Comentario a la ponencia de Lorena Fríes Monleón, Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres. Alejandra Valdés Barrientos Consultora UN-INSTRAW La ponencia de Lorena Fríes plantea con gran acierto los problemas y desafíos en el camino a la paridad en el Gobierno de Bachelet, dando cuenta de la voluntad política de la Presidenta y de la articulación política de las mujeres de partidos políticos en relación a los avances en el acceso a la toma de decisiones y las estrategias de paridad. Mostrando también que estas estrategias no logran desafiar las lógicas dominantes, dado que se confronta con lógicas de género, en que lo que predomina es un sistema de legitimidad política masculino y patriarcal. O dicho de otra manera, muestra que el cambio político generado en los ochenta, con la conformación de la Concertación de Partidos por la Democracia, tiene un sello que es masculino y persiste el pacto entre hombres. Uno de los elementos que quedan claro es que la paridad se constituye en “cambios que operan en distintos niveles (institucional, político y simbólico al menos) que afectan a unos grupos mas que a otros, pero que en definitiva debieran importar un cambio en la representación de la política, en el ejercicio de la política y también en la cultura de los hombres y mujeres ciudadanos/as chilenas.” Entonces la paridad en la participación en los asuntos de estado y la toma de decisiones, tiene como objetivo la ruptura de las exclusiones, con un horizonte que es la igualdad y la libertad. Pero como “señala Amorós, lo importante no es sólo que las mujeres estén en el espacio público, sino lo que dicen en él.1 y -yo agrego- que estrategias acuerdan para hacer posible no sólo una mayor presencia, sino que también la modificación de la cultura política, de modo tal que en esa práctica las mujeres construyan su autonomía política. Entendiendo que ésta sólo se puede construir desde la práctica política y no puede ser otorgada por los otros. 1 Citada por Rosa Cobo, Multiculturalismo, democracia paritaria y participación política. Universidad de La Coruña. Publicado en POLÍTICA Y SOCIEDAD, Madrid, nº 32, 1999. En http://www.nodo50.org/mujeresred/rosa_cobo-multiculturalismo.html (consultado 25 de mayo de 2009) Comentario a la ponencia presentada por Lorena Fríes en el Panel “Avances y Desafíos en torno a la Autonomía Política de las mujeres” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad Vale también subrayar que el cuestionamiento realizado por la autora, es hecho desde una mirada puesta en el feminismo y su relación con los procesos democráticos, donde a decir de Boaventura de Sousa Santos2, ésta relación nos enfrenta –pareciera permanentementecon las tensiones que producen las fuerzas de regulación y las fuerzas de emancipación. Lo que quiero señalar además, es que el proceso de construcción de la paridad está asentado en un contexto en qué además los partidos políticos pierden sus anteriores capacidades mediadoras entre sociedad civil y estado y no logran renovar sus mecanismos internos, cruzados también por viejas dinámicas de distribución de recursos y de poder, apostando para sobrevivir más a las regulaciones que a las fuerzas emancipadoras o libertarias y por tanto, distanciando su relación con sus propios militantes y más aún con la ciudadanía y muchas veces siendo un escollo para avanzar en los problemas y propuestas que instala la sociedad civil. Lo que podría explicar la distancia entre las estrategias de las militantes de partidos por la legislación de cuotas en el país, con las integrantes del movimiento feminista o de otras organizaciones de la sociedad civil, asunto que en otros países de América Latina o España ha significado una estrategia consensuada y sostenida. En este contexto, vale señalar que el movimiento de mujeres/feminista en el país, avanza en una mirada más compleja del Estado, si bien, tiene debilitamientos y fragmentaciones, al igual que el conjunto de los movimientos sociales, continua asumiendo desde sus distintas formas orgánicas actorías que realizan presión política, que desarrollan y traspasan capacidades técnico-políticas para la formulación de políticas públicas y lo que no es menor busca espacios de incidencia con diversos niveles del Estado, para lograr cuajar el sentido de su acción: y que más allá de las estrategias de acción positiva temporales, se logre la igualdad en la diferencia. Es claro que las estrategias de paridad construida por la Presidenta Bachelet, hoy abren un horizonte de futuro distinto al que teníamos hace tres años frente a la participación política de las mujeres y su autonomía. Sin embargo, nos obliga a analizar que es lo que sucede más 2 De Sousa Santos, Boaventura.. “De la mano de Alicia. Lo social y lo político en la postmodernidad” ”. Siglo del Hombre Editores, Facultad de Derecho Universidad de los Andes, Ediciones Uniandes. Santa Fé de Bogotá. 