La esencia del cristianismo Ludwig Feuerbach (1841) (Tít. orig. Das Wesen des Christentums. Trad. Prof. Franz Huber. Edit. Claridad. Resumen.) INTRODUCCIÓN 1- LA ESENCIA DEL HOMBRE EN GENERAL La religión descansa en la diferencia esencial que existe entre el hombre y el animal, los animales no tienen ninguna religión. Pero, ¿en qué consiste esa diferencia esencial que hay entre el hombre y el animal? La conciencia, en el sentido estricto, sólo se encuentra allí donde un ser tiene como objeto su propia esencia, su propio género. El animal por cierto, puede tener como objeto de su observación la propia individualidad y por eso tiene la sensación de sí mismo, pero no puede considerar esa individualidad como esencia, como género. Sólo un ser cuyo objeto es su propio género, su esencialidad, puede tener por objeto de reflexión otras cosas o seres. Por eso el animal tiene solamente una vida simple. El hombre en cambio, posee una vida doble, pues para el animal la vida interior se identifica con la exterior. El hombre empero tiene una vida interior y una exterior. La vida interior del hombre es la vida en relación con su género, a su esencia. El animal no puede ejecutar ninguna función propia de su especie sin otro ser fuera de él, pero el hombre puede ejecutar la función propia de su especie, o sea: la de pensar y la de hablar –pues ambas son verdaderas funciones de la especie- independientemente de otro individuo. El hombre es a la vez para sí mismo el yo y el tu, él puede colocarse en el lugar del otro, precisamente porque no sólo su individualidad, sino también su género y su esencia, son los objetos de su reflexión. La esencia del hombre es el fundamento y el objeto de la religión. El hombre puede tener conciencia de la existencia de un ser infinito, mientras que el animal no dispone de conciencia sino de instinto. El hombre perfecto debe poseer las facultades del pensamiento, la voluntad y el corazón; razón, amor y voluntad son facultades de la esencia suprema y el fin de su existencia (la trinidad divina en el hombre). Dios es la esencia objetivada del hombre, y sólo a través del objeto (Dios) el hombre es consciente de sí mismo. Pero este objeto es religioso porque es objeto del sentimiento en el hombre (lo único que se puede objetivar y definir como esencia del hombre es la naturaleza del sentimiento; Dios es el sentimiento puro, ilimitado y libre). 2- LA ESENCIA DE LA RELIGIÓN EN GENERAL El objeto sensible existe fuera del hombre, el religioso se encuentra él, le es intrínseco –de ahí que sea un objeto que tampoco puede abandonar al hombre como la conciencia de sí mismo-, le e íntimo, y hasta el más íntimo, el más próximo objeto. “Dios”, dice por ejemplo Agustín, “nos está más cerca que los cuerpos sensibles y corporales, y por eso es más fácilmente conocible que ellos.”1 El objeto sensible es de por sí algo indiferente, es independiente del 1 De Genesi ad litteram, lib. V, c. 16. ánimo, de la facultad de juzgar; el objeto de la religión en cambio es un objeto exquisito: es el más absoluto, el primero y supremo; supone esencialmente un juicio crítico, o sea la diferencia entre lo divino y lo que no es divino. Vale por lo tanto aquí sin restricción alguna, la tesis que afirma: el objeto del hombre no es otra cosa que su esencia objetivada. La conciencia de Dios no es más que la autoconciencia del hombre, pero el hombre religioso no es consciente de que su conciencia de Dios es la autoconciencia de su esencia, y en esto reside la esencia de la religión, en esta carencia de conciencia. Lo que se pretende es demostrar que no existe contradicción entre lo divino y lo humano, que la única contradicción está entre la esencia y el individuo humanos, y que el contenido y objeto de la religión cristiana son humanos. La religión es la esencia infantil de la humanidad; pero el niño ve su esencia como si fuera de otro hombre –el hombre, cuando niño, se objetiva como si fuera otro hombre-. Por eso la evolución histórica en las religiones, consiste en que lo que en las religiones anteriores se consideraba como objeto, ahora es considerado como algo subjetivo, es decir, lo que antes se creía y se adoraba como Dios, se sabe ahora que es algo humano. La religión anterior es idolatría para la posteridad: el hombre hizo adoración de su propia esencia. El hombre se ha objetivado pero no se dió cuenta que el objeto era su propia esencia; la religión posterior hace este paso: cada progreso de la religión es, por lo tanto, un conocimiento más profundo de sí mismo. Hay personas que tratan de negar los predicados divinos pero no la existencia de Dios, y esto es imposible pues la necesidad de sujeto consiste en la necesidad de predicado (lo que es el sujeto depende de cómo sea el predicado). La separación entre sujeto y predicado surge cuando se piensa a Dios como algo abstracto, cuando sus predicados son mediatizados a través de la abstracción filosófica. Los predicados divinos (vale decir propiedades o determinaciones de Dios) son los mismos que los humanos, pero los católicos para eliminar esto se basan en la idea de que Dios es un ser infinito, un cúmulo infinito de predicados diferentes de los que sólo