La desigual división del trabajo reproductivo y doméstico hace que... participación más esporádica en el mercado laboral, lo que afecta...

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Mujeres, trabajo y pensiones
Domingo, 05 de Agosto de 2012 22:17
La desigual división del trabajo reproductivo y doméstico hace que las mujeres tengan una
participación más esporádica en el mercado laboral, lo que afecta la densidad de sus
cotizaciones, y una vez dentro de él sus condiciones laborales y salariales son más precarias.
Por Alejandra Mizala
Un reciente estudio de la Asociación de AFP evaluó la tasa de reemplazo (proporción entre
sueldo promedio y pensión) para un grupo de trabajadores que se acogieron a jubilación entre
enero y marzo de 2011, período en que las jubilaciones corresponden en su totalidad al
sistema de capitalización individual. Los resultados indican que las mujeres trabajadoras tienen
peores perspectivas que los hombres en relación a su tasa de reemplazo. Los hombres del
grupo estudiado obtienen jubilaciones equivalentes al 88% de las remuneraciones de los
últimos 10 años, cifra que en el caso de las mujeres desciende a un 64%.
Las bajas pensiones femeninas no se explican por una única causa, sino que existe un
conjunto de factores que se combinan en detrimento de las trabajadoras. La desigual
división del trabajo reproductivo y doméstico hace que las mujeres tengan una participación
más esporádica en el mercado laboral, lo que afecta la densidad de sus cotizaciones, y una vez
dentro de él sus condiciones laborales y salariales son más precarias. Esto reduce el fondo de
capitalización que las mujeres pueden acumular, lo que luego, debido a la menor edad de
jubilación y a la mayor expectativa de vida, se debe distribuir por un período más largo de
tiempo, generándose bajas pensiones e incrementando en la etapa pasiva la brecha de
ingresos entre géneros que existe en la etapa activa.
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Mujeres, trabajo y pensiones
Domingo, 05 de Agosto de 2012 22:17
La Reforma Previsional del 2008 consideró una serie de políticas con el fin de lograr
mayor equidad de género. Entre ellas, un pilar solidario integrado, una bonificación a la
maternidad, la división del saldo acumulado en las cuentas individuales de cada
cónyuge en caso de divorcio o nulidad, la posibilidad de realizar aportes previsionales
solidarios en cuentas de terceros -permitiendo, por ejemplo, el aporte de un cónyuge
que trabaja al que no lo hace por dedicarse al cuidado de los hijos o a tareas del hogar- y
la diferenciación de la prima del seguro de invalidez y sobrevivencia entre hombres y
mujeres. Estas medidas resuelven una parte de las fuentes de diferenciación de
pensiones de las mujeres.
No obstante, los resultados del estudio indican que estas medidas no bastan, en gran medida
porque el sistema previsional no puede resolver ni compensar todos los factores antes
mencionados que explican las menores pensiones de las mujeres (además, tampoco parece
justo que factores de discriminación e inequidad que se extienden a lo largo de la vida sólo se
resuelvan en la vejez). Esto significa que hay factores que se deben corregir en su origen, dado
que lo que ocurre con las pensiones no es más que un reflejo de lo que sucede en el mercado
laboral y, por tanto, resulta necesario establecer políticas que permitan la inserción y
permanencia de la mujer en el mundo del trabajo. Asimismo, para avanzar hacia la equidad de
género se deben considerar las diferencias biodemográficas.
Para ello es necesario revisar la actual diferencia en las edades de jubilación entre
hombres y mujeres, ya que la menor edad de jubilación de las mujeres ahonda, y no
aminora como pareciera creerse, la brecha de género.
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