JORGE MANRIQUE Libros de texto consultados: Bruño, Anaya, SM, Alambra, Akal. Autor del siglo XV, ligado a la corte literaria de Enrique IV y Juan II, como Santillana y Mena. El género de su obra es la poesía cortesana en castellano vs Ausias March, catalán, de la corte de Alfonso V. (Recuérdese que se está produciendo en este siglo el afianzamiento del castellano como lengua que se extiende por toda la Península, al mismo tiempo que avanza y culmina la Reconquista vs prevalencia de otras literaturas y otras lenguas en los siglos anteriores, como la literatura gallego portuguesa y la catalana y la árabe y hebrea). Datos biográficos: De familia noble. Jorge Manrique (Paredes de Nava, Palencia, 14401479). Su muerte se produjo en el asedio al castillo de Garcimuñoz, aproximadamente el 24 de abril. Muere en acción militar, como Garcilaso y Cadalso. Interviene en las luchas dinásticas de la monarquía castellana, a favor de Isabel de Castilla frente a Juana la Beltraneja. Milita en el bando contrario de don Álvaro de Luna, valido de Juan II de Castilla. En el reinado de Enrique IV, el padre de Jorge Manrique se enfrentó al bando del rey, en defensa del hermano del rey don Alfonso. En 1479, precisamente, tras un largo periodo de luchas dinásticas por el trono de Castilla y conflictos entre la monarquía y la nobleza castellana, se funde las coronas de Castilla y Aragón, a través del matrimonio de Isabel y Fernando y se normalizan así las relaciones entre el rey y la nobleza, que quedó sometida a la autoridad de los monarcas. Hijo de don Rodrigo Manrique, hombre poderoso, gran guerrero, maestre de la Orden de Santiago. Sobrino de Gómez Manrique, autor de textos dramáticos en castellano de tema sacro. Su madre, Mencía de Figueroa, murió cuando tenía cuatro años y su padre se volvió a casar con doña Beatriz de Guzmán. Su padre llegó a casarse una tercera vez, con doña Elvira de Castañeda. Jorge Manrique se casa con una hermana de su madrastra, doña Guiomar. Encarna el tópico del poeta soldado, el hombre que combina su dedicación a las armas y las letras, que representarán también otros autores posteriores, como Garcilaso de la Vega, Cervantes, Aldana, Cadalso... Poeta que representa la poesía cortesana, recogida en Cancioneros. (vs importancia del Romancero, recopilación de la poesía de tradición popular, que es importantísima en el siglo XV). Su público: lector de un núcleo cortesano, el rey y otros nobles. Su texto: escrito, en castellano. Su obra poética más significativa: “Coplas a la muerte de su padre”. Género: elegía, lamentación lírica por la muerte de su padre. Tema: la inestabilidad de la Fortuna, la fugacidad de las glorias humanas, el poder igualatorio de la muerte; sólo la virtud personal desafía al tiempo y al destino. En las 17 últimas coplas, el poeta hace un elogio fúnebre de su padre, don Rodrigo Manrique, muerto en 1476, que al final de su vida consiguió por su virtud la salvación y la fama. Idea medieval: la virtud en la vida es el camino de la salvación del alma (principio religioso, vida sobrenatural) Dimensión terrenal de la virtud: la fama, la opinión ajena sobre las virtudes de un individuo (el recuerdo de...) (idea renacentista). Rasgos formales: coplas de pie quebrado, sextilla doble, o estrofa manriqueña. El po3ema consta de 40 estrofas, llamadas coplas de pie quebrado. Cada una de ellas se compone de 12 versos repartidos en dos sextillas con rima independiente; en cada sextilla los versos 1, 2, 4 y 5 son octosílabos y los versos 3 y 6 (los pies quebrados) son tetrasílabos. Otras obras en verso del autor se inscribe en la tradición del amor cortés provenzal. Son 44 composiciones que suponen la literaturización del tema, el amor doliente. También tiene composiciones burlescas y morales. Ejemplo: ”A una prima suya que le estorbaba unos amores”, “Coplas a una mujer beoda que tenía empeñado un brial en la taberna” (letanía en la que el nombre de los santos se sustituye por lugares donde se produce vino; otra composición dedicada a su madrastra... Las coplas. Elegía (Meditación genérica sobre la muerte y elegía, lamentación privada) El texto surge a la muerte de