RACIONALISMO Y EMPIRISMO ESQUEMA I) El Renacimiento: ciencia y humanismo en el origen de la modernidad. A) El humanismo renacentista B) La ciencia del Renacimiento 1. Francis Bacon 2. La revolución científica a) Nicolás Copérnico. b) J. Kepler c) Galileo Galilei d) Física aristotélica y física moderna II) Racionalismo y empirismo. 2.1 Características generales 2.2 Descartes 2.2.0 Contexto historico, cultural y filosófico. 2.2.1 Razón y método: el criterio de verdad A) Origen y pretensiones de la filosofía cartesiana B) El método cartesiano C) Tipos de ideas en Descartes D) La duda metódica 2.2.2 La estructura de la realidad: la teoría de las tres sustancias. A) La res cogitans B) La sustancia divina C) La res extensa D) Conclusiones finales en torno al concepto de sustancia 2.2.3 Actualidad del pensamiento cartesiano. 2.3 Locke y Hume 2.3.1 Origen y constitución de la experiencia A) Locke B) Hume 1. Elementos que constituyen la experiencia 2. Clases de conocimiento 2.3.2 Crítica al innatismo y al concepto de causa A) Locke B) Hume 1. Precisiones al innatismo 2. La crítica a la causalidad 3. Crítica al concepto de sustancia 2.3.3 El emotivismo moral en Hume 2.3.4 La concepción política de J. Locke I). EL RENACIMIENTO: CIENCIA Y HUMANISMO EN EL ORIGEN DE LAMODERNIDAD Es frecuente definir el Renacimiento como un periodo histórico que abarca los siglos XV y XVI y que señala la ruptura radical con la Edad Media y el tránsito hacia la Edad Moderna. Sin embargo, esta visión que tiene su origen en algunos autores renacentistas y en la Ilustración, ha sido ya superada al negarse toda concepción rupturista en la historia. Es consecuencia de la interpretación de los hechos y no de los hechos mismos, considerar el Renacimiento como una antítesis pura y simple de la Edad Media. Virajes y oscilaciones, transiciones y mezclas de elementos culturales, caracterizan el Renacimiento. Ningún aspecto de la civilización surge de manera espontánea habiendo continuidad en los temas y un débito importante del Renacimiento respecto a la Edad Media. Con todo, no se puede dudar de que se produzca un cambio profundo en muchos aspectos que permitirá que se resquebrajen los pilares sobre los que se asentaba el mundo medieval. Resulta difícil sintetizar en pocas palabras la heterogeneidad cultural del Renacimiento. Basta citar algunos de los acontecimientos que se producen en este periodo para entender su complejidad: - Hundimiento del feudalismo y aparición del espíritu burgués. Aparición de los estados modernos. La Reforma Luterana. Se producen los grades descubrimientos consecuencia de los avances técnicos. - Invención de la imprenta. - Pérdida del sentido religioso medieval y una mayor preocupación por los temas humanos, produciéndose una recuperación del pensamiento griego con la incorporación de intelectuales orientales tras la caída de Constantinopla en poder de los turcos. - La pérdida de aplicabilidad de la física aristotélica irá dando paso a una nueva imagen del universo y a un modo distinto de concebir el método científico. Todos estos y otros muchos factores se han de tener en cuenta para comprender la fuerte heterogeneidad del Renacimiento. Nos detendremos en dos de ellos: la nueva concepción de la ciencia y el humanismo renacentista. A) EL humanismo renacentista La corriente humanista del Renacimiento pretende, mediante una vuelta a los autores clásicos y latinos, generar una nueva concepción del hombre y de la naturaleza. Se trata de sustituir la visión teocéntrica medieval, que considera a Dios como punto de referencia absoluto de todo lo real, por una visión antropocéntrica y naturalista del hombre. El humanismo acentúa la dimensión natural del hombre devaluando su dimensión y destino sobrenaturales que habían sido afirmados insistentemente por la Patrística y Escolástica medievales. Frente al pensamiento medieval, la razón se constituye en el principio supremo no sometida a ninguna instancia ajena a ella misma, tratando de responder a las cuestiones filosóficas supremas acerca del hombre, la sociedad y la historia, buscando una ordenación racional de la vida y la sociedad. Este redescubrimiento de la dimensión terrena del hombre se traduce en una mayor responsabilidad del hombre para forjar su propio destino encontrando en la naturaleza y en la sociedad los instrumentos para su propia realización. El pensamiento medieval había recurrido a los autores clásicos para reinterpretarlos a la luz de la Revelación. Los humanistas renacentistas estudian los fenómenos antiguos y los textos clásicos en su forma genuina, no deformados por interpretaciones medievales, lo que permitirá entender el pasado en toda su originalidad, así como la originalidad del presente con relación al pasado. Esta actitud que permite estudiar los fenómenos desde su perspectiva histórica alcanzará su máxima expresión con la Ilustración sirviendo de base a la investigación historiográfica moderna. Pensamiento laico, libertad de pensamiento, valoración de la naturaleza y confianza en el hombre son algunas de las notas definitorias del humanismo renacentista. A la adopción de esta nueva mentalidad contribuyen Nicolás de Cusa, Giordano Bruno, Marsililo Ficino, Pico de la Mirandola, Nicolás Maquiavelo, Francisco Suárez, Tomás Moro, Erasmo de Roterdam o Hugo Grocio, como algunos de los autores más importantes junto a los representantes de la revolución científica, del humanismo renacentista. B) La ciencia del Renacimiento Los elementos que definen la actitud científica del Renacimiento son la necesidad de que la ciencia parta de la observación sensible y el experimento, y la importancia de las matemáticas como instrumento imprescindible para las ciencias físicas. Esta visión de la ciencia alcanza su máxima expresión en la llamada "revolución copernicana" y más concretamente con las grandes aportaciones de Kepler y Galileo. La ciencia moderna se constituye bajo la influencia de los grandes astrónomos, físicos y matemáticos. Pero quien mejor expresa los ideales humanos de lo que iba a ser la ciencia moderna fue Francis Bacon (15611626). Nos detendremos brevemente en las ideas de este filósofo de la ciencia antes de dar un somero repaso por los logros de la revolución científica del Renacimiento. 1. Francis Bacon Bacon participa del optimismo renacentista del poder del hombre para dominar la naturaleza. Contra Aristóteles, entiende que la ciencia no puede ser un saber exclusivamente teórico sino que ha de tener una finalidad práctica. Una feliz frase de Bacon puede servir de lema a la aventura del conocimiento moderno: "Saber es poder". Tanto para Aristóteles como para Bacon el método científico tiene dos momentos: el inductivo y el deductivo. El momento inductivo consiste en establecer principios o leyes generales a partir de la observación de los hechos. Mediante la deducción se extraen conclusiones de los principios previamente establecidos por inducción que necesitarán ser costrastados mediante la observación y experimentos. Bacon critica la forma en que Aristóteles practica la inducción. En Aristóteles la inducción no es rigurosa ni sistemática, la recogida de datos se hacía sin ningún criterio teniendo en cuenta solo los resultados favorables, sin preocuparse por los casos en que la experiencia niega las conclusiones obtenidas. Además en Aristóteles prima la deducción sobre la inducción cuando esta es mucho más importante. Se hace preciso pues, formular una lógica de la inducción. Bacon propone que las observaciones aparezcan en tablas comparativas de presencia, grados y ausencia. En las primeras se enumeran de manera exhaustiva los casos positivos en la producción del fenómeno objeto de estudio. En la de grados los casos en que aparece el fenómeno con distinta intensidad y en las de ausencia se mostrará el registro de casos negativos. La comparación de las tres tablas permitirá inducir la ley del fenómeno que se estudia. La importancia de Bacon es insuficiente si lo comparamos con los logros científicos de la época. Además desconoce el importante papel que juegan las matemáticas en la formulación de hipótesis pero sus ideas de una ciencia experimental con finalidad práctica, contribuirán de una manera notable al avance del progreso científico. 2. La revolución científica Si Bacon representa el espíritu y aspiraciones de la ciencia moderna serán Kepler y Galileo los que fundan e inauguran la nueva ciencia en un doble sentido: dejan constituida una parte importante de la misma y legan a sus sucesores el método de la ciencia experimental. La revolución científica se inicia con la formulación de la teoría heliocéntrica por Copérrnico y acaba con su firme establecimiento, al final del siglo XVII con la mecánica de Newton. Veamos las aportaciones que efectúan los científicos renacentistas a la nueva imagen del universo que progresivamente se irá fraguando. a) Nicolás Copérnico (1473-1543) Desde una doble perspectiva, puede analizarse la revolución científica a que dio lugar la investigación de Copérnico, aunque él no llegara a tener conciencia de ello: científica y filosófica. Desde una perspectiva científica es oportuno decir que la investigación copernicana no presenta caracteres radicalmente originales. Su actividad fue puramente teórica sin aportar resultados empíricos excepcionales. Entonces, ¿dónde podemos ver la revolución copernicana? En algo que está implícito y que traerá cambios radicales en la concepción del mundo. Al rechazar la teoría geocéntrica ligada al teocentrismo medieval, Copérnico abre una nueva vía a la astronomía y a toda la concepción moderna del universo. Con otras palabras, la auténtica revolución copernicana tendrá sus frutos posteriormente con las innovaciones metodológicas de Kepler y Galileo. b) J.Kepler (1571-1630) Kepler más que un gran observador es un gran teórico y matemático. Al igual que Copérrnico, tiene gran confianza en la sencillez de la naturaleza y su disposición matemática. Las tres leyes que formula, además de dibujar la disposición geométrica del sistema solar, ponen en quiebra de manera definitiva algunos de los dogmas que se habían mantenido desde la filosofía griega. La primera ley establece que las órbitas de los planetas es elíptica con el sol en uno de los focos. La segunda dice que la línea que une los centros de los planetas con el sol, barren áreas iguales en tiempos iguales. La tercera formula que los cuadrados de revolución de los planetas es proporcional al cubo de sus distancias medias al sol. Las dos primeras leyes modifican el sistema de Copérnico y destruyen dos de los principios básicos del aristotelismo: el carácter circular de las órbitas y la uniformidad de los movimientos. La modernidad de la metodología kepleriana la podemos encontrar en la importancia que otorga a la coherencia, a la sistematicidad, simplicidad y unidad de la teoría astronómica, así como en la prudencia crítica a las autoridades culturales del pasado. c) Galileo Galilei (1564-1642) La figura de Galileo deviene fundamental para la comprensión del surgimiento de la ciencia moderna y no solo porque destruyera el sistema y método aristotélicos trazando las líneas del método experimental, sino también porque demostró por sí mismo la validez de dicho método con la verificación experimental de las teorías prepuestas y la invención de instrumentos útiles para el saber. La valoración de Galileo hay que hacerla desde una triple perspectiva: científica, metodológica y filosófica. Desde la perspectiva de la historia de la ciencia, es indudable el mérito de Galileo. Baste citar, entre otros, el descubrimiento de los satélites de Júpiter, el perfeccionamiento del telescopio o el descubrimiento de principios básicos de la mecánica clásica, para reconocer su enorme importancia. En el plano metodológico sustituye el principio de autoridad por un nuevo método que, en líneas básicas, sigue siendo aceptado en el ámbito de la investigación científica. El método, que descansa en el estudio directo de la naturaleza y en la demostraci4n matemática, puede quedar descrito del siguiente modo: Momento resolutivo. Se analiza el fenómeno a estudiar y se le reduce a sus propiedades esenciales. Momento compositivo. Se construye una hipótesis de carácter matemático que trate de explicar el fenómeno objeto de estudio y se deduce matemáticamente las consecuencias que se derivan de esa hipótesis. Se contrastan las hipótesis mediante la observación y el experimento para comprobar la veracidad de las consecuencias deducidas de tal hipótesis. Desde la óptica filosófica se va generando una nueva racionalidad en la que prima lo mensurable y cuantitativo sobre lo cualitativo y no medible y en el que la razón no se limita a interpretar la apariencia sensible, sino que debe proporcionar a la ciencia de la naturaleza todos aquellos conceptos y categorías que permiten pensar los fenómenos haciéndolos susceptibles de ser formulados a través de leyes universales. d) Física aristotélica y física moderna La ciencia renacentista trajo consigo una nueva imagen del universo, nueva metodología y una nueva concepción de la ciencia. La nueva imagen del universo se manifiesta en lo siguiente: El geocentrismo aristotélico es sustituido por una visión heliocéntrica del sistema solar. La duplicidad de leyes, diferentes en el mundo sublunar y supralunar, es sustituida por una concepción homogénea de la naturaleza. Las mismas reglas son de aplicación a la tierra y demás astros celestes. Los principios básicos sobre los que se asentaba la física aristotélica se demuestran que son falsos. Así por ejemplo, las tesis aristotélicas sobre el movimiento natural se comprueban que son incorrectas. Para Aristételes el fin del movimiento es el reposo. Este principio es sustituido por la ley de inercia: cualquier cosa permanece en su estado y no se modifica si no es por una causa externa. Igualmente la idea aristotélica de que el movimiento natural de los cuerpos en el mundo sublunar es el rectilíneo hacia el centro del universo en los cuerpos pesados (tierra y agua) y alejándose de él en los cuerpos ligeros (fuego y aire) y que el movimiento natural en el mundo supralunar es el circular eterno al estar formados los cuerpos celestes por una sustancia que no es ligera ni pesada que denomina Aristóteles éter, se revela insuficiente al comprobarse que todos los cuerpos son graves. También la concepción de la ciencia cambia radicalmente. El finalismo aristotélico es sustituido por una concepción mecanicista de la naturaleza. Varias son las causas que contribuyen a este cambio. Veámoslas: El mecanicismo reduce la realidad a elementos cuantificables (cantidad, extensión, movimiento) que permitirán la matematización de los fenómenos observados. Lo que no es matematizable queda reducido al ámbito de lo subjetivo. Las cosas naturales se reducen a masas que se mueven por un espacio euclideo. Basta con describir matemáticamente las leyes que rigen estos movimientos y acciones. De las causas que según Aristóteles nos permitían comprender los fenómenos físicos, se suprime la causa formal y la final. Conceptos como sustancia, forma, fin etc. son irrelevantes para la ciencia, pues no son susceptibles de cuantificación ni de comprobación empírica. Solo queda, pues, la causa material y la causa eficiente y esta se entiende como relaciones entre variables fenoménicas. Finalmente, se produce en este periodo el triunfo del método experimental. Recurrir a la autoridad, a la especulación filosófica o a planteamientos esencialistas no conduce a un progreso en la ciencia, en todo caso conduce a opiniones más o menos fundadas carentes de objetividad. El progreso y la objetividad solo se producen cuando el orden racional y necesario de la naturaleza formulado en términos matemáticos es susceptible de contrastación empírica a través de la observación y el experimento. Una ciencia que además de permitirnos conocer la naturaleza nos permitirá dominarla y ponerla a nuestro servicio, idea, esta, que está en consonancia con la confianza en el hombre que caracteriza al Renacimiento. II). RACIONALISMO Y EMPIRISMO 2.1. Características generales A pesar de que pueda recibir distintas acepciones específicas y aplicarse en esferas distintas, el término racionalismo se utiliza primordialmente para designar aquella corriente filosófica del siglo XVII a la que pertenecen, como autores más importantes, Descartes, Leibniz, Spinoza y Malebranche. Suele oponerse al empirismo inglés del siglo XVIII, cuyas figuras más representativas son Locke, Berkeley y Hume. En ambos sistemas filosóficos va a primar el problema del conocimiento: las posibilidades o dificultades de la razón en orden a apropiarse de la realidad. Mientras que el racionalismo afirma que nuestros conocimientos válidos y verdaderos acerca de lo real proceden, no de los sentidos sino de la razón, el empirismo sostiene que todos nuestros conocimientos proceden, en último término, de la experiencia sensible. Recordemos que el ideal de la ciencia moderna es la de un conocimiento deductivo en la que las leyes se deducen de unos conceptos primeros. El problema será determinar de donde provienen esos primeros principios: Línea empirista. Su origen está en la informaci4n que nos proporcionan los sentidos. Línea racionalista. Su origen no se haya en la experiencia sensible, sino que el entendimiento los posee por sí mismo. De este modo, el conocimiento parte de una serie de principios que los posee el sujeto al margen de toda experiencia sensible y sobre esos principios se construye el conocimiento procediendo deductivamente. Confrontando los dos grandes sistemas del pensamiento moderno podremos establecer lo siguiente: a) El empirismo inglés se contrapone al racionalismo reinante en Francia y Alemania, que viene dada por condicionantes metodológicos y por la peculiar idiosincrasia de los pueblos: Orientación-baconiana-lockiana-newtoniana (empirismo) y Orientación metodológica cartesiana (racionalismo). b) El paradigma de ciencia para el racionalismo es la matemática para empirismo la física. Las ideas empiristas impulsarán las ciencias experimentales y contribuirán, de una manera definitiva, a la caída del método especulativo y a la superación de la metafísica tradicional. c) Existen profundas diferencias en el papel que se le confiere a la experiencia pero no son sistemas radicalmente opuestos, ya que el empirismo inglés hereda la problemática racionalista en torno al conocimiento. Ambos coinciden en que no tenemos un conocimiento directo de las cosas, sino que conocemos mediante ideas. El racionalismo buscará en las ideas los elementos formales y materiales de la realidad, el empirismo, en cambio, buscará en la realidad los elementos formales y materiales de las ideas. El racionalismo indaga el conocimiento de las cosas por medio del entendimiento puro. El conocimiento racional es un sistema de conceptos claramente desarrollados, pero los conceptos no son cosas, y no se advierte de que modo, por medio del puro entendimiento, ha de verificarse la transición del ámbito de las ideas al mundo real. El empirismo, en cambio, indaga el conocimiento de la realidad por medio de la experiencia. El conocimiento experimental consiste en percepciones sensibles, impresiones que tenemos dentro de nosotros. No son cosas que están dentro de nosotros. Por tanto, ni por puros conceptos ni por la sola experiencia puede considerarse un conocimiento exacto de las cosas. Ante este problema caben dos respuestas que