1998 (Consulta 27 de mayo de 2009) Comentario a la ponencia presentada por Lorena Fríes en el Panel “Avances y Desafíos en torno a la Autonomía Política de las mujeres” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad allá de la representación política en instancias estatales. Por ello, utilizando como contexto el análisis realizado por Lorena, me permitiré analizar cuáles son los aportes gubernamentales de este período para lograr potenciar las prácticas políticas de las mujeres de la sociedad civil. Es decir, cómo se han cumplido los compromisos contraídos en el Programa de Gobierno de Bachelet, en el área de la participación ciudadana, más allá de las propuestas referidas a la paridad. El Programa3 planteaba renovar el compromiso por un diálogo abierto y franco entre los ciudadanos y sus autoridades para que las organizaciones de la sociedad civil se constituyan en base del poder social. A se suman los compromisos explicitados en la Agenda de Género de la Presidenta/SERNAM, para perfeccionar el proyecto de ley sobre participación ciudadana, garantizando la participación de las mujeres e impulsar un marco legal que regule y favorezca el financiamiento estable de las organizaciones sin fines de lucro. Lo que estaba acompañado de incorporar criterios de género a la selección de proyectos del Fondo de Organizaciones de Interés Público, que ejecuta la División de Organizaciones Sociales, e incorporar a la Defensoría del ciudadano la dimensión de equidad de género. Es claro que debido a la falta de mayoría parlamentaria los proyectos de ley que buscan promover un mayor ejercicio ciudadano, se estancan en el Parlamento. Tras incontables trámites parlamentarios y depuraciones, el proyecto de Ley de Asociaciones y Participación Ciudadana en la Gestión Pública y el proyecto que crea la Defensoría de las Personas son expresión de ello, con el consiguiente cansancio de varias actorías sociales. Ahora se ha instalado un "Instructivo presidencial sobre participación ciudadana en la gestión pública". No obstante, éste instructivo debe ser implementado de forma integral por los servicios públicos, los cuáles tienen objetivos y lineamientos muy heterogéneos para dar cumplimiento a esta misión. De manera que la posibilidad de que realmente existan espacios deliberativos y de dialogo con la ciudadanía son escasas, en un ámbito en 3 Estoy Contigo. Programa de Gobierno. MICHELLE BACHELET. 2006-2010. http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/20051018/asocfile/ASOCFILE120051018162635.pdf (Consulta Comentario a la ponencia presentada por Lorena Fríes en el Panel “Avances y Desafíos en torno a la Autonomía Política de las mujeres” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad que se pueden observar dificultades para generar espacios deliberativos, cuando se trata de instancias de la sociedad civil con capacidad de control ciudadano sobre la gestión y cumplimiento de las políticas públicas. Muestra de ello, es que aún cuando los Consejos de la Sociedad Civil serían de carácter consultivo y no deliberativo, muchos servicios no están dispuestos a su instalación y sigue siendo un problema de voluntad política de la autoridad respectiva. Por otro lado, el compromiso de promover y visibilizar a las líderes y dirigentas que participan en los ámbitos locales y comunitarios, va de experiencias como iniciativas de formación para fortalecer candidaturas a fortalecer la participación en instancias asociadas a la ejecución de programas sociales, expresión que es mayoritaria. Con la dificultad presente en el aparato público, tanto a nivel central como regional, de que no existen las capacidades para gestionar programas participativos, que además contengan enfoque deliberativo y mucho menos que éste se vincule con un enfoque de género centrado en la promoción de la ciudadanía activa de las mujeres. En la actualidad nos encontramos frente a una decisión presidencial, que busca generar instancias de participación, pero con servicios públicos con dificultades para instalar un enfoque deliberativo, en el entendido que no son los servicios públicos los llamados a construir la sociedad civil, sino lo que les corresponde es establecer y convocar instancias de diálogo, cogestión y/o negociación entre las distintas actorías sociales y el aparato público. Por ende, nos encontramos con dificultades para vincular género y participación, ya que los avances se ven circunscritos a la convocatoria a mujeres a instancias de participación, lo que muchas veces se traduce sólo en participación que es instrumental a los