Rodrigo Manrique, en noviembre de 1476, en Ocaña. La fecha de composición necesariamente está entre 1476, fecha de la muerte del padre y 1479, año de la muerte del poeta. El ilustre personaje al que se dedica el texto es maestre de Santiago y Conde de Paredes, intervino en las turbulentas luchas dinásticas de su época. Su figura histórica se menciona en un documento histórico, se hace de él un elogio en “Claros varones de Castilla”, de Hernando del Pulgar. La elegía es una composición poética de tono lírico con motivo de la muerte de una persona. Suele ser una queja contra la muerte y un elogio del muerto. Es útil comparar este texto con la elegía a Trotraconventos en el Libro de Buen Amor: rebeldía contra la muerte, que acaba con todos los bienes y placeres de la vida, es un mal. No existe la visión trascendente y cristiana de las Coplas. El tema era tópico en el género medieval de las Danzas de la Muerte (fin moral: provocar el temor a la muerte, para encauzar la vida lejos del pecado; insistencia en el poder igualatorio de la muerte). La originalidad de las Coplas es la mención a una tercera vida, la de la fama, como otra forma de inmortalidad, a través del recuerdo que en los vivos queda de la vida virtuosa del hombre muerto. La mención a la vida terrenal, efímera, transitoria y la vida eterna, en la que se premia la virtud y se castiga en pecado, en la que se produce la salvación o la condenación del alma. Estructura I) LA MUERTE. Coplas I-XIII. Reflexión general sobre la muerte. Meditación, reflexión filosófica y universal sobre la condición mortal del hombre y la trascendencia de la vida eterna (visión cristiana). Esta parte del texto es, por lo tanto un sermón o discurso moral. Exhortación al menosprecio del mundo (COMTEMPTU MUNDI), vanidad y caducidad de los bienes terrenales (la belleza y la fuera corporal, la nobleza y la honra humanas, la riqueza y los señoríos, los deleites terrenales, los placeres mundanos. Finalmente, en la copla XIII se formula la concepción cristiana según la cual la vida es un camino hacia la muerte. La muerte es inexorable, no respeta jerarquías ni privilegios, todos somos iguales ante la muerte (PODER IGUALATORIO DE LA MUERTE). Este tópico también es esencial en las Danzas de la Muerte. A través de diversas metáforas o alegorías se representa la existencia: vida=río, muerte=mar, variedad de clases sociales, de hombres=variedad de ríos. Nunca el río puede volver atrás, es un avance constante hacia la muerte. Otra metáfora representa la vida como un camino que el hombre, mientras vive, recorre como un peregrino. Nacer es empezar a morir (véase más adelante Quevedo, de la cuna a la sepultura). El tópico del MEMENTO MORI, reflexión del cristiano sobre la muerte inevitable y preparación espiritual para “bien morir” - La Fortuna es mudable y es capaz de arrebatar los bienes terrenales a los hombres. El concepto clásico está visto como aliado de la adversidad y de la destrucción. Véase su iconografía: la rueda de la Fortuna, manejada por el capricho de una mujer que encarna a la diosa. - El tiempo (la edad) pasa velozmente (TEMPUS FUGIT) y destruye todos los bienes materiales: belleza, riqueza, juventud, poder, etc. (VANITAS VANITATIS). Que el texto, en esta parte es un sermón lo demuestra el hecho de que invoca a la figura de Cristo, que se hizo hombre y triunfó sobre la muerte, para ofrecer al hombre la redención y ser ejemplo de la trascendencia de la vida eterna tras la muerte. Hecha esta reflexión general sobre la muerte, se llega a una conclusión plenamente cristiana: puesto que lo material es perecedero, efímero y los bienes terrenales se destruyen con el paso del tiempo, los cambios caprichosos de la Fortuna y la llegada de la muerte, el cristiano debe tener en cuenta que nuestra vida terrenal es sólo un camino, par otra vida mejor, que es la vida eterna. Por lo tanto, la actitud cristiana se atiene al tópico del COMTEMPTU MUNDI (menosprecio del mundo, desengaño) y la búsqueda de la vida eterna. - II) LOS MUERTOS. Coplas XIV-XXIV. Ejemplos que confirman la fugacidad de la vida terrena (caídas verticales de la prosperidad a la desgracia y