pretenderá superar con posterioridad Kant: 1º. Dios garantía de nuestro conocimiento 2º. Llegar al escepticismo como última consecuencia de clausurar el conocimiento en su aspecto psicologista y que llevará hasta sus últimas consecuencias David Hume. 2.2. R. DESCARTES (1596-1650) 2.2.0 Contexto histórico, cultural y filosófico de R. Descartes Descartes (1596-1650) es el representante máximo del paso del renacimiento a la modernidad. Pertenecía a una clase acomodada. Estudió con los jesuitas y participó como soldado en la guerra de los Treinta Años por curiosidad y para poder viajar y además porque quería conocer a fondo el mundo y la naturaleza humana. A esta etapa militar siguieron varios viajes por Europa. Murió en Estocolmo en 1650. Descartes es el pensador que inaugura la modernidad, en la que la reflexión filosófica se concentra en torno a la noción de sujeto. Su pensamiento se enmarca en el siglo XVII , época en la que se desarrolla la filosofía racionalista. Es una etapa histórica de inquietudes y desequilibrios tras las expectativas generadas en el Renacimiento (Siglos XV y XVI). La economía de la mayoría de las naciones es aún fundamentalmente agrícola. La esperanza media de vida rondaba los 40 años, dándose un alto índice de mortalidad infantil. Políticamente la sociedad está organizada aún por estamentos, agudizándose los antagonismos entre Nobleza y Burguesía, Señores y Campesinos y Grandes y pequeños patronos. El centro político de gravedad lo protagonizan Inglaterra, Francia, Países Bajos y Países Germánicos. El sistema político característico es el absolutismo monárquico (Guillermo de Orange en Holanda, Luís XIV de Francia, Carlos II de Inglaterra o Felipe IV de España) que desde el Renacimiento irán conformando las nuevas naciones-estado emergentes. Las necesidades financieras de los estados, muchos de ellos en guerra favorecen una política económica proteccionista (mercantilismo). Abundan los conflictos religiosos en Francia (católicos, hugonotes, jansenistas y quietistas), Alemania (calvinistas, católicos y protestantes) y Holanda (arminianismo tolerante burgués, frente a gomarismo calvinista intransigente entre la nobleza y el pueblo). La cultura se nacionaliza. Las universidades decaen en importancia frente a las academias nacionales y los salones. El Barroco es un movimiento cultural popular de exaltación de la religión y la monarquía absoluta en busca de un referente seguro, que contrasta con los nuevos problemas que plantean los filósofos. Desde el punto de vista cultural su tiempo se corresponde con el Barroco. Es esta una época cuyo tono general es pesimista. A este pesimismo contribuye en gran medida la confrontación teológica entre católicos y protestantes de la que hemos hablado antes y en la que Descartes participó. Sobre esta cuestión opina Bertrand Russell en su Historia de la Filosofía occidental que el cansancio intelectual que esta interminable guerra provocó, tuvo el efecto de desviar la atención de las mentes más brillantes (entre ellas la de Descartes) hacia temas no religiosos, especialmente la ciencia y las matemáticas, afirmación esta, que puede considerarse acertada en el caso de Descartes. Otro rasgo cultural interesante de esta época es la invención y desarrollo de la imprenta. Este invento permite, entre otras cosas, que el ámbito de la cultura salga fuera de los círculos eclesiásticos (monasterios, catedrales) haciéndose accesible a personas ajenas a la religión. De ahí también que el latín comience a no ser la lengua culta en exclusiva y se publiquen muchos libros en las lenguas nacionales. De hecho, el texto que comentaremos (El Discurso del Método) fue una de las primeras obras escritas en francés. El racionalismo cartesiano es una de las filosofías características, junto con el empirismo anglosajón, del pensamiento del siglo XVII. Entre las características de este son especialmente influyentes en la filosofía de Descartes el éxito de la razón proyectiva y matemática que somete a sus leyes el orden natural (revolución científica) y social (humanismo) y la secularización del pensamiento que se sacude toda autoridad religiosa o filosófica, erigiéndose en instancia autónoma que todo lo puede explicar. Esta confianza en la razón a nivel intelectual contrasta con la irracionalidad práctica reinante en el inestable ámbito político donde abundan los conflictos político-religiosos (Guerra de los 30 años), en una sociedad intransigente, cuyo paradigma es la Inquisición (Bruno, Galileo, Servet fueron condenados) y en una economía en crisis azotada por las carestías y desabastecimiento derivados de la guerra. Descartes se refugia en Holanda huyendo de este conflictivo ambiente y es allí donde escribe la mayoría de sus obras. Destaca su “Discurso del Método”, obra publicada de forma anónima en donde transluce la preocupación de la modernidad por el fundamento del conocimiento, cuestión que fue abordada por otros autores coetáneos (Bacon, Spinoza, Leibniz, Malebranche). Aceptada la importancia de la razón para orientar tanto los asuntos prácticos como teóricos, frente al predominio medieval del principio de autoridad, se trataba entonces de garantizar la confianza en ella mediante un método seguro que impidiera los errores respecto a la estructura del cosmos recién descubiertos (Copérnico, Kepler, Galileo…). El talante de Descartes será moderado, tratando de presentar su nueva filosofía como un humilde intento constructivo respecto al fundamento del conocimiento, tratando de desmarcarse de su posible catalogación como “librepensador” o “revolucionario” que tan funestas consecuencias tuvieron para otros autores de la época. Sin embargo en su pensamiento nos encontramos ante un claro exponente del nuevo giro copernicano que tomó la filosofía en la modernidad: el triunfo de la subjetividad racional sobre el realismo objetivista precedente. La filosofía de Descartes será un intento de fundamentar y unificar el saber a partir de la propia Razón, buscando un punto de apoyo metafísico incuestionable. Esto le llevará a un nuevo dogmatismo y a una confianza excesiva en las posibilidades de la propia razón, que el empirismo se encargará de cuestionar. El problema del método científico, que también aborda en esta obra quedará resuelto en falso (Dios), necesitando un siglo después, con Kant, una nueva fundamentación. La teoría del conocimiento se basará en el concepto de Idea o representación mental que compartirán también los empiristas. El concepto de sustancia recibirá una nueva interpretación distinta de la aristotélica y que le conducirá a un dualismo ontológico y antropológico en el que resuenan los ecos de la filosofía platónica precedente. Su física mecanicista, en sintonía con la nueva imagen del universo renacentista, contiene aspectos positivos como el principio de inercia, pero sucumbirá debido al lastre metafísico y será superada por la obra de Newton . En ética realiza una síntesis de teorías anteriores (especialmente del estoicismo y el aristotelismo). En definitiva, nos encontramos ante la primera filosofía de la modernidad, que influirá notablemente en todos los filósofos posteriores para seguirla (Spinoza, Leibniz), criticarla (Locke, Hume) o superarla (Kant). 2.2.1. RAZON Y METODO: EL CRITERIO DE VERDAD A) Origen y pretensiones de la filosofía cartesiana El origen más inmediato de la filosofía cartesiana hay que situarlo en la crisis renacentista, el triunfo de la ciencia y el fracaso del realismo aristotélico. Ahora bien, si constatamos la experiencia de un fracaso, habrá que proceder con cautela, sobre nuevos principios sólidos y seguros, siguiendo una máxima fundamental: evitar el error. Junto a este condicionante negativo, Descartes se encuentra con una ciencia que augura un mejor porvenir y en la que el error no tiene cabida. Esta ciencia es la matemática. Las matemáticas sin recurrir a instancias externas y procediendo paso a paso y con rigor, asegura la verdad de sus conclusiones. El objetivo que se traza Descartes es probar la validez universal del método matemático. Descartes es contrario a la dispersión de las ciencias que se había iniciado en el Renacimiento. En cierto sentido vuelve a planteamientos clásicos: un saber único regido por la metafísica entendida ahora como teoría del conocimiento. Para Descartes el sistema de las ciencias es como un árbol cuyas raíces son la metafísica, el tronco la física y las ramas las demás ciencias. Descartes concibe la razón como una facultad única y común a todos los hombres, infalible si es conducida y para ello está el método. Antes de exponernos su método, Descartes rechaza el escolástico porque entiende que no sirve para descubrir cosas nuevas, solo sirve en el mejor de los casos para explicar verdades conocidas que se aceptan porque provienen de la autoridad o de la Revelación. Descartes también se aparta del método de Bacon. El método de Bacon permite extraer principios generales partiendo de la experiencia a través de la inducción. Ahora bien, la inducción completa, necesaria para obtener un principio general no siempre puede aplicarse y no siempre estamos seguros de que un hecho de experiencia no pueda desmentir ese principio general. ¿Dónde encontrar un criterio que tenga un carácter absoluto, que nos libre de la invalidez de la autoridad y de las sorpresas de la experiencia? Lo encuentra Descartes en las matemáticas. Las verdades de las matemáticas descansan en la razón no en los hechos, y esta disciplina se va constituir en el paradigma sobre el que Descartes construirá el edificio de su filosofía. B) El método cartesiano Entiende, Descartes, que los problemas y contradicciones encontradas en la historia de la filosofía son debidos a la mala conducción de la razón. Habrá que establecer una serie de reglas para su buen uso y funcionamiento de modo que si las seguimos, la razón por sí misma va ser capaz de alcanzar un conocimiento cierto y verdadero. El método cartesiano consiste en una serie de reglas que conducirán rectamente las operaciones naturales de la mente humana. Tales operaciones son dos: la intuición y la deducción. La intuición es la concepción libre de duda de una mente lúcida y atenta que brota de la sola luz de la razón. Es un ver intelectual (no sensible) que no deja lugar a la duda. La deducción es una inferencia necesaria a partir de otros hechos conocidos con certeza. En la deducción es necesaria la intuición, pues hemos de ver clara y distintamente la verdad de cada proposición antes de pasar a la siguiente. La deducción se diferencia de la intuición en que la primera lleva un cierto movimiento o sucesión y la segunda no. En los razonamientos deductivos largos, la certeza de la deducción depende en alto grado de la memoria, por lo que Descartes sugiere que revisemos frecuentemente el proceso para reducir su papel y nos aproximemos a una captación intuitiva de la verdad de las conclusiones remotas como evidentemente implicadas en los primeros principios. Intuición y deducción son dos operaciones para alcanzar el conocimiento pero no son el método. Este consiste en reglas para emplear correctamente esas dos capacidades mentales. Las reglas son cuatro. Analicémoslas: 1. Regla de la evidencia. Consiste en evitar la precipitaci4n, no admitiendo como verdadera cosa alguna hasta que no se presente tan clara y distintamente que no deje lugar a la duda. La evidencia se expresa mediante la claridad y la distinci4n convirtiéndose en el criterio de verdad en Descartes. Un conocimiento es claro cuando se adecua a la mente que lo considera (perfección interna del concepto) y distinto cuando una idea está separada de las demás (no se confunde con otras). 2) Regla del análisis. Por medio de la intuici4n solo podemos percibir con evidencia las ideas simples. Para percibir igualmente las complejas no evidentes y oscuras, basta descomponerlas en sus elementos simples (átomos de pensamiento), los cuales serán claros y evidentes por intuición. 3) Regla de las síntesis. Consiste en conducir los pensamientos por orden comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer para ascender poco a poco hasta los más complejos, es decir, volver a recomponer las ideas compuestas mediante las simples obtenidas logrando una percepción intuitiva de su encadenamiento. Esta regla supone el procedimiento ordenado propio de la geometría en la que el orden deductivo está siempre presente. 4) Regla de la enumeración y la revisión. Finalmente hay que hacer recuentos tan completos y revisiones tan generales que estemos seguros de no omitir nada. La enumeración comprueba el análisis y la revisión la síntesis. La finalidad de esta cuarta regla, además de la comprobación, consiste en obtener una intuición general y una evidencia simultánea del conjunto. Hemos visto en la segunda regla que hay que descomponer las ideas complejas en ideas simples conocidas por intuici4n. Pero, ¿qué quiere significar Descartes con el concepto de naturaleza simple? Son los elementos últimos en el proceso de análisis y que son conocidos clara y distintamente. Así un cuerpo está compuesto de extensión y figura que aunque no existan aislados, para nuestra comprensión le llamamos un compuesto de naturaleza corpórea, extensión y figura. También llama Descartes naturalezas simples a actividades intelectuales tales como el dudar, querer, imaginar, sentir o pensar. Hay un grupo de naturalezas simples comunes a las cosas materiales e intelectuales como la existencia, duración o la unidad, incluyendo dentro de este grupo aquellas nociones de las que depende la validez de la deducción (las reglas de la lógica) como por ejemplo, que dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí. Por otro lado, si el método de Descartes es puramente deductivo, ¿se quiere decir con ello que la experiencia no juega ningún papel en la filosofía cartesiana? Descartes no pensaba que podamos deducir a priori la existencia de las cosas físicas particulares, de ellas tenemos noción a través de la experiencia, pero para asegurarnos de su verdadera naturaleza, para hacer ciencia sobre ellas, habrá que seguir el método cartesiano. Es ahora cuando podemos entender el juego de la segunda y la tercera regla de su método. Mediante el análisis vamos de lo compuesto, que viene dado por la experiencia, a los elementos simples conocidos por la razón. Mediante la síntesis se procederá de lo simple a lo compuesto y es este el camino que va de la razón a la experiencia. Descartes no es totalmente deductivista, piensa que la razón deductiva ha de estar orientada por la experiencia. La experiencia juega un papel secundario, es un simple auxilio para construir el edificio del saber. No obstante, está lejos de ser un empirista ya que el ideal de asimilar la física a las matemáticas está siempre presente en Descartes. C) Tipos de ideas en Descartes Hemos visto que una de las características del pensamiento moderno es que no conocemos la realidad directamente, sino que nuestro conocimiento está mediatizado por las ideas que tenemos de ellas. Descartes distingue tres tipos de ideas: a) Ideas adventicias. Son aquellas que parecen provenir de la percepción sensible. b) Ideas facticias. Son construcciones de la imaginación a partir de otras ideas. Las ideas facticias y adventicias son, para Descartes, problemáticas y oscuras y no pueden servir para fundamentar el conocimiento cierto. c) Ideas innatas. El método cartesiano sugiere la posibilidad de descubrir los primeros principios sin derivarlos de ninguna otra fuente que no sea ciertos gérmenes de verdad que existen naturalmente en nuestras almas. Ello permite construir la metafísica por deducción lógica a partir de ciertas ideas que nuestra mente puede producir de una manera innata. Todas las ideas claras y distintas son ideas innatas o que se deducen de ideas innatas. Estas ideas no están presentes en nuestra mente como ideas acabadas pero puede producirlas a través de sus potencialidades propias con ocasión de una experiencia aunque no las derive de ella. Pues bien, las ideas que intuimos son ideas innatas y a partir de ellas se inicia el proceso deductivo, siendo la base sobre la que se iniciará el conocimiento si este pretende ser riguroso. D. La duda metódica Descartes pensó que como paso previo a la búsqueda de la certeza, había que dudar de todo aquello de lo que se pudiera dudar y tratar como provisionalmente falso aquello de lo que se dudara. La duda recomendada por Descartes tiene las siguientes características: a) Es universal porque se aplica universalmente a todo aquello que pueda ser dudado. b) Es metódica. No es una duda escéptica que se practique por amor a la duda, sino que es una duda para salir de dudas. c) Es provisional en un doble sentido: porque es una etapa preliminar a la búsqueda de la certeza y porque no necesariamente se propone sustituir las proposiciones antiguas por las nuevas, ya que puede suceder que algunas proposiciones que no eran más que opiniones comúnmente aceptadas resulten luego ser ciertas sobre bases puramente racionales. d) Es teorética y por tanto no debe extenderse a la conducta aceptando como provisionalmente válidas las normas y costumbres vigentes. En otras palabras, lo que pretende Descartes es repensar la filosofía sobre nuevas bases. Para hacerlo es necesario cuestionar todas las opiniones sistemáticamente con la esperanza de encontrar un fundamento cierto y seguro. Todo ello es asunto de reflexión teórica. Descartes no se propone que se viva como si no hubiera ley moral hasta que se haya descubierto un código ético que pueda satisfacer las exigencias de su propio método. ¿Hasta dónde puede extenderse la duda? ¿Cuál es su ámbito de aplicación? En primer lugar se puede dudar de la veracidad de los testimonios aportados por la percepci4n sensible, ya que si los sentidos a veces nos inducen a error, ¿Qué garantías existen de que no nos confunden siempre? En segundo lugar, cabe dudar de la existencia real de la cosa percibida por la imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño. Parece que de lo que no puede dudarse es de las verdades matemáticas. En las Meditaciones Metafísicas, Descartes añade un más radical motivo de duda: la existencia de un genio maligno de extremado poder e inteligencia que pone todo su empeño en inducirnos a error. Esta hipótesis equivale a suponer, en tercer lugar, que mi entendimiento es de tal naturaleza que se equivoca siempre cuando piensa captar la verdad. Una vez más se trata de una hipótesis improbable, pero improbabilidad no equivale a imposibilidad y Descartes busca una primera certeza que escape a todo tipo de duda encontrándola en la proposición "Cógito ergo sum" (Pienso luego existo). (Incluir el punto "e" del apartado siguiente) 2.2.2 LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD: LA TEORIA DE LAS TRES SUSTANCIAS A) La res cogitans En el hecho de la duda encuentra Descartes la primera evidencia: si bien yo puedo dudar de todo lo que se me presenta, no puedo dudar de que existo cuando estoy dudando, de ah( su formulaci4n de la primera verdad: "c4gito ergo sum". Analicemos la proposici4n: a) Solo puedo garantizar que existo cuando pienso y mientras pienso. La certeza de mi existencia solo se da en los procesos mentales conscientes. b) Esta primera certeza no es una deducci4n producto de un razonamiento, sino que es una intuici4n intelectual ya que en el hecho de pensar encuentro inmediatamente mi existencia. c) Pensar tiene un sentido amplio. En el