CLASE Fragmento del Capítulo 3: La constitución psíquica del sujeto (Introducción y el De-venir de individuo a sujeto) del libro: “Psicología del desarrollo. Enfoques y perspectivas del Curso Vital” de Urbano, C. y Yuni, J. (2005) Ed. Brujas. LA CONSTITUCIÓN PSÍQUICA DEL SUJETO INTRODUCCIÓN La palabra sujeto posee una doble significación. Por un lado, sujeto es quien realiza la acción, es el protagonista de una historia. Pero también el ser humano está sujeto, es decir es sobre quien se aplica la acción de sujetar; es aquel que está sujetado. Podemos anticipar que devenir sujeto y sostenerse como tal a lo largo del ciclo vital es producto de la dialéctica de ser-sujeto-sujetado. El proceso de subjetivación abarca todo el arco de la vida; tiempo vital en el que los seres humanos se subjetivan en la medida en que son/están sujetados a estructuras constitutivas de su Yo mediante el trabajo permanente que realizan para no claudicar y para ligarse a redes vinculares que apuntalen y sostengan su tarea evolutiva. Pero sujetados ¿a qué?. La respuesta varía según la teoría a que se adhiera, aunque haciendo coincidir y complementar enfoques podemos decir que el sujeto como ser biológico es/está sujetado a una estructura anátomo-fisiológica que lo provee -entre otras cosas- de un cerebro y de un sistema nervioso dotado de la plasticidad suficiente para desenvolverse en un medio particular a través de adaptaciones necesarias para sostenerse como organismo vivo, racional, relacional y orgánico. Como ser lingüístico es/está sujetado a un lenguaje que le suministra maneras de designar el mundo, de designarse dentro de él y, de ese modo, desarrollar la capacidad de representación y utilización de sistemas simbólicos convencionales. Como ser social es/ está sujetado a redes sociales y a pautas culturales que lo contextualizan en el marco de una colectividad con valores, normas, roles y cosmovisiones propias de su entorno comunitario. Como ser psicológico es/está sujetado a una estructura psíquica individual, a unas capacidades particulares, a una historia personal única, y a una historia personal que lo trasciende. Todos estos aspectos hacen al ser del sujeto, por lo cual se puede decir que el sujeto no es una entidad determinada ni dada de antemano, sino más bien, el sujeto es un ser que se constituye en una red de interacciones dinámicas con el mundo exterior y con su mundo interno. En lo que sigue vamos a describir el proceso de constitución del sujeto. En la primera parte se aborda el proceso de subjetivación atendiendo a los procesos psíquicos básicos que caracterizan el devenir de individuo a sujeto prestando particular atención a la función materna, la función paterna y el campo social como contexto y medio ecológico necesario para la subjetivación. A lo largo del capítulo se describe el proceso de complejización psíquica que lleva a la constitución progresiva del Yo; acto fundante del psiquismo que establece una dinámica de intercambio intrasubjetivo, intersubjetivo y transubjetivo que continúa a lo largo de todo el Curso Vital. EL DE-VENIR DE INDIVIDUO A SUJETO La noción de individuo proviene de la Biología, que concibe a la especie como el patrón general a partir del cual salen ejemplares particulares: los individuos. El hombre se ubica como un individuo dentro de la especie humana. A lo largo de la historia, la especie humana ha producido una serie de adaptaciones necesarias para sobrevivir. Esas adaptaciones le han permitido re-organizar su estructura morfo-fisiológica y conservar su acoplamiento de intercambio con el medio. De ahí que el rasgo más distintivo del individuo humano, en tanto ser vivo, está estrechamente ligado a la auto-organización; es decir, que éste construye y reconstruye su autonomía a partir de la energía que extrae del exterior. Aquí la noción de autonomía está ligada a la dependencia, y la dependencia es inseparable de la noción de auto-organización. Para ser autónomo hay que depender del mundo exterior. La Biología describe la relación entre l especie y el individuo. Los individuos vivos han realizado adaptaciones a fin de conservar su identidad estructural y a partir de su capacidad de reproducción no sólo se han perpetuado en el tiempo sino que han transmitido el producto de sus adaptaciones. Desde allí podemos pensar la relación especie/individuo en términos de complementariedad, en la cual el individuo es un producto. es el producto del encuentro entre un espermatozoide y un óvulo, es decir, de un proceso de reproducción. Pero es un producto que se produce a sí mismo, es decir, que como producto es productor en lo concerniente al proceso de su progenitura. Sin embargo, el proceso de re-producción supone un trabajo de organización más complejo en relación a la vida. “La Biología molecular, la genética, ha detectado en los genes, en el ARN, algo equivalente a información, a programa, a memoria; es decir algo cognitivo. Y ese algo cognitivo juega un papel permanente en todos los procesos de la organización viva” (Morin, 1994). Por lo que se podría decir, que los organismos pluricelulares, dentro de los cuales incluimos al hombre, participan de una memoria de información interna que interactúa con el mundo exterior. De ahí que, la auto-organización autónoma del individuo humano sólo sea posible en inter-dependencia con su medio. Por ello, actualmente las ciencias caracterizan al ser humano como una realidad producto de la auto-eco-organización. El de-venir de individuo humano a sujeto supone como condición necesaria pero no suficiente, la dotación de un cerebro especializado y la aparición de un sistema nervioso que le permita ampliar los dominios de interacción entre el organismo y el medio; ello a partir de la diversificación de configuraciones sensomotoras, lo que hace posible la aparición del lenguaje y la autoconsciencia. No obstante, la especialización cerebral no responde a un plan madurativo intrínseco, sino que requiere del concurso de la cultura. Con lo cual el proceso mismo de complejización biológica requiere de la interacción con otros seres humanos y la participación/inclusión en un sistema de significados y significaciones culturales. De esa manera, es necesario hablar de una co-implicación de la biología y de la cultura, para poder explicar cómo se constituye la base de las capacidades cognitivas. El individuo humano al ser introducido en la trama de significaciones culturales, debe subordinar sus características que lo inscriben a un orden natural –como individuo perteneciente al linaje humano- para ligarse a un orden cultural y simbólico, que lo sitúa como sujeto y le provee de códigos culturales que a través de procesos adaptativos se terminarán inscribiendo en los códigos genéticos de la especie. La información genética se constituye así en condición necesaria para la existencias del ser y del sujeto e implica una autofinalidad a través de la cual el sujeto se informa “a sí” mismo, “por sí” mismo y “para sí” mismo. Y ¿qué significa esto de se informa “a sí” mismo, “por sí” mismo y “para sí” mismo? Significa que como sujetos nos ponemos en el centro del mundo, en el centro de nuestro mundo, del mundo que conocemos, para realizar todas las acciones e interacciones de salvaguarda, de protección, de defensa, etc. Aquí es donde aparee la noción de egocentrismo indisolublemente ligada a ese acto en que no sólo somos nuestra propia finalidad sino que somos los co-partícipes del acto autoconstitutivo de la propia identidad. Asimismo, la sociedad es el producto de interacciones entre sujetos, las cuales crean y recrean una organización que tiene cualidades propias, en particular el lenguaje y la cultura. Y esas mismas cualidades coactúan sobre los individuos-sujetos otorgándoles códigos de significados y significaciones, por medio de las cuales éstos se sitúan en el mundo. De esta manera, podemos decir que los individuos-sujetos producen a la sociedad; que la sociedad produce a los individuos-sujetos. Paradójicamente, el individuo-sujeto se convierte de producto en productor, y viceversa; razón por la cual, sólo podemos reconocer su autonomía en dependencia e interdependencia con su medio.