algunos son semejantes a nosotros. Pero es que el ser humano está formado por una riqueza infinita de predicados diferentes porque se realiza en la riqueza infinita de individuos diferentes. Y a esto hay que sumar que los predicados de Dios poseen la cualidad de que, poseyendo uno, poseo al mismo tiempo todos los demás, porque entre ellos no se encuentra ninguna diferencia real. La negación de predicados determinados y positivos de la esencia divina, no es otra cosa, que la negación de la religión, sólo que se quiere retener la apariencia de una religión, a fin de que no sea conocida como negación. No es otra cosa que un ateísmo sutil y astuto. La pretendida vergüenza religiosa de hacer de Dios, mediante predicados, un ser finito, sólo es el deseo irreligioso de no querer saber más nada de Dios, de desalojarlo de su espíritu. Quien teme ser un ser finito, teme existir. Cualquier existencia real, es decir, cualquier existencia que efectivamente sea existencia, es una existencia cualitativa determinada. Quien cree seria, real, y verdaderamente en la existencia de Dios, no se escandaliza de las propiedades de Dios, aunque algunas sean bastante humanas. El predicado es el verdadero sujeto, y ya que ha quedado patente que los predicados divinos son determinaciones de la esencia humana, también su sujeto será un ser humano. Parte I. LA ESENCIA VERDADERA, ES DECIR, ANTROPOLÓGICA, DE LA RELIGIÓN 3- DIOS, COMO SER DEL ENTENDIMIENTO El hombre establece una división entre el hombre y su propia esencia (Dios). Dios concebido como lo opuesto del hombre, como ser no humano, es decir, como ser personal, es la esencia objetivada del entendimiento. El "espíritu infinito", a diferencia del finito, no es más que la inteligencia separada de los límites de la individualidad y de la corporeidad, la inteligencia pensada o puesta por sí misma. Dios, como Dios, como ser no sentimental ni materialmente definido, no humano y no finito, es solamente objeto pensamiento; es el ser insensible, inconcebible, inimaginable, abstracto y negativo que no tiene ni forma ni figura; sólo es comprendido por la abstracción y la negación (via negationis) y por lo tanto es un objeto. ¿Por qué? Porque no es otra cosa que el ser objetivado de la fuerza del pensar, o en general de la fuerza o actividad (cualquiera que sea la designación que se le de), por la cual el hombre cobra conciencia de la razón, del espíritu de la inteligencia. Dios es la facultad del pensamiento realizada. Se atribuye falsamente una existencia sensible al ser pensado. La medida de tu Dios es la medida de tu entendimiento. Concibes a Dios como ilimitado: entonces, tampoco tu inteligencia es limitada. Concibes a Dios como un ser corporal, entonces la corporeidad es el límite de tu entendimiento, no puedes pensar nada sin cuerpo. En el ser ilimitado representas solamente la inteligencia ilimitada y declarando luego que ese ser ilimitado como Ser Supremo y más real de todos, entonces, en verdad, no dices otra cosa que; la inteligencia es el Ser Supremo. Todas las determinaciones de Dios son conceptos deducidos de la esencia del entendimiento. 4- DIOS, COMO ESENCIA MORAL O COMO LEY Un Dios que sólo expresa la esencia del entendimiento no es el Dios de la religión, no la satisface. Para que el hombre encuentre satisfacción en la religión, ésta debe contener algo diferente al entendimiento, y este algo, debe contener el núcleo específico de la religión: la perfección moral. Dios como ser moralmente perfecto no es más que la ley personificada de la moral. El Dios moral exige del hombre que sea como es él mismo, (esto es la propia conciencia del hombre). Pero la conciencia del ser moralmente perfecto, por ser una conciencia de un ser abstracto, nos deja fríos y vacíos, porque la distancia, el vacío que sentimos entre nosotros y este ser, es una conciencia no sentimental, pues la conciencia de nuestra nihilidad personal, y de la más sensible, o sea moral. La conciencia de la omnipotencia y eternidad divina frente a mi limitación en espacio y tiempo no me afecta, porque la omnipotencia no me manda a ser omnipotente y la eternidad no me exige ser eterno. Pero de la perfección moral no puedo ser conciente sin considerarla a la vez como una ley para mí. La perfección moral depende, por lo menos para la conciencia moral, no de la naturaleza, sino exclusivamente de la voluntad, es una perfección de la voluntad, es la voluntad perfecta. En una palabra: la perfección moral depende únicamente de la voluntad. La idea de ser moralmente perfecto es una idea práctica que exhorta a la acción y a la imitación, y me pone en tensión y en contradicción conmigo mismo (enfrenta al hombre con su propio ser como si fuera otro, y, encima, un ser personal). El amor es el principio de mediación entre lo perfecto y lo imperfecto, entre la ley y el corazón, entre lo divino y lo humano. Un ser exclusivamente moral no puede perdonar lo que va contra la ley de la moralidad, por tanto, si Dios es considerado como un ser que perdona los pecados, no se le considera un ser inmoral, sino un ser no-moral, supramoral; en una palabra, como un ser humano. 5- EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN O DIOS COMO SER SENTIMENTAL Es por la conciencia del amor por la cual el hombre se reconcilia con Dios o más bien consigo mismo, o sea con su ser que se le enfrenta en la ley, como si fuera otro ser. La encarnación no es otra cosa sino la aparición perceptible y efectiva de la naturaleza humana de Dios. Dios no se ha hecho hombre a causa de sí mismo; es la angustia, la necesidad del hombre –una necesidad que por lo demás hoy todavía reside en una alma religiosa- la causa de la encarnación. La antropología no considera la encarnación como un misterio especial y extraordinario; destruye, más bien, la ilusión de que detrás hubiera un especial misterio sobrenatural; critica el dogma y lo reduce a sus elementos naturales, innatos al hombre, a su origen interno y su centro, o sea, al amor. El dogma nos presenta dos cosas: Dios (forma diferente al amor; omnipotencia de un poder tenebroso no unido por el amor) y amor (es un simple predicado, ni es sujeto ni es ser). Mientras el amor no sea elevado al rango de sustancia de sujeto, mientras en el fondo del amor aceche un ser sin amor, demoníaco, con una personalidad diferenciable del amor que guste de castigar y ver sufrir, existirá el fanatismo religioso. Sin embargo, el amor es lo esencial en la encarnación, aunque todavía esté ligado a la noche de la conciencia religiosa. La encarnación es puro amor, sin diferenciar el divino del humano. La conciencia religiosa niega la capacidad de sufrimiento de Dios y, por tanto, la verdad de la religión. La encarnación es la certeza indudable del amor de Dios por el hombre. La manifestación sobre la Tierra fue limitada (tanto espacial como temporalmente), mientras que la esencia de la manifestación es eterna y universal. 6- EL MISTERIO DEL DIOS QUE SUFRE La determinación esencial de Cristo (el Dios humano) es la pasión. Dios en cuanto Dios es la suma de toda la perfección humana; Dios en cuanto Cristo es la suma de toda la miseria humana. El sufrimiento es el mandato supremo del cristianismo y su historia misma es la historia de los sufrimientos de la humanidad. Si los paganos mezclaban el júbilo del placer pecaminoso al culto de los dioses, los antiguos cristianos, mezclaban gemidos del corazón y del sentimiento con sus servicios divinos. La religión cristiana es la religión del sufrimiento2 los cuadros del sacrificado que hoy todavía vemos en todas las iglesias no nos representan a ningún redentor, sino sólo al sacrificado. El sufrimiento es el punto culminante del sentimiento cristiano, en el que se refleja el ser de su Dios. La religión es el reflejo del ser humano en sí mismo. El hombre de sentimiento sólo cree en un Dios sensible, él sólo puede creer lo que está en su propia esencia. 7- EL MISTERIO DE LA TRINIDAD Y DE LA MADRE DE DIOS Al hombre no le basta un ser sensible y sufriente, sólo un ser que abarque en sí al hombre total puede satisfacer al hombre entero- sensibilidad, sufrimiento y entendimiento. Esta necesidad es satisfecha por la religión, que une a la esencia divina otro segundo ser diferente de Dios, según la personalidad, pero idéntico con él según la esencia: Dios hijo diferente de Dios padre. Dios padre es el yo, el entendimiento, Dios hijo es el tú, el amor; pero amor con entendimiento, y entendimiento con amor, es ya espíritu, es el hombre total. Si el espíritu santo es la unidad de Dios y el hombre, ya no lo necesitamos, pues, para nosotros, esta unidad reside ya en el padre, y más todavía en el hijo. La tercera persona es innecesaria, pues es el amor, y, para el amor, dos son suficientes. El hijo no es más que el corazón divino, es decir, el corazón humano objetivado como ser divino. 8- EL MISTERIO DEL LOGOS Y DE LA IMAGEN DIVINA A los hombres no les hace feliz el Dios como ser abstracto de la razón, sino que, como seres de ánimo y sensibilidad, los hace felices sólo la imagen. La segunda persona en Dios es la esencia objetivada de la imaginación. El hijo es la necesidad satisfecha de ver en imágenes la esencia objetivada de la actividad imaginativa, como una actividad divina, absoluta. De ello se desprende lo desacertada que es la explicación dogmática, cuando olvidando la génesis intrínseca del Hijo de Dios como la imagen de Dios, quiere demostrar que el Hijo es un ser metafísico, un ser intelectual; porque el Hijo es en realidad caída de la idea metafísica de la divinidad. El Hijo es el principio supremo y último del servicio imaginativo; pues es la imagen de Dios. Pero este culto a un Dios que es esencia objetiva de la imaginación puede llevar a pensar que la iglesia hace culto a la imagen, y, por mucho que hagan diferencias entre imagen y objeto, acaban confensando sin querer que existe una santidad de la imagen. Otra determinación de la segunda persona en relación a la esencia de la imagen es que es la palabra de Dios. La palabra misma es un ser de la imaginación, pero, precisamente por eso, ejerce sobre el hombre un poder con efectos narcóticos y lo hace prisionero. La palabra es el pensamiento en imágenes. La palabra tiene una fuerza redentora; por eso los pecados que confesamos nos son perdonados gracias al divino poder de la palabra. La palabra es una imagen abstracta, es