la muerte). Originalidad de Manrique (“Dejemos a los troyanos”). Son todos casos de la historia reciente de Castilla, recuerdos frescos en la memoria del lector contemporáneo a los hechos. Así se hace eficaz el didactismo del poema y se da un tono más dramático a la fugacidad del tiempo y la vida. Se procura de este modo no sólo convencer al lector, sino conmoverlo. Se trata de un pasado cercano al presente y, además, vinculado al mundo cortesano y guerrero al que pertenece el autor y sus lectores. Esta parte se basa en el tópico del UBI SUNT?, pregunta retórica que inquieta al lector, porque la galería de personajes reales, individualizados (el rey don Juan, los infantes de Aragón, Enrique IV, el príncipe Alfonso, don Álvaro de Luna...) pasa ante nuestros ojos, ordenados en jerarquía (el rey, los nobles, las huestes), pero igualmente destruidos. La respuesta al UBI SUNT? Es invariablemente NADA, por lo tanto, todas las vidas desembocan inevitablemente en la muerte; esta certeza intensifica el desengaño con el que se contempla la vida terrenal. Los muertos representan ejemplos que ilustran la reflexión de las coplas precedentes. Los casos de muertos ilustres y célebres demuestran la fugacidad de la vida, los golpes adversos de Fortuna y la llegada irremisible de la muerte; son también ejemplos del poder igualatorio de la muerte, porque, a pesar de sus diferentes estados (su mayor o menor grado de poder, de riqueza), todos han sido víctimas de la muerte. ¿Se citan sólo personajes individuales o hay también menciones a grupos sociales? ¿A todos estos personajes qué les ha hecho perder la muerte? Aunque todos ellos pertenecen a un mundo cortesano, hay personajes individuales y grupos para demostrar que la muerte iguala a todos, a pesar de sus diferentes “estados”. Todos lo han perdido TODO, es decir, los bienes de los que gozaron en vida. Por lo tanto, su ejemplo debe impulsarnos a usar la vida como un camino de perfección y de virtud para merecer la vida verdadera, la vida eterna, en vez de atarnos a esos bienes perecederos y que sólo nos granjearían la condenación del alma. ¿Por qué la selección de los personajes célebres se hace entre los más cercanos a la época del autor? Para dar más eficacia al carácter ejemplar de sus “casos”, porque tanto para el autor como para el lector son personajes conocidos, próximos, que en la mayoría de los casos se han visto vivos y ahora están muertos. La selección hace la lista más verosímil y dramática. Destaca lo irremisible y contundente de la muerte. III) EL MUERTO. Coplas XXV hasta el final XL) Elegía propiamente dicha a don Rodrigo Manrique. Como se ve, el poema ha avanzado de lo general a lo particular (LA MUERTE-LOS MUERTOS-EL MUERTO). El elogio de don Rodrigo aborda un aspecto original, el de la vida de la fama, que adquiere un ámbito individual, frente a I y II. A la elegía o el lamento de la muerte se suma un panegírico (un elogio de sus virtudes y méritos, a través de exclamaciones, la comparación con personajes gloriosos. De don Rodrigo se puede decir que fue ejemplo de buen vivir (por el que gana fama, la otra forma de inmortalidad, ésta mundana pero valiosa, porque se logra con la virtud, es el reconocimiento del mérito de un individuo entre sus semejantes y salvación del alma) y morir cristiano, con la aceptación serena de la muerte por parte del difunto (que incluso pronuncia una oración). El estoicismo o resignación no existía en el género de las Danzas de la Muerte; la Parca atemorizaba a todos los mortales, que pretendían eludir su llamada, aunque sus intentos fueran siempre inútiles. Este aspecto macabro de las Danzas está ausente en las Coplas; la Muerte dialoga cordialmente con el difunto, no pretende atemorizarle, porque don Rodrigo asume con la aceptación de un buen cristiano este trago. La Muerte reconoce incluso los méritos y le asegura que recibirá el premio que merece por su vida virtuoso. Aquí no hay resistencia a la muerte, ni rebeldía, como en las Danzas, porque la Muerte es simplemente la culminación de una vida virtuoso y heroica. El diálogo entre la Muerte y el Maestre (coplas XXXIV-XXXVIII) es una dramatización , un “auto” de la muerte que subraya la promesa de la vida eterna (dimensión como cristiano) y la vida de la fama(dimensión como caballero)(idea renacentista; dejar memoria de la propia virtud entre sus semejantes). A través de este episodio se idealiza la vida de don Rodrigo y los valores que la han regido. Así que el personaje se ofrece como arquetipo, como ejemplo. Que el texto sea una elegía y el sermón moral dice algo bastante significativo en lo que se refiere a la relación entre el autor y el lector y la intencionalidad del poema. Rasgos formales: tono exhortativo y presencia de formas de imperativo, uso de 1ª persona plural (nosotros) que incluye al lector; el uso de un recurso didáctico de amplia tradición como la alegoría ( la vida como río, como camino, como viaje), las preguntas retóricas dirigidas al lector (la expresión de la pregunta tiene implícita una respuesta, que se siempre una intensificación del desengaño del mundo terrenal. Esa exhortación dirigida al lector sobre la vanidad de los bienes temporales frente a la eternidad (lo temporal, lo transitorio, lo caduco, lo perecedero, frente a lo eterno, lo durable) refuerzan la enseñanza del poema. Los fines de la elegía son DOLERE, DELECTARE, MOVERE (expresar dolor, agradar, conmover). La exposición de la realidad, a través del diálogo dramatizado entre la Muerte y el Maestre se suma a una reflexión doctrinal. La sentencia condensa la sustancia didáctica. La muerte de don Rodrigo puede representar a todas las muertes que, coronadas por la virtud, merecen gozar de la vida eterna y de la vida de la fama. Distingamos sus diversas partes: a) Elogio (panegírico) de don Rodrigo Manrique en su esfera individual, familiar (cualidades humanas) y en su esfera pública (militar, noble guerrero, que se gana el cielo matando moros, infieles) (Coplas XXV-XXXIII) b) Diálogo entre el Maestre y la Muerte (Coplas XXXIV-XXXVIII) Habla la Muerte (XXXIV-XXXVII). La Muerte, frente a las Danzas Macabras, no aparece ante don Rodrigo como un personaje terrible y amenazador, sino como un compañero que, conociendo de antemano su vida virtuosa, le anima a afrontar la muerte con serenidad y c0on la misma dignidad con la que ha vivido. Es la propia muerte la que le asegura que puede dejar este mundo (la vida terrenal) con la confianza de haber sido merecedor de la vida de la fama y de la vida eterna, porque ha vivido virtuosamente. Contesta don Rodrigo (XXXVIII) Serenidad cristiana ante la muerte, aceptación de la voluntad de Dios, ejemplo de bien morir. c) Innovación a dios (oración) de don Rodrigo Manrique (XXXIX). Don Rodrigo, en el momento de la muerte, se encomienda a Dios y pide su perdón (muerte cristiana). d) Muerte de don Rodrigo (XL) Vuelve a tomar la voz el narrador, Jorge Manrique, que describe la muerte de su padre rodeado de sus seres queridos, cristianamente,. Entregando su alma a Dios. Su vida y su muerte, virtuosas ambas, son el consuelo de los que quedan vivos, la memoria es consuelo. Se trata de una muerte ejemplar. Vida terrenal/ vida eterna / vida de la fama Vida terrenal: vida perecedera, no verdadera, “camino” ____________MUERTE Vida eterna: duradera, la verdadera vida desde el punto de vista cristiano, la salvación del alma _______________________________DIMENSIÓN ESPIRITUAL Vida de la fama (Gloria) rasgo prerrenacentista, que atribuye importancia a la opinión y a la valoración de los demás, es la dimensión pública de la virtud. Esta vida de la fama es más duradera que la terrenal, porque es el recuerdo que queda en los vivos de le existencia de un hombre virtuoso, tras la muerte. Tanto la vida eterna como la vida de la fama son dos formas de perdurar, dos formas de inmortalidad que alberga la esperanza de negar la muerte como fin de la existencia del hombre. El tema de la muerte en la tradición literaria anterior a las Coplas Antes del siglo XV las meditaciones sobre la muerte estaban concentradas en el ámbito de los clérigos. En el siglo XV, este tema se desarrolla con especial intensidad. ¿Cuáles son las causas? a) La insistente predicación de las órdenes mendicantes (meditación religiosa): brevedad de la