KANT (1724-1804)

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KANT (1724-1804)
El objetivo prioritario de Kant es el de examinar la facultad característica de la condición
humana, la razón, y el papel que desempeña en todas las facultades de la vida. A estas facetas,
Kant las llamó los intereses esenciales de la razón. Estos intereses se resumen en tres
preguntas:
1. ¿Qué puedo conocer? principios que posibilitan el conocimiento científico de la
naturaleza.
2. ¿Qué debo hacer? principios y condiciones que determinan las acciones del hombre
como ser racional.
3. ¿Qué puedo esperar? lo que nos está permitido esperar cuando hemos cumplido
nuestro deber.
Se resume en la pregunta ¿Qué es el hombre?  Un ser racional, moral y esperanzado.
La razón teórica
La investigación de Kant sobre la posibilidad de la razón para conocer está marcada por un
distanciamiento entre al racionalismo y el empirismo. Este distanciamiento se denomina giro
copernicano: las propiedades de los objetos están determinadas por la naturaleza del
observador.
Las dos fuentes del conocimiento son:
a) La sensibilidad: mediante ella los objetos nos son dados. Esta, tiene unas formas a
priori de la sensibilidad externa o interna, las intuiciones. Son modos de percibir la
realidad sensible y que, al precederla, hacen que sea posible conocerla. El espacio y el
tiempo son condiciones previas a la experiencia, necesarias y universales, pues nada se
puede conocer al margen de ellos.
b) El entendimiento: mediante él los objetos son pensados. Gracias al entendimiento
podemos ordenar y clasificar la experiencia sensible y convertirla en objeto de
conocimiento. Los conceptos no se derivan de la experiencia, proceden del
entendimiento y son aplicados a la experiencia. Son independientes de la experiencia,
pero sólo ellos nos permiten dar sentido a la experiencia, al captar las relaciones que
mantienen los objetos percibidos. Los conceptos o categorías forman el aparato
conceptual necesario para convertir la realidad sensible en objeto de nuestro
conocimiento. Las más importantes son: cantidad, cualidad, relación, modalidad,
sustancia, causalidad.
El proceso que sigue la razón para alcanzar el conocimiento comienza con las intuiciones,
pasa por los conceptos y termina en las ideas.
c) Las ideas son conceptos especiales que no se pueden abstraer de la experiencia ni
tienen aplicación en ella. Son nociones alejadas de la percepción sensible: la
inmortalidad del alma, Dios y la libertad.
La principal función del conocimiento humano es elaborar juicios o afirmaciones mediante la
síntesis de intuiciones y conceptos. Una vez hemos determinado el origen, la sensibilidad y el
entendimiento, hay que examinar dónde radica la validez de los juicios emitidos.
1. Juicios a priori  cuya verdad es independiente de la experiencia.
2. Juicios a posteriori  cuya verdad está basada en la observación ordinaria.
3. Juicios analíticos  el predicado está contenido en el sujeto.
4. Juicios sintéticos  el predicado no está contenido en el sujeto.
Las afirmaciones analíticas son ciertas por definición: “Todos los ornitorrincos son mamíferos”
es analítica. “Algunos ornitorrincos son bizcos” es sintética.
Los juicios sintéticos a priori son los que dan información sobre el mundo (experiencia) pero
cuya verdad es universal y necesaria (racional).
Los juicios podían ser analíticos y a priori y sintéticos a posteriori.
Hasta aquí no se puede decir que Kant haya hecho algún descubrimiento original. Los juicios
analíticos son las relaciones de ideas de Hume, y los juicios sintéticos, las cuestiones de hecho.
Pero, si esto fuera así, las ciencias no cumplirían los dos requisitos anteriormente
mencionados: el tener un carácter universal y necesario y, además, aumentar nuestros
conocimientos. Debe haber algún tipo de juicio que cumpla estas dos condiciones.
Como prueba, Kant aduce el siguiente ejemplo: la proposición la recta (A) es la distancia más
corta entre dos puntos (B) no es un juicio analítico a priori ni sintético a posteriori.
No es analítico porque el predicado (distancia más corta entre dos puntos) no está incluido en
la noción de sujeto (recta). Nada hay en la noción de recta que implique distancia alguna.
Tampoco es un juicio sintético a posteriori, porque es evidente por sí mismo que entre dos
puntos la distancia más corta será la línea recta. No hay que acudir a la experiencia para
demostrar la verdad de la proposición.