una cosa imaginaria o en tanto toda cosa, 2 “Sufrir lo malo es mucho mejor que hacer lo bueno.” Lutero (t. IV, pág. 15) también constituye un objeto del pensamiento, es una idea imaginada, por cuya razón los hombres, al conocer el nombre de una cosa, se imaginan que conocen también la cosa misma. La palabra es un producto de la facultad imaginativa; al soñar vivamente o al delirar, los hombres hablan. Lo que excita la fantasía hace hablar; lo que entusiasma hace elocuente. La facultad de hablar es un talento poético; los animales no hablan porque les falta la poesía. El pensamiento sólo se manifiesta en forma figurada; y la fuerza de la idea, para exteriorizarse, es la facultad imaginativa; pero ésta al exteriorizarse es lo que llamamos idioma. Quien habla encanta al hombre a quien habla. La palabra hace libre al hombre. Quien no puede expresarse es un esclavo. Por eso no pueden hablar ni la pasión excesiva, ni el dolor excesivo. Hablar es un acto de libertad: la palabra misma es libertad. Con razón se considera a la formación de la lengua como la raíz de la cultura; donde se cultiva la palabra, se cultiva la humanidad. 9-EL MISTERIO DEL PRINCIPIO CREADOR DEL MUNDO EN DIOS El origen del mundo es la conciencia de Dios de sí mismo: Dios piensa al mundo en cuanto se ha pensado a sí mismo; pensarse es generarse; pensar el mundo es crearlo. El hijo, el otro Dios pensado por sí mismo, es el principio de la creación del mundo. El hombre se siente dependiente del mundo porque también se siente dependiente de los otros hombres; sin los otros hombres el mundo no tendría sentido. En los otros el hombre adquiere claridad y conciencia sobre sí, y, así, también, adquiere claridad sobre el mundo. La diferencia entre el mundo y Dios, como creador del mundo, es, por lo tanto, formal y no esencial. La esencia de Dios es la esencia abstracta y pensada del mundo; la esencia del mundo es la esencia de Dios real, percibida por los sentidos. La creación no es más que un acto formal , pues lo que antes de la creación era objeto del pensamiento, del entendimiento, es puesto por la creación como objeto de los sentidos, pero según su contenido es lo mismo (aunque siga siendo inexplicable cómo del pensamiento de un ser puede proceder un ser real y material). El principio creador del mundo en Dios no es más que el acto de pensamiento objetivado según sus elementos más simples. 10- EL MISTERIO DEL MISTICISMO O EL MISTERIO DE LA NATURALEZA EN DIOS Una materia interesante para criticar las fantasías cosmogónicas y teogónicas la da la doctrina de la naturaleza eterna en Dios, que ha sido renovada por Schelling, quien la sacó de Jakob Böhme. Dios no es solamente un ser espiritual, sino también material, carnal, corporal; pero como el hombre es hombre y no se llama según su carne, según su espíritu, así también Dios. La doctrina mística enuncia esto sólo en imágenes oscuras, místicas, indeterminadas y ambiguas. En lugar de la expresión fuerte, pero precisamente por eso precisa y picante, “carne”, pone allí las palabras abstractas y ambiguas “naturaleza y principio”. Cuando el místico especula sobre la esencia de Dios, en realidad, lo está haciendo sobre la esencia de la naturaleza o del hombre. El ser divino es la esencia humana, el espíritu separado del hombre. La religión explica lo que es Dios fuera de la naturaleza. Dios es la esencia impersonal de la naturaleza; por ello no podemos explicar la naturaleza de Dios a partir del concepto de personalidad, porque esta naturaleza está fuera de la naturaleza, es algo abstracto. El hombre se diferencia de la naturaleza. Esa diferencia es su Dios, la diferencia de Dios con respecto a la naturaleza no es otra cosa que la diferencia del hombre con respecto a la naturaleza. La oposición entre panteísmo y personalismo se resuelve en la pregunta: ¿Es la esencia del hombre una esencia extramundanal o intramundana, sobrenatural o natural? El panteísmo identifica al hombre con la naturaleza –ya sea con rspecto a su apariencia sensible, ya sea con respecto a su ser deductivo-; el personalismo aísla, separa al hombre de la naturaleza haciendo de él un todo mientras que es una parte y lo convierte en un ser absolutamente propio. Por eso si queréis aclarar las cosas, cambiad vuestra antropología mística y equivocada a la que llamáis teología, con la antropología verdadera y especulad en la luz de la conciencia y de la naturaleza, sobre la diversidad o unidad de la esencia humana con la esencia de la naturaleza. 11- EL MISTERIO DE LA PROVIDENCIA Y LA CREACIÓN EX NIHILO La cumbre más alta del principio de la subjetividad, es la creación a partir de la nada. Así como la eternidad del mundo o de la materia no significa otra cosa sino la esencia de la materia, así la realidad de la materia, así la creación del mundo a partir de la nada, no significa otra cosa que la nihilidad del mundo. La creación de la nada es la expresión suprema de la omnipotencia y, como tal, está en la misma categoría que el milagro; pero como el milagro es imaginado, la creación de la nada también lo es, en cuanto que es un milagro originado. La creación de la nada al identificarse con el milagro también se identifica con la providencia, porque la idea de providencia es idéntica a la del milagro (la demostración de la providencia es el milagro). La creencia en Dios es la creencia en la significación divina de la esencia humana; pero la creencia en la providencia no es más que la creencia en la creación ex nihilo y viceversa. El hombre es fin y fundamento de la creación (aunque separe de sí su esencia como un ser personal diferente). El núcleo de la creación es la autoconfirmación de la esencia humana. 