Discurso del Método escribe Descartes: "Entiendo por pensar todo de lo que somos conscientes como operante en nosotros. Y por ello no solo el pensar, querer o imaginar, sino también el sentir, son aquí la misma cosa que el pensar". d) Esta realidad del yo indubitable se reduce a ser una sustancia pensante (res cogitans) que para pensar no necesita de cuerpo ni cosa material alguna. La idea de que soy también cuerpo sigue siendo una idea dudosa que tratará de comprobar Descartes en un momento ulterior. e) Una vez descubierta la existencia de una verdad indubitable, se pregunta Descartes qué requiere una proposición para ser verdadera y cierta una vez que ha descubierto una que lo es. En otras palabras, Descartes pretende, a través del análisis de la proposición que se reconoce como verdadera, encontrar un criterio general de certeza. Llega a la conclusión de que en la proposición "pienso luego soy", no hay nada que le asegure su verdad excepto que ve muy clara y distintamente su certeza, concluyendo que podría suponer como regla general que las cosas que concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas. (Vimos en qué consiste la claridad y la distinción al analizar la primera regla del método). Concluye aquí la primera etapa del recorrido cartesiano que le ha conducido a la certeza de su propia existencia como cosa pensante y a la derivación de un criterio de verdad partiendo de esa primera intuición intelectual. ¿Hacia donde dirigirá ahora su investigación? Se podría pensar que tratará de demostrar la existencia del mundo físico y a partir de él demostrar la existencia de Dios, pero Descartes invierte el proceso. B) La sustancia divina Descartes está dispuesto a albergar la duda hiperbólica de un dios engañador que pueda extenderse a las proposiciones que yo concibo clara y distintamente. Es necesario probar la existencia de un Dios que no nos enga9e y que sea garantía para poder aplicar el criterio de verdad deducido con anterioridad. De otro lado, se ha de probar sin referencia al mundo físico pues tiene una existencia dudosa. Descartes da hasta tres pruebas para demostrar su existencia. Veámoslas: En la primera prueba que aparece en el Discurso del Método se llega a Dios partiendo de nuestra propia imperfección. Si examinamos el contenido objetivo de las ideas que yo, como sujeto pensante, poseo, observo que una de ellas es la idea de Dios entendido como una sustancia infinita, independiente, omnisciente, todopoderoso y por el cual yo y todos los demás seres hemos sido creados. Si analizo esos atributos percibo que no pueden haber sido producidos por mí mismo porque yo como ser imperfecto no podría poseer la idea de un ser perfecto. Se puede objetar que la idea de perfección es una idea facticia producida por mi imaginación mediante la simple negación de mi finitud. No obstante, afirma Descartes, la idea de perfección no es una idea meramente negativa, sino que hay más realidad en el ser perfecto que en el imperfecto. Entonces si soy imperfecto, ¿por qué poseo la idea de perfección? Solo puede provenir de una naturaleza perfecta que la ha puesto en mí y esa naturaleza es Dios. Concluimos que Dios no es una mera idea sino que tiene existencia real. En la segunda prueba, Descartes parte de su existencia para llegar a Dios como causa de la misma. Aparece en el Discurso del Método pero de una manera más completa en las Meditaciones Metafísicas, concretamente en la Meditación tercera. Veamos como la expone en esta obra: Si yo existo y no debo la existencia a Dios entonces solo caben estas tres posibilidades: a) Me la debo a mi mismo, pero no es posible porque entonces me hubiese dado todas las perfecciones de las que tengo idea. b) He existido desde siempre. No obstante, la idea de creación continua niega esta posibilidad ya que para conservarme ahora necesitaría del mismo poder que para crear de nuevo, de modo que creación y conservación no difieren en realidad y yo no puedo garantizar que exista en el futuro. c) Se la debo a causas más perfectas que yo. En este caso, ha de haber tanta realidad en la causa como en el efecto y el ser del que dependo o es Dios o tiene la idea de Dios ya que yo la poseo. Si es Dios tenemos el objeto de la demostración. Si solo tiene la idea de Dios podríamos preguntarnos por la causa de ese ser que será Dios o poseerá la idea de Dios. Como no podemos remontarnos al infinito tenemos que concluir que Dios existe. La negación de los tres supuestos anteriores y, por reducción al absurdo, nos permite concluir la existencia de Dios. La tercera prueba es una variante del argumento ontológico: la idea de un ser perfecto implica su existencia real ya que es más perfecto lo que existe que lo que solo es una idea en nuestra mente sin existencia real. Siendo perfecto, Dios no puede habernos engañado. En consecuencia, aquellas proposiciones que percibo clara y distintamente son todas verdaderas. Es la certeza en la existencia de Dios la que nos permite aplicar universalmente el criterio de verdad. C) La existencia de los cuerpos Descartes arranca del "cógito" para demostrar la existencia de los cuerpos. La argumentación cartesiana es como sigue: Veo que nada pertenece a mi esencia excepto que soy una cosa pensante e inextensa mientras que, por otra parte, tengo una idea clara y distinta del cuerpo como una cosa extensa y no pensante. La existencia de mi yo como "res cogitans" no prueba por sí misma la existencia de mi cuerpo ni la de otros cuerpos distintos. Ahora bien, encuentro en mí ciertas facultades y actividades como el poder de cambiar de posición y el movimiento local en general que claramente implica la existencia en mí de una sustancia corpórea. Por otra parte, la percepción sensible comprende una cierta pasividad al recibir impresiones que no dependen siempre y exclusivamente de mí e incluso, a veces, contra mi voluntad, inclinándome a creer que vienen a mí desde cuerpos distinto al mío. Puesto que Dios no nos engaña y lo expuesto es una inclinación natural que yo percibo de un modo claro y distinto, hemos de concluir con la existencia de mi cuerpo y los demás cuerpos. Descartes reduce la naturaleza de los cuerpos a mera extensi4n en el espacio. En el ámbito de la res extensa solo hay extensión y movimiento. Pero extensión y movimiento no son atributos que se identifiquen. El movimiento no es una propiedad intrínseca de la extensión y para poder explicar su origen recurre a la intervenci4n divina. Dios es el principio único del movimiento y es Él el que lo insufla en la sustancia extensa. No obstante, una vez establecida la causa del movimiento, Descartes deja de recurrir a Dios y explica el comportamiento de los cuerpos, en consonancia con la física de su tiempo, mediante causas mecánicas. D) Conclusiones finales en torno al concepto de sustancia. De la exposici4n cartesiana se desprende que hay tres esferas de la realidad en concordancia con los tres tipos de sustancia: pensante, extensa y divina. Descartes da un concepto de sustancia en la que destaca la nota de independencia, definiéndola de un modo negativo: "Es una cosa que existe de tal modo que no necesita de cosa alguna para existir". Esta definición en rigor, solo es aplicable a Dios. Ahora bien, la palabra sustancia no tiene un sentido unívoco, sino que Descartes aplicará este concepto a algunas cosas creadas que para existir solo necesitan el concurso de Dios: la sustancia pensante y la sustancia extensa. Lo que percibimos no son sustancias como tales sino propiedades de la sustancia. No todos los atributos están en pie de igualdad, habiendo una propiedad imprescindible, de modo que los demás atributos la presuponen y de ella dependen. El atributo principal del alma es el pensar, el del cuerpo la extensión. Junto a estos atributos la sustancia corpórea tiene otros variables (figura, tamaño). De otro lado el pensar es algo esencial a la mente pero esta tiene pensamientos variables. Estas modificaciones variables tanto de la sustancia pensante como de la extensa las denomina Descartes modos. En Dios, cuyo atributo es la perfección no puede haber modos porque en Él no caben modificaciones. 2.2.3 Actualidad de la filosofía cartesiana Matematización y desarrollo científico e informático La Segunda parte del Discurso propone un método y un criterio de verdad heredero del matemático. Descartes cree que así todas las ciencias conseguirán éxitos semejantes a los de las matemáticas. La matematización de lo científico y, por tanto, de lo real, es una característica que desde entonces ha impregnado casi todos los ámbitos de la cultura occidental europea y americana. Desde los ejes cartesianos para simbolizar las figuras geométricas hasta el diseño del nuevo acelerador de partículas europeo sólo hay una línea continua que obedece a los mismos parámetros: lo real es lo matematizable. El conocimiento de cómo son las cosas se consigue cuantificando y descubriendo la ley que expresa las relaciones entre esas cantidades. Al fin y al cabo, lo que define a un elemento atómico son elementos cuantificables; son números. Los descubrimientos en todos los campos científicos (física, química biología ... ) y todas sus aplicaciones técnicas (ingenierías, medicina ... ) han sido tales que la fe en la religión ha sido sustituida por la fe en la ciencia. Si el desarrollo científico continúa como hasta ahora, se afirma, se encontrará la solución a todos los problemas del hombre. La salvación (idea seguramente errónea, aunque contribuya al bienestar o autodestrucción del ser humano) está en la ciencia. Descartes creía haber puesto las bases ciertas para abordar ese desarrollo científico en el que él mismo participó. Una prueba de esta fe es que todos los gobiernos insisten en la necesidad de invertir en investigación científica. La informática es la última expresión de la actualidad del proyecto cartesiano. Tanto es así que se habla de «mundo digital», de un mundo expresado únicamente con ceros y unos. ¡Es el ideal cartesiano! Cuando estamos frente a un ordenador estamos frente a lo que Descartes calificaría de modelo perfecto de conocimiento (y, por tanto, de mundo): un marco absolutamente axiomatizado en el que a partir de unos primeros principios se deduce todo lo demás. En un ordenador no hay contradicciones, no hay elementos que no se deduzcan de los principios establecidos. Si el programa no funciona es porque está mal diseñado. La deducción siempre es perfecta y la conclusión necesaria. Es cierto que los últimos estudios sobre el funcionamiento de los sistemas axiomáticos han detectado la posibilidad de que aparezcan incoherencias, no obstante, esas indeterminaciones no tocan lo esencial de su funcionamiento. La necesidad de lo matematizado sigue dominando. AUTONOMÍA DE LA RAZÓN, LAICIZACIÓN Y CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS La matematización por sí sola no hubiera propiciado el desarrollo científico si Descartes no hubiera defendido a la vez la autonomía de la razón. Sólo una razón que se separa de cualquier creencia, una razón pura, es la que puede llegar a la verdad. Descartes se convierte así en la referencia básica del proceso de laicización. Una vez que la razón se ha separado de la fe y el mundo físico ha dejado de ser el fruto de la creación divina, la ciencia encuentra un nuevo campo en el que descubrir leyes sin que tengan que ser testadas por ninguna autoridad distinta de la propia. EN EL DISCURSO DEL MÉTODO Desarrollo científico y laicización son, al menos en Europa, procesos paralelos, aunque esta lucha de la razón por separarse de la presión de la fe se sigue manteniendo (intento del creacionismo estadounidense por eliminar la enseñanza del evolucionismo en las escuelas, la crítica del Vaticano a la investigación genética ... ). Del mismo modo, sólo aceptada la posibilidad de explicar al hombre desligado de Dios, fuera de la religión, se pueden desarrollar las ciencias sociales (sociología, economía ... ) y humanas (antropología, psicología, pedagogía ... ). Estas ciencias, que han alcanzado su mayor auge desde el siglo XIX, son fruto de esa nueva visión del hombre que trae el cartesianismo. Tanto es así, que ni siquiera ellas, a pesar de llamarse «humanas», han podido sustraerse a la matematización, que se ha convertido en un instrumento necesario en sus investigaciones. Es decir, el «modelo», lo que se sigue considerando «científico», se admita o no, sigue siendo la física clásica. Pero la separación razón-fe no ha traído sólo el desarrollo y matematización de las ciencias, sino que ha contribuido a la aparición de posiciones ateas (negación de la existencia de Dios), y agnósticas (negar la posibilidad de cualquier afirmación o negación sobre Dios). Es evidente que el pensador francés no es ni una cosa ni otra y que esta idea no estaba presente en el proyecto cartesiano. La razón, según Descartes, llega a la certeza de Dios. Pero la modernidad ha perdido el optimismo racionalista: el hombre contemporáneo ya no se cree en posesión de una razón tan poderosa como para afirmar de modo claro y distinto la existencia o no de Dios. Es decir, el racionalismo optimista ha desembocado en un racionalismo agnóstico. Es verdad que Descartes acepta la exissgtsencia de Dios, pero esta está circunscrita a los límiastes de la pura razón. AUTONOMÍA DE LA RAZÓN E INDIVIDUALISMO La Segunda parte del Discurso deja claro que es el sujeto (pensante) quien se impone como criterio de verdad. «Es verdad lo que mi criterio racional decide que es verdad». Probablemente pocas afirmaciones tan contundentes y con tantas consecuencias se han hecho en la historia del pensamiento (quizás sólo se encuentren en la moral kantiana), afirmaciones, por otro lado, absolutamente alejadas del relativismo. Descartes no defiende un subjetivismo relativista, sino racionalista. La razón es la misma en todos los hombres. Es ahí donde se encuentran las raíces del individualismo del que tanto se ha criticado a la sociedad moderna, y de la reivindicación de la igualdad de dignidad y derechos para todos los hombres. LA VERDAD Y EL GENIO MALIGNO Hay otras ideas cartesianas que vuelven una y otra vez. Por ejemplo, la sospecha de que la realidad en la que el hombre se mueve no sea tal, sino una mera ilusión de los sentidos que nos aleja de lo real ha sido retornada por varias producciones cinematográficas. El argumento de la indistinción entre sueño y vigilia se refleja en la producción española de Alejandro Amenábar Abre los ojos. El director nos presenta el tormento en el que vive el protagonista incapaz de distinguir cuándo está viviendo y cuándo está soñando que vive. El argumento del genio maligno es actualizado en Matrix, producción que nos describe un mundo habitado por hombres que creyendo conocer a través de sus sentidos un mundo sensible, realmente sólo reciben impulsos eléctricos controlados por un poderosísimo sistema informático. Es decir, unos hombres a los que un genio maligno, reinterpretado como un inmenso ordenador, engaña, convirtiendo la realidad digital en la realidad que se impone y esconde la verdadera. 2.3 LOCKE Y HUME 2.3.1 ORIGEN Y CONSTITUCIÓN DE LA EXPERIENCIA A) J. Locke (1632-17O4) Locke pretende realizar el análisis psicológico del entendimiento humano, a fin de poder determinar su alcance y sus límites. Esta pretensión la desarrolla en su Ensayo sobre el entendimiento humano. En esta obra, sostiene Locke, que lo que distingue al hombre y lo sitúa por encima de cualquier otra realidad es su conocimiento intelectual. A través de él, se puede analizar el mundo objetivamente. No obstante, el conocimiento no suele analizarse a sí mismo para concretar su origen, certeza y extensión. Es necesario examinar nuestra capacidad cognoscitiva para determinar dentro de que límites se puede mover nuestra inteligencia. Ello supone adoptar una actitud de introspección, esto es, de observación y análisis de los fenómenos psíquicos, con independencia de las causas físicas o metafísicas de las que provengan. Al analizar el entendimiento vemos que está compuesto de ideas. El punto de partida de la filosofía de Locke, asumido por los empiristas posteriores, muestra un punto en común con la filosofía racionalista: los únicos objetos con los que opera nuestro entendimiento son las ideas. Sin embargo, este acuerdo inicial desaparece cuando se trata de explicar el origen de las ideas: frente al innatismo propugnado por los racionalistas (veremos la crítica al innatismo en el apartado siguiente), el empirismo, con Locke a la cabeza, situará su origen en la experiencia. La experiencia humana es de dos clases: a) Experiencia externa. Adquirida a través de la sensación de las cosas externas. b) Experiencia interna. Consiste en la autoconciencia de nuestras propias operaciones u actos internos y que da lugar a las ideas de reflexión. La experiencia (la sensación y la reflexión) nos proporciona solamente ideas simples que una vez adquiridas facultan al entendimiento para asociarlas y formar ideas complejas. Cuando el entendimiento ha adquirido por la reflexión y la sensación ideas simples, lo capacita para compararlas y asociarlas de infinitas maneras, pero no puede inventar o construir una idea simple nueva, esto es, no derivada de la experiencia: aquí está el límite insuperable del entendimiento humano. Las ideas complejas, en tanto que son producto de una construcción mental, poseen un ingrediente subjetivo del que carecen las simples. Las ideas complejas, aunque infinitas en número, se pueden reducir a tres categorías fundamentales: sustancias, modos y relaciones. Analicemos el concepto de sustancia: Es sustancia todo aquello a lo que llamamos objeto o cosa y se forma cuando atribuimos un conjunto de ideas simples a una misma realidad. Así por ejemplo, una mesa se reduce a su color, forma, tamaño etc. Ahora bien, ¿qué es la cosa al margen de sus manifestaciones? Locke responde que es el soporte o sustrato de las mismas, pero que es incognoscible al no tener percepción de ella. Como consecuencia, no conocemos el ser de las cosas, sino lo que la experiencia nos muestra. La experiencia es, por tanto, el origen y el límite de nuestro conocimiento. Con lo expuesto, estamos en disposición de comprender el valor del conocimiento y la teoría de la realidad en Locke. Locke define el conocimiento como el acuerdo o desacuerdo de las ideas entre sí. Por otra parte distingue varios tipos de conocimiento: a) Conocimiento intuitivo: Se produce cuando el acuerdo o desacuerdo entre las ideas se percibe inmediatamente, en virtud de las mismas ideas y sin intervención de otras. b) Conocimiento demostrativo: Cuando el acuerdo o desacuerdo entre las ideas no es percibido inmediatamente, sino mediante uso de ideas intermedias denominadas pruebas. Es lo que llamamos razonar. c) Conocimiento sensible: Es el conocimiento de la existencia de los objetos materiales externos en base a las percepciones que tenemos de ellos. Ahora bien, si el conocimiento se define como un acuerdo o desacuerdo entre ideas parece que es imposible establecer un puente entre idea y realidad. No obstante, en Locke, un conocimiento es real cuando está en conformidad con cosas reales y la soluci4n la encuentra Locke, a mi modo de ver de manera injustificada, en la noción de idea simple en tanto nos suministra en sí misma, la prueba plena y total de un original externo, de una cosa a la que corresponde. En el fondo, Locke sigue siendo un realista. Por su parte las ideas complejas, con excepción de la idea de sustancia, carece de tal objetividad. En cuanto a la idea de sustancia escribe Locke: "Como se supone que son copias referidas a arquetipos exteriores a nosotros, deben estar siempre formadas sobre algo que realmente existe o ha existido. No deben constar de ideas reunidas a placer por nuestro pensamiento sin un modo real del que se tomen". Locke habla de tres ámbitos de la realidad: a) De la existencia del yo tenemos certeza intuitiva. La posición adoptada por Locke permanece dentro del ámbito del pensamiento cartesiano: "El conocimiento de nuestra propia existencia lo percibimos tan clara y ciertamente que no necesita ni es susceptible de prueba alguna: nada es más evidentes para nosotros que nuestra propia existencia". b) De la existencia de Dios tenemos certeza demostrativa, como causa de todo lo existente. c) De la existencia de los cuerpos tenemos certeza sensitiva, ya que son la causa de nuestras sensaciones. B) David Hume (1711-1776) 1. Elementos que constituyen la experiencia El objetivo que se traza Hume en su obra fundamental, Tratado sobre la naturaleza humana, es elaborar una ciencia sobre el hombre dentro de un marco empirista. El método que sigue Hume es el inaugurado por Descartes y continuado por Locke y Berkeley: un método introspectivo basado en una lectura de los contenidos de conciencia. Como consecuencia, el conocimiento va a consistir, al igual que en los empiristas anteriores, en asociaciones de ideas. Hume toma los principales elementos de su empirismo de la obra de Locke, llevando sus ideas hasta las últimas consecuencias. Hume, al igual que Locke, hace derivar todos los contenidos de la mente de la experiencia pero introduce algunas precisiones que veremos a continuación. Para Hume todos los contenidos de nuestra conciencia son percepciones de dos tipos: impresiones e ideas. Las impresiones son las percepciones que penetran con mayor fuerza y vigor en nuestra conciencia. Son las sensaciones, pasiones y emociones en el momento en que sentimos, queremos, deseamos u odiamos. Las ideas son las imágenes debilitadas de estas impresiones. Tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples y complejas. En las simples no existe división ni separación (la impresión o idea del color rojo), las complejas admiten separación dentro de ellas (la idea o impresión de una manzana). La vivacidad no es el único criterio de distinción entre impresiones e ideas. Hay una diferencia esencial: las impresiones son previas a las ideas y constituyen el criterio de validez de las mismas, pues una idea es válida, es decir, tiene contenido empírico, si deriva de una impresión anterior. Sin embargo este criterio sólo puede ser aplicado con total seguridad referido a las ideas simples, pues la mente tiene la capacidad de combinar ideas simples formando ideas complejas que pueden no corresponder a impresión compleja alguna. Por último, Hume establece una última distinción entre ideas o impresiones de sensación y de reflexión. Las de sensación provienen de causas desconocidas. Las de reflexión se derivan de nuestras ideas. Por tanto y de modo excepcional las ideas de reflexión pueden ser origen de impresiones. Una vez producidas las impresiones estas pueden aparecer por medio de la imaginaci4n o la memoria originando ideas de la imaginación e ideas de memoria. La memoria reproduce las impresiones en el mismo orden en que se produjeron. La imaginación desempeña un papel activo al asociar o combinar ideas. La imaginación no se limita a repetir contenidos sino que los asocia en virtud de una serie de mecanismos o leyes de asociación: semejanza, contigüidad espacio, temporal y la causalidad. De entre los mencionados principios de asociación de ideas destaca por su trascendencia, el de causalidad. La crítica de Hume a la metafísica comenzará con el desmantelamiento de este principio. La crítica al principio de causalidad constituirá los cimientos sobre los que descansan el fenomenismo y el escepticismo humeanos. 2. Clases de conocimiento Impresiones e ideas son los elementos del conocimiento y que constituyen nuestra experiencia. El conocimiento, a su vez, puede ser de dos tipos: a) Por relaciones de ideas. Es un conocimiento independiente de los hechos. A este tipo de conocimientos pertenecen la lógica y las matemáticas. Las relaciones entre ideas se formulan en proposiciones analíticas y necesarias que pueden descubrirse por la mera operación del pensamiento, por ejemplo "el todo es mayor que la parte". b) Conocimiento factual o de hechos. Es un conocimiento contingente cuya validez depende de la experiencia. El conocimiento de hechos no puede tener, en último término, otra justificación que las impresiones. Procede ahora analizar la crítica a la metafísica realizada por Hume, no obstante la haremos en el siguiente apartado ya que está basada en la crítica humeana a la causalidad. 2.3.2 CRITICA AL INNATISMO Y AL CONCEPTO DE CAUSA A) J. LOCKE Al indagar el origen de las ideas Locke rechaza la existencia de ideas innatas. Las razones que da Locke son las siguientes: a) La inutilidad es el primer argumento que mueve a Locke a negar la existencia de principios innatos. Admitir su existencia no explica mejor nuestros conocimientos que si se les niega realidad, y, al contrario, los conocimientos que estamos en condiciones de obtener se explican mejor apelando a facultades naturales distintas al innatismo. b) El principal argumento esgrimido a favor de la existencia de ideas innatas se basa en el consentimiento universal: Si existen ideas o principios innatos, estos deberán estar presentes en la mente de todos los hombres sin excepción, quienes, por su parte, aceptarán de modo general dichos principios. Sin embargo, contraargumenta Locke, es evidente que no existe tal universalidad pues "los niños y los idiotas no tienen el menor pensamiento de ellas". c) Si se alude a la capacidad de utilizar la razón para descubrir principios que se suponen innatos, ello no es posible porque la razón no es otra cosa sino la capacidad de deducir verdades desconocidas de proposiciones ya conocidas. Nada puede considerarse innato si tenemos la necesidad de la razón para descubrirlo, a menos que pensemos que todas las verdades de la razón son innatas. d) Tampoco el asentir a un principio de manera inmediata cuando el sujeto analiza el significado de sus términos es prueba de innatismo porque debe concederse que son innatas todas las proposiciones a las que se asiente tan pronto como se las oye, de lo que resultaría que estaremos abarrotados de principios innatos. e) Menos evidente resulta a Locke la suposición de que existen principios morales innatos por dos razones: 1) Porque el argumento de la existencia de un consentimiento universal es indefendible ya que no se entiende como se puede transgredir con tanta facilidad las reglas morales si estuvieran estampadas en nuestras mentes. 2) La necesidad de ofrecer razones que justifiquen tales principios constituye una prueba más en contra de su innatismo. Ante este cúmulo de objeciones Locke concluirá que nuestra mente es una "tabla rasa" que se deja grabar por la experiencia. Respecto a la idea de causa, la clave de la explicación lockeana reside en que la causalidad no es interpretada como una mera relación entre ideas, sino que se considera que tiene un fundamento en la realidad. La causalidad es el puente entre el mundo externo y las ideas, siendo estas causadas por aquel. Si es incoherente su modo de entender la causalidad empírica con el resto de su pensamiento, no se entiende en modo alguno, en el contexto de su filosofía empirista, la aceptación del valor metafísico del principio de causalidad cuando lo aplica Dios como causa de todo lo existente ya que está rebasando los límites de la experiencia. La crítica a la causalidad la efectuará, en coherencia con las bases empirista, David Hume. B) D. HUME 1. Precisiones al innatismo Hume participa del principio del empirismo moderno de que todo nuestro conocimiento tiene su origen en la experiencia. En Hume, tal experiencia, está constituida por impresiones e ideas. Acepta que no cabe la existencia de ideas innatas pues estas tienen su origen en las impresiones que le preceden pero, y en este punto matiza a Locke, no cabe decir lo mismo de las impresiones. La capacidad de ser afectados sensorialmente y todas nuestras pasiones productoras de impresiones (amor, odio etc.) no derivan sino de la constitución natural de la mente humana. 2. La crítica a la causalidad Locke sitúa la causalidad en el ámbito de las ideas. Causa es lo que produce cualquier idea simple y efecto lo producido. En Locke late la confianza en la causalidad y así cree, de forma acrítica, en la conformidad de la idea con el objeto. Hume emprende la crítica a la causalidad reduciéndola a una causalidad fenoménica con el alcance que a continuación veremos. Hume parte de una análisis del principio de causalidad clásico que afirma que todo efecto tiene una causa y de tal principio se desprende, al menos, lo que sigue: 1º. Prioridad espacio-temporal de la causa sobre el efecto. 2º. Carácter productivo de la causa sobre el efecto. 3º. El enlace entre la causa y el efecto es un enlace necesario. Hume critica la causalidad así entendida porque no puede conocerse racionalmente (no se deriva de un conocimiento que verse de relaciones de ideas), ni deriva de la experiencia (no es una verdad de hecho). Probemos en primer lugar que no se desprende por puro razonamiento citando al propio autor: "Si consideramos que las ideas diferentes pueden separarse las unas de las otras y como las ideas de causa y efecto son evidentemente diferentes, nos será fácil concebir que un objeto no existe en un momento y exista en un momento próximo, sin unir a él la idea de una causa o principio productivo". Por tanto, la posibilidad de concebir un objeto sin vincularlo a una causa que lo produce sin caer en contradicción, nos permite concluir que la causalidad no es un principio de razón. Veamos si se deriva de la experiencia: Hemos visto que toda nuestra experiencia se reduce a impresiones actuales y a ideas que tienen su origen en impresiones. Pero en la vida cotidiana y en el quehacer científico constantemente hacemos predicciones de hechos futuros de los que no hemos tenido impresión. Ello es posible porque aplicamos argumentos apoyados en la causalidad. Veamos cual es el proceso psicológico en base al cual elaboramos este principio: Mediante la experiencia constatamos la existencia de fenómenos que se presentan conjuntamente. De la conjunción constante en el pasado inferimos su conjunción constante en el futuro. La razón de tal inferencia es el hábito o costumbre: la costumbre de haber percibido en el pasado la conjunción entre dos objetos produce la propensión de inferir el uno (efecto) a partir del otro (causa). Ahora bien, de que el enlace entre la causa y el efecto sea un enlace necesario no tenemos impresión. La conexión necesaria es un añadido de nuestra mente (no proviene de la experiencia) producida por el hábito. El enlace entre la causa y el efecto toma la apariencia de necesario pero la necesidad no es tal, sino mera creencia de experiencia. Toda creencia, como resultado de un hábito, es un sentimiento o instinto, no un acto de razón y como tal no puede ser definido pero puede ser descrito como "una concepción más viva, más intensa y más fuerte que la que acompaña las puras funciones de la imaginación, concepción que nace de una conexión habitual de su objeto con alguna cosa que está presente en la memoria o en los sentidos". En resumen, Hume reduce la causalidad a sucesión habitual de fenómenos con lo que el conocimiento de la realidad es un conocimiento probable carente de necesidad racional. No obstante, este conocimiento lo estima suficiente Hume, y puede servir para desterrar toda suerte de dogmatismo e intolerancia de la naturaleza humana. 3.Crítica al concepto de sustancia a) La existencia de la realidad exterior La referencia a la idea de sustancia surgía en el empirismo inglés al indagar sobre el sustrato y la causa productora de las ideas. La sustancia, dice Locke, surge de la consideración de varias ideas simples que se presentan como pertenecientes a la misma cosa y que se designa con el mismo nombre. La sustancia es ese sujeto desconocido que sustenta y es causa de las propiedades sensibles. Hume no tiene la certeza de que la realidad exterior sea la causa de nuestras impresiones por dos razones: 1ª Porque de ella no tenemos impresión. 2ª No podemos afirmar que sea la causa de nuestras impresiones porque aplicamos de una manera ilegítima el principio de causalidad yendo de una impresión a título de efecto a algo de lo que no tenemos impresión, la realidad exterior, a título de causa. ¿Cuál sería entonces la causa de nuestras percepciones? Hume responde que no lo sabe ya que nuestro conocimiento es de fenómenos (lo que se muestra a la conciencia) y por tanto no podemos rebasar los límites de nuestras impresiones y las ideas que se derivan de ellas. b) Crítica a la idea de sustancia pensante Contra Locke, Hume no acepta que tengamos un conocimiento intuitivo de nuestra identidad personal ya que solo tenemos intuición de las impresiones y las ideas que derivan de ellas. La conciencia rinde testimonio de una colección de diversas percepciones que se suceden con inconcebible rapidez y que están en flujo continuo y perpetuo movimiento. En este flujo continuo y cambiante introducimos la idea compleja de identidad personal. Pero, ¿con qué derecho? De esta idea no tengo impresión y si tratamos de introducirla mediante un mecanismo causal nos encontramos con el mismo problema visto al analizar la realidad exterior. El hombre se reduce al repertorio de sus impresiones incesantemente renovadas, a una colección de actos perceptivos que se suceden sin interrupción y que se relacionan siguiendo las reglas de la asociación: semejanza, contigüidad espacio-temporal y causalidad. Aunque el propio Hume no se considera satisfecho con esta respuesta, la ve como una consecuencia lógica de la filosofía empirista. 3. La exitencia de Dios No es posible, contra Locke, ninguna argumentación causal para demostrar su existencia ya que, al igual que en el caso de la realidad material, haríamos un uso ilegítimo del principio de causalidad. Antes de acabar este apartado conviene establecer unas conclusiones finales: 1ª.Hume no afirma ni niega la existencia de estas realidades solo que no pueden ser conocidas con los instrumentos de nuestro conocimiento. 2ª. La filosof(a de Hume conduce al fenomenismo. El conocimiento se reduce a percepciones que se asocian entre sí, sin que exista otro fundamento de dicha conexión que la semejanza, la contigüidad espacio-temporal y la causalidad. La realidad queda reducida a meros fenómenos. 3ª. El fenomenismo lleva de la mano una actitud escéptica al no encontrar un fundamento sustancial de nuestras percepciones. 4ª La crítica a la causalidad y al concepto de sustancia conlleva un rechazo de la metafísica que se concibe ahora como una falsa ciencia al rebasar los límites de la experiencia. 2.3.3 EL EMOTIVISMO MORAL EN HUME Un código moral es un conjunto de juicios a través de los cuales se expresa la aprobación o reprobación de ciertas conductas y actitudes. Desde una óptica griega el fundamento de este tipo de juicios, es decir, la distinción entre lo bueno y lo malo, está basado en la razón. Hume critica el racionalismo moral porque la razón no es ni puede ser el fundamento de nuestros juicios morales. La razón, el conocimiento intelectual, no puede determinar nuestro comportamiento ni impedirlo, los juicios morales determinan nuestro comportamiento o lo impide, por tanto, los juicios morales no tiene su fundamento en la razón. El conocimiento, como ya vimos, es de relaciones de ideas o bien fáctico. El primero, aunque útil para la vida no impulsa a la acción. El segundo es un conocimiento de hechos pero en los juicios morales no hay hechos sino un sentimiento de aprobación o reprobación con relación a determinados hechos o actitudes. Tomemos una acción cualquiera considerada como viciosa, un asesinato por ejemplo. Examinémosla desde todos los puntos de vista y vemos que no podemos encontrar un hecho, una existencia real que corresponda a lo que denominamos vicio. En cualquier modo que lo tomemos encontraremos solamente ciertas pasiones, motivos, voliciones y pensamientos: no hay ningún hecho más en este caso. Mientras dirijamos la atención al objeto, el vicio no aparecerá por ninguna parte. No lo encontrarás nunca hasta que "dirijas tu reflexi4n hacia tu propio corazón" y encuentres un sentimiento de reprobación, que brota de ti mismo, respecto de tal acción. He aquí un hecho, pero un hecho que es objeto del sentimiento, no de la razón. Está en ti mismo no en el objeto. El párrafo anterior nos muestra como el fundamento de los juicios morales no se halla en la razón sino en el sentimiento. Los juicios que versan sobre hechos son juicios de ser, los juicios morales son juicios de deber. La imposibilidad de pasar de juicios descriptivos a juicios prescriptivos impide fundamentar la ética en la razón. En consecuencia, nuestros juicios morales se limitan a expresar nuestra sensación de placer o desagrado ante determinados comportamientos. La moralidad más que pensarse se siente. Es necesario matizar como se entiende el placer cuando se aplica a consideraciones morales pues, de lo contrario, dado que los animales también tienen sentimientos de agrado o desagrado, se seguirá que pueden suscitar igualmente juicios morales: "No todo sentimiento de placer o dolor surgido de un determinado carácter o acciones pertenece a esa clase peculiar que nos impulsa a alabar o condenar... Sólo cuando un carácter es considerado en general y sin referencia a nuestro interés particular causa esa sensación o sentimiento en virtud del cual denominamos moralmente bueno o malo". De modo que es la utilidad de la acción lo que determina a nuestro sentimiento. Hume rechaza tanto las posiciones altruistas como las egoístas extremas. Las primeras son rechazables ya que si se apela a la utilidad pública las acciones secretas dejan de pertenecer al ámbito de la moral y además la experiencia nos muestra que la utilidad pública se encuentra bastante alejada de las acciones concretas del hombre para que estas están a la base de la moralidad. Las segundas tampoco pueden ser aceptadas ya que si dijésemos, por ejemplo, que es nuestro interés privado o nuestra reputación el motivo de las acciones honestas, en ese caso cuando cese tal interés se acabará la honestidad. La crítica al racionalismo moral y la fundamentación de la moral en el sentimiento son los dos aspectos más importantes y de mayor trascendencia de la filosofía moral de Hume. Sin embargo, para evitar caer en el relativismo, Hume pretende objetivar qué tipo de sentimiento es susceptible de suscitar juicios morales. En este punto, Hume es más impreciso concluyendo que el utilitarismo puede ser fuente del sentimiento moral si esa utilidad no hace referencia siempre a uno mismo, sino que contribuye a la felicidad o el bien general compaginando el bien privado y el comunitario. 2.3.4 FILOSOFÍA POLÍTICA EN J: LOCKE 1. Introducción. Es el padre del individualismo liberal. Su principal obra en este tema es el segundo "Tratado sobre el gobierno civil" (1690), que pasa por ser la obra en la que Locke condensó lo esencial de su pensamiento político. La obra de Locke aparece en el momento más oportuno y refleja la opinión de la ascendente clase burguesa. Locke expresa el ideal de la burguesía. 