La universalidad y necesidad de esta proposición es también evidente. No hay excepción
posible, ni es una cuestión de hecho meramente probable. Tanto hoy como en un futuro
lejano, la distancia más corta entre dos puntos será la línea recta. Por lo tanto, esta
proposición no es a posteriori.
Entonces ¿qué clase de juicio es esa proposición?
Kant dirá, y esta es su originalidad, que es un juicio sintético a priori, esto es, un juicio que
siendo a priori y por lo tanto, de carácter universal y necesario, sin embargo tiene la propiedad
extensiva de los juicios a posteriori, permitiendo que aumentemos nuestros conocimientos.
Así pues, son estos juicios sintéticos a priori los únicos que pueden denominarse científicos,
porque cumplen con las características de universalidad y necesidad y, por ser extensivos,
amplían nuestros conocimientos.
La relación entre el racionalismo de Kant y el empirismo de Hume
Kant se formó en el racionalismo de Wolff, pero —según sus propias palabras— despertó de
su "sueño dogmático" al leer a Hume. El empirista inglés lo hizo caer en la cuenta de que las
afirmaciones y reflexiones de su metafísica racionalista carecían de fundamento sólido.
Conceptos centrales como los de "substancia" y "causalidad" quedaban, luego de la crítica a
la que los sometía Hume, reducidos a mera costumbre.
Kant no podía adherirse sin más al empirismo pues éste sostenía que fuera de la Lógica y la
Matemática (que realizan juicios analíticos, en los que el predicado está implícito en el sujeto
—por ejemplo, «El triángulo tiene tres lados»—) era imposible realizar juicios a priori
(independientes de la experiencia) necesarios y de validez universal. De este modo negaba la
posibilidad de lograr nuevos conocimientos, ya que los juicios analíticos no amplían el saber
sino simplemente explicitan lo ya sabido. Los juicios sintéticos (por ejemplo, «La mesa es
azul») —según Hume— sólo son posibles a posteriori y, si bien nos permiten adquirir nuevo
conocimiento, el conocimiento que nos brindan no tiene validez universal.
Con la mirada puesta en la física newtoniana, Kant afirmaba que, además de los juicios
analíticos a priori y de los juicios sintéticos a posteriori, también eran posibles los juicios
sintéticos a priori. Justamente la Ciencia, cuyo ideal es ampliar nuestros conocimientos,
busca juicios sintéticos universales y necesarios. Kant no se preguntaba si semejante
pretensión estaba justificada porque Newton ya había demostrado que sí. Lo que hizo fue
indagar en las "condiciones de posibilidad" de dichos juicios.
Kant superó el racionalismo y el empirismo enfocando desde otro punto la cuestión del
conocimiento. A este cambio se lo llama "giro copernicano" o "revolución copernicana". Así
como Copérnico revolucionó la Astronomía al sostener que no era la Tierra el centro
alrededor del cual giraban los cuerpos celestes sino que era el Sol el astro alrededor del cual
giraban la Tierra y todos los planetas del sistema solar, al estudiar la relación objeto-sujeto,
que se encuentra a la base del problema gnoseológico, a diferencia de sus predecesores,
Kant puso en el centro al sujeto. Él sostenía que los filósofos anteriores (racionalistas y
empiristas) habían puesto el acento en el objeto de conocimiento: discutían sobre qué
conocemos. Unos afirmaban que conocemos ideas por medio de la razón y otros fenómenos
a través de los sentidos; pero ambos coincidían en que conocer es reproducir las cosas de un
modo pasivo, receptivo, dejándose impresionar por ellas. Kant decía que el centro del
problema no era qué conocemos (pregunta por el objeto) sino cómo conocemos (pregunta
por el sujeto). Según Kant, el sujeto no encuentra el objeto de conocimiento sino que lo
construye, es un "sujeto activo".
El conocimiento requiere de la presencia de dos factores: por un lado, la razón (forma)
independiente de la experiencia, la cual posee las formas y categorías a priori que son
condición de posibilidad del conocimiento y sin las cuales las meras impresiones serían
"ciegas"; por otro lado, las impresiones (materia), sin las cuales las formas y categorías de la
razón permanecerían "vacías".
La razón está constituida por las "formas a priori de la sensibilidad" (espacio y tiempo), las
"categorías del entendimiento" —relativas a la cantidad (unidad, pluralidad y totalidad), a la
cualidad (realidad, negación y limitación), a la relación (substancia/accidente, causa/efecto y
reciprocidad) y a la modalidad (posibilidad, existencia y necesidad)— y las "ideas de la razón
pura" (alma, mundo y Dios).