12- LA SIGNIFICACIÓN DE LA CREACIÓN EN EL JUDAÍSMO La doctrina de la creación proviene del judaísmo y tiene como principio básico el egoísmo. El hombre se ha separado de la naturaleza y la somete a su voluntad. El punto de vista de la teoría es el punto de vista de la armonía con el mundo; la naturaleza es vista como originada, pero no como creada en el sentido de la religión, la naturaleza es un fin en sí misma. Pero quien se sitúa en el punto de vista práctico y considera desde allí el mundo convirtiendo el punto de vista práctico en teórico se enemista con la naturaleza y la hace esclava de su egoísmo. El monoteísmo concentra al hombre sobre sí mismo, todo se crea de la nada, la naturaleza es arbitraria y sólo funciona con fines humanos; este es el egoísmo del judaísmo. Claro está que el israelita no podía tampoco, como hombre, como es fácil comprender, sustraerse a la contemplación y admiración teórica de la naturaleza, por razones prácticas. Pero sólo celebra el poder y la magnitud de Jehová, al celebrar el poder y la magnitud de la naturaleza. Jehová es para los israelitas fin y señor de la naturaleza, utilizan el poder de la naturaleza para celebrar el poder de Jehová y el poder de su autoconciencia. 13- LA OMNIPOTENCIA DEL SENTIMIENTO O EL MISTERIO DE LA ORACIÓN La religión cristiana es la judía purificada del egoísmo nacional; los milagros del cristianismo no tienen como objeto el bienestar de una nación, sino el bienestar del hombre. El cristianismo ha espiritualizado el egoísmo del judaísmo elevándolo a la subjetividad. El judaísmo es el cristianismo terrenal; el cristianismo es el judaísmo espiritual. Dios es el amor que satisface nuestros deseos y necesidades de sentimiento. Mediante la oración el hombre se asegura el cumplimiento de sus deseos; Dios contradice las leyes de la naturaleza para satisfacer las necesidades humanas. En la oración el corazón humano habla con su propia esencia y se siente feliz olvidando que hay un límite a sus deseos. La omnipotencia a la que se dirige el hombre en la oración es la omnipotencia del corazón, del sentimiento que rompe los límites del entendimiento. La omnipotencia ejecuta la voluntad del sentimiento; en la oración nos dirigimos a la omnipotencia de la bondad. En la oración el hombre adora su sentimiento considerándolo como divino. 14- EL MISTERIO DE LA FE, EL MISTERIO DEL MILAGRO La fe es la fe en la divinidad del hombre (si creo en un Dios tendré un Dios), la fe en Dios es el Dios del hombre. El milagro es el contenido esencial de la fe, es un deseo sobrenatural realizado. La diferencia entre el milagro y la razón no reside en el resultado sino en el modo de hacerlo. El milagro satisface los deseos de la manera que corresponde a la esencia del deseo (sin demora, sin estar vinculado a ningún límite). El milagro es absurdo e impensable, no tiene fundamento filosófico, es inexistente, y, como tal, imposible. Lo que hace que pueda ser pensado es que se introduce en la razón, el milagro, como un dato de los sentidos; el hombre engaña su razón introduciendo datos sensibles. La propiedad esencial del milagro es la de ser agradable al sentimiento, es satisfacerlo. Para los hombres de entendimiento la imaginación es un objeto, pero, para los hombre incapaces de distinguir la percepción subjetiva de la objetiva, la imaginación es igual a su sentimiento, es identica a su ser es su representación esencial objetiva y necesaria. 15- EL MISTERIO DE LA RESURECCIÓN Y DEL NACIMIENTO SOBRENATURAL El hombre no desea morir debido a su instinto de conservación. Detrás de este deseo reside la certidumbre de esta esperanza, pero la razón no puede cumplir esta esperanza. La resurrección de Cristo es la satisfacción del deseo humano de una certeza inmediata de su persistencia personal después de la muerte. El hombre subjetivo que vive en el sentimiento y la imaginación convierte sus sentimientos en regla de lo que debe ser, se rige por la arbitrariedad de su imaginación. Así como la resurrección, el nacimiento sobrenatural también conviene a los creyentes, porque la concepción inmaculada de María representa un acto de purificación de la humanidad porque el esperma del varón supondría el contagio del pecado original; además para la humanidad el proceso natural de generación es una abominación. La teoría no encaja porque haría falta que la virgen hubiera sido concebida por una madre también inmaculada. Los principios del cristianismo son contradictorios. 