UBA Maestría en Economía y Derecho 2013/2014 LA CORRUPCIÓN Y EL TEOREMA DE COASE María Paula Llosa Profesor Dr. Enrique Bour Documento elaborado para la materia “Metodología de la Investigación II” Master en Economía y Derecho de la Universidad de Buenos Aires Buenos Aires, Octubre de 2013 El presente trabajo tiene por objeto describir a la corrupción como problema social, y a partir de ahí lograr la comprensión de ese concepto en relación al análisis del Teorema de Coase. UBA Maestría en Economía y Derecho 2013/2014 Introducción La corrupción es considerada generalmente como una externalidad negativa. Una externalidad, en líneas generales, está dada por aquellos efectos positivos o negativos que no fueron tenidos en cuenta por las partes al realizar una determinada transacción económica y que repercute en terceras personas. La opinión prevaleciente antes del Teorema de Coase era que las externalidades debían ser corregidas mediante intervención gubernamental, aplicando impuestos o regulaciones. En este sentido, si se grava al generador del efecto externo negativo por un monto igual a los daños que produce, esos costos serán internalizados y por su propio interés el generador de externalidades incrementará su producción hasta lograr una cantidad eficiente. Si se tratara de externalidades positivas, el argumento es que se subsidia al generador de beneficios externos por un monto igual a aquellos beneficios externos que produce y entonces utiliza esos incentivos para producir o tomar decisiones en la cantidad eficiente. Luego, Coase caracteriza a cualquier externalidad como un problema de indefinición de derechos de propiedad y altos costos de transacción. Dicho de otra forma, si todos los derechos de propiedad estuvieran bien definidos y los costos de transacción no son prohibitivos, los efectos externos son internalizados alcanzando la eficiencia para las partes. Para comprender lo antedicho hay que agregar que una mejora en el sentido de Pareto implica que ante una asignación de derechos, se logra mejorar la situación de por lo menos alguna de las partes sin hacer que empeore la situación de otras personas, logrando la eficiencia cuando no pueden lograrse más mejoras de Pareto. El interés de este trabajo es vincular el teorema de Coase con el problema actual – y tan antiguo- de la corrupción, el cual se considera como una externalidad, generalmente negativa, pudiendo ser también positiva. Teorema de Coase El “Teorema de Coase” fue publicado por su autor en 1960. Años más tarde, en 1991, le otorgarían un premio Nobel por ese trabajo. Es interesante comprenderlo a partir de la ratio que motivó su surgimiento y que nos permite entender cómo luego se utiliza para analizar ciertos problemas sociales en economía. Coase desarrolló su teorema a partir de un estudio de Política Económica de la Radiodifusión. El problema radicaba en que estaciones de radio que competían entre sí podían utilizar las mismas frecuencias y por ende interferir en las emisiones de las otras. Los reguladores debían encontrar una solución para eliminar esas interferencias y asignar en forma eficiente las frecuencias a cada estación de radio. Lo que Coase propuso en 1959 fue que mientras los derechos de propiedad de estas frecuencias estuvieran bien definidos, no importaba en última instancia si las emisoras interferían utilizando la misma banda de frecuencia. E iba más allá sosteniendo que no importaba a quién estaban asignados los derechos de propiedad. Su razonamiento consistía en que la estación de radio que lograra la mayor ganancia económica a partir de sus programas de radio, tendría incentivos suficientes para pagar a la otra estación evitando que ésta interfiera. En ausencia de costos de transacción, ambas estaciones obtendrían un acuerdo ventajoso. No importaría entonces cuál de estas estaciones obtuvo el derecho inicial para utilizar la radiofrecuencia, eventualmente el derecho terminaría asignado a la parte que pudiera otorgarle el mayor valor de uso. Entonces, por supuesto que las partes se preocuparían en un principio por saber a quién se le otorgaron los derechos iniciales porque esta asignación impactará en su riqueza, pero el resultado final de quién emitiría en UBA Maestría en Economía y Derecho 2013/2014 esa banda de frecuencia no cambiaría porque las partes negociarían hasta lograr el resultado más eficiente para todas. Este razonamiento contrario a la intuición es la tesis de Coase: en la medida en que los costos de transacción sean bajos o inexistentes y los derechos asignados no permitan una solución económica eficiente, se producirá una reasignación de esos derechos hacia aquellos que los valoran más, aun cuando las cortes fallen en contra de éstos. Entonces, el Teorema de Coase se podría resumir de la siguiente manera: Si los derechos de propiedad están bien definidos de tal manera que esté claro quién tiene derecho al empleo de un recurso y los costos de transacción son nulos o muy bajos, los efectos externos se eliminan a través de beneficiosas transacciones entre las partes afectadas. Es decir, si el derecho está bien definido y no hay costos de transacción, las partes tienen incentivos para arreglar el problema de los efectos externos con completa independencia de la atribución de responsabilidad que establezca la ley. De esta forma, la asignación de derechos no afecta la asignación de recursos en tanto la externalidad será “internalizada” corrigiendo las partes la imperfección de mercado por medio de negociaciones. En su teorema, Coase describe gran cantidad de ejemplos para comprender mejor sus proposiciones. Corrupción El presente trabajo considera al problema de la Corrupción como una externalidad. En este sentido la opinión más difundida trata a la corrupción como una externalidad negativa. Por ejemplo: la actividad de los agentes corruptos inhibe la dinámica industrial ya que la corrupción se manifiesta como una barrera a la entrada de nuevas industrias al mercado; la tasa de innovación es inversamente proporcional al tamaño y a la tasa de cambio de los sobornos. El nivel y crecimiento de los sobornos dependen de la forma como la corrupción se halla organizada. Un mayor grado de descentralización de la corrupción resulta en menor crecimiento porque la externalidad negativa sobre la especialización no es tomada en cuenta. También mientras más corto sea el horizonte de los agentes corruptos más nociva es la corrupción para el crecimiento. Más abajo, se explicará que la corrupción también puede ser considerada una externalidad positiva. Para comprender mejor el problema en cuestión, el mismo se puede explicar en forma simple desde la Búsqueda de Rentas, dentro de la Teoría de la Elección Pública. La búsqueda de rentas implica la existencia de rentas, considerando típicamente las producidas por el gobierno, que dan lugar al aprovechamiento de las circunstancias y el entorno político para su captación, y constituye la fuente última del comportamiento de los buscadores de rentas. Un gran número de causas de corrupción están relacionadas a la extensión de la intervención del gobierno en la economía – y más generalmente- a variables como el nivel de las tasas de importación o los sueldos de funcionarios o empleados públicos, los cuales son determinados por políticas del gobierno. Cuando existen regulaciones complejas que los funcionarios públicos aplican con excesiva discrecionalidad, los particulares pueden estar dispuestos a pagar sobornos a oficiales del gobierno con la finalidad de obtener rentas que se pueden generar a partir de esas regulaciones. La identificación de esas fuentes de corrupción regulatorias es por demás importante para controlar la situación. Ante la falta de información sobre los hechos corruptos, y en un sentido positivo, se entiende que existe una lógica detrás por la cual la corrupción equilibra derechos asignados en forma ineficiente, los cuales serán reasignados a través de UBA Maestría en Economía y Derecho 2013/2014 negociaciones entre las partes logrando la eficiencia al otorgar esos derechos a quienes los valoran más. Lógica de la corrupción Christian Guzmán Napurí, abogado de Perú, realiza una clara exposición sobre la lógica del incentivo para la corrupción, la cual se describe a continuación. En primer lugar, señalar la existencia de corrupción en términos económicos, implica decir que el sistema político y jurídico no genera incentivos adecuados para lograr un comportamiento adecuado a derecho. De la misma manera se puede decir que el sistema no genera desincentivos al comportamiento ilegal. Según Guzmán, si asumimos que la legalidad es un bien de naturaleza colectiva, y a fin de que todos colaboren con el bien colectivo, es necesario contar con la existencia de los denominados incentivos selectivos. Estos pueden ser negativos o positivos, dependiendo del efecto que se genera sobre la conducta en cuestión. Un claro incentivo negativo sería entonces en el derecho sancionador, es decir aquel que establece sanciones a los comportamientos socialmente perjudiciales, y en particular, en el derecho penal. Se penalizan entonces aquellas conductas que resultan dañosas para la colectividad, de acuerdo a las consideraciones del Estado en un momento determinado. El punto fundamental es que esta penalización debe implicar un desincentivo eficiente. La sanción debe calcularse entonces de tal manera que el delincuente empeore su situación al cometer el delito. Ello porque la persona que comete el delito realiza un análisis racional entendiendo que los beneficios esperados de la acción superan a los potenciales costos de la misma. Entendido de esa forma, el sistema penal opera de una manera eminentemente disuasiva. Por otro lado, la legislación no es neutral en relación a los costos de una política eficiente. Las decisiones políticas tomadas por los órganos pertinentes, necesariamente generan costos a los particulares y a la sociedad en su conjunto. Asimismo, las decisiones políticas no le cuestan al Estado en sí mismo, sino a todos los que se encuentran bajo el dominio de dicho Estado, costo que se hace efectivo a través del sistema impositivo. En la práctica, cuando la Ley genera costos muy elevados, por un lado la gente prefiere no hacer efectivo el cumplimiento de la misma y por el otro, puede ocurrir que el mismo Estado no cuente con la infraestructura necesaria para hacerla efectiva. Mantenerse dentro de la legalidad puede resultar costoso. Lo anterior es una clara explicación de por qué ciertas personas o entidades, a través de mecanismos de corrupción, en muchas ocasiones, pretendan más bien evitar la aplicación de la ley y obtener como resultado un beneficio o una ventaja indebida. Entendiendo que los sujetos tienen comportamiento racional, lo anteriormente dicho tiene consecuencias predecibles. El funcionario público, a veces sujeto activo y a veces sujeto pasivo de la corrupción, el empresario o cualquier persona susceptible de ser corrompida, realiza un análisis racional de su conducta, comparando el beneficio de dicha conducta con el costo o perjuicio de la potencial acción ilegal. Claramente el actor realiza la conducta cuando el beneficio esperable excede el potencial perjuicio. En este sentido, según este autor, la corrupción es, desde el punto de vista económico y desde el punto de vista de la eficiencia jurídica, el resultado de una mala economía de la Ley. UBA Maestría en Economía y Derecho 2013/2014 Lo dicho resulta claramente reflejado en el siguiente ejemplo que describe en forma sucinta la legislación anti-corrupción establecida en Estados Unidos y su contraste con la establecida en Argentina. Actualmente, además de adherir a convenciones internacionales sobre el tema, Estados Unidos cuenta con una ley nacional anticorrupción llamada “Ley sobre Prácticas Corruptas en el Extranjero”, conocida como FCPA. Esta ley tiene por objeto prohibir que las compañías y ciudadanos norteamericanos paguen sobornos a oficiales y figuras políticas de gobiernos extranjeros con el propósito de obtener negocios. Lo que se destaca de esta ley son las altas multas y penas, incluso de prisión, para quienes cometen hechos de corrupción. Durante los últimos años el Departamento de Justicia y la Comisión de Valores de Estados Unidos, ambos órganos de aplicación de la ley, han recaudo miles de millones de dólares a partir de su aplicación. Como ejemplo se puede mencionar a Siemens AG, la cual pagó $450 millones de dólares en 2008 por violar la FCPA, siendo uno de los casos más resonantes de la historia de esta ley. Por otra parte, Argentina cuenta con varias leyes anticorrupción aprobadas: la ley 25.319 que aprobó la Convención sobre la Lucha contra el Cohecho de Funcionarios Públicos Extranjeros en las Transacciones Comerciales Internacionales, se complementa con: la ley 25.188 vigente desde el año 1999 que regula la Ética en el Ejercicio de la Función Pública, la Ley 24.759 del año 1996, que aprueba la Convención Interamericana contra la Corrupción y la ley 26.097 vigente desde el año 2006, que aprueba la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción. Sin embargo, de las 35 causas abiertas de corrupción contra funcionarios públicos en el país, hasta el momento sólo dos han llegado a una condena definitiva. La primera causa fue la de María Julia Alsogaray, funcionaria menemista, quien fue condenada a cumplir 3 años de prisión por enriquecimiento ilícito y además fue condenada a pagar $500.000 dólares en efectivo. Por su parte, Felisa Miceli fue condenada a 4 años de prisión y todavía no se hace efectiva la pena. Este panorama abre el planteo respecto a las consecuencias que la corrupción tiene actualmente en uno y otro país. Se observa así que a la Argentina le queda un largo camino por recorrer para lograr una mayor eficiencia en el sistema en el sistema penal judicial en general, y en particular, en materia de corrupción. Continuando con la lógica del tema, la comisión del acto de corrupción es de naturaleza recíproca, generando un beneficio para todas las partes que participan del mismo, se trate del sujeto activo o del sujeto pasivo. Por ejemplo, si uno de ellos es un empresario, podrá buscar que el acto corrupto le dé una ventaja sobre sus competidores. En el caso de que uno de ellos esté interesado en réditos políticos, la actitud corrupta le dará ventajas comparativas sobre los otros candidatos al cargo político en cuestión. En relación al comportamiento de las personas que trabajan para el estado, se debe concluir en que éste, como ser racional, busca maximizar la utilidad de su cargo obteniendo el mayor beneficio posible. Como resultado de ello, cuando el funcionario es por ejemplo, un político con un cargo importante, éste buscará crear las condiciones necesarias para ser reelegido así como para elevar no sólo su nivel de ingresos sino de la cantidad de poder que goza. Resulta en este sentido, bastante utópico considerar que el Estado pueda controlarse a sí mismo, aun cuando existan órganos de fiscalización entre sus órganos. Según el autor mencionado, estos razonamientos han sido desconocidos sistemáticamente por gran parte de los ordenamientos jurídicos del Mundo, que UBA Maestría en Economía y Derecho 2013/2014 siguen suponiendo que el funcionario público es un ser económicamente neutro y que obra siempre en términos de “interés común”. Es así como el control del Estado debería enfocarse primordialmente en las personas comunes y corrientes que conforman los organismos públicos, y no sólo en estas estructuras. Esta es la razón, según Guzmán Napurí, “por la cual las Constituciones y demás normas que regulan el comportamiento del Estado, deben contener normas que permitan conciliar el interés del funcionario con el interés común, expresado en términos de eficiencia social”. Coase y Corrupción Luego de exponer sucintamente el tema de la corrupción, volvemos a lo expuesto anteriormente sobre el teorema de Coase. Este autor demostró que el Derecho deberá intervenir activamente en la sociedad, para lograr una eficiencia paretiana, cuando los costos de transacción o de negociación resultaran tan elevados que no permitieran que el mercado actúe por sí mismo. De acuerdo al Teorema de Coase, si los costos de transacción son sensiblemente iguales a cero, no importa la solución legal que se adopte, pues siempre las partes involucradas, a través de transacciones en el mercado, llegarán a la solución más eficiente. En consecuencia, enunciado a la inversa, diríamos que si los costos de transacción son sustancialmente elevados, la solución legal resulta relevante para la obtención de soluciones eficientes. De esta forma, sólo cuando los costos son muy elevados se justificaría la existencia de una solución legal que permita la eficiencia social. Es posible justificar la intervención estatal en diversos rubros a partir de conceptos como la eficiencia paretiana y el teorema de Coase. Pero la intervención estatal más allá de dichos parámetros se justifica únicamente por la necesidad de controlar la sociedad y la economía y poder reasignar recursos a favor de determinadas personas o entidades, sean estás públicas o privadas. Se puede señalar que, en muchas circunstancias, pueden estarse encubriendo fenómenos de corrupción, bajo supuestos criterios redistributivos. Por otra parte, si la intervención estatal no se ha logrado, la corrupción puede ser considerada como una externalidad negativa como se dijo anteriormente. Pero también puede ocurrir que el hecho de la corrupción, utilizando los términos de Coase, implique una reasignación de derechos que no fue lograda con éxito previamente por las normas del Estado, funcionando como una externalidad positiva. Para ejemplificar, supongamos el caso del empresario que paga sobornos para evadir ciertas disposiciones municipales con la finalidad de construir su emprendimiento inmobiliario en un terreno de su propiedad, el cual incluirá un centro comercial en una ciudad que cuenta sólo con uno. El empresario no sólo cuenta con la solvencia para invertir sino que además, cuenta con una gran visión para continuar realizando futuros emprendimientos en la zona y su pasión es construir en forma sustentable. Aquí, la acción del soborno implica directamente una reasignación eficiente de un derecho, si bien para este caso y siguiendo la teoría de Coase, existiría costo de transacción que es el soborno. Si no hubiera soborno, probablemente ese terreno hubiera quedado vacío por mucho tiempo más, y en caso de construir, jamás se hubiera realizado un emprendimiento con el alcance público del que logró esta persona. Por alcance público se entiende la creación de puestos de trabajos, la satisfacción de necesidades de la población cercana al contar con numerosos locales comerciales, generación de múltiples valores para la ciudad, sana competencia con el otro centro comercial. UBA Maestría en Economía y Derecho 2013/2014 Conclusión El Teorema de Coase permite comprender a la corrupción como una respuesta ante una externalidad, que puede ser positiva o negativa. Entendiendo que en ciertas circunstancias, gracias a la misma se logra una asignación eficiente de recursos además de brindar la posibilidad de que los bienes sean adquiridos por aquellos que les otorguen el mayor valor. Se hizo una especial reflexión sobre la situación del Estado, considerado como una de las causas fundamentales de la corrupción. La función del Estado, con el fin de disminuir la corrupción, sería regular al máximo las actividades y funciones susceptibles de corrupción. Pero tal regulación minuciosa no tendría sentido si las partes todavía pueden realizar transacciones para mejorar sus respectivos derechos. Cuando se habla de regulación minuciosa se hace en la mayor amplitud posible, es decir, el Estado no puede desconocer cada circunstancia y variable del caso en cuestión. Por ejemplo, el Estado no podría desconocer el hecho de que al crear puestos para que un mayor número de funcionarios realicen controles sobre la calidad de las semillas de soja que se producen en el país, se estaría abriendo la posibilidad de que ellos quieran obtener un beneficio adicional a partir de sus funciones. Se ve claramente como una medida en apariencia buena como sería aumentar el control, podría llevar a una conducta corrupta de estos funcionarios quienes pueden pensar que sus sueldos resultan demasiado bajos en comparación con las posibilidades que les brinda su entorno. En definitiva, la solución posible – y quizás un poco utópica de pensar en la actualidad – sería lograr regulaciones eficientes por parte del Estado. Solución para la cual, los estudios de “Law & Economics” resultan fundamentales.