EL COMPONENTE SOCIOLÓGICO EN LAS PRÁCTICAS REEDUCATIVAS Y TERAPÉUTICAS AMIGONIANAS JUAN JOSÉ CALDERÓN G. La sociología es una ciencia que pretende entender, mediante la interpretación la acción social para de esa manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos, la ”acción social”, por tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por esta en su desarrollo, podría inferirse entonces que la sociología como tal se ocupa de las reacciones que se generan en el intercambio de subjetividades en los distintos espacios que la sociedad en sus instituciones crea o que los mismos individuos abren en sus cotidianidades. Es por ello que auscultar en los caminos abiertos por la sociología para entender las trazas de las relaciones humanas implica reconocer en primera instancia que las pautas sociales cambian constantemente, dado que sus protagonistas son impredecibles, en efecto la conducta humana varia tan fácilmente que no es posible establecer leyes de alcance universal, como si se puede hacer en muchos otros fenómenos de la naturaleza, es claro que podemos encontrar con facilidad que los elementos comprensibles y los no comprensibles de un proceso están unidos y mezclados entre si. Los hechos sociales que se van produciendo por efecto de las construcciones subjetivas y a partir de la creatividad que nace del mundo y de la experiencia particular muestran como toda interpretación, como toda ciencia en general, tiende a la evidencia, es decir a una necesidad de reconocer lo empírico como muestra aunque no necesariamente del logro de un objetivo o una meta, podría pensarse que es este un punto importante en la consideración de lo que se ha dado en llamar la acción racional con arreglo a fines, la cual es el resultado de la comprensión de aquello que se está gestando, por parte de aquellos que son el objeto de estudio de la sociología es decir los seres humanos que piensan y reaccionan y que lo hacen de forma creativa y espontánea, aportando en ello sus elementos vitales, sus deseos, sus valores, sus aspiraciones y sus conquistas. La transformación de los vínculos sociales, culturales y políticos, se dan no solamente a partir de la transformación en las relaciones interpersonales de los sujetos, sino que son esos mismo vínculos los promotores de cambios en la forma de significar y dar sentido a nuevos modelos de acción, es así como puede explicarse que la comprensión equivale a la captación interpretativa del sentido o a la conexión del sentido mismo, mediante la comprensión de que la acción solo existe como conducta, ello hace que además sea la captación de la conexión de sentido de la acción la que constituya también el objeto de la sociología. Por ello tiene sentido la consideración de una acción racional con arreglo a fines desde la cual la sociología busca indagar, analizar, entender y crear el conocimiento de los fenómenos y sentidos sociales que se han gestado con la historia, con las interrelaciones y con los escenarios de las ciencias en sus generalidades pero también en sus particularidades, tanto es así que la sociología se dirige a la totalidad social y sus leyes, porque la construcción conceptual de la sociología encuentra su material paradigmático muy esencialmente, aunque no de modo exclusivo, en las realidades de la acción consideradas también importantes desde el punto de vista de la historia, construye también sus conceptos y busca sus leyes con el propósito, ante todo, de si pueden prestar algún servicio para la imputación causal histórica de los fenómenos culturalmente importantes. Lo social se construye y reconstruye a cada momento, los procesos sociales son constantes, no se detienen nunca, en su interior nos movemos sujetos individuales que estamos obligados a pensar qué pasa en cada situación que vivimos, hasta aprender a manejarla para luego incorporarla a nuestras rutinas y mapas mentales. Se trataría entonces de entender el presente cotidiano y sus escenarios, entender cual es el actor que la hace, cómo nacen y mueren los sentimientos, los signos y los significados. Organizar dicho recorrido junto con los demás sujetos y/o actores es encontrar rutas de vida para la vida. Todas las colectividades recogen su experiencia a partir de las vivencias de costumbres y de nuevos retos que el entorno les impone, por ello la sociología no puede ignorar, aun para sus propios fines, aquellas estructuras conceptuales de naturaleza colectiva que son instrumentos de otras maneras de enfrentarse con la realidad, esta cotidianidad enseña la facultad creativa que el humano mediante la acción racional con arreglo a fines o la acción racional con arreglo a valores puede ir logrando. Ciertamente la captación de la conexión de sentido de la acción es cabalmente el objeto de la sociología. No obstante lo anterior las subjetividades en relación no necesariamente producen eventos de constitución social, una subjetividad por variable y poco predecible genera toda una suerte de circunstancias que delimitan la función individual con que se hace una apropiación del mundo y ello no tiene en si mismo que constituirse en fundamento de propuestas sociales que puedan tornarse universales, es decir queremos plantear que no toda clase de contactos entre los seres humanos tiene carácter social; sino sólo una acción con sentido propio dirigida a la acción de otros, a este respecto sin duda emerge el debate que enfrentaría la concepción de que no puede existir un sujeto sino es en relación con otro que adquiere identidad en la medida que se convierte en alguien o algo en el momento en que es nombrado por un otro que le confiere una cierta identidad y que por decirlo de alguna manera le reconoce existencia, ejemplo de ello podría ser la táctica disciplinaria que permite a la vez la caracterización de los individuos como individuos, y la ordenación de una multiplicidad dada, o en otras palabras como lo plantea Foucault “la disciplina “fabrica” individuos; es la técnica específica de un poder que se da a los individuos a la vez como objetos y como instrumentos de su ejercicio”. De otra parte las relaciones sociales pueden implicar permanencia en sus realizaciones o también transitoriedad, lo cual implica que en el acto social siempre estará latente la vulnerabilidad de aquellos que de él toman parte porque necesariamente se involucran las emociones, los sentimientos y en general las disposiciones internas de los sujetos, como referencias de su mundo interno, en la medida en que los sujetos producen acciones con sentido propio, encauzadas a la acción de otros, muestran como un orden sostenido sólo por motivos racionales de fin es, en general, mucho más frágil que otro que provenga de una orientación hacia él mantenida únicamente por la fuerza de la costumbre, por el arraigo de una conducta; la cual es con mucho la forma más frecuente de la actitud íntima. Pero todavía es mucho mas frágil comparado con aquel orden que aparezca con el prestigio de ser obligatorio y modelo, es decir, con el prestigio de la legitimidad. Es necesario reconocer entonces que el debate sobre el fundamento de las instituciones se nutrió sobre todo de la oposición naturaleza – cultura. Lo cual hace inferir que toda institución se instala en la repetición de una institución originaria que parece ser es lo que le da legitimidad, aún sabiendo que lo más justo no es necesariamente lo más legal o lo más legítimo. Por efecto del análisis que la sociología hace de las formas en que se relacionan los sujetos en colectivos a partir de sus propias vivencias, entendemos que la forma de legitimidad hoy mas corriente es la creencia en la legalidad, evidentemente la sociología logra abarcar todas estas variables de los fenómenos sociales y no encuentra conflicto problemático alguno respecto a las relaciones entre derechos, convención y ética. Por ende logra entender también que la justicia, en tanto que experiencia de la alteridad absoluta, es no – presentable, pero es la ocasión del acontecimiento y la condición de la historia. Una historia sin duda ignorable para aquellos que creen saber de lo que hablan cuando emplean esta palabra, ya se trate de historia social, ideológica, política, jurídica, etc. Una relación social se denomina sociedad cuando y en la medida en que la actitud en la acción social se inspira en el sentimiento subjetivo de los que en ella participan de construir un todo, no es entonces una mera relación interpersonal sin fines determinados y motivados por sentimientos y conmociones internas lo que conforma a un colectivo de individuos como un grupo social, llamamos sociedad a una relación social cuando y en la medida en que la actitud en la acción social se inspira en una compensación de intereses por motivos relacionales (de fines o de valores) o también en una unión de intereses con igual motivación. La sociedad, de un modo típico, puede especialmente descansar (pero no únicamente) en un acuerdo o pacto racional, está orientada a racionalmente con arreglo a valores: en méritos de la creencia en la propia vinculación; racionalmente con arreglo a fines: por la expectativa de la lealtad de la otra parte. Las estructuras sociales establecidas han respondido a una serie de fenómenos que se confrontan unos con otros desde sus intereses, al servicio de estas estructuras se han puesto las ciencias desde las cuales es posible legitimar un cierto tipo de conocimiento que guía la forma en que los sujetos han de conducirse e incluso nombrarse para pertenecer al sistema, allí no importa en realidad si hay quienes se avienen a las condiciones impuestas o no, porque todos tienen un rol asignado al que le dan cumplimiento en la medida en que la misma sociedad crea las condiciones necesarias para su existencia y su desempeño, para la verificación de ello se han creado en esas estructuras una serie de instancias entre las que se cuentan los llamados