16- EL MISTERIO DEL CRISTO CRISTIANO O DEL DIOS PERSONAL Cristo es el sentimiento o corazón exteriorizado, es el redentor milagroso, el deseo realizado del sentimiento libre de las leyes de la moral, es un Dios que es al mismo tiempo hombre, y un hombre que es al mismo tiempo Dios. Cristo es el deseo realizado de ver a Dios tal como el sentimiento lo desea y necesita. Dios no es más que la esencia del hombre; y, que, como hombre, llegue a ser objeto para la conciencia, constituye el fin de la religión, fin que es alcanzado en Cristo, en la encarnación de Dios. Pero ver a Dios no es suficiente para el entendimiento porque la representación visual confirma únicamente el sentimiento. La pasión de Cristo es la última prueba, la seguridad suprema y objetiva de su realidad. Cristo es el Dios personal; es una falacia, pues, decir, que el cristianismo es la religión de tres personalidades (que sólo existen en la dogmática) y no de un Dios personal. La diferencia entre la religión cristiana y otras, es que en la cristiana corazón e imaginación están unidos, mientras que en las otras no. 17- LA DIFERENCIA ENTRE CRISTIANISMO Y PAGANISMO Toda la diferencia gira entorno al desprecio o no desprecio del mundo. Los cristianos son subjetivos, creen en un ser absoluto, extra y supramundano; mientras que los paganos son objetivos y permiten que lo otro del espíritu, la materia, viva. Los paganos menosprecian al individuo poniendo por encima la especie; mientras que los cristianos abandonan la especie y consideran sólo al individuo. Los paganos ven al hombre como un animal más, y los cristianos en oposición. Los antiguos sacrificaban el individuo al género; los cristianos, el género al individuo. Especialmente característica es la diferencia de cristianismo y paganismo respecto a la relación del individuo a la inteligencia, al entendimiento y al nous. Para los paganos el entendimiento es la esencia del hombre, es una esencia universal; para los cristianos una parte de sí mismo. Para los paganos la inteligencia, el género, era inmortal, es decir, divino; para los cristianos lo era el individuo. Existe una diferencia crítica y cualitativa entre los hombres; el cristianismo borra estas diferencias porque no reconoce ninguna diferencia entre el género y el individuo. 18- EL SIGNIFICADO CRISTIANO DEL CELIBATO VOLUNTARIO Y DE LA VIDA MONÁSTICA. El hombre religioso tiene a Dios como su única necesidad, la necesidad del género humano está en un segundo plano para él. Dios representa el género, y es, en la renuncia del mundo, en el aislamiento, cuando se experimenta la necesidad de Dios, lo que Dios es y debe ser para mí. El fundamento de la salvación es Dios, la relación inmediata a Dios. Hay que romper con el mundo, con la materia, con la vida de género, y esto se realiza de manera sensible en la vida monacal. La manifestación sensible de esta renuncia espiritual es la vida claustral, la vida ascética es fundamentalmente la vida celestial tal y como se manifiesta y puede manifestarse en este mundo. La libertad espiritual se alcanza renunciando a las cosas sensibles. Pero esto contradice al cristianismo de hoy en el que el Señor sólo quiere una libertad espiritual libre de sacrificio. En la esencia del cristianismo reside que la vida de celibato es la única no mundana y sobrenatural. Así como el cristiano no tiene necesidad de cultura (vida monacal), porque es un principio mundano contrario al sentimiento, tampoco tiene necesidad de amor natural. El hombre necesita de otra parte para producir la totalidad, pero el cristiano se comprende en su subjetividad trascendente y sobrenatural como un ser perfecto por sí mismo. El cristiano excluye del cielo la vida conyugal: allí termina la especie, allí viven solamente individuos puros, asexuales, “espíritus”, allí reina la absoluta subjetividad y por lo tanto el cristiano excluye de su vida al instinto sexual y a la vida conyugal; niega el principio del matrinonio como un principio pecaminoso y rechazable; porque la vida verdadera y no contaminada es la vida celestial. 19- EL CIELO CRISTIANO O LA INMORTALIDAD PERSONAL El cielo es la vida subjetiva absoluta, sobrenatural, libre de género y asexuada; y es allí donde el género desaparece de la conciencia donde alcanza certidumbre la vida celestial. La fe en la inmortalidad personal, en la vida celestial e inmortal, se identifica con la fe en el Dios personal. La personalidad ilimitada es Dios, pero la personalidad celestial e inmortal no es más que la personalidad sin límites; la diferencia consiste en que Dios es el cielo espiritual y el cielo es el Dios sensible. Actualmente Dios es el reino celestial, en el futuro el cielo será Dios. Existe una unidad de la personalidad divina y celestial. La fe en la inmortalidad del hombre es la fe en la divinidad del hombre; la fe en Dios es la fe en la personalidad inmortal. Dios no sería Dios si el hombre no fuera inmortal, porque la existencia de Dios depende de su propia existencia. Parte II. LA ESENCIA FALSA, ES DECIR, TEOLÓGICA, DE LA RELIGIÓN 20- EL PUNTO DE VISTA ESENCIAL DE LA RELIGIÓN La religión apela al sentimiento. El punto de vista esencial de la religión sobre el mundo es práctico o subjetivo, y, por lo tanto, Dios es un ser puramente práctico o subjetivo que sustituye la necesidad de una concepción teórica. Dios no es objeto ni del pensamiento ni del conocimiento. La visión práctica es