2.Filosofía política. El hombre es un ser razonable y la libertad es inseparable de la felicidad. El fin de la política es la búsqueda de la felicidad que reside en la paz, la armonía y la seguridad. Así, no hay felicidad sin garantías políticas y no hay política que no deba tender a extender una felicidad razonable. Desarrolla una teoría política de tintes contractualistas. Hay un primer estado inicial de naturaleza. Tal estado de naturaleza es un estado "de perfecta libertad para ordenar sus actos y disponer de sus propiedades y de las personas que creen conveniente dentro de los límites de la ley natural, sin pedir permiso ni depender de la voluntad de ningún otro hombre" (II, 2, 4).En el estado de naturaleza los seres creados por Dios son libres: libres las tierras, animales, libres los hombres...Para los hombres, creados de forma que son capaces de conocer, de expresar su pensamiento y de trabajar, esta libertad asienta como un derecho natural (u originario), la posibilidad de disponer de su vida y sus palabras como les convenga, cazar a los animales, ocupando un territorio que trabajarán para sobrevivir. Pero el derecho implica deber; el estado de naturaleza tiene su ley que a todos obliga: nadie ha de atentar contra la vida, la salud, la libertad ni las posesiones de otro. Son iguales los unos a los otros en la medida en que no existe entre ellos ninguna diferencia natural que autorice a éste a limitar la libertad de aquél Así forman familias y proceden, según su conveniencia, a los intercambios que juzgan provechosos. En este estado, se hacen mutuas promesas a fin de regular su vida, que están obligados naturalmente a respetar, puesto que, sin ese respeto, el uso de la palabra pierde todo su significado. Deciden también crear unos signos -la moneda- gracias a los cuales los intercambios de bienes se ven facilitados. Desde ahora, ya no se contentan, sobre todo respecto a la ocupación del territorio, con los pocos acres necesarios para la supervivencia de una familia. La sociedad humana se hace más compleja y aparecen en ella riesgos cada vez más numerosos de conflicto. 3. Una doctrina de la propiedad y de la libertad. Contrariamente a Hobbes, Locke estima que el estado de naturaleza es un estado pacífico, o al menos relativamente pacífico. La naturaleza no es para él ni feroz, como para Hobbes, ni perfecta, como para Rousseau. El estado de naturaleza es un estado de hecho, una situación perfectible. Contrariamente a Hobbes también, Locke estima que la propiedad privada existe en el estado de naturaleza, que es anterior a la sociedad civil. Esta teoría de la propiedad ocupa en Locke un destacado lugar: atestigua los orígenes burgueses de su pensamiento y contribuye a aclarar su éxito. La propiedad privada no sólo beneficia al propietario privadamente, sino a todos los hombres. Según Locke, es el hombre "industrioso y razonable" -y no la naturaleza- quien está en el origen de casi todo lo que tiene valor. Por consiguiente, la propiedad es natural y bienhechora, no solo para el propietario, sino para el conjunto de la humanidad: "El que se apropia de una tierra mediante su trabajo no disminuye sino que aumenta los recursos comunes del género humano". La propiedad confiere la felicidad y la mayor felicidad coincide con el mayor poder: "La mayor felicidad no consiste en gozar de los mayores placeres, sino en poseer las cosas que producen los mayores placeres". De esta forma queda definido un "hedonismo capitalista". Un individuo tiene derecho la propiedad privada de tanta tierra cuanta pueda labrar, sembrar y cultivar para aprovechar sus productos. La propiedad privada es un derecho natural tan primitivo como el derecho a la vida, a la libertad, a la salud y a la integridad. Para garantizar la propiedad, los hombres salen del estado de naturaleza y constituyen una sociedad civil "cuyo fin principal es la conservación de la propiedad". "El gobierno -escribe también Locke- no tiene más fin que la conservación de la propiedad." "Para que se prohíba a todos los hombres invadir los derechos de otros y "para que sea observada la ley natural" que aspira a la paz y a la defensa de todo el género humano. La ejecución de esta ley, en el estado de naturaleza, se ha dejado en manos de todos los hombres [y] todo el mundo tiene derecho a castigar a los transgresores en grado suficiente para prevenir su violación" Hay que observar que aquí Locke emplea más o menos indiferentemente -según parece- las expresiones "sociedad civil" y "gobierno". Para Locke la función del gobierno consiste menos en gobernar que en administrar y legislar. Poder político es: "el derecho a dictar leyes, incluida la pena de muerte y, en consecuencia, todas las inferiores, para la regulación y salvaguarda de la propiedad, y a emplear la fuerza de la comunidad en la ejecución de todas las leyes y en la defensa del Estado contra agresiones del exterior, y todo ello únicamente en pro del bien público." (II Tratado, 1, 3) Se trata de tener el poder de ejecutar la ley para que la ley sea eficaz. Hay que proteger al inocente y reprimir a los delincuentes. La constitución de un gobierno político, civil no quita a los hombres los derechos de que disfrutaban, salvo el de hacerse justicia a sí mismos. Leyes, jueces y una policía: esto es lo que hace falta a los hombres en el estado de naturaleza y lo que les proporciona el gobierno civil. Por consiguiente, el poder político es una especie de depósito confiado por propietarios a propietarios. La libertad del hombre en el estado civil consiste en: "no estar sometido a más poder legislativo que el establecido de común acuerdo, ni al dominio de otra voluntad ni a la limitación de más ley que la que este poder legislativo establezca de acuerdo con la confianza depositada en él" (II, 4, 22). Los gobernantes son administradores al servicio de la comunidad; su misión consiste en asegurar el bienestar y la prosperidad. Locke justifica sin embargo, la esclavitud, cuando alguien que puede ser reo de muerte, en vez de ejecutado es utilizado en su servicio por el ofendido, sin que por ello cometa éste delito alguno; pues, en todo caso, siempre queda al esclavo obtener la muerte al resistirse a la voluntad de su amo si considera que las penalidades de su esclavitud superan el valor de la vida. 4. La sociedad civil, el pacto constitutivo. Dice Locke que Dios "impuso al hombre obligaciones, necesidades y conveniencias lo bastante fuertes para inclinarle a vivir en sociedad y le dotó de entendimiento y lenguaje para gozar de ésta y perpetuarla." (II Tratado, 7, 77). La primera sociedad fue entre hombre y mujer que implica derechos recíprocos encaminados a la procreación y una comunidad de intereses; la siguió la de padres e hijos y, con el tiempo, la de amos y sirvientes. Los conflictos más notorios y perjudiciales tienen como origen los atentados contra el derecho que tiene cada uno a disponer de su vida, de apropiarse de los bienes libres y de exigir el respeto de los compromisos contraídos. Sin duda, aquél cuyos derechos han sido lesionados puede castigar legítimamente al culpable, obligándole a reparar el daño. Pero, además de que este procedimiento corre el riesgo de engendrar una secuencia indefinida de violencias, es, empíricamente inaplicable; como apunta Locke, los ladrones y delincuentes son, en general, más robustos y astutos que el común de los propietarios. Conviene, pues, que aquellos que quieren la plena realización de los principios del derecho natural, es decir, el libre desarrollo de cada uno, formen sociedad y establezcan una instancia cuyo fin sea organizar la sociedad según reglas comunes, y utilizar los medios convenientes para hacerlas aplicar. Los propietarios -no siendo la propiedad de las tierras, herramientas o capital, a ojos de Locke, más que una extensión natural de la libre disposición que el hombre tiene de su cuerpo y de su actividad, es decir, de su trabajo- se reúne y se entienden para definir el poder público encargado de realizar el derecho natural. Ese poder es soberano, en tanto que los que lo han instituido, y mientras obre según sus fines, están obligados a obedecerlo y prestarle apoyo. Sus tareas son de tres clases: como legislador, fija las reglas de ejercicio de la soberanía -las leyes orgánicas del Estado o su constitución- y define las leyes que rigen el derecho público y privado, con la perspectiva de aplicar los derechos de naturaleza a las particularidades empíricas de la sociedad, juzga y sanciona las faltas contra la ley, esforzándose por hacer reinar el orden y la justicia derivadas de los propios derechos de naturaleza, requiriendo la fuerza pública para que las sanciones sean efectivas y los daños reparados; como gobernante toma las decisiones sobre la guerra y la paz, y la administración, que exigen la salvaguardia de la colectividad, la seguridad de los ciudadanos y la protección de sus libres actividades. Todos los hombres son libres, iguales e independientes por naturaleza, y nadie puede ser privado de esa condición ni sometido a un poder político sin su consentimiento. Pero cuando un número de personas se avienen a formar una comunidad o gobierno, pasan a constituir un cuerpo político en el que es la mayoría quien tiene derecho a actuar y decidir. "Lo que origina y constituye de hecho una sociedad política no es sino el consentimiento de un número de hombres libres capaces de formar una mayoría [...]. Esto y sólo esto es lo que da o podría dar origen a cualquier gobierno legítimo". El pacto de institución del poder público, del Estado, es bien diferente del que establecía Hobbes. Hobbes lo concibe como un despojamiento completo que obliga a los sujetos y no implica ninguna obligación por parte del Estado. Locke se distingue en esto, porque, según él, la sociedad como tal -en el estado de naturaleza- posee la capacidad de organizarse armoniosamente, sin necesidad de recurrir al orden político. Lo que obliga a instaurarlo es la impotencia a la que se ve reducida tal sociedad cuando su orden natural es amenazado por enemigos interiores y exteriores. Los derechos naturales se ven privados de su fuerza: es indispensable constituir un poder que los enuncie y formalice -que les dé fuerza de ley- y que imponga su efectividad mediante la coerción. 5. El poder y poderes en el Estado según Locke. El principio del Estado es, pues, necesario con su aparato legislativo, judicial, policial y militar, pero es una fórmula vacía. Los ciudadanos propietarios deciden sobre la naturaleza del cuerpo legislativo y del gobierno, así como aquellos de entre ellos a quienes otorgan su confianza para desempeñar tales tareas. Por lo tanto, el régimen depende de ellos, durante tanto tiempo como el que sea capaz de servir al bien público. El poder supremo es entonces el legislativo. Lo esencial es el hacer leyes; y las leyes no pueden ocasionar perjuicio a los propietarios. "El poder de la sociedad o el poder legislativo no podrá nunca extenderse más allá de lo necesario para el bien común". El poder legislativo es el más importante, pues tiene que hacer leyes a las que todos estarán sometidos. Es el poder supremo del Estado, algo sagrado e inalterable. Deberá legislar igual para todos. Por otra parte, para la aplicación de la justicia harán falta, además de leyes fijas e iguales, jueces reconocidos y autorizados que den a la interpretación de la ley la imparcialidad que no tendrían los apasionados por las disputas de intereses. El poder legislativo tendrá pues: Por origen: la necesidad de conservar la libertad y la propiedad de los miembros de la comunidad. Como dignidad: el poder supremo del Estado. Como exigencias: Legislar igual para todos, sin exención de miembro alguno de la comunidad. Buscar el bien común en el respeto al derecho de todos a la vida y a la propiedad. Este poder lo ostenta el Parlamento que controla igualmente al poder judicial. La prerrogativa del ejecutivo está limitada de la forma más precisa. Es un "poder confiado al príncipe para que provea al bien público en los casos que dependen de circunstancias imprevistas e indeterminadas y que no se pueden, por este hecho, reglar, en forma segura, por leyes fijas e inmutables."El poder ejecutivo y el poder legislativo no deben estar reunidos en las mismas manos, pero el poder legislativo es superior al ejecutivo. Es "el alma que da vida, forma y unidad al Estado." Pero el poder del legislativo no es indefinido; se encuentra limitado por los derechos naturales. Así, todo poder, para ser político, debe ser, ante todo, justo. Para Locke, como para Kant, el problema del poder se reduce a un problema moral. 6. Las garantías políticas de la sagrada propiedad. Además "el poder político no puede tomar a nadie parte de su propiedad sin su consentimiento [pues] la salvaguarda de la propiedad es el fin de un gobierno y la razón por la cual los hombres entran en sociedad." Tiene que haber impuestos para costear los gastos estatales: "Es cierto que los gobiernos no pueden mantenerse sin grandes gastos y es bueno que quien se beneficia de la protección del Estado pague la parte que le corresponda para ayudar a mantenerlo." Por último, el poder legislativo no puede transferir la facultad de promulgar leyes pues el pueblo le ha otorgado al legislativo el poder de hacer leyes. Las leyes exigen una ejecución y una observancia perpetua. Es necesario que haya otro poder que de ello se ocupe. Es el poder ejecutivo y Locke lo distingue de un tercero que se llama federativo, encargado de representar a la comunidad frente a las demás y ante los individuos ajenos a ella, y que es el competente para decidir las alianzas, la guerra y la paz, y las transacciones internacionales. Estos poderes son distintos, porque el uno comprende la ejecución de las leyes internas y el otro se ocupa de la seguridad y de los intereses públicos en el exterior; pero casi siempre van unidos y difícilmente se podrán separar; en consecuencia, si recayeran en personas que pudieran actuar por separado, llevarían más pronto o más tarde al desorden y la ruina. Naturalmente, todos los poderes dependen de la voluntad de los ciudadanos, lo mismo que el legislativo, pues dependen de éste; y sólo aquella voluntad los justifica. Y el poder ejecutivo debe dar cuenta de sus decisiones al legislativo: "Mientras el gobierno subsiste, el poder supremo es el legislativo, porque quien puede imponer leyes a otro ha de ser, por fuerza, superior." El poder ejecutivo y el federativo le corresponden al monarca, pero están subordinados al legislativo. Es así incluso donde el poder legislativo no es permanente y sí lo es la persona que encabeza el ejecutivo, puesto que si ésta viola la ley ya no tiene ningún derecho a ser obedecida. Esa persona es solamente el símbolo, la imagen o representante del Estado, que actúa por voluntad de la sociedad, tal como declaran las leyes y no tiene, pues, otra voluntad ni otro poder que los de la ley. La monarquía constitucional ha quedado definida; lo contrario no es sino tiranía y usurpación de poder. Si los legisladores son elegidos para un determinado período de tiempo, según Locke estima conveniente, el poder de elección ha de ser siempre ejercido por el pueblo, sea en épocas determinadas o cuando fuera convocado. La potestad de convocar corresponde al ejecutivo, que lo hace a intervalos prefijados en la constitución. 6. La rebelión como resistencia a la agresión del poder. ¿Y si el Estado faltase a su misión y contraviniese los derechos naturales? Si las normas son violadas por la fuerza, el que así procede se pone en estado de guerra con el pueblo, y éste tendrá derecho a destituirle. "En todos los estados y condiciones, el auténtico remedio contra la fuerza ejercida sin autorización es la fuerza misma." Si bien la fuerza sólo puede oponerse a la fuerza cuando ésta es injusta e ilegal: "Todo el que hace uso de la fuerza sin tener derecho a ello [...] se pone en estado de guerra con aquellos contra los cuales lo ha hecho. Una vez en este estado, todos los vínculos anteriores desaparecen y pierde vigencia cualquier derecho que no sea el de autodefensa y el de ofrecer resistencia al agresor." Si el poder perjudica a los derechos naturales, especialmente a la libertad y a la propiedad, Locke reconoce a los gobernados el derecho a sublevarse. Entonces, los ciudadanos tendrían el deber de desencadenar la "insurrección sagrada" y dotarse de unos gobernantes decididos a hacer del Estado un poder al servicio de las libertades inherentes a cada individuo. No es tanto rebelión como resistencia a la rebelión de los gobernantes frente a la ley y a la naturaleza misma de la sociedad civil; y siempre que la sublevación sea para defender o restaurar el orden establecido. El empleo por parte de Locke del derecho de resistencia no tiende a realizar las aspiraciones populares, sino a defender o a restaurar el orden establecido. La teoría de Locke es de inspiración conservadora; el reconocimiento del derecho de resistencia es un medio para hacer reflexionar al príncipe y para hacerle respetar la legalidad. Permite alejar el peligro de una revuelta popular, pero no constituye en absoluto una invitación a la sublevación. En definitiva, el derecho de resistencia es para Locke un llamamiento a la prudencia y al compromiso. Y ¿quién habrá de juzgar si el monarca o el poder legislativo actúan contrariamente a su cometido? Mi respuesta es, dice Locke, que el juez será el pueblo. LA FILOSOFIA DE LA ILUSTRACION Esquema 1.1 Características generales de la Ilustración 1.2 Historia y progreso en el pensamiento ilustrado 1.3 La idea de contrato en la constitución del Estado moderno A) Nociones preliminares B) Noción de contrato C) Algunas teorías contractualistas del S.XVII c.1 T.Hobbes c.2 J. Locke D) El contrato en el S.XVIII d.1 Montesquieu d.2 J.J. Rousseau d.3 El Estado de Derecho 1.4 E.Kant 1.4.1 Introducción A) Influencias ejercidas sobe el pensamiento kantiano B) Tarea de Kant: crítica de la razón 1.4.2 Los juicios sintéticos a priori A) Planteamiento del problema del conocimiento en Kant B) Análisis de los juicios C) La estética trascendental D) La analítica trascendental E) Distinción entre fenómeno y noúmeno 1.4.3 Los límites del conocimiento A) Tesis kantiana en torno a los límites del conocimiento B) Los límites del conocimiento en la dialéctica trascendental b.1 Crítica a la psicología racional b.2 Crítica a la cosmología racional b.3 Crítica a la teología racional C) El uso regulativo de las ideas 1.4.4 El formalismo moral A) La buena voluntad y el rechazo a las éticas materiales B) Obrar por deber C) Clases de imperativos. El imperativo ético D) Los postulados de la razón práctica LA FILOSOFIA DE LA ILUSTRACION 1.1 CARACTERISTICAS GENERALES DE LA ILUSTRACION A) La Ilustración, en palabras de Kant, significa haber alcanzado la mayoría de edad de los hombres. A ellos se dirige en el opúsculo ¿Qué es la Ilustración?, animándolos a saber por sí mismos olvidándose de las tradiciones y autoridades extrañas a la razón. B) La Ilustración pretende ser un movimiento de clarificación racional para los hombres que podrán así satisfacer sus aspiraciones impedidas por la intolerancia, la superstición e ignorancia en que se ha vivido. A este optimismo contribuyen los logros científicos, industriales y comerciales, como aplicación de las conquistas de la razón