objetivos del programa y no necesariamente a los intereses de las mujeres. Dicho de otro modo, la articulación que las mujeres hacen entre el sistema doméstico y comunitario de cuidado con el sistema público se continua sustentando en una visión instrumental de la participación. Comentario a la ponencia presentada por Lorena Fríes en el Panel “Avances y Desafíos en torno a la Autonomía Política de las mujeres” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad Es evidente entonces que la deuda está instalada con las actorías sociales de las mujeres, pero en este plano con la sociedad civil en general. Y aún cuando existe en el país una convocatoria y la construcción de diferentes referentes organizacionales desde el estado, generando un entramado de presupuestos participativos, concejos de desarrollo locales, de salud, mecanismos de cuentas públicas y otros, esto coexiste con una practica mayoritaria en que predomina una concepción instrumental o consultiva de la participación y que se aplica en iniciativas parceladas a nivel de servicios públicos. De otra parte, la comunidad es vista en su heterogeneidad, por tanto se propicia atenderla en torno a demandas específicas y por tanto, las mujeres son funcionarizadas, lo que aporta a incentivar nuevas estructuras organizacionales con intereses corporativos y clientelares. De otra parte, la modernización de la gestión pública ha introducido una cultura organizacional de ejecución programática, basada en metas de gestión que se miden generalmente en número de atenciones o de usuarias, que están a la base de la asignación presupuestaria. Entonces la evaluación del cumplimiento se basa en resultados cuantificables y no en los efectos que podría producir una política participativa. Se cuenta cuanta gente asistió a una reunión y no en los efectos en términos de fortalecimiento de la participación. Esto evita cualificar la acción, sino observar lo que es cuantificable. Esto impide flexibilidad en el accionar público e impide la acción con actorías diversas y más aún obstruye la generación de iniciativas autónomas. En este sentido, las capacidades desarrolladas por los funcionarios públicos para el impulso de la participación ciudadana y el fortalecimiento de la sociedad civil son insuficientes. Es importante señalar nuevamente, que la variedad de esfuerzos desplegados por las mujeres, con porfia y perseverancia, no siempre son sistematizados e historificados, de manera de reconocer procesos, aprendizajes y lecciones para que sean parte del aprendizaje de otras y por que no, para que sean utilizados como parte de la implementación de políticas que tengan verdaderamente un carácter deliberativo. Comentario a la ponencia presentada por Lorena Fríes en el Panel “Avances y Desafíos en torno a la Autonomía Política de las mujeres” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad Ahora bien, me interesa hacer una reflexión sobre el sentido de la acción política y social desde el campo de acción feminista, -y aquí me refiero a todas aquellas que luchan por los derechos de las mujeres y relevan otras discriminaciones como una forma de visibilizar las distintas dimensiones de la exclusión-. en este escenario en que las posibilidades de incidir desde el accionar político colectivo en la generación de las políticas públicas a las que aspiramos, se va a dar “no por la gravedad del problema que origina la demanda, ni por la legitimidad que el propio movimiento logre, sino por la legitimidad que se logre en públicos más amplios”, a decir de Virginia Guzmán. Es decir, la superación de la exclusión de las mujeres de la toma de decisiones con voz para defender los derechos de las mujeres, obliga a re/conversar lo que Lorena llama el pacto político entre mujeres Otro elemento que no puedo dejar de nombrar en tanto Presidenta del Fondo Alquimia, es que para lograr la autonomía política de las mujeres, tanto como política de presencia, como de representación y de reconocimiento, se requiere también generar estrategias que permitan recaudar recursos de manera autónoma, de tal manera de transferir o redistribuir recursos entre las propias mujeres para el logro de objetivos comunes. El acceso a recursos estatales para la participación es un derecho, pero la generación de mecanismos propios y autónomos, debe ser una estrategia de presente y futuro que permita a distintas organizaciones, contar con autonomía económica para la autonomía política, en tanto estrategia sustentada por el propio movimiento y su accionar. Santiago 29 de mayo de 2009 Comentario a la ponencia presentada por Lorena Fríes en el Panel “Avances y Desafíos en torno a la Autonomía Política de las mujeres” del Seminario Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad