar de las quejas posteriores de Voltaire, no cabe trazar nítida una línea divisoria entre los escritos redactados por Federico antes y después de subir al trono . Como príncipe heredero defendía los principios ejecutados después por el monarca en ejercicio (De ser esto así, el sueño propalado por Voltaire a los cuatro vientos habría carecido de fundamento desde un principio) Y de hecho, podemos encontrar en el Antimaquiavelo muchas referencias a la necesidad de la intriga o de la ruptura de las promesas antes de quedar desacreditado ante todos. 1. Federico reconoce que Maquiavelo ha vislumbrado ciertos resortes de la maquinaria de la política. 2. Y también reconoce que la mejor defensa es el ataque, abogando por las guerras ofensivas destinadas a evitar el fortalecimiento del enemigo. 3. Federico cree injusto que aquellos que alaban a Marco Aurelio le censuran a él, no teniendo en cuenta que también el emperador romano se puso al frente de sus ejércitos. Tales censuras sólo pueden deberse, de acuerdo con Federico, al desconocimiento de una ciencia que tiene sus propias reglas. 4. Tenía una concepción estoica del poder político. Lo consideraba una carga pesada y envidiaba la vida tranquila del filósofo dedicado por entero al estudio. Por eso el soberano ideal responde a ese arquetipo estoico del sabio, al que tanto se aproximó Marco Aurelio. Para Federico, su cargo conllevaba muchas más cargas que privilegios, habida cuenta de que su responsabilidad le acarreaba serios problemas morales. La filosofía estaría, para Kant, al servicio del monarca, (pero no para justificar sus tropelías, sino para precederle y preservarlo al iluminar con la ética el camino de la política). Kant parece aceptar el criterio de Maquiavelo de separación de esferas de acción, pero ofrece un criterio para impedir que el juego de la política se deshumanice: Kant sitúa como piedra de toque la publicidad , que constituye un criterio negativo, que no sirve para conocer lo justo, pero sí para discriminar lo injusto, … …tal como explicita en el último de los apéndices con que cuenta Hacia la paz perpetua, un apartado cuya misión es estudiar las posibilidades de lograr un acuerdo entre la ética y lo político, armonizando en la medida de lo posible su respectivos intereses. De este modo, el filósofo queda convertido, pues, en una especie de árbitro cuya misión es velar por la buena marcha del juego para conseguir que se respeten ciertos principios éticos elementales, al someter a un enjuiciamiento público las actuaciones del poder político. 2. Kant distingue al moralista político del político moral. 1. Lo interesante del caso es que Federico tenía vocación filosófica y ello había propiciado el entusiasmo de Voltaire. Una vez coronado, Federico fue muy consciente de la esquizofrenia en que le sumía su doble vocación y siempre manifestó envidiar el quehacer de un filósofo como Voltaire, cuyo trabajo sólo responde a los dictados de su gusto e ingenio, bien al contrario de lo que sucede con las obligaciones concernientes a un obrero de la política como él, cuya tarea se ve absolutamente determinada por una inexorable necesidad. 2. 3. No es por ello extraño que el mismo personaje cuyo acceso al trono representó un sueño para Voltaire sería reputado de pesadilla por Diderot. 1. En el opúsculo editado ya en el s. XX de Diderot bajo el nombre de "Páginas contra un tirano" se revela la escasa simpatía que Diderot profesaba Federico de Prusia. 2. También en su Principios de política de los soberanos ataca a Federico. Lo tacha de tirano, Mientras el primero se forja una moral útil a sus conveniencias, El moralista político no dudará en invocar la razón de Estado para excusar su inmoralidad el segundo intentaría conjugar sus pautas de conducta con las exigencias éticas. Por el contrario, el político moral no estaría dispuesto a traicionar sus principios en una instancia que pueda trascender la propia conciencia moral, prefiriendo llegar a dimitir de su responsabilidad política antes que abandonar o hipotecar sus convicciones morales. El resultado es conjugar: 1. los considerandos de una convicción moral 2. con las responsabilidades asumidas por el político. Pero el cierto optimismo que aún se respira en la filosofía política kantiana acabará por disolverse en la obra de Max Weber. (p.e. El científico y el político.; “La ciencia como vocación” y “La política como vocación” - Dos lecciones o ensayos que se publican en conjunto) A estas alturas de la historia y, más modestamente, de la exposición, la ingenuidad platónica nos parece algo propio de la infancia, de una etapa en la que se confunden los deseos con la realidad, a pesar de ir comprobando que no cabe identificarlos. A esa edad plagada de sueños y quimeras imposibles, debía sucederle inevitablemente otra caracterizada por la insolencia típica de los adolescentes y por ellos nos encontramos con Maquiavelo en plena eclosión renacentista. Luego, durante la juventud, al despuntar los albores de la modernidad, Kant pudo permitirse soñar con la esperanza de que las cosas pueden cambiar para mejor. Aquella ingenuidad infantil, esa molesta insolencia propia del adolescente y este juvenil entusiasmo suelen quedar superados por el realismo de la madurez. Por eso es hora de exponer la filosofía de Weber. de perfecto político maquiavélico, en el peor de los sentidos. Y, sin embargo, Diderot elogia a Catalina la Grande. ¿Qué rasgos diferencian tan radicalmente al uno de la otra? ¿Cuál es el criterio que le permite a Diderot discernir entre un tirano execrable y una déspota ilustrada como debe ser? Se impone creer que tanto Voltaire como Diderot sólo saben ilusionarse y cobijar sueños con aquel gobernante al que pretenden convertir en filósofo, persiguiendo el sueño de Platón en Siracusa. En resumidas cuentas, Catalina fue para Diderot lo que Federico representó en el caso de Voltaire hasta su ruptura: una espléndida mecenas con la que no venía mal mostrarse condescendiente. La rápida ojeada a la historia de las relaciones de tres de los ilustrados más brillantes de su época parece dar la razón a Maquiavelo: Ética y política son dos esferas de acción que siguen sus propias reglas. No se anulan la una a la otra, pero hay que elegir entre ellas. 3