cuadros administrativos cuya existencia garantiza que una asociación sea siempre en algún grado asociación de dominación. Por ello acercarse al estudio de la realidad social tiene crecientes dificultades por cuanto implica adentrarse de una manera u otra en terrenos que necesariamente tienen que ver con el poder y por ende con el sujeto, de suyo la ciencia sociológica muestra que la conducta humana se distingue de cualquier otro fenómeno por que las personas crean significados, alterando la definición de las cosas, de su mundo, los sociólogos tienen que estudiar las sociedades desde dentro, tienen que entrar en esos mundos o universos simbólicos que las personas han ido construyendo para entender mejor su comportamiento. Si tenemos en cuenta que las condiciones subjetivas no menos que las objetivas pasan por la mediación de la sociedad, encontramos las razones para designar las categorías con las que una acción social se apuntala en ordenes de realidad que tienen su origen en una acción racional con arreglo a fines, al igual que muchas veces en una acción racional con arreglo a valores, no obstante es importante tener presente que un elemento esencial de la racionalización de la conducta es la sustitución de la íntima sumisión a la costumbre, por decirlo así hecha carne, por la adaptación planeada a una situación objetiva de intereses, la escisión estaría dada aquí en que muchas veces y de forma no siempre consciente algunos individuos no se mueven en razón de los intereses que se manejan desde la colectividad por lo tanto no son aceptados por ésta y en consecuencia resultan perjudicando sus mismos intereses ya que de todas formas muy seguramente esta situación de exclusión no es algo querido por ellos. En toda acción humana hay una exposición de motivos que contienen un ser histórico, afectivo, emotivo y racional que construye nuevas sensibilidades y nuevos mundos como efecto de la interrelación que se presenta con su entorno y con otras sensibilidades que de una u otra manera genera significaciones y sentidos, la sociología comprende estas emergencias interpretándolas como acciones orientadas por un sentido, para la sociología es posible interpretar la conducta humana racionalmente obviamente en determinadas condiciones y teniendo en cuanta que se trata de una acción estrictamente racional con arreglo a fines. Ello responde a que vivimos en sociedades de cambio, riesgo, mezcla y también desocialización y aislamiento, una acción ideada para el logro de unos objetivos concertados en el grupo social con unas metas definidas debe pues, fortalecer en cada uno de los miembros de esa sociedad la capacidad de vivir activamente el cambio. Si se recurre únicamente a principios de orden, no haremos sino aumentar la distancia social entre quienes pertenecen a las categorías centrales de ese grupo social y quienes viven en las zonas periféricas, dominadas por la inseguridad y la dependencia. Las formas de organización social movilizan la experiencia de los sujetos frente a los valores culturales, a las producciones de saberes de las ciencias, frente a los fenómenos de la naturaleza y frente a los mismos fenómenos sociales, con la pretensión de delimitar la incidencia que pueda darse en toda la red social de significaciones de tal manera que tanto en el transcurso del proceso como en su culminación sea factible dar interpretaciones que permitan el llamado control social. Tanto en las sociedades disciplinarias como de control el sujeto ha tenido que someterse a las variaciones históricas de su tiempo, las singularidades y las colectividades se han movido en los imperativos de una forma de ser y entender el mundo de la vida que tiene la legitimidad de las ciencias, el resultado ha sido la descompensación social que desconoce la diferencia y que ha producido los malestares generalizados en los sujetos del desarraigo, y la despersonalización por que en lugar de emerger el sujeto como ciudadano se ha devenido en sujeto consumidor que debe someterse a la reglas del mercado. Al respecto Fitoussi escribe:”El movimiento de la democracia libera a los individuos, pero atomiza el cuerpo social y deshace las solidaridades. Salvo que se niegue la vivencia cotidiana de los ciudadanos y su angustia ante el porvenir, no es posible entonces contentarse con saludar esta comunicación de la sociedad individualista, como si realizara los fines últimos de la humanidad. La apología del mercado y de la defensa de los derechos del hombre no basta para reconstruir una representación de la sociedad que permita que ésta se reconcilie consigo misma y rechace las amenazas,”1 generándose así una crisis de identidades individuales, ya que el responsable de la exclusión no es el Estado sino el sujeto por no ser capaz a nivel personal de vincularse a las lógicas del mercado. 1 FITOUSSI, Jean Paul y ROSANVALLON, Pierre. La nueva era de las desigualdades. Buenos Aires. Editorial Manantial, 1998, pag 62.