LA FILOSOFÍA DE JOSÉ ORTEGA Y GASSET: RACIOVITALISMO Introducción La filosofía de Ortega y Gasset parte de una crítica a la tradición filosófica anterior que él centra en las dos grandes posiciones tradicionales: realismo e idealismo, para a continuación desarrollar su propia teoría de la realidad, la vida como realidad radical. Crítica al realismo El realismo es una actitud intelectual que supone que la verdadera realidad son las cosas en sí, independientes del pensamiento. Esta actitud hace que la atención del Yo se centre en las cosas que le rodean y éstas impiden que el Yo se de cuenta de sí mismo. Es, dice Ortega, la actitud natural del Yo para quien sólo existe el mundo cósmico, compuesto de cosas corporales. El ‘realismo natural’ del Yo entraña una aparente contradicción: las cosas se perciben como sometidas a un cambio continuo, pero son pensadas como realidades que permanecen idénticas a lo largo del tiempo. La explicación que da el realismo se basa en el concepto de sustancia: lo que sirve de soporte a esos datos cambiantes, lo que está debajo, lo que no cambia, el sujeto permanente de sus variaciones o accidentes. El error nace, dice Ortega, de una ingenuidad filosófica: suponer que esta sustancia es la realidad auténtica de la cosa y no una suposición formada por el pensamiento. Y es que el realismo antiguo, el de los griegos, parte de la existencia de las cosas, no duda de ellas para nada, y cree que la conciencia es algo secundario, por lo que el Yo queda absorbido por el mundo exterior. Pero no podemos admitir que el Yo sea una cosa más, un trozo de la realidad: el sujeto es el que recibe las impresiones, el que las selecciona, el que las vive y el que formula conceptos como éste de sustancia. Crítica al idealismo La filosofía moderna, dice Ortega, es subjetivismo y sus bases fueron puestas por Descartes, al criticar el realismo y poner en pie el auténtico idealismo. Descartes dice: las cosas no son seguras, yo puedo estar en un error. Los sentidos me engañan y no puedo distinguir la vigilia del sueño; como consecuencia, admito realidades que no lo son y no me queda otro remedio que dudar de la verdad de todo cuanto no soy yo. Pero de lo único que no puedo dudar es de mi pensamiento, pues aunque dude de la verdad de todo, aunque todo pueda pensarlo como dudoso, no puedo dudar de mi pensar, o como acaba diciendo Descartes, de mí que lo pienso. Mi pensar, o Yo que pienso, es lo único de que estoy seguro, es el primer dato absolutamente cierto, distinto de las cosas y que percibo sólo como pensamiento. De aquí la afirmación clave de su filosofía: YO soy un sujeto, una sustancia, que piensa. Así, con este giro, el ser subsistente, la sustancia del realismo, no es el ser de las cosas externas, sino el ser del sujeto que piensa, la sustancia pensante, el YO interior del hombre. Este es el auténtico subjetivismo: el YO, el sujeto, se traga el mundo exterior, de tal modo que éste desaparece y sólo queda el yo. Pero esto es de una enorme gravedad, pues la realidad exterior queda reducida a mi pensar las cosas. De las cosas sólo puedo estar seguro en cuanto las pienso, en la medida que soy testigo de ellas 1, luego su ser, su realidad es en tanto son para mí, en cuanto son ideas mías. La verdad radical es el YO, mi pensamiento, el ser de las cosas depende del yo. Contra el idealismo cartesiano Ortega formula estas dos afirmaciones: el pensamiento no es independiente de las cosas y el pensamiento no es una sustancia pensante. Respecto de la primera argumenta: ‘necesitamos corregir el punto de partida de la filosofía. El dato radical del Universo no es simplemente: el pensamiento existe o yo pensante existo —sino que si existe el pensamiento existen, ipso ipso, yo que pienso y el mundo en que pienso— y existe el uno y el otro, sin posible separación’. Respecto de la segunda afirma: ‘pero ni yo soy un ser sustancia ni el mundo tampoco, ambos somos en activa correlación: yo soy el que ve el mundo y erl mundo es Ortega viene a aclarar esta afirmación cartesiana con un ejemplo como éste: Yo estoy seguro de esta aula y de lo que hay en ella en cuanto que estoy en ella y la pienso, pero si me voy y dejo de pensar en ella nada me asegura de su existencia y de que las cosas permanezcan igual. Por tanto el ser de la habitación es lo que es para mí mientras la pienso. 1 lo visto por mí. Yo soy para el mundo y el mundo es para mí. Si no hay cosas que ver, pensar e imaginar, yo no vería, pensaría e imaginaría, es decir, no sería’. No hay, pues, existencia permanente del yo, sino en tanto que piensa y sólo mientras piensa. La afirmación clave del idealismo falla. Ortega critica el Idealismo porque va contra la vida. Si las cosas sólo existen en cuanto son pensadas, todo lo que rodea al hombre es mera imagen de su pensamiento y vivir se convierte en una ilusión óptica. Esta crítica se manifiesta en la necesidad de una reforma radical de la filosofía que supere el falso dilema del idealismo. El dilema puede formularse en estos términos: las cosas tienen realidad absoluta fuera de mí o la tienen en mí. Y ese dilema es falso: el mundo, las cosas, forman parte de mi yo, son objeto de mi pensamiento; yo no estoy desligado de las cosas, pero tampoco existe mi yo sin las cosas, solo, encerrado en sí mismo. Ni el mundo solo ni el yo solo: somos el mundo y yo, yo con las cosas, es decir, la vida; ese