El espacio, el tiempo, la causalidad, y la substancia, no son propiedades de las cosas tal como
son en sí mismas, con independencia del sujeto que las conoce. Por el contrario, es el propio
sujeto el que dota al objeto de estas formas que él posee a priori, con independencia de la
experiencia y como condición de posibilidad de toda experiencia. Por lo tanto, el objeto de
conocimiento no es el noúmeno (la cosa en sí misma) sino el fenómeno, que construye el
sujeto a partir del "caos de sensaciones" que le aporta la experiencia, ordenándolo según sus
formas y categorías a priori.
Kant concedía a los empiristas que todo conocimiento comienza con la experiencia. Sin el
aporte de la experiencia, las formas de la razón permanecerían vacías. Pero agregaba que no
todo el conocimiento proviene de la experiencia, ya que sin lo que el sujeto aporta —y que
posee con independencia de toda experiencia— el conocimiento no sería posible. De este
modo marcaba también límite dentro del cual el conocimiento es posible: no cabe
preguntarse por las cosas mismas. (Por esto algunos dicen que con Kant terminó la
Metafísica.) Las ideas de la razón pura (Dios, alma y mundo) permanecen vacías, porque no
tenemos impresiones que las doten de contenido. De todos modos, se debe aclarar que
Kant no presenta estas ideas como carentes de sentido o caprichosas. La razón, por su
propia naturaleza, tiende a realizar síntesis que abarcan cada vez más y en esta tendencia va
más allá de lo que la experiencia nos da, y de lo que puede llegar a darnos, e intenta
construir la síntesis última: las ideas de alma (síntesis de todos los actos del sujeto), mundo
(síntesis de todos los fenómenos) y Dios (síntesis de todos los objetos del pensamiento).
Teoría del Conocimiento
La teoría del conocimiento de Kant, presentada en su Crítica de la razón pura, es uno de los
grandes hitos en la historia de la Filosofía. Con ella pretende responder las objeciones de
Hume respecto del fundamento del conocimiento científico, basado, según el filósofo inglés,
sólo en la costumbre.
Kant no duda que el conocimiento científico, universal y necesario, es posible; la física de
Newton lo prueba. Y sabe que un conocimiento de este tipo no puede tener su fundamento
en la mera costumbre. De ahí que no se pregunta por la posibilidad sino por las "condiciones
de posibilidad". Su teoría le permite encontrar el suelo firme para la Ciencia no en el
noúmeno —en la realidad, en la cosa en sí— sino en el propio sujeto, portador de formas
universales que obtienen de la experiencia la materia indispensable para construir su objeto
de conocimiento, el fenómeno.
Límites del conocimiento
Kant considera que hay unos límites (desvaríos o ilusiones) de la razón. Éstos tienen su origen
en el impulso que lleva a aplicar las categorías más allá del ámbito de la experiencia sensible.
Cualquier intento de trascender los límites de la realidad fenoménica conduce a inferencias
incorrectas, contradicciones. Esto sucede con las ideas trascendentales, alma, mundo, Dios.
Por medio de la razón teórica no se pueden demostrar los principios tradicionales de la
metafísica: ni la inmortalidad del alma, ni la naturaleza del mundo como totalidad, ni la
existencia de Dios.
Para Kant estas ideas tiene un uso regulativo: aunque no sirven para pensar objeto alguno, nos
permiten tener una visión más unificada del sujeto y del mundo.
Con relación a Dios, Kant afirma que se trata de un ideal de la razón pura, ya que imaginando
la naturaleza como si fuera obra de un ser inteligente llegamos a la investigación de las leyes a
las que está sometido el mundo.
La razón práctica
La Ética
Una vez Kant ha establecido el uso teórico de la razón, se centra en su uso práctico. Este uso
tiene como finalidad el establecer los principios que van a determinar la voluntad. Para Kant
las acciones no pueden estar regidas o guiadas por los impulsos, los deseos o las inclinaciones.
Tienen que estar guiadas por principios o leyes generales válidas para todos los seres
racionales.
Al tratar la "razón práctica" (la razón que determina la acción del hombre), Kant también
defendía la autonomía del sujeto. Él sostenía que la conciencia moral es el reino de lo que
debe ser, en oposición a la Naturaleza, que es el reino del ser. “Las leyes son, o leyes de la
Naturaleza (leyes por las cuales todo sucede), o leyes de la libertad (leyes según las cuales
todo debe suceder). La ciencia de las primeras se llama ‘Física’; la de las segundas, ‘Ética’.”
