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REPORTAJE. SANIDAD/PROTESTA
Sin recursos ante el Trastorno Límite de
Personalidad
Juan García muestra la queja que presentó en la
conselleria de Salud. Foto: M.F.
El padre de una afectada protesta por la
falta de una unidad para tratar la
patología de salud mental más frecuente
M.FERRAGUT. PALMA. La hija de Joan
García tiene 26 años. Hace seis fue
ingresada en la Unidad de Psiquiatría por
un intento de suicidio cortándose en las muñecas. En ese momento, le diagnosticaron un
Trastorno Límite de Personalidad (TLP), una enfermedad que a pesar de ser la dolencia de
salud mental más frecuente, es una de las grandes desconocidas. Desde entonces, Joan ha
estado esperando que la sanidad pública le ofrezca a su hija el tratamiento que requiere e
incluso ha presentado una queja formal. Ha sido en vano.
Esta enfermedad afecta a más del 2% de la población y se manifiesta de muy diferentes
maneras, partiendo de una característica principal: una gran inestabilidad a nivel emocional,
interpersonal y de identidad, que afecta a todos los aspectos de la vida del enfermo y de los
que le rodean. Se estima que el 70% de los casos tiene conductas suicidas.
Así aparece en la página web de Fundación Privada ACAI-TLP de Ayuda e Investigación asociación catalana a la que se ha dirigido Joan a falta de una entidad específica en las islas-.
En dicho sitio, entre otras características, se habla de que los enfermos presentan una mezcla
de diferentes síntomas y problemáticas que pueden variar de un día a otro, reacciones
emocionales fuertes y desproporcionadas, frecuentes problemas de convivencia, relaciones
familiares conflictivas, crisis frecuentes y necesidad de tratamiento especial, combinando la
medicación con una psicoterapia.
Precisamente este tratamiento específico es lo que Joan reclamaba en la queja que dirigió el
pasado mes de septiembre al conseller de Salud, Vicenç Thomàs, y al director general del IBSalut, Josep Mª Pomar. Pide infraestructuras, una unidad concreta para tratar a estos enfermos
-algo que Joan cree que podría hacerse aprovechando la apertura de Son Espases- así como
personal dedicado en exclusiva. Sino, solicita un traslado a los centros que ya existen en
Zaragoza y Málaga dedicados al TLP, "igual que hacen con los quemados cuando los trasladan a
Barcelona".
Este trastorno le cambió la vida a su hija, que hace un mes fue declarada "incapacitada para
gobernar su persona y sus bienes". Otra de las consecuencias de este enfermedad es la ruptura
de una familia que, ante unas relaciones imposibles, ha renunciado a vivir con ella y ha
delegado en la Fundación Aldaba la responsabilidad de ser su tutor. Hasta en dos ocasiones les
agredió, motivo por el que la denunciaron buscando así un ingreso obligatorio en un centro
específico, pero tampoco sirvió de nada porque "la Justicia no está preparada para estos
casos".
Su historial habla de ansiedad, ánimo bajo, elevada impulsividad, sentimiento de insuficiencia y
de vacío, conductas agresivas a sí misma, consumo de drogas y antecedentes de trastornos
alimentarios.
Todos estos síntomas son los que observan Joan y los médicos en esta chica que desde los
nueve años recibe tratamiento psicológico. Este hombre denunciaba en su escrito que, como es
frecuente en estos pacientes, desde que ha sido diagnosticada ha cambiado de médico en tres
ocasiones. También narra que ha ido "multitud de veces" a Urgencias por ingesta de
medicamentos y alcohol, así como por una intoxicación de cocaína, y que ha sido ingresada
bastantes veces en la Unidad de Agudos, donde ha permanecido hasta 15 días -el máximo
permitido- y se le ha cambiado la medicación, pero sin tener sesiones psicoterapéuticas.
Hace dos años, iba a una psicoterapia grupal específica para TLP, pero ahora "ya no sé si la
hacen; no nos llamaron para volver este años". Actualmente, un psiquiatra la visita una vez
cada dos meses y una psicóloga, cada veinte días, con sesiones de 15 minutos. "¿Es esto
suficiente?".
El mismo psiquiatra y la psicóloga coincidieron en señalar que debido a la evolución del cuadro
clínico resulta "muy difícil" trabajar a nivel ambulatorio con los problemas de esta paciente. La
psicóloga recomienda para tratarla "un recurso específico y de mayor contención", mientras que
psiquiatra aconseja su ingreso en Proyecto Hombre.
Joan cree que se le propuso esa solución porque en el psiquiátrico no puede estar, entre otras
cosas, porque por su enfermedad tiende a adoptar las conductas de los otros enfermos.
Ingresó en Proyecto Hombre, pero sólo aguantó dos días y se fue. Casi sin salida, acudieron a
un psicólogo privado. Pagaban 200 euros mensuales y ya les avisaron que la terapia duraría por
lo menos diez años. Tuvieron que dejarlo. No podían asumir ese gasto.
Desde Son Llàtzer, el jefe del servicio de psiquiatría le respondió que en el Área de Salud
Mental "muy pocos pacientes han recibido tanta atención" como su hija. Respecto a las
carencias, el psiquiatra considera que "son mejorables" algo que "reivindicamos siempre que
podemos". A Joan esta contestación no le sirve, él exige "respuestas a mis preguntas, ya".
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