sobre la naturaleza. Este espíritu de racionalidad y libertad había sido alumbrado en Inglaterra con el Bill of rights, (1688) que reconocía los derechos de los ciudadanos y establecía la monarquía parlamentaria. También eran los modelos filosófico-científicos ingleses sobre las leyes de la naturaleza (Newton), sobre el liberalismo en sociedad (Locke) y los naturalismos religiosos-morales (deismo, sentimiento moral), los propios de la mentalidad del momento. C) Si la Ilustración tiene su origen en Inglaterra, es en Francia donde rápidamente se acoge este espíritu liberal y tolerante y donde más rápidamente se contrastan los avances de la mentalidad ilustrada sirviendo a la clase media burguesa para derrocar al Antiguo Régimen. Son pues, las cuestiones de orden jurídico, político y moral las que primarán para los ilustrados franceses. D) Con clara influencia francesa y tardíamente, al igual que en España, llega la Ilustración a Alemania. Se va a caracterizar no por nuevos datos, sino por el análisis de la razón para encontrar en ella una serie de principios que rijan el saber de la naturaleza y la acción moral y política de la vida humana. Kant será la expresión más depurada de esta exigencia de la Ilustración. E) El hombre del siglo XVIII piensa que puede conseguir la felicidad si se ilustra. También piensa que puede alcanzar la libertad, siempre ajustándose a los dictámenes de la razón y disipando los vicios sociales. Cree ciegamente en el progreso social para el que se necesitan hombres cultos, motivo por el que la preocupación por la enseñanza empieza a traspasar barreras familiares y son los mismos monarcas del "despotismo ilustrado" los que intentan hacer reformas pedagógicas en sus respectivos Estados. F) En el plano político Inglaterra se sitúa a la cabeza de las naciones europeas. Es la que tiene un gobierno ideal según los grandes estadistas del momento. Los grandes teóricos de la época, Voltaire, Rousseau, Montesquieu..., vuelven sus ojos a ella. El rey solo conserva la prerrogativa regia de la que hace poco uso. En realidad las pautas de gobierno las establece el Parlamento en un sistema en el que se alternan los partidos y los aristócratas llegan al poder a través de elecciones. G) Para el poder eclesiástico el siglo XVIII fue una época de crisis. La Ilustración no admitía una religión concreta; se defiende la tolerancia religiosa y se predican las virtudes de la religión natural y del deismo. Se acepta el rendir culto a Dios pero sin distinción de sectas o planteamientos teológicos. Estas ideas se propagan ante todo por los países protestantes. Como consecuencia se impone la moral natural. Se cree al hombre bueno por naturaleza y corrompido por la sociedad. Por ello, si prescinde de ella, y atiende a los dictados que aquella formule podría el hombre verse realizado como ser moral. En la práctica esta moral fue un fracaso porque en Francia muchos de sus defensores se entregaron a los excesos y a la corrupción moral que se iba apoderando de los salones y la vida cortesana. H) En el plano de las ideas, el siglo XVIII es, como hemos dicho, el siglo de la diosa razón. La Razón es el tribunal ante el que todas las ideas y leyes han de someterse. Se fomenta el espíritu crítico: todo ha de someterse a examen minucioso ya que los prejuicios, las tinieblas, la superstición o la tiranía son los impedimentos que impiden el progreso. En el ámbito científico, se divulgan los conocimientos adquiridos y se consolida el cientifismo iniciado en los siglos anteriores. Es manifestación clara del auge de la ciencia experimental el que en este periodo asistamos a un enorme aumento en la cantidad de laboratorios. Ahora bien, la razón ilustrada no es la cartesiana ya que aquella no puede extender sus límites más allá de la experiencia. Dentro de estos límites puede abordar cualquier aspecto en tanto que es la entidad rectora y organizadora de la misma experiencia. I) Esta visión científica y naturalista irá dando paso al materialismo. La Mettrie y Holbach son sus máximos representantes. La Mettrie extiende el mecanicismo de Descartes a todo el compuesto humano. El hombre es idéntico a los animales de los cuales solo se diferencia por un grado más elevado de complejidad y desarrollo y estar dotado de palabra. "Todo cuanto no se agota en el seno de la naturaleza; todo cuanto no sean fenómenos causas efectos y, en una palabra ciencia de las cosas, no tiene nada que ver con la filosofía, procede de una causa ajena a ella". En la misma línea, Holbach sostiene que el hombre es obra de la naturaleza eterna; existe en la naturaleza y está sometido necesariamente a sus leyes. J) Quizá el fenómeno cultural más importante de la Ilustración sea la aparición de la Enciclopedia. El título ya revela algunos de sus propósitos: Enciclopedia o Diccionario razonado de las Ciencias, de las Artes y de los Oficios, por una sociedad de hombres de letras. Son muchos los colaboradores de la Enciclopedia algunos desconocidos. Intervinieron entre otros Votaire, Holbach, Rousseau y Condorcet. Pero los directores y promotores principales fueron Diderot y D'Alembert. La obra como el título indica pone a disposición de los lectores el conocimiento razonado de la época. Tenía como objetivo que el máximo de conocimiento llegara a la mayor cantidad de gente posible mediante una exposición sencilla clara y razonada. La Ilustración encontrará en esta obra la realización práctica de sus aspiraciones. Pensemos que la Enciclopedia agrupó a los filósofos franceses y les dio la cohesión necesaria para atacar a fondo las antiguas instituciones y propagar abiertamente sus propósitos renovadores de la ciencia, del hombre y de la sociedad. La manifestación, en el plano sociopolítico, de estos ideales se encuentra en la Revolución Francesa. 1.2 HISTORIA Y ILUSTRADO PROGRESO EN EL PENSAMIENTO Es una idea reiterada y que llegaría a ser un dogma de los ilustrados el pensar que la historia no es una crónica de hechos, batallas o sucesión de imperios sino que está dotada de sentido. El conocimiento del sentido histórico nos permite constatar que el orden de la historia es progresivo y tal progreso consiste en el predominio cada vez mayor de la raz4n como guía de las actividades humanas. Ello no significa, y así lo entienden los pensadores ilustrados, que el acontecer histórico sea un orden necesario de hechos sino todo lo contrario: la historia podía haber seguido caminos distintos si las pasiones prejuicios o errores no se hubiesen superpuesto a la razón en el pasado. Lo que importa es hacer resaltar el renacimiento y progreso del espíritu humano, esto es, los intentos de la razón para librarse de los prejuicios y erigirse en guía de la vida social del hombre. Ligado a este intento de clarificaciçon racional muchos pensadores ilustrados, Bayle y Voltaire entre otros, toman posición contra el valor de la tradición como criterio o garantía de verdad; otros, como Jovellanos, querrán aunar los valores de la tradición con los nuevos del progreso; pero en todos el progreso moral, material, político, social y cultural irá ligado a la idea de conceder solo a la razón el poder para orientar las metas prácticas del hombre con la intención de mejorar su condición por medio de unos principios racionales extraídos del análisis crítico de los hechos. Por lo expuesto, puede decirse que el iluminismo es ahistórico por no tomar en consideración que el hombre y la sociedad son fundamentalmente históricos y por conceder a la razón la posesión absoluta del criterio interpretador del hombre y su historia. Se prescinde del análisis detallado de las diferentes formaciones sociales y solo se tienen en cuenta en tanto que preparan la época ilustrada que una vez alcanzada permitirá el progreso permanente y continuo del género humano. Bayle, Lessing, Kant o Jovellanos entre otros participan de este optimismo racionalista en la interpretación de la historia y el progreso. Lo vamos a ejemplificar con algunas de las ideas de tres figuras relevantes de la Ilustraci4n Francesa: Voltaire, Turgot y Condorcet. Voltaire (1694-1778) La historia según Voltaire tiende al progreso y concibe el pasado como un tiempo peor. En sus escritos sobre historia aconseja desconfiar de los historiadores antiguos propicios a la fábula y a la superstición. Por ello estima que, si no nos mueve la curiosidad, el estudio de la historia antigua y medieval es inútil como ejemplo y guía para los comportamientos del hombre moderno, en cambio el estudio de lo moderno es una necesidad. Voltaire defendía desterrar una concepción de la historia basada en el suceso, batallas o guerras y ocuparse más de los avances de la ciencia, las artes, las costumbres o la cultura de cada época ya que a fin de cuentas el resultado de una batalla nada nos dice del modo de ser y actuar de un pueblo. El progreso en Voltaire no es más que la superación que el hombre hace de sí mismo cuando la razón domina a las pasiones porque en ellas radican los prejuicios y errores. Como la razón se revela en su época es por lo que nos incita a mirar más al futuro que al bochornoso pasado. Es ahora cuando podemos entender la acusación de ahistoricidad que se le ha lanzado contra la Ilustración al descontextualizar y a veces olvidar los fenómenos históricos o interpretarlos a la luz de los intereses del hombre del siglo XVIII. R. Turgot (1727-1781) En el Plan de los dos discursos sobre la historia universal Turgot define la historia universal como "la consideración de los progresos sucesivos del género humano y el examen particular de la causas que a ello han contribuido". Estas causas son de dos tipos: las que permiten al hombre controlar la naturaleza y las que han contribuido a liberarle del despotismo. A las primeras se llegan mediante los avances técnicos que contribuyen a liberar al hombre de la naturaleza; mediante las segundas nos liberamos de los demás hombres. Condorcet (1743-1794) Es la figura política más radical de la Ilustración francesa. Defendía la Revolución e incluso fue elegido diputado de la Convención. Fue perseguido por la propia República que defendía por su oposición a la pena de muerte y al encarcelamiento de los girondinos. Escondido escribió su Esbozo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano, obra optimista y llena de confianza en el futuro. En esta obra mantiene que la perfectibilidad del hombre es infinita y que el progreso no puede ser detenido salvo que medie una catástrofe o conmoción radical. La marcha del espíritu humano conducirá al hombre a la máxima felicidad posible. Describe el desarrollo de la humanidad en nueve etapas, desde la barbarie primitiva hasta la Ilustración, en las que el progreso hacia fórmulas más racionales y justas nunca ha cesado. Previó una décima etapa en la que se alcanzaría la igualdad de derechos entre todos los ciudadanos de todas las naciones y se lograría la paz y un mayor perfeccionamiento material, político y moral en la humanidad. Esta fe ciega en el progreso humano tiene su fundamento, al igual que en Turgot, en la creencia en unas leyes que gobiernan la historia y que la encamina hacia un avance mejor. Tras escribir su obra, se entregó y murió en la cárcel. A pesar de este optimismo en los autores ilustrados no faltaron en la época pensadores que se opusieron a esta concepción de la historia como indisolublemente unida a un progreso en la condici4n humana: es el caso de Vico, Rousseau o Herder. Este último autor, que fue alumno de Kant, estima que los prejuicios ilustrados ejercen un enorme calado en su concepción de la historia: es excesivamente autocomplaciente, opina Herder, la visión que los autores ilustrados tienen de las etapas anteriores como zonas oscuras que preparan el advenimiento de la luz identificada con la Ilustraci4n. Cada cultura debe ser estudiada en sí misma, dentro de su época, y no como parte de un progreso universal. Además Herder no está de acuerdo con la idea de que todo lo antiguo haya que despreciarlo pues hay instituciones y formas de convivencia primitivas más perfectas que las del Estado moderno donde "centenares de hombres tienen que morir de hambre para que uno pueda complacerse y nadar en el lujo". 1.3 LA IDEA DE CONTRATO EN LA CONSTITUCION DEL ESTADO MODERNO A) Nociones preliminares Con algunas excepciones, hasta la Edad Moderna se sostuvo el carácter natural de la sociabilidad humana. Con la modernidad se van a producir una serie de fenómenos que harán que la teoría política en los siglos XVII y XVIII pase a primer plano. Entre esos fenómenos están el desencanto medieval de crear una Europa pacífica sobre la base de una misma religión y también las nuevas situaciones sociales y políticas entre las que cabe destacar el surgimiento de nuevos estados, los enfrentamientos entre ellos, las guerras de religiones, las nuevas conquistas o la revolución inglesa. Ello conduce a tratar de configurar un modelo de Estado y una concepción del derecho no confesional. La primera propuesta proviene, en la primera mitad del siglo XVII, de Hugo Grocio. Es el primero en utilizar la noción que será la base de la teoría política de los siglos XVII y XVIII: el contrato. B) Noción de contrato Las teorías contractualistas pretenden ofrecer una explicación teórica del origen de la sociedad a partir de un hipotético estado de naturaleza. El paso de uno a otra tiene lugar mediante un pacto o contrato entre los hombres. Este contrato instituye la sociedad civil y política. El contrato no solo explica el origen de la sociedad, sino que también ofrece una legitimación a la sociedad política instituida a través de ese contrato. Junto al origen de la sociedad y su legitimación el contractualismo, en tercer lugar, pretende explicar racionalmente ambos fenómenos a partir de unos determinados derechos que el hombre posee de acuerdo con su naturaleza y con independencia de su vinculación sociopolítica. Salvo en el caso de Hobbes, el contrato social debe de servir para respetar, garantizar y hacer efectivos esos derechos naturales que anteceden a la sociedad civil y política. C) Algunas teorías contractualistas del siglo XVII Aunque son múltiples los autores que en este siglo sostienen un planteamiento contractualista, baste citar a Grocio, Pufendorf o Espinosa, nosotros nos vamos a detener en dos que consideramos de especial relevancia: T.Hobbes y J.Locke. C.1. T.Hobbes (1588-1679) En su obra más importante, El Levitán, Hobbes parte de la negación de la sociabilidad natural humana. El hombre no es sociable por naturaleza sino por necesidad. En el estado de naturaleza, donde no rige norma alguna, todos tienen derecho a todo predominando el egoísmo y el deseo de autosatisfacción personal. En tal situación se produce una guerra de todos contra todos reinando la más absoluta inseguridad siendo la vida breve, fría, desnuda. Ante esta situación la razón natural aconseja salir de ella para poner coto a tal desorden mediante un pacto social que, mediante la cesión de las libertades humanas, haga surgir una autoridad con poder bastante sobre los hombres para poder garantizar su seguridad y autoconservación. Surge así el Estado como producto del pacto social, sin ser él, parte de este pacto, pues éste se ha realizado entre los individuos. El Estado, así concebido, es el detentador de todo poder, dictador de las leyes y garante de las mismas con vistas a mantener la seguridad y el orden social. La única limitación a tan absoluto poder es el incumplimiento de los fines para los que surgió: el no poder garantizar la paz y la seguridad en la sociedad. En este caso, cabe la rebelión contra el Estado y generar un nuevo pacto social que dé lugar a otro Estado más capaz y más fuerte. De lo expuesto podríamos destacar dos ideas: a) En Hobbes el contrato social sirve para legitimar el absolutismo político. b) Del planteamiento hobbesiano se desprende que no hay más derecho que el positivo, es decir, que el establecido por el Estado. No hay derechos naturales previos que el Estado deba respetar, pues el Estado, como hemos dicho, no forma parte del pacto, con lo que Hobbes se convierte en un claro precursor del positivismo jurídico. C.2 J. Locke (1632-1704) Su teoría política la expone Locke en los Dos tratados sobre el gobierno civil. En el segundo de ellos nos expone su noción de contrato. La descripción que nos hace del estado de naturaleza es diferente a la de Hobbes. Es un estado de absoluta libertad, pero no reina en él la fuerza sino que está regido por la ley natural. Esta ley, que coincide con los dictados racionales, "enseña a cuantos seres quieran consultarla que, siendo iguales e independientes, nadie debe dañar a otro en su vida, salud, libertad o posesiones". Por consiguiente, el hombre en el estado de naturaleza es titular de unos derechos naturales cuya defensa le es encomendada a él mismo ya que no existe una autoridad superior, es decir, cada individuo es juez y ejecutor de esa ley. El impulso que mueve a los hombres a abandonar el estado de naturaleza es la falta de garantía en el goce de esos derechos naturales. Su disfrute se encuentra expuesto a ser atropellado por otros hombres. La finalidad del contrato es la aparición del Estado que tiene como misión garantizar a todos los individuos el pacífico goce de sus derechos y, especialmente, proteger sus propiedades. El instrumento para pasar del estado de naturaleza a la sociedad civil es el pacto; a través de él, a diferencia de Hobbes, el hombre no renuncia a sus derechos; por el contrario estos se ven reforzados y tutelados de manera eficaz por el Estado. Por lo que se refiere a la organización del Estado, Locke distingue poderes diferentes que han de estar separados. El más importante es el legislativo. Mediante él se procura la protección de los derechos naturales de los individuos. Las normas positivas son justas en tanto que están fundadas en la ley natural, por la que han de regularse y ser interpretadas. El poder legislativo no es absoluto pues los derechos naturales, fundamentalmente el de propiedad, no pueden ser conculcados. EL legislativo incluye, para Locke, el poder judicial. El otro poder subordinado a él es el ejecutivo que incluye el federativo, encomendándole, además de la acción de gobierno y dirigir la administración, la representación del Estado y las relaciones internacionales. Locke propone la separación Monarca-Parlamento. Con ello pretende limitar el poder del monarca y proteger los derechos y libertades de los individuos. Concluyendo, la teoría política de Locke conduce al liberalismo y en ella aparece esbozada la división de poderes que elaborará con más precisión Montesquieu. D) EL contrato en el siglo XVIII La noción de contrato y la existencia de derechos naturales sigue siendo clave en la Ilustración. En este periodo la teoría política pasa a un primer plano y son multitud los autores que se preocupan por la fundamentación del Estado. Vamos a exponer en este punto las ideas de dos de sus máximos representantes: Montesquieu y Rousseau. d.1 Montesquieu (1689-1775) El espíritu de las leyes es la obra más importante de Montesquieu y quizá una de la que más influencia ha ejercido en la configuración del Estado tal y como no ha llegado a nuestros días. Dentro de esta vasta obra merece especial mención, por la influencia ejercida, la doctrina de la división de poderes. El Estado ha de estar constituido por poderes diversos e independientes de tal modo que actúen como contrapeso los unos de los otros para evitar la expansión