LOS MUTANTES DE LA LUZ. Es raro que, cada mes, no reciba alguna invitación para asistir a determinados programas televisivos para hablar sobre los temas que comentamos en esta página dominical. La cuestión OVNI es la que más parece interesar a este medio y, especialmente, aquellas personas que han tenido experiencias cercanas a esos misteriosos objeto voladores. Como tales programas no me garantizan un mínimo de seriedad, declino dicha convocatoria. Los productores insisten pero, ante mi negativa, preguntan: -“¿Y usted no conoce a otras personas que hayan vivido ciertas experiencias OVNIS?” Respondo: -“Si; a bastantes, pero no le voy a facilitar sus nombres”. Sigue la matraca preguntona: -“¿Por qué?” -“Existe algo que se llama secreto profesional. Ellos no quieren que se den a conocer sus nombres, aunque si nos han hecho partícipes de sus experiencias. La culpa de ese deseo de permanecer en el más estricto anonimato la tienen ciertos programas de televisión, con disparatas intervenciones de personajes bufonescos y el ataque o descalificación por parte de algún sarcástico escéptico, que intenta ridiculizar a unos seres humanos, normales que, cuentan, sencillamente su anómala experiencia”. Normalmente, cuando se produce un caso de avistamiento OVNI, de características espectaculares, la mayoría de periodistas o, incluso, investigadores del tema, se limitan a recoger la información del suceso, exprimiendo al testigo y, en la mayoría de los casos, es noticia de un día, quedando en el olvido. Casi nadie recordará a los testigos de aquel incidente. Y, sin embargo, a partir de tan extraña experiencia, la vida de esos mismos observadores, cambió radicalmente. Este periodista siempre ha procurado seguir, a través de los años, la evolución de esas personas. Eso le ha servido para confirmar tal mutación, con características repetitivas y, asimismo, contrastar nuestras propias experiencias cercanas a los OVNIS. Podría exponer varios ejemplos de esas transformaciones, con personas que abarcan variados estamentos sociales y culturales, repartidas en diferentes países. Solo me limitaré a señalar, los casos de dos pilotos tinerfeños que, después de tener encuentros impactantes, muy cercanos a sus aviones, en rumbo de colisión, de unos OVNIS, a partir de ese día, se gestó una importante transmutación, no solo en su forma de vida, sino en ideas y pensamientos. O el de un modesto agricultor alicantino, que apenas sabia garabatear su nombre y que, tras una increíble experiencia OVNI, nos hablaba y escribía sobre conceptos de física avanzada y de mecánica cuántica. La lista de estos seres humanos, a los que conozco y me honran con su amistad, es más larga, pero -por lo dicho anteriormente y a instancia de los interesados- también es anónima. Respetando el código de deontología periodística, silenciamos sus nombres. Solo queda nuestra palabra en la que, lógicamente, se podrá creer o no. A los negadores, antes que lo hagan, les sugeriría obtener una adecuada y extensa información que está al alcance de cualquiera que se interese por esta cuestión. Antes de seguir adelante, me gustaría, una vez mas, repetir lo que figura en uno de los libros del ya desaparecido Carlos Castaneda. El indio don Juan, transmite al autor lo siguiente: “Esas luces, esas bolas, eran denominadas por los antiguos videntes como “tumbadoras”. Una fuerza rodante distribuidora de vida y conciencia. Esas bolas tienen una crucial importancia para los seres humanos porque son la expresión de una fuerza que tiene que ver con todos los detalles de la vida y de la muerte”. Por todo lo expuesto me he llevado una gran alegría poder leer lo que, en el número correspondiente a este mes de octubre, ha publicado el periodista Moisés Garrido Vázquez, en “Enigmas-Express”, bajo el título “Las huellas de los Ovnis”. Por fin alguien se percata de la importancia que tiene el efectuar, tras el paso de los años, un seguimiento de aquellas personas que, un lejano día, tuvieron un impactante encuentro OVNI y cuyo recuerdo continua imborrable en su mente. Así inicia Garrido dicho artículo: -“No voy a hablarles de las huellas físicas que en ocasiones dejan los OVNIS en el entorno, sino de otras huellas mucho más profundas. Las que dejan en la mente y en el corazón del testigo”. El investigador decide entrevistar a testigos que hace cinco, diez o veinte años, tuvieron tales experiencias. Añade: -“Al reencontrarme con estas personas, he podido apreciar que han padecido un cambio interior muy significativo. La experiencia OVNI ha marcado a la mayoría. Sienten interés por lo espiritual, por lo esotérico, por lo ecológico, acercamiento a la ciencia, incremento de la fe, despertar de conciencia, desarrollo de facultades psi, etc. Y es que quienes se enfrentan a un hecho extraordinario, a un fenómeno anómalo que rompe los esquemas preestablecidos y que abre una fisura en nuestra rutina diaria para dar paso a otra realidad, sienten una profunda transformación psicoemocional”. Moisés Garrido plantea, al margen de lo que pueda ser el origen de los OVNIS, asegurando, como un servidor, que se trata de un fenómeno real, insiste en que produce un tremendo impacto en lo más profundo del psiquismo humano. Recomienda a los investigadores no sólo centrarse en los datos de un avistamiento. -“Quizá obtengamos más respuestas a este fascinante interrogante si ahondamos en el factor humano”. Para un servidor, más que fotos, filmaciones, huellas de aterrizaje,... posiblemente esas claves o respuestas, están en esos seres humanos que un día o una noche se encontraron frente a frente a una de esas misteriosas naves y sus tripulantes. Hace años que vengo insistiendo en esta cuestión y parece, que al fin, alguien opina lo mismo. Espero que cunda el ejemplo y que los investigadores se acerquen a esos testigos, dignos de credibilidad, con verdadero interés y, por encima de todo, con el más exquisito respeto hacia sus experiencias. También me alegra que Garrido mencione en su artículo, y recomiende su lectura, el extraordinario trabajo del psicólogo y profesor de la universidad de Connecticut, el norteamericano doctor Kenneth Ring, reflejado en su libro “El proyecto Omega”, y del que, ya en 1995, publicamos un comentario en esta misma página. K. Ring, en vez de hablar y negar, investigó minuciosamente a numerosos testigos OVNIS, así como a personas que sufrieron experiencias cercanas a la muerte, encontrando un proceso similar, paralelo, en ambas situaciones, comentando lo siguiente: -“Estas experiencias tienden a generar ciertas alteraciones profundas en los valores personales y en el sistema de creencias. En muchos casos, estos cambios se traducen en una visión totalmente nueva del mundo o, quizás, sería mejor decir, en una visión del cosmos”. A lo largo de muchos años siguiendo el fenómeno OVNI, me he entrevistando con numerosos testigos, y no solo me refiero a contemplar en el cielo el paso de una esfera luminosa, sino a experiencias más dramáticas, más cercanas y, la mayoría de las veces, hasta absurdas, por lo menos de acuerdo con nuestros esquemas y parámetros humanos. Algunos de esos casos han sido publicados en esta sección “Otros mundos”; otros, no, debido a determinadas razones, entre ellas la petición de silenciarlos. Incluso sé, por terceros, de otras situaciones similares pero que, los interesados, solo lo han comentado a sus más íntimos. Tienen temor de verse envueltos, con su nombre, en informaciones periodísticas, con el consiguiente riesgo de ser tachado de visionario, loco o mentiroso. Y lo entiendo. Posiblemente, si servidor, hubiera vivido ahora las experiencias OVNIS por las que pasó, principalmente, en la década de los setenta, me hubiera callado; no hubiera efectuado el menor comentario. Solo disfrutaría, internamente, del notable cambio, al igual que otros seres humanos, que, a partir de aquella fecha, se produjo en mi. De todas maneras no dejo de reconocer que, experiencias más cercanas en el tiempo, las he guardado para mí. Las considero personales, intransferibles. Todas ellas ayudan a seguir buscando respuestas a seres humanos a los que, un día, la luz transmuto sus vidas. Ya no fueron iguales. Francisco Padrón Hernández.