Ponencia: Movimiento Social y la transición a la democracia

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Ponencia: Movimiento Social y la transición a la democracia
8º Asamblea General de Representantes de la AMMOR, AC
Olegario Carrillo Meza
México, DF, 1 de diciembre de 2005.
Estimadas compañeras: permítanme expresarles que me complace enormemente
participar como ponente en su Asamblea General de Delegadas y Representantes de la
Asociación Mexicana de Mujeres Organizadas en Red, la AMMOR, una red muy
sobresaliente que nació en el interior de la UNORCA y que se ha caracterizado por su
consistencia y perseverancia en los objetivos que se han trazado.
En 1991 la UNORCA inició formalmente el trabajo con mujeres a través de acciones de
promoción, capacitación, asesoría y acompañamiento a procesos organizativos y
económicos productivos. Muchos grupos de mujeres formaron parte de un proceso de
organización mixta, e incluso se siguen sosteniendo y desarrollan su trabajo desde la
UNORCA. El resultado de este trabajo en gran medida contribuyó a la conformación en
1997 de la AMMOR, AC.
El movimiento de las mujeres organizadas prácticamente va ligado a la historia de la
UNORCA, y por esa razón estamos aquí con ustedes respondiendo a la invitación para
platicar acerca del movimiento social y la transición a la democracia, dos temas, que
ustedes las mujeres, tienen mucho que ver.
Desde su creación, la UNORCA ha jugado en papel de primera importancia en distintos
ámbitos del movimiento campesino; sus aportaciones han contribuido al avance de la
lucha social de diferentes maneras.
En la segunda mitad de los años ochenta, la UNORCA propuso un nuevo modelo de
organización y funcionamiento. En ese entonces, prácticamente todas las organizaciones
campesinas estaban ligadas a partidos políticos y eran dirigidas por el PRI o por la
izquierda tradicional; funcionaban con criterios clientelares y corporativos, de manera
vertical, y la elección de dirigencias no siempre se caracterizaba por ser democrática.
Sin embargo, desde la base, los campesinos empujaban hacia una mayor democracia en
el interior de las organizaciones y para lograr mayor eficiencia en la gestión y atención
de las demandas.
El funcionamiento como una red de organizaciones regionales fue una de las
aportaciones significativas de la UNORCA, ya que esto implicaba una articulación y
coordinación entre organizaciones, y no su sometimiento o la incondicionalidad hacia
una instancia central. Con esta forma de trabajo, que ha caracterizado a nuestra
organización desde sus inicios, se comenzaron a perfilar los principios que todavía hoy
son parte de la esencia de nuestra organización:
La autonomía de las organizaciones, como base fundamental para tomar nuestras
propias decisiones respecto del Estado, partidos políticos, organizaciones religiosas, así
como entre las mismas organizaciones integrantes.
Respeto a la pluralidad. Es el reconocimiento de la diversidad de opinión y decisión de
cada organización local y regional, practicando la convivencia y el respeto a las
preferencias políticas, ideológicas y religiosas de sus miembros y de otros actores
sociales.
Autogestión, para desarrollar la capacidad de proponer y actuar como constructores de
nuestro propio desarrollo.
Solidaridad y apoyo mutuo, sustentados en diversas acciones de colaboración,
cooperación e intercambio.
Otra de las características sobresalientes de la UNORCA, que la ha hecho distinta de
las organizaciones tradicionales que sólo son contestatarias, fue su gran actividad en la
elaboración y proposición de políticas públicas para el campo.
A lo largo de su historia, nuestra organización se ha distinguido por su posición
analítica y propositiva. La realización de numerosos eventos para el intercambio,
análisis, discusión y formulación de políticas públicas son elementos de su estrategia
permanente.
Este rasgo ha sido fundamental para el movimiento campesino en general, pues permite
hacer más viable la gestión ante las instancias gubernamentales. Combinado con la
movilización, el carácter propositivo de las organizaciones permite una mejor respuesta
a sus agremiados.
Otras aportaciones de nuestra organización al movimiento campesino se dieron en los
años noventa.
La apertura comercial, la desregulación estatal, la reducción de subsidios y apoyos, la
privatización de las empresas públicas, el fin de los precios de garantía, la cancelación
del reparto agrario y la priorización de la producción agropecuaria destinada al mercado
internacional profundizaron la desigualdad en el campo.
Pero estos cambios tendientes a insertar a nuestra economía en el mercado
internacional, modificaron también el rumbo del movimiento campesino, y el proyecto
de la UNORCA tuvo que adecuarse a las nuevas circunstancias.
La organización concentró parte de su actividad en la gestión del bienestar social.
Amplió, sin embargo, el abanico de sus demandas, impulsando la preocupación por la
seguridad alimentaria, la protección de la biodiversidad, la integración de redes de
mercado social y la defensa de la agricultura campesina.
En esos años, la UNORCA planteó la necesidad de que las organizaciones campesinas
regionales adquirieran la capacidad para enfrentar los problemas relacionados con el
bienestar social de sus miembros, y promovía que se involucraran en estrategias que
incluyeran su activa participación en los niveles y formas de gestión social locales y
regionales, especialmente en el terreno de los gobiernos municipales.
La globalización económica nos hizo converger con los campesinos de otros países,
para globalizar también la lucha.
La UNORCA fue impulsora de la Vía Campesina desde 1996, y como tal participó en
las protestas contra la Organización Mundial de Comercio en Seattle, Estados Unidos,
en 1999, que hicieron fracasar la Tercera Reunión Ministerial de la OMC. Seattle
constituyó una gran victoria para los movimientos sociales en la lucha contra la
globalización y el neoliberalismo. Constituyó un símbolo de lucha internacional y
permitió renovar esperanzas, esfuerzos y aumentar la motivación de diferentes fuerzas
sociales en todos los continentes.
Frente a la Quinta Reunión Ministerial de la OMC, celebrada en Cancún, Quintana Roo,
en 2003, la Vía Campesina fue protagonista principal de las movilizaciones populares.
La UNORCA fue la organización mexicana anfitriona que coordinó y apoyó el
Encuentro Internacional Campesino y las acciones de las organizaciones sociales, donde
una semana continua de protestas le provocó una gran derrota.
La victoria en Cancún reanimó el esfuerzo y fortaleció el espíritu de lucha de los
pueblos contra los organismos financieros internacionales, el neoliberalismo y la
esperanza de que otro mundo es posible.
La UNORCA también tuvo un papel importante como promotora de las movilizaciones
campesinas que en 2003 desembocaron en el Movimiento El campo no aguanta más.
Doce organizaciones campesinas nacionales y regionales decidimos impulsar de manera
conjunta las “Seis propuestas para la salvación y revalorización del campo mexicano”.
El Movimiento el Campo no Aguanta Más surgió de la incapacidad del gobierno para
ofrecer una respuesta a la mayor presión que ejercerían las importaciones subsidiadas
hacia nuestro sector agropecuario.
En los meses más intensos del movimiento, se tuvieron movilizaciones históricas en la
ciudad de México. El 2 de diciembre de 2002, las organizaciones de la UNORCA nos
manifestamos del monumento a la Revolución a la Sagarpa, y junto con organizaciones
del Movimiento el Campo no Aguanta Más, al día siguiente estuvimos en la Cámara de
Diputados y en la embajada de Estados Unidos presentando nuestras demandas y
exigencias.
Al iniciarse 2003, se tomó el puente fronterizo de Ciudad Juárez, Chihuahua y varios
compañeros del Frente Democrático Campesino y otras organizaciones como la
UNORCA, iniciaron un ayuno para expresar nuestra oposición al ingreso de las
importaciones agrícolas subsidiadas.
Como UNORCA nos instalamos en ayuno en el Ángel de la Independencia desde el 6
hasta el 15 de enero de 2003. Recibimos las respuestas solidarias de varios grupos
campesinos independientes, del Congreso Nacional Indígena, de varios movimientos
sociales y civiles urbanos, de los sindicatos, de los movimientos populares, de los
artistas, de los estudiantes, de los académicos.
La marcha del 31 de enero de 2003 fue la mayor manifestación campesina de los
últimos años. La plancha del zócalo se llenó con ejidatarios, comuneros, jornaleros
pequeños productores mujeres, jóvenes y ancianos del campo, y contamos con el apoyo
solidario del Sindicato Mexicano de Electricistas, la Unión Nacional de Trabajadores y
otras organizaciones.
Entre las contribuciones de este movimiento hay que destacar que logramos colocar al
campo, generalmente invisible a los ojos de políticos y actores urbanos, como una
prioridad en la agenda nacional. Cada una de las conquistas del movimiento fue
arrancada al gobierno a partir de la movilización social, ninguna fue producto de
concesiones, ni menos de componendas.
En la UNORCA decidimos no firmar el Acuerdo Nacional para el Campo, después de
analizarlo y discutirlo ampliamente entre la mayoría de las organizaciones regionales
integrantes, pues valoramos que no cumplía nuestras demandas ni tampoco las del
movimiento, y no porque calculamos salir más beneficiados sin firmarlo. No tomamos
esa decisión con base en cálculos políticos de corto plazo.
En octubre de 2004, volvimos a salir a las calles para realizar la Caravana Nacional por
el Campo, desde todas las regiones del país a la ciudad de México, para exigir al
gobierno federal una nueva política de Estado para el campo y la atención a la demanda
social, la aplicación de los programas rurales y la solución al rezago de los apoyos.
Y en este 2005, nuevamente mostramos nuestra disposición de unidad, cuando el 8 de
agosto constituimos, junto con otras ocho organizaciones nacionales, el Frente Nacional
de Organizaciones Campesinas, con el objetivo de fortalecer nuestra lucha en contra de
las políticas gubernamentales, opuestas a los intereses y derechos de los propios
campesinos y a los intereses de la nación, como las que se derivan del modelo
neoliberal, la apertura comercial indiscriminada y la globalización de las economías, y
consecuentemente la lucha por un modelo alternativo agropecuario y forestal para el
medio rural.
La UNORCA he hecho importantes aportaciones al movimiento campesino mexicano,
que le han permitido avanzar en diferentes ámbitos. Sin embargo, sabemos que se
requieren todavía mayores esfuerzos, reflexiones, análisis, propuestas, pero también
protestas, movilizaciones, y formas novedosas de expresar que queremos seguir siendo
campesinos.
Uno de los ámbitos que requieren todo nuestro esfuerzo es el avance democrático en el
país.
La transición a la democracia es un concepto muy diferente de la visión que el actual
gobierno del presidente Vicente Fox tiene de la democracia. Para él, nuestro país vive
una democracia plena, y desde que llegó a la presidencia, dice que México ya no tiene
problemas graves.
En la UNORCA sostenemos que México no ha dado ese salto necesario hacia la
democracia, sino que es un proceso que hay que construir. Para nosotros,
democratización es muy diferente a alternancia, ya que en nuestro país hay una gran
decepción por el desempeño del actual “gobierno del cambio”, su falta de compromiso
social y su falta de consistencia en sus políticas.
Creemos también que vivir en democracia no es sólo tener elecciones confiables y
legítimas. La democracia se vive todos los días e implica la apertura y permanencia de
suficientes espacios a la participación ciudadana en todos los ámbitos públicos.
Espacios para la consulta, la deliberación e incluso para la toma de decisiones
conjuntamente con la sociedad civil.
Vivir en democracia significa asimismo rendición de cuentas de nuestros gobernantes,
transparencia en sus acciones, vigilancia y fiscalización permanentes de los recursos
públicos.
Por eso creemos que es necesario impulsar un federalismo participativo cuya esencia
vaya más allá de un acuerdo entre los gobiernos federal, estatal y municipal,
incorporando la participación social a este nuevo pacto federal, participación que deberá
sensibilizar y orientar la acción del Estado; participación que deberá darse en los niveles
de base de la sociedad.
El nuevo pacto federal deberá fortalecer la unidad nacional, proceder con consensos
específicos y respaldar en lo político y social la esencia republicana de nuestro país.
Será la base de la reconstrucción política de nuestro país incorporando a todos los
sectores sociales, a los agentes políticos y a los organismos civiles y sociales, en un
ámbito de pluralidad.
El año próximo, en México se realizarán elecciones federales para elegir presidente de
la república, diputados federales y senadores. Será un año crucial, porque se decidirá el
rumbo que tomará el país en los próximos seis años.
Por la trascendencia de este acontecimiento, la UNORCA debe tomar una posición y
expresar a los candidatos a la presidencia de la república que los compromisos con el
campo y los campesinos e indígenas de México son ya insoslayables.
La UNORCA y otras organizaciones campesinas se proponen influir para que los
candidatos y los diferentes partidos políticos incorporen el Proyecto Alternativo
Campesino a sus programas electorales, nuestra principal aspiración es que la próxima
administración del país, a partir de diciembre del 2006 sea un gobierno de transición
democrática, se proponga una reconstrucción del campo mexicano y adopte el Proyecto
Alternativo Campesino como programa de gobierno.
En este meses estamos buscando dialogar con las diferentes fuerzas políticas para que
adopten nuestro Proyecto Alternativo Campesino, algunos lo adoptaran y otros lo
rechazaran, con ello estarán definiendo la preferencia electoral que tendrá el campo.
Debemos evitar más votos útiles con resultados inútiles, el gobierno del cambio no
cambió, careció de proyecto. Nosotros decimos que el campo difícilmente podrá
aguantar otros 6 años sin proyecto de reconstrucción u otro periodo de políticas
neoliberales y privatizadoras.
En varios países del mundo, la gente ha comenzado a cuestionar fuertemente el modelo
neoliberal, el cual le niega a millones de personas cualquier posibilidad o esperanza de
progreso. Así hemos observado que los pueblos se han inclinado por elegir gobiernos
que enarbolan proyectos alternativos de desarrollo tanto en España, como en Brasil,
Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay han emergido gobiernos democráticos.
Creemos que en México puede renacer la esperanza con un gobierno diferente. También
creemos que es la hora de que las soluciones lleguen al campo. Tal vez la última
oportunidad.
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