egoísta, es en la que me relaciono con las cosas por amor de mí mismo; mientras que la visión teórica está llena de alegría y encuentra satisfacción en sí misma. Dios es esencialmente un objeto de la religión, no de la filosofía; es un objeto del sentimiento, no de la razón; es un objeto de la necesidad del corazón, no de la libertad del pensamiento; en una palabra, es un objeto, es un ser que no expresa la esencia desde el punto de vista teórico sino desde el punto de vista práctico. La visión falsa de la religión es considerar a Dios como la visión pura, la vida de la teoría; como no tienen un enfoque teórico, sino práctico, rellenan ese hueco con Dios. La esencia teórica de la religión es un ser particular, Dios. 21- LA CONTRADICCIÓN EN LA EXISTENCIA DE DIOS La religión es el comportamiento del hombre frente a su propio ser pero frente a su propio ser no como si fuera el suyo, sino como si fuera de otro ser distinto de él y hasta contrario a él y ahí reside su falta de verdad, su límite, su contradicción con la razón y la moral, de allí proviene la fuente perniciosa del fanatismo, de allí el principio supremo metafísico de los sacrificios humanos; en una palabra: ahí se forma la base de todas las atrocidades, de las horrorosas escenas en la tragedia de la historia de las religiones. La religión es la percepción de la esencia humana como esencia de otro ser existente por sí mismo, es la relación que el hombre sostiene con su propia esencia; pero la teología ha convertido la separación primitivamente involuntaria entre hombre y Dios en una diferenciación deliberada. La teología convierte el ser divino en otro ser mediante una prueba formal. Parece que las pruebas de la existencia de Dios contradicen la esencia de la religión, pero es, solamente, porque, parece, que si la existencia se piensa separada, se origina la apariencia de que Dios sería algo solamente pensado, apariencia inmediatamente eliminada porque la prueba demuestra que la existencia de Dios ha de ser real porque si no podría existir algo más perfecto que él. Pero entonces hay una contradicción entre el Dios pensado y el Dios real que nos lleva irremediablemente al ateísmo. Sólo la imaginación resuelve la contradicción de una existencia simultáneamente sensible y no sensible. La imaginación es el verdadero lugar de una existencia ausente, no presente a los sentidos, pero, sin embargo, sensible según su esencia. 22- LA CONTRADICCIÓN EN LA REVELACIÓN DE DIOS Las pruebas racionales de la existencia de Dios son subjetivas; mientras que la prueba objetiva de la existencia de Dios, la única verdadera de su existencia, es su revelación. La creencia en la revelación es la certeza de que aquello en lo que se cree, lo que se imagina, existe. Para el sentimiento religioso no existe la teoría, sólo la práctica, los hechos. Los hombres no podemos saber nada de Dios si no es a través de la revelación, en la que Dios habla de sí mismo. Pero, Dios, en el proyecto de su revelación, no depende de sí mismo, sino de la capacidad intelectual del hombre (lo que sabemos de Dios pasa del hombre a Dios y vuelve al hombre). Por eso no existe ninguna distinción real entre revelación divina y la razón o naturaleza humana. De esta manera se confirma que el misterio de la teología no es más que antropología. 23- LA CONTRADICCIÓN EN LA PROPIA ESENCIA DE DIOS Dios es la esencia humana, y, sin embargo, debe ser un ser diferente, sobrehumano. En el "debe ser" siempre se niega lo que se afirma en el "es". La contradicción existente en el concepto fundamental sólo se disimula mediante sofismas. Una característica de la sofística cristiana es la incomprensibilidad del ser divino. La incomprensibilidad es transformar en desconocido lo conocido, en sobrenatural lo natural,... La incomprensibilidad religiosa no es la incapacidad de comprensión última de falta de entendimiento, sino el primer impacto que sobre el sentimiento ejerce la imaginación. La cualidad del saber es la misma en el hombre y en Dios, la diferencia es que la cantidad de saber en nosotros es limitado, mientras que la religión elimina estos límites. La diferencia originariamente sólo cuantitativa entre la esencia divina y la humana ha sido desarrollada por la reflexión en el sentido de una diferencia cualitativa; por eso, lo que en un principio fue una emoción del sentimiento, una impresión de la imaginación sobre el sentimiento, ha sido fijado como una cualidad objetiva, como real imcomprensibilidad. 24- LA CONTRADICCIÓN EN LA DOCTRINA ESPECULATIVA DE DIOS La personalidad de Dios es la personalidad enajenada y objetivada del hombre. El saber que el hombre tiene de Dios es el saber que el hombre tiene de sí mismo, de su propia esencia. Es necesario que Dios sea pensado y conocido. Dios se piensa a sí mismo y es pensado por los demás. A Dios no le es imprescindible para conocerse el ser pensado por los hombres, pues ya se piensa él, pero le hace falta ser conocido (la creación es la manera de revelarse de Dios) porque si no sería únicamente una posible persona, un ser imaginado. La conciencia que el hombre tiene de Dios es la conciencia de sí de Dios y la conciencia humana en sí es la conciencia divina; por lo tanto, al hombre no le hace falta enajenar su conciencia. Sólo la unidad de conciencia y esencia es la verdad (hay que tener conciencia de que la esencia divina no es más que la esencia humana); la unidad de la esencia humana llegará cuando reconozcamos la teología como antropología. Toda identidad que no es unidad verdadera es una contradicción. 25- LA CONTRADICCIÓN EN LA TRINIDAD La religión o más bien la teología, no solamente objetiviza el ser humano divino, como ser personal, sino que representa también las determinaciones, o las diferencias fundamentales de ésta como personas. Por eso la trinidad es, originalmente, la suma de las diferencias esenciales fundamentales que el hombre percibe en la esencia del hombre; pero, la teología, ha convertido estas distinciones de la esencia humana en personas divinas. Son tres personas, pero no son esencialmente distintas. La característica esencial de la realidad personal, el elemento politeísta, es excluido, negado como no divino; pero, precisamente por esta negación su personalidad se convierte en una apariencia de la imaginación. Las relaciones de las tres esencias no deben ser meras relaciones y dependencias, sino personas reales, seres y sustancias. Se afirma entonces, la verdad del plural, del politeísmo. Esta es la resolución del misterio sagrado de la trinidad: engaños, contradicciones y sofismas. 26- LA CONTRADICCIÓN EN LOS SACRAMENTOS Los sacramentos (elementos subjetivos de la religión) son: el de la fe el bautismo y el del amor la comunión. La primera contradicción es que una materia natural como el agua tenga efectos sobrenaturales. El bautismo es un milagro, y, si los milagros (el milagro causa la fe) no contradicen la religión, tampoco ha de hacerlo el bautismo. Si se recurre a la experiencia esto no tendría fundamento, pues el único es la fe, y todas las verdades sobrenaturales (fe) contradicen la experiencia. La contradicción de la comunión es que el objeto de ésta es el cuerpo de Cristo, un cuerpo real, pero al que le faltan los predicados necesarios de la realidad. La contradicción de la religión es, como hemos podido comprobar, simultanear lo material con la subjetividad. La fe es el poder de la imaginación que convierte lo real en irreal y a la inversa; contradice la razón y los sentidos. La imaginación convierte lo objetivo en apariencia y la existencia imaginada en real; pero, según la verdad, lo realmente objetivo es sólo la materia natural. 27- LA CONTRADICCIÓN DE LA FE Y DEL AMOR El amor identifica a los hombres con Dios y viceversa, y, por lo tanto, a los hombres con los hombres; mientras que la fe separa a Dios del hombre y al hombre del hombre. La fe es egoísta, porque beneficia sólo a los cristianos y condena a los que no lo son; el amor cristiano es el amor sobrenatural que ama sólo lo cristiano, y esto no es el amor verdadero, el cual no hace este tipo de distinciones. La fe es lo contrario del amor: el amor se identifica con la razón y es de naturaleza libre libre y universal, pero la fe es de naturaleza estrecha. A la religión cristiana se la ha acusado de ser la culpable de numerosas abominaciones a lo largo de la historia, y éstas han surgido del cristianismo porque provienen de la fe (todas las acciones que contradicen al amor y la razón provienen de la fe). La fe se eleva por encima de la leyes de la moral natural. Pero para que la fe sea buena y verdadera ha de estar limitada por la moral porque una fe indiferente respecto del amor contradice la razón, el sentimiento moral. Una fe que no se manifiesta por medio del amor no es verdadera; pero esta limitación no proviene de la fe misma. Pero aunque los enemigos de la religión cristiana que hacen a ésta culpable de estas abominaciones tengan razón, por otro lado no la tienen, pues la religión no es sólo fe, sino tambien amor; estos actos contradicen y corresponden a la vez al cristianismo. Con respecto al amor, el que está unido a la fe es falso, pues el amor no conoce otra ley que sí mismo. La contradicción del amor es que esté limitado por la fe cuando es divino por sí mismo; pero también es una contradicción que, estando limitado por la fe, opine que los actos de odio que se hacen, se hacen por amor de Dios. Este no es el verdadero amor: el amor verdadero se basta a sí mismo, no necesita de ninguna autorización, es la ley universal de la inteligencia y de la naturaleza. 28- APLICACIÓN FINAl Se ha demostrado que el contenido de la religión es humano, que la teología es antropología y que el misterio del ser divino es la esencia humana. No se pretende destruir la religión, sino criticarla y ver su verdadera verdad. Lo que es primero para la religión, Dios, es segundo de acuerdo a la verdad, siendo lo primero el hombre y Dios un vehículo para conocerse a sí mismo. La religión es la primera conciencia que el hombre tiene de sí mismo. Lo que es sagrado para la religión porque son mandamientos divinos,... debe ser sagrado para ti, en y por sí mismo. Lo que hay que hacer con la religión para destruir la ilusión y restablecer la verdad es, invertir las consideraciones religiosas, ver lo secundario para ella como principal, lo que es un medio como un fin.