y el abuso de poder, ello permite fortalecer las libertades y garantías de los ciudadanos. Tales poderes son el legislativo, el ejecutivo y el judicial. El legislativo dicta las leyes; el ejecutivo lleva a cabo la labor de gobierno y dirige la administración del Estado sometiendo su actuación a lo establecido en las leyes; el judicial dirime las controversias mediante la aplicación de la ley. Los jueces y Tribunales deben ajustar sus resoluciones a lo establecido en las normas que emanan del Parlamento. d.2 J.J. Russeau (1712-1778) Aunque inserto en el ambiente de la Ilustración, no se puede decir que Rousseau sea un ilustrado al uso: la valoración del sentimiento y la crítica al progreso hace que se separe de ella en algunas cuestiones. Rousseau concibe al hombre como bueno por naturaleza, espontáneamente inocente y libre, sin ánimo de perjudicar a los demás, ni siquiera de sobreponerse a ellos tergiversando su constitutiva igualdad. Ese estado de naturaleza en el que cada cual se basta a sí mismo, lo adivina Rousseau a través de la consideración de los hombres primitivos y también deshaciendo imaginativamente el camino andado por la sociedad civilizada. Con la propiedad privada desapareció la igualdad; surgió la necesidad de herramientas y de esclavizar a otros hombres. Los innumerables avances técnicos que todo esto supuso, nada valen, si se compara con los males morales que provocaron. Esta crítica al progreso provocó una airada reacción en los ilustrados de la época. Rousseau no intenta volver al estado de naturaleza. Es consciente de que es imposible y de que quizá nunca haya existido; pero sí pretende construir una sociedad en la que los hombres recobren su condición natural de igualdad, bondad, libertad, y felicidad. Es lo que cree conseguir con el Contrato social (título de la obra donde expone su teoría). Mediante este contrato cada hombre entrega libremente todos sus derechos, no a nadie en concreto, no a un jefe o monarca como establecía el contrato hobbesiano, sino a la comunidad en su conjunto de modo que: a) Todos están en la misma situación b) Haya una unión perfecta e igualdad entre ellos c) Se instituya un orden social y político justo d) Surgiendo, lo que denomina Rousseau, "la voluntad general", es decir, esa comunidad en la que cada miembro es parte indivisible del todo, siendo una comunidad que no solo es social y política, sino también moral, y en la que los hombres pasan a ser ciudadanos, miembros de una sociedad con los derechos y los deberes que comporta la organización política y estatal de un estado de derecho. Esta voluntad general no es una mera reunión de voluntades particulares a la búsqueda, cada una de ellas, de sus propios intereses egoístas. La voluntad general es soberana e infalible y muestra a cada individuo lo que tiene derecho a esperar de los demás y lo que los demás pueden esperar de él. Aunque el propio Rousseau al analizar la sociedad y el Estado, en abstracto, afirma que necesariamente no tiene por qué coincidir con la que sale de unas elecciones, el único modo de concretarla es a través de ellas. Por tanto, el contrato hobbesiano fundamentaba el poder absoluto; el de Locke, el liberalismo; el de Rousseau fundamenta y legitima el estado democrático. d.3 El Estado de derecho Las teorías políticas citadas trajeron de manos de la burguesía, la caída del Antiguo Régimen y la instauración del Estado de derecho. Éste reúne las siguientes características: a) Protección y garantía de los derechos fundamentales. Recordamos que hay una serie de derechos que están por encima del derecho positivo y que este no puede quebrantar. La Declaración de derechos del hombre y del ciudadano, redactada por la Asamblea constituyente en 1789 es una muestra clara del peso que las teorías del derecho natural ejercieron en los constituyentes franceses. b) Separación de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. c) Imperio de la ley: dictada por el poder legislativo, como expresión de la voluntad general. d) Los poderes públicos, y no solo los particulares, están sometidos a la ley, con lo que se elimina la arbitrariedad de los poderes públicos ganando en garantías y seguridad jurídicas los ciudadanos. e) Control judicial de las actuaciones de los particulares y de la administración mediante la aplicación de la ley dictada por el legislativo. 1.4 E. KANT (1724-1804) 1.4.1 INTRODUCCIÓN A) Influencias ejercidas sobre el pensamiento kantiano. Kant nace en Könisberg, y pertenece cronológica e intelectualmente a la Ilustración. Tenía ideas liberales y una fe inquebrantable en el progreso y en la ciencia de Newton. Al mismo tiempo se forma en la universidad de su ciudad donde se enseña filosofía racionalista. Sobre 1750 lee a Hume y su lectura ejerce un gran impacto en su pensamiento. La tarea de Kant será fundamentar la ciencia de Newton pasando por Leibniz y Hume. Kant estudió en el colegio Federico que es un colegio pietista. El pietismo es una rama del protestantismo que se extiende por Europa y que ejerce especial influencia en Alemania. No acepta ninguna iglesia oficial, ni ningún tipo de culto, ni ninguna moral heterónoma. Sostiene que al hombre sólo lo salva las buenas obras. Hay que alejarse de la forma externa siguiendo la buena conciencia porque en ella radica el sentido último del deber. El pietismo influye en la moral kantiana. Ilustración (sobretodo Rousseau), racionalismo, empirismo, Newton y, en el plano moral, el pietismo condicionan el pensamiento kantiano. B) Tarea de Kant: crítica de la razón. La filosofía de Kant pretende someter a crítica la razón, cuestionando las interpretaciones antagónicas de la misma: 1. Por un lado el dogmatismo racionalista que estima que la razón es autosuficiente y, al margen de la experiencia, se cree capaz de fundar un discurso sobre la totalidad de lo real. 2. De otro lado, el empirismo, cuya expresión última es el escepticismo de Hume, supone la caída de la razón reduciendo el conocimiento a asociación de ideas que tienen su origen en la experiencia. 3. Por último, el irracionalismo que supone una sobrevaloración de otras facultades humanas -fe, sentimiento etc.- negándosela a la razón. Dogmatismo racionalista, escepticismo e irracionalismo imponen la necesidad de llevar a cabo una crítica de la razón. Crítica de la razón significa, esencia de la raz4n en tanto establece desde si misma: a) Los principios que rigen el conocimiento de la naturaleza. b) Leyes que regulan el comportamiento o acción en tanto puede ser llamada moral o libre. c) Fines últimos de la razón, así como las condiciones en que estos pueden ser alcanzados. Los tres puntos anteriores responden a lo que Kant denomina "concepto mundano de filosofía" y se resumen en las tres cuestiones siguientes: ¿Qué puedo conocer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me cabe esperar? Estas tres preguntas no están inconexas sino que responden a una cuarta que las engloba: ¿qué es el hombre? Con esta tarea no queda agotado el proyecto kantiano sino que además la filosofía en su concepto académico debe ocuparse de la interrelación y unidad interna de esos conocimientos para establecer el sistema de todos ellos. Ha de tenerse en cuenta, además, que el ejercicio de la razón ha de insertarse en un marco sociopolítico, exigiéndose el uso público de la racionalidad. El ejercicio público de la razón debe ser protegido e impulsado por el poder público en vista a la promoción y servicio de los fines últimos de la razón, que no son otros que el fomento de una humanidad más libre. 1.4.2 LOS JUICIOS SINTETICOS A PRIORI A) Planteamiento del problema del conocimiento en Kant A la pregunta qué podemos conocer responde Kant en la Crítica de la Razón Pura. La posibilidad de la metafísica como ciencia es la temática central que se plantea en la obra. Las dudas iniciales de Kant provienen del hecho de que en metafísica se siguen debatiendo las mismas cuestiones discutidas por Platón o Aristóteles; además los científicos se ponen de acuerdo respecto a sus conclusiones, mientras en metafísica reina el más absoluto desacuerdo y falta de progreso. La ciencia es un hecho porque disponemos de ciencias rigurosas como son las matemáticas o la física de Newton. Habrá que ver cuáles son las condiciones de posibilidad de tales ciencias y si estas condiciones se dan en metafísica. Si la respuesta es positiva aceptaremos con los dogmáticos la posibilidad de obtener conocimientos de realidades que están más allá de la experiencia; en caso contrario tales pretendidos conocimientos serán una ilusión. El método a seguir es el trascendental. Este método no sirve para ampliar los contenidos de la razón sino para aclararla y salvaguardarla de errores. Trascendental es todo método que se ocupa, no de los objetos, sino de nuestro modo de conocerlos, de las condiciones de posibilidad de nuestro conocimiento. Para Kant: 1º Todo conocimiento comienza con la experiencia. El único contacto con la misma se da a través de la sensibilidad y se muestra como un mosaico de datos dispersos (concesión al empirismo). 2º Si la necesidad y universalidad no provienen de la experiencia, el problema habrá que plantearlo de otro modo: que sea la experiencia la que se adapte a las condiciones formales del sujeto. Ello conduce a un rechazo del realismo, abocándonos a un planteamiento idealista. Este idealismo será un idealismo trascendental ya que estos elementos formales o aprióricos que van a permitir configurar la experiencia, son la condición de toda experiencia posible. 3º El conocer consistirá en un proceso se síntesis de los datos de experiencia configurados por nuestros apriorismos. Hemos dicho que la crítica trata de verificar las condiciones de posibilidad que hacen posible la ciencia y ver si la metafísica se atiene a tales condiciones. Hay que fundamentar el conocimiento científico investigando los juicios que lo hacen posible. C) Análisis de los juicios La ciencia está compuesta por juicios. Los juicios se pueden clasificar de distintas maneras. Si el criterio adoptar es de si el predicado añade o no información al sujeto, todo juicio es analítico o sintético. Los juicios analíticos son aquellos en los que el predicado no añade nada al sujeto. Los llama también Kant, juicios explicativos, porque el predicado no añade información limitándose a explicar al sujeto. Estos juicios no aportan conocimiento real, no añaden nada que no esté contenido en el sujeto. Son siempre verdaderos, universales y necesarios y, dado que su contenido no depende de la experiencia, son a priori. Ejemplo de este tipo de juicios serían los siguientes: el todo el mayor que la parte o los cuerpos son extensos. Los juicios sintéticos también llamados ampliativos, son aquellos en los que el predicado afirma algo que no está contenido en el sujeto. Si la ciencia estuviese formada solo de juicios analíticos tendría validez universal, pero no añadirían información. Otro criterio para clasificar los juicios es atender al criterio de cómo es posible conocer su verdad: desde esta óptica un juicio puede ser a priori o a posteriori. Los juicios a priori son aquellos en que su verdad no depende de la experiencia. Todos los juicios analíticos son a priori. Los juicios a posteriori son aquellos en que su verdad depende de la experiencia. Los juicios sintéticos pueden ser a priori o a posteriori. Así que el calor dilata los cuerpos es un juicio sintético o ampliativo porque el predicado añade información al sujeto y al mismo tiempo es a posteriori porque su verdad depende de la experiencia. En cambio que tres al cuadrado es igual a nueve es sintético pero a priori porque su verdad no depende de la experiencia. Todos los juicios de las matemáticas son juicios sintéticos a priori y lo mismo ocurre como veremos con los juicios que fundamentan (solo los que la fundamentan, la mayoría de los juicios de las ciencias naturales son sintéticos a posteriori) las ciencias de la naturaleza. Por una parte deben de ser sintéticos y añadir información, de otro lado han de ser a priori, es decir, universales y necesarios. Los juicios que se atienen a esa doble característica son los juicios sintéticos a priori. Es evidente que este tipo de juicios se dan en matemáticas y en física pura (no en física empírica), no obstante, no es claro que se den en metafísica. En la estética trascendental y la lógica trascendental se ocupa Kant de este tipo de juicios. En la estética trascendental se ocupa de la sensibilidad y de la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en matemáticas. La lógica trascendental a su vez se divide en dos partes: la analítica trascendental y la dialéctica trascendental. En la analítica, se estudia el entendimiento y la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en física; en la dialéctica, se ocupa de la razón y se llegará a la conclusión de que no caben juicios sintéticos a priori en metafísica. D) La estética trascendental Alude a las condiciones de posibilidad que hacen posible el conocimiento sensible. Al conocimiento sensible llegamos a través de la intuición sensible. Mediante ella, el conocimiento se refiere a los objetos. La capacidad de recibir impresiones al estar afectados por los objetos es la sensibilidad. La intuición del objeto a través de la sensibilidad se llama empírica o sensible y el objeto (producto de la intuición) se llama fenómeno. El fenómeno (lo que se muestra como producto de la intuición sensible) es producto de una síntesis de una materia que impresiona los sentidos y la conformación que hace el sujeto mediante las formas a priori de la sensibilidad o intuiciones puras. Estas formas a priori son el espacio y el tiempo. Ambas se presentan como aspectos siempre presentes en toda percepción haciéndola posible, es decir, que no percibimos sino espacio-temporalmente. El espacio es la forma de los sentidos externos, condición de posibilidad para la intuición externa. El tiempo es la forma a priori tanto de la sensibilidad externa como la interna. El espacio y el tiempo 1º no son conceptos empíricos que por abstracción extraigamos de la experiencia, sino presupuestos para intuir cualquier cosa. 2º No son ideas innatas. Son representaciones a priori o intuiciones puras. Jamás se pueden dejar de representar aunque es posible pensar que no hay objetos en ellas. Son, por consiguiente, una condición de los fenómenos no una propiedad de los mismos. El fenómeno como resultado de la intuición sensible es una síntesis de impresiones configuradas espacio-temporalmente. Esta primera síntesis fundamenta la matemáticas como ciencia. La geometría exige la noción de espacio a la vez que tiene validez universal. El concepto de número y los axiomas de la aritmética conllevan de una manera necesaria la sucesión y esto seria imposible sin la aprioridad del tiempo. Dado que el tiempo es una forma a priori de la sensibilidad concluiremos que los juicios de la aritmética son universales y necesarios. Las matemáticas se componen de juicios sintéticos a priori, porque tales proposiciones se construyen racionalmente sobre las formas a priori de la sensibilidad espacio-tiempo. De este modo, prueba Kant la existencia de juicios sintéticos a priori en matemáticas y, con ello, el carácter científico de esta disciplina y su aplicabilidad al estudio de la naturaleza. E) La analítica trascendental Percibidos los fenómenos el entendimiento emite juicios sobre ellos. Sin la sensibilidad no habría fenómeno, sin el entendimiento ninguno sería conocido. En esta parte de la obra, Kant analiza el entendimiento a la vez que fundamenta la física como ciencia. En este nivel, la investigación trascendental consistirá en buscar los conceptos puros del entendimiento que son la condición de posibilidad para conocer los fenómenos. Conocer es emitir juicios sobre objetos. Se tratará de determinar todos los posibles tipos de juicios y extraer los conceptos a priori del entendimiento que los hacen posibles. A estos conceptos a priori o conceptos puros del entendimiento los denomina Kant categorías. CANTIDAD Tabla de juicios Universal Particular Singular Tabla de categorías Unidad Pluralidad Totalidad CUALIDAD Afirmativos Negativos Indefinidos Realidad Negación Limitación RELACION Categórico Hipotético Disyuntivo Sustancia-accidente Causalidad Acción recíproca MODALIDAD Problemático Asertórico Apodíctico Posibilidad-imposibilidad Existencia-inexistencia Necesidad-contingencia Hay que distinguir los conceptos puros de los conceptos empíricos. Estos últimos son extraídos de la experiencia, por tanto son a posteriori. Los primeros son a priori; no proceden de la experiencia pero la hacen posible en cuanto que son condiciones necesarias de nuestro conocimiento de los fenómenos. Los conceptos puros o categorías son vacíos, es decir, que al igual que el espacio y el tiempo habían de llenarse de impresiones, los conceptos puros han de llenarse con los datos procedentes del conocimiento sensible, por tanto, las categorías se aplican a fenómenos, no pueden aplicarse a realidades que están más allá de la experiencia. El proceso cognoscitivo, como vemos, exige sucesivas síntesis: 1ª Las impresiones conformadas por las formas a priori de la sensibilidad espacio-tiempo hará que percibamos fenómenos. 2ª Si a los fenómenos les aplicamos las categorías del entendimiento podremos conocerlos. El proceso cognoscitivo se unifica en el sujeto que conoce, lo que Kant denomina "yo pienso" o "apercepción pura" o "unidad sintética de la apercepción". El "yo pienso" es la condición trascendental que garantiza que el conocimiento se unifica el sujeto cognoscente. Kant en la analítica no se ocupa exclusivamente del entendimiento. También trata de aclarar la posibilidad de la física como ciencia y si cabe o no la posibilidad de juicios sintéticos a priori en física. La física pura, es decir, las leyes más generales de la física experimental son juicios sintéticos a priori que toman su carácter universal y necesario de las categorías en que se basan. En cambio, las leyes y teorías de la física experimental están constituidas por juicios sintéticos a posteriori, y por consiguiente, al igual que en Hume, en este ámbito nos moveríamos en proposiciones que no son necesarias, sino meramente probables. Las leyes fundamentales sobre la naturaleza, que constituyen la física pura, no son sino las reglas de uso de las categorías. De ellas las más importantes son las que corresponden a las categorías de relación: 1ª Principio de permanencia de la sustancia En todo cambio de los fenómenos permanece la sustancia. 2ª Principio de causalidad Todo fenómeno tiene una causa. 3º Principio de simultaneidad según la ley de acción recíproca. Todos los fenómenos en la medida en que podamos percibirlos como simultáneos en el espacio se hayan en completa acción recíproca. E) Distinción entre fenómeno y noúmeno (o cosa en sí) Al final de la analítica y de la estética se ocupa Kant de esta distinción. Como hemos visto el fenómeno es aquello que aparece a la intuición sensible. Los fenómenos son percibidos espacio-temporalmente en cambio las cosas en sí no están en el espacio-tiempo. De dichas entidades tales como son en sí mismas nada podemos decir ya que se nos muestran como fenómenos. La diferencia cosa en sí fenómeno puede quedar ilustrada como sigue: 1ª Los fenómenos son los objetos del conocimiento, en cambio, las cosas en sí no pueden ser conocidas ya que no están en el espacio-tiempo. 