Mientras en la Naturaleza impera la necesidad, la causalidad, en la conciencia moral
encontramos un imperativo categórico que manda a un sujeto libre, que puede o no
obedecer. El imperativo es "categórico" («Debes trabajar») y no "hipotético" («Si quieres
sentirte útil, tienes que trabajar»), porque este último depende de una circunstancia (que yo
quiera o no sentirme útil). El imperativo moral manda más allá de cualquier circunstancia o
situación concreta.
Como el hombre no es sólo racional sino también sensible, al actuar no se halla sólo bajo el
dominio de la razón sino también del de las inclinaciones. Por eso al hombre el buen obrar se
le presenta como un deber, una obligación, una exigencia muchas veces opuesta a sus
inclinaciones. Y justamente en la medida en que el hombre actúa por deber, su obrar es
moralmente bueno. Porque el valor moral de una acción no depende de lo que se pretenda
lograr con ella sino del principio o "máxima" por el cual se la realiza.
Kant formuló el imperativo categórico de diversas maneras (no opuestas, sino
complementarias). De ellas cabe destacar dos: «Obra de manera que puedas querer que la
máxima que rige tu obrar se transforme en ley universal.» (No busques privilegios, ley
privada, ni excepciones. Piensa qué pasaría si todos obrasen del mismo modo. No hagas lo
que no te gustaría que otros hicieran.) «Obra de tal modo que uses a la humanidad —tanto
en tu propia persona como en la persona de cualquier otro— siempre como un fin, nunca
como un medio.»
En cuanto a la posibilidad del bien supremo (moralidad + felicidad), Kant afirma que es
necesario postular la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Porque “no hay el menor
fundamento para establecer una conexión entre la moralidad y la felicidad […]. Sin embargo,
en el problema práctico de la razón pura, es decir, en el trabajo enderezado hacia el supremo
bien, se postula esa conexión como necesaria: debemos tratar de fomentar el supremo bien
(que, por tanto, tiene que ser posible). Por consiguiente, se postula también la existencia de
una causa de la Naturaleza toda, distinta de la Naturaleza y que encierra el fundamento de
esa conexión, esto es, de la exacta concordancia entre la felicidad y la moralidad”. Dios,
incognoscible para la razón pura teórica, aparece ahora como un postulado de la razón
práctica necesario para afirmar la posibilidad del sumo bien. Kant no ignora que no siempre
quien obra bien es feliz. Por eso, para poder afirmar que, en definitiva y más allá de las
circunstancias, quien obre moralmente será feliz y quien no lo haga no, necesita postular
tanto la inmortalidad del alma como la existencia de un Dios justo. En la vida posterior a la
muerte será Dios quien garantice esa conexión.
El valor moral de una acción.
Cuando se trata de determinar el valor moral de una acción, lo decisivo no es el fin que se
persigue o los resultados que se obtienen, sino el motivo que hay detrás de la acción y que
determina la voluntad.
Una acción es moralmente buena en sentido estricto cuando la voluntad sólo reconoce como
motivo para actuar el deber de actuar como se debe. Es decir, cuando está determinada por la
razón en forma de principios universales. Y no lo es, o sólo relativamente, cuando está
determinada por elementos externos a la razón, como los sentimientos, las inclinaciones u
otros factores contingentes.
Un mandato moral viene expresado en forma de imperativo:
1. Imperativo hipotético: sirven para realizar acciones que son buenas en tanto que
permiten alcanzar un fin.
2. Imperativo categórico: son incondicionales y prescriben una acción por sí misma.
Tienen que ser cumplidos necesariamente por los seres humanos en tanto que son
racionales.
Los categóricos exigen el respeto a la autonomía y a la dignidad del ser humano, siendo la
libertad la condición que hace en última instancia posible las acciones con valor moral.
La felicidad no se puede convertir en el principio determinante de las acciones morales aunque
es una aspiración universal. Sólo cabe esperarla cuando se ha hecho lo que se debe. La
reconciliación entre la naturaleza de los deseos humanos (felicidad) y las exigencias de la ley
moral (el deber) tienen en Dios no su garantía, sino su mejor expresión.
Política
Su concepción política está influenciada por los ideales de la revolución francesa y la filosofía
de Rousseau.
La autoridad política se funda en la voluntad general y en la idea regulativa del contrato social.
El Estado tiene que garantizar la libertad, la igualdad y la dignidad de todos los ciudadanos. El
uso de la coerción para evitar acciones que no sean compatibles con la libertad de todos es
moralmente permisible para erradicar los impedimentos contra la misma.
Como otros contractualistas, Kant es partidario de extender las características de un Estado
democrático y liberal a todos los demás, con el objeto de conseguir la paz.
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