es el dato radical del universo. El raciovitalismo Con este nombre se conoce la filosofía del segundo período de su vida, que plantea el conocimiento arraigado en la vida. Ni sólo racionalismo (Kant) ni sólo vitalismo (Nietzsche). Es decir, estrecha e íntima unión entre razón y vida, entre razón e historia. El hombre, dice Ortega, es un ser dotado de razón cuya función más radical es dar solución a los problemas que plantea el vivir, y el primero es orientarse racionalmente entre las cosas, so pena de perderse y fracasar en la tarea de hacer cada cual su vida. El significado de la razón De lo anterior puede deducirse fácilmente que para Ortega la razón no tiene el sentido tradicional (de Grecia a Kant) de facultad que capta la esencia de las cosas, lo inmutable. Es decir una razón pura. Para Ortega la razón adquiere otro significado: la razón es <<toda acción intelectual que nos pone en contacto con la realidad>>, siendo esta realidad la vida, la vida individual de cada uno. La vida como realidad radical La realidad para Ortega no es el mundo externo (Realismo) ni el dato de la conciencia (Idealismo), sino la vida: la vida es el dato radical del universo y ésta consiste en <<mi coexistencia con el mundo>>. Por tanto, lo primero que hay que hacer al filosofar es definir el sentido de mi vida: hay que buscar las categorías del vivir, los conceptos que expresan la peculiaridad del vivir humano. En resumen: 1. vivir es el modo de ser radical: la vida es la realidad radical, porque a ella tenemos que referir las demás realidades. 2. vivir es encontrarme con el mundo, en el de ahora, haciendo lo que estoy haciendo en él. No es nada abstracto, sino mi vida personalísima, intransferible, lo que nadie puede hacer por mí. Mi vida consiste en ocuparme de este mundo mío, verlo, pensarlo, quererlo, odiarlo, estar triste o alegre, moverme en él, transformarlo y sufrirlo... 3. vivir es ocuparme de algo: nuestra vida es una constante decisión y, siempre, en función de algo, para algo. Este vivir para algo supone un tender hacia el futuro, anticipándonos, prefigurando lo que queremos ser, pre-ocupándonos. 4. vivir es continuo quehacer, pues nada se nos da hecho, necesitamos hacérnoslo cada uno, de acuerdo con un proyecto, que ha de realizarse en el abanico de posibilidades que el mundo ofrece, de entre las cuales hemos de elegir cómo realizar nuestro proyecto. En esto la vida es libertad. 5. la vida es problema: cada uno de nosotros es un problema. Encontrarse viviendo es, pues, es encontrarse viviendo sin saber cómo ni por qué, encontrarse con las cosas en torno a uno mismo que siempre son problemáticas. 6. Vivir es encontrarse a sí, ser transparente a uno mismo, vivirse, sentirse vivir donde el YO no es el único sujeto, sino también el mundo. La vida, entonces, es esencialmente concienciencia, darse cuenta, percatarse de uno mismo y del mundo que le rodea. 7. Vivir es coexistencia y convivencia: la realidad concreta es la del individuo en comunidad vital con todos los demás individuos. El individuo aislado y la comunidad genérica son puras abstracciones. Hemos sido arrojados a una vida que supone una totalidad: personas, mundos, circunstancias... La razón vital La razón histórica es tan razón como la razón pura, pero además está capacitada para captar la realidad fluída que es la vida; de este modo es razón vital. Se dirige más a lo que se está haciendo que a lo hecho y no hay en eso oposición entre razón y vida. La razón es una función viva y espontánea, como el ver o el palpar, que no debe aspirar a sustituir la vida. La tarea de la filosofía es ir sustituyendo la razón pura por la razón vital. De acuerdo con esto, vemos que Ortega no va contra la razón sino contra el Racionalismo. Razonar significa referir algo a la totalidad de “mi” vida: la vida misma, cuando se inserta en su contexto, es cuando se razona y se entiende. Por eso la vida misma funciona como razón. Esa razón vital me lleva a comprender al hombre en una dimensión más compleja que la definición estática de la razón pura: yo soy yo y mi circunstancia. Esta fórmula expresa la interrelación obligada del YO con el mundo como un todo indiviso, irrepetible, del que hay que partir para entender al hombre y al mundo. El núcleo o realidad radical de ese todo unitario y circunstanciado es la vida misma del hombre: Yo soy yo: la vida para Ortega es la vida individual, la de cada uno. En ella el hombre tiende a su Yo, hacia la mismidad del sujeto humano. La persona humana tiene que ser autñéntica y conservar su vida íntima, su conciencia, sin perder la visión del mundo exterior... ...y mi circunstancia: mi vida no soy yo solo, sino toda la realidad que me rodea. La circunstancia es todo lo que interviene en la vida del hombre y es utilizado por él para hacerse a sí mismo. La circunstancia es el tiempo, el tiempo presente sobre todo. El pasado y el futuro sólo tienen sentido y son algo en la medida en que se hacen presentes del algún modo, pues la vida es definida siempre en términos de presente. La circunstancia es: todo lo que no soy yo, los demás, los usos sociales, las creencias, las ideas, las opiniones, todo lo que me rodea; el horizonte de totalidad: mi vida como pieza del mundo; mi mundo es mi circunstancia; inseparable de mi yo: mi vida se va haciendo con las circunstancias. Estas son yo viviendo con ellas y en función de las cosas.