2ª La cosa en sí es la causa del aparecer del fenómeno. Puesto que existen objetos de experiencia (fenómenos), deben de existir cosas en sí; conocemos los primeros, son incognoscibles las segundas. El noúmeno o cosa en sí, en este primer sentido, es el límite negativo de la sensibilidad en tanto se muestra como fenómeno. Junto a esta acepción de noúmeno entendida como límite negativo de la sensibilidad, al final de la analítica Kant nos habla de un segundo sentido del término como aquello, que al rebasar los límites de la experiencia, no puede ser percibido por la intuición sensible y que, en su caso, requeriría una intuición intelectual para su conocimiento. El hombre carece de tal intuición por lo que nuestro conocimiento será de fenómenos y no de noúmenos. El acceso a la cosa en sí no se haya en la razón teórica sino en la práctica como veremos más adelante. 1.4.3 LOS LÍMITES DEL CONOCIMIENTO A) Tesis kantiana en torno a los límites del conocimiento. Hemos visto que conocer para Kant tiene un sentido preciso a saber: nuestras estructuras cognoscitivas (categorías) solo se puede aplicar a lo dado en la intuición sensible (fenómenos). Por tanto en Kant, el conocimiento no puede rebasar los límites de la experiencia. Si esta es de fenómenos, tendremos que concluir que no podemos conocer las cosas en sí. B) Los límites del conocimiento en la dialéctica trascendental En la dialéctica trascendental se ocupa Kant del funcionamiento de la razón y de la posibilidad de la metafísica como ciencia. La metafísica entendida como conjunto de proposiciones o juicios acerca de realidades que están más allá de la experiencia es imposible, ya que las categorías pueden usarse legítimamente en su aplicación a los fenómenos, a lo dado en la experiencia. Su aplicación a realidades suprasensibles conduce a ilusiones. Es misión de la dialéctica el mostrar como tales errores o ilusiones provienen del hecho de pasar por alto la distinción entre fenómeno y cosa en sí. La razón no se limita a hacer juicios, sino que conecta unos con otros formando razonamientos, busca encontrar juicios cada vez mas generales que abarquen una multiplicidad de juicios particulares que sirvan a estos de fundamento. La razón nos impulsa naturalmente a buscar leyes cada vez más generales capaces de abarcar a un mayor número de fenómenos. Mientras esta búsqueda se mantenga dentro de los límites de la experiencia es eficaz y amplía nuestro conocimiento. Esta tendencia natural de la razón le conduce de una manera inevitable a transgredir las barreras de la experiencia en busca de lo incondicionado. Todos los fenómenos físicos que se pretendan unificar a través de teorías metafísicas del mundo da lugar a antinomias; todos los fenómenos psíquicos se pretenden unificar a través de la idea de alma, dando lugar a paralogismos; unos fenómenos y otros se explican en base a teorías metafísicas acerca de una causa última dando lugar a falsas pruebas de la existencia de Dios. Dios, alma, y mundo son las tres ideas de la razón pura. Son noúmenos no fenómenos. La dialéctica trascendental va a tratar de mostrar los razonamientos sofísticos que se dan al pretender un conocimiento científico que verse sobre el mundo como totalidad, el alma o Dios. b.1 Crítica a la psicología racional El concebir una posible ciencia sobre el alma da a lugar a paralogismos. Kant expone cuatro: de la sustancialidad, simplicidad, idealidad del mundo exterior y de la personalidad. Expongamos el de la sustancialidad: Lo que solo existe como sujeto no puede pensarse como determinación de otra cosa y es sustancia. Pero un ser pensante, considerado como tal no se puede pensar más que como sujeto. Luego existe solo como tal, es decir como sustancia. Esto solo en apariencia es un silogismo ya que tiene cuatro términos. La razón es que el concepto "sujeto" que aparece en el término medio tiene sentido diferente en las dos premisas. En la premisa mayor hace referencia a los objetos dados en la intuición sensible y ciertamente la categoría de sustancia se aplica a los objetos de experiencia. En la premisa menor, en cambio, el sujeto se identifica con la autoconciencia, con el yo pienso, y en este sentido no le es aplicable la categoría de sustancia, pues las categorías solo se aplican a fenómenos. Ahora bien, como el yo pienso está a la base de la psicología racional, esta no se puede considerar como ciencia. Por tanto, cuestiones como la libertad, inmortalidad etc., no son objeto de conocimiento científico cayendo fuera del uso teórico de la razón. b.2 Crítica a la cosmología racional La argumentación kantiana en este punto descansa en el supuesto de que las proposiciones cosmológicas se refieren al mundo como totalidad. Ahora bien, como del mundo no tenemos experiencia, la aplicación de categorías conduce a antinomias, es decir, proposiciones lógicamente contradictorias que pueden ser demostradas con la misma verosimilitud. Vamos a ejemplificarlo con la tercera de las cuatro antinomias que nos expone Kant en la Crítica de la Razón Pura. Tesis (racionalista) La causalidad según leyes de la naturaleza no es la única de la que pueden derivarse los fenómenos del mundo. Para explicarlos hay que admitir una causalidad libre. Antítesis (empirista) No hay libertad, sino que todo en el mundo acaece conforme a las leyes de la naturaleza. Prueba de la tesis Supongamos que solo hay un tipo de causalidad según leyes de naturaleza. En este caso un acontecimiento dado, se determina por un acontecimiento previo y así sucesivamente sin límite. No puede haber entonces un comienzo primero y, consiguientemente, la serie de las causas no se puede completar. Pero es ley de naturaleza que nada ocurre sin razón suficiente, y esta ley no se cumple si la causalidad de toda causa es ella misma efecto de una causa antecedente. Por lo tanto, tiene que haber una causalidad absolutamente libre que origine una serie de fenómenos según causas naturales. Prueba de la antítesis Una causalidad libre, presupone un estado de causa sin ninguna relación causal con el estado anterior. Pero este presupuesto es contrario a la ley causal natural y, por tanto, la libertad es una ficción de pensamiento. Concluiremos, entonces, que es un límite de nuestro conocimiento la posibilidad de un conocimiento metafísico del mundo como totalidad y que, por tanto, la cosmología racional no es una ciencia. b.3 Crítica a la teología racional En esta parte de la dialéctica trascendental Kant muestra como no es posible una prueba sobre la demostración de la existencia de Dios. Las pruebas tradicionales sobre la existencia de Dios son tres: la ontológica, cosmológica y físico-teleológica. a) Crítica al argumento ontológico Para su crítica, Kant utiliza la demostración cartesiana: "Yo tengo la idea de un ser perfecto. Pero este ser perfecto tiene que existir en la realidad, porque si no existiera no sería el más perfecto al faltarle la perfección de la existencia". Kant no entiende por qué la idea de un ser perfecto meramente posible es una contradicción. Pensar un ser como meramente posible es hacer abstracción de su existencia y en este caso se hace abstracción de la cosa con todos sus predicados. La existencia no es un predicado real, sino la posición de una cosa con todos sus predicados. Además la existencia es una categoría y las categorías solo se aplican a fenómenos, de modo que para afirmar que algo existe no basta tener la idea de que ese algo existe, sino que hemos de tener la percepción sensible correspondiente. b) Crítica al argumento cosmológico Para su crítica, arranca de la formulación de Leibniz: "si existe algo tiene que existir un ser absolutamente necesario". A esta conclusión se llega mediante la aplicación del principio de causalidad. Ahora bien, para Kant todas las leyes referentes a causas tienen su marco de acción en el ámbito de la experiencia y por tanto se aplica a objetos del mundo sensible. Se da un abuso del principio de causalidad al aplicarlo a un objeto suprasensible. Pero aunque lleguemos al concepto de un ser necesario (que no podemos llegar por lo dicho), no nos descubriría sus propiedades por la experiencia y tendríamos que recurrir al argumento ontológico para definir esta idea e identificarla con Dios, con lo cual caeríamos en los vicios planteados en el razonamiento anterior. c) Crítica al argumento físico-teleológico Los pasos del argumento son los siguientes: 1º Observamos en el mundo signos de disposición teleológica, o sea, de adaptación de medios a fines. 2º Observamos que esta adaptación no pertenece a la naturaleza de las cosas. 3º Ha de haber al menos una causa de esta adaptación y esta ha de ser inteligente y libre. 4º Las relaciones recíprocas y armoniosas que existen entre las diferentes partes del mundo, relaciones que producen un sistema armonioso, análogo a una obra de arte, justifican que hay una causa y solo una. Kant mantiene, que esta demostración a lo sumo (que tampoco) podría probar la existencia de un arquitecto del mundo cuya actividad estaría limitada por las posibilidades del material con que trabaja pero no la existencia del creador del mundo. Este arquitecto podría no ser necesariamente Dios. Para demostrar esa identidad tendríamos que recurrir al argumento ontológico. Con ello Kant muestra un nuevo límite de nuestro conocimiento al rechazar el carácter científico de la teología racional. Tras las críticas expuestas queda claro que la metafísica entendida como conjunto de conocimientos que rebasan los límites de la experiencia no es una ciencia. Kant cree que la metafísica puede ser ciencia si la entendemos de otro modo a saber: una ciencia fundamental que una vez creada tendría forma definitiva y que consistiría en la crítica que la propia razón haría de sí misma para establecer sus usos legítimos y denunciar los ilegítimos. En definitiva esta nueva metafísica se identificaría con el proyecto kantiano tal y como lo venimos exponiendo. C) El uso regulativo de las ideas Las ideas trascendentales, Dios alma y mundo al ser nouménicas no remiten a objetos de experiencia y por ello no cabe ciencia sobre las mismas. Ahora bien, si son naturales a la razón alguna función han de ejercer en su uso teórico (veremos en el apartado siguiente que son muy importantes para el uso práctico de la razón). Esa función la denomina Kant uso regulativo de las ideas que consiste en sistematizar y regular la investigación en la naturaleza en un doble sentido. a) Negativamente marcan los límites que no se pueden traspasar no aplicando categorías a noúmenos. b) Positivamente, impulsan la ampliación de la investigación hacia nuevas experiencias y hacia una mayor conexión y sistematización entre las mismas. En este sentido, se convierten en ideales que estimulan el avance de la investigación científica para que esta no se detenga. 1.4.4 EL FORMALISMO MORAL La teoría moral kantiana está expuesta fundamentalmente en la Crítica de la Razón Práctica y en la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres. En la Crítica de la Razón Pura Kant se ocupa de las condiciones de posibilidad del conocimiento. No obstante, la actividad racional no se limita al conocimiento de los objetos, sino que el hombre necesita también determinar como ha de ser su conducta: la razón posee también una función moral que se corresponde con la pregunta ¿qué debo hacer? La razón teórica formula juicios, la razón práctica imperativos o mandatos. A) la buena voluntad y el rechazo de las éticas materiales Éticas materiales son aquellas según las cuales la bondad o maldad de los actos humanos depende de algo que se considera como bien supremo, los actos serán morales cuando se acerquen a él y malos o reprobables cuando nos alejemos del mismo. Kant rechaza las éticas materiales ya que: 1º Son empíricas (a posteriori), su contenido está extraído de la experiencia. Kant pretende formular una ética cuyos contenidos sean universales y de la experiencia no se pueden deducir porque no serían a priori. 2º Los preceptos de las éticas materiales son hipotéticos, no valen por si mismos sino como medios para alcanzar el bien supremo. 3º Las éticas materiales son heterónomas: el sujeto recibe el imperativo, no de manera autónoma, sino de algo externo a la propia razón. La Ética kantiana es formal porque centra su atención en el modo en que debemos de obrar y no en lo que tenemos que hacer. Afirma Kant: "ni en el mundo ni fuera de él es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción a no ser la buena voluntad". La voluntad buena lo será siempre por su valor intrínseco y no por las acciones que lleva a cabo excluyendo de su móviles los intereses egoístas y cualquier bien empírico; la razón es que los bienes empíricos no pueden ser fuente de una moralidad universal y no pueden hacer buena a la voluntad porque son extrínsecos a ella. Es claro que la voluntad en su conducta puede dejarse arrastrar por bienes empíricos, y ello se debe al hecho de que el hombre no es racionalidad pura, sino que tiene también componentes empíricos. Si el hombre fuese solamente razón obraría siempre según dictados racionales y voluntad y racionalidad coincidirían siempre (sería una voluntad santa). y en este caso la teoría moral sería inútil. B) Obrar por deber Si hemos eliminado todos los bienes concretos, ¿en qué fundamentar la moralidad? No queda otra alternativa que la pura ley formal de obrar por puro respeto al deber. Kant distingue entre obrar "en conformidad con el deber" y obrar "por el deber". Por ejemplo, si alguien no roba obra de acuerdo con la máxima moral, pero si no lo hace por miedo a que lo descubran, su obrar, siendo legal, no es moral; para serlo es preciso que se haga únicamente porque así lo dicta la naturaleza racional humana. En Kant, por consiguiente, hay separación entre moral y derecho. Para este último basta la conformidad de una acción con una norma externa o al menos que no se oponga a ella. Una acción es moral si sucede por deber. Pero el valor moral de una acción realizada por deber reside, no en los fines que nos proponemos conseguir con ella sino en "la máxima por la cual ha sido resuelta". Kant distingue entre máxima y ley moral. Máxima es el principio subjetivo en virtud del cual obra un sujeto particular. La ley moral es un principio objetivo, válido para todo ser racional, según el cual deberían actuar todos los hombres si su voluntad estuviera determinada por la razón exclusivamente (veremos que la ley moral no es otra cosa que el imperativo categórico). ¿Cuál ha de ser la máxima del que obra por deber? No puede ser otra que la norma puramente racional que es válida universalmente y sin excepciones. La voluntad estaría determinada objetivamente por la ley moral y subjetivamente por respeto a esa ley (máxima y ley moral coincidirían). Por consiguiente, el deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley. La ley práctica o principio que ha de servir de fundamento a la voluntad, no ordena en concreto que cosas se deben hacer, sino como se ha de obrar siempre, a saber: yo he de obrar siempre de tal modo que mi máxima se convierta en ley universal (primera formulación del imperativo categórico). De este modo ha llegado Kant al establecimiento de la ley moral que es un principio a priori y, por tanto, formal y que adopta la forma de un imperativo. C. Clases de imperativos. El imperativo ético. La ley moral adopta para la voluntad la forma de un imperativo porque no obedece de manera inmediata el mandato de la razón (como sucede en la voluntad santa). Kant clasifica los imperativos en categóricos e hipotéticos. Estos ordenan algo como medio para conseguir un fin. Los primeros ordenan una acción, no como medio, sino como un fin en sí misma y que, por tanto, se impone su necesidad sin ninguna justificación extrínseca a la propia acción. El imperativo ético ha de ser categórico y no es más que el dictamen de la razón no sometido a constricciones empíricas. Kant ha dado diversas formulaciones del imperativo categórico, pero todas ellas responden a un único mandato. Las tres formulaciones siguientes son modos de presentar la misma ley. Cada una de ellas supone las otras dos. 1ª Obra según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal. 2ª Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse por tu voluntad, ley universal de la naturaleza. 3ª Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio. A primera vista parecen distintos mandatos. La primera y la segunda formulación resaltan la forma de la moralidad ligada a la universalidad de la ley moral. La segunda formulación ordena una máxima que presenta la misma necesidad en el ámbito de la acción moral, que las leyes de la naturaleza. La tercera es aparentemente distinta, no obstante, Kant reseña que es otra formulación del mismo hecho básico y lo argumenta del siguiente modo: El imperativo categórico ha de se válido para todos (universal y a priori). Esta legalidad no puede ser impuesta desde fuera, pues estaríamos en una ética heterónoma, material y a posteriori. No obstante, el legislador ha de se la misma naturaleza racional del hombre. Eso significa que el ser racional autónomo o libre ha de ser un fin en sí mismo. El respeto a ley implica respeto a la voluntad racional legisladora y este respeto es el que reclama la tercera formulación del mandato. Es más es en la libertad donde se fundamenta el imperativo y esta no es tal si no nos atenemos a la tercera formulación. Como conclusión, Kant deslinda el reino de los fines (uso práctico de la razón) del reino de la naturaleza (uso teórico), sometidos a legalidades diferentes. D) Los postulados de la razón práctica El hombre como fenómeno es parte del mundo físico sometido a concatenación causal. Desde este ángulo la moral es imposible. Pero el hombre es también noúmeno, impenetrable para la razón teórica pero exigible por la razón práctica. En el ámbito físico no hay libertad y todo se rige por leyes naturales; el problema moral en este ámbito no tiene cabida porque exige la libertad del hombre. La libertad es el primer postulado de la razón práctica. Si el hombre es necesidad en tanto fenómeno como noúmeno es libertad. Sin libertad no hay autonomía y sin ella no hay voluntad legisladora base de la moralidad y fundamento último del imperativo categórico. La teoría ética kantiana conduce a una contradicción que Kant soluciona recurriendo al segundo y tercer postulados. La vida moral debería conducir al sumo bien: la unión virtud-felicidad. La virtud consiste en el sumo respeto a la ley moral; pero el hombre virtuoso no siempre es el más feliz. La unión virtud-felicidad es para el ser finito un ideal que solo es posible postulando la inmortalidad del alma. Con ello sería posible la reparación definitiva de la injusticia que supone el hecho solo pueda serlo a costa de violentarse y negar su propia felicidad. Pero el sumo bien no puede ser solo un ideal porque entonces cabría la posibilidad de que no se cumpliese nunca. Ello exige el tercer postulado: la existencia de Dios, personificación del "sumo bien" y suprema garantía del orden moral. En Él virtud y felicidad coinciden. Libertad, inmortalidad y Dios son tres ideas trascendentales para la razón teórica pero son tres postulados necesarios para la razón práctica. No los conocemos, pues solo podemos conocer fenómenos dados en la experiencia pero podemos pensarlos y postularlos como objeto de una fe racional exigida por el uso práctico de la razón con la misma fuerza con que se imponían al uso teórico los hechos científicos. .