Asturias contará con un registro de voluntades anticipadas a partir de abril SUSANA NEIRA OVIEDO. Cualquier asturiano podrá decidir a partir de abril qué tipo de tratamientos o cuidados médicos quiere que se le apliquen cuando se encuentre en la fase más avanzada de una enfermedad terminal, inconsciente o en coma. El Consejo de Gobierno del Principado aprobó ayer el decreto que regula el funcionamiento del Registro de Instrucciones Previas en el ámbito sanitario, más conocido como de voluntades anticipadas. El paciente cubrirá un formulario que recogerá aspectos como la negativa a prolongar la vida a través de medios mecánicos o la sedación. El titular también podrá especificar el destino de su cuerpo en caso de fallecimiento, como la donación de órganos y tejidos o incluso la posibilidad de cederlo para la ciencia y la docencia. Los familiares y médicos deberán acatar y respetar las voluntades del enfermo. «Es un avance muy importante», dijo el consejero asturiano de Salud y Servicios Sanitarios, Ramón Quirós, quien compareció en rueda de Prensa tras la reunión semanal del Gobierno regional. El documento recogerá también qué familiar o allegado quiere que actúe de interlocutor ante el equipo sanitario y procure el cumplimiento de sus instrucciones previas. Tanto la designación de este representante como la decisiones médicas podrán ser modificadas, revocadas o sustituidas en cualquier momento por el otorgante. Los documentos quedarán custodiados en el Registro del Principado de Asturias de Instrucciones Previas, adscrito a la Consejería de Salud. Cumplir la ley El Gobierno deberá garantizar el cumplimiento del acceso restringido a los formularios a su titular, a familiares o personas autorizadas y a los médicos que participen en su atención sanitaria. Trascurridos cinco años del fallecimiento del titular, la Administración podrá destruir sus voluntades. El deseo del paciente prevalecerá sobre las decisiones de sus personas cercanas y profesionales, pero no sobre la ley. No serán aplicadas las instrucciones previas de tratamiento médico que incorporen previsiones contrarias al ordenamiento jurídico y a la «lex artis», es decir, a los conocimientos científicos técnicos según el estado de la ciencia en cada momento.