vida, la vida es una peregrinación hacia la muerte... un paso a la vida eterna. b) Representaciones artísticas de la muerte: difusión de este concepto entre todas las clases sociales, como factor cultural. c) Razones histórico-sociales: la muerte es una amenaza contra los logros de la vida, como el bienestar, el desarrollo de las ciudades y la burguesía; las epidemias (la peste negra y su consiguiente desastre económico y demográfico)y las guerras (ligadas a la inseguridad política de Castilla en este siglo)... Todos estos factores determinan la conciencia de la muerte y mucho más que en otra parte de la población, en el guerrero, en el soldado, que consagra la vida al ejercicio de las armas y arriesga constantemente su vida en el tablero. Formas literarias: a) Elegía, que expresa el tópico del UBI SUNT?, que glosa la caducidad del poder, la belleza, la gloria; los bienes terrenales desaparecen con la Muerte. Ej: Decir (poema cortesano) “Decir a la muerte de Ruy Díaz de Mendoza”, de Ferrant Sánchez Calavera. O la elegía a Trotaconventos, del LBA. b) Danza de la muerte: poema en el que se personifica la muerte, que convoca a su danza a individuos de cualquier edad y condición social. Se basa en el tópico del poder igualatorio de la muerte. También se representa iconográficamente a través de la pintura, la escultura, en iglesias, cementerios, grabados de libros. Este género se difunde especialmente a finales del siglo XIV y durante el siglo XV. En la Edad Media, la muerte es vista desde una perspectiva plenamente cristiana, ascética; la muerte libera al individuo de la cárcel de esta vida y permite el salto definitivo hacia la eternidad. En el siglo XIV y XV, la muerte deja de verse con serenidad y aceptación; recibe denuestos y diatribas, acusaciones (ej. Llanto por Trotaconventos); se desarrolla el ansia por el goce de vivir. Las danzas macabras ofrecen una visión trágica del horror provocado por la muerte. El gusto por lo macabro provoca el temor a la muerte; iconográficamente se representa en detalles plásticos: la descomposición de la carne, la gusanera, la calavera, la agonía de la muerte. El único texto conservado en castellano de este género, y que tiene el aspecto de una representación teatral es la Danza general de la muerte, obra anónima de finales del siglo XIV. La acción se basa en el diálogo y su fuente posible podría ser un poema latino o la tradición popular. No se sabe bien. En él la muerte está personificada. Desfilan personajes que acuden a la llamada de la muerte mostrando resistencia y rebeldía contra ella. Esa galería de individuos pertenece a diversa condición y diversa clase social, aunque hay dos jerarquías, las de eclesiásticos y la de legos, que se suceden alternativamente, de mayor a menor. La obra posee, como se ha dicho, casi una estructura teatral, porque se produce un debate entre la muerte y el personaje convocado por ella a la danza. La muerte insiste en la brevedad de la vida y su presencia sin previo aviso; acusa a cada convocado de sus vicios y pecados, a veces representativos de su condición y clase social. Hay ironía y sátira social, pero el poder igualatorio de la muerte demuestra que la vida crea desigualdades y jerarquías que la muerte nivela. Ideología de la obra El poema es una suma de elementos medievales y anuncios renacentistas: -Temas: fugacidad de las cosas. VANIDAD DE VANIDADES, MEMENTO MORI, UBI SUNT QUI ANTE NOS IN HOC MUNDO FUERE? Se trata de una proyección religiosa del sentido de la existencia que liga el menosprecio del mundo de origen clásico con el estoicismo y la resignación cristiana ante la muerte. La Fortuna, cuya rueda está en continuo movimiento. Es un concepto pagano procedente del mundo clásico, que subrayaba la transitoriedad de los bienes de este mundo y su carácter inestable, con el concepto cristiano que establece que la Fortuna, en vez de ser una fuerza ciega, autónoma, está sometida y al servicio de la voluntad de Dios. El tiempo, inasible, conduce irremisiblemente a la Muerte, por lo tanto, la vida es efímera. La muerte ejerce un poder igualatorio (principio